Resumen
El presente escrito recorre distintas articulaciones teóricas que se desarrollan a partir de una serie televisiva y se relacionan con distintos aportes de autores del psicoanálisis. Se utilizan recortes de la serie Merlí (Lozano, 2015), que permiten reflexionar sobre el trabajo adolescente, la confrontación, la agresividad, el lugar que ocupan los padres en ese proceso, y el asesinato simbólico de las figuras parentales, que exponen autores como Donald Winnicott, Arminda Aberastury, Mauricio Knobel, Jean-Jacques Rassial y Adrián Grassi.
Lo aquí desarrollado es una investigación cualitativa basada en el método clínico-analítico de la lectura de filmes. El recorte singular recae en el personaje de Joan Capdevila, uno de los estudiantes que asiste a la clase del profesor Merlí, quien a lo largo de la serie comienza a atravesar el proceso adolescente, y en medio de ese trabajo debe afrontar la muerte de su padre.
Palabras clave: adolescencia | asesinato simbólico | psicoanálisis
Abstract
The present article goes over different theorical articulations that develops from a TV show and it relates with many contributions of psychoanalysis authors. There are used fragments of the serie Merlí (Lozano, 2015), that allow to reflect on the adolescent process, the confrontation, the place of the parents in the process, and the symbolic murder of the parental figures, that are exposed by authors like Donald Winnicott, Arminda Aberastury, Mauricio Knobel, Jean-Jacques Rassial and Adrián Grassi.
What is developed here is a qualitative investigation based on the singularity in situation study through the analytical clinical method of film reading. The singular fragment it’s about Joan Capdevila’s character, one of the Merli’s students, who througout the serie he’s challenged by the adolescent process, and in the middle of that work he must face the death of his father.
Keywords: Adolescence | symbolic murder | psychanalyses
Introducción
Merlí (Lozano, 2015) es la serie televisiva seleccionada para desarrollar el presente escrito, particularmente, el personaje de Joan Capdevila, uno de los estudiantes que acude al secundario allí donde Merlí Bergeron da clases de filosofía. Se plantean varios recortes que dan cuenta de tres diferentes momentos subjetivos que va atravesando el personaje, y sobre los cuales surgen los interrogantes que hacen a este trabajo. Un primer tiempo en donde Joan se presenta como un chico tímido, al que le va muy bien en el colegio, sus padres —Jaume y Aurelia— están orgullosos de él, tienen todo un plan para su futuro: que estudie Derecho como su padre y su abuelo y vaya a trabajar al bufete de Jaume, plan que Joan parece aceptar sin cuestionar. Un segundo tiempo, en donde el joven comienza a poner en marcha su trabajo adolescente, pone en juego su agresividad, la confrontación con su padre, el deshacimiento de la autoridad, la exploración de lo heterofamiliar, la exogamia, la alteridad, la investigación de su sexualidad y genitalidad, el cuestionamiento de todo plan impuesto por un adulto —en particular el de sus padres—, proponiéndose otros caminos para su futuro. Finalmente, un tercer momento, en donde luego que el padre enferma de cáncer y muere, Joan se nos muestra ya adulto ocupando el lugar del padre: siendo un abogado exitoso, de traje y corbata.
El método sobre el cual se basa este trabajo es de tipo cualitativo y hace foco en el método clínico-analítico de lectura de filmes. Esto permite articular los recortes antes propuestos con diferentes exponentes que se desarrollarán en el escrito, a saber: Donald Winnicott, Jean-Jacques Rassial, Adrián Grassi, Arminda Aberastury y Mauricio Knobel. Estos autores desarrollan temas y conceptos claves para abordar lo planteado, tales como: el proceso adolescente, la posición de los padres del adolescente, muerte y asesinato en el proceso adolescente.
A partir de ese recorrido se pretende analizar qué ocurre cuando el padre, en vez de morir simbólicamente a manos del adolescente como plantea Winnicott, muere en la realidad. Por otro lado, se intenta abordar si la posición que ocupa el padre afecta a la subjetividad del adolescente. Y, finalmente, se desarrolla lo relacionado al proceso puberal-adolescente.
Desarrollo
Primer tiempo: La presentación de Joan reflejada en los detalles
Joan Capdevila es un joven de dieciséis años, hijo único de la pareja conformada por Jaume y Aurelia, que acude a la secundaria Ángel Guimerá, donde conocerá al profesor de filosofía Merlí. Se considera importante resaltar de qué manera se presentan los personajes, tanto de Joan, como de su padre Jaume, en la serie. La primera vez que se ve a Joan en la pantalla, él levanta la mano en clase para presentarse ante su nuevo profesor Merlí y para responder a la consigna propuesta por este último de contar un problema personal riéndose. Se muestra cómo Joan aprieta los dientes antes de hablar, nervioso, y dice, con la voz baja y un poco trabada: “me llamo Joan Capdevila y mi problema es… que soy muy tímido”.
En episodios siguientes se remarca este aspecto del joven: participa en clase, responde bien a las preguntas, por lo que se da a entender que es un chico que estudia y le va bien en las asignaturas. Pero, hay otra escena en donde se hace énfasis en un detalle importante de la personalidad de Joan hasta el momento: que sigue las reglas. En una de las clases del profesor Merlí, este les propone a sus alumnos que hagan trampa en un concurso de literatura y que presenten un escrito hecho por todos en conjunto, cuando el reglamento claramente explicita que las obras deben ser creadas por un único autor/a. Ante esto, Joan expresa: “la idea es muy buena, pero ¿eso no va contra las normas?”. Es decir, en este primer momento, se muestra un chico tímido, obediente, respetuoso, que sigue las reglas.
La presentación del personaje de Jaume, por otra parte, es en su casa, armando la maqueta de un barco, colocando con delicadeza pequeñas piezas, y explicándole a su hijo: “Es todo milimetrado. No falla ni una pieza. Es la perfección”. Que se haya elegido esta escena como presentación del padre no pareciera algo ingenuo, sino un detalle pensado, que refleja la personalidad de Jaume: perfeccionista, estricto.
Arminda Aberastury y Mauricio Knobel en su libro “La adolescencia normal: un enfoque psicoanalítico” (1971), definen a la adolescencia como un período de transición entre la pubertad y el estadio adulto, que obliga al individuo a reformularse los conceptos que tiene acerca de sí mismo, y que lo lleva a abandonar su imagen infantil y a proyectarse en el futuro de su adultez. A su vez, los autores sostienen que los cambios psicológicos que se producen en el período adolescente, y que son el correlato de cambios corporales, llevan a los jóvenes a una nueva relación con los padres y con el mundo. Pero, ello solo es posible si el adolescente elabora el duelo por el cuerpo del niño, por la identidad infantil y por la relación con los padres de la infancia.
Los autores manifiestan que en esta etapa la presencia concreta de los padres comienza a hacerse innecesaria, y la separación con estos no sólo es posible, sino que necesaria. Las figuras parentales están internalizadas en la personalidad del sujeto y con esto, puede iniciar su proceso de individuación, en el que el adolescente defiende sus valores y desprecia los que quiere imponerle el adulto, confronta con ellos, se rebela.
Por lo observado en este primer tiempo al principio de la serie, se infiere que Joan no ha incursionado aún en el proceso puberal-adolescente, que como indica Adrián Grassi (2010) implica una crisis de identidad, una puesta en desorden no solo del cuerpo, sino también de la identidad infantil y del orden familiar. En este caso, Joan se muestra obediente, sin ningún tipo de cuestionamientos sobre sí mismo, sobre la relación que tiene con sus padres, o sobre sus proyectos a futuro. Pero, eso no se mantiene así por mucho tiempo.
Segundo tiempo: La entrada al proceso puberal-adolescente
Arminda Aberastury (1971) indica que cuando el adolescente comienza a separarse de los padres, genera identificaciones con sustitutos parentales, que suelen ser idealizados. Esto se pone muy de manifiesto en el personaje de Joan, que toma a Merlí como uno de esos sustitutos. En varias escenas se muestra al joven entusiasmado por las clases del profesor, incluso lo va a ver después de horas, se percibe cierta admiración por él, y con las reflexiones que le brinda comienza a haber un cuestionamiento por parte de Joan. Este primer momento de reflexión se refleja en una escena en particular, en donde Jaume se acerca a su hijo y le expresa que, antes de que acabe la carrera de Derecho —profesión que tanto su padre como su abuelo profesan— irá a trabajar a su despacho de abogados. Ante esta propuesta, Joan comienza a dudar, y manifiesta estas vacilaciones en el siguiente diálogo que tiene con su padre:
“– ¿Y si no entro?
– La nota media es baja, vas a entrar.
– La de filosofía es más baja.
– Otra vez con la filosofía. ¿Qué pasa? ¿Ya no quieres ser abogado? Dijiste que querías estudiar Derecho.”
Se ve como hay una primera aproximación a un planteo diferente, comienza a haber un intento de proyección propio para el futuro, distinto a lo que esperan de él, que choca contra una negativa del padre. Esto comienza a aproximarse a los trabajos propios de la adolescencia, en donde el joven lleva a cabo un proceso de individuación y separación de las figuras parentales. Winnicott (1971) expresa que lo que caracteriza al adolescente es su inmadurez, que es un signo de salud, y que contiene los rasgos más estimulantes de los jóvenes, tales como, el pensamiento creativo, sentimientos nuevos, ideas e ideales para una nueva vida. En este caso, Joan proyecta para su futuro una carrera posible como filósofo, que quizás no tiene la misma estabilidad económica que la de un abogado, pero lo importante de esta etapa es poder experimentar, pensar, crear nuevos planes, nuevos ideales.
A partir de ese momento, Joan se empieza a ver más enojado, más agresivo al momento de estar con sus padres. Aberastury (1971) indica que dicha agresión tiene que ver con la respuesta del adolescente frene a la posibilidad real de llevar a cabo las fantasías edípicas de la infancia, es decir, frente a la maduración biológica la agresión es la manera de alejarse de los padres como objetos de amor, alejarse de la posibilidad real de la consumación del incesto. Sin embargo, hay otro autor que conceptualiza a la agresividad en el proceso adolescente, y ese es Donald Winnicott (1971), quien expresa que la agresividad es un acto intrínseco del crecimiento. De esta forma, comienza a verse a un Joan enojado, que contraría todo lo proveniente de los padres, y se encuentran múltiples recortes a lo largo del material fílmico que dan cuenta de ello. En cierto momento de la trama, Joan enfrenta a su madre y le indica: “¿Yo les digo lo que tienen que leer? ¿O como vestirse o pensar? ¿Elijo a sus amigos?”. Una vez más, se observa como el joven desprecia los valores que quieren imponerle los adultos, se rebela contra ellos, para abandonar la imagen infantil de sí mismo (Aberastury, 1971), y alejarse de la dependencia que caracteriza la posición de niño para adentrarse en su condición de adulto (Winnicott, 1971).
El asesinato simbólico
Donald Winnicott en su texto “Realidad y Juego” (1971) expresa que “si en la fantasía del primer crecimiento hay un contenido de muerte, en la adolescencia el contenido será de asesinato” (Winnicott, 1971, pp.186). En otras palabras, si en la primera infancia se deseaba la muerte del padre para ocupar su lugar junto a la madre en la fantasía edípica, en la etapa adolescente se lleva a cabo el asesinato del padre, puesto que crecer implica pasar por el cadáver de un adulto, y no cualquier adulto, sino del padre. Esta fantasía inconsciente de asesinato simbólico aparece como algo intrínseco al proceso de crecimiento, que es en sí un acto agresivo, la afirmación del ser. Durante este proceso, el autor sostiene que poco pueden hacer los padres para ayudar a sus hijos adolescentes, lo mejor que pueden hacer estos es sobrevivir a ese ataque, mantenerse intactos, no abandonar su puesto ni abdicar. Y también manifiesta que lo que impide que esa fantasía advenga realidad es el acto de confrontación.
Cabe destacar que el asesinato simbólico propuesto por Winnicott es un proceso que se lleva a cabo en las profundidades del inconsciente, y que se ve acompañado de otras dimensiones, tales como: la confrontación, el deshacimiento de la autoridad parental, la ambivalencia propia de la relación con el padre.
Volviendo a la serie, se observa que comienzan a aparecer con las frecuencia episodios en donde Joan aparece enojado, ofendido, discute con sus compañeros, ya no participa en clase, grita, y lo mismo con sus padres, les otorga miradas iracundas, comentarios irónicos, sarcásticos, los contradice. Hay una frase que dice el joven en alusión a su padre, y que expresa con claridad el momento por el que está atravesando: “estoy harto de que me dé lecciones”. Hay allí una reafirmación del sujeto, que toma los dichos del padre ya no como sabias palabras, o palabras finales, incuestionables, como lo haría el niño, sino como dichos falibles, debatibles, cuestionables. En otras palabras, comienzan a caer las figuras de los padres idealizados de la infancia. De esta forma, se observa un quiebre en la persona de Joan. Quiebre que él mismo nota respecto de su personalidad, y que manifiesta en la siguiente oración: “ya no soy aquel que levantó la mano en la primera clase y dijo ‘soy muy tímido’”.
Este proceso de asesinato simbólico comienza a cobrar mayor fuerza en una escena decisiva para la historia de Joan. Estando en una ardua discusión con su padre, con gritos de por medio, el joven se dirige hacia el estudio, toma la maqueta del barco que Jaume había finalizado, y la estrella contra la pared varias veces hasta romperla por completo. Con rabia, se dirige a su padre y le expresa: “ojalá te mueras”.
Primeramente, se rescata un primer detalle: romper la maqueta del barco. A simple vista, pareciera ser un acto violento de arremeter contra algo que tiene gran valor para su padre, y de esta forma, lastimar sus sentimientos. Sin embargo, analizando con más profundidad, romper esa maqueta implica romper simbólicamente con todos los ideales que Jaume deposita sobre su hijo: la perfección y la maleabilidad, el poder dirigirlo y construir su vida. En ese acto, Joan duela su identidad infantil. Segundamente, la expresión de “ojalá te mueras” estaría indicando conscientemente un proceso de asesinato simbólico que se está dando en las profundidades del inconsciente, y que cobrará mayor importancia en los próximos apartados.
Los padres del adolescente
Jean-Jacques Rassial en su libro “El pasaje adolescente” (1999) indica que en la etapa adolescente se pone en juego un cambio de lugar, no sólo para los jóvenes, sino también para sus padres. El autor expresa que los padres se ven obligados a reinventar su lugar, y esto se relaciona con las palabras de Aberastury (1971), quien indica que ellos —los padres— deben asumir la incipiente independencia de sus hijos, quienes ahora los juzgan y se rebelan contra ellos. Rassial (1999), siguiendo la línea de pensamiento planteada anteriormente, expresa que el adolescente tira abajo las figuras de los padres idealizados de la infancia, y comienza a percibirlos como sujetos cualesquiera, con sus propios conflictos, límites y deseos. En otras palabras, los padres se revelan como falibles, y también como mortales. Este trabajo se da a entender en la serie cuando Aurelia, la madre de Joan, le dice con dolor en su voz luego de una discusión: “Joan, tú no eres así (…) Nunca me habías hablado así”. Aurelia estaría procesando la idea de que su hijo, que nunca antes le había levantado la voz, que era el niño ideal, perfecto, de repente la trate de manera brusca, le grite, le marque sus falencias y sus errores.
Tercer tiempo: el tambaleo de la escena
Cuando Joan se encuentra en la máxima expresión de su agresividad, ocurre un hecho trágico que hace que se tambalee todo el escenario que estaba edificando: se entera que su padre está enfermo de cáncer. La noticia lo afecta mucho, se lo nota angustiado, y en el fondo, se infiere que comenzaban a asomar sentimientos de culpa, puesto que él expresa llorando: “a veces quería que se muriese”.
Como bien se mencionó anteriormente, Winnicott (1971) expresaba que lo único que tenían que hacer los padres durante el proceso adolescente de sus hijos era sobrevivir al ataque, permanecer. Ahora bien, ¿qué ocurre en este caso? ¿qué le ocurre a Joan cuando el padre no sobrevive?
A partir de esto, se infiere que se produce en Joan una vacilación de su subjetividad. Allí donde se perdió la identidad infantil, pero aún no se ha consagrado la identidad adulta, en ese pasaje, ocurre este hecho que trastoca el proceso, modifica las coordenadas en las que se va a realizar. Lo que da cuenta de esto, es una escena en donde Joan va a ver a su padre, quien yace moribundo en su cama, con un tubo de oxígeno en su nariz, y este último le pide que le cuente un chiste. Joan vacila unos segundos, pero luego le recita un chiste de abogados que Jaume solía contar múltiples veces. Es decir, el joven pareciera haberse vuelto a identificar con la figura del padre. Cuando antes era Jaume el que relataba el chiste —que a su hijo no le hacía la menor gracia— ahora es Joan quien lo hace. Se puede inferir, entonces, que ver al padre moribundo interrumpió o modificó de alguna manera el proceso de asesinato simbólico que Joan estaba llevando a cabo. Lo que afectó a la constitución de su individualidad, de su identidad adulta, acercándolo nuevamente a la figura del padre, ocupando el lugar que le estaba destinado desde la demanda paterna.
Esta vacilación en la subjetividad de Joan, se manifiesta sutilmente en una escena próxima a la anterior relatada, en donde se muestra al joven escribiendo su nombre con una tijera en el pupitre del colegio, para luego repasarlo por arriba con un marcador. Este acto pareciera simbolizar el intento de Joan por reafirmar su persona, por apropiarse de su identidad, puesto que no solo utiliza un método imborrable—tallar en la mesa con el filo de una tijera—, sino que, además, remarca esas líneas con tinta.
Poco tiempo después, Jaume finalmente muere. Y esta vacilación en la persona de Joan se intensifica. Él mismo manifiesta con cierta melancolía y miedo: “no quiero crecer”. Retomando lo propuesto por Winnicott (1971), este sostiene que el crecer es un acto intrínsecamente agresivo, que implica el asesinato simbólico de los padres. Luego de la muerte de Jaume, su hijo expresa que no quiere crecer, lo que podría entenderse como una reacción ante la culpa de sentir que fue él quien mató a su padre. Ese miedo a crecer, se traduce en miedo a manifestar su agresividad —propia de su etapa— por temor a las consecuencias, lo que pudo haber desembocado en lo que se desarrolla a continuación.
La serie hace un salto siete años al futuro en donde se muestra qué fue de la vida de nuestro personaje. Allí se observa a un Joan adulto, que acude a una fiesta de reencuentro, vestido con traje y corbata gris —tal y como solía vestirse el padre— y quien se ha convertido en un brillante abogado laboral. En cierto momento, él cuenta: “Me está yendo muy bien. Me paso todo el día entre juicios, procesos de quiebra y eso”. No hay rastros del Joan que quería estudiar filosofía, y que quería alejarse de todas las tradiciones impuestas por sus padres. Lo que se observa es un Joan/Jaume, que ha acabado haciendo exactamente lo que querían que haga, y que obliga a cuestionarse: ¿la muerte de Jaume afectó de alguna manera el proceso adolescente llevado a cabo por Joan? ¿La muerte efectiva del padre llevó a una incorporación de sus características?
Conclusiones
A partir del recorrido realizado, se observa que los conceptos planteados por los autores trabajados no son universales e inamovibles, sino que presentan diversas aristas que se reflejan en el caso por caso. En la historia de Joan, cabe preguntarse hasta qué punto la muerte del padre en la realidad afectó al atravesamiento del proceso adolescente.
Por otro lado, los autores no abordan qué ocurre cuando a los procesos de duelo que debe realizar el adolescente respecto de su cuerpo infantil, su identidad infantil y la relación con los padres de la infancia, se suma un duelo por la pérdida real de uno de los padres. ¿Habría allí un sentimiento de culpa por la agresividad manifestada que impida la construcción de la identidad adulta? ¿Podría pensarse que al morir el padre efectivamente, Joan pasó a ocupar su lugar, a reemplazar la figura del padre dentro de la imagen familiar incorporando sus características?
Por otra parte, y para finalizar, el proceso adolescente posibilita la exploración sexual-genital, el encuentro con los otros, la curiosidad y la capacidad de tener experiencias, de querer incursionar en el mundo, de probar cosas nuevas —muchas veces cosas prohibidas o despreciadas por los adultos—. Estas son cuestiones que la serie aborda en relación al personaje de Joan —como cuando decide hacerse un piercing sin avisarle a sus padres, o cuando miente para ir a una fiesta y se excede con el alcohol, o cuando prueba cigarrillos de marihuana—, pero que no se desarrollaron en el presente trabajo, y quedan abiertas para una futura investigación.
Referencias
Grassi, A. (2010). Entre niños, adolescentes y funciones parentales. Psicoanálisis e Interdisciplina. Buenos Aires: Editorial EntreIdeas
Knobel, M; Aberastury, A. (1971). La adolescencia normal: un enfoque psicodinámico. Buenos Aires: Paidós.
Lozano, H. (Productor). (2015). Merlí [serie de televisión]. Barcelona: Veranda TV.
Rassial, J.J. (1999). Los padres del adolescente. En: El pasaje adolescente. Capítulo 7. Ediciones El Serbal Madrid.
Winnicott, D. (1972). Realidad y juego. Barcelona: Gedisa.
NOTAS
Tomando en consideración los desarrollos expuestos en este interesante trabajo, querría hacer un contrapunto respecto a dos cuestiones en torno al proceso identificatorio y la muerte del padre.
Por un lado, la elección de filosofía como posible profesión a futuro, entendida en el texto como una salida exogámica, más allá de poner distancia de los mandatos paternos (tomando el derecho como punto de identificación al padre/Jaume), es un nuevo punto de identificación al Ideal de un otro (Merli, el profesor), que de alguna manera juega como nueva figura parental. En este sentido, me parece una búsqueda adolescente de ruptura con el otro parental, que estaría en tránsito y a medio camino, de encontrarse con el propio deseo.
Por otro lado, no sabemos si la elección de la abogacía como profesión de vida lo deja pegado al mandato paterno, o es solo un punto de identificación al padre que le ha permitido servirse del padre, para ir más allá de el -cómo refiere Lacan-. El éxito y la alegria que trasunta no nos aseguran esto, pero tampoco podemos decir que quedó subsumido al mandato.
Leyendo el artículo, intento reformular alguna opinión en relación a lo leído. En este sentido, creo que el dilema que se le presenta a Joan es: ¿cómo conservar a mi padre diferenciándome de él? Para esto debe atravesar -como señala el autor- la culpa por la agresión propia del proceso de crecimiento, que se cristaliza en la frase: “no quiero crecer”. La muerte agrega un duelo más a los duelos de la adolescencia; la melancolía, camino facilitado que perpetúa el duelo conservando al muerto, identificándose con él, es uno de los estados que podrían esperarse en los casos en los que el asesinato simbólico coincide con la muerte real del padre. A su vez, puede indagarse la función del padre desde la perspectiva lacaniana, función que tiene un correlato significativo con el mundo simbólico y la profesión que Joan finalmente desarrolla: abogacía. No solo por ser la profesión de su padre, sino porque está implicada la ley y la justicia. Podríamos preguntarnos: ¿a quién defiende Joan?
El capítulo final, que como señala el artículo permite pensar que algo del proceso puberal/adolescente se vio interrumpido por la pérdida, podría entenderse a su vez como el logro de Joan de identificarse con su padre, rescatando sus aspectos positivos y resignificando el mandato como un deseo personal, propio. Nunca se sabrá hasta qué punto el duelo fue influyente en esto. El muchacho se transforma en un abogado exitoso, como su padre quería. No obstante, su aparente satisfacción se ve matizada por su dicho irónico: “me paso el día entre juicios, procesos de quiebra y eso”. Hay algo ambivalente en su posición; es difícil saber si ha seguido la pista de su deseo o ha resignado su crecimiento por la tragedia de la pérdida.
Es posible trazar una relación entre el escrito y una lectura del ensayo Tótem y Tabú (1913). Es importante comenzar a indagar el lugar que ocupa la ambivalencia afectiva de Joan hacia su padre, la “horda primordial” del proceso adolescente le manifiesta su odio en diversos momentos, por ser el perturbador del goce, pero al final se lo llora porque también es amado, siendo la muerte el atenuante de la ambivalencia, dejando una suerte de cicatriz identificatoria en Joan.
La muerte del padre, trastoca la escena del sujeto, y en lugar de consumar su deseo de estudiar filosofía, se identifica con el padre muerto y termina siendo abogado como él, en un movimiento que podría considerarse hasta irónico, introyectándose “la ley del abogado”. El padre es más fuerte que nunca, se origina un sentimiento de culpa y el establecimiento de una ley donde su deseo pesa mas muerto que vivo, quedando venerado como un tótem. Joan queda identificado a este padre desde su profesión, incluso su vestimenta al acudir a la reunión de reencuentro, casi calcado hasta en el nombre con su padre Jaume/Joan. No es casualidad esto último, pues el tótem es una sustitución del padre, y a partir de la añoranza, la identificación de Joan es una forma de ser igual que el padre tomando su lugar, pero no del todo, ya no puede tener la omnipotencia de ese padre que no está pero que aun así opera de dos formas, como interdictor de ley y como figura de añoranza.
Del “duelo” simbólico al acto creativo :
Retomando ideas de A.Camus y su libro “El hombre rebelde”(1951) y el asesinato simbólico expresado por Winnicot (1971), respecto al personaje Joan, de la serie Merlí, se utilizará la expresión “duelo” para marcar una etapa posterior al asesinato y al mismo tiempo una posible lectura, como consecuencia del mismo. Según el autor francés, un hombre rebelde es un hombre que dice no, pero en su negación, no hay renuncia, sino que se genera un movimiento. En el caso de Joan, este movimiento esta dado por su negación a aceptar los limites y condiciones propuestas por la figura del padre, en un juego dialéctico se podría pensar que si bien este asesinato es llevado acabo en el inconsciente, el duelo es expresado en la acción específica que se proyecta en el comportamiento consciente. Por otra parte se podría inferir un segundo movimiento, el del acto creativo, creativo en tanto búsqueda y apertura hacía una nueva opción en detrimento de lo negado e impuesto. En este sentido se podría pensar a la singularidad como lo creativo de la subjetividad o viceversa y en ese proceso cuestionar al mismo tiempo si no somos artistas de nuestra propia personalidad ; Según Nietzsche el artista no tolera lo real, pero aún así no puede prescindir de ello. A partir de Camus y su frase “si el mundo fuera obvio, el arte no existiría“(1942), una analogía posible sería: si la subjetividad fuera clara, el artista no existiría.
Película:Merlí
Titulo Original:Merlí
Director: Héctor Lozano
Año: 2015
Pais: España
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