Introducción
El presente análisis estará fundamentado en el circuito de la responsabilidad, con el cual se dará cuenta de las transformaciones que sufre el protagonista del filme. La responsabilidad en cuestión es la responsabilidad subjetiva, que interpela al sujeto más allá de las fronteras del yo, por lo tanto, se trata del sujeto del inconsciente. Éste se ve convocado a responder por aquello que perteneciéndole le es ajeno, debido a que, en este campo de responsabilidad, el sujeto siempre es imputable en términos éticos.
Un circuito para Juan
Infancia Clandestina (2012) es una película dirigida por Benjamín Ávila y, situada en el año 1979, que nos invita a transitar uno de los momentos más difíciles de nuestra Argentina. El filme se desarrolla desde la mirada de Juan, un niño de doce años al que le toca crecer atravesado por el compromiso político de sus padres y el surgimiento de las propias preguntas respecto del mundo que lo rodea y de su propia identidad.
Luego de un prolongado exilio en Cuba, Juan y su familia regresan al país adoptando identidades falsas para participar de lo que se conoció como la “Contraofensiva Montonera” contra la dictadura militar. Juan es ahora Ernesto y tiene asignada una misión.
Como parte de los operativos llevados a cabo por su familia, Juan/Ernesto ingresa a una nueva escuela con el nombre y origen falso, oriundo de la provincia de Córdoba. Hasta el momento, la vida cotidiana de este personaje pasa por sostener una “doble vida”. En este primer tiempo se ubica una acción determinada en concordancia con el universo de discurso en que el sujeto se halla inmerso y que, se supone, se agota en los fines para los que fue realizada [1]. En este caso, cambiar los nombres agota los fines de no ser descubiertos. Por lo tanto, en este tiempo se encuentra un universo pleno y un sujeto consistente con él, seguro de lo que piensa, siente y hace.
En su transcurso por la nueva escuela, Juan/Ernesto se enamora de una compañera, la cual lo corresponde y empiezan a tener un vínculo cercano. A partir de esto, hay algo de esa identidad falsa que empieza a interpelarlo, cuestionarlo, ya que debe mentirle a una persona que es importante para él. Esto se puede observar, por ejemplo, en un día normal de escuela, donde Juan/Ernesto se encuentra con que le cantan el feliz cumpleaños, debido a que esa es la fecha que figura en sus documentos, y decide dar una fiesta para festejar su cumpleaños falso. Más adelante, al regresar de un campamento escolar, Juan/Ernesto se entera que su tío Beto, quien cumplía el papel de “compinche” y consejero, falleció en un operativo y que, por seguridad, se trasladarán por un tiempo a otro lugar. Aunque el niño entiende los motivos del traslado, añora quedarse en el barrio y poder seguir viendo a María, a quien le dice que estuvo en el velorio de su tío.
En este segundo tiempo se produce un exceso, donde la mentira excede los fines para la que fue concebida [2]. Entonces, hay algo de la realidad del sujeto que tambalea, que lo interpela y hace que el universo particular se resquebraje, posibilitando el surgimiento de una pregunta sobre la posición que el sujeto tenía hasta ese momento [3]. Esa pregunta permite la emergencia de una singularidad que revela el universo previo como incompleto y muestra un cortocircuito. Aquí es pertinente preguntarse ¿qué implicancia tiene Juan respecto de las decisiones tomadas por sus padres?
Es posible pensar este punto de inflexión en el sueño de Juan/Ernesto con su tío, en el cual conversan, comen maní con chocolate y Beto lo interroga: “¿qué vas a hacer de tu vida? Ya sos grande”, a lo cual el niño responde con evasivas. El tío continúa: “no te traiciones, pase lo que pase, no te traiciones”. A partir de esta formación del inconsciente, el universo particular es interpelado y se produce el surgimiento de una pregunta sobre la posición que el sujeto tenía hasta ese momento. Así, Juan/Ernesto le da cause a su deseo. “El yo no es propietario del deseo, pero sí diremos que el sujeto es responsable de su puesta en acto” (Mosca, J.C.: 1998, pág. 123). Es posible pensar el sueño como una forma de puesta en acto, Freud plantea que el sujeto debe considerarse responsable por sus mociones oníricas, tanto buenas como malas, debido a que el contenido del sueño no es un espíritu extraño, sino que es una parte del ser. [4]
A continuación, el niño se enfrenta a sus padres, como nunca antes lo había hecho, previo a escaparse de la casa y pasar un día entero en un parque de diversiones con María. Allí le intenta confesar su verdad, pero no lo hace: “Yo soy quien vos crees que soy, pero diferente”. Le propone irse juntos a Brasil, con un dinero que les había robado a sus padres, y empezar una vida juntos; pero ella se asusta y se va. Aquí no puede observarse aún el surgimiento de un nuevo sujeto, debido a que no se trata de un sujeto distinto al del tiempo uno, porque propone escaparse, al igual que lo hizo hasta entonces con sus padres.
Un día, luego de ser descubierto en el refugio y secuestrado por los militares, se puede ver a Juan/Ernesto siendo interrogado, él sostiene en todo momento que es Ernesto, que vivía en Córdoba y que su papá (ya en este momento, fallecido en un enfrentamiento) trabajaba en una fábrica de chocolate. Discurso que, desde su regreso a Argentina, sus padres le habían hecho repetir incansables veces. Posteriormente, lo dejan en la vereda de la casa de su abuela y él llama a la puerta. En este momento, el sujeto debe tomar una decisión, decisión como acto, ante la pregunta de su abuela: quién es. Esta decisión que va de la mano del surgimiento de una singularidad, que ob-liga al sujeto a responder, produce un nuevo sujeto como respuesta, “SOY JUAN”.
El tiempo tres es un instante, allí donde se da la emergencia de un nuevo sujeto, diferente al del tiempo uno, que toma una posición respecto de aquello que lo aquejaba en el tiempo dos. En este caso, se produce un nuevo sujeto como respuesta llamado Juan. Aquí se encuentra un Juan distinto del que se encontraba en el tiempo uno, que era funcional a los planes de los padres; se trata ahora de un Juan más maduro que se interroga. Tomando las palabras de Juan Carlos Mosca, se puede pensar que la responsabilidad interpela al sujeto, quien debe o puede dar respuesta, responder por su acto. La responsabilidad se asocia a la singularidad de un sujeto en acto. El interés está puesto en la subjetivación de una acción, ya no es una acción cualquiera, sino que recae finalmente sobre el sujeto, poniéndose éste en acto.
Por su parte, Alejandro Ariel entiende que “un acto implica una decisión tomada por fuera de los otros, sin los otros […] No es una acción moral, ni legal, ni jurídica, ni histérica, ni obsesiva. Un acto implica una decisión sin socios” (Ariel, A.: 2001, pág 1). En este caso, Juan tomó una decisión como acto, sólo, frente a la puerta de la casa de su abuela. Por este acto, tiene una responsabilidad ética, debido a que no está ligado a un tiempo ni a un tema, es la posición del sujeto frente a su soledad. Por lo cual, es una decisión sin socios del pasado, o sea, más allá del síntoma, entendido como aquel momento que le da al sujeto una pertenencia, una identidad; ni del presente, es decir, más allá de la política; ni del futuro, más allá de aquel fantasma que recrea para imaginar lo por venir. En Juan podría pensarse que toma una decisión más allá de su historia, sus nombres, la contra ofensiva montonera de la que participaban sus padres, el estado de alerta constante en el que vivía, los militares que lo acaban de interrogar y el miedo de lo que puede llegar a pasar.
Por otra parte, Juan Carlos Mosca sugiere que cuando rigen por completo necesidad o azar, o una combinación de ambos, no es pertinente la pregunta por la responsabilidad. Esto es lo que sucedía en el tiempo dos, donde conocer a María y la muerte del tío conmueven al niño. Lo primero se puede pensar como un elemento de azar, es decir, que aconteció de modo casual, accidental, de manera fortuita, y lo segundo, como un elemento de necesidad, aquello que ocurrirá inexorablemente, debido a una conexión de causa-efecto, y que fue necesario que suceda para que surja la pregunta acerca de la posición que el sujeto tenía hasta ese momento. Pero basta que se produzca una grieta entre estos elementos para que la pregunta por la responsabilidad adquiera toda su dimensión, es decir, el sujeto se vea obligado a responder por su responsabilidad, como sucede en el tiempo tres.
Breves conclusiones
Para finalizar, si algo ha emergido en el segundo tiempo des-ligado del universo particular, éste buscará re-ligarse hallando una explicación a su presencia, entonces, la hipótesis clínica viene a tratar de dar una explicación al exceso, a esa diferencia con el primer tiempo. Es posible pensar que María vino a conmover algo de su deseo, lo enfrento con la posibilidad de vivir una vida de niño, donde jugar con pares y que le guste una chica fueran sus mayores preocupaciones y ocupaciones, y dejar de lado el papel de adulto que en varias ocasiones tenía que desempeñar en su casa, cuidando a su hermana e incluso empuñando un arma. Por otra parte, la muerte del tío vino a colaborar con ello, y le permitió preguntarse, tal vez por primera vez, qué es lo que él quería hacer, dejando de lado el deber.
Esta disyuntiva enfrenta dos instancias psíquicas: el ello, que representa los impulsos, deseos y necesidades más elementales y primitivas, y el súper yo, que representa los pensamientos morales y éticos adquiridos y aprendidos por la cultura. En este caso, se puede pensar las mociones del ello como los impulsos de seguir la línea de su propio deseo, que implica en primer medida dejar de mentir y llevar adelante una vida como cualquier otro chico, mientras que las mociones del súper yo pueden ser pensadas como la demanda de los padres, los deberes y prohibiciones que ellos le inculcaron.
Bibliografia
Ariel, A. (1994). Moral y Ética. Una poética del estilo. En El estilo y el acto. Ediciones Manantial, Buenos Aires, 1994, páginas 19-24.
Ariel, A. (2001). La responsabilidad ante el aborto. Ficha de cátedra. Mimeo. Disponible en la página web de la cátedra http://eticayddhh.org/index.php/textos-y-articulos
Domínguez, M. E. (2006). Los carriles de la responsabilidad: el circuito de un análisis. En La transmisión de la ética. Clínica y deontología. Vol. I: Fundamentos, Letra Viva, Buenos Aires, 2006, páginas 131-143.
Freud, S. (1925). La responsabilidad moral por el contenido de los sueños. En Algunas notas adicionales a la interpretación de los sueños en su conjunto. Obras completas. Tomo XIX, Amorrortu Editores, 1984, páginas 133-136.
Lewkowicz, I. (1998). Particular, Universal, Singular. En Ética: un horizonte en quiebra. Cap. IV. Eudeba, Buenos Aires, 1998, páginas 57-63.
Mosca, J. C. (1998). Responsabilidad, otro nombre del sujeto. En Ética: un horizonte en quiebra, Eudeba, Buenos Aires, 1998, páginas 113-126.
Salomone, G. Z. (2006). El sujeto dividido y la responsabilidad. En La transmisión de la ética. Clínica y deontología. Vol. I: Fundamentos, Letra Viva, Buenos Aires, 2006, páginas 117-129.
NOTAS
[1] Cf. Domínguez, M. E., pág. 135.
[2] Cf. Domínguez, M. E., pág. 135.
[3] Cf. Domínguez, M. E., pág. 135.
[4] Freud, S., pág. 135.
Infancia Clandestina – El fracaso de la contraofensiva Montonera y la Teoría de los Dos demonios
Por Jorge Alberto Santoro
Para comprender el contexto histórico en el que está ambientada la película de Benjamín Ávila deberemos manejar varios términos que van a ser útiles para analizar el Film en cuestión.
La llamada Contraofensiva fue una frustrada operación político-militar realizada por algunos militantes de Montoneros entre 1979 y 1980, para deponer a la dictadura cívico militar llamada Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983).
A los montoneros también se lo llamaron subversivos: Subversión: Consiste en colaborar y otorgar sustento material e ideológico a un individuo, a grupos, asociaciones y organizaciones que buscan derrocar un gobierno a través de la fuerza y la violencia, es decir a través de una revolución.
Guerra Sucia: Se refiere al carácter del enfrentamiento entre el poder militar contra la población civil y las organizaciones guerrilleras, llámense ERP o Montoneros. Se suspendieron en esos años los derechos y garantías constitucionales y se propició la aplicación de tácticas y procedimientos bélicos a toda la población, con el consecuente secuestro, tortura, violación y asesinato en forma indiscriminada.
Y para finalizar éste glosario histórico mencionaremos a la Teoría de los dos Demonios.
Paralelamente a justificar a ambos bandos no es más que ocultar lo que fue el Terrorismo de Estado. Parafraseando a Ernesto Sábato integrante de la CONADEP y del informe del que surgió el libro Nunca Más que nos dice: “La teoría de los dos demonios intenta convencernos de que la garantía del no retorno al tiempo del “caos” y el “horror” implica aceptar el predominio de los sectores dominantes y aprender a convivir, resignados y promiscuos, con sus efectos”
Y para terminar de parafrasear e ir directamente al film que nos ocupa mencionaremos a Silvio Rodríguez: “Te doy una canción como un disparo, como un libro, una palabra, una guerrilla como doy el amor.
Podemos comenzar diciendo que si bien es una película autobiográfica del director, ya que salvando algunas licencias literarias (Juan – Ernesto) es él en la niñez preadolescente en la que convivió con los miedos de vivir con falsa identidad y en el que en lugar de comer maní con chocolates en su verdadera fachada en el envoltorio del dulce había granadas, también en esas instalaciones tenían armas. Lo bueno de la película que no justifica ni realza el odio hacia los militares como otros Films, sino que muestra el supuesto idealismo al que aspiraban y que lo iban a lograr únicamente por la fuerza. Enseguida se desvela si fue difícil durante el gobierno democrático que a través de la AAA (Alianza Anticomunista Argentina) reprimía, imagínense en gobierno militar que tenía todo el poder de las armas y también gubernamental y de espionaje para reprimir a voluntad.
La historia nos cuenta que Cristina (Natalia Oreiro) y Horacio (César Troncoso) eran dos militantes montoneros que se habían exiliado junto a su hijo Juan que ahora se llamaba Ernesto (Teo Gutiérrez Moreno); el hijo mayor de la pareja en Cuba en 1975 y es el protagonista en donde toda la película gira alrededor del punto de vista del niño.
En 1979 por un llamado de unos compañeros de batalla vuelven a la Argentina con identidad falsa para intervenir en la Contraofensiva. Teo tiene que hacer que viene de Córdoba y con algunos berrinches tiene que acomodarse al acento y a esta nueva vida en donde la locura, la muerte estaban al orden del día por persecuciones, por cambios de paraderos por simular un falso cumpleaños del chico o que fuera a un campamento para simular una vida que no era real y el lo percibía pero más adelante conoce el amor. (Violeta Palukas) que reviven unas de las escenas más tiernas que permiten bajar el ritmo apocalíptico de la historia. Otro momento muy vibrante es cuando Cristina Banegas le pide a Cristina (Oreiro) que le de a los dos chicos a ella porque era peligroso que convivieran con éste desastre al que se les anunciaba en la convivencia diaria. Ella lo rechaza ese pedido pero es un momento mágico dentro de la historia, y que según el director de la película en la vida real nunca existió ese encuentro y pedido. Ernesto Alterio que también era guerrillero hace de tío de Teo y le da unos consejos muy buenos hablándole de hombre a niño que está por saltar a la adolescencia y el chico se atreve a tocar temas que no se anima a hacerlo con sus padres.
Natalia Oreiro como madre y guerrillera está muy convincente al igual que todo el elenco en donde sobresale Teo y Ernesto Alterio. Por momentos parecían una típica familia argentina, pero por instantes al chico le volvía la realidad en la que estaba inmerso y ya no podía más convivir con el demonio en la casa.
Las escenas en donde muere Ernesto Alterio y Natalia Oreiro están dibujadas como si fuera un comic para no convertirla en una película muy violenta, y los tiros y otras escenas fuertes fueron filmadas fuera de foco. .
Es una película distinta en donde no hay esos héroes irreales que pretendían transformar a la argentina en un país mejor. Se mostraban violentos, iban siempre armados con pístolas o Fal y justificaban su accionar de cómo única salida a un futuro mejor y era todo lo contrario; para ellos y para todas las heridas que después de tantas décadas siguen todavía abiertas por no sanar en forma equitativa para los dos bandos, es decir seguimos conviviendo con los dos demonios del mal.
Sin lugar a dudas, el acto de nominación de una persona es una experiencia fundante que nos inscribe precediéndonos como seres hablantes. A través de la nominación de nuestro joven protagonista de doce años, se van entretejiendo distintas historias con diversos matices: su estadía en Cuba, el regreso conjunto con sus padres a la Argentina (pertenecientes al grupo de contraofensiva montonera de fines de los ’70), una nueva escuela, nuevos compañeros, y el primer amor que asoma y conmueve lo más profundo de su ser. Serán la singularidad de estas experiencias las que ubiquen al protagonista en una encrucijada en la cual ser Ernesto, nombre falso dado por sus padres con el fin de ocultar el origen y la afiliación familiar, ya no basta.
Allí donde ya no hay respuestas, allí donde las preguntas desbordan al sujeto, allí donde nace la semilla de ese primer amor y de ese primer atisbo de deseo sexual, allí donde la novela familiar resulta visiblemente cuestionada, allí donde ya no están sus padres, allí donde se desconoce lo que sucedió con su hermana pequeña… Allí ese “Allí” deviene un “aquí – ahora” donde se pone en juego una transformación subjetiva, donde lo que se juega no es un cambio de nombre simplemente, sino más bien el cambio radical de su vida. Dicha transformación acontece a partir de una ligazón afectiva con el tío recientemente fallecido, que le propone no traicionarse, “pase lo que pase”. De este modo, ser “Juan” no será un simple giro lingüístico, sino una nueva posición subjetiva a partir de la cual deberá comenzar a comenzar una nueva vida sin sus padres, una nueva vida donde se abrirá una pregunta en torno a sus raíces y en torno al paradero de aquella pequeña hermana que acunaba y serenaba en los momentos de mayor inquietud, una nueva vida donde “escapar” y sobrevivir como le propone a su primer amor ya no alcanza, sino que se vuelve necesario “afrontar” para vivir. Será esta elección la que se manifiesta en su esplendor al golpear la puerta de la casa de su abuela materna: “Soy Juan”.
Película:Infancia Clandestina
Titulo Original:Infancia Clandestina
Director: Benjamín Ávila
Año: 2011
Pais: Argentina
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