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Más allá de lo que el objeto de amor haya sido: tensiones entre la moral y la ética

por Dechecco, Santiago

Resumen:

Este trabajo analiza un episodio de la tercera temporada de Six Feet Under (Ball, HBO, 2001). Cuando un ex trabajador disgustado ingresa a lo que era su sitio de trabajo a realizar su fatal propósito, los personajes que llevan adelante un negocio funerario, deberán enfrentarse a la dilemática situación de alojar en su casa de sepelios tanto al cuerpo de una de las víctimas, como al del victimario. A partir de los aportes de la Ética y del Psicoanálisis se distinguirán las posiciones que los personajes que trabajan en la casa funeraria asumen ante tal situación. El eje de lo universal-singular y la categoría de universo moral, serán nodales para el recorrido que este trabajo se propone y la interlocución que se pretende hacer con la obra Antígona, de Sófocles.

Palabras Clave: Sepultura | Series | Ética | Moral

Beyond What the Love Object Has Been: Tensions Between Morality and Ethics

Abstract:

This work analyzes an episode of the third season of Six Feet Under (Ball, HBO, 2001). When a disgruntled former worker enters what used to be his workplace to carry out his fatal purpose, the characters who run a funeral business must face the dilemma of housing both the body of one of the victims, like that of the victimizer. From the contributions of Ethics and Psychoanalysis, the positions that the characters who work in the funeral home assume in such a situation will be distinguished. The axis of the universal-singular, and the category of moral universe will be nodal for the purpose of this work and the dialogue that is intended to be done with Antigone, by Sophocles.

Keywords: Grave | Series | Ethics | Moral

Ya son poco más de dos décadas las que nos separan del estreno de la gran serie Six Feet Under. Estrenada en 2001, esta producción pone todas las luces de la pantalla chica sobre el tema del duelo.

La serie trabaja esta temática a partir de lo que podríamos llamar dos vertientes. Por un lado, la familia Fisher tiene que duelar la inesperada muerte de Nathaniel Fisher, esposo de Ruth, y padre de Nate, David y Claire. Y por el otro, como esta familia es dueña y operaria de una casa funeraria en Los Ángeles, cada episodio presenta la situación singular por la que pasan los personajes que se acercan a “Fisher and Sons Funeral Home’’ para comenzar el trabajo de despedirse de los suyos. Será una de estas singularidades la que nos permita abordar la tensión que se produce entre el horizonte de la moral y el registro de la ética.

El capítulo a partir del cual se hace el recorte ficcional, es el segundo de la tercera temporada, titulado You never know.

Esta temporada tiene la particularidad de que Federico Díaz se ha vuelto socio de lo que hasta ese entonces era un negocio familiar. Antes, Rico, apodo con el cual se conoce a este personaje, trabajaba como embalsamador de “Fisher and Sons’’. La técnica y la excelencia de su trabajo siempre sobresalió, al punto tal de que se volvió conocido en el rubro, y, por lo tanto, codiciado por las empresas dedicadas a ofrecer el mismo tipo de servicio que ofrecen los Fisher.

Luego de ser seducido por la oferta de una funeraria rival, Rico, durante la segunda temporada deja a los Fisher, y, cuando estos le solicitan que vuelva a su antiguo trabajo, él pone una condición inclaudicable: volverá siempre y cuando Nate y David lo acepten como socio de la casa de sepelios. Dado que los hermanos Fischer estaban pasando por un mal momento económico, aceptan los términos de Rico. Es así como, a partir de la tercera temporada, “Fisher and Sons’’ se transforma en “Fisher and Díaz”.

El conflicto económico atravesado por los Fisher es un elemento que será recuperado más adelante en el análisis, ya que será uno de los dos argumentos que Rico utilice para intentar disuadir a David cuando este último se erija como aquel que resguarda el acceso a una ceremonia funeraria como un derecho inalienable de la especie humana (Michel Fariña, 2002).

De esta forma, Rico, además de ser el embalsamador estrella de Fisher and Díaz, ahora también es socio. Es así que pasa a ocupar una posición que le permite expresar sus opiniones respecto de quién sí y quién no puede acceder a los servicios que ellos ofrecen. Es en este punto en el cual el capítulo enfrentará a David Fisher y a Federico Díaz. A continuación, veremos los motivos para tal disputa.

Las situaciones

El capítulo comienza de la siguiente manera: un hombre ingresa a una oficina con una escopeta y comienza a disparar a diferentes personas. Asesina de forma calculada ya que cada bala tiene un objetivo particular. Sobre el final de su sangriento recorrido, se enfrenta al jefe de la oficina, y antes de dispararle, este le pide clemencia, pero Daniel, el asesino, le dice que se pudra y aprieta el gatillo. Luego se dispone a hacer lo mismo con la secretaria de la oficina, pero se encuentra sin cartuchos en la escopeta. Hace esta arma a un lado, saca una pistola, y tras un momento de mínima zozobra, introduce el caño en su boca, y dispara. Así es como Daniel, quien era una persona con problemas y frustrada —según nos enteraremos gracias al relato de su madre—, mata a tres personas para luego quitarse la vida.

De estas cuatro familias que han de despedir los restos de sus seres queridos, son dos las que llegan a la casa funeraria de Nate, David y Rico.

La primera en solicitar sus servicios es Dorothy Milne, la esposa del ex jefe de Daniel, asesinado por éste. Será Rico quien se encargue de atenderla. Mientras llora desconsoladamente por la repentina muerte de su esposo, le pregunta a Rico qué puede ella decirles a sus hijas de doce y dieciséis años para hacerlas sentir mejor. Este se muestra desconcertado, sin posibilidad de alojar la angustia de esta mujer que lo enfrenta con ese interrogante. La entrada en escena de Nate aflojará la tensión y perplejidad de Rico, quien, por más experto que sea en las artes de recomposición y reconstitución de los cuerpos, no parece capacitado para la atención a los vivos.

La escena termina en el momento en el que Rico le informa a Nate que ya se han encargado de todo lo que respecta al homenaje que se le rendirá a Andrew Wayne Milne, difunto esposo de Dorothy.

Luego, llegan otras personas solicitando una entrevista con los encargados de organizar las pompas fúnebres. David y Rico, en un encuentro conjunto, atienden a los interesados. Es en el transcurso del mismo que Rico se da cuenta de que se trata de los padres de Daniel. La madre expresa que ellos estaban al tanto de que su hijo tenía problemas, pero que creían que estaba mejorando. Rico interrumpe para preguntar, atónito, si fue su hijo el que disparó. El padre de Daniel responde, con firmeza, que sí, que así es. Se da el siguiente diálogo:

R: Lo siento, pero no podemos…
D: …imaginarnos por lo que están pasando. Pero haremos todo lo posible por ayudarlos en este momento aciago.

De esta forma, David interrumpe a Rico antes de que él pueda dar sus razones respecto de porqué el funeral de Daniel no podría celebrarse allí. Pero algo deja entrever: el acceso a un ritual funerario está, en su opinión, íntimamente ligado a lo que la persona haya hecho, y sido, en vida.

Tras la entrevista con los padres de Daniel, David y Rico tienen una primera discusión. Cada uno argumenta en favor de lo que cree lo correcto. Lo primero que dirá Rico tiene que ver con el conflicto de intereses en puerta: no es posible organizar una ceremonia para asesino y asesinado al mismo tiempo y en el mismo lugar. Pero David se encarga de decirle que eso no es problema ya que los servicios serán en días diferentes, y que, por lo tanto, no habrá conflicto alguno. Esto ya nos pone sobre aviso respecto de las coordenadas especulares con las que Rico opera para enfrentar esta situación. Para él, víctima y victimario no pueden coincidir en una misma casa de servicios fúnebres.

Rico vuelve a la carga para acusar a David de una ambición desmesurada: “sé que te gusta ganar dinero, pero estás yendo muy lejos”. Ante esto, David responde de manera categórica asegurando que no tiene nada que ver con eso, y que, si “Fisher and Sons” nunca rechazó un funeral, tampoco lo hará “Fisher and Díaz”. Y agrega que el funeral no es para los muertos, sino para los vivos.

El péndulo de la moral: de A hacia -A

Hasta aquí, dos formas opuestas de considerar qué se debe y qué no se debe hacer con el cuerpo de alguien que en vida asesinó a tres personas. Para David, de manera indiscutida, lo correcto es alojar en su casa funeraria a los restos de Daniel. Todo lo contrario, opina Rico.

¿Diferentes constructos morales en pugna? Puede ser, pero lo importante a resaltar es que la posición de David, en tanto defiende el derecho a sepultura como algo específico e indisoluble de la condición humana, se alinea con el plano de la ética.

Como se señaló, una de las razones que aduce Rico para deslegitimar la posición de David, es la cuestión de sus intereses económicos. En la medida en que efectivamente se trata de un negocio familiar, negocio que, además, hasta hace relativamente poco había estado atravesando una situación económica delicada, esto podría erigirse como la motivación principal de David para aceptar realizar tanto las exequias de Daniel como las de Andrew Wayne Milner.

Pero, además de explicar que el montaje de un dispositivo simbólico para velar el cuerpo del muerto es algo que se lleva a cabo para los vivos, da otra argumentación que terminará por desbaratar esta suposición. En este caso, lo que pone en primer plano es el padecimiento de aquellos que han de realizar un proceso de transformación del objeto amoroso, proceso que Freud investigó y llamó trabajo de duelo (Michel Fariña, 2002).

Le pregunta a Rico si él cree que la familia de Daniel sufre menos que Dorothy Milne, la deuda de Andrew Wayne. La manera en que responde Rico nos permite objetarle a este personaje una falla ética en tanto él se desentiende del perjuicio que para la subjetividad comporta el aplastamiento de la dimensión universal-singular, eje en la cual se ha de dirimir el duelo entendido como trabajo a realizar. Ante la pregunta de David, responde que a él no le importa nada el dolor de la familia de Daniel. Y continúa diciendo que, si lo hubieran criado mejor, no habría matado a nadie. Queda claro: Rico culpa a los padres de Daniel por los actos de este, y parecería querer castigarlos.

Ante las respuestas de David, los argumentos de Rico van desfalleciendo, poniendo en evidencia que el problema lo tiene él dado que no puede salirse de ese universo moral que se organiza a partir de categorías que podrían escribirse de la siguiente manera: los asesinos no merecen recibir el tipo de servicios que ellos brindan/los que no asesinan sí son merecedores de dichas pompas.

Este tipo de desagregado es característico de la lógica con la que se organiza todo universo moral. Nuestros criterios sobre lo que está bien y lo que está mal, sobre lo bueno y lo malo, sobre lo correcto e incorrecto, son cuestiones que se distribuyen de manera dicotómica, binaria, para conformar un universo que puede representarse como funcionando a partir de los subconjuntos A/-A (Michel Fariña, 2018). Esa es la lógica que acompaña a los movimientos que afincan en universos con legalidades ya constituidas, con clasificaciones ya actuantes en lo que respecta a la organización de la situación (Lewkowicz, 2002).

El universo moral cree que su estatuto le alcanza para regir todas las situaciones. Se presupone consistente, total, completo. “Un universo como completo es requerimiento del discurso moral (A/-A). Una ley moral rige para el universo de todas las situaciones, pero como esto no es posible la moral rige para algunas situaciones y en otras colapsa” (Lewkowicz, 2004, p. 3).

Una vez presentados estos conceptos, es posible empezar a construir los límites del universo moral de Rico. Es más, veremos que todos los movimientos que este personaje realiza se encuentran ya incluidos en los valores y opiniones que, a priori, posee. Un universo carente de porosidad: sumamente receloso respecto de sus márgenes, Rico inicia y finaliza en los límites de su identificación imaginaria. No habrá gesto que vaya más allá de la misma.

Rico en el mundo de los muertos

Tras terminar de reconstruir el cuerpo de Andrew Wayne Milne, Rico se dispone a trabajar sobre el cuerpo de Daniel. Nuestro personaje, ensoñación mediante, despliega una escena que él había anticipado cuando surgió la primera tensión con David.

El cadáver de Andrew Wayne se levanta del féretro para, con indignación, preguntar si lo que ve es una broma. Qué hace Daniel allí, dice, replicando, de esta forma, el conflicto moral antes expuesto por Rico: no es posible que víctima y victimario sean velados en un mismo lugar. Ante tal reproche, el embalsamador reafirma que nada de esto fue su idea.

La fantasía continúa con Daniel respondiéndole a su ex jefe que para evitar la fatalidad debería de haberle conservado el puesto. Así es como Rico comienza con un juego de argumentaciones y contraargumentaciones imaginadas que le permite explicarse cómo puede suceder algo así. La posición de la víctima versus la posición del victimario: lógica en la que nada nuevo acontece.

Sobre el final de la escena, Daniel da cuenta de que estaba sometido a varios infortunios y maltratos, incluso por parte de su jefe, y que es por eso que tuvo que hacer lo que hizo. A esto, Rico se imagina diciendo que todos tenemos problemas en la vida, pero que no por eso agarra una escopeta y comienza a matar gente. Solo en este punto de la escena, el cadáver fantaseado de Daniel mira a Rico a los ojos para decirle: hasta ahora no lo has hecho de esa forma. El abismo ha hecho contacto, el difuso rostro de lo que no se anticipa lo ha mirado a los ojos. [1]

Fin de la ensoñación, y… ¿aparición de una angustia incipiente en Rico? Es probable, pero, de serlo, es una angustia que quedará en estado germinal dado que, como ya se adelantó en el apartado previo, no va a propiciar un cambio de posición subjetiva.

Si ante esos dos cuerpos inertes Rico siente culpa, la cual lo lleva a angustiarse, será una culpa que “no favorece el efecto sujeto” (D´Amore, 2013, p. 44). Es más, habría que preguntar si no es a partir de esta que su posición imaginaria se recrudece en un intento por mitigar la angustia.

Tal cual el personaje lo demuestra desde el comienzo del episodio, des-ligarse parece ser lo más sencillo: aquietar los interrogantes y detener, de esa manera, los movimientos que apuntarían al colapso de su universo moral (D´Amore, 2013).

¿Rico en clave Creonte?

Tal cual lo afirma Michel Fariña (2002), la tragedia de Antígona se inicia con el cuchicheo entre hermanas. Antígona e Ismene, en ese diálogo a media voz, “nos adelantan prácticamente todo: lo que sucedió, lo que está ocurriendo, y lo que vendrá” (p. 77).

Es así que las cosas se desencadenan con bastante rapidez. Luego de que los hermanos Polinices y Etéocles se hayan dado mutua muerte, nos enteramos, edicto mediante, que Creonte ha infiltrado en el tejido social de Tebas una prohibición inquebrantable: Polinices, quien se presentó con el ejército de Argos a pelear contra Tebas, no debe ser sepultado. Los principios de Creonte son férreos, nadie que se atreva a atacar a su patria merece su respeto. Es por eso que lo hecho por Polinices, es un acto que constituye una traición imperdonable.

Valiéndose de razones que tocan la cuerda de lo universal-singular, será Antígona quien se asegure de realizar un tratamiento especial sobre el cuerpo insepulto de su hermano Polinices.

Sus motivos nada tienen que ver con rebelarse contra el poder de turno y transgredir la legislación que Creonte armó para resolver la situación que atraviesa la familia real.

Más allá de este brevísimo recorrido por la tragedia de Sófocles, nos interesa rescatar dos cuestiones. Por un lado, para Creonte, los restos de Polinices han de permanecer privados de sepultura. Y por el otro, las razones de Antígona no van en contra ni a favor de nadie, sino que instalan que el derecho a la sepultura es un derecho inalienable de la especie humana.

Es necesario detenerse en el primer punto. En tanto Rico no dice que quien asesinó debe permanecer insepulto ni aduce que aquel que realizara ese acto es indigno de recibir algún tipo de rito funerario, no se puede decir que este personaje está en coordenadas similares a las de Creonte. Lo que dice es que él no quiere saber nada con alojar en su casa funeraria a una persona que ha conducido su vida como lo hizo Daniel. Y esto es importante ya que, de esta forma, a Rico —por lo menos en lo que respecta a este punto—, no se le puede enrostrar o reprochar nada desde la perspectiva ética. Es, en todo caso, una cuestión moral (Michel Fariña, 2002).

Entonces, si no hay nada que recriminarle a este personaje desde la óptica de la ética, ¿para qué subirlo al ring?

Rico es un personaje valioso en la medida en que permite presentar la tensión existente entre el horizonte de la moral y el registro de la ética. Y, además, porque propicia que se interrogue la idea de que el derecho a un funeral depende de lo que se haya hecho en vida. Tal cual lo expresa Lacan (1960), más allá de todos los contenidos, de todo lo bueno o lo malo que haya podido hacer, el objeto amoroso mantiene el valor único de su ser, valor que ha de ser resguardado en tanto hace referencia a la irremplazabilidad del mismo. O en palabras de Gutiérrez (2002):

Lo que advertimos es que cuando el significante muerde a un sujeto, cuando el orden simbólico introduce un sujeto a la cultura, no lo abandona ni aun después de muerto. Porque después de muerto es necesario preservar algo del registro de ese ser, que es su nombre en una lápida. (p. 108)

Diremos, por lo tanto, que Rico no opera en clave Creonte, ya que, para él, el funeral podría llevarse adelante en cualquier otro lado. El dilema se le presenta porque lo que no quiere es ser él quien tenga que atender el cuerpo del muerto y alojar el dolor de esa familia culpable de haber engendrado alguien capaz de acciones tan reprochables y dignas de ser reprendidas.

Se ve con claridad que el universo moral de Rico en ningún momento se fisura, no desfallece ni retrocede.

El ser de la moral tiene un sujeto que reclama para sí las enunciaciones que pronuncia, las acciones que realiza. Es en estas coordenadas en las que ubicamos al personaje de Rico. Para él no hay sorpresa ni aparición de un saber no sabido respecto de sí mismo a lo largo de todo el episodio. Las convicciones de Rico permanecen inconmovibles, las credenciales que él presenta para sostener su punto de vista no ceden.

En la última escena que se encargará de contarnos algo más respecto de las exequias que se organizaron para Daniel, se produce una nueva tensión entre las posiciones de David y de Rico.

Tras darle la bienvenida a la ceremonia a los padres de Daniel, Rico cae en la cuenta de que estos tienen otro hijo y le dice a David si se aseguró de hacerle un cacheo. ¿Hay en este comentario un intento por desviar la angustia que habíamos dicho que se había presentado en este personaje? [2]

Siguiendo con el análisis, Rico le dirá a David que él cumplió con su trabajo, y que, aunque se vio tentado de dejar sin embalsamar un pie o una mano del cuerpo de Daniel para que apestara como debería, él se comportó como el profesional que es. ¿Qué leer en este gesto? ¿Hay aquí un movimiento que fisuraría ese universo moral dado, ya que, efectivamente, se ha hecho cargo de dejar en óptimas condiciones al cuerpo del muerto?

Tal acción se la sigue explicando a partir de valores que ya estaban cristalizados en ese universo constituido previo a la situación. El valor del buen trabajo realizado es lo que lleva a Rico a tratar al cuerpo tal cual lo hace. Esa es su principal motivación, cuestión que ya estaba presente en lo que hace a las insignias con las que este personaje se presenta ante el mundo.

Decíamos que el ser de la moral, el cual aparece ya sustancializado, sabe todo lo que piensa y piensa todo lo que sabe, por eso no hay ética en tanto disciplina de pensamiento, ya que esta aparece cuando la dimensión de saber languidece (Lewkowicz, 2004). El sujeto de la moral reclama para sí el trabajo realizado, las enunciaciones producidas, se reconoce en los hechos y, a su vez, pretende que se le reconozca en el punto en el cual ha hecho lo que se esperaba de él. En este caso, un buen trabajo digno de un excelso embalsamador.

La tensión entre dos de los tres socios de “Fisher and Díaz” se incrementa a partir de que Rico no da tregua respecto de la actitud insensible que esboza. David, ya cansado, le dirá que está harto de su superioridad moral y le dice: “para ti es todo blanco y negro”. De esta forma, el guion se encarga de poner en primer plano lo característico del horizonte moral: su dualidad, su inherente binarismo. Y es en esas latitudes en las que Rico piensa que ha de resolverse la cuestión de los ritos funerarios.

¿Dónde sí la falta ética?

Para adentrarnos en este punto, hay que presentar algunas cuestiones en relación al concepto de particularismo. Este se da cuando “no se admite la marca de una ley superior, y la marca que hace caer una ley” (Lewkowicz, 2004, p. 4).

Tal efecto particularista es el que ubicamos en Creonte cuando este, a partir de su edicto, pretende legislar más allá de las potestades que su función de rey de Tebas le otorga. Dejar el cuerpo de Polinices insepulto es ir en contra de la justicia de los dioses. Desconoce esa ley suprema que hace al registro de lo universal-singular, y que constituye el horizonte del acto humano que permanece inmodificable (Michel Fariña, 2002). Creonte busca legislar donde legislan los dioses, busca que su voluntad se imponga y alcance al muerto en el más allá.

Al hacer esto, Creonte supone que la ley de la ciudad puede sobrepasar la ley de los dioses, la ley del deseo (Gutiérrez, 2002). En palabras de Lacan (1960):

Hay ahí dos dimensiones muy netas que están suficientemente distinguidas —por un lado, las leyes de la tierra, por otro, lo que ordenan los dioses—. Pero uno no puede mezclarlas. Ambas no son del mismo orden y si uno las embarulla eso andará mal. [...] Creonte representa las leyes del país y las identifica con los decretos de los dioses (pp. 340-341).

En la realización de este particularismo, Creonte deja a Antígona sin posibilidades de despedirse de aquel que es su hermano, de aquel con quien tiene un vínculo irrepetible. Dicho de otra forma, el edicto de Creonte, en tanto aplasta lo universal-singular, desbarata la posibilidad de que se ejecute el trabajo de duelo.

Tal cual lo expresa Michel Fariña (2002): “Si ubicáramos la peculiaridad del objeto en el rango de lo universal, el duelo será entonces su correlato singular” (p. 84).

Creonte ni reconoce que el cuerpo de Polinices es el portador de marcas que son únicas para Antígona, ni reconoce que esta tendrá que hacer algún trabajo de transformación del objeto amoroso para poder despedirse para siempre de ese ser querido.

¿Es posible trazar algún paralelismo entre la acción particularista efectuada por Creonte y lo que Rico lleva a cabo cuando, al culpar a los padres de Daniel por los actos asesinos de este, expresa que a él no le importa el dolor que ellos sienten?

Con todo lo recorrido en el análisis de este episodio, es posible ver que la dimensión de la peculiaridad del objeto, es decir, lo universal del mismo, queda desconocida y que, a su vez, lo singular en que esta asienta, y que tiene que ver con el trabajo de duelo a ser realizado por esos padres, también queda pulverizada.

Por lo tanto, es posible postular que el particularismo de Rico se presenta como el reverso del de Creonte. Mientras que este último confeccionó un edicto que pretendía alcanzar a Polinices en el reino de los muertos, Rico pretende hacer que los actos del muerto se poseen como una sombra sobre los vivos, volviéndolos, de esta manera, igual de culpables que Daniel por los asesinatos cometidos por este.

Lo realmente peligroso del particularismo es que no admite la entrada de lo singular. En tanto Rico considera que los padres son responsables de lo que sucedía en la vida de Daniel, estos son vistos por Rico como personas que deben sufrir tanto como él supone que sufrieron aquellos a quienes Daniel les quitó la vida, y los seres queridos de estos.

Ajustar las cuentas por la vía de lo especular, ¿es una salida válida en este tipo de situaciones?

David como guardián de lo universal-singular

El hecho de que este personaje reconozca el valor del dolor de aquellos que han de tramitar la pérdida, no significa que estemos ante un gesto ético, ya que la ética es un acto existencial, acto en el cual se funda, se crea, se inaugura un saber en situación (Lewkowicz, 2004).

Las maneras de David no suponen un plus ni un desfallecimiento del sujeto, sino que son saberes que él ya traía consigo debido a la herencia ideológica transmitida por su padre Nathaniel, el fundador de “Fisher and Sons”, empresa ahora devenida en “Fisher and Díaz’’.

En esta última escena en la cual se está llevando a cabo el homenaje a Daniel, David recupera el “valor único de su ser” (Lacan, 1960, p. 344). Dirá que esas personas que están allí para despedirlo no lo conocían como asesino, sino que lo conocían como hermano, como hijo. Este personaje da cuenta del registro del ser que pudo ser fijado mediante un nombre, rescatando de esta forma aquello cuyo “valor es esencialmente de lenguaje” (Lacan, 1960, p. 344).

Es así que sus razones para albergar el cuerpo de Daniel en su casa funeraria, se acercan a las de Antígona cuando ésta exige el amparo de los restos de Polinices a través de un rito funerario. Dice Lacan (1960):

No se trata de terminar con quien es un hombre como con un perro. No se puede terminar con sus restos olvidando que el registro del ser de aquel que pudo ser ubicado mediante un nombre debe ser preservado por el acto de los funerales (p. 344).

Por tanto, las razones de David no pueden reducirse a una mera visión capitalista del negocio de las funerarias. Si así fuera, él no alegaría cuestiones que tocan fibras que hacen a la intimidad de la condición humana. Bastaría con que dijera “lo lamento, este es nuestro trabajo y lo tenemos que hacer nos guste o no”. Pero él va más allá. Se deja afectar por el dolor de la familia que tiene que despedir a ese hijo que no pudo otro tipo de vida. En tanto no hay juicio de valor, David es un padeciente más que se ve estremecido por lo que los familiares de Daniel tienen que atravesar.

Aun cuando sostenemos que no se trata de un gesto ético, ya que no produce un saber en situación que haría que se descompense el universo moral dado, lo que interesa de este personaje es que aparece resguardando la dimensión de lo universal-singular que es condición necesaria para la producción de un movimiento ético.

Referencias:

D´Amore, O. (2006). Responsabilidad subjetiva y culpa. Vol. 8. Nº3. Aesthethika. https://www.aesthethika.org/Responsabilidad-subjetiva-y-culpa

Freud, S. (1914). Duelo y melancolía. En Obras Completas, XIV. Amorrortu, 2020.

González Pla, F. (2021). Singularizar una muerte digna. Vol. 17. Nº1. Aesthethika. https://www.aesthethika.org/Singularizar-una-muerte-digna

Gutiérrez, C. (2002). Antígona y el rito funerario. En Ética. Un horizonte en quiebra. Eudeba, 2019.

Lacan, J. (1959-1960). El Seminario. Libro 7. La Ética del Psicoanálisis. Paidós, 2020.

Lewkowicz, I. (2002). Particular, universal, singular. En Ética. Un horizonte en quiebra. Eudeba, 2019.

Lewkowicz, I. (2004). Infinito, paradoja y negación de la negación. Mimeo, Facultad de Psicología, UBA.

Michel Fariña, J. J. (2002). Interés ético de la tragedia. En Ética. Un horizonte en quiebra. Eudeba, 2019.

Michel Fariña, J. J. (2002). Del acto ético. En Ética. Un horizonte en quiebra. Eudeba, 2019.

Michel Fariña, J. J. (2018). Dialéctica de lo particular y lo universal-singular. Facultad de Psicología, UBA.


NOTAS

[1Esta suerte de licencia poética tiene como objetivo dialogar con el título del episodio trabajado. You never know, admite, al menos, dos traducciones similares entre sí: “Nunca se sabe” o “Nunca lo sabes”. Creemos que el título apunta a rastrear la sensación de ajenidad que recorre a ambas familias que se acercan a la casa de velatorios. Dorothy Milne lo expresa dando cuenta de lo impredecible de la situación que atraviesa, mientras que los padres de Daniel dicen que este tipo de cosas por las que ellos están pasando son cuestiones que solo se ven en la televisión. La marca común que aparece en el relato de los familiares, es algo del orden de aquello que no puede ser sabido de antemano.

[2Una breve interlocución con el episodio 12 de la primera temporada de la serie Ps! (Calligaris, HBO, 2014).
Cuando la fiscal Taís se encuentra alegando en contra del pedido de Renato, quien nació mujer, por acceder al documento que lo nombraría, por ley, hombre, ella lleva a su análisis la situación dilemática en la que se ve inmersa. Llega al consultorio para continuar argumentando el porqué de su decisión. La paciente responde y encuadra sus respuestas dentro de universos que contienen aquellas representaciones que le son aceptables y conciliables: el orden social como posibilidad del bien común, el valor de los documentos que registran las huellas identitarias de cada quien, etc.
Cada vez que Taís habla de Renato, se refiere a este como Renata. Repite una y otra vez: Renata, Renata, Renata. El analista interviene para preguntar qué pasa allí que no pierde oportunidad para nombrar a esa persona de esa manera.
Lo mismo observamos en Rico ya que este aprovecha, cada vez que puede, para realizar comentarios que dejan ver su posición y la opinión que para él merece la familia de Daniel. Por eso es que preguntamos si esta insistencia no está al servicio de velar esa angustia que creemos se hizo presente cuando nuestro personaje trabajaba en la recomposición de los cuerpos de Andrew Wayne y Daniel.
Mientras que dicha intervención del analista, en el episodio de PS!, propiciará el advenimiento de una singularidad en situación, no ocurre lo mismo con Rico, quien queda anclado a los límites de su universo moral.






COMENTARIOS

Mensaje de Martinez Angela Marisol  » 24 de octubre de 2022 » lic.marisolmartinez@gmail.com 

El análisis de S. Deccheco, muestra de manera clara y contundente, como un conflicto ético debe ser superado a la manera de Antigonas . Ese A - A, con su correspondiente instancia superadora. Esto, cuestiona nuestro quehacer cotidiano, dónde frente a situaciones similares salimos en esa caza de brujas sin mediar reflexión al respecto. Al fin y al cabo, el ojo por ojo, diente por diente, nos convierte en juez y verdugo de cuánta injusticia anda dando vuelta.

Sumergida en ese análisis, dos aspectos del presente capitulo, me despiertan una serie de interrogantes que me gustaría compartir.

El primero de ellos en relación a esa doble exigencia de Rico, por un lado , la que requiere y exige para volver como embalsamador estrella: ser socio, y no un mero empleado. Por el otro, la de que víctima y asesino no compartan el mismo lugar.

Por qué Rico acepta, aún a regañadiente la orden de David, si ahora están en la misma categoría jerárquica, en tanto socios, de decidir esa cuestión que le incomoda?. No es sino hasta que David apela a la herencia ideológica de su padre Nathaniel, que no es un hecho relacionado con una necesidad económica, sino más bien, el respeto a esa ideología.

Y si la exigencia de Rico, también pasaba por otra necesidad, no la económica, ganar más en tanto socios? Si la nueva posición en tanto socios, deviene en ese lugar único de ser hermano y por ende hijo de ese fundador de lo que fuera Fisher and Sons?, acaso, él con su presencia, y su exigencia, no habría estado dando muerte simbólica a este padre, a la manera de la obediencia restrospectiva de la horda primitiva?. Aceptando la herencia ideológica se posiciona como hijo, un lugar de mayor poder que el que tenía. He aquí su ganancia secundaria.

El otro aspecto, se relaciona con esa escena siniestra en la que Daniel cobra vida en esa otra escena fantaseada por Rico. La escena dentro de la escena.

El You never know, lo interpela acerca de su propio devenir en la locura, y por ende su moral entra en crisis, acaso, podemos tener la certeza de que nunca entraremos en la dimensión de la locura?. Cuál sería la diferencia entre ese hijo, (Rico), de la horda primitiva y Daniel?. Lo simbólico pone en jaque a lo imaginario, la fantasía en su forma de duda lo cuestiona, el Super yo se hace presente y se despierta la culpa por ocupar un lugar que no le pertenecería de no ser porque Nathaniel ha muerto. Su accionar al llegar a su casa, gritos mediante, lo deja exhorto frente a su reacción y lo lleva a ese plano donde You never know.



Mensaje de Daniela Nader  » 15 de octubre de 2022 » danielamariel@hotmail.com 

Me pareció sumamente rico e integral el análisis realizado. La situación pone en juego vertientes de la moral, lo ético y nos invita a re pensar (nos). Que haria yo en esa situación? que móviles se pondrían en marcha.
bravo!



Mensaje de Micaela Ariana Perez  » 6 de octubre de 2022 » Micaela_Ariana_Perez@hotmail.com 

Muy interesante el artículo y concuerdo con las señalizaciones que lleva a cabo el autor.



Mensaje de Arregui Sergio  » 24 de agosto de 2022 » arreguisergioariel@gmail.com 

El alineamiento del personaje de Rico en el eje de lo moral al posicionarse en contra de velar a un hombre que mató puede leerse también desde las perspectiva de las estrategias del Yo para defenderse de la angustia.
El capítulo, como comenta Dechecco, tiene el trasfondo de la reciente incorporación del personaje de Federico como uno de los dueños del negocio funerario que administra la familia Fisher. Esto nos facilita entender algo de esa angustia del personaje de Federico ante la viuda que llega a solicitar los servicios fúnebres para su esposo asesinado; Rico, acostumbrado a trabajar con cuerpos sin vida, en un salón interior de la funeraria, no parece ser capaz de sobrellevar de buena manera lo que le produce el encuentro con los seres queridos en duelo. Leída desde esa perspectiva, hay una incomodidad del personaje frente a algo de lo implicado en su nuevo rol laboral. Su socio David, sin embargo, más experimentado, lo ayuda a transitar la entrevista.
Algo de lo implicado en su nuevo rol lo angustia pero también a su nuevo rol apela a la hora de oponerse a David en el asunto de velar al asesino. Sin embargo, el oposicionismo de Rico no funciona mucho más que como la tonalidad subjetiva con la que terminará haciendo lo que su socio quiere. Rico se opone pero el funeral se realiza. La oposición no operó como la de un socio con quien hay que resolver la disputa antes de proseguir, sino más bien como la de un empleado que sabe que hará lo que le ordenen aunque sea a regañadientes. El alineamiento en el eje de lo moral le permite a Rico evadirse de la responsabilidad a la que está siendo convocado. Al tomar las palabras de David como una orden Rico se reposiciona subjetivamente en el lugar de la obediencia debida.
Esto se ilustra cuando le dice que se ha comportado como un profesional, ya que ha embalsamado el cuerpo pese al desprecio que le generaba el difunto. Si Rico ha podido comportarse como un profesional es porque ante la angustia que le generó el encuentro con los vivos supo escapar hacia hacia su rol de embalsamador, con los muertos, donde es un técnico muy avezado y, principalmente, donde no es responsable de velar a un asesino.



Película:Six Feet Under

Titulo Original:Six Feet Under

Director: Alan Ball

Año: 2001

Pais: EEUU

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