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Los Coristas, lo traumático, lo vulnerable, lo resiliente

por Carroll, Raúl Hugo, Córdoba, Juliana, Delego, Adriana Estela

"La felicidad no necesita ser transmutada en belleza, pero la desventura sí."

Jorge Luis Borges.

Psicopatología, Pedagogía y Cine

El film “Los Coristas” (Christophe Barratier. Francia. 2004), nos cuenta una historia relacionada con la música. El planteo de su Director, también músico, en una muy lograda adaptación de "La Cage aux Rossignols" -La Jaula de los Ruiseñores-(Jean Dréville, 1945) le otorga a la producción artística un lugar esencial. Arte que provoca un renacer del desarrollo psicológico tras el trauma.

La historia desgrana un encuentro significativamente humano, que permite re-definir el sentido del dolor antiguo, profundo, de la experiencia traumática, a la vez que nos introduce en los secretos de la teoría de la resiliencia.
La historia –verídica, por cierto- nos conmueve profundamente, a la vez que nos atrapa en una suerte de encanto por otro tiempo, por otras imágenes y por otras voces, distintas de las que nos rodean. ¿Cuál es este poder oculto que nos obliga a quedar capturados por los gestos, la mirada y la voz de los otros?

A través del Cine, nos reconocemos y nos diferenciamos. Se nos presentan la posibilidad de otras realidades, otras redes afectivas, ideológicas, religiosas, profesionales… otras veces bascularemos del nosotros al “los otros”. Recurso privilegiado para identificar nuestro «yo» y reconocer la existencia del «otro», la experiencia artística nos hace concientes de nuestra individualidad existencial y también de un yo colectivo de pertenencia, un «nosotros», con el que nos sentimos identificados.

Así como nuestros maestros, los libros que leemos y la música que escuchamos, las películas que vemos, nos moldean, a la vez que se ofrecen como superficie de inscripción de modos de pensar nuestra época y los mundos pasados y futuros.

Hoy lo audiovisual no queda sujeto al cine, nos atraviesa con formatos diversos: serie, documental, corto, video, pantallas de computadoras, publicidad. Así el objetivo es, desde lo audiovisual como recurso didáctico, contribuir a la comprensión de los problemas de nuestro campo.

Porque la Pedagogía no sólo está presente en marcos curriculares cerrados, sino que se despliega en todas aquellas prácticas que invitan al ejercicio del pensamiento, y que, por ejercerlo, nos posiciona en nuevos lugares, nos permite abordar los problemas con los que nos enfrentamos como educadores y como terapeutas.

Si bien es prácticamente imposible conocer sin recortar, procuraremos ver circularmente, a modo de red, en un ejercicio de extrapolación teórica, la interacción entre las condiciones traumáticas, vulnerables y resilientes en la selección de la trama argumental de Los Coristas.

El internado, las voces del silencio, lo traumático

La secuencia inicial nos presenta la apostura elegante de Pierre Morhange. La corrección preside la conducta profesional y mesurada del Director de Orquesta que enjuga su llanto y sale a escena, en una Nueva York que lo espera; mientras sobrelleva la noticia de la reciente muerte de su madre en Francia. Vemos como Pierre puede pensar su herida de un modo tal que le resulta soportable.

Ya en Francia, Pierre recibe la visita de “Pepinot” a quien casi no recuerda. Los dos hombres, sí se re-conocen en un nombre: “ Fond de L’Etang” , y en una imagen sepia característica de una foto de escuela, que los muestra niños, niños de escuela. Se nombran en la foto y nombran al “prefecto”: Clément Mathieu. En un breve diálogo, Pepinot le obsequia a Pierre, un cuidado “diario”, legado de Mathieu:

Pierre – “Fond de L’Etang . Año 1949.”

Pepinot- “Mathieu llevaba un diario cuando trabajaba en Fond de L’Etang. Esa es su historia…y la nuestra también.”

Los trazos del manuscrito, toman el protagonismo del relato, se trocan en imágenes y nos trasladan a la Europa de posguerra, a la llegada de un Clement Mathieu desencantado, músico frustrado, tomando lacónicamente como una necesidad, no como una opción, el cargo de prefecto en “Fond de L’Etang”. La traducción Fondo del Estanque, nos ubica en el lugar otorgado: el fondo, el lugar último; el estanque, el lugar donde el agua, elemento vital, no fluye, se detiene, estancándose. “Fond de L’Etang” es finalmente una institución-depósito de niños problemáticos.

Situar la película en 1949 no es casual. Después de la guerra se constituyeron los famosos centros de reinserción llamados comúnmente correccionales. En esa misma época se creó la Protección Judicial de la Juventud (PJJ), que confirió a los niños de un estatuto jurídico distinto del de los adultos. Eran los comienzos de una especie de psiquiatría infantil oficial, con todos los errores que eso lleva consigo. Se definían perfiles psicológicos con una preocupación, que se pretendía loable, de observación.( como ocurre desafortunadamente con Mondain).

El final de los años cuarenta es una época traumatizada: se acababa de salir de la guerra y, en ese período de crisis, los padres tenían otras prioridades que la educación de los hijos. Pensar la misma historia adaptada a nuestra época parece impensable sin desvirtuar su guión. Habría que abordar el universo de las ciudades, de la reinserción, de la integración, de la delincuencia. Las prioridades, hoy poco tendrían en común con las de los años cincuenta.

Partimos de una definición si se quiere, clásica, de Laplanche y Pontalis sobre el trauma como “el acontecimiento de la vida de un sujeto caracterizado por su intensidad, la incapacidad del sujeto de responder a él adecuadamente y el trastorno y los efectos patógenos duraderos que provoca en la organización psíquica.”

Tradicionalmente, el término remite a un sujeto prisionero inexorable de procesos repetitivos generadores de displacer, encarcelado en un circuito de eterno retorno; en un pasaje de sujeto a objeto de la propia experiencia. En este encarcelamiento se encuentran los chicos de “Fond de L’Etang”, no en un internado, sino en una suerte de cárcel legitimada. Allí vemos a Pierre y a Pepinot, no en una escuela. Allí transcurre la infancia, infancia signada por lo traumático.

Podemos ver que Pierre Morhange, voz consagrada, artista consumado, fue un niño que languidecía abrumado por las carencias afectivas en un centro de acogida francés. La dimensión de la temporalidad y de la causalidad se integran en la obra, otorgando sentido, diríamos, todo su sentido, toda su eficacia, en un tiempo posterior al de la primera inscripción. Un après-coup, otorga a las primeras escenas un significado nuevo.

El término après-coup es considerado como un concepto, y como un concepto no despreciable. Desde sus primeras obras, Freud destaca que experiencias vividas sin efecto inmediato notable pueden tomar un sentido nuevo desde que son organizadas, reinscritas ulteriormente en el psiquismo. Incluso a partir de ese esquema se introduce lo traumático.

Se nos muestra a los dos hombres, niños. Niños resabios de la guerra, de genocidios, niños víctimas también de la marginación social, del abandono, niños-víctimas, una vez más de aquellos que no ejercen el rol de protección de la vulnerabilidad, simplemente ejercen el maltrato, aplicando métodos lamentables y que conviven con sus frustraciones propias en el “Fondo del Estanque.” Paradojalmente, este grupo de niños con fama de indisciplinados es el que lucha por salir adelante tras los muros de un internado autoritario de reglas, transgresiones y castigos. Lucha, pero no puede.

La figura de Rachind, Director del internado hace el contrapunto de Mathieu. Hombre interesado sólo en su propio beneficio, Rachind pendula entre la intrusión y el abandono. Se muestra imposibilitado de acompañar en lo decepcionante. La patología institucional encarna desde el debilitamiento de los lazos libidinales.

Así lo traumático nos remite a un aspecto del vivir que cuesta asumir naturalmente, lo traumático que le marca a cada persona, en diferente medida, que posee un límite en su capacidad de procesamiento elaborador.

Lo traumático cobra así una dimensión nueva, muy cercana al posicionamiento de Benyakar: como componente inexorable de la vida de todos, dejando caer la fantasía de que lo traumático, solo es excepcional.

La infancia injuriada, lo vulnerable

La vivencia traumática suele generar y estar asociada a una condición vulnerable, ésta implica un modo de funcionamiento psíquico donde predominan las respuestas somáticas o comportamentales, independientemente de la clasificación nosológica que se realice.

El término "vulnerabilidad" proviene del latín “vulnus”, que significa herida, y alude a fragilidad o posibilidad de ser dañado.

Herido, vulnerable, dañado, vemos a un Pierre que pelea, se burla, agrede. Es hijo de Violette, una madre soltera desesperada por el niño; ladrón introvertido de rostro angelical, expulsado de la Escuela por no dejar de huir y enviado al internado por un Juez.

Pequeño, perdido, temeroso, vemos a un Pepinot, huérfano, sumido en la fantasía de un padre imaginario que vendrá por el un sábado. Pepinot no escucha, no se integra, no aprende; está detenido, como su tiempo interno, en una espera perpetua.

Se realizaban experimentos, como ocurre lamentablemente con Mondain, un adolescente con desordenes severos de personalidad, que infringe sufrimiento de manera permanente.

A Mathieu lo sorprende la cruda realidad de la rutina del colegio, y los métodos utilizados por el director en su intento de imponer disciplina. Rutina naturalizada que despierta en él, desconcierto y compasión por los niños. Qué ve cuando llega?... niños esclavizados limpiando el piso, trampas mortales hechas por alumnos, un director imponiendo castigos físicos al azar, un suicidio. Una circularidad de acción-reacción sobrevuela todo juicio. Se distorsiona el principio ético de respeto y cuidado de la dignidad humana como valor intrínseco de la persona, en este caso en situación de vulnerabilidad aumentada.

La presencia de este principio de “acción –reacción”, no se restringe a aquel perdido lugar. Este principio gobierna muchas relaciones personales, familiares, laborales. En primera instancia parece solo un principio reduccionista: “El que la hace la paga”. Y, por desgracia, es, mayormente, el más inmediatamente aplicable, para resolver una situación. Sin embargo, no es el único posible y tampoco el mejor. El incendio que asola el Centro, muestra elocuentemente hasta que punto este principio tiene un enorme poder de destrucción. También la reacción puede venir del otro lado, que ha aplicado la misma lógica perversa.

Temeroso, azorado, despreciado, Mathieu, también es vulnerable entre el autoritarismo reinante y las burlas de los internos que lo bautizan “calva de plomo”; pero no es cómplice y resiste, mientras intenta alcanzar acuerdos con niños y adultos.
Fortuitamente, descubre que la música atrae el interés de los alumnos, y se entrega a la tarea de familiarizarlos con el canto. A escondidas, a mitad de la noche, ensayan estrofas y se ríen de sí mismos: la letra de “ NOUS SOMMES DE FOND DE L’ETANG”, refleja la condición vulnerable de los integrantes del incipiente Coro:

Querrec es el pan seco

Leclerc no es muy claro

Boniface no es locuaz

Carpentier no sabe contar.

Somos de Fondo del Estanque

es por lo menos desconcertante

somos de Fondo del Estanque

Y es que esto es fastidioso.

Somos de Fondo del Estanque

es por lo menos desconcertante.

somos de Fondo del Estanque.

Y es esto, que es fastidioso.

Pero la vulnerabilidad es también un potencial. Se diferencia de la noción de disposición determinista que alude a una suerte de tendencia definida, siendo en realidad más una probabilidad que puede cambiar de signo en determinadas circunstancias asociadas a nuevos vínculos intersubjetivos y a condiciones facilitadoras.

Hay una frase muy bella de “San Mathieu”: “Están cantando….no cantan bien, pero cantan.” El canto es siempre el territorio de la esperanza. Hay un refrán popular que sentencia: “Quien canta, su mal espanta”.

La música compuesta por Clément Mathieu, lentamente comienza a tejer la trama del tejido de la resiliencia. Es un reclamo a la desantención de la vulnerabilidad infantil, que se troca oxymoron, como lo muestra “ VOIS SUR TON CHEMIN”:

Mira tu camino

A los niños olvidados, perdidos

Dales la mano

Para llevarlos

A otro mañana.

Siente en medio de la noche

La ola de esperanza

Ansia de vivir

Sendero de gloria

Alegrías infantiles,

Olvidadas, borradas demasiado pronto

Una luz dorada brilla eternamente

Al final del camino.

Las voces, el Coro, lo resiliente

La metáfora del tejido de la resiliencia permite dar una imagen del proceso de reconstrucción de uno mismo. A la cicatrización de la herida se añadirá la metamorfosis de la representación de la herida, la cual nunca será segura…
En términos de Zukerfeld, el constructo resiliencia, parece ser una evolución de la vulnerabilidad, es decir, de la posibilidad de que lo traumático active potenciales subjetivos transformadores. Esto implicaría la existencia de potenciales inconscientes salutogénicos coexistiendo con las tradicionales resistencias inconscientes, que podrían ser activados en determinada condición relacional.

El vínculo que establece Mathieu, con sus alumnos, con la música, con sus colaboradores e incluso con el Director, entre la desesperación y el esfuerzo sincero, se lee como una historia de amor. Mathieu logra formar con ellos un Coro. Su trabajo, "rescata" a los niños de la apatía y la actuación, a la vez que lo rescata como músico, en una co-elaboración, que hace posible trascender y transformar las experiencias, prisioneras del funcionar traumático. Su accionar es, sin saberlo, a la vez pedagógico y terapéutico.
Es importante aquí diferenciar actitudes y comportamientos sobreadaptados, que pueden impresionar como formas exitosas de afrontar la adversidad, pero que no implican transformación alguna. Mientras que la subjetividad resiliente, es más cercana al “poeta” que narra y crea. A propósito, una de las bellas metáforas de Cyrulnik alude a que el resiliente tiene más de poeta, que de Superman.

Las canciones de Mathieu, componen un repertorio sencillo y absolutamente bello que cobra vida, cuando es interpretado por las voces de los niños. Los niños “sin remedio” de “Fond D’ Etang” comienzan a re-conocerse como “Los Chicos del Coro”. También comienzan a ser conocidos, situación aprovechada por el Director para lucirse en sociedad y escalar posiciones.

El maestro descubre al talento en bruto, también indisciplinado; lo educa con esmero y lo enlaza con la música para siempre, de modo determinante. En el fondo del estanque estaba escondida la preciosa voz de Pierre Morhange. ¿Cómo es posible que precisamente allí, exista algo tan bello y valioso? Ni siquiera el joven Pierre es consciente de su don. El don es un regalo que se debe cuidar pero que no procede de una conquista sino de algo gratuito que nos ha sido dado. En “Carresse sur l’Océan”, Pierre va a ser comparado con un pájaro aterido por el frío invierno, pero que recibirá una caricia del océano (el don) que le permitirá volver a volar:

“Una caricia en el océano

deja al pájaro tan ligero

sobre la piedra de una isla sumergida

Por fin tu soplo se va lejos,

entre las montañas.

Gira con el viento,

despliega tus alas,

en el alba gris de levante,

halla un camino hacia el arco iris,

llegará la primavera tranquila

sobre el océano.”

Descubre en Pepinot al niño adorable, y le otorga el lugar de asistente del director del Coro, le asigna un lugar y lo defiende de otro, del lugar de niño imposibilitado.

El oxymoron se presentiza y revela el contraste resiliente de aquel que, al recibir un gran golpe, se adapta dividiéndose. La parte de la persona que ha recibido el golpe sufre y produce necrosis, mientras que otra parte mejor protegida, aún sana pero más secreta, reúne, con la energía de la desesperación, todo lo que puede seguir dando un poco de felicidad y sentido a la vida.

“Fond L’Etang” se re-descubre como un nuevo oxymoron, donde confluyen entre muros derruidos, la escasez y la penuria junto a la fortaleza de la música.

La banda sonora, a cargo de Bruno Coulais, fue concebida como “música que reflejara el poder de la música”; protagonista absoluta en la película, nos muestra los sucesivos progresos de “Los chicos del Coro”, tanto musical como subjetivamente. Alude a cierta potencialidad presente en el sujeto aún después de la abrupta caída. Emerge como la producción de un colectivo de pertenencia.

El Coro consigue huir de la imagen estereotipada de pequeños coristas asociada con canciones de Navidad y veladas junto al fuego. Muestra la potencia de la música y no utiliza prácticamente el repertorio conocido de la época. La experiencia, le otorga sentido al grupo, en un encuentro significativo, en la construcción de un relato integrador. De aquí el valor sustantivo del relato ya que “ para metamorfosear el horror hay que crear lugares donde se exprese la emoción… la transformación se realiza apenas se la puede esbozar, poner en escena, convertir en relato o en reivindicación militante”.

Clément Mathieu en un pasaje de prefecto-vigilante a maestro-padre, se oferta como pilar de resiliencia, como figura de apego disponible y receptiva en caso de necesidad, como otro significativo. Aparecen otros significativos: el portero bonachón y el profesor de gimnasia, que toman la causa del maestro, mientras se conforma una red vincular, que actúa de forma reestructurante de la subjetividad injuriada.

Podemos pensar lo resilente como posibilidad. Posibilidad que contemple el riesgo de realizar acciones para transformar, en algún sentido, aquellas realidades que pueden arrasarnos. Posibilidad solo posible a través del papel fundamental que posee la calidad de la narrativa y su construcción con otro. La confianza en otro incrementa la autoconfianza. El desarrollo resilente tiene como condición necesaria, la imprescindible existencia de vínculos intersubjetivos. Pero además, jerarquiza, en realidad, los desarrollos de las corrientes psicosociales que se ocupan del valor de las redes sociales y del apoyo social.

La resolución de la película, nos muestra nuevamente a ambos hombres adultos, leyendo el diario inconcluso de Mathieu. Pierre quiere saber que pasó con el prefecto, luego de su despido, tras el incendio del internado, acto de venganza consumada por nuestro psicópata Mondain, luego de ser enviado a prisión por Rachind injustamente.

Pepinot, evidentemente vinculado con Mathieu, tendrá las respuestas. Respuestas que en sus palabras, son también su historia:

Al día siguiente del despido de Mathieu, Violette Morhange se llevó a su hijo del internado y no se separó de él. Pierre fue admitido en el Conservatorio de Lyonn. Su destino de éxito es conocido.

Los guardias denunciaron los abusos de Rachind, se interrogó a los niños. Rachind fue despedido.

Rechazado como pareja por Violette Moranghe, Clément Mathieu, dio lecciones música toda su vida, sin buscar fama. Se reencontró con la música y encontró su familia. Se construye un doble movimiento entre Pepinot y Mathieu, decisivo en el proceso de subjetivación: la disposición de Pepinot de posicionarse como su hijo y la de Mathieu de poder alojarlo.

Mathieu, que partió de Fond L’Etang despedido un sábado, llevó a Pepinot consigo. En una apuesta esperanzada, tranquilizadora, Pepinot encuentra a ese padre anhelado. Aunque no se asegure la cura, ver a Pepinot adulto, nos lleva a suponer que gracias a Mathieu, ahora su padre, pudo haber construido internamente una madre en cuyos brazos descansar.

La película nos acerca, como la cita de Borges sobre la siempre inasible, pero tan necesaria felicidad, a su contracara, la desventura: “La felicidad no necesita ser transmutada en belleza, pero la desventura sí.”. Las palabras del personaje de Mathieu, coinciden con el planteo: “Nunca nada está realmente perdido…”. En este punto sería interesante que descubriéramos lugares donde se manifiesta este “poder oculto de la belleza”: el arte, la naturaleza, las personas…

La “maravillosa desgracia” de los integrantes del Coro, explica en el planteo de Barratier una mirada posible de otorgar un sentido al sufrimiento y procurar conjurar la tragedia. La capacidad de un material para resistir los efectos de fuerzas exteriores, que en física se denomina resiliencia, se aplica aquí a los intentos de las personas para sobreponerse a la adversidad y producir la trasmutación del infortunio.

En un planteo que entendemos como no utópico, la ópera prima de Barratier y la cita borgeana, convergen, en reconocer que no existe reversibilidad posible después del trauma. Ya nada será lo mismo. Existe una perentoria necesidad de metamorfosis.

La experiencia artística, jugando con la emoción, nos convoca en la posibilidad de redefinir el sentido del dolor gracias al vínculo que supone el encuentro. Como el Himno a la Noche de Rameau, nos permite vislumbrar, una esperanza entre las sombras. Esperanza en un mañana menos frío, menos duro, más suave. La noche sólo aparentemente es oscura.

HINMO A LA NOCHE

HYMNE A LA NUIT

“La sombra que te acompaña

es tan dulce,

tan dulce es el concierto

de tus voces cantando

la esperanza.

Tan grande es tu poder

Que lo transforma todo en un sueño.

Oh, noche,

ven a traer a la Tierra

el tranquilo encanto

de tu Misterio.

La sombra que te acompaña

es tan dulce.

¿Existe una belleza

tan bella como el sueño?

¿Existe una verdad tan dulce

como la esperanza?

Bibliografía

Benyakar, M y Lezica, A. Lo traumático. Clínica y paradoja. Editorial Biblos. 2005.

Bruner, J. Realidad mental y mundos posibles. Gedisa Editorial. España. 1996.

Córdoba, J y Delego, A. Inteligencia y Resiliencia en pacientes crónicos graves. Publicación Congreso Argentino de Psiquiatría. APSA Mar del Plata. 2007.

Córdoba J, y Delego, A. Trauma, vulnerabilidad, resiliencia. Ficha de Cátedra. Abordajes Interdisciplinarios de la Clínica Psiquiátrica. APSA. Buenos Aires. 2009.

Cyrulnikc, B. La maravilla del dolor. Gránica. Barcelona. 2001.

Cyrulnikc, B. Los patitos feos. La resiliencia: una infancia infeliz no determina la vida. Gedisa. Barcelona. 2002.

Cyrulnick, B. El amor que nos cura. Gedisa Barcelona. 2005.

Freud, S. (1930) El malestar en la cultura. Obras Completas. Amorrortu Editores. Buenos Aires. 1978.

Grotberg, E. “La resiliencia en acción”, trabajo presentado en el Seminario Internacional sobre Aplicación del Concepto de Resiliencia en Proyectos Sociales, Universidad Nacional de Lanús, Fundación Van Leer, 1997.

http://www.ucema.edu.ar/cultura/cine2006/loscoristas.html

Laplanche, J y Pontalis. Diccionario de psicoanálisis, Labor, Barcelona, 1971.

Rameau, Jean Phillipe. “Hymne à la Nuit”. Opera “Hippolyte et Aricie” (1733).

Romero Day, P. Acompañar, a qué? Revista Imago Digital. N°149. Buenos Aires. 2011.

Zukerfeld, R y Zukerfeld Zonis, R. Vicisitudes de lo traumático: Vulnerabilidad y Resiliencia. Lo traumático. Clínica y paradoja. Addenda. Editorial Biblos. 2005.



NOTAS





COMENTARIOS

Mensaje de Hugo Carroll  » 14 de noviembre de 2011 » hugocarroll@fibertrel.com.ar 

Elegimos trabajar desde una película amable, un asunto complejo: la educación de los
jóvenes con mayor riesgo social. Al presentar de forma acentuada el
contraste entre dos forma de enseñanza y dos mundos de valores nos permite
comprobar las posibilidades del diálogo educativo por sobre la imposición del castigo.

Celebramos que hubiera otra mirada por sobre “Los Coristas” que consideramos necesariamente complementaria de nuestro recorrido teórico. Coincidimos en el análisis de Elizabeth Ormart sobre la figura del Director: “El director parte de la idea de que esos niños son causas perdidas, que todos son descartables, que nada bueno puede esperarse de ellos. Consecuentemente, el ambiente de aprendizaje está desprovisto de cualquier estímulo. Se busca corregir al que se equivoca, desde la expectativa de que todos fallarán en algún momento.”
El nombre, “El fondo del estanque”, es una opción que marca este lugar y lo convierte en un basurero de personas. Rachin, el director, es su representante. Así lo expresa, cuando tiene que reconocer su error tras castigar a un inocente “Si hoy no es culpable, lo habría
sido mañana. Esa gente no tiene remedio”.

Proponemos un diálogo: ¿Es posible que una persona pueda cambiar? ¿Todos o solamente algunos? ¿Puede cambiar alguien cuando nadie espera que cambie?
Elegimos una vía de análisis que se desplaza por los ejes de lo traumático (en los adultos y en los niños), lo vulnerable atravesando toda trama y lo resiliente; para poder desplegar lo posible, como lo muestra Barratier.
Mientras el director rechaza explícitamente a estos niños. Mathieu, transita de manera eficaz el malestar, incluso a la hora de seleccionar a los integrantes del Coro. Para el maestro, las diferencias no suponían desprecio, de modo que todos encontraron su lugar. Trasmitía pasión y hacía que los chicos se apasionen también. Contrariamente, para el director todos los chicos son despreciados y despreciables. En su mirada, lo no querido es además humillado: una des-humanización que se hace recíproca, ya que desde el paradigma de acción-reacción intentaba imponer disciplina y generaba lo contrario.
Los límites que impone el director, desde el autoritarismo, terminan dejando solos a los niños. Mientras el prefecto ponía límites de modo firme, pero no autoritario. Recordamos aquí la función de los límites, de regulación no de imposición. Otro aspecto y signo de madurez bien adquirida del prefecto, es que él respetó a la autoridad del director, a pesar de no estar de acuerdo con su estilo autoritario. Pese a no compartir la pedagogía del lugar, esto no paralizaba su productividad y creatividad. Creatividad que convierte a Los Coristas y a su director en artistas.

El descenlace nos muestra a Mathieu, que despedido deja la condición de artista, para retomar su condición de hombre corriente: “Me llamo Clement Mathieu, músico
fracasado, prefecto desempleado” Mathieu siguió enseñando música hasta el final de sus días. Sin intentar darse a conocer. Todo lo que hacía se lo quedaba para él. Esta es la escena final. Parece que en ella se cuenta la historia de un fracaso, la historia de un hombre olvidado.

Sin embargo, como espectadores somos testigos de una memoria que han recuperado Pepinot y Pierre como adultos. Sus vidas han sido así gracias a la vida de Mathieu. Su vida no se perdió sino que fue eficaz en ellos.
Pero además la película nos deja una pregunta: ¿Sólo para ellos?

¿Quizás no ha sido también eficaz para nosotros?
Aquí el cine recuperando la función de la memoria se convierte en un poderoso
elemento de motivación interior.

Gracias por los comentarios, y por el encuentro.
Juliana, Adriana y Hugo.



Mensaje de Esteban Zacharczuk  » 14 de noviembre de 2011 » ezach2@yahoo.com.ar 

El desarrollo de este trabajo me conectó con la posibilidad de revivir la película una vez más. De hecho es casi imposible verla y no remitirse a la implicancia pedagógica que despliega la trama.
Si bien está presentes dos principios opuestos: La llamada “pedagogía negra” y la teoría socio-histórica de Lev. S Vigotsky. A comienzos del siglo XIX comenzó a imperar en toda Europa un tipo de educación denominada ‘pedagogía negra’. Entre sus principios se destacan el sentimiento del deber que el niño debía tener frente a los padres y maestros, el adulto como la personificación misma de la razón: los niños no merecían ningún respeto, las manifestaciones de afecto y ternura en el ámbito familiar y escolar eran consideradas nocivas, la dureza y la frialdad ayudaban a preparar para la vida, en tanto fortifican el cuerpo y el espíritu, el niño debía obedecer y someterse a la autoridad del padre y el maestro.
Analizando los planteamientos que rigieron la pedagogía negra bien se podría intelegir que se caracterizó por el silencio o eclipse al que se vio confinado el niño y ello si se tiene en cuenta que el ideal educativo de esta época se centro en lo que bien se ha denominado ‘la era de la voluntad’, es decir, la formación de seres humanos capaces de un dominio absoluto sobre si y sobre los demás, atributo que se lograría a partir de una pedagogía, la ‘pedagogía negra’ y un método de disciplina, acción-reacción, basados en la violencia. La figura del Director Rachind, encarna esta pedagogía.
Como su par opuesto, antinómico, pero además superador, aparece la perspectiva socio- histórica, representada por el prefecto. El prefecto, desde la virtud “cuidado” desarrollada en él, y con una muestra de su “capacidad de amor” por las generaciones futuras, logró hacer que estos niños y adolescentes desarrollen la habilidad necesaria para formar parte de un grupo y ser competentes para llevar a cabo una tarea juntos.
Los chicos al formar el coro inician un camino común, al principio como
balbuceo, luego como parte de las clases, más adelante en la clandestinidad
y por fin con el reconocimiento público. El trabajo en común ha mejorado
no sólo la armonía de sus voces sino también la de sus relaciones. El coro les
ha descubierto su capacidad de realizar un proyecto común valioso.

En un proceso de complejización creciente, van modificando sus estructuras previas.
Aparece la mirada Vigotskiana, que otorga importancia nodal a lo social para el aprendizaje, a modo de reconocimiento del otro en su rasgo de humanidad compartida.



Mensaje de Mariana Gutiérrez  » 11 de noviembre de 2011 » marug87@yahoo.es 

En primer lugar quiero felicitarlos por el hermoso trabajo y análisis realizado. Disfruté al leerlo tanto como disfruté de la película cuando la vi.

Me pareció muy interesante la articulación con los conceptos de resilencia, après coup y vulnerabilidad.

Si bien, las aristas de la película son inagotables, se me ocurrió que sería pertinente pensar lo que ustedes llaman como "patología institucional" desde lo que Ulloa define como cultura de la mortificación. Además permitiría realizar una lectura análoga de lo que sucede en ese orfanato como institución de encierro, para la situación actual de algunas instituciones.
Considero que, al empezar, la película configura la imagen de una encerrona trágica a la que están sometidos los niños cuando para vivir dependen de alguien que los maltrata o los distrata, sin que haya legalidad que medie.
En esa línea, tal como ustedes lo plantean, pensar el lugar que viene a ocupar la música ,el cantar, traída por ese maestro tan especial, como un movimiento subjetivante, creador y desalienante. Movimiento que va más allá de una queja, es un saber-hacer con la situación mortífera en la que viven. A través de ella, dicen, y al decir producen algo nuevo, arte. Un quiebre, una salida, una apropiación fundadora.

Fue un placer leer su trabajo, que tiene mucho de obra artística.



Mensaje de Maribel Soto Arguedas  » 10 de noviembre de 2011 » fancas@ice.co.cr 

Muy claro y sustentado el comentario, nos permite pensar la resilencia como el amor otorgado por el otro, además de articularlo con el arte como la manifestación por excelencia del ser humano y que permite una comunicación aun cuando no hay espacio para la palabra.




Película:Los Coristas

Titulo Original:Les Choristes

Director: Christophe Barratier

Año: 2004

Pais: Francia - Suiza - Alemania

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