Palabras Introductorias
El presente trabajo procura dar cuenta del recorrido de una investigación del tipo cualitativa, tomando por objeto la serie televisiva Mad Men. Es decir, dicho material es abordado mediante el método de lectura clínico analítico. Este último consiste en la puntualización de algunos detalles disruptivos, llamativos, presentes en determinadas escenas. De esta manera, se pretende abordar el material tomando en consideración únicamente lo singular, lo propio de cada situación, mediante una mirada ética; a saber, libre de preconceptos. Para el desarrollo conceptual se utilizaron, principalmente, los aportes del psicoanalista argentino Alejandro Ariel, así como también diversas fuentes cibernéticas y el contenido de una campaña publicitaria, los cuales permitieron ampliar la lectura y el entendimiento del material en cuestión.
El presente trabajo comienza con una breve fundamentación para haber seleccionado dicho material, dado que su contenido se puede considerar bastante actual. Luego, se prosigue a describir algunas cuestiones preliminares sobre la serie, que creemos propician una mejor comprensión de la misma, así como también le permiten al lector situarse en la dirección que el presente trabajo pretende tomar. Más precisamente, se trata de un acercamiento al material mediante una perspectiva de género, con la intención de visibilizar cuestiones relacionadas a las representaciones sociales ligadas al rol de la mujer. Para ello, fue necesaria una contextualización sociohistórica de la época en la que se situaba la serie.
A lo largo del trabajo, se utilizaron los capítulos 1, 2 y 6 de la primera temporada de Mad Men, haciendo foco en las acciones del personaje de Peggy Olson. Este recurso permitió entrever cuestiones relacionadas a los mandatos sociales de época, que tanto la mujer como el hombre debieron acatar. Asimismo, a través del trabajo, se proporcionan descripciones por demás contundentes acerca de las características de dichos mandatos, contrastando así con ejemplos situacionales de la serie. Sin embargo, llegando al final del trabajo, se hace mención de una escena en particular en la que el personaje de Peggy comienza a actuar de una manera que permite poner en tela de juicio dichos sistemas de valores, comenzado a subvertir a los mismos. De esta manera, se perfila una tentativa de desacatamiento de los mandatos en cuestión, y, por ende, el intento de despertar de los significantes propuestos o impuestos por el otro.
¿Por qué Mad Men? De lo Retro a lo Posmo
La serie televisiva “Mad Men” fue lanzada en 2007 bajo el estatuto de drama de época. Consideramos que es un recurso válido para tratar la cuestión del rol de la mujer en sociedad, debido a la importante repercusión que dicho programa obtuvo en el público estadounidense. De hecho, el contenido de la serie despertó diversos debates, desde lo estético de la fotografía utilizada, hasta cuestiones relacionadas con el vestuario y la moda, e inclusive asuntos vinculados con las minorías y la sociedad de consumo. A su vez, se encontró varias veces nominada para los premios Emmys (habiendo ganado en una ocasión como “Mejor serie dramática”, entre otras) y también acumuló algunas victorias en los Globos de oro.
La serie está ambientada en los años 60’, en la ciudad de Nueva York, y pretende ilustrar un panorama de la realidad de ese entonces, describiendo así las costumbres sociales en los Estados Unidos por aquella época. Sin embargo, muchas de las situaciones retratadas a lo largo de la serie son plausibles de pensarse como un fiel reflejo de la actualidad, dando cuenta de tensiones por demás contemporáneas. De esta manera, dadas las similitudes encontradas entre aquella época y la actualidad, podría pensarse que las cosas no han cambiado demasiado, y que el presente se vislumbra casi tan nefasto como el pasado.
Primeras Impresiones
Se torna difícil pasar por alto algo tan fundamental como lo es el nombre de la serie. Si bien Mad Men se podría traducir literalmente como hombres enloquecidos/alterados, el título hace referencia a los empresarios del ámbito publicitario que copaban la Avenida Madison, en Nueva York. De esta manera, no cabe dudas de que el puesto de exitoso empresario queda estrictamente reservado para los hombres, imposibilitando de esta manera que una mujer acceda al mismo.
Asimismo, el clip de apertura de la serie permite vislumbrar el lugar privilegiado que poseen los hombres, sea en el ámbito que sea. Aparece, en primera instancia, la figura de un hombre usando traje, entrando a una oficina. Esta última se derrumba y el sujeto comienza a caer por un sinfín de edificios, empapelados por imágenes publicitarias que presentan mujeres hermosamente producidas, o unas imágenes un poco más provocativas, como las de unas piernas con ligas. También aparece una mano modelando un enorme anillo de diamantes, un vaso de whisky y una familia tipo conformada por un padre, una madre e hijos. Por último, la presentación culmina con el sujeto sentado en un sillón, sosteniendo un cigarrillo. De esta manera, el pequeño corto introductorio nos permite anoticiarnos sobre los distintos roles socialmente aceptados, tanto para el hombre como para la mujer. Relegada a un segundo plano, el protagonismo de la mujer queda acallado por el ideal falocéntrico característico de la época. El hombre no es sino trabajador, empresario, emprendedor; aquel que lleva el pan a la casa, aquel que se vale de una esposa, ama de casa y madre de tiempo completo, así como también de una, o varias amantes, que tienen como única función servirle de objeto de placer; a dicho harem se agregan también las asistentes y secretarias del arduo empresario, quienes se desviven para facilitarle la vida a su jefe. Es así como el rol de la mujer queda reducido al de objeto de deseo o, madre y esposa; siempre por fuera del ámbito profesional y laboral, a no ser que se tratase de una secretaria o mecanógrafa.
Decidimos hacer hincapié en algunas escenas específicas de la primera temporada, que permiten visualizar cuestiones relacionadas al rol de la mujer en sociedad y, más específicamente, en el ámbito laboral. Creemos que dichas representaciones sociales pueden percibirse en determinados indicadores situacionales, es decir detalles bien definidos, pertenecientes a las escenas seleccionadas. A su vez, a partir de dicha puntualización, se puede llegar a comprender el peso que estas representaciones imprimen sobre las mujeres. Más precisamente, nos focalizaremos en el personaje de Peggy Olson, pudiendo destacar determinadas actitudes de la misma, algunas de las cuales permiten pensar que a través de ellas intenta abstraerse de dichos mandatos sociales.
Sobre las Representaciones Sociales y el Contexto de Época
En primera instancia, debemos aclarar a qué nos referimos con representaciones sociales. A grandes rasgos, podemos decir que se piensa a las mismas en términos morales. Es decir, aquello pertinente a la conducta social de un sujeto entre otros. Se las consideran como temporales, ya que fluctúan de acuerdo a un momento y/o contexto sociohistórico determinado. Estas representaciones funcionan como pautas que permiten un ordenamiento de la existencia; pautas estrictamente necesarias para un adecuado funcionamiento social. De esta manera, son consideradas como un sistema de valores y que, a partir del mismo, se propicia en cierto modo un borramiento del sujeto, en tanto plantea un “para todos”. Es decir, se apunta a una estandarización niveladora en términos genéricos, dejando por fuera cualquier índice de individualidad posible.
En el caso de la serie elegida, la misma se sitúa en el período que va desde 1960 a 1970, en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos; abarcando todos los estratos sociales, aunque focalizada, más particularmente, en la clase media empresarial y media alta. En esta época se puede destacar una oleada de problemas económicos, que derivaron en un aumento considerable de la tasa de crímenes, así como también se propició un despliegue de comportamiento racista. También, es pertinente mencionar que en ese momento se estaba suscitando la llamada segunda ola del feminismo, la cual fue impulsada como resultado, principalmente, del desacuerdo por parte de las mujeres en referencia a su status en sociedad, dada la imposibilidad de estudiar o poseer igualdad de derechos en general. Como es posible observar en algunas escenas aisladas de Mad Men, en las cuales no ahondaremos demasiado, se vislumbra la presencia de las pastillas anticonceptivas, siendo precisamente en esta época cuando se aprobó su uso. Este no es un detalle menor, ya que da cuenta de los primeros esbozos de liberación femenina que se propiciaron a lo largo del tiempo.
De esta manera, tomando en consideración dichas cuestiones contextuales, que ciertamente se ven reflejadas en la serie, decidimos arrojar luz acerca de determinadas conceptualizaciones en relación al rol de la mujer en dicha sociedad. Porque, como bien dijo la renombrada filósofa y feminista francesa, Simone de Beauvoir: “no se nace mujer: llega una a serlo”. Esta frase permite rectificar la idea de que los mandatos sociales, y más específicamente los referentes al género, no son sino un producto cultural; construcciones sociales. Y, por este motivo, los mismos se pueden pensar en términos de prototipos a los cuales las personas deben ajustarse. De esta manera, la producción de subjetividad quedaría delimitada por los mismos. A su vez, estas normativas en particular forman parte del tipo de organización social denominada como patriarcado, la cual se caracteriza principalmente por cierta desigualdad en cuanto a la distribución del poder entre el hombre y la mujer. A partir de dicha organización es que se especifican e imponen determinadas reglas a seguir, tanto para la mujer como para el hombre.
Ninfas Retro
Centrándonos en un principio en lo referido a la mujer, destacamos algunas consideraciones en torno a su imagen. En este sentido, la mujer debe estar pendiente de su aspecto, debe estar arreglada, maquillada, peinada de una manera vistosa y poder, de esa manera, atraer a los hombres para casarse y depender emocional y económicamente de ellos. Una estética que gira en torno al gusto y al deseo del hombre, dirigida al mismo.
De esta manera, la mujer es representada como un mero objeto, con el fin de propiciarle al hombre gratificación sexual. Dicha reducción de la mujer a condición de cosa se ve sustentada, potenciada y perpetuada mediante el aporte de las campañas publicitarias. Diversas tácticas son utilizadas para lograr dicho encasillamiento, como por ejemplo el recorte de una determinada parte del cuerpo (usualmente, los pechos, las curvas, la cola, etc., de una mujer), la utilización de varias mujeres relativamente similares (sugiriendo la posibilidad de despersonificación o borramiento de individualidad de dichas mujeres), o generando la ilusión de una mercantilización de la mujer mostrándola, en líneas generales, como un bien intercambiable.
Algunas de estas cuestiones se ven reflejadas particularmente en dos escenas del primer capítulo de la serie. Peggy se presenta a su primer día de trabajo muy entusiasmada, y con un look muy particular. Junto con un flequillo recto y muy corto, lleva el pelo recogido con un moño, muy prolijo. Usa unos aretes de perla colgantes y un pequeño reloj de pulsera. Su camisa es de color mostaza, mangas ¾ y la lleva abotonada hasta la clavícula. Por último, una amplia pollera color beige, que le llega casi hasta los tobillos completa su atuendo. Sin dudas, un estilo muy disonante con el que las demás chicas de la oficina suelen familiarizarse. En el momento en que Joan la lleva a Peggy a recorrer la oficina, le hace las siguientes «sugerencias»: “no te pases con el perfume”, “vete a casa, toma una bolsa de papel y hazle agujeros para los ojos. Póntela en la cabeza, desvístete y mírate en el espejo. Fíjate cuáles son tus puntos fuertes y tus puntos débiles, pero sé sincera”, “(…) una chica como tú, con esos tobillos tan adorables, debería hacer algo para resaltarlos. Además, a los hombres les encantan los pañuelos en el cuello”. Por lo tanto, queda en evidencia el rol que cada una de las secretarias, y no solo Peggy, deben ocupar. Esta última reacciona con una torpe sonrisa, cabizbaja frente a dichas indicaciones, que pretenden moldearla de acuerdo al gusto particular de los hombres que la rodean en la oficina. En un segundo momento, se destaca una escena donde los protagonistas son Peggy y Peter, uno de los ejecutivos creativos de Starling Cooper. En esta ocasión, Peggy es interceptada por la incesante mirada de Peter cuando el mismo irrumpe en la oficina de Don, el jefe de Peggy. Observándola despiadadamente de arriba abajo, comienza refunfuñando dada la suerte de Don de obtener siempre a “las nuevas”. Mirando a Peg de reojo, Pete comienza a interrogarla acerca de donde es, coronando la pregunta llamándola “honey” al final. Peg responde, pero Pete insiste en que debe ser Amish o algo por el estilo, ya que no concibe la idea de que use tanta ropa y deje ver tan poca piel. Es en este momento donde podemos percibir que algo de la actitud de Peggy se modifica, viéndose claramente interpelada por los comentarios por demás degradantes propiciados por su compañero. Por consiguiente, Peggy comienza a responder de una manera más tímida, disminuyendo el volumen de su voz y, nuevamente, direcciona la cabeza hacia el piso, evitando confrontarse con la mirada del otro. Sin embargo, su compañero no desiste y continúa acentuando que no le vendría mal mostrar un poco más las piernas y que si marcara su cintura parecería más como una mujer. Peggy resuelve responder a estos comentarios mediante una rotunda evasiva. Este viraje actitudinal por parte de Peggy es completamente inesperado, y altera en demasía a su agresor, puesto que el mismo replica no haber terminado (de humillarla…) pero, para consuelo de Peggy, Don interrumpe la cháchara y pone fin a la situación. Sobre esta última intervención haremos algunas puntualizaciones con posterioridad.
Tipología del Continente Oscuro
Asimismo, se vislumbra un mandato en torno al deber hacer, pensado específicamente para la mujer. Quedan demarcados así roles como el de esposa-ama de casa-madre, un combo indisociable que somete a las mujeres a estar siempre a la disposición y ocuparse de su marido, así como también de sus hijos y del hogar. Como una especia de mujer maravilla que todo lo puede, además del imperativo estético previamente mencionado, se destaca la obligación de cocinar, mantener la casa limpia y en condiciones, estar siempre predispuesta a la demanda sexual de su pareja, etc. A decir verdad, dichas obligaciones dejan poco tiempo libre para que la mujer pueda centrarse en sí misma, más allá de las expectativas ajenas. Ni hablar de conseguir un trabajo o de realizar alguna tarea remunerada. Esa es, sin duda, tarea del hombre.
Dicha concepción se tornó un estereotipo característico de la época, y que por años fue aceptada y acuñada culturalmente. Es así como en 2008, a un año del estreno de Mad Men en Estados Unidos, se lanza en Argentina la campaña publicitaria de una renombrada marca de electrodomésticos, con la frase “Amas de casa eran las de antes” como leyenda. Ya sea mediante la presentación de una mujer personificando un estilo retro junto a dichos electrodomésticos, como también mediante la utilización de viñetas cómicas, la empresa en cuestión deja entrever el peso y la permanencia que dicho estereotipo sostiene aun en los tiempos modernos. Queriendo dar un aspecto proge y hasta incluso feminista, dicha campaña no es más que un desacierto en esos términos. No solo perpetúa la consideración de la mujer como única parte involucrada en las tareas del hogar, sino que también podría pensarse que realiza una crítica a los avances modernos de las mujeres. La mujer actual ya no es como solía ser; ya no se pasa el día entero en la casa, limpiando, cocinando, atendiendo a los demás. Hoy, la mujer posee otro tipo de libertades, y es dueña de su tiempo. Ya no se desvive en complacer a los demás como antes, ahora son los otros la que atienden sus necesidades. El eslogan utilizado transmite implícitamente el mensaje de que antes estábamos mejor atendidos, que la labor femenina era mucho mejor en ese entonces y que, por más que las tecnologías se renueven, deberían ser las mujeres las que permanezcan al mando de dichas tareas.
Resulta pertinente hacer mención de la campaña en cuestión ya que la misma permite reflexionar sobre el impacto que la publicidad y la sociedad de consumo conlleva a la hora de construir conceptualizaciones de este tipo. Sin lugar a dudas, es una herramienta poderosa, que posee la habilidad de moldear las ideas del público de acuerdo a lo pretendido.
Continuando con los tipos de mujeres predeterminadas por la época, se encuentra la mujer amante. Al igual que la esposa-ama de casa, también ella debe estar en entera disposición frente a los deseos del hombre, pero esta vez acotado únicamente al ámbito sexual. Siempre disponible, sin posibilidad de cuestionamiento alguno, incluso abordada contra su voluntad en alguna que otra ocasión. Para dar cuenta de ello podemos recurrir a una escena en particular del primer episodio de la serie. Los protagonistas son, nuevamente, Peggy y Peter. Este último hace una visita nocturna de imprevisto al departamento de Peggy, apareciendo en un estado de ebriedad considerable. Toca el timbre y atiende Margaret, la roommate de Peggy. Margaret piensa que se trata de un vendedor, pero Pete afirma que, por primera vez en su vida, no viene a vender nada (podemos pensar que más bien, viene a comprar…). Pregunta por Peggy y la misma aparece de inmediato. Esta vez, tiene el pelo suelto y lleva puesto un camisón blanco, largo. Parece sorprendida. Comenzando por una conversación trivial, Peter menciona súbitamente el hecho de que ese mismo domingo iba a contraer matrimonio. Acto seguido, le dice a Peggy que quería verla esa noche, pero mientras replica esto, su mirada se presenta fría, distante. Es como si mirara a la nada. Dada la altura de ambos, la cabeza de Peter queda muy por encima de la de Peggy, impidiendo un contacto visual directo. Peggy, un tanto sorprendida, pregunta: ¿a mí?, a lo que Peter responde: tenía que verte. En ningún momento se cruzan sus miradas. A continuación, Peggy le informa a Margaret que ya se va a acostar, tomando a Pete de la cintura y, en silencio, se dirigen al interior del departamento. En esta escena se plasma perfectamente la condición de mujer como objeto de gratificación sexual del hombre. Además, los personajes de Peggy y Peter ya habían tenido un encuentro cargado de violencia simbólica e incomodidad, desarrollado previamente en el presente trabajo. Por esta última razón también es que se considera como una escena clave, dado que más allá del maltrato vivenciado un par de horas atrás, Peggy no puede más que estar a la disposición y acatar el mandato de este hombre embriagado.
Otra escena, también perteneciente al primer capítulo, permite dar cuenta de esta condición, así como también se puede relacionar con lo que está predestinado para la mujer en el ámbito laboral. Esta vez se trata de un encuentro entre Peggy y Don, su jefe. Al terminar su primera jornada laboral, Peggy se dirige a la oficina de Don. Queriendo mostrar su gratitud para con Don, por haber hecho que su primer día fuera ameno y llevadero, después de haberla defendido de los agravios verbales de Pete, decide que la única manera de agradecerle debe ser con su cuerpo. De esta manera, se acerca con parsimonia hacia donde se encuentra Don y apoya levemente su mano sobre la de Don. Sostienen por unos segundos la mirada, y Don rompe con el silencio de manera abrupta e irascible. Le aclara que él no es su novio sino su jefe, y la amenaza con que perderá el trabajo si no logra mantener a Peter fuera de su oficina cuando él no está. Un poco desconcertada, Peggy abandona la oficina saludando cordialmente. El contenido de la escena es sumamente interesante, ya que nos permite observar la impronta de la mercantilización de la mujer, así como también sus limitaciones en lo referente a lo laboral. De esta manera, y gracias a las ulteriores sugerencias de Joan, Peggy considera que no tiene otra forma de ser tomada en cuenta en la oficina si no es a través de su aspecto físico y su desenvolvimiento sexual con compañeros y superiores. Asimismo, puede anoticiarse cuan endeble es su pertenencia al puesto en dicha empresa, remarcando la total dependencia a su superior, pero más precisamente, al hombre que ocupa dicho puesto, siendo un empresario sumamente poderoso.
A su vez, podemos valernos de otra escena, perteneciente al segundo capítulo, que permite cavilar sobre el rol de la mujer en el trabajo. Esta escena acarrea una estética por demás interesante e ilustrativa. Tras un silencio seco, una sutil música de fondo acompaña a un primer plano de Peggy en el centro del cuadro, tomado desde una especie de ángulo picado. De esta forma, la protagonista queda enfocada por debajo de la cámara, y casi que se asemeja a un interrogatorio policiaco. En su lugar, Peggy se haya frente a una horda de mad men, que acaban de llegar a la oficina, y se muestran absolutamente exaltados por la presencia de esta nueva señorita. Se destaca, en cámara lenta, cómo cada uno de ellos se le acerca y, de la mano de una mirada penetrante y deseosa, le transmiten «halagos» y efectúan comentarios por demás viles entre ellos, como si Peggy no estuviera presente. La sensación que esta escena puede llegar a transmitir es la de un naufragio en el mar, siendo que la protagonista se encuentra en desventaja, acechada por un grupo de hambrientos tiburones. Casi que el espectador puede sentir lo abrumada que se encuentra Peggy, pudiéndose destacar un grado exorbitante de ridiculización, humillación y desprecio al que se ve sometida la protagonista. A partir de lo remarcado, podemos considerar que esto es lo que sucede cuando la mujer decide involucrarse en el ámbito laboral.
En consecuencia, se puede pensar que el lugar que la mujer puede adoptar en el ámbito laboral es ciertamente acotado, y que se verá plasmado de iniquidades de este estilo. Si es que no tuvo la suerte de conseguir un marido que pudiera “hacerse cargo de ella”, le resta la posibilidad de trabajar como secretaria, mecanógrafa, recepcionista o puestos similares. Sin embargo, la más de las veces, las mujeres terminan cumpliendo funciones que oscilan entre las de una madre, una mesera y una ramera. Resulta casi imposible pensar, en estos casos, una mujer profesional, empresarial. Ese ámbito está, más que nada, reservado para el hombre.
Estos tres tipos de mujer - esposa-ama de casa-madre, amante y “trabajadora” - poseen cualidades en común, tales como la imposibilidad de cuestionar las decisiones tomadas por los hombres y la incapacidad de expresar o dialogar acerca de sus propios sentimientos o pensamientos, ya que los mismos resultan menospreciados. Además, se vislumbra el imperativo de total entrega para con el otro, desdibujando la atención o cuidado propio. Por lo tanto, estas restricciones van generando, paulatinamente, un encubrimiento del ser femenino, silenciándolo y evitando su expresión. Del mismo modo, se evidencia un claro sometimiento de las féminas no solo a las opiniones de los varones sino también a sus deseos, fantasías y caprichos.
Dícese del Caballero
Como hemos mencionado con anterioridad, el modelo propuesto por el patriarcado no solo permite perfilar los roles de las mujeres, sino que también repercute en la caracterización del varón como tal.
Si bien la palabra caballero remite literalmente a aquel que monta un caballo, puede que esta definición nos sirva para comenzar a describir lo que significa ser un hombre en dicha sociedad. Tal y como lo plantea Don, que reflexiona acerca de lo que una mujer desea en un hombre, llega a la conclusión de que lo que ella quiere se asemeja a lo que un cowboy puede ofrecer. Además de andar todo el día sobre su caballo, este vaquero posee otras cualidades, tales como permanecer callado y ser fuerte. Además, es el encargado de mantener el ganado a salvo…
A partir de esta breve descripción podemos profundizar algunas cuestiones referentes a dicha conceptualización del hombre. Tomando en consideración que este debe ser alguien callado, podemos pensar que debe tratarse de una persona reservada, poco demostrativa, que no expresa fácilmente sus sentimientos. Es decir, el hombre debe ser fuerte y debe poder soportar sus problemas sin decir nada al respecto. Quizás pueda hacer alguna demostración más del tipo irascible, o cualquier otra reacción que denote virilidad y, por nada del mundo, debilidad. Este último punto está estrechamente relacionado con la fuerza, dado que el hombre, el verdadero hombre, es fuerte, masculino, y debe mostrar, por sobre todas las cosas, total supremacía física e incluso económica. Estas últimas cuestiones son principales representantes de la virilidad en dicha época (y quizás de épocas posteriores también…). Es así como, retomando la escena previamente descripta, donde Don saca a Peggy de apuros al momento de confrontarse con Peter, podemos dar cuenta de dichas cualidades. De esta manera, Peggy se posiciona como una mujer débil y frágil, que debe ser salvada por un hombre, fuerte e imperioso. Se evidencia pues el poder y la supremacía del hombre por sobre la mujer. Esto hace al ideal falocéntrico de la época. Es el hombre el que tiene el poder, tanto físico como económico, aquel que se hace cargo de la esposa, los hijos, la casa, dado que es el único que trabaja. El hombre es, por excelencia, trabajador, empresario, obrero, etc. Las mujeres, como ya mencionamos, están a su disposición y viven y se desviven por complacerlos. Después de todo, ellos las cuidan, las mantienen económicamente, las miman…
Peggy Olson, una Secretaria Fuera de Serie
Si bien hemos descripto minuciosamente los distintos roles que las mujeres (y hombres) podían/debían adoptar en esa época, así como también mencionamos situaciones particulares en las que indudablemente Peggy se apega a dichos mandatos, podemos destacar una secuencia de escenas que permitirían efectuar algunas reconsideraciones al respecto. Se trata del sexto capítulo de la primera temporada, en el cual, dada la incompetencia de los agentes creativos para poder discernir sobre los gustos femeninos, les piden a las muchachas de la oficina que participen en un brainstorming. De esta manera, Joan dirige a las damas a una habitación y les comenta que Belle Jolie, una empresa de cosméticos especializada en labiales, quiere conocer sus opiniones sobre los mismos. Todas las mujeres de la oficina están ahí, y se encuentran bastante entusiasmadas con la propuesta. Algunas se intimidan, pensando que será como una prueba, que será algo difícil, pero Joan las tranquiliza diciendo que no hay respuestas correctas o incorrectas. En un momento dado, Joan destapa una caja donde había varios labiales, listos para usarse. Todas las muchachas se abalanzan despiadadamente al encuentro de texturas y colores sin igual. Sin embargo, Peggy adopta una actitud más reservada, acercándose con cautela a la caja, buscando lentamente con la mirada algún labial para probar. Una vez seleccionados los labiales, las chicas prosiguen a maquillarse con ellos, recurriendo para eso a algún espejo de la sala. Esta habitación tiene la particularidad de contar con un espejo de visión unilateral, permitiendo que los agentes creativos puedan presenciar lo que sucede en aquel salón desde la habitación contigua. Es así como Paul, uno de los agentes creativos, se ve interceptado por la actitud disonante de Peggy, en contraposición a la de las demás. Ella estaba ahí, sentada, sin propiciar movimiento alguno. Miraba a sus compañeras, fervorosas por el hecho de estar probando algunos labiales. Las muchachas terminan su labor y se les pide que se retiren y vuelvan a su trabajo. Habiendo salido la mayoría de las chicas, Peggy todavía permanece allí, cuando Freddie, uno de los creativos, ingresa a la habitación. Peggy le tiende a Freddie el cesto donde fueron depositados los pañuelos marcados con los labiales utilizados, replicando “aquí está tu cesta de besos”. Freddie se asombra por las palabras elegidas por esta simple secretaria, y le pregunta quien le había dicho eso. Peggy no entiende bien a lo que se refiere, pero Freddie insiste en que en algún lado lo tuvo que haber escuchado. Peggy afirma que simplemente se le ocurrió. Mientras hablan, se encuentran cara a cara y mantienen un firme contacto visual. Freddie prosigue a preguntarle qué color le gustó, a lo que Peggy responde que no consiguió el que le gustaba. Nuevamente desconcertado, el creativo le pregunta porque no eligió otro, pero Peggy responde que ella es muy específica. A continuación, replica: “no creo que nadie quiera ser uno de los cien colores en una caja”. En ese momento, es interrumpida por Joan, pero esta última frase no queda en el olvido. En una posterior reunión con Don, Freddie le comenta lo impresionante que fueron los aportes de su secretaria, y destaca que ella pudo ver el beneficio y no tan solo el producto, como lo hicieron las demás muchachas. Posteriormente, Joan se le acerca a Peggy y le comenta que los ejecutivos quedaron impresionados por sus comentarios, y le pidieron que efectuara un escrito al respecto.
Podemos considerar esta secuencia como un momento bisagra para el personaje de Peggy. A partir de entonces, ella comenzará a formar parte del mundo que, hasta entonces, se encontraba reservado para los hombres. Del escritorio a su propia oficina, de la trascripción de cartas a reuniones ejecutivas, Peggy se va perfilando paulatinamente, a lo largo de la serie, como una mujer de negocios. Ahora, se la toma en cuenta por lo que tiene para decir y no por lo que lleva puesto. Se la escucha, se le pide opinión y hasta incluso puede llegar a tomar alguna que otra decisión. De esta manera, se puede pensar que la metamorfosis de Peggy permite ampliar las concepciones propias de su época en lo referido al rol de la mujer.
A Modo de Cierre
A partir de lo esbozado hasta el momento, podemos aventurarnos a realizar algunas conclusiones. En principio, destacamos la utilidad que el material audiovisual seleccionado nos proporcionó para abordar la temática que nos interesaba indagar. Se realizó una contextualización del momento sociohistórico en el cual se basa la serie, así como también se definieron aquellos lineamientos ideológicos que tiñen a la misma. Mediante ejemplos concretos, pudimos monitorear distintos accionares pertenecientes al personaje de Peggy Olson, y remarcar cómo los mismos solían ajustarse a los mandatos sociales esperados para aquella época. De esta manera, evidenciamos el peso y la repercusión que las representaciones sociales imprimían, tanto en hombres como mujeres, logrando moldear y direccionar sus acciones. Asimismo, en el último apartado del presente trabajo pudimos remarcar un momento en particular en el cual dicho orden se subvierte. Es así como el personaje de Peggy pudo entonces abstraerse de dichos lineamientos, destronando la moral de época, y dando lugar a una acción más bien ética. De este modo, podemos señalar que dicho accionar permite al personaje en cuestión evitar la chatura que pretende ordenarla, precisamente desordenando a esta última y permitiendo escribir así un nuevo sujeto, suplementando el orden social preestablecido. Movimientos que conceden, entonces, una mayor visibilización de la mujer en sociedad, reconsiderando sus capacidades y habilidades preconcebidas hasta el momento.
Por otro lado, debemos remarcar el hecho de que si bien la serie pretende plasmar el ideal patriarcal que reinaba en aquella época (que se cree destituido por los ideales propios de las sociedades de consumo…), podemos considerar que muchas de estas cuestiones se ven reflejadas también en la actualidad. Más allá de que los primeros episodios puedan causar asombro por su marcado nivel de violencia simbólica para con la mujer, con el correr de los capítulos, y más aún de las demás temporadas, es posible anoticiarse de que las cosas no han cambiado demasiado desde entonces.
Por último, consideramos que el aporte de nuestro trabajo es sólo una de las tantas perspectivas posibles sobre la temática desarrollada. Creemos también que sería conveniente profundizar sobre la misma mediante la revisión de la serie en su totalidad, y no limitarse únicamente a los capítulos pautados en el presente trabajo. Asimismo, invitamos a los lectores a seguir cuestionándose al respecto; ¿ha habido un verdadero cambio de posicionamiento de la mujer en sociedad desde los años 60’ hasta el día de hoy? ¿Podemos considerar que los lineamientos del patriarcado se han destituido? ¿Es Peggy un personaje vital que pueda dar cuenta de la lucha de las mujeres a lo largo del tiempo, o es simplemente una vasalla más del régimen falocéntrico? Estas y otras tantas preguntas más quedarán en suspenso, hasta nuevo aviso.
Bibliografia
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Weiner, M. (Productor/Creador). (2007). Mad Men [Programa de TV]. Estados Unidos: AMC.
NOTAS
Coincido con la autora en que el capítulo 6 es visagra para este personaje, es el comienzo de una gran carrera laboral para ella. Camila finaliza este artículo preguntándose: "¿Qué está dispuesta a sacrificar para ser exitosa en el mundo laboral?"
Y no hay que esperar a la séptima temporada para saber esto, Ya, para el final de la primera, la veremos renunciar a un hijo recién nacido.
Peggy queda embarazada a partir del affaire con su compañero Pete Cambell, pero desconoce esto sino hasta el momento del parto. Al recibir la noticia queda muy conmocionada, no sólo por su sorpresivo estado sino por no saber cómo es que esto sucedió.
Rechaza entonces a su hijo biológico cada vez que en el hospital intentan vincularla con él.
Es entonces cuando aparece Don Draper, su jefe, experto en desmentidas, y le dice: "Escúchame, sal de aquí y sigue adelante. Esto nunca pasó. Te sorprenderá cuánto nunca pasó."
Así finaliza la primer temporada. En la segunda nos enteraremos que Peggy le da ese hijo a su hermana.
Y así como Peggy hará que nunca pasó, lo autores también, pues esto no será vuelto a mencionar sino sólo una o dos veces más en toda la serie.
Interesantísimo trabajo. La serie nos da a ver muchas puntas a tratar. Se ha elegido un recorte riquísimo en cuestiones de la femineidad. Peggy Olson, les muestra a los hombres que es más importante el beneficio que el producto. O podríamos decir, objeto. ¿De los lápices labiales? Creo que se refiere metafóricamente a las mujeres. Y si bien, es mi apreciación, Peggy es mucha más masculina que las demás chicas de la escena, tiene el valor de sobrevivir al mundo de los hombres, siendo mujer, con todo lo que ello implica, más en esa época. La frase "cesta de besos" y "no creo que nadie quiera ser uno de los cien colores . . ", marcan una posición subjetiva distinta que el resto. Felicitaciones por el trabajo.
Me encanta Mad Men, y adhiero notablemente a las ideas planteadas: el padecimiento (y la complicidad que la define) de la violencia simbólica que padecen las mujeres, es notable como se ve en esa época de antaño, pero claramente busca mostrarnos que las cosas han cambiado hoy tal vez un poco en forma y leyes, pero no tanto en otros niveles como el discursivo.
Saludos!
En relación a los roles planteados, si bien se muestra el poderío de los hombres, en el despliegue de la serie se presentan mujeres que van evolucionando en personajes cada vez más ricos subjetivamente. No es solamente en el caso de Peggy sino también en Betty y en Joan para nombrar algunos. Por otro lado, las figuras masculinas se van derrumbando en personajes cada vez más chatos. La caída de las figuras masculinas van dejando lugar para triunfos de mujeres implacables que empiezan a habitar esos espacios por los cuales luchan. La serie se podría llamar tranquilamente Mad Women. El opening de la serie es solidario con esta idea. Grafica la caída de las imágenes, la caída del hombre, el derrumbe de modelos y el colapso de los espacios. Un hombre ahogándose en whisky, un pie femenino que va a patearlo, anunciando la llegada de un nuevo orden.
Solidario con la línea propuesta de la mercantilización a la cual se hace referencia en el trabajo, en el desarrollo de la serie se observa como los personajes son presentados a través de objetos que los tipifican. Se vuelven un recurso para dar una estética y personalidad definida. ¿Qué (y no quién) sería Don sin su vaso de whisky o su cigarrillo? ¿Qué sería Joan sin su collar o sus vestidos ajustados? Los objetos como bienes de consumo ya empiezan a dar identidades y ordenar lugares en una sociedad con un paradigma cambiante e instituciones en caída libre. Se presenta el viraje de la mujer objeto a la mujer consumidora y trabajadora, por lo que la temática, como bien se destaca en el trabajo, no podría ser más vigente: de Mad Men al Hombre Ma(d)nagerial.
La inclusión de Peggy en la agencia también se puede leer según la lógica mercantil, donde se incluye una mirada que entienda el mercado femenino para así obtener más repercusión en las ventas, reforzando el traspaso de la mujer objeto a la mujer consumidora. En cuanto a la posición subjetiva de Peggy, en el escrito se destaca la metamorfosis del personaje en relación al rol de la mujer, la cual se abstrae de los lineamientos morales. Sin embargo, se podría pensar, ¿Peggy realmente ocupa este lugar que se le ofrece desde una posición femenina? ¿Qué está dispuesta a sacrificar para ser exitosa en el mundo laboral? Hacia el final de la temporada 1, vemos a una Peggy que renuncia al amor y la maternidad, renuncia a los deseos de las mujeres de la época y se asume en un rol masculino y empresarial para así convertirse one of the boys.
Película:Mad Men
Titulo Original:Mad Men
Director: Matthew Weiner
Año: 2007/2015
Pais: Estados Unidos
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