Introducción
El film que se toma para el presente trabajo tiene dos antecedentes a los cuales evoca. Uno de ellos es un hecho efectivamente acontecido que tuvo lugar en Turquía en 2001, y otro de ellos, literario, la obra “Lisístrata” de Aristófanes. En relación a esta última, no se abordarán paralelismos con aquella, centrándose en lo singular de la película, así como tampoco se hará mención al suceso ocurrido.
La acción de la película transcurre en un lugar no especificado (pequeño pueblo de Mahieb o de la península arábiga), regidos por el Islam.
La central que en ella se despliega, gira en torno a una tarea especifica que le es asignada a las mujeres (por los hombres) de dicha comunidad, que consiste en la búsqueda de agua en una fuente alejada del pueblo, encerrada en un terreno montañoso. El agua es relacionada con las tareas hogareñas, y de allí la asignación a las mujeres, quienes quedan a cargo de las mismas. Así es la tradición en dicho pueblo, en dicha religión, y así se ha perpetuado por generaciones.
El presente trabajo pretenderá abordar la singularidad en situación que puede recortarse a partir del acto que realiza el personaje central de la película, Leila, quien propondrá a las otras mujeres la “huelga de amor”. Acción que será resignificada desde lo que señalará como un segundo tiempo, otorgándole el estatuto de acto, interpelando al sujeto. Algo del orden de su deseo hace su aparición (abriendo el campo de la responsabilidad), en conflicto con los mandatos que le preceden, obligando al sujeto a dar una respuesta en esta dimensión ética que aquí se despliega.
Se presenta, entonces, como a partir de aquel acto, y su posterior resignificación, una singularidad irá mas allá de los códigos compartidos, poniendo de manifiesto la incompletud de aquel universo que se presentaba como total, haciendo surgir el no – todo, desembocando en un tercer momento, situando en aquella respuesta a la interpelación, “(…) otro nombre del sujeto” (Mosca, 1998).
La huelga de amor: ni necesidad, ni azar
La película presenta en su inicio a las mujeres en su labor de buscar el agua en aquel recorrido de la fuente al pueblo. Entretanto la escena hace contra punto con un parto que tiene lugar en su residencia. A la par de esta escena, una mujer embarazada sufre una caída en su recorrido en busca del agua, que tiene como consecuencia un aborto instantáneo. A estas acciones simultáneas, le sigue una escena en donde las mujeres, reunidas ya en el pueblo, festejan aquel nacimiento con cánticos y bailes.
En medio de este cántico festivo, grupal, irrumpe la voz de Leila, quien comienza a cantar para denunciar los niños que han muerto.
Tras dicha manifestación, el grupo rehace su cántico anterior, dando por finalizada la escena. Seguido de esto, las mujeres se encuentran reunidas en un momento más íntimo, en un baño, donde algunas de ellas alardean sobre sus quehaceres sexuales con sus maridos. Frente a esta situación Leila vuelve a alzar su voz, para manifestar su descontento frente a las muertes infantiles, y ante la situación en la que se ven envueltas. Enseguida encuentra oposición en quien es la madre de su marido (acusándola de extranjera), y a su vez es apoyada por una de las mujeres más viejas del pueblo, la Vieja Fusil. Propone poner un alto a la situación, y como medio para ello, una huelga de amor. No más relaciones sexuales. Es aquí que la protagonista pondrá en juego su decir, tomará la palabra para decir “No”, para pronunciarse por la negativa frente a la situación en la que se ven involucradas.
Este punto, al que se le dará estatuto de acto, será recortado como tiempo uno. Aparecen entonces ciertos elementos de necesidad, el agua es esencial para la vida del humano (se presenta como imprescindible). Por otra parte aparecen cuestiones de azar, que exceden al sujeto como el lugar y la cultura en la cual ha nacido. Leila vive en una familia musulmana, y su familia pacta su unión matrimonial con otro hombre, por lo que se muda con la familia de éste, Sami, en el pueblo que la película presenta. Pero allí, y en las condiciones de vida de aquel lugar ella dice basta, y pone en entredicho la tradición que los rige.
Hasta aquí podría decirse que el “no” que se recorta en su decir, es un “no” a aquellas exigencias morales, religiosas, pretender una solución diferente a la obtención de agua, en pos de proteger a la mujer y más aún a las mujeres embarazadas que pierden sus hijos en estas acciones descriptas.
Como se introdujo en el inicio, esto cambiará de estatuto, situando como lo señala Fariña a partir del texto de Mosca, que “(…) la responsabilidad del sujeto se encuentra en la grieta entre necesidad y azar” (Michel Fariña, J. J. “Responsabilidad: entre necesidad y azar” [en línea]. 2012)
Retomando el hilo argumental del film, aparece la respuesta, de los hombres frente a las mujeres que se niegan a buscar el agua, y que los obligan a implicarse, a tomar una decisión respecto a ello.
Este hecho puede tomarse como un desencadenante en el proceder de los diferentes personajes de la película. Si bien el presente trabajo se centra en Leila (“(…) un acto implica una decisión tomada por fuera de los otros” (Ariel, A., 2001)) y desde su acto recortará una subjetividad en situación, la huelga de amor, va a tener consecuencias en todos los personajes del film. Algunos de ellos también se verán interpelados y ofrecerán una respuesta mas allá del universo presentado como total que será esencial en el desenlace de la película, y otros simplemente obturarán la pregunta, impidiendo el sostenimiento de la interpelación.
Sami, esposo de Leila, apoyará la huelga (nunca la repudiará como pide su madre). Este personaje despliega su propio accionar en relación a su cultura y lugar de origen. Siendo profesor, intenta ensañarles a las niñas a leer, en contra de los ideales del pueblo musulmán, incluso es quien ensañará a Leila (le presenta “Las mil y una noches” y el Corán). Aquí también podrá pensarse en línea a los ideales y a la moral, frente a la cual Sami se revela, sin embargo, après – coup, también se encontrará interpelado, viéndose obligado a responder allí donde algo toca la dimensión del deseo.
En cuanto a otro de los personajes ya presentados, la Vieja Fusil, que apoya a Leila y la huelga de amor, permite situar la pregunta en relación a si el acto de Leila puede entenderse desde la moral, “¿Quieres que el amor vuelva al pueblo por un caño?”.
Siguiendo este desarrollo, su acto, va más allá de los ideales, más allá de sancionar como negativo el accionar de los hombres y la obtención del agua, es decir, no se agota en los fines para los que ha surgido.
Retornando a la película, entre tanto se ha instalado la huelga de amor, una escena permitirá ir comprendiendo la posición de Leila. Ésta recibe en su casa un llamado de su madre, que la interroga por la huelga de amor argumentando la vergüenza que ella acarrea (lo que pensará la gente, lo que tiene que soportar su padre).
Por problemas de señal, se pierde la llamada, y la madre de Sami entra en escena, y en medio de una discusión por la condición del teléfono, le reclama, “¿Harías la huelga delante de tus padres? Esto permite introducir lo referente a los mandatos, y como estos se jugarán en Leila.
Entre tanto Sami intenta dar solución al conflicto del agua dialogando con funcionarios políticos. Esto fracasa, y desde allí surgirá otra opción posible.
Acto y responsabilidad
Un periodista arriba al pueblo con motivo de una investigación en torno a los insectos en relación a la sequía que acecha el lugar. La Vieja Fusil arregla un encuentro entre Leila y Sofiane (periodista) para que éste escriba sobre la huelga. Aquí aparecerá una nueva dimensión en el film, Sofiane y Leila habían mantenido una relación amorosa pero éste se habría casado luego con otra mujer. Leila lo rechaza, argumentando que ahora esta casada, y se retira de la escena. A partir de este punto se modifican las actitudes y el proceder de la protagonista, surge la dimensión del deseo, pudiéndose situar aquí un tiempo dos, que resignifica el primero (éste permite el recorte del primero). Desde aquí cambia el estatuto de aquella acción en donde la protagonista toma la palabra para proponer la huelga de amor. Su acción no podrá pensarse en función de necesidades, ni en cuestiones morales como juzgar los actos de los hombres, revelándose contra éstos. Hace su aparición la dimensión subjetiva, el sujeto se ve interpelado, la acción es subjetivada, de allí el estatuto de acto.
Dos escenas permiten mostrar esto. Leila escribía las cartas que la hermana de Sami le enviaba a un hombre (Salim). Pero tras este segundo tiempo, la interroga sobre el sexo, y Leila responde que calle, que debiera darle “vergüenza”. La palabra vergüenza, aparece por primera vez pronunciada por ella, la que ha propuesto la huelga de amor. Palabra que aparecía en boca de quienes condenaban sus acciones (puede recordarse en este punto la llamada de su madre). En la otra escena, la hermana de Sami se niega a realizar tareas del hogar a causa de su malestar debido al periodo menstrual. Leila responde, “Eres mujer, debes soportar el dolor sin quejarte. Es una vergüenza hablar de eso”. Es posible entonces situar aquí la culpa, que muestra que algo del orden del deseo ha surgido, y el sujeto se ha visto interpelado. Aparece la cuestión de su deseo en relación a los mandatos super yoicos.
Como puede verse, a partir de aquel encuentro con Sofiane la protagonista se ve interpelada, y esto (como presenta Oscar D’Amore, 2006) obliga a responder. Son aquellas escenas una respuesta a la interpelación, Leila aparece respondiendo como nunca antes a lo largo de la película, aparece la culpa ligada al super yo. Ha surgido entonces la hiancia, el surco, que se intenta obturar a partir de intentar continuar durmiendo “(…) en los signos de un guión ajeno.” (Ariel, 2001).
En este punto se retoma la cita de D`Amore sobre Lacan, “(…) la única cosa de la que se puede ser culpable, al menos en la perspectiva analítica es de haber cedido en su deseo”. (D’Amore, 2006, p. 155).
Continuando con el desarrollo del film, en medio de la noche, Leila decide relatarle lo acontecido con Sofiane a Sami, y es en este punto donde puede retomarse lo señalado sobre este personaje.
Sami se mostraba en oposición a determinadas tradiciones musulmanas y de su pueblo, pero aquí es posible situar que él también se ha visto interpelado, se ha casado con una mujer que no era virgen. En esta escena responde argumentando “vergüenza”, y se distancia de Leila. Su posición también vacila, incluso amenazando de muerte a Sofiane.
El enigma femenino: dos lugares posibles, y un mas allá de su intento de alojamiento.
Luego de aquellos sucesos, una escena permite mostrar como la “huelga de amor” no se agota en los fines de los cuales ha sido concebida, hay allí un acto ético. Sami le pregunta una noche a Leila, “¿Qué quieres? ¿El agua? O ¿Quieres poner en duda la tradición?”, y Leila se dirige a él con la siguiente pregunta, “¿Qué es una mujer? ¿Qué es una mujer para ustedes los hombres?” Como se ve, aquí no se trata de la dimensión moral, sino de la ética, en tanto lo inconsciente no es óntico ni ontológico, es ético, se trata allí de lo no realizado. Ante la pregunta por el agua, por la tradición, Leila responde con la pregunta por el enigma de la femineidad (como señala Lacan, no existe La mujer en tanto significante).
En estos dos tiempos que se han recortado, el segundo, que resignifica al primero, refiere a un suceso que tuvo lugar con anterioridad al tiempo uno, al acto que se recorta a partir de que Leila toma la palabra. Teniendo esto en cuenta, la huelga de amor, como se ha dicho, no se recorta según el azar o la necesidad. Alejandro Ariel retoma del texto sobre Truman, “(…) el mayor signo del guión ajeno es que el horizonte esta pintado” (Ariel, 2001, p. 5).
De aquí lo que la mujer debe hacer, y lo que la mujer deber ser, pero esto no puede abarcar, ni agotar el campo del deseo, y el campo del goce.
Tas aquella pregunta de Sami, Leila dirá “existo”. Esta es la dimensión que se despliega aquí a partir de los dos tiempos.
Aquel guión ajeno presenta dos posibles lugares. La mujer debe ser virgen antes del matrimonio, y sino lo es aparece degradada en condición de prostituta, “dos orientaciones (…) amor celestial y terreno (o animal)” (Freud, 1912, p. 176)
A su vez, ya consumado el matrimonio, se presenta en el film también la degradación de la mujer. Estos son los lugares en que se intenta alojar a aquella, lugares posibles del guión, lugares también posibles para dominar el goce femenino.
Leila mantuvo una relación previa al matrimonio con Sami, de allí el cambio de estatuto de la huelga, acto que se entrama con aquel acontecimiento. Surge la dimensión subjetiva en relación a los mandatos que le preceden, a aquellos dos lugares que se presentan como únicos, universo en apariencia total, y desde allí la singularidad en situación. Leila no se situará en aquel universo binario, producirá un acto, una creación y allí la dimensión ética.
Continuando con la película, tras la declaración en medio de la noche a Sami, la huelga de amor se ve alterada. Leila dirá, “ahora empieza la acción”. Comienza a realizar acciones diferentes, ya no es solo no tener relaciones sexuales, hace manifestaciones en el café (en donde la mirada esta en Sami), e incluso discute sobre el Corán con el Imam, argumentando que su lectura son solo interpretaciones (pudiéndose ubicar un “(…) efecto particularista.” (Michel Fariña, 1998, p. 52)). La “huelga de amor” se percibe enlazada a su esposo. Esto llevará al desenlace final de la película, expresión máxima de la huelga, donde intentarán presentarla con cantos, en la “Fiesta de la cosecha de la región”.
Leila y un acto de amor
Es allí en ese final donde se podrán ver a su vez la posición de cada personaje. Allí quizás es posible ver el acto de amor que cada uno realiza, permitiendo ver que aquel no es solo de las mujeres (la fuente de las mujeres, se dirá en el final, es el amor). Cada personaje, con lo propio de cada singularidad, realiza un acto de amor. Sami convoca a Sofiane a la Feria a donde Leila expone su huelga, y aquel luego escribirá sobre la misma.
Sin embargo, y retornando al personaje del presente trabajo, no es allí donde podría recortarse un tercer tiempo.
Tras lo sucedido en la Feria, Leila se encuentra en una cena con la familia de Sami, y éste llega con la noticia en el diario, y el anuncio de una respuesta política al problema. Sin embargo, allí, aún finalizando la “huelga”, no es en esa noche que ellos vuelven a tener relaciones sexuales. Al siguiente día, Leila se dirige a donde se encuentra Sofiane y le entrega una flor desde la ventana.
Si bien también se marcha luego de eso, de igual forma que en sus otros encuentros, le ha dado una flor, y es solo después de ello que se ubica el acto sexual con Sami. Por aquello se recortará un tercer momento en esa escena, como una respuesta del Sujeto a su interpelación, surge ese “(…) otro nombre del sujeto.” (Mosca, J.C., 1998).
En la linealidad del film, la huelga de amor que parecía desconectada con aquel suceso anterior, se resignifica cuando la escena mencionada vuelve a traer al sujeto aquello que pretendía hacer a un lado (aquello le retorna).
Algo del orden del deseo ha surgido, y no armoniza con los mandamientos que le preceden a su nacimiento, con aquel guión del Otro, surgiendo entonces la interpelación. Las certezas se tambalean, “¿Qué soy? Si fui hablado, ¿qué soy? Si no soy la filiación a ese otro, a nivel moral, a nivel religioso, a nivel político. Si no soy eso, ¿qué soy?” (Ariel, 2001, p. 6).
La culpa aparece desplazada como se ha mencionado en las escenas con la hermana de Sami a partir del encuentro en la fuente entre Leila y Sofiane, pero como se ha indicado solo se puede ser culpable de haber cedido en su deseo, retomando aquí a Lacan, “¿Has actuado en conformidad con el deseo?” (D’Amore, 2006, p.156).
Es con aquella flor a Sofiane que se abre la posibilidad de otro tiempo, la posibilidad del sujeto de la renuncia, sustraerse de “(…) dormir en los signos de un guión ajeno” (Ariel, 2001, p.6), de aquellos dos lugares propuestos como únicos para la mujer. El acto de Leila la confronta con aquello de lo que no puede deshacerse, no la relación con Sofiane, sino con lo que se despliega a partir de ella, algo del orden del deseo. Leila se niega a habitar aquellos dos lugares posibles, y desde allí la creación, otra posición que posibilita su relación con Sami.
Referencias
D’Amore, O. (2006). “Responsabilidad y culpa”. En La transmisión de la ética. Clínica y deontología. Vol. I: Fundamentos. Letra Viva.
Freud, S. (1912) “Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa”, en Obras Completas, vol. XI, Bs. As., Amorrortu Editores, 1986.
Lewkowicz, I. (1998). “Particular, Universal, Singular”. En Ética: un horizonte en quiebra. Cap. IV. Eudeba, Buenos Aires.
Michel Fariña, J. (1998). “Lo universal-singular como horizonte de la ética”. (Cap. III). En Ética: un horizonte en quiebra. Eudeba, Buenos Aires, 2011.
Mosca, J. C. (1998). “Responsabilidad, otro nombre del sujeto”. En Ética: un horizonte en quiebra. Eudeba, Buenos Aires, 2011.
Salomone, G. Z. (2006). “El sujeto dividido y la responsabilidad”. En La transmisión de la ética. Clínica y deontología. Vol. I: Fundamentos. Letra Viva, 2011.
Fuentes Electrónicas
Ariel, A. “La responsabilidad ante el aborto” [en línea]. 2001, [citado 2012 – 06 – 12]. Disponible en Internet.
Michel Fariña, J. J. “Responsabilidad: entre necesidad y azar” [en línea]. 2012, [citado 2012 – 06 – 12]. Disponible en Internet.
NOTAS
Película:La fuente de las mujeres
Titulo Original:La source des femmes
Director: Radu Mihaileanu
Año: 2011
Pais: Bélgica
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