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Entre tantos colores, el deseo: La influencia del cromatismo como recurso técnico-estilístico articulado al amor

por Wajnman, Lara

Universidad de Buenos Aires

Resumen

El trabajo parte del film “La vida de Adele” (Kechiche, 2013) para abordar la complejidad del amor, el deseo y la sexualidad de la protagonista, Adele, una adolescente en pleno descubrimiento personal, se enamora y construye una relación amorosa con Emma. Se proponen dos interrogantes: “¿Sabe ella qué es lo que desea? ¿Podemos saber lo que deseamos?”. Para desplegar estas cuestiones, se realiza un desarrollo conceptual filosófico y psicoanalítico sobre el deseo, y se utiliza como fuente principal el color azul, que a modo de metáfora visual posibilita un análisis de los distintos momentos de este personaje en la producción audiovisual.

Palabras Clave: deseo | amor | sexualidad | azul

Among so many colors, desire

Abstract

The work starts from the film "Blue Is the Warmest Colour" (Kechiche, 2013) to address the complexity of love, desire and sexuality of the protagonist, Adele, a teenager in the midst of self-discovery, falls in love and builds a love relationship with Emma. Two questions are proposed: "Does she know what she desires? Can we know what we desire?". In order to unfold these questions, a philosophical and psychoanalytical conceptual development on desire is made, and the color blue is used as the main source, which as a visual metaphor enables an analysis of the different moments of this character in the audiovisual production.

Keywords: desire | love | sexuality | blue

Introducción

“La Vie d’Adèle”, La vida de Adele o Blue is the Warmest Color (2013), dirigida por Abdellatif Kechiche, expone la vida de un personaje específico, Adele, una adolescente en pleno descubrimiento personal, quien a raíz de ciertas escenas específicas se cuestiona acerca del amor y la sexualidad. Vive un romance fugaz con un compañero de su instituto, lo cual, se puede pensar, genera un detonante en sus inquietudes. Se replantea sus gustos, sus elecciones. Adele desea pero, ¿sabe ella qué es lo que desea? ¿Acaso, podemos saber lo que deseamos?

Para aproximarnos a una respuesta, en primer lugar, se esbozan algunas conceptualizaciones teóricas respecto al deseo desde una perspectiva psicoanalítica. Además, se plantea la cuestión del amor como aquello que irrumpe en un (des)tiempo, entendiendo que justamente el otro no tiene aquello que nos falta como sujetos, y gracias a ese hiato es que surge el deseo, como deseo de otra cosa. Asimismo, se realizan puntualizaciones respecto al color como recurso técnico-estilístico para dar cuenta de la influencia del cromatismo en la estética de la película escogida, abordando el film a partir del color azul, ubicando sus apariciones y sus distintas tonalidades.

Un destiempo inaugural

Una tarde, camino a encontrarse con un compañero del instituto unos años mayor que ella, alguien se le cruza en su camino, una mujer de pelo y ojos azules, Emma. En ese momento un cruce de miradas irrumpe sobre el personaje de Adele, la atraviesa, es a partir de ese primer encuentro, de esa mirada de tinte azul y su impacto en la protagonista, que se puede evidenciar un antes y un después en el relato. Kohan (2020) explica que cuando lo amoroso irrumpe, lo hace fuera de tiempo, la irrupción de eros es la cifra del destiempo, del desquicio, de la descolocación, de lo desclasificable y de la sorpresa; nunca es el tiempo justo, ni el momento adecuado. “Su atopia irrumpe la continuidad, la estabilidad y la armonía; El otro, en el lugar de objeto, nos desorienta y nos (des)coloca en un vértigo: el de la caída de las referencias, de lo sabido. Es el vértigo del encuentro con algo que no sabíamos que estábamos buscando” (Kohan, 2020, p.49).

Algunos aportes acerca del deseo

Siguiendo esta línea de análisis, se plantea una pregunta desde una mirada psicoanalítica, ¿qué entendemos por deseo? En rigor esta concepción no es una creación del psicoanálisis. Así lo constata Lacan, quien reconoce tres fuentes: los diálogos socráticos de Platón, Hegel y el propio Freud.

Efectivamente, ya en El banquete de Platón podemos leer: “el que desea, desea lo que no está seguro de poseer, lo que no existe al presente, lo que no posee, lo que no tiene, lo que le falta. Esto es, pues, desear y amar” (Velásquez, 2002).

Y más explícitamente en las siguientes citas tomando a Rendón y Kojève sobre los escritos de Hegel:

“Se encierran al menos, tres sentidos fundamentales del deseo, relacionados entre sí, a saber: el deseo como deseo de unidad consigo, que se expresa en el instinto de la autoconservación; el deseo como deseo de un otro diferenciado en la forma de un objeto del mundo sensible que se expresa en el impulso consciente a la afirmación de la propia identidad; y, finalmente, el deseo como deseo de un otro en la figura propia de un yo, o deseo de reconocimiento” (Rendón, 2012 p.209).

“El deseo humano debe superar este deseo de conservación: dicho de otro modo, el hombre no se considera humano si no arriesga su vida en función de su deseo humano” (…) El hombre se reconoce humano al arriesgar su vida para satisfacer su deseo humano” (Kojève, 1947 p.3).

En síntesis, para Hegel el deseo que se dirige sobre un objeto natural no es humano sino en la medida en que está mediatizado por el deseo del otro dirigiéndose sobre el mismo objeto. Es propio de lo humano por lo tanto desear lo que otros desean, justamente porque lo desean. Así, un objeto totalmente inútil puede ser deseado en la medida en que es objeto de otros deseos.

Asimismo, dentro del campo de la filosofía clásica puede rastrearse el concepto de deseo ligado a las pasiones.

Una primera conceptualización del deseo unido a las pasiones puede encontrarse en el texto Tratado de las pasiones del alma de René Descartes (1649), quien nos dice que el principal efecto de todas las pasiones en los hombres es que incitan y disponen su alma a querer las cosas para las cuales preparan sus cuerpos. Asimismo realiza, en dicho texto, un ordenamiento y una enumeración de las mismas ubicando al deseo entre las seis pasiones primarias; es fácil observar que solo hay seis que lo sean, a saber: la admiración, el amor, el odio, el deseo, la alegría y la tristeza; y que todas las demás son compuestas de estas seis, o son especies de las mismas; definiéndolo de la siguiente manera:

“La pasión del deseo es una agitación del alma causada por los espíritus que la disponen a querer para el futuro la cosa que le parece conveniente. Así no se desea solo la presencia del bien ausente, sino también la conservación del presente, y además la ausencia del mal, tanto del que se padece ya como del que podemos recibir en el futuro (…) en el deseo observo de particular que altera el corazón más violentamente que cualquier otra pasión” (Descartes, 1649, págs.159, 173).

Spinoza en su texto Ética demostrada según el orden geométrico, escribe:

“(…) entre el apetito y el deseo no hay diferencia alguna, si no es la que el deseo se refiere generalmente a los hombres, en cuanto que son conscientes de su apetito y por ello puede definirse así: el deseo es el apetito acompañado de la conciencia del mismo. Así pues, queda claro, en virtud de todo esto, que nosotros no intentamos, queremos, apetecemos ni deseamos algo porque lo juzgamos bueno, sino que, al contrario, juzgamos que algo es bueno porque lo intentamos, queremos, apetecemos y deseamos”. (Spinoza, 1677, p.116).

El autor distingue al hombre del animal justamente por su condición deseante y si bien aún en él se encuentra el deseo ligado al instinto, es posible percibir que ya en sus conceptualizaciones se encontraba implícita la pregunta que Lacan formulará en el Seminario 7 al referirse al deseo inconsciente y a la posición subjetiva que reposa en el mismo “¿has actuado conforme al deseo que te habita?”; pregunta que interpela al hombre haciéndolo responsable de su deseo.

El color y el deseo

El deseo de Adele toma cuerpo, se hace presente en el color azul. Color que se evidencia a lo largo del film en innumerables momentos, a veces escenas donde su presencia no pasa desapercibida, otras cubriendo sutilezas. Desde los anillos y el esmalte de uñas que lleva puesto su compañera del instituto, a quien besa en las escaleras o las sábanas de su cama, hasta los ojos, el pelo y la ropa de Emma cuando la cruza por primera vez en la calle. Efectivamente, el azul es la base de la obsesión de Adele, color que tiene que ver con lo sensual, lo íntimo, con su propio deseo. Para este personaje, el descubrimiento tiene color, y el mismo irá apareciendo en su vida tomando distintas formas, en esta búsqueda el color funcionará como metáfora visual de sus cambios internos.

“Veía todo su rostro, su cuerpo, fríamente: sus pestañas, la uña de su pulgar, la finura de sus cejas, de sus labios, el esmalte de sus ojos, un toque de belleza, una manera de extender los dedos al fumar; estaba fascinado –no siendo la fascinación, en suma, más que el extremo del desapego– por una suerte de figurín coloreado, porcelanizado, vitrificado, en el que podía leer, sin comprender nada, la causa de mi deseo” (R. Barthes, 1977, p. 91).

El cromatismo como recurso técnico-estilístico

Lucia Tello (2018) sugiere que en el ámbito cinematográfico, el color constituye un elemento esencial dentro del engranaje de una película, siendo necesario que conviva armoniosamente con el resto de los elementos fílmicos. Sea o no con propósitos realistas, si algo caracteriza al cine actual en términos cromáticos es el uso de la corrección del color con fines psicológicos, ya que cuando se manipulan los colores para expresar determinados estados o pulsiones, el espectador concentra su atención en el objeto resaltado.

“El color afecta a nuestra vida. Es físico: lo vemos. El color comunica: recibimos información del lenguaje del color. Es emocional: despierta nuestros sentidos” (Whelan, 1994). Asimismo, el cine, empleando aportes sobre la psicología del color, ha logrado intensificar el alcance emocional de las películas. Esto se consigue, principalmente, a través de rasgos de calidez o la frialdad cromáticas, un modelo que responde a un patrón emocional que se aplica a las distintas secuencias, obteniendo un tono general acorde con la emoción pretendida: los colores y tonos utilizados en las películas son elegidos de manera minuciosa para maximizar el impacto emocional. Generalemnte, los directores emplean colores cálidos –amarillo, rojo, ocre– para transmitir emociones positivas “dan al film un ambiente familiar, tranquilo y agradable, facilitando que el espectador se adentre en la historia identificándose con las vivencias de los personajes” (Company, 2011). En cambio, las secuencias frías o los tonos más contrastados –azul, violeta, gris– enfatizan lo lóbrego de los argumentos noir, consiguen una estética que transmite extrañamiento, distancia emocional o incertidumbre en el espectador (Tello, 2018). En efecto, los tonos rojizos suelen ser por decreto los que representan amor, mientras que el azul se asocia con la frialdad y la distancia. Sin embargo, Kechiche decide ir más allá, derrumba esta ligazón clásica entre sentimiento y color.

El azul, es también el color que por excelencia representa la libertad y siempre ha estado asociado a un tiempo futuro; es justamente la libertad lo que busca Adele cuando se cruza por primera vez a Emma, la libertad de expresar sus sentimientos, de ir un paso más allá de su propio mundo. El azul se hace visible en distintas escenas, por ejemplo, en la remera que lleva puesta un hombre que toca el hang –instrumento musical– en la calle musicalizando el primer encuentro entre Emma y Adele; en la luz del semáforo que invita a Adele a cruzar en ese momento la calle; en el bar donde se vuelven a encontrar, cuando lo primero que se observa de Emma es su pelo refulgir desde la oscuridad, entre la gente y el ruido; las sábanas de la cama sobre la que Adele y Emma tienen su primer encuentro erótico son azules; en la antorcha de humo que sostiene Adele durante una manifestación. Hacia el final del film la vemos a Adele en la playa, flotando en un mar completamente azul -ya no tan resplandeciente, más bien un azul lavado-, con un primer plano de su cara y el color que se despliega a su alrededor.

Un acercamiento a la relación

A medida que avanza el film, Adele y Emma comienzan a conocerse cada vez más, pasan más tiempo juntas, el vínculo se afianza y en poco tiempo comienzan una relación apasionada. La familia de Emma es muy acogedora con la pareja y celebra la relación, la madre de Emma cuestiona la elección de Adele en estudiar y ejercer la docencia en su próximo año; Adele en cambio prefiere ocultar su orientación sexual a sus padres y presenta a Emma como a una tutora de su clase de filosofía; asimismo, el padre de Adele discrepa suavemente con el hecho de que Emma dedique su vida a ser artista plástica. Ciertamente, hay una vida con rutinas compartidas, pero de manera muy sutil, Kechiche va señalando las discrepancias que apuntan a una tensión entre amor y deseo; las cuales se proyectan en un plano estructural, en este caso en sus respectivas relaciones familiares. Ambas secuencias, de la pareja con sus familias, enfatizan el reconocimiento del lesbianismo de Emma y el ocultamiento de la orientación sexual de Adele; sin que esto constituya la base para algún conflicto dramático en la película, sino un elemento de contexto y preparatorio para un segundo momento en la relación.

Tiempo más tarde, se mudan juntas. Adele termina sus estudios y se une al personal docente en una escuela primaria local, mientras que Emma continúa con su carrera de artista. Juntas, organizan una exposición de arte en el jardín de la casa, Emma, elige la figura de Adele como musa para sus obras y traza su imagen en todas sus producciones.

Mutaciones en las tonalidades

La relación entre Adele y Emma ya no es azul profundo, aparecen conflictos, escenas de celos, peleas, engaños, por momentos la tristeza toma el relato; a la par, el azul se empieza a desvanecer con el correr del tiempo. Con la aparición de los primeros problemas y dudas en la relación, el pelo de Emma cambia de color, el tinte azul se ausenta y es reemplazado con un cabello color rubio, el vestuario comienza a tomar otros tonos. El azul se degrada a modo de metáfora visual.

Los celos en Adele se hacen más presentes, Emma trabaja hasta tarde con una colega del rubro artístico, la inseguridad comienza a tomar la figura de Adele, quien acepta la invitación de salir con un compañero que trabaja en la misma escuela que ella, empiezan a verse a escondidas. Emma descubre la infidelidad de Adele, tras una escena de enojo, gritos, llantos y súplicas, Emma le pide que no vuelva nunca más, la echa de su casa, se separan.

Reencuentro

Años más tarde, se reencuentran en un café por pedido de Adele. Ambas llegan vestidas de azul, un azul oscuro. Emma creció en el mundo artístico, sus obras se hicieron más populares, le cuenta que está en pareja y es feliz. Adele sigue trabajando en una escuela con niños, le cuenta a qué está sola, que tuvo aventuras pero nada concreto, dice que la extraña: “te deseo, todo el tiempo, a nadie más”. Se besan, Emma llora, Adele se disculpa y llora. Emma explica que ya no la ama “siento un cariño infinito por ti, siempre será así, toda mi vida”, lloran, se ríen y se despiden con un abrazo; Emma sale de escena bajo una luz azul, Adele permanece sentada. Kohan (2020) entiende que eros de alguna manera, nos recuerda que se trata de la falta, del deseo, “de los agujeros, de lo que no anda, de lo que renguea, de lo que no se sabe. Eros crece en una zona contaminada, ensuciada de vida y muerte. (...) Heridas que no cicatrizan y cicatrices que impiden el olvido” (Kohan, 2020, p.123).

La demanda amorosa, que apunta a la existencia del Otro, ubica al sujeto en una posición de euforia expectante. Por un lado, habría algo de esperanza y expectativa, por el otro espera. (Kohan, 2020). Emma invita a Adele a la inauguración de su exposición de arte. Adele ingresa, vestida de azul francia. Contempla las nuevas obras y se encuentra con que también conserva exhibidos sus retratos. “Espero una llegada, una reciprocidad, un signo prometido. Puede ser fútil o enormemente patético” (Barthes, 1977). Adele agradece a Emma por la invitación, sus miradas se cruzan de cerca, la felicita por sus obras, comenta que son fantásticas. Un hombre las interrumpe, se escucha de fondo la conversación. El hombre, observando una de sus pinturas, le expresa a Emma:

“Veo a la nueva Emma, a la vieja Emma, azul y rojo. La que trae la vida parece en paz pero aún así hay algo perturbador en sus ojos. Me gusta, me preguntaba qué estaba pensando, hay una incipiente felicidad, pero también hay mucha angustia. Su mirada está ausente, pero parece notarnos entre todos los colores” (Kechiche, 2013).

Emma voltea y mira a Adele, quien se aleja, se encuentra rodeada de un mundo que le es ajeno. Cruza unas palabras con algún viejo amigo de Emma. Observa el lugar y a lo lejos encuentra a Emma sonriente, abrazada con su actual pareja. Toma lo que queda en su copa, la apoya sobre una mesa y camina hacia la puerta. Sale del lugar encendiendo un cigarrillo, se escuchan conversaciones de fondo y el sonido de sus zapatos sobre el asfalto. Adele llega a la esquina y dobla. Caminando por una calle donde los autos van en sentido contrario. Adele, vestida de azul se aleja con un cálido atardecer de fondo.

“El deseo está articulado entre las demandas, pero no coincide con ninguna, no puede asirse, no puede acotarse, no puede nombrarse. El deseo insiste, pero no consiste en ningún significado (...) El objeto amado tiene algo y ese algo es, literalmente, un no sé qué. No se puede saber, no sé qué es lo que el otro tiene que suscita mi deseo. Es un brillo agalmático que me atrae, pero que no podría reducirse a definiciones” (Kohan, 2020, p.61).

Conclusión

Retomando algunos interrogantes que se hicieron al comienzo del escrito, tales como: la cuestión de que Adele desea pero, ¿sabe ella qué es lo que desea? ¿Acaso, sabemos qué es lo que deseamos? Podemos responder en primer término, tomando a Barthes (1977), cuando sugiere que la ilusión del amor es que el objeto amado representa la especificidad del deseo, cuando en realidad el deseo es inespecífico. En este sentido, surge el mismo interrogante que plantea Anne Dufourmantelle, cuando enuncia “¿Cómo escribir el deseo?, ¿cómo acercarse a lo que mueve a cada uno de nosotros intrínsecamente, en lo más íntimo de su vida sin metáfora, aproximación, balbuceo?” (Dufourmantelle, 2009). Se podría decir que, si bien no podemos ubicar aquello que se desea en tanto no puede nombrarse, en el personaje de Adele su deseo cobra color, Adele desea azul.

En la escena final Adele abandona la exposición de arte, Emma viste negro y bordo y su pelo a diferencia del comienzo del film –que era azul– ahora es rubio. Adele se aleja con su vestido azul francia –cargado de simbolismo–, camina en sentido contrario a los autos, el cálido atardecer la acompaña de fondo. ¿A dónde se dirige? No lo sabemos. Sin embargo, podríamos decir que Adele ahora, caminando de espaldas con su vestido azul, lleva su deseo encima.

Referencias

Barthes, R. (1977). Fragmentos de un discurso amoroso. Paris: Éditions du Seuil.

Company, F. M. (2011). París, el fabuloso destino de Amélie Pouland. Filmhistoria Online, Vol. XXI, núm. 1 (2011).

Dufourmantelle, A. (2018). En caso de amor. Psicopatología de la vida amorosa.

Kohan, A. (2020). Y sin embargo, el amor. Elogio de lo incierto. Editorial paidós.

Kojève, A. (1947). La dialéctica del amo y del esclavo en Hegel. 1996. Buenos Aires: La Pléyade.

Lacan, J. (1988). La ética del psicoanálisis (1959-1960), El Seminario 7, Buenos Aires. Ed. Paidós.

Rendón, A. C. E. (2012). La dialéctica del deseo en la Fenomenología del espíritu de Hegel. Tópicos: Revista de Filosofía de Santa Fe, (24), 207-221.

Spinoza, B., & Peña, V. (1996). Ética: demostrada según el orden geométrico. Alianza Editorial. Recuperado de: https://www.academia.edu/download/55164553/Spinoza_Baruch_Etica_Demostrada_segun_el_orden_geometrico.pdf

Tello, L. (2019). Influencia del cromatismo en la estética fílmica: etalonaje y evolución visual a través de la tecnología digital. Arte, individuo y sociedad, 31(1), 183.

Velásquez, Ó. (2002). Platón: el banquete o siete discursos sobre el amor. Editorial Universitaria.

Whelan, B. (1994). Color Harmony. México DF: Arte y diseño gráfico. Xue, S; Agarwala, A.; Dorsey, J & Rushmeier H. (2013). Learning and Applying Color Styles from Feature Films. Eurographics, volumen 32, 7.


NOTAS






COMENTARIOS

Mensaje de Laila Iraci Ramos Stanco  » 31 de agosto de 2021 » stancolaila@gmail.com 

A vida de Adele apresenta a compleixdade de existir e o vir-a-ser no mundo, pois ao desejar Emma e conflitar com suas próprias ações, Adele dá forma a sua existência, um sentido a sua vida e ao seu ser a partir do desejo e da ação. Porquanto, a ação sobressai o desejo, a vida de Adele ganha narrativas que ela não esperava mas, que são consequências de seus atos, tais como o fim de sua relação amorosoa com Emma, e a fixação de sua carreira docente, ao qual ela sempre trabalhou para ter. O desejo entretanto sobrevive no azul, nos toques, em Adele. Poderiamos dizer então, que em suas ações há a expressão de seu desejo, por mais contrastantes que sejam. Perder Emma enquanto parceira, é a consequência de suas ações, e o signo necessário para fazer viver suas fantasias, expectativas e desejo e de tê-la. O desejo é querer algo que não se tem, e que aprece ser o suficente para cubrir a falta em nós, Ter Emma a um quase, que não mais alcança, é ter seu desejo sempre a um quase, mas que nunca se realiza. É o sentido da vida, e que em cada um, se expressa de modo singular "não sabemos porquê o desejamos, mas o desejamos mesmo assim".



Mensaje de Daiana Chavez  » 23 de agosto de 2021 » daianachavez@live.com 

La influencia del cromatismo a través del empleo del color azul en “La vida de Adele” resulta clave, ya que marcará casi todo el transcurso en la historia de amor y deseo que se produce entre los personajes de Emma y Adele. En este sentido, el color azul signará escenas de amor, romanticismo y deseo; pero luego, también, los celos y el engaño por parte de Adele, lo cual, inevitablemente, desembocará en la separación de ambas.
Luego de este episodio y hacia el final de la película, Adele se presenta en una exposición artística de Emma portando un vestido azul; mientras que ésta deja de usar el pelo azul del primer encuentro que se produce con Adele, y decide cambiarlo hacia un color rubio. Desde esta perspectiva, si decidimos analizar la relación de color-deseo que la autora propone, podremos interpretar que el color de pelo de Emma cambia porque, al presentarle su nueva pareja a Adele, “deja de desearla”; es decir, siguiendo una lógica más lacaniana, Adele ya no produce esa falta, ya no constituye el motor del deseo de Emma.
Finalmente, respondiendo al interrogante que nos plantea la autora, podríamos afirmar que Adele si sabe lo que desea, y no sólo porque se lo expresa de manera literal a Emma; sino porque también lo materializa a través del uso del color azul en su vestido, el cual simboliza la libertad con la que se marcha, producto de la falta y del rechazo de su objeto de deseo.



Mensaje de María Isabela Ferro  » 21 de agosto de 2021 » maria.isabela.ferro@gmail.com 

El deseo incipiente y hasta el momento desconocido de Adèle, despierta inesperadamente al encontrarse con la figura de una muchacha de cabello azul, se produce un quiebre, ese encuentro la golpea como un rayo en la oscuridad, todo cambia, es un antes y un después. Freud explica que el deseo se expresa a través de la formación de los sueños, hay una escena en la cual Adèle sueña un encuentro erótico con Emma y a raíz de eso, se angustia, no comprende lo que le está pasando, ¿Por qué sueña con ella? Ese deseo sexual insatisfecho de Adèle, se manifiesta. Con el correr del film, puede verse como ella emprende la búsqueda de ese deseo insatisfecho e intenta retenerlo aun sabiendo que lo perdió para siempre. Por otro lado, es interesante que se utilice el color azul para proyectar el amor y el florecimiento de la sexualidad, ya que el azul, suele asociarse a la tristeza y frialdad, en este caso, se rechazó esa idea y se reivindicó su significado. Además, se observan los cambios en las tonalidades a medida que la relación entre ambas avanza y la intensidad que un día fue tan fuerte, se desvanece poco a poco. Finalmente, Adèle logra retirarse de ese lugar pasivo en el que se encontraba en relación a Emma, destacándose el crecimiento personal del personaje y cómo encara a la vida, ya desde un lugar de mayor experiencia, emprendiendo así, su camino hacia lo incierto, pero sabiéndose deseante.



Película:La vida de Adèle

Titulo Original:La vie d'Adèle

Director: Abdellatif Kechiche

Año: 2013

Pais: Francia

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