Universidad Nacional de Córdoba
Resumen
El presente escrito propone una lectura de la película estadounidense “Vida privada” (2018) dirigida por Tamara Jenkins ya que la misma permite trabajar sobre el empuje mortífero de la carrera de una pareja para lograr engendrar a un hijo y formar una familia de la mano del ideal cintificista. El artículo busca pensar qué ocurre frente a la oferta sin fin de tratamientos de fertilización asistida que fallan una y otra vez, la intervención de los cuerpos y la imposibilidad de habilitar, en esta carrera, el espacio para una pregunta por parte de los personajes. Para ello, a lo largo del trabajo, se articularán diferentes detalles del film mencionado a la luz de los desarrollos de Jacques Lacan, Jacques-Alain Miller y Miquel Bassols, entre otros, quienes con sus aportes permiten abordar algunos aspectos de lo que esta película puede enseñarnos sobre la época.
Palabras Clave: falla | cientificismo | familia | cuerpo
Private Lives
Abstract
The aim of this work is to propose a reading of the US film "Private Life" (2018) directed by Tamara Jenkins, as it allows us to work on the deadly thrust of a couple’s race to conceive a child and raise a family hand in hand with scientism ideals. The article sets out to think about what happens in the face of the endless offer of assisted fertilization treatments that fail time after time, the intervention of the bodies and the impossibility of enabling, in this race, the space for a question by the characters. For this, throughout the work, different details from said film will be articulated in the light of the developments of Jacques Lacan, Jacques-Alain Miller and Miquel Bassols, among others, whose contributions allow us to address some aspects of what this film can teach us about the present time.
Keywords: failure | scientism | family | body
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Introducción
Moretones, agujas, píldoras de todos los colores, cirugías, cofias y batas, hospitales y clínicas de fertilidad. Células, óvulos y espermatozoides, cuerpos intervenidos. Guardapolvos blancos que vociferan nombres de tratamientos interminables y un requerimiento que se repite sin cesar: it olny takes one good egg (sólo se requiere un buen huevo).
Un escenario en el cual nos sumerge el film estadounidense llamado Vida privada [1]. Una mujer, un hombre y el empuje sin límites a tener un hijo, a engendrarlo. Un hijo que haría de esta pareja una familia.
Eso que no marcha
Rachel (Kathryn Hahn) y Richard Grimes (Paul Giamatti) son dos escritores y dramaturgos neoyorquinos que, avanzados en la cuarta década de sus vidas, se embarcan en una carrera sin límites: tener un hijo, cueste lo que cueste. Una carrera contra las marcas de lo real del tiempo en sus cuerpos y el encuentro con algo, eso que no marcha. Y es que los diferentes tratamientos de fertilización asistida que realizaron a lo largo de los años fracasaron una y otra vez.
En esta historia, las inyecciones, las píldoras y las intervenciones quirúrgicas se deslizan, una tras otra, haciendo oídos sordos a lo que cojea. Siempre se puede ¿se quiere? intentar una vez más.
En su escrito “La ciencia y la verdad”, Jacques Lacan nos enseña que el cientificismo busca “suturar al sujeto de la ciencia” lo cual implica “una falta de audacia, de detectar el objeto que falla” (1965, p.816). Taponar entonces, cocer con hilo y aguja la división expulsando al sujeto.
Tal como sostiene Miquel Bassols (2013), resulta interesante, para el psicoanálisis, “rastrear en el interior de la propia ciencia las huellas de este sujeto excluido por su operación” (p. 1). Una falla ignorada, enmudecida que, silenciosamente deja su marca en la arena.
En el escenario que esta película despliega, el discurso médico-científico al servicio del capital arroja a los personajes a un camino sin fin ni resto que les ofrece, una tras otra, todas las opciones que el mercado dispone en su carta para el consumo: inseminación artificial, fecundación in vitro, donación de óvulos. Sin embargo, ninguna de ellas es suficiente y la falla insiste: el good egg (buen huevo) no llega y Rachel no queda embarazada.
Mantener el tren en marcha
En una de sus escenas, el film acompaña al espectador hacia una discusión que se entabla entre Rachel y Richard al interior de su departamento neoyorquino. Al parecer, justo cuando las preguntas respecto a la maternidad y la paternidad comienzan a suscitarse en los personajes, Rachel pide: no hablemos de eso. Hay que suprimirlo. Hacer lo que haya que hacer para mantener el tren en marcha. Él calla y decide seguir la corriente. El doctor ofreció una nueva perspectiva que va a funcionar. Hay que seguir intentando.
Jacques-Alain Miller, en su curso “Del Síntoma al fantasma y retorno” (1982), advierte sobre aquello que llama “deseo terapéutico”, un dialecto del discurso del amo que busca que las cosas marchen. Un “deseo médico” (p. 17) que se ubica como contrario al fantasma de cada quien taponando el vacío. Aquel vacío necesario para que sea una pregunta la que circule.
It olny takes one good egg (sólo se requiere un buen huevo), dijo el doctor, pero eso vuelve a fallar. Falla que da cuenta de que “la ciencia se muestra definida por el no éxito del esfuerzo por suturar” (Lacan, p.818) al sujeto en su división.
Tal como sostiene Miquel Bassols (2013),
las promesas de la ciencia [siempre fallidas] no hacen más que poner de relieve (...) lo imprescindible de las dos vertientes que definen al sujeto de la experiencia analítica: el cuerpo vivo como una experiencia de goce singular y la estructura del lenguaje como la única que permite subjetivar, simbolizar, tratar e interpretar esta experiencia. (p. 1)
Pero esta historia que los corre no da lugar a las preguntas. Se trata de una carrera, la de estos dos personajes, en la que no hay tiempo para detenerse. No hay tiempo para una pausa que habilite una lectura posible de lo que allí acontece, les acontece. Tal como sostiene Jacques-Alain Miller, “en los tiempos que corren”, es necesario “saber correr” y por ello también “saber hacer una pausa” (2015, p. 11).
El empuje mortífero de estos personajes traspasa las barreras y apunta más allá. Nos estamos quedando sin tiempo. Ya no seremos más jóvenes, dice él. Se trata entonces de la dictadura del tiempo de Baudelaire que los lleva como bueyes al matadero, tal como la evoca Jacques-Alain Miller (2015) en su curso “Todo el mundo es loco”.
Ante la falla se escucha un: hay que seguir probando. Tal como prometió el folleto de la clínica de fertilidad y el envase de píldoras que reza las palabras “mujer fértil” en su tapa, el próximo tratamiento funcionará. De la mano del guardapolvo blanco y la intervención quirúrgica, les dará eso que tanto… ¿desean?
En el intento por mantener el tren en marcha, el dinero juega su partida y se hace presente en varios momentos del film. Si no lo hacemos ahora, habremos gastado todo el paquete del dinero para el bebé por nada, dice Richard cuando el médico le pide realizar una punción en el único testículo que tiene. En ese momento, como el dinero que tienen no alcanza, los protagonistas le piden prestada una suma a un familiar quien se las entrega sin pestañear.
El objeto dinero entonces no logra faltar, no permite frenar la carrera ya que, si no se tiene, se pide prestado y se consigue seguir. Una vez más.
El cuerpo: una máquina de gaseosa
En la puesta en escena que este film propone, los cuerpos se pinchan, se intervienen, se operan. Frente al fracaso de uno de los tratamientos que realizaban los personajes, el médico, “responsable de la buena marcha del servicio” (Miller, 2012, p.103), les explica a los protagonistas que el cuerpo de Richard es como una máquina de gaseosa: el agua sale de un conducto y el jarabe de otro. Los dos ingredientes juntos conforman la Coca-Cola. Pero si el conducto se bloquea, la gaseosa no sale. Richard debe estar bloqueado, físicamente.
Sin lugar a una pregunta para este hombre, el médico ubica la falla en un lugar del cuerpo-físico, insistiendo en operarlo, para que la cosa funcione.
Ante el bloqueo es el bisturí el que, inmediatamente, toma partido en el asunto. Una intervención en el cuerpo que busca repararlo, como una máquina. Richard, se entrega a la cirugía allí donde “pareciera no haber límite en relación con el fantasma de la ciencia y el ofrecimiento descarnado a situaciones riesgosas” (Tizio, 2016, p. 43).
Se trata entonces de un cuerpo objetivado, medible, intervenible, operable. Cuerpos-organismos reducidos al valor de una máquina, concebidos como una serie de piezas y engranajes que se pueden intercambiar. Tal como sostiene Miquel Bassols (2013), se trata de un cuerpo vivido “como un saco de órganos” (p.1), un organismo hecho de diferentes partes organizadas que siguen el ritmo que dicta la biología.
¿Una familia?
Mientras se postulan para realizar los trámites para una posible adopción, una nueva propuesta surge de la mano de la ciencia bajo el ideal cientificista para los protagonistas. El médico redobla la apuesta y les propone incursionar en la donación de óvulos. Juramos que nunca lo haríamos. Que como pareja dibujaríamos la línea, el límite, ante la ciencia ficción, dice ella.
Esa misma noche, podemos observar a Rachel mirar el catálogo de mujeres donantes de óvulos en internet quienes, como en una vidriera, enumeran sus características físicas, sus estudios académicos y los deportes que realizan para que sus genes sean elegidos, consumidos. Ésto es como un e-bay de óvulos, se escucha. Y es que, en esta búsqueda acelerada, el good egg que nunca llega se ha convertido en objeto de consumo.
Estamos haciendo todo lo que podemos para empezar una familia, dice él. ¿Por qué buscar desesperada y desenfrenadamente concebir a este hijo para empezar una familia? Un hijo que, para ocupar ese lugar, debería ser engendrado por esta pareja, cargando su material genético.
Tal como sostiene Jacques-Alain Miller (2007) “siempre está la tentación de fundar la familia en la reproducción”, desconociendo la “discontinuidad que existe entre la naturaleza y la familia” (p. 11).
Ya en sus primeros desarrollos, en el Jacques Lacan de Los complejos familiares en la formación del individuo de 1938, podemos hallar una importante precisión al respecto. Según lo que allí plantea, en el dominio de la familia “las instancias culturales dominan a las naturales, hasta tal punto que no pueden considerarse paradójicos los casos en que, como en la adopción, las sustituyen” (p. 34).
¿Qué dice entonces la carga genética de una o dos células del cuerpo sobre el modo en que un sujeto se inscribe, se ubica en la trama familiar? Y es que el deseo de un hijo, de una familia, no conoce sobre biología ni cargas genéticas, óvulos, esperma o úteros.
Tal como sostiene Miquel Bassols (2007), se trata, para el psicoanálisis, de pensar a la “familia como un discurso. (...) Un discurso que incluye al sujeto que se sitúa en relación al deseo del Otro” (p. 31).
Una oportunidad
En medio de esta carrera, hace su aparición Sadie (Kayli Carter) una sobrina de la pareja que, tras dejar sus estudios en la Universidad, elije pasar un tiempo con ellos en Nueva York con una apuesta: ser escritora, como sus tíos. Una joven que los admira: ustedes siempre han sido modelos a seguir para mí, les dice.
Sadie dirige a sus tíos sus producciones escritas, sus dudas y sus preguntas respecto a su futuro. Desearía que fueras mi mamá. A veces, te pienso de esa manera. Como si fueras mi madre artística, Richard fuera mi padre artístico y yo fuera su hija artística, le dice a Rachel.
Un “como sí” que deja entrever el modo en que Sadie teje la ficción que sus tíos enceguecidos y empujados por el cientificismo no consiguen construir.
En este punto, podemos hacernos eco de los signos de pregunta que Jacques-Alain Miller le agrega a la idea de que una familia estaría formada por el marido, la esposa y los hijos. “No, la familia está formada por el Nombre del Padre, por el deseo de la madre y por los objetos a” (2007, p. 12), responde a su interrogante.
Un “como sí”, decía, que junto a la metáfora, el deseo y los objetos, podrían armar los cimientos de una familia para ellos.
Una familia que no se ve
En medio de la vorágine, esta joven perspicaz que aparece en sus vidas, hace un intento de poner en cuestión los mandatos de la época y ofrece una lectura interesante que sus tíos no pueden escuchar: Mírenos. Somos gente tomando capuchino en su loft, con sus laptos, sus perros, despeinados. Ya saben, toda esa fantasía. Ustedes no tienen la culpa. Ustedes son auténticos y reales, pero están cooptados por mecanismos culturales que crean deseos.
El encuentro con la joven no sólo no detiene la carrera sino que la relanza aún más lejos. Lleva a estos personajes a insistir una vez más, taponando así “el lugar del blanco, el lugar del vacío que desempeña siempre una función esencial” (Lacan, p.84).
En este empuje, rápidamente la joven es ubicada por sus tíos como donante de óvulos, sometiendo su cuerpo, el de su sobrina, a un tratamiento medicamentoso y quirúrgico para obtener células nuevas, más prometedoras en las estadísticas que las de Rachel.
Sadie también queda cooptada por este mecanismo y comienza a correr junto a la pareja. Al ver que sus óvulos no crecen al ritmo esperado, al que dicta la ciencia, acelera este proceso desesperado. Más hormonas, más inyecciones y más píldoras. Sin embargo, una descompensación que la deja internada logra poner un límite a la carrera, la de Sadie.
Vidas privadas
Vidas privadas, las de ellos. Privadas de poner una pausa en este empuje feroz y alojar aquello que falló y que, silenciosamente, dejó su huella. Ese algo que no marchó cada vez y nadie leyó. Ese blanco, el mismo que la ciencia, de la mano del ideal cientificista, buscó oscurecer y suturar en cada intento.
Tal como nos enseña Miquel Bassols (2013) “el psicoanálisis es el que se hace destinatario del mensaje del sujeto enmudecido que habla en el síntoma” (p. 1).
Hacer entonces de esa insistencia incesante un síntoma para poder leerlo, habilitar una lectura posible. Una lectura que eleve la falla en su dignidad para agrietar el libreto y abrir con ella una hiancia, invitando a los personajes a hacerse una pregunta por su deseo en esta carrera.
“Que el deseo sea falta, diremos que es su fallo inicial, en el sentido de algo que hace falta” (p. 299), sostiene Jacques Lacan (1962).
Vidas privadas, las de ellos, del deseo fundante y esencial: that’s what it takes (eso es lo que se requiere).
Referencias
Bassols, M. (diciembre del 2013). Ese "milagro" llamado lenguaje. Página/12. Rosario/12.
http://www.eol.org.ar/template.asp?Sec=prensa&SubSec=america&File=america/2013/13-12-01_Entrevista-a-Miquel-Bassols.html
Bassols, M. (diciembre del 2013). Freud vs. las neurociencias. La vigencia del psicoanálisis. NOTICIAS. http://www.eol.org.ar/la_escuela/Destacados/13-12-07_Miquel-Bassols-en-la-revista-Noticias.pdf
Bassols, M. (agosto 2007). La familia del Otro. Mediodicho. Revista anual de Psicoanálisis. Maldita familia (32), (pp. 29-35).
Miller, J-A. (2018). Del síntoma al fantasma. Y retorno. Los cursos psicoanalíticos de Jaques-Alain Miller. Argentina: Paidós.
Miller, J-A. (2015). Todo el mundo es loco. Los cursos psicoanalíticos de Jaques-Alain Miller. Argentina: Paidós.
Miller, J-A. (2012). Embrollos del cuerpo. Argentina: Paidós.
Miller, J-A. (2007). Cosas de familia en el inconsciente. Mediodicho. Revista anual de Psicoanálisis. Maldita familia (32), (pp. 29-35).
Lacan, J. (1965-1966). La ciencia y la verdad. En Escritos 2. (pp. 813-834). Argentina: Paidós.
Lacan, J. (1962-1963). La Angustia. Libro X. El Seminario de Jacques Lacan. Argentina: Paidós.
Lacan, J. (1938). Los complejos familiares en la formación del individuo. En Otros escritos (pp.33-96). Argentina: Paidós.
Tizio, H. (2016). El cuerpo en la clínica psicoanalítica. Colección Grulla. Centro de investigación y estudios clínicos de Córdoba. Argentina: Babel Ediciones.
NOTAS
[1] Película: Vida privada. Directora: Tamara Jenkins. Año: 2018. País: Estados Unidos.
El análisis nos muestra las implicaciones morales, éticas, técnicas de estos procedimientos, ante la añoranza de un hijo y el desgaste emocional de la pareja en ese proceso, discriminización, afectación física y psicológica y sus dudas ante el mismo, los errores que se suscitan y las alternativas que se les plantean. Considero importante en este tipo de procedimientos la implementación de normatividad que garantice un ejercicio de maxime calidad, ya que implica como producto un ser humano al que se le debe dar las mejores oportunidades y unos padres que sufren los altos costos económicos, físicos, emocionales y psicológicos a los cuales se evidencia no tienen apoyo en todos estos aspectos y aún en algunos casos arriesgando su salud.
Excelente trabajo.
Me encantó su artículo.
Describe muy bien la forma en la que esta pareja se convierte en presa de su deseo hasta el punto de someter sus propios cuerpos a los más tortuosos procedimientos médicos. Y que no satisfechos con esto deshumanizan a su sobrina para convertirla en un instrumento más.
Muchas gracias.
Muchas gracias a ambos por sus comentarios.
Tomo el aporte de Ianina respecto a que en esta carrera "no hay lugar para considerar otros factores para entender la dificultad en la concepción, en eso que no marcha. Médicos que brindan respuestas y soluciones en torno a lo qué el piensa que debería ser, desde su perspectiva".
En ese punto, podemos pensar tal como sostiene Jor, que la respuesta ya está dada, del lado de la medicina al servicio del capital. Recorto éste punto "el mercado medico no les da respiro ofreciéndole siempre una nueva solución, no hay espacio para la pregunta por el deseo porque de antemano ya tienen respuestas".
Muchas gracias!
Me pareció un abordaje muy interesante, ya que no tuve oportunidad de ver la película y creo que el argumento se deja ver y entrever claramente.
Voy a recortar solamente el apartado "el cuerpo: una máquina de gaseosa" para pensar qué nos enseña el cine a los psicologxs y pensarlo en torno a los consejos al médico que Freud nos acercó. Específicamente, al respecto de la posición que el médico toma ante sus pacientes que vienen atravesando un recorrido padeciente ante el fracaso de poder concebir un hijo. No solo objetaliza a las personas a las que trata, sino que les brinda "soluciones" para arreglar un cuerpo sufriente, emparejado como un máquina de gaseosas. Más allá de que las implicancias de un medico clínico no son las de un psicólogo, entendiendo cuáles son los limites entre cada especialidad, pareciera que no hay lugar para considerar otros factores para entender la dificultad en la concepción, en eso que no marcha. Médicos que brindan respuestas y soluciones en torno a lo qué el piensa que debería ser, desde su perspectiva . Una perspectiva médica hegemónica donde la singularidad y el sufrimiento del paciente no pareciera estar alojado .
En 1972 Lacan dicta una conferencia en Milán donde introduce el "discurso capitalista" con una pequeña variante en los términos del "discurso del Amo". El discurso del Amo establece una imposibilidad de relación total entre el sujeto y el objeto, Lacan menciona que existe una “barrera de goce” entre el lugar de la producción y el lugar de la verdad. El sujeto queda entonces separado del objeto del cual podría gozar, introduciendo así la perdida estructural de un goce absoluto.
Ocurre en el discurso capitalista, por el modo de acomodar sus términos ($ en el lugar de agente), que la barrera del goce es levantada quedando el objeto en posibilidad de saturar al sujeto habitado por una falta. La eliminación de barrera entre sujeto y objeto es la promesa del discurso capitalista, que habría una posibilidad de acceso al objeto que podría colmar el deseo. El objeto a, resto de la constitución subjetiva en el campo del Otro, pasa de ser causa de deseo a objeto plus de gozar. En este sentido es que Lacan señala que el discurso capitalista pareciera funcionar ya que “no hay goce prohibido”, “no hay objeto perdido”, no hay objeto que no se consiga en el mercado. El discurso capitalista promete la satisfacción del deseo, forcluye la castración y sustituye el a, que era la marca en el sujeto de la satisfacción impedida, por el objeto de consumo.
Michel Foucault en el Nacimiento de la biopolítica (1979) señala que el neoliberalismo es un arte de gobernar que se destaca por extender a todo el campo de lo social y sus relaciones el modelo del mercado, generando sujetos empresarios de si mismo que subjetivan el modelo empresarial de rendimiento y eficacia como modelo de vida.
El film Vida privada(2018) evidencia como una pareja pareciera encontrar en el mercado siempre un nuevo objeto-tratamiento para colmar su carencia de ser padres. El mercado medico no les da respiro ofreciéndole siempre una nueva solución, no hay espacio para la pregunta por el deseo porque de antemano ya tienen respuestas, Así, esta pareja entra en una dinámica incesante de intervenciones, que fallan una y otra vez, destinadas a suturar la falta subjetiva, convirtiendo la imposibilidad del deseo en impotencia culposa.
Muchas gracias por tu comentario, Camila.
Tal como mencionás, es un film que nos invita a pensar a la familia hoy y alrededor de qué se teje. en la época del "todo posible".
Preciosa lectura del film vida privada, nos invita a reflexionar lo que hace familia hoy, alrededor de qué objeto se tejen las ficciones de la familia.
En esta época comandada por el discurso científico, donde parece que nada podría hacer obstáculo, y que todo seria alcanzable. Nos encontramos una vez mas con "lo que no marcha", y allí su lugar para el psicoanálisis.
Película:Vida privada
Titulo Original:Private Life
Director: Tamara Jenkins
Año: 2018
Pais: Estados Unidos
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