Universidad de Buenos Aires
Resumen
El presente escrito realiza un análisis de la serie televisiva Historias Robadas producida por Antena 3 Films y BocaBoca Producciones. La ficción está basada en el libro homónimo de Enrique J. Vila. El relato se inspira en hechos reales ocurridos a lo largo de toda España durante los décadas del 70 y del 80 donde se han registrado miles de casos de hermanos separados al nacer y niños dados por muertos entregados a otras familias para ser criados como hijos propios falseando sus identidades. Dichas apropiaciones fueron orquestadas por médicos, abogados, obstetras, enfermeras y religiosos que trabajaban en diferentes clínicas de Maternidad repartidas en distintas ciudades de España y que formaban parte de un lucrative negocio de tráfico de niños.
Se analizará la violencia psicológica y el falseamiento de identidad al que fueron sometidos estos niños y a las consecuencias que les han provocado a ellos y a sus familias. También se tendrá en cuenta la importancia del valor del testigo y su palabra. Palabra que en el caso analizado resultará fundamental para que se llegue a la Verdad, la Memoria y la Justicia.
Palabras Clave: Apropiación | Verdad | Testigo | Identidad
Your life is not your life
Abstract
This article analyzes the television series Historias Robadas produced by Antena 3 Films and BocaBoca Producciones. The fiction is based on the homonymous book by Enrique J. Vila. The story is inspired by real events throughout Spain during the 70s and 80s where thousands of cases have been recorded of separated brothers at birth and children given for dead given to other families to be raised as their own children by falsifying their identities. These appropriations were orchestrated by obstetrician doctors, nurses and religious who worked in different maternity clinics distributed in different cities of Spain and that were part of a lucrative business of child trafficking.
It will analyze the psychological violence and the falsification of identity to which these children were subjected and the consequences that they have caused to them and their families. The importance of the witness’s value and word will also be taken into account. Word that in the case analyzed will be fundamental to reach the Truth, Memory and Justice.
Keywords: Appropriation | Truth | Witness | Identity
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“No se puede justificar una acción,
por el hecho de que la intención sea buena”
Santo Tomás
Entre los años cuarenta y los años ochenta miles de recién nacidos fueron robados en diferentes maternidades españolas y distribuidos por todo España, siendo vendidos a otros “padres”, que los inscribían como hijos propios. Estos niños, fueron separados a la fuerza de sus padres para ser vendidos por redes que empezaron a funcionar durante el franquismo y se prolongaron durante décadas, incluso luego de la muerte de Franco, en 1975. La separación forzosa de los menores de sus padres comenzó en la posguerra.
En ese entonces, la mayor parte de las víctimas eran niños provenientes de familias de ideas contrarias al régimen de Franco. Estos niños, eran entregados a otras familias consideradas “ideológicamente más convenientes”. La estructura que se generó en esos años reveló un negocio potencial de compra y venta de recién nacidos que se fue expandiendo y afianzando a lo largo de los años. En el negocio, estaban implicados abogados, religiosos, médicos y personas vinculadas al aparato del Estado franquista que legalizaban las adopciones. Lo que empezó por motivos políticos, resultó al final teniendo como víctima a cualquier niño. La mayoría de las madres, eran de bajos recursos económicos y de poca instrucción. Se estima que el caso total de niños robados puede llegar a 300.000 niños.
En el año 2012, la cadena española cadena3, lanzó la miniserie de dos capítulos, llamada: Historias Robadas. Esta miniserie está basada en hechos reales, recopilados en el libro del mismo nombre, escrito por el abogado Enrique J. Vila Torres y publicado en el año 2011. La serie muestra con lujo de detalles, lo ocurrido por aquellos años y cómo funcionaba el negocio del robo de bebés, perfectamente aceitado y orquestado donde cada miembro tenía su misión por cumplir para que todo saliera bien. Los personajes involucrados no se ven interpelados e intelectualizan su accionar considerando que hacen actos de “caridad” (por la que casualmente cobran un dinero bastante importante) y a su vez entregan a niños a familias adineradas que “les pueden dar todo” por el contrario de sus familias de origen pobres “que no podrían mantenerlos”.
La miniserie relata la historia de una mujer, Charo, que da a luz a dos bebés en 1979, en la Clínica María Auxiliadora de Madrid. Charo y su marido no tenían dinero y llegan a dicha clínica gracias a Sor Sagrario, una religiosa que habían conocido en un hospital público y que les había ofrecido tener a su hijo en dicha clínica con el Dr. Gil (“una eminencia”). Luego de un parto, donde Charo es bastante anestesiada, ella escucha llorar a sus dos hijos (no sabía que eran dos hasta ese momento), pero antes de dormirse escucha al Dr. Gil decir que el segundo bebé venía con vuelta de cordón. Al despertar, el Dr. le anuncia a la pareja que el segundo bebé falleció. Charo insiste en que quiere ver a sus dos hijos. Luego de ver a Juan, van a ver el cadáver de Manuel. El cadáver que le muestran es el de un bebé que tenían congelado en el sótano de la clínica y que calentaban para este tipo de ocasiones. Al mismo tiempo, ingresa en la clínica Enrique de las Matas y su mujer, Tita (con un almohadón en su vientre, simulando un embarazo). Luego del parto de Charo, el Dr. Gil y Sor Sagrario le muestran a Enrique ambos bebés para que elija cual quiere. “Este de aquí, el más tranquilo”, elije Enrique.
Estos niños nacidos en el medio del engaño a sus padres fueron violentamente arrancados de los brazos de sus madres y padres, y de la cadena generacional a la que pertenecían. La gran mayoría de estos niños, ahora adultos, continúa padeciendo el secuestro y la desaparición. Fueron ilegalmente adoptados y anotados como hijos propios, es decir, apropiados y privados de su verdadera identidad, lo que implica ser puestos a la altura de un objeto para traer satisfacción a la persona que lo compra. Esto se ve claramente en la elección del Señor de las Matas ya que elige al niño, que considera “más tranquilo” (son dos bebés recién nacidos). Que estos niños hayan sido criados en familias de buen pasar económico no es un atenuante, ya que aunque hayan sido bien alimentados y cuidados, la apropiación es la condición que subyace. Aunque me permito también interrogar de que hablamos, cuando afirmamos que estos niños, aunque apropiados, fueron bien cuidados por sus apropiadores. ¿Cómo se cuida a un niño que fue robado y al que se le miente todos los días al reafirmar su identidad fraudulenta? ¿Hay alguna manera de cuidarlo “bien” o “mejor”?
Las figuras de los apropiadores no representan las figuras parentales o de padres adoptivos sino que ocupan el lugar parental desde la impostura. Pretenden devenir padres desde la mentira y la farsa. En el caso de la familia De las Matas, la mujer se fue de viaje durante los meses de “embarazo”, entrando a la clínica con un almohadón, elevando el nivel de cinismo y de impunidad con el que se manejaban y negando toda la posibilidad de reconocerse en esa elección fraudulenta en la que pretendía devenir madre, sin importar el costo. El no preguntar sobre el origen del niño no resulta un atenuante, dado que Tita acepta devenir “madre” y sumarse a la farsa orquestada por su marido y el Dr. Gil, negando su propia falta y lo que ocurría a su alrededor. Tal es así, que años después, cuando Alejandro (el niño que apropió) la increpa, esta le dice: “Yo te necesitaba. Hubiera echo cualquier cosa por tenerte y ahora haría cualquier cosa por no perderte”.
Las figuras de los apropiadores no representan las figuras parentales o la figura de padres adoptivos sino que en realidad ocupan el lugar parental desde la impostura y la falsedad. “La pareja que intenta resolver sus frustraciones respecto de la paternidad robando un niño, se condena a una doble imposibilidad: Por un lado cancela cualquier función parental respecto del menor; por otro, impugna definitivamente el vínculo que los une”. [1]
Luego del robo del bebé, Sor Sagrario interpela al Dr. Gil, dado que considera que Manuel, el padre de los gemelos se ha dado cuenta, este minimiza la vacilación de la monja. Mas avanzada la serie nos enteramos de que la clínica le dio dinero a Manuel para que no investigue la muerte de su hijo.
A los niños apropiados no solo se les ha falseado su nombre, sino que también su día y lugar de nacimiento, su edad, y sus familiares etc. Han sido privados de su origen, de su historia, de la historia de sus padres y también han sido despojados del lugar que ocupan en el deseo y el afecto de su familia que los esperaba y deseaba desde antes del nacimiento. Han sido sustraídos entonces de la posibilidad de poder mantener vínculos identificatorios con sus progenitores y su familia de origen. Estos niños, durante su crecimiento y en el proceso mismo de estructuración de su identidad y configuración de su personalidad, se vieron obligados a establecer identificaciones falsas ya que las figuras parentales se encontraban desplazadas en los apropiadores.
A la apropiación física se le debe agregar la apropiación psicológica, ya que desde la usurpación de los lugares paternos, y de las marcas que desde esa posición se trasmiten, se aportan las condiciones para estructurar a un sujeto. La apropiación ilegal ha obligado al niño a crecer en el seno de una familia que no es la que le correspondía, sin embargo, en la relación que mantuvo con la familia que lo apropió se inscribió en lo humano pudiendo así constituirse, con fallas y fisuras, como un sujeto deseante. Este fue el caso de Alejandro, que creció en la familia De las Matas. Sin embargo, esas fallas y fisuras, que los apropiadores creyeron que no iban a existir, fueron configurándose a la par que los niños iban creciendo. Las falsas identificaciones y parecidos con ellos, que los apropiadores intentaban establecer, no hacían más que sembrar la duda y la diferencia en estos niños que sentían que esa familia no les pertenecía y que los hacía dudar y poner en marcha una búsqueda sobre quienes eran. El derecho a la identidad y la necesidad de saber quiénes son prima por sobre todo.
En Julio de 2010, en Madrid Juan Peña, agobiado por la obsesión de su madre. Charo, con que su hermano sigue vivo, decide comenzar una investigación sobre aquel fatídico día más de 30 años después. Como otras tantas mujeres víctimas de la misma trama, Charo no está loca. Su marido la ha abandonado y está gravemente enferma, pero ella sabe que su hijo, el que le dijeron que murió durante el parto, está vivo. Cuando Juan consigue el permiso necesario para abrir la tumba de su gemelo y descubre que está vacía, empezará una investigación para averiguar la verdad. Para ello cuenta con la ayuda de Blanca, una joven abogada especialista en desapariciones. Luego de descubrir que la partida de fallecimiento de su hermano está inscripta dos días después del parto y con el diagnóstico de otitis, Juan va a la Iglesia de la Fe a ver al Padre Francisco para intentar conseguir la partida de bautismo de su hermano. En dicha parroquia se encuentra viviendo Sor Sagrario. Luego de la visita intempestiva de Juan, el Padre Francisco y Sor Sagrario se quedan viendo su partida y ella cita la biblia:
“Y Moisés le dijo a Aarón: toma tu incensario y pone en él, el fuego del altar. Échale luego incienso y corre hacia la comunidad. Harás la expiación por ellos. Porque se ha desencadenado la cólera de Yave. Y ha comenzado el castigo”. [2]
El padre Francisco le hace una visita al Dr. Gil, quien ante la preocupación del sacerdote por la visita de Juan, responde: “No hay documentos. Todos los archivos médicos fueron destruidos. Yo me encargué de eso personalmente. Le recuerdo que ya hubo una investigación. ¿Y qué? No encontraron nada”.
Mientras tanto, Juan y Blanca, van a interrogar a un sepulturero al cementerio.
S: Yo me dedicaba a enterrar los féretros que llegaban me llegaban y listo. Ese es mi trabajo.
B: Pero algunos de esos féretros estaban vacíos, ¿usted no se daba cuenta?
S: Soy funerario desde los 15 años… ¿usted cree que yo no lo sabía?
B: ¿Y por qué nunca dijo nada?
S: A mí me llegaban aquellos ataúdes tan pequeños, tan blanquitos. Por cada uno que enterraba sin chistar me daban una paga extra. Quien hubiera dicho que no. El dinero venía bien en casa.
B: Estaría dispuesto a contar su historia delante de un juez?
S: Yo no quiero líos señorita.
B: Solo le estoy pidiendo que colabore, que diga lo que sepa, que diga de dónde venían los ataúdes, quien firmaba los partos.
S: Ya le he dicho que no, lo siento.
Juan, va a ver al Dr. Gil, quien lejos de responsabilizarse por lo ocurrido, le dice que todas las adopciones fueron voluntarias, y que seguramente su madre ha arrastrado bastante penitencia toda su vida por lo que hizo. El Dr. Gil es un fiel representante del cinismo y la impunidad con la que manejaban el negocio de la venta de niños. Años después no solo se regodea en que nadie puede demostrar nada ya que el mismo se encargó de destruir los documentos sino que también se encarga de “ensuciar” a la víctima. Una víctima a la que nadie nunca escuchó ni consideró que su testimonio era fiel y certero. “(…) el perpetrador no ve cumplida su tarea sin borrar toda palabra, todo nombre, toda marca; no sólo la de su propia acción delictiva (con el evidente propósito de no dejar pruebas que lo incriminen) sino también de aquel a quien extermina”. [3] En este caso, el Dr. Gil intenta inculpar a Charo, como una de las tantas madres que según él, firmaban voluntariamente para entregar a sus hijos, intentando también en ese accionar, no solo desresponsabilizarse por lo ocurrido, ni afirmando ni negando su participación, sino también intentando que Juan responsabilice a su madre por lo ocurrido y no la considere la víctima que realmente es. Estos actos bajos del Dr. Gil llevan a pensar en no solo un modo de manejarse en la vida, sino también en una estructura neurótica que utiliza todos los mecanismos defensivos disponibles para taponar la pregunta por la responsabilidad subjetiva que lo implicaría en los actos cometidos.
Cuando Juan le cuenta a su madre el avance de la investigación, le dice: “Tu siempre lo supiste, lamento no haberte creído”. Una madre que durante años insiste en que sus dos hijos habían nacido con vida, pero no es realmente escuchada hasta muchos años después, cuando su hijo Juan decide por fin oírla y hacer algo con eso. En este caso Charo, fue una testigo privilegiada de lo ocurrido, sin embargo su palabra nunca fue tomada en serio. Su marido, cegado ante el dinero fue capaz de ocultarle a su mujer y el resto de su familia lo ocurrido, la culpa hizo lo suyo y la pareja terminó separándose y el falleciendo.
Blanca mantiene una entrevista con una mujer, que relata como un médico de Valencia le dio la dirección de la Clínica en Madrid dado que allí “se aceleraban los trámites y era todo legal”. Dice que todo era raro, que tenía que entrar con un almohadón en la panza, simulando el embarazo, y que le dijeron que las chicas querían darlos en adopción, que eran menores o chicas de la calle. Solo debían pagar los “gastos del parto” y la residencia donde se alojaban las chicas. La mujer accede a declarar en un juzgado aunque sabe que podrían imputarla y condenarla por colaborar y encubrir un delito. Dice no arrepentirse de lo que hizo porque ama a su hijo, pero que puede ser que una madre se haya quedado sin su hijo… Empezó a replantearse esto, luego de ver a Blanca en la televisión.
Juan y Blanca van a visitar a una enfermera llamada Angelines, referidos por la información de la mujer que se acercó al bufete. Angelines renunció a su trabajo en la clínica, luego de anoticiarse del horror que allí sucedía. Refiere que de casualidad un día encontró a una de las monjas descongelando el cadáver de un bebé y que luego vio como ardían los restos del bebe en la caldera, ya que dicho cadáver se cambiaba cada cierto tiempo. Ante la interpelación de Blanca sobre si no hizo nada al enterarse de esas cosas, Angelines dice: “Podría haber hecho mucho más, pero solo me despedí, dejé el trabajo”. Refiere que nunca habló de esto con nadie, pero que 30 años después aparecerían ellos y volvía a sentirse culpable. Angelines revela también que según rumores, la causa de la muerte que se ponía en el falso certificado de defunción estaba íntimamente relacionado con la distribución geográfica de los bebés, otitis correspondía por ejemplo a Madrid. Angelines apunta directamente a Sor Sagrario, la monja que descongelaba el cadáver del bebé, la mano derecha del Dr. Gil.
Van a ver nuevamente a Sor Sagrario, quien se define como la trabajadora social de la clínica. Relata que ayudaba a las chicas pobres que no podían costearse el parto y que ellas dejaban a sus bebés allí, y que todas las adopciones eran legales pero que esos documentos fueron quemados porque solo tenían la obligación de guardarlos por 5 años. Refiere no recordar nada y que todo lo que se decía eran mentiras.
Esta visita intempestiva sin duda interpeló, al fin, a Sor Sagrario, quien recurre a la confesión con el padre Francisco. “Siempre pensé que lo hacíamos por el bien de los niños pero tal vez nos equivocamos y podemos rectificarlo”. Pero el padre Francisco la intenta convencer de que esto no es correcto “que derecho tenemos a intervenir sobre unas vidas que Dios ya ha bendecido”. Luego de esto, la absuelve, y le dice que se quede tranquila ya que Dios no predestina a nadie al infierno.
Mientras, en otro lugar, Alejandro de las Matas vive completamente ajeno a la vida de su verdadera familia. No sabe que fue apropiado y, por supuesto, ni imagina que tiene un hermano gemelo. Tras vivir toda su vida en una familia adinerada, Alejandro tiene un futuro prometedor: es el único heredero de la empresa familiar y va a casarse. Sin embargo, siempre pensó que era adoptado, y estas dudas vuelven a aflorar luego de ver a Blanca en la televisión. Decide hacerse un análisis de ADN a escondidas de su familia, el mismo da negativo y con este resultado va a confrontar a Enrique, quien responde con mentiras. Alejandro reclama el derecho a saber sobre su origen, Enrique dice que su madre era una prostituta y le dice “Eres Alejandro de las Matas, mi heredero, mi único hijo (…) A veces es mejor no saber”. Alejandro comienza a investigar sobre su origen, con las pistas falsas que le dio Enrique. Al revisar su partida de nacimiento, previo a su casamiento, Alejandro descubre que figura inscripto como hijo de sus “padres”, es así como luego de esta revelación continúa investigando. Alejandro se contacta con el ex chofer de su padre, Justo. Justo le cuenta que fue su padre quien ayudó a conseguir a su hijo también (y que estaba siempre con la misma cantinela que él, queriendo saber quiénes eran sus padres biológicos). Nos anoticiamos junto con Alejandro, que Enrique de las Matas, ocupaba un alto cargo en la Epa (la oficina de adopciones), donde se distribuían niños recién nacidos a toda España, previo pago de una buena suma de dinero. El trabajo de Justo conseguía en transportar en auto a los recién nacidos a su nuevo destino. Ante la preocupación de Justo de que le pase algo a alguno de los bebés, Enrique le respondía: “Si se te muere alguno lo tiras en la cuneta, total lo que sobran son niños”. Una vez más el lugar de objeto que se le daba a los niños se hace presente. El horror y la impunidad también.
En una reunión entre Enrique, el Padre Francisco y el Dr. Gil, este ratifica haber destruido todas las pruebas “No hicimos más que buscar buenas familias a niños que lo necesitaban. Eso no es ningún pecado, ¿verdad padre?”. El padre responde. “La caridad es gratuita”.
Tita le confiesa a Alejandro lo que sabe. Tita confronta a Enrique, y éste le revela toda la verdad que ella nunca quiso ver. “Yo compré a nuestro hijo, pagué por él”. Ella lo acusa de monstruo y queda interpelada por su lugar en el hecho, cosa que hasta el momento no había hecho.
Me llama poderosamente la atención las similitudes entre estas apropiaciones ocasionadas en España y las apropiaciones llevadas a cabo en nuestro país en la última dictadura militar entre 1976 y 1983. Las apropiadoras, en líneas generales, comparten las características de “madres frustradas” imposibilitadas desde su biología para ser madres, en la “necesidad” de serlo y aceptar cualquier medio para lograrlo. El no preguntar y no preguntar-se sobre el origen de los niños, sobre el que ocurrió con su verdaderas familias, y aceptar el “regalo” que traen sus maridos para convertirse así en “madres”. Y por otro lado, apropiadores dispuestos a pagar cualquier precio para cubrir la falta de no poder ser padres biológicos y la necesidad de cubrir ese bache y contentar la demanda de sus mujeres necesitadas de ser madre. Sin duda, con sus diferencias, la lógica de apropiación es muy similar. Como así también lo es la de los perpetradores, la de entregar a los niños a familias cristianas, adineradas que van a criarlos mejor que sus propias familias y a su vez perpetradores que creen que tienen el derecho de detentar un poder que les permite hacerlo y les permite juzgar con quien van a estar mejor criados, aunque con una identidad robada. Esto, en el caso de España termino deviniendo en un negocio de venta de niños, donde esta ideología terminó siendo solo la justificación moral que sustentaba el acto de vender niños y enriquecerse los bolsillos gracias a ello.
Historias Robadas culmina con la investigación de ambos hermanos que desemboca en el mismo lugar, y tras revelar el secreto guardado de todos los actores involucrados, ambos hermanos pueden reencontrarse y Charo al fin se reúne con sus dos hijos.
Para concluir, quisiera considerar la importancia de la restitución, como así también interrogar ¿qué efectos tiene en la subjetividad de los niños la filiación falsificada? Para contestar este interrogante es importante destacar que la farsa en la que crecieron estos niños fue sostenida por el silencio de la sociedad que con su silencio sostenía esa mentira y la impunidad que los rodeaba.
Sin duda el efecto de esta farsa en el sujeto es el estrago. El estrago consiste entonces, en extraer a un niño de su cadena generacional y pretender insertarlo en otra, con base en la ilegalidad y con el ocultamiento de su verdadera identidad esperando que nada suceda, como si se tratara de un intercambio de figuritas para completar el álbum con la figurita que nos falta.
Si bien el reconocimiento de la verdadera filiación permite la reinserción en la cadena generacional a la que pertenece el sujeto, este nunca podría restituir lo simbólico arrasado por la apropiación, ya que la misma ha dejado en el marcas con las que se ha constituido.
Como psicólogos no debemos apuntar al sujeto del trauma, sino a la singularidad de cada persona. Acompañarlos en este proceso es fundamental. Si la persona queda posicionada como víctima, como “restituido”, se tornará dificultoso que puedan abrirse preguntas que permitan el surgimiento del sujeto del inconsciente. Es por eso que cada sujeto necesita tiempo para ir haciendo propia su causa, conociendo y aceptando su historia. Y es entonces que, respetando sus tiempos, podrá ir formulando su demanda y así irá surgiendo el dispositivo analítico como lugar donde su causa pueda ser nombrada a través de sus síntomas. El tiempo también permitirá el pasaje del sujeto a la posición de analizante. Esto permitirá que vayan surgiendo nuevos decires que reflejaran su singularidad y la posibilidad del sujeto de historizarse. “Esta será su posibilidad de hacerse responsable de un nuevo “saber hacer” con sus historia”. [4]
Referencias
Abuelas de Plaza de Mayo. Abuelas opinan sobre Doltó. En Restitución de Niños. Buenos Aires, Eudeba, 1997.
Fariña, JJM; Gutiérrez, C. (Comp.). La encrucijada de la filiación. Tecnologías reproductivas y restitución de niños, Lumen/Humanitas, Bs. As. 2000.
Gutiérrez, C; Noailles, G. (Comp). (2014) Destinos del testimonio: víctima, autor, silencio. Bs As. Letra Viva.
Gutiérrez, C. y Montesano, H.: Farsa y ficción. En “Filiación: ciencia y arte. La restitución como problema epistemológico y como acto creador”. Aesthethika, Vol. 3 Número 1, 2008.
Kletnicki, A.: Niños desaparecidos: lógica genocida y apropiación ilegal. En Daniel Feierstein y Guillermo Levy (comp.): Hasta que la muerte nos separe. Poder y Prácticas Sociales Genocidas en América Latina. Ediciones Al Margen, Buenos Aires, 2004.
Lo Giúdice, A.; Olivares, C. “Identidad y responsabilidad”. En Violaciones a los derechos humanos frente a los derechos a la verdad e identidad, Abuelas de Plaza de Mayo, Buenos Aires. 2006.
Lo Giudice, A Comp. (2008) Psicoanálisis: Identidad y Transmisión. Centro de Atención por el Derecho a la Identidad de Abuelas de Plaza de Mayo.
Lo Giudice, A Comp. (2005) Psicoanálisis: restitución, apropiación, filiación. Centro de Atención por el Derecho a la Identidad. Abuelas de Plaza de Mayo. Buenos Aires.
Vila Torres, E. (2011). Historias Robadas. Madrid. Planeta.
NOTAS
[1] Fariña, JJM; Gutiérrez, C. (Comp.) (2000) La encrucijada de la filiación. Tecnologías reproductivas y restitución de niños, Lumen/Humanitas, Bs. As. Pp 41.
[2] Libro de los números. Capítulo 18. Versículo 10-11. Antiguo Testamento
[3] Gutiérrez, C; Noailles, G. (Comp). (2014) Destinos del testimonio: víctima, autor, silencio. Bs As. Letra Viva. Pp. 87.
[4] Lo Giúdice, A (comp.) Psicoanálisis: restitución, apropiación, filiación. Centro de Atención por el Derecho a la Identidad. (2005) Abuelas de Plaza de Mayo. Buenos Aires, 2005. Pp 127.
Película:Historias Robadas
Titulo Original:Historias Robadas
Director: Belén Macías
Año: 2011
Pais: España
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