Universidad Pontificia Bolivariana
Resumen
¿Puede la justicia salir del fango en el que se encuentra sumergida?; ¿es posible que encuentre su redención, luego de haberse manchado y vendido al mejor postor?; ¿hay alguna esperanza para que esta mujerzuela vuelva a convertirse en la dama que era antes?
Preguntas hay muchas, opciones muy pocas y elecciones solo una; aquella única decisión deberá ser tomada por nuestra dama de bronce y allí encontrará su salvación o su condenación eterna.
Palabras Clave: Justicia | Corrupción | Redención | Esperanza
Luego de una extensa y profunda interiorización respecto de la obra fílmica “Tríptico de una Dama Extraviada” [1] dirigida por el realizador colombiano Martín Agudelo Ramírez, surgió este artículo reflexivo acerca de la situación tan deplorable por la cual está atravesando la justicia; una dama que, por sus elecciones, se convirtió en una mujerzuela vendida al mejor postor. Este cortometraje ha sido el oasis de inspiración para el surgimiento de esta reflexión, en tanto retrata majestuosamente a una justicia envuelta en malas decisiones, sumida en una profunda crisis de ansiedad y depresión, aterrorizada por su futuro, deseosa de que llegue el momento de su redención, o en el peor de los casos, de su destrucción. Lo más interesante de esta obra es la esperanza que allí se encuentra reflejada; un deseo intenso y aflorado de que esta mujer se salve de aquel lóbrego y sombrío futuro que le aguarda. La única forma de que la dama de bronce logre su manumisión será a través de la confianza, la verdad y el amor. ¿Lo logrará?
Su rostro está cansado, fatigado; manifiesta una amargura inmensa que lo único que transmite es desconfianza y desolación. La venda que cubre sus ojos está desanudada, un poco rota, con una textura algo porosa y manchada por el desuso en el que ha incurrido. La balanza de su mano derecha está desequilibrada, inclinada hacia el lado donde el peso tiende a ser mayor, oxidada por su mal cuidado e incluso incompleta por las piezas faltantes que algunos le han robado. Su espada, antes reluciente y radiante, se encuentra ahora manchada con sangre inocente; su doble filo se ha acabado y solo quedó siendo útil por uno de sus lados; ya no amenaza con ella, ahora penetra sin titubear. Muchos la llaman ramera, otros tantos le dicen zorra, pero lo que ninguno de sus críticos conoce es la verdadera historia que se encuentra detrás suyo: fue utilizada, ultrajada, violada; amordazada por sus captores para que callara las barbaries y arbitrariedades sufridas. Torturada hasta el punto de hincarla ante los intereses ilegítimos y banales de aquellos que lo único que hicieron fue aprovecharse de su fragilidad y entrega. Su fortaleza se ha agotado; aún sigue viva gracias a un último aliento ofrecido por muy pocas personas, aquellas que a pesar de su podredumbre y descomposición se han acercado a ella, le han tenido compasión y piedad, y con una mano amiga le susurran que lo ha hecho bien, que a pesar de sus tantos errores aún le queda una última oportunidad. Aun así, está al borde de un abismo, a punto de caer. Lo único que la sostiene son unas cuantas hebras de lo que antes era su inmaculado vestido; unas muy finas hilazas que a pesar de tanto peso aún siguen tensas sin romperse. Espera ansiosa que esos últimos hilos se desprendan para morir sin dolor y de forma rápida; o mejor aún, pero con excesivo temor, anhela que alguien llegue en su auxilio y la salve de aquel destino atroz y macabro que le espera; uno que ella misma se encargó de labrar; una suerte de la que ni siquiera con su muerte podría escapar; o bueno, a lo mejor sí, pero con un arduo trabajo y una purga enorme de todos aquellos acontecimientos que han hecho que su vestido, en principio blanco, se manchase de tal manera que llegó a tornarse sórdido y andrajoso, con una textura opaca y desgastada. Esta mujer está en medio de una incertidumbre que la agobia: ¿morir o vivir?, ¿creer o desfallecer?, ¿ser víctima o ser victimaria?
Su historia la tiene hecha pedazos; sus decisiones la han destrozado. No sabe cómo responder a todos los comentarios; no sabe quién quiere ayudarla realmente o quien solo quiere aprovecharse de ella, lo único que sabe y no olvida es que ha pecado, que ha fallado y eso no la deja en paz, la atormenta y la persigue donde quiera que se encuentre. Solo le quedan dos opciones: que la condene su creador por lo que ha hecho o que la condenen aquellos que han sido sus víctimas por la misma razón. Ambas condenas traen consigo consecuencias graves. ¿Por cuál se decidirá?: Solo ella puede tomar esa mortificante decisión.
¡Oh hermosa dama!, te has colocado entre “tu espada y la pared”; Tu misma vas a ser víctima de tu inconmensurable coacción, deberás pagar por tus crímenes con la misma severidad con la que se los cobraste a los otros. No saldrás ilesa, presiento que tu purga dolerá mucho. Algo bueno vas a sacar de todo esto: luego de tanto sufrimiento tal vez puedas recuperar tu dignidad junto con aquellos valores y cualidades que te legitimaban como la fuente principal de la sociedad, el ideal máximo de un sistema, incluso podrías llegar a ser la forma más humana y terrenal de la divinidad.
A pesar de tu excesivo egocentrismo, hay una vieja amiga que desea darte una mano: la libertad, quien, a pesar de haber sido pisoteada y ultrajada por ti, quiere sostenerte para evitar que caigas en ese abismo tan profundo de miseria y desolación en el que estas a punto de entrar si das un último paso en falso. Sé que tienes miedo, lo entiendo; la confusión te embarga, lo comprendo; no sabes qué decisión tomar, lo percibo; estas tan presionada, tan juzgada, tan destrozada que lo único que quieres, en el fondo, es no tener que decidir, solo dejar que todo suceda y ya. Tu espíritu está impuro, cochino, embarrado; tus principios se encuentran desadaptados, cooptados, corruptos; ese ser interior está lleno de telarañas. Se que desconfías de la buena fe de tu amiga, porque a pesar de aquella ayuda tan noble que te ofrece, estas demasiado envuelta en suciedad y corrupción; ya el abismo está más dentro que fuera de ti. Aun así, te pido que escuches un consejo; uno con el cual podrás encontrar una posible salida a ese destino cruento que se te viene encima: la salvación a todos los males que soportas sobre tus hombros es una muy simple, pero a la vez excesivamente compleja: el amor.
Esta es la última oportunidad que tienes. La última para no caer derrotada ante el monstruo dañino y corrupto que te ha cooptado; un ser malevo y despreciable que te convirtió en el ser pútrido y repugnante que ahora eres. Pero ¿Qué hacer para quitarte de encima tuyo esa putrefacción que te agobia?, pues muy simple: amar; en especial, amar la libertad. Amar a ese ser que puede darte todo sin la necesidad de que le entregues nada a cambio; aunque, si es necesario que le ofrezcas una cosa: confianza, la creencia de que puedes salir victoriosa, de que puedes recuperar tu legitimidad, tu investidura, aquel vestido blanco reluciente que irradiaba la pureza y claridad que te caracterizaban. No puedes desfallecer, necesitas aferrarte y confiar; debes evitar descuidarte, en tanto estas obligada a liberarte de las cadenas que te atan, para que un día puedas recordar ese ser que fuiste y al que dejaste ir para poder avanzar.
Las oportunidades no deben desperdiciarse, no llegan constantemente y mucho menos permanecen. En este momento solo te queda una oportunidad, venerable mujer, para decidir qué quiere ser. Opciones hay muchas, pero solamente puedes elegir una. No mereces más sufrimiento, ya has pagado por lo que has hecho. Sufriste y agonizaste fuertemente hasta que este chance de redención se hizo presente. Si te dejas ayudar, gran señora, tus pecados te serán perdonados, tu espíritu y principios se renovarán y volverás a ser la mujer valiosa que pocos recuerdan.
Te quiero ver como el ser que eras antes: una mujer con autoridad, con rudeza, capaz de decidir de forma imparcial sobre lo correcto y lo incorrecto. Quiero que tu venda se anude completamente, que te cubra los ojos para que no decidas de acuerdo con lo que veas, sino con lo que sientas. Deseo que tu balanza recupere el brillo que la caracterizaba, que se equilibre y no se incline hacia el lado que más pese, sino hacia el que más intereses generales sostenga; que recupere sus piezas robadas y sean reemplazadas por otras nuevas de mejor calidad; que valga la pena sopesar en ella lo que es justo y lo que no. Anhelo que tu espada sea limpiada y desmanchada para que no haya sangre inocente en ella, que seas equitativa y des a cada quien lo que verdaderamente merece; que se lijen ambos lados para que cumplan la verdadera función que les corresponde. Pretendo que dejen de llamarte ramera para que pasen a llamarte señora; que al referirse a ti no te mencionen como una zorra sino como una dama. Sueño verte libre, feliz, determinada; alejada de todas las cadenas que puedan atarte a algo o a alguien; que seas independiente, no debas favores, cumplas cabalmente tu función y sobre todo te sientas plena haciendo lo que mejor sabes hacer: fallar como debe ser, concediendo a quien te busca lo que por derecho le corresponde.
No me decepciones, sublime y hermosa señora, hazme sentir orgulloso de tenerte y llevarte como insignia; de que cuando me pregunten por ti pueda hablar con propiedad, contar tu historia y al final decir: aprendió de sus errores y se volvió mejor que nunca; incluso llegó a ser más de lo que era y menos de lo que será.
Referencias
Agudelo, M., Ramos, L., Salcedo, S., Rondón, J., Betancur, D. Betancur (Productores) y Agudelo, M. (Director). (2017). Tríptico de una dama extraviada [cinta cinematográfica]. Colombia. https://www.youtube.com/watch?v=tzYaVOXqD9E
NOTAS
[1] Agudelo, M., Ramos, L., Salcedo, S., Rondón, J., Betancur, D. Betancur (Productores) y Agudelo, M. (Director). (2017). Tríptico de una dama extraviada [cinta cinematográfica]. Colombia. https://www.youtube.com/watch?v=tzYaVOXqD9E
Película:Tríptico de una Dama Extraviada
Titulo Original:Tríptico de una Dama Extraviada
Director: Martín Agudelo Ramírez
Año: 2017
Pais: Colombia
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