Universidad de Buenos Aires
Resumen
El presente trabajo fue realizado en el marco de la materia “Psicología, Ética y Derechos Humanos” de la facultad de Psicología en la Universidad de Buenos Aires. Pretendiendo aplicar distintas nociones y estudiar sus relaciones, se realizó un análisis de una pieza audiovisual, el capítulo de una serie, que en cada lectura siempre presentó la característica de ser interminable. El doble movimiento de la ética, ejes universal-singular y particular, lo dilemático, moral y ética, imprudencia, responsabilidad, culpa, necesidad y azar; todas ellas forman parte de una red, un mapa con relieves que en cada lectura es transformado. ¿Es posible tener todo bajo control? Esa es la idea, el eje, en el cual se estructura nuestro protagonista y su accionar.
Palabras Clave: control | deseo | ética | imprudencia.
“Siempre me pareció imprescindible que las cosas tuvieran un orden, no creo en el azar, en la suerte, prefiero pensar que el destino es el resultado de nuestras decisiones, la diferencia entre vivir tu propia vida o ser un mero observador”.
Con esta frase se presenta Nicolás, protagonista del capítulo “Todo Bajo Control” de la serie “Otros Pecados”. Médico oculista que se preocupa hasta el detalle por mantener el orden y la organización en todas las esferas de su vida. Se presenta y vivencia a sí mismo como dueño de su voluntad e intencionalidad, un sujeto autónomo que se sabe en lo que dice y hace. En palabras de G. Salomone, “Aquel capaz de hacerse responsable no solo por sus acciones sino también por sus elecciones y decisiones” (2006, pp.101). Sujeto del inconsciente tendrá que enfrentarse con aquello que perteneciéndole le es ajeno, y en esa extrañeza, más allá de la moral o la responsabilidad jurídica, deberá responder ante su propio deseo inconsciente. Podemos adelantar que es allí donde Nicolás deberá responsabilizarse por lo que no puede “controlar”, tal vez una interpelación demasiado ex-traña para él. El germen del conflicto va a ser la idea que se instala en él de que su pareja, Cecilia, no está “bien”, no está “normal”. Algo se vislumbra como fuera de su control (y su saber) y decide llevar esta situación a su terapeuta Santiago.
Comenzaremos por ubicar un momento crucial en el relato del capítulo, que funda de manera retroactiva, un movimiento subjetivo que pondrá a Nicolás de frente con una decisión ligada a su deseo y la responsabilidad que conlleva. Luego de cometer el asesinato premeditado de su analista, Nicolás se dirige a su casa para continuar así con su plan, Cecilia sorprendida por su presencia y notándolo alterado, le pregunta qué ocurre. Allí el protagonista la confronta con la verdad revelada del engaño, al menos aquella que Nicolás creía. Sorprendida y sin entender aún del todo la situación, ella asume su culpabilidad, la de haberlo engañado, de haberse enamorado de “alguien más” e intenta explicar sus motivos. Es entonces cuando irrumpe Carla (amiga de Cecilia) y sucede lo no pensado. “Te lo queríamos decir de otra forma”, la cara de Nicolás se transforma y no puede hacer más que preguntarse: “¿Y Santiago?...Yo pensé que estabas con Santiago, los vi en un restaurant”. Es ella la amante de su esposa y no Santiago, su analista, como él afirmaba. Es este el momento de revelación, de interpelación subjetiva. Nicolás esboza una suerte de respuesta, se dice culpable, “Soy un pelotudo, Santiago tenía razón, no podemos controlar todo…” y finalmente el veneno que tenía como destino a su pareja será tomado por él y así dará fin a su vida. En la revelación de la amante aparece el efecto de sujeto dividido por el exceso, Nicolás se confronta al sin sentido e inconsistencia, rápidamente la intención y voluntad de sus actos se tornan insuficientes. En su intento de restablecer el control se encuentra con un más allá de su propio hacer y sus motivaciones que, aunque son vividas como ajenas ponen de manifiesto la obligación ahora fundada a dar respuesta al desfallecimiento del sentido aparente que suponía saber y tener para sus acciones. La pregunta que tal vez Nicolás vivencia fue ¿Por qué pensé que era un hombre su amante?, llevando más allá nuestras hipótesis ¿Por qué creí que era mi analista?, ¿Que tiene ese otro que no tengo yo? Preguntas que, aunque descansen en los registros del Otro, hubieran ubicado tal vez a nuestro protagonista del lado de una suplementación de su universo. (Lewkowicz, 1998.)
Antes de continuar con el análisis en profundidad, ubicaremos el momento que se resignificara a partir de la interpelación que acarrea para Nicolás enterarse de la verdad y el encuentro con ese otro goce no sabido pero sospechado. Cabe aclarar que nuestro protagonista ya se encontraba en análisis con Santiago, ellos sostenían continuamente debates sobre cómo debía Nicolás abordar su idea de control y necesidad de saber. Santiago intentaba constantemente confrontarlo con la posibilidad de que sus certezas y “sexto sentido” respecto de los otros no fueran del todo reales o posibles. Nicolás se encuentra reticente frente a estas intervenciones, y por ello nos atrevemos a sospechar que algo de la transferencia que se configuraba en ese espacio de análisis se volvía ambivalente para Nicolás (más adelante lo abordaremos). El desea que su analista conozca a su esposa y le brinde una devolución o conjetura respecto de si es fundada o no su sospecha de la extrañeza que ella parecía tener. Elemento que agregaremos para su posterior análisis, es un comentario que le brinda su analista respecto de la sospecha por la infidelidad. El aborda a Nicolás y le aconseja que en vez de preguntarse si su esposa lo engaña o no, tal vez debería indagar sobre qué desea ella. Intervención que no produce el efecto deseado y que, como veremos luego, algo de ese no saber del deseo del otro (y Otro) a Nicolás lo compele de manera inconsciente (Lacan, x). Enmarcaremos un primero momento en la escena donde Nicolás, luego de espiar durante días a su esposa decide seguirla a un restaurant, donde desde afuera solamente ve que Cecilia y Santiago están hablando, contingencia desafortunada que encontrará explicación hacia el desenlace. Situación que genera en Nicolás una gran angustia, y a la que responde decidiendo asesinar a ambos. Esa noche se ocupa de buscar el veneno ideal para llevarlo a cabo. Su plan, presentarse en el horario acordado con su analista, con dos cafés, uno para cada uno, ritual que ya acostumbraba. Y así se presenta como cualquier otro día y entrega el café envenenado a su analista. Nicolás lo confronta diciéndole “No me gusta que me mientan, que no me digan la verdad, yo ya sé la verdad”. Santiago intenta nuevamente (sin escucharlo) explicarle lo absurdo de su sospecha, pero muere mientras se encuentran en sesión. Como mencionamos más arriba, la escena se sucede con el desenlace de la revelación de la verdadera infidelidad. El efecto deseado a nivel consciente para nuestro protagonista era restablecer el orden, la posibilidad de ser él quien dominara la situación y todos los elementos disonantes que en ella acontecían. D’Amore retoma la idea de “sujeto joya”, sujeto del derecho que es capaz de hacerse responsable de sus actos, tal como se posiciona Nicolás, el cree ser dueño y señor de su voluntad, dar orden al desorden de su vida. Es en este registro de la moral, de lo particular donde el sujeto da cuenta de sus acciones que lleva a cabo en esta dimensión de su existencia. (2006, pp.150)
Es necesario situar los elementos de necesidad y azar para encontrar, en esta distancia, la grieta por donde se filtra la pregunta por la responsabilidad de Nicolás. Para pensar la necesidad la ubicaremos del lado de aquella fuerza o suceso que no puede ser detenido ni comandado por ningún sujeto, el ejemplo clásico es el de las fuerzas de la naturaleza, como por ejemplo la gravedad. Mosca acerca la noción de determinismo, diciendo que “encuentra en el resultado la ley que le determinó” (1998, pp.119), siendo totalmente opuesto a la libertad o el azar como devenir de lo imprevisto. Si hay puro determinismo o necesidad en un acontecimiento, no hay responsabilidad pensable para el sujeto. Lo mismo ocurre cuando se trata puramente de azar que implica la completa incertidumbre y por lo tanto incapacidad de obrar más allá de él. En nuestro ejemplo ubicamos los elementos de necesidad del lado de la infidelidad algo concreto que ocurría y no dependía del sujeto, era un hecho objetivo. Sin embargo, el azar se ubica del lado de haber visto a su esposa con su analista y no con alguien más, es lo incalculable de ese momento y no otro que vio. Siendo que espió a su esposa durante días, depende puramente del azar (y la mala suerte y praxis de su analista) que la haya visto con él y no con su real amante. Entre el espacio de la necesidad y el azar la respuesta de cada sujeto ubica la pregunta por la responsabilidad, si ambos elementos aparecen, pero no bastan para explicar lo acontecido, allí hay pregunta por el sujeto, por sus acciones y finalmente su deseo. Para Nicolás en la revelación de su esposa, lo que emerge con sorpresa por la incertidumbre y lo inesperado de su descubrimiento se encuentra muy aparentado con lo real, es para él lo impensado y lo no sabido, “se trata de una verdad de la falta y de una verdad en falta, nunca del todo develada” (1998, pp.124)
Analizaremos la respuesta de nuestro protagonista, como sabemos el desenlace para él fue la muerte. La responsabilidad que intentaremos ubicar o no, sería ligada a la posibilidad de un sujeto de dar una respuesta que no se agote por la vía moral, sino una que suplemente el universo discursivo de ese sujeto, en donde el exceso que acontece no haga desfallecer toda capacidad de dar sentido. Poder apropiarse de ese exceso, como propósito o motivación inconsciente que, siendo ajena, algo le pertenece. Parafraseando lo propuesto por D´Amore en su texto “Responsabilidad subjetiva y culpa” (2006), no podemos pensar la responsabilidad de un sujeto sin la culpa, esta última entendida como el eje de lo particular y su íntima relación con el eje universal-singular (de ahora en adelante U-S). Es decir, la culpa aparece como elemento que sostiene el eje de lo U-S, y que es la condición de posibilidad para que se produzca una suplementación y que luego de un ejercicio de lectura, ese particular pueda ser suplementado por lo singular y producirse así una ampliación del universo (Lewkowicz, 1998). Cabe señalar que hay dos modos de pensar la culpa para el sujeto según el autor. Una de ellas ligada a lo que motoriza la respuesta del sujeto, la que desborda el universo y que pone en falta al sujeto, nombrándola como Culpabilidad del deseo o culpa inconsciente (D’Amore, 2006). Es aquella que acontece en Nicolás cuando la revelación lo angustia. Sin embargo, aparece allí como respuesta la culpa moral que nuestro protagonista da. Primero esboza una respuesta del lado del yerro “Soy un pelotudo, Santiago tenía razón”, Nicolás vivencia un sentimiento de culpa, que tal vez podría posicionarlo para una posible respuesta ligada a la responsabilidad subjetiva. Pero no, eleva a universal un rasgo particular de su acción, y aplasta cualquier posible apertura y comete un pasaje al acto. La interpelación obliga a Nicolás a retornar sobre la acción, su deseo aparece en la culpa, pero cierra rápidamente el circuito en el mero ser de la culpabilidad, siendo merecedor de un gran castigo; la muerte. (D’amore, 2006). En la lógica de la respuesta culpógena, se alcanza un afecto sustancializador por el goce de la culpa, aparece un proceso a través del cual la culpa se vuelve un tapón y obtura la emergencia subjetiva, se distancia de la implicación para retornar al lugar del sujeto joya, que cuadra en la coordenada de una responsabilidad moral. A lo siguiente el autor nos dice “El yo es un adalid de lo particular, responde para estabilizar la tensión que produce la interpelación, es decir la respuesta moral es tranquilizadora…” (2006, pp151). Nicolás no puede hacerse otras preguntas (Como las que esbozamos al comienzo), rápidamente luego de asumir lo acontecido, decide dar la misma respuesta obturante que propuso, lo compulsivo, el pasaje al acto, la muerte.
Posibles ideas surgen alrededor de la hipótesis clínica que acarrea el caso. Por un lado, conjeturamos que más allá de las motivaciones de Nicolás por controlar y saber, cuando descubre a la Amante de su mujer, decide dejarlas vivir a ambas, sin embargo, parecía estar convencido de asesinar al “amante” cuando era Santiago quien ocupaba ese rol. Conjeturamos que algo del lugar de su analista, un analista que no podía oír lo que Nicolás le decía, o por lo menos no sabía hacerlo decir más allá de lo que él, como analista, todo el tiempo cerraba sentido. Rastreamos como una posible motivación inconsciente para Nicolás deshacerse de este analista que ocupaba un lugar ambivalente de admiración y a la vez virilidad siendo el posible hombre capaz de conquistar a esa tan idealizada mujer. Y también frente a la obturación que ocurría en análisis y la instancia a puntos de angustia y difíciles de dominar para Nicolás que su analista propiciaba. Tal vez algo de librarse de esa figura se puso en juego en el asesinato, por un lado, por su lugar de analista mencionado, pero también en su vertiente imaginaria de Otro viril que supo conquistar a Cecilia. Conjetura que nos ayuda a pensar porque a Nicolás lo angustia tanto que la amante fuera mujer, más allá del equívoco que supone. Adentrándonos a otro posible motivador inconsciente como la búsqueda de un saber no sabido, deseo inconsciente del otro goce. Donde dice saber que sabe todo, su deseo lo lleva por la vía de encontrarse con un goce desconocido hasta ese momento, en el triángulo fantaseado no hay otro hombre, hay otra, extranjera y enigmática. (¿Qué tendrá ella? ¿Qué no tiene?). Lacan en el Seminario 20 (1986) introduce las fórmulas de la sexuación, luego de haber profesado la no relación sexual entre los seres hablantes. Intentará dar cuenta de las salidas de Edipo y su más allá, siendo que hay un lado masculino (como posición a habitar y no condición de género), donde se inscribe que para todo aquel que se ubique de ese lado, se cumple la función fálica, a la regulación fálica del goce. Es decir que queda inscripto y articulado a la castración. Pero para que dicha función opere, Lacan supone que para que todo universal funcione, se sostiene en la excepción del mismo. No hay universal fálico sin la excepción del padre, es así que todos quedan sometidos a la regulación del goce porque ha habido una excepción, excepción que produce un borde, un límite, una ley que regula el goce. (Godoy, 2012). Retomando lo que propuso en el seminario 3 (Lacan, 1984), no hay lo que inscriba en lo simbólico el sexo de la mujer en cuanto tal, entonces lo que queda del otro lado de las fórmulas para Lacan es en principio, la negación de la excepción como propia del lado femenino. Propone un “no-todo”, ubicado más allá del Edipo, y de la función fálica, ese goce que va más allá de aquel regulado fálicamente recibirá el nombre de “goce femenino o suplementario”. Entonces, la negación de la excepción no da cuenta de una incompletitud, sino a la inconsistencia lógica de la serie infinita que impide cerrar un conjunto. Ese no-todo que en su intento de borrar, Nicolás no cesa de inscribir, pulsa por descubrir. Intentará de todos los modos posibles abordarlo, nombrarlo en palabras de su goce fálico, lo cual solo remarcara su incapacidad de ser nombrado. Allí donde Nicolás se encuentra desfallecido, des-falidecido (no-todo), a pesar de su insistencia Inconciente, solo pudo advenir la angustia obturante, la emergencia de la muerte que le diera un final en su idioma fálico.
Referencias
D’Amore, O. (2006). Responsabilidad y culpa. En La transmisión de la ética. Clínica y deontología. I: Fundamentos, Letra Viva, Buenos Aires, 2006.
Lewkowicz, I. (1998). Particular, Universal, Singular. En Ética: un horizonte en quiebra. Cap. IV. Eudeba, Buenos Aires, 1998.
Mosca, J. C. (1998). Responsabilidad, otro nombre del sujeto. En Ética: un horizonte en quiebra, Eudeba, Buenos Aires, 1998.
Salomone, G. Z. (2006). El sujeto autónomo y la responsabilidad. En La transmisión de la ética. Clínica y deontología. Vol. I: Fundamentos. Letra Viva, Buenos Aires, 2006.
Salomone, G. Z. (2006). El sujeto dividido y la responsabilidad. En La transmisión de la ética. Clínica y deontología. Vol. I: Fundamentos, Letra Viva, Buenos Aires, 2006.
“Otros pecados” (2019). Todo Bajo control. Capítulo 7.
Lacan, J., El seminario. Libro 3: “Las psicosis”, Paidós, Buenos Aires, 1984,
Lacan, J., El seminario. Libro 20: “Aun”, Paidós, Buenos Aires, 1986,
Godoy, C., “Psicosis y sexuación”. En Schejtman, F. (comp.) y otros, Elaboraciones lacanianas sobre la psicosis, op. cit. 2012
NOTAS
Al leer el trabajo, me pareció notable la relación entre las nociones de sujeto, responsabilidad subjetiva y ley, mediante la idea de poder llegar a tener todo bajo control ya que si hay determinismo y necesidad en un acontecimiento, no hay responsabilidad pensable para el sujeto. El pensar los hechos como algo librado al azar sin ninguna interpelación y no encontrar la responsabilidad subjetiva, da cuenta de un pensamiento bastante "mágico", En cuánto a la relación con la ley, ya que para alguien que desea tener todo bajo control, la excepción podría llegar a pensarse como la búsqueda de cierto límite, quizás dentro de tanto control se busca encontrar la excepción pensada como demanda de límite.
Película:Otros Pecados
Titulo Original:Otros Pecados
Director: Daniel Barone, Jorge Nisco
Año: 2019
Pais: Argentina
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