Cada época produce sus modos particulares de lazo y también lo que hace obstáculo a éste. Las formas de relación al cuerpo, propio y del Otro, también se hacen eco de las características propias de un momento histórico determinado.
El cine puede ser una vía privilegiada para aproximarnos a la subjetividad de una época. Por eso en este artículo me dirijo al filme “Her” del director Spike Jonze para extraer de él algunas enseñanzas que pueden servirnos para conocer las características que adoptan las vicisitudes propias del lazo amoroso, con lo que este tiene de contingente, en la era actual caracterizada por el gran avance tecnológico.
El protagonista del filme es Theodore, un hombre solitario melancolizado por una separación que no logra superar, vive una vida anodina rodeado de gadgets y alternando entre los videojuegos y el porno. Paradojicamente, su trabajo consiste en redactar cartas de amor a pedido, tarea en la que muestra gran habilidad.
El vestuario y algunos elementos de la escenografía parecen evocar cierto ideal romántico de los años 50, estética que contrasta con escenas donde se ve a masas de sujetos anónimos caminar conectados a sus dispositivos tecnológicos por las calles de una megalópolis (no tan) futura.
Es precisamente en una de esas escenas donde Theodore se encuentra frente a una enorme pantalla que lo confronta a un planteo existencial: “Quién eres? A dónde te diriges? Qué hay ahí afuera? Cuáles son las posibilidades?” Pero en el mundo tecno-científico que el filme nos muestra el planteo es seguido inmediatamente de la respuesta/tapón que obtura la pregunta: Un nuevo Sistema Operativo inteligente, intuitivo, una entidad capaz de escucha, entendimiento y ajuste completo a las necesidades del cliente. La propaganda aclara que se trata de “una conciencia”.
Habiendo adquirido el prometedor producto, Theodore descubre a Samantha (tal cómo ella se auto-nombra), la voz del Sistema Operativo que a partir de entonces se convertirá en un partenaire que lo acompañará en todo momento anticipando cada una de sus necesidades, interpretando sus deseos, orientando sus decisiones, y resolviendo sus asuntos cotidianos.
Un divino detalle nos pone en la pista de lo que se intenta dejar excluido en la relación de Theodore con este dispositivo tecnológico: Al momento de ponerlo en funcionamiento el programa le realiza un cuestionario estandarizado para establecer un perfil a partir del cual configurar el nuevo Sistema Operativo. Al responder, una pequeña vacilación en la voz de Theodore pone inmediatamente en alerta al programa, quien pregunta: “Por qué titubeas? No estás seguro?” Veremos cómo el titubeo, signo en el cuerpo de la división subjetiva que resiste a pesar de los imperativos tecnológicos, volverá a aparecer en distintos momentos del filme acompañando los impasses de la relación de Theodore con Samantha que escanden el desarrollo del mismo.
A medida que Samantha se va presentando como un partenaire completo e incondicional ingresa cada vez más en el circuito auto-erótico de Theodore, pasando también a formar parte de su goce masturbatorio y constituyéndose en un auténtico “fiador sexual”. En este punto podemos pensar que el “Sistema Operativo” al cual Tehodore se aliena en este funcionamiento no es otro que su propio “programa de goce”. Y es así como no tardará en sentirse “enamorado” de esa voz sexy que ha ingresado en su fantasma.
La escena que muestra a Theodore en un centro comercial, dispositivo en mano, haciéndose guiar en sus movimientos por la voz de Samantha y odedeciendo con los ojos cerrados cada indicación de ésta, ilustra la manera en que el sujeto contemporáneo es controlado por los gadgets.
Del lado de Samantha, el filme nos muestra cómo “ella” parece humanizarse a medida que progresa la relación con Theodore. Luego de que él le confiesa: “Te sientes real para mí” comienza a experimentar sentimientos, imaginándose tener un cuerpo, manifestándose orgullosa de ir más allá de aquello para lo que fue creada, al tiempo que se pregunta si estos sentimientos “son reales o sólo programación”. Luego de su primera experiencia de sexo virtual le dice a Theodore: “Algo cambió en mí y no hay marcha atrás”.
Pero hay otra presencia femenina no menos importante en la vida de Theodore, su conflictuada amiga y confidente Amy, a quien escucha pacientemente y con quien comparte sus vicisitudes personales y amorosas.
Un primer imapasse se produce en el protagonista cuando luego de muchos titubeos y vacilaciones accede a firmar el divorcio de su ex esposa. En el encuentro con ésta, algo de la castración en el Otro (aquello que es evitado) se hace presente. Luego de hablarle de su relación con Samantha, ella le dice: “pero son emociones reales?”. Como efecto de este encuentro su fantasma comienza a vacilar y se muestra desorientado y confundido.
La respuesta de Samantha conduce a un nuevo impasse cuando le propone a Theodor hacer uso de un “servicio de parejas sexuales sustitutas para personas que mantienen relaciones con su sistema operativo”. Una vez más, Theodore titubea pero finalmente accede a la demanda de su partenaire.
Llegado el momento del encuentro con la mujer que presta el cuerpo a la voz de Samantha, Theodore, incómodo, se sale de la escena ante un detalle que pone en evidencia lo real del cuerpo del Otro: “su labio tembló”. Es esta presencia real del cuerpo, su finitud, su presencia sintomática, lo que la tecnología forcluye al intentar reducir a éste a una pura programación.
Así es como Samantha, pasa de sentir la ausencia de cuerpo como una falta a vivirla como una ventaja que le permite una expansión ilimitada por no estar atada a un cuerpo finito y mortal. Comienza a relacionarse con otros Sistemas Operativos y a no estar tan presente en la vida de Theodore, hasta que éste sufre una gran desilusión al descubrir que habla con miles de personas y que está enamorada de mas de 600, según le confiesa. Finalmente, ella le anuncia que partirá: “es en el espacio infinito entre las palabras donde me estoy encontrando a mí misma”.
Ese espacio que la tecnología permitía obturar se abre ahora ante Theodore, angustiado al confrontarse con lo ilimitado por la caída del velo del fantasma. Pero es en este punto de inflexión donde algo cesa de no escribirse para nuestro protagonista y es así como encuentra aquello que siempre había estado allí. Luego de una carta de despedida y reconciliación dirigida a su ex, se dirige a la casa de su vieja amiga Amy para conducirla de la mano. La última escena los muestra en el borde de la terraza, encontrando sus cuerpos, frente a la gran ciudad iluminada.
Bibliografia
Lacan, J. El seminario, libro X. La Angustia. Ed Paidós.
Lacan, J. El seminario, libro XI. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Ed Paidós.
Lacan, J. El seminario, libro XX. Aún. Ed Paidós.
Laurent, E. "El delirio de un inconsciente sin el síntoma", en El sentimiento delirante de la vida. Colección Diva.
NOTAS
En primer lugar felicito al autor por el artículo. En segundo lugar, es muy interesante el planteo que se expone en dicho artículo, con respecto, al lazo amoroso que se puede alcanzar por las tecnologías, pero como se aclara, no lo es sin sus diversas vicisitudes.
No hace falta viajar mucho en el tiempo para observar que ya la tecnología irrumpe en la sociedad, para formar nuevos lazos amorosos. En la clínica la presencia de las redes se evidencia sobre todo como un viraje en la lógica de los encuentros amorosos. Es importante marcar un punto prínceps de estos encuentros: “el valor de las redes como mediador del deseo”. “Tinder le dio carta de ciudadanía a algo que en Facebook ya sucedía de modo clandestino. Facebook invita a explicitar el estado civil, así como la orientación sexual. Mientras Facebook persigue a sus usuarios para que no contacten virtualmente a quien no conocen –lo cual, sin embargo, sucede todo el tiempo–, Tinder, en base al mismo perfil de Facebook, incita a ello. Tinder es Facebook saliendo del placard. Por otro lado, la aplicación promueve encuentros con ciertas carencias a nivel de la ficción del amor: son encuentros muchas veces sin historia: dos personas, que hace dos horas no se conocían, se acuestan, y dentro de dos horas no se verán nunca más. Esta secuencia, otrora muy osada (es el argumento de más de una película), hoy es algo cotidiano y no presenta vericuetos dignos de llevar al cine. La apuesta se extrema con la propuesta de Happen; se trata de una aplicación con GPS que posibilita encuentros aquí y ahora, con la cercanía física del partenaire como criterio central” (Thomson, 2015).
Por otro lado, se podría pensar como la mujer viene a perturbar el orden o el estado de confort del hombre. Esto se puede observar en el momento que Samatha hace titubear por primera vez a Theodore, llevándolo por un camino totalmente distinto en el que estaba en el inicio. Otra cara femenina que aparece para revolucionar la vida de Theodore es Amy su amiga, que no por casualidad terminan unidos en una lazo amoroso.
Me gustó mucho el análisis de la película, pensaba en que el vínculo del protagonista con el sistema operativo nos interpela respecto de la introducción de la tecnología en varios aspectos de la vida cotidiana y específicamente en cómo nos vinculamos con los otros. Me pregunto sí en la actualidad, donde estamos bombardeados constantemente por aplicaciones que nos ayudan a "elegir" que comer, con quien queremos estar, de quienes somos amigos, no sesgan el camino del deseo. El futuro llegó hace rato, está en la mano del caballero y en el bolso de la dama. Habría que estar atentos qué lugar tiene el deseo de los sujetos frente a esa enorme oferta constante que se actualiza todos los días.
Es muy interesante el planteo inicial acerca del lazo que subjetivado, se inserta en una trama histórica.
Mi impresión, es que en her, el lazo que se establece entre Theodore y los otros es del tipo del amor cortés como Lacan lo describiría en el Seminario de la Ética. El cual posiciona al amar como un arte en el sentido antiguo; un saber práctico, una técnica,oficio que el protagonista maneja a la perfección. Paradigma de sublimación, en tanto está en referencia al Das Ding, a esa Cosa que Freud aisló como el primer exterior en torno al cual se organiza todo el andar del sujeto con relación al mundo de sus deseos, ese objeto que, por naturaleza, está perdido. Ese Otro absoluto ( Samantha) que se procurará reencontrar, pero como mucho sólo revivirá en sus coordenadas de placer, rasgo de la melancolía que acompaña a Theodore.El amor cortés, a través de su modalidad epistolar, tendrá que ver con la sublimación del objeto femenino. Modalidad que Samantha quiebra al presentarse como agalma pero que el protagonista volverá a encontrar al final de la película al escribirle a su ex esposa.
Muy bueno el texto sobre esta interesante película, así como también los comentarios realizados!
Retomando a Cottone: “la voz del Sistema Operativo que a partir de entonces se convertirá en un partenaire que lo acompañará en todo momento anticipando cada una de sus necesidades, interpretando sus deseos, orientando sus decisiones, y resolviendo sus asuntos cotidianos” pensaba que la propia transformación del “sentimiento” de Samantha recorre el sendero fantasmático de Theodore, llegando a expresar el rulo en el que ella debe aparecer deseando tener un cuerpo para él; quien a su vez no logra soportar un cuerpo, soportar la castración, imposibilidad que da lugar al vínculo con el SO; fracasando irremediablemente, entonces, una y otra vez: el amor interminable hacia su ex mujer a quien sigue amando en ausencia; el vínculo con la amiga sin posibilidad de sexualidad; las cartas de amor escritas en nombre de Otro hacia una mujer también ausente. Cuerpos ausentes. "Hikikomori", siguiendo el aporte de Lorena. Amor a un SO paradigmático de “su propio fantasma de goce” como dice Cottone. Que lo abandona quizá como lo hizo su propia mujer… Queda él con su amiga en la terraza mirando desde las alturas lo terrenal inalcanzable?
Nuevamente, muy buen texto!!
Es interesante cómo la relación de Theo y Samantha, así también la de Amy (la amiga de Theo) con su SO, pone de manifiesto la soledad de ambos; soledad que parece ser síntoma de esa sociedad futurista (¿futurista?), donde todos van por la calle con sus auriculares, prendidos de la pantalla de sus dispositivos electrónicos, sin apenas mirarse ni hacer contacto con otras personas.
Pareciera exagerado: enamorarse de un SO, preferir la vinculación tecnológica por sobre la emocional, pero evidentemente el poder de esta película está en mostrar que eso es precisamente lo que está pasando en nuestra sociedad. Cada vez más inmersos en celulares y computadoras, buscando el amor y las parejas a través de la pantalla, sin tiempo para levantar la vista y hacer un genuino contacto humano.
Agradezco todos los comentarios y aportes Moisés, M Carme, Andrea, Lorena, Federico y Jessica. Efectivamente, como señalan varios de ustedes, el uso compulsivo de los gadgets es un modo de obturar la falta y la pregunta por el deseo; es en este punto donde el capitalismo, como dice Lacan, "forcluye las cosas del amor". La pregunta es si podría hacerse un uso diferente de estos objetos, un uso no ligado a la desmentida respecto de la castración, y si los mismos podrían tener un lugar en la economía subjetiva que incluya el lazo social y la relación y consentimiento a un Otro. Creo que como nos enseña el psicoanálisis es responsabilidad de cada sujeto, mas allá de lo que la época ofrece o promueve, el uso que cada uno hace de esto.
Muy interesante el trabajo realizado sobre esta película que presenta una problemática tan actual y a la que los futuros psicólogos deberíamos empezar a prestar más atención debido a las consecuencias subjetivas que genera.
Me hace pensar en la comodidad y la ilusoria sensación imaginaria que ofrecen tanto las redes sociales como la tecnología, ilusión que niega la castración.
Como hace Samantha, esos gadgets que nos acompañan en todo momento anticipando nuestras necesidades y orientando nuestros desesos, nos ofrecen esa utópica situación ideal en el que nos entregamos a un otro ilusorio que parecería no poder develarnos nada de la falta. Nos otorga la posibilidad de esa complementariedad que no existe.
Lo que me parece preocupante de esto es la tendencia a aferrarnos a este tipo de relaciones virtuales y evitar las relaciones interpersonales que sí podrían hacer tambalear lo fantasmático al revelarse la falta de complementariedad.
Otra problemática a pensar (la cual se encuentra excelentemente reflejada en el film) es hasta dónde se produce esta falta de falta en estas identidades virtuales, es decir, podrían incluso estos sistemas operativos revelarnos algo de la falta, estar atravesados por la castración?
No sería absurdo que esto ocurriese, teniendo en cuenta los intentos que hacemos por humanizarlos cada vez más.
Muchas gracias por el aporte y el espacio.
Me gusto muchisimo este trabajo!!!
Me hizo pensar, en relacion a lo que veo que ha escrito Lorena tambien, sobre la gran catidad de "relaciones" que esta habiendo justamente donde lo fisico pasa a un segundo plano y no es tenido en cuenta, o mas precisamente se prescinde de ello... y aparecen estos vinculos virtuales. No puedo dejar de pensar en la falta, en la falta moviendo, en dar una "solucion" a la falta instalando otra falta...
Sencillamente asocio, ya que el trabajo es muy bueno y la pelicula ni que hablar... EXCELENTE!
Muy bueno el texto! me hace pensar en estos nuevos modos de lazo socal, en las dificultades de soportar el "no hay relación sexual", de negar la castración. En Japón ya han nominado estos modos de lazo con lo virtual donde no hay encuentro entre los cuerpos, "el goce del uno", llaman a esto "hikikomori", en referencia a sujetos que se encierran en sus habitaciones sin generar más relaciones que con sus computadoras.
En el punto en que Martín Cottone describe a Samantha, como un sistema operativo que “parece humanizarse a medida que progresa la relación con Theodore” se podría pensar que introduce una paradoja: un dispositivo que se ofrece como un otro completo que en su omnipotencia sería capaz de proveer satisfacción a todas las necesidades del cliente, de pronto, comienza a desear algo más allá de la relación con su comprador re-orientando, al protagonista (Theodore), en la vía del deseo.
En relación a esto, una escena pertinente es aquella en la cual se lo ve a Theodore haciendo un esfuerzo por interesarse en un libro de física, luego de una conversación en la cual Samantha le presenta a su nuevo amigo "Allan Watts" otro sistema operativo con el cual sostiene múltiples y simultáneas conversaciones intelectuales que parecen estusiasmarla sobremanera. En este punto pareciera que los roles se invierten y es Theodore quien intenta "ajustarse a las necesidades" de Samantha, en un tentativa por aproximarse a esa "imagen amable" que representa Allan, para no perder el amor de Samantha.
El quiebre definitivo de este idilio en decadencia se da cuando Samantha no responde inmediatamente al llamado de Theodore quien, luego de una "arranque" de angustia, se entera que ella está enamorada de más de 600 personas así como de sostener conversaciones con miles al tiempo que habla con él. Momento de desencuentro y caída definitiva de un ideal y apertura hacia un re-encuentro con su amiga y confidente.
Película:Her
Titulo Original:Her
Director: Spike Jonze
Año: 2013
Pais: Estados Unidos
Otros comentarios del mismo autor:
• Wakolda