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Una versión de la historia

por Lipper, Alejandra

Resumen

En el presente trabajo nos proponemos realizar un análisis acerca del largometraje Locke (de Steven Knight) en base a las herramientas que nos brinda el psicoanálisis. El protagonista será tomado a la manera de "caso clínico" y se hará especial énfasis en conceptos como "superyó"; “regresión libidinal”; “necesidad inconsciente de castigo”; “acontecimiento traumático”; “compulsion de repetición”; entre otros que guiarán este desarrollo.

Palabras Clave: superyó | pulsión | regresión

Introducción

Siempre que elegimos contar algo en realidad estamos haciendo un recorte subjetivo de la información que, nos parece, narra la historia. Así es que presentaremos a continuación nuestra propia versión de la película para que podamos, luego, desarrollar el trabajo clínico que nos convoca.

Locke es la historia de un hombre que está a punto de convertirse en padre de un hijo que fue concebido una noche solitaria y pasajera con una mujer que apenas conoce. Ella, de aproximadamente cuarenta y cinco años, está sola en la vida y decidió tener al niño porque considera que aquella es su última posibilidad para poder ser feliz. En ningún momento en la película Locke parece enojarse con esta mujer ni con la decisión que ha tomado; tampoco se enoja consigo mismo. Daría más bien la sensación que acepta las cosas tal como se presentan. Sin embargo, a diferencia de ella, Locke no está solo en el mundo. Por el contrario, tiene una esposa y dos hijos que lo están esperando ansiosos en casa para ver el partido de fútbol americano del equipo que alientan desde siempre. Por primera vez, su mujer se ha puesto también la camiseta y ha comprado cervezas y salchichas para la ocasión.

Pero esa noche Locke no llegará a casa. En cuanto dejó el trabajo, subió a su auto para encaminarse rumbo al hospital de Londres en el que nacerá su nuevo hijo. De esto se enterará su esposa por un llamado que él le hará desde el celular porque, como el parto se adelantó dos meses y se presentó como un imprevisto, ya no hubo tiempo para otra cosa más que conducir hasta donde Locke sentía que debía estar.

La madrugada siguiente, Locke estaría a cargo de recibir una cantidad suprema de material de alto riesgo que se utiliza para la construcción. Si el concreto no se compone correctamente, entonces todo el edificio que se eleva a partir de él podría resquebrajarse. Sin embargo, Locke tampoco estará ahí para controlar la descarga del C6. Aún a costa de perder su trabajo, irá el encuentro con ese bebé.

Toda la película transcurre dentro de un automóvil que Locke maneja en dirección hacia Londres. Desde el interior de la cabina que está continuamente en marcha, el director nos cuenta de qué va su película. Su teléfono celular se vuelve- así- una pieza indispensable. Deviene la única conexión de Locke con un mundo exterior que tampoco detiene su marcha y que, tal vez, avanza en direcciones distintas.

Locke es la historia de un hombre de mediana edad que está dispuesto a perder todo lo que ha construido en la vida con tal de no privar a ese nuevo de hijo de saber que el día que nació su padre estuvo allí para recibirlo. Es que (pronto nos enteraremos) Locke fue abandonado por su propio padre. Creció sin él y lo aborrece por ello. Locke transmite a lo largo de la película un odio y un rencor profundos hacia esa figura paterna a quien quiere enseñarle ahora- aún muerto- cómo se debe actuar en la vida.

Locke es la historia de un hombre que debe tomar una decisión difícil frente a una situación compleja e inesperada. A partir de entonces, el film se vuelve oro clínico para nuestro tesoro psicoanalítico.

Algunas impresiones

Desde el comienzo del film el director se esmera por establecer el carácter correcto y la marcada moralidad que podemos observar en Locke. Cuando su jefe se entera que faltará a su responsabilidad laboral porque tendrá un hijo con una mujer que no es su esposa, le expresa: “Eres la última persona en la Tierra que podría tener un hijo con otra mujer”. -“I know”, responde Locke. “It just happened”. Más adelante, el mismo jefe- que se ve desbordado por la situación y que no comprende cómo su mejor empleado se ha comportado de esta manera- le pregunta: “¿¡Por qué no dijiste que estabas enfermo!?” -“Porque no lo estoy”, respondió Locke. (Esta respuesta de Locke es uno de los tantos indicadores que nos conducen a afirmar su moralidad extrema. Es evidente que la mentira es para Locke inadminisble en el nivel consciente) Un director de la municipalidad a quien Locke recurre desde su auto, esa noche, fuera del horario laboral de los ingleses, le explica por qué accederá al enorme favor que Locke le pide: “Eres el único director de construcciones que siempre ha entregado los papeles a tiempo”. Un hombre de obra polaco, a quien Locke hace convocar con urgencia para salvar la situación con el concreto, acepta el trabajo repentino porque Locke “es el mejor hombre en Inglaterra”. Bethan, la mujer que dará a luz, le pide que se apure en llegar. Locke le explica que “hay un límite de velocidad” (que no está dispuesto a infringir). Por último, cuando su mujer le comunica que no puede creer que esto les está pasando a ellos dos (lo desconoce; esos no son ella y su marido), Locke le expresa: “Katrin, te amo. Cometí un error. No siento nada por esta mujer. Esta noche intento hacer lo correcto, porque ella está sola y porque yo soy culpable de ese bebé. Y porque sé lo que se siente llegar así al mundo. Así que tengo que arreglarlo de alguna forma. Quisiera saber que podré regresar a casa cuando haya salido el sol; que este no es sólo un viaje de ida”.

Este último pasaje nos permite hacer también referencia a la angustia que podemos percibir en Locke. Nuestro protagonista teme perder a su mujer; llora cuando habla con sus hijos (a quienes mantiene fuera de este lío). Podemos percibir cierto nivel de conflicto en él, al mismo tiempo que observamos la decisión inquebrantable de estar presente el día de la llegada de su nuevo hijo.

Es posible obtener a partir de ese mismo pasaje otro dato importantísimo de la vida de Locke. Él sabe lo que se siente llegar al mundo sin un padre y no permitirá que esa sea la historia de su nuevo hijo. Locke odia a su padre y no puede perdonarle su cobardía para enfrentar la vida. Le habla. “¿De qué te ríes? ¿Es un procedimiento conocido para vos, papá? ¿Piensas: de tal palo, tal astilla? ¿Cortados por la misma tijera? (…) Bueno, te equivocas. Escúchame bien, asqueroso pedazo de mierda inservible; quiero que me mires. Te desenterraría para obligarte a mirarme esta noche. A diferencia de ti, voy a manejar hasta el lugar donde tengo que estar. Y estaré ahí para hacerme cargo de mi… de mi cagada”. Más adelante vuelve a convocar a su padre. “¿Lo ves? Vida. Una sentencia de por vida. ¿Y qué? Haré lo que se necesite hacer, sin importar que me amen o me odien. Hay que ser confiable, sin importar lo que los demás piensen. Mira y aprende. Manejé en esta dirección y cuando llegue habrá una nueva persona. Todo por esa noche construida por dos botellas de vino y alguien que se sentía sola. ¿Cómo se puede mejorar eso en términos de construcción?” Locke ya le había dicho previamente: “¿Sabes? Pude haber mandado el concreto fácilmente a la mierda, pero no lo hice”. (En referencia a que, a pesar de haber sido despedido, él se aseguró desde su auto que todo saliera bien con el concreto).

Por último, no podemos dejar por fuera la metáfora que este elemento, el concreto, le aporta a la película. “El concreto es delicado como la sangre”, dijo Locke mientras mantenía las manos firmes en el volante. Y, como escribimos antes, pareciera ser que- al igual que como sucede con los seres humanos- si la base no es firme, si ella no se compone correctamente, entonces todo el edificio que se eleva por encima podría resquebrajarse.

Similitudes que orientan

La actitud de Locke en nuestra película nos hizo acordar a la del personaje principal de “La metamorfosis”, famosa novela de Franz Kafka. En ella, el protagonista se despierta una mañana completamente convertido en un insecto (que bien podría ser un escarabajo) y, para nuestra sorpresa, no se desespera en absoluto frente a esta nueva realidad arrolladora. Más bien la asume como algo esperable que, si lo inquieta, será por cómo lo tomará el resto pero no porque ello lo exaspere a sí mismo.

Aunque salvemos la distancia que existe entre las historias de ambos personajes, proponemos en este trabajo que algo similar sucede con Locke. Como hemos esbozado anteriormente, Locke no se enoja consigo mismo por las consecuencias de su acto ni por la decisión de aquella mujer de gestar un bebé que podría afectar su vida entera. Asume esta realidad tal como se presenta, sin queja alguna, y en ningún momento se lo ve entrar en crisis.

¿Por qué estos dos hombres no reaccionan con consternación frente a estas situaciones traumáticas que ponen en riesgo sus vidas? ¿Por qué aceptan esas realidades tan crudas como si nada desestabilizante ocurriera?

Vayamos al caso

Como acabamos de esbozar, queremos explicarnos por qué Locke no se siente desestabilizado por la llegada de ese nuevo hijo que pone en riesgo todo lo que él había construido hasta ese entonces. Ha tomado una decisión y la sostiene con firmeza. Nada importa más que estar ahí para recibir a ese niño.

Una primera cuestión que nos surge es preguntarnos qué significa ese “estar ahí”. El director es ambiguo respecto de esto; no queda claro si Locke se conformará con darle un apellido y ver nacer al niño para continuar luego con su antigua vida o si “estar ahí” trasciende estos dos aspectos y significa hacerse cargo plenamente de esa paternidad. Por momentos, los dichos de Locke (su manera de expresarse respecto de ese hijo) nos hacen inclinarnos hacia la primera opción. Entonces, en algún punto, podríamos decir que inconscientemente (en el sentido que él no sabe acerca de eso) algo de su pasado se repite en esto. Si bien Locke intenta hacer exactamente lo opuesto a lo que su padre hizo consigo quizás, identificado inconscientemente con ese padre abandónico, repita algo de ello. Es que… ¿Alcanza con dar un nombre para advenir padre de un niño? ¿Es suficiente con haberlo conocido el día que llegó al mundo? Nos parece importante destacar aquí cómo pueden apreciarse los dos sistemas freudianos de la psiquis humana en conflicto. En el nivel consciente-preconsciente Locke quiere hacerse responsable de ese niño que viene en camino para ofrecerle una historia distinta a la que él mismo vivió. Pero si prestamos atención a las expresiones que utiliza para hablar de ese hijo, nos daremos cuenta que a nivel inconsciente querría conservar la vida que llevaba hasta entonces. Ambos sistemas están en tension. El yo consciente de Locke y su inconsciente pretenden cosas distintas. Por eso nos inclinamos a pensar que una posible solución de compromiso poría llevarlo a estar efectivamente allí para recibir y darle un nombre a ese niño pero sin asumir una paternidad más allá de ello.

Lo cierto es que el film no nos presta suficientes elementos para saber cómo resolverá Locke esta situación. Sólo sabemos que efectivamente llegará al hospital de Londres y que esto no será sin consecuencias.

Un punto importante a subrayar es que Locke ya es papá. Y el director nos deja ver que- de sus otros dos hijos- es padre con todas las letras. Las charlas que mantiene por celular con sus hijos mayores desde la autopista dan cuenta de un vínculo cercano, de amor, con complicidad frente a un equipo de fútbol americano que los une y los identifica como integrantes de un mismo equipo. Entonces, ¿qué es lo que hace que dudemos de la asunción de su paternidad con este otro hijo? Rápidamente observamos que entre los dos primeros y el que está por nacer cambia drásticamente la constelación familiar. Mientras que sus hijos mayores fueron tenidos a la manera tradicional, ambos (aparentemente) producto del deseo de una pareja sólida que decidió voluntariamente formar una familia, el bebé que está próximo a llegar fue la consecuencia de un “descuido” que no involucraba deseo de hijo alguno. Pero ¿sería acertado- desde nuestra formación psicoanalítica- quedarnos en el terreno de las expresiones conscientes que explican que ese hijo habría sido un accidente o convendría en buena medida investigar si no hubo allí un motor inconsciente que- con la ayuda del azar- devino en un embarazo con una mujer que no es amada ni elegida por el protagonista?

Estamos en condiciones de reconocer fácilmente que es sólo en esta última configuración “vincular” donde se pone en juego el pasado de nuestro sujeto. Ella le trae al presente las coordenadas de su propia historia. Como expresó el protagonista, ese niño que viene en camino es producto de un error y ahora él siente que debe hacerse cargo de su “cagada”; de esa cagada que se repite de una generación a otra.

Haremos ahora referencia a la noción freudiana de compulsión de repetición [1]. Este concepto remite al incesante trabajo del aparato psíquico que intenta ligar a representaciones energía psíquica no ligada. Esta energía psíquica no ligada puede provenir de un incremento drástico en la magnitud de la energía que se vuelve imposible de tramitar para el aparato psíquico. La energía no ligada (que es pura pulsión de muerte, pulsión de agresión) deviene entonces traumática. Hasta entonces, en cantidades “normales”, la pulsión de agresión (tan constitutiva del ser humano como la libido) se hallaba: bien en el interior del aparato psíquico (fusionada con la pulsión sexual); bien vuelta hacia el exterior del mismo, como investidura de objetos. Regían entonces en el aparato psíquico los principios de placer y de homeostasis. Pero si un acontecimiento traumático de pronto incrementa drásticamente los niveles de energía que puede procesar el aparato y rompe con la fuerza de su intensidad las barreras de defensa con las que el aparato psíquico contaba para protegerse, la pulsión agresiva o de muerte puede desmezclarse y/o volverse hacia el interior del aparato psíquico y descompensar el equilibrio que hasta entonces había sido logrado. (Caen los principios de placer y de homeostasis que regían en el aparato y se ingresa en el terreno de lo que Freud llamó el “más allá del principio de placer”) Pero, ¿cómo es posible- nos preguntamos nosotros- que algo de esta envergadura ocurra en el aparato psíquico? Por causa de una regresión, nos dice Freud. Y así lo expresa en El yo y el ello: “En la neurosis obsesiva, una regresión a la organización pregenital hace posible que los impulsos de amor se traspongan en impulsos de agresión hacia el objeto. A raíz de ello, la pulsión de destrucción queda liberada y quiere aniquilar al objeto, o al menos hace como si tuviera ese propósito.” [2] (Recordemos el odio intenso y manifiesto que le expresa Locke a su padre cuando le habla a lo largo del film) Sin embargo, y esto también es apreciable en la película, esa pulsión destructiva no se dirige efectivamente hacia el objeto que ahora es odiado (en el sentido que no se descarga sobre él) ¿A dónde va entonces esa pulsión de destrucción? Parte de ella se alojará, nos enseña Freud, en el superyó: “De acuerdo con nuestra concepción del sadismo, diríamos que el componente destructivo se ha depositado en el superyó y se ha vuelto hacia el yo. [3]

¿Cómo podemos relacionar estos conceptos con el material que nos presta el film?

Habíamos comentado que lo traumático es para Freud un volumen de energía muy elevado que irrumpe repentinamente en el aparato psíquico y que se vuelve imposible de tramitar. Esto rompe las barreras de defensa con las que contaba el aparato y la homeostasis que regía hasta entonces se descompensa. Sostenemos que el acontecimiento traumático que ocasionó en Locke semejante irrupción libidinal fue la llegada del nuevo niño. Ella produjo en él una regresión libidinal, porque lo retrotrajo a su propia infancia, probablemente al período pregenital en el que aún estaban en juego la añoranza de amor por un padre ausente y el odio que esto mismo le suscitaba (sentimientos ambivalentes). Sólo entonces, convocada desde el interior de nuestro sujeto, la pulsión de agresividad que hasta ese momento investía objetos externos (lo vemos en la capacidad laboral de Locke, por ejemplo), se volvió hacia sí mismo a raíz del sentimiento de odio surgido a partir de esta regresión hacia la etapa pregenital de su infancia. Parte de la pulsión de muerte ahora vuelta hacia el interior fue alojada por el superyó que, sobreinvestido, se volvió sádico con el yo y le impuso la necesidad de castigo. (Es conveniente aquí prestar atención al movimiento de traspaso de la energía desde el exterior hacia el interior del aparato psíquico. Ello se puede observar en el hecho de que Locke haya perdido su puesto de trabajo. Al retirarse la pulsión que investía su cargo laboral hacia el interior del aparato psíquico- convocada por fuerzas internas-, aquel quedó sin sostén y no pudo defenderlo.)

En su escrito El malestar en la cultura, Freud se pregunta (una vez conceptualizada la pulsión de muerte) “[d]e qué medios se vale la cultura para inhibir, para volver inofensiva [4] la pulsión de agresión. Se propone, entonces, estudiar la historia del individuo para intentar dilucidar “[q]ué le pasa para que se vuelva inocuo su gusto por la agresión”. [5] (Freud se está interrogando en este escrito acerca de cómo es que habiendo un componente destructivo tan importante en el ser humano podemos convivir civilizadamente sin darnos muerte los unos a los otros) Y enseguida agrega: “La agresión es introyectada, interiorizada, pero en verdad reenviada a su punto de partida; vale decir: vuelta hacia el yo propio. Ahí es recogida por una parte del yo que se contrapone al resto como superyó y entonces, como «consciencia moral» está pronta a ejercer contra el yo la misma severidad agresiva que el yo habría satisfecho de buena gana en otros individuos, ajenos a él. Llamamos «consciencia de culpa» a la tensión entre el superyó que se ha vuelto severo y el yo que le está sometido. Se exterioriza como necesidad de castigo. Por consiguiente, la cultura yugula el peligroso gusto agresivo del individuo debilitándolo, desarmándolo y vigilándolo mediante una instancia situada en su interior… [6]

Dice Freud más adelante: “… la conciencia moral presenta una particularidad que (…) no es fácil de explicar: se comporta con severidad y desconfianza tanto mayores cuanto más virtuoso es el individuo… [7] Y continúa en ese mismo párrafo: “Mientras al individuo le va bien, su conciencia moral es clemente y permite al yo emprender toda clase de cosas; cuando lo abruma la desdicha, el individuo se mete dentro de sí, discierne su pecaminosidad, aumenta las exigencias de su conciencia moral, se impone abstinencias y se castiga mediante penitencias.” [8]

Haremos un parate justo aquí. Todas estas consideraciones acerca del superyó que nos obsequia Freud son ya demasiado ricas para comenzar a relacionarlas con la historia de nuestro sujeto fílmico. Si no comenzamos pronto con esta tarea, se nos hará arduo luego el abordaje completo.

Si hacemos memoria, recordaremos que al comenzar el trabajo habíamos descripto a Locke como una persona justa, honesta y cumplidora con sus tareas. Incluso su esposa lo desconoce frente a su acto de infidelidad. Vimos recién con Freud que el superyó, en tanto conciencia moral, tiene una particularidad: cuanto más virtuoso es en materia moral un individuo, tanto más severa se vuelve la instancia crítica que se halla en su interior. Retengamos esto.

Retomemos ahora la última cita textual que hicimos de Freud: “Mientras al individuo le va bien, su conciencia moral es clemente y permite al yo emprender toda clase de cosas; cuando lo abruma la desdicha, el individuo se mete dentro de sí, discierne su pecaminosidad, aumenta las exigencias de su conciencia moral, se impone abstinencias y se castiga mediante penitencias.” [9] Inmediatamente se nos viene a la mente lo capaz que fue siempre Locke en su trabajo. Llegó a un cargo de alta responsabilidad; conduce un BMW (signo de su buena situación económica); se casó y tuvo dos hijos, a quienes ama. Es decir, a lo largo de su vida su yo pudo efectivamente emprender diversas clases de cosas. Sin embargo, algo pasó que en una misma noche (la de la película) Locke puede perder todos los grandes proyectos que había construido a lo largo de su vida (matrimonio, trabajo, familia…) Ese algo, si volvemos a la cita de Freud, parece ser una desdicha: un acontecimiento frente al cual él discierne cierta pecaminosidad. Y esta pecaminosidad le exige castigo. Rápidamente podemos recapitular entonces que Locke actuó en contra de su moral: le fue infiel a su esposa; y no bastó con eso, sino que dejó embarazada a la mujer con la que tuvo el encuentro amoroso. De todas formas, probablemente no sea ese el sentimiento de culpa que le exige castigo; diremos- en todo caso- que ese ese podría ser el sentimiento de culpa que nuestro sujeto conoce a nivel consciente. Nosotros hallamos un sentimiento de culpa distinto, que proviene de otras capas de la mente humana. Es el que se juega a nivel inconsciente. Locke repitió, con ese acto, su propia historia (o la historia de su padre, en tanto actuó identificado inconscientemente con él). Locke devino así- él mismo- su padre. ¿Será esta es la situación que merece castigo?

Si volvemos a hacer memoria, recordaremos que habíamos comparado el comportamiento de Locke con el del protagonista de La metamorfosis de Franz Kafka. Ninguno de estos personajes se rebelaba frente a una realidad arrolladora. Nos preguntábamos entonces por qué estos dos hombres aceptaban esas situaciones dramáticas sin siquiera una queja. Recién ahora estamos en condiciones de comenzar a esbozar una respuesta: a ambos los convocaba una necesidad inconsciente de castigo. Esta necesidad inconsciente de castigo es la que puede explicarnos por qué nuestro personaje está dispuesto a perder todo lo que ama en la vida con tal de estar presente para recibir a ese bebé. Nos permite vislumbrar- además- por qué la decisión de manejar hasta allí es inquebrantable (recordemos que la esposa, el jefe y los hijos de Locke habían intentado reiteradas veces hacerle cambiar de opinión). Y es que es precisamente esa necesidad inconsciente de castigo la causa de la rigidez que hay en aquella decisión inconmovible. [10]

Consideraciones importantes que no podemos dejar afuera

Un asunto sobre el que nos habíamos pronunciado fue la elección del director del film acerca de que casi toda la película transcurre dentro de la cabina de un auto en movimiento. Para hablar de ello recordaremos por última vez aquello que nos dijo Freud cuando se pronunciaba sobre el superyó: “Mientras al individuo le va bien, su conciencia moral es clemente y le permite al yo emprender toda clase de cosas; cuando lo abruma la desdicha, el individuo se mete dentro de sí, discierne su pecaminosidad, aumenta las exigencias de su conciencia moral, se impone abstinencias y se castiga mediante penitencias.” [11] Podríamos considerar, entonces, el encierro ininterrumpido en ese auto como una buena metáfora del estar metido dentro de sí. El único contacto que Locke tiene con el exterior está mediatizado por un teléfono celular que, al mismo tiempo que le sirve de intermediario, es el aparato a partir del cual pone en riesgo gran parte de su vida.

Respecto de este mismo punto, no podemos dejar por fuera la metáfora que ofrece el apellido “Locke”. To be locked, en el idioma inglés, significa “estar encerrado, atado, atrapado” en una situación. No es difícil observar que nuestro protagonista, a pesar de conducir por una autopista que comunica un punto con otro, lo hace encerrado en la cabina de su auto de la que casi no se aleja el director, con excepción de algunas pocas tomas que permiten obtener una visión panorámica de la longitud, el tráfico y el entramado de las autopistas.

Por último, quedaba pendiente hablar acerca de la metáfora sobre el concreto. Retomaremos la expresión de Locke al referirse sobre la importancia de la descarga de C6 (material con que se conforma el concreto) que iba a recibir la madrugada del nacimiento de su hijo. “Si las bases de una construcción no son firmes (le había dicho Locke desde su celular a quien lo estaba reemplazando) entonces la estructura que se monta por encima podría más tarde resquebrajarse”. No sólo podemos pensar la relación que esta frase tiene con la llegada de ese niño al que Locke pretende darle las bases firmes que él no tuvo, sino que parece metaforizar también la estructura que ahora mismo se resquebraja en él. [12]

Conclusiones

El trabajo realizado acerca del film Locke nos permite afirmar que es una obra artística valiosa para ser pensada y abordada desde los conceptos psicoanalíticos freudianos. El análisis sobre lo que le sucede al protagonista (pensado a modo de “caso clínico”) nos ha ofrecido la posibilidad de desarrollar y comprender conceptos muy abstractos de la obra de Freud. En el marco del Congreso en el que se presenta este trabajo de investigación, diremos que en él dos artes maravillosas se han tomado de la mano: la expresión cinematográfica, por un lado, y el trabajo psicoanalítco (arte y ciencia), por el otro.

Bibliografia

Freud, S. (1923); El yo y el ello; capítulo V: Los vasallajes del yo.

Freud, S. (1920); Más allá del principio de placer; capítulos I a VI.

Freud, S. (1929); El malestar en la cultura; capítulos VII y VIII.



NOTAS

[1Freud desarrolla este concepto en su obra Más allá del principio de placer (1920).

[2Freud, S. (1923); El yo y el ello; Cap. V: Los vasallajes del yo; pág. 54.

[3Ibid.

[4Freud, S.; El malestar en la cultura; cap. VII; pág. 119.

[5Ibid.

[6Ibid.

[7Ibid.; pág. 122.

[8Ibid.

[9Ibid.

[10Es necesario aclarar aquí que aquello por lo que nos interrogamos en este punto no es la decisión de haber ido al encuentro de ese niño, sino la ausencia de conflicto frente a lo que implica para su vida esa decisión.

[11Ibid.

[12Finalizado el trabajo no queremos dejar de mencionar que, si el tiempo no hubiera apremiado y si otros factores se hubieran dado de otra manera, habríamos desarrollado y puesto en relación las dos tópicas freudianas (Sistemas CC-PCC/ ICC y Yo- Ello- Superyó). Este trabajo de relación habría sido de gran interés y le habría aportado al análisis riqueza y definición. De la misma manera, se habría profundizado en nociones que fueron mencionadas pero que no se llegaron a desarrollar con profundidad. Consideramos, de todas maneras, que el trabajo logra transmitir la mirada psicoanalítica que propone acerca del “caso Locke”.





COMENTARIOS

Mensaje de María Elena Domínguez  » 27 de agosto de 2017 » menadomin@gmail.com 

Locke acostumbrado a manipular el concreto, sus secretos y a las construcciones perfectas, luego de un desliz, quiere volver a reconstruir todo o ,mejor dicho, mostrarse y mostrarle a un padre que las cosas pueden construirse aún con concreto, de modo concreto en la vida real.
Ser padre es una construcción que se hace, día a día, acción sobre, acción, pieza de concreto sobre pieza de concreto de modo tal que no todo se venga abajo, es verdad que hay contingencias, que el azar le ha obligado a responder. Y eso hace Locke, culpa mediante, en esa cabina de su auto, se interpela y vuelve a interpelarse una y otra vez, revela la deuda del padre, pero también la de un padre, él sabe que eso le concierne, que ese niño es su sangre como el concreto que manipula, día a día, y ahora debe estar ahí. El asunto es: ¿para qué?
Si pensamos en la cuestión del trauma como aquello que afecta la homeostasis del aparato, quizás para Locke, se trate de hacer otra cosa con esos restos de lo visto y oído de su padre. De este modo, lo ponemos en relación con la última definición freudiana de trauma presentada en Moisés y la religión monoteísta (1939 [1934-38]) “Los traumas son vivencias en el cuerpo propio o bien percepciones sensoriales, las más de las veces de lo visto y oído, vale decir, vivencias o impresiones” (Freud, S. (1939 [1934-38]), p. 72.)




Película:Locke

Titulo Original:Locke

Director: Steven Knight

Año: 2013

Pais: Reino Unido

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