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Singularidades sexualmente diversas

por López, Giselle Andrea

Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires

Resumen

En esta ocasión hemos elegido como escenario de ficción para un análisis desde el campo de la subjetividad y la ética, el film “Girl” (Lukas Dhont, 2018). Basada en una historia real, esta película belga relata los avatares en la adolescencia de Lara, una adolescente transgénero de 15 años que desea convertirse en bailarina de ballet clásico. El film ganó en Cannes cuatro galardones: la Cámara de Oro a la Mejor Ópera Prima, el Premio de la Crítica, la Queer Palm a la Mejor cinta LGBTTT y el Premio al Mejor Actor en “Una cierta mirada” para el protagonista Victor Polster, de 16 años. Con una estética muy cuidada y un ritmo sereno, en un clima íntimo, “Girl” aborda las dificultades que atraviesa Lara al querer completar un cambio de género tanto como triunfar en la profesión que la apasiona.
A partir de una escena en particular, el eje de este trabajo estará puesto en la diversidad sexual y lo diferente en relación con la temática del acoso y hostilidad grupal entre pares, conocido actualmente como “bullying” desde una perspectiva psicoanalítica.

Palabras Clave: adolescencia | trans | bullying | psicoanálisis

Introducción

En esta ocasión hemos elegido el film “Girl” (Lukas Dhont, 2018) como escenario de ficción para un análisis desde el campo de la subjetividad y la ética. Basada en una historia real, esta película belga relata los avatares en la vida de Lara, una adolescente transgénero de quince años, quien desea convertirse en bailarina de ballet clásico. El film ganó en Cannes cuatro galardones: la Cámara de Oro a la Mejor Ópera Prima, el Premio de la Crítica, la Queer Palm a la Mejor cinta LGBTTT y el Premio al Mejor Actor para el protagonista Víctor Polster, de dieciséis años. Con una estética muy cuidada, con un ritmo pausado y en un clima íntimo, “Girl” aborda las dificultades que atraviesa Lara al querer completar una cirugía de afirmación de género tanto como triunfar en la profesión que la apasiona.

El foco de este trabajo estará puesto en el tiempo tan particular de la adolescencia así como en la diversidad sexual y el tratamiento de lo diferente, tanto en relación con el lazo social como con la responsabilidad del sujeto. Además, se hará hincapié en la temática del acoso y hostilidad grupal entre pares, conocido actualmente como “bullying”.

El mundo de Lara

Lara es una adolescente de quince años, quien impacta por su estilo delicado y reservado. De entrada se da a conocer que su pasión es triunfar en el mundo del ballet clásico. Asume con una severa autoexigencia la responsabilidad y el esfuerzo que la disciplina impone, ejercitando largas horas. Pero la dificultad para lograr éxito en ese mundo que la cautiva residirá, no sólo en el hecho de que no ha sido entrenada adecuadamente desde chica -tal como uno de sus profesores explica- sino en el profundo malestar que le produce su cuerpo biológico, el que no coincide con el género autopercibido.

Respecto de su familia, ésta se compone de su padre y un hermano menor, Milo, de seis años. De su madre, nada se sabe. El padre es una figura muy presente en la vida de Lara, quien intenta acompañarla en sus decisiones y alentarla en sus proyectos a la vez que asegurar todos los recaudos sobre su cuidado y salud. Se han mudado de ciudad recientemente para que Lara pueda asistir a una de las mejores escuelas de ballet. Además, cuentan con otros familiares, con quienes se reúnen en ocasiones especiales y quienes tratan amorosamente a Lara. En su hogar, Lara ocupa genuinamente el tradicional rol de “la mujer de la casa”, ofreciendo cuidados maternales a su hermano menor, cocinando con especial interés, luciéndose como una atenta y servicial anfitriona.

Por otra parte, Lara es tratada por un equipo médico en pos de afianzar su identidad de género, con profesionales que velan por su salud e intentan introducir algunas condiciones necesarias para su resguardo a partir del pedido de Lara del cambio de asignación de sexo. Es que Lara parece no poder soportar el destino anatómico que porta con ella, algo del orden de lo urgente la empujará hacia un acto loco, desoyendo las indicaciones médicas y poniendo en riesgo su vida y sus sueños.

Respecto de sus lazos sociales, a Lara se la muestra extremadamente solitaria. Se advierte en la joven un esfuerzo de integración en los grupos con que se vincula y, aunque intenta formar parte de ellos, sus relaciones se muestran más bien superfluas: no hay complicidad, ni confianza con nadie en especial. Por una parte, en la nueva escuela, aspira a ser parte del grupo. No obstante, una breve escena muestra las diferencias con que debe lidiar una chica trans: en su primer día en el aula, el docente hace cerrar los ojos a Lara y solicita a las otras adolescentes que levanten su mano si les molesta que Lara use el baño de mujeres. Los espectadores y Lara podrán sentir la misma incertidumbre sobre el resultado de la votación, ya que el plano solo enfoca la expresión extrañada de la joven. A partir de la pregunta que introduce el docente, sí sabemos cómo la ve él…

El otro grupo de inserción social es el grupo de danzas con quienes se reproduce esta misma lógica: Lara intenta adaptarse y “encajar”, aunque es algo muy diferente de sus expectativas lo que encontrará allí.

El metamorfosis de la pubertad y adolescencia

En primer lugar debemos situar la condición de “adolescente” de Lara, etapa muy particular, la que ya en 1905 Freud caracterizó como una verdadera metamorfosis. Para el presente análisis resulta de sumo interés retomar los desarrollos de Adrián Grassi (2010), quien acentúa la caracterización de los años “del entretiempo de la sexuación” (Op. Cit., p. 37) como un recorrido sinuoso entre la sexualidad infantil y la conformación definitiva, el que conlleva una exigencia de trabajo psíquico en el tiempo, nunca garantizado por la predisposición de la “especie”.

En este entre-tiempo a los jóvenes les llega “… la hora de salir a crear afuera, a conquistar-se genitalmente e inscribir diferencias de sexo, de cuerpo y nuevas categorías en una relación o vínculo de intersubjetividad, de alteridad, apuntalada en los modelos de la temprana infancia, bocetos de la obra. Apuntalamiento, plataforma y momento de salida adolescente, el cuerpo requiere de nuevas inscripciones con el objeto que es reinventado en la alteridad…”. (Op. Cit., p. 41).

Desde el comienzo de la vida extrauterina, el infans irá, muy gradualmente y solo a partir del auxilio de sus Otros primordiales, logrando configurar la diferencia Yo- No-Yo. Los procesos psíquicos que van registrando el cuerpo como cuerpo propio se han conceptualizado en términos de narcisismo primario, fundamental o narcisismo de base (Grassi, 2014, p. 5). Luego de un tiempo, encuentran una primera forma de consolidación y organización con el reconocimiento de la imagen en el espejo, momento –como es sabido- fundamental para la constitución subjetiva. Su importancia está en relación con el asentamiento del Yo y la identidad en el cuerpo: “La constitución del Yo en el espejo, con sus dos vías, escópica y sensorial, tienen varias etapas (…) Luego vendrán los procesos puberal-adolescentes a darle una nueva vuelta a la Imagen Inconsciente del Cuerpo con la irrupción de los caracteres sexuales secundarios y el cuerpo genital (Gutton, 1993). Ahí se consolida una imagen del cuerpo reorientando lo infantil hacia lo genital” (Op. Cit.).

Al decir de Grassi, la “imagen inconsciente del cuerpo” no es autónoma ni nace por generación espontánea, sino que está soldada “al cuerpo-deseo del Otro” (Grassi, 2014, p. 6). Por tanto, el cuerpo y su imagen siempre es vincular tanto como la inscripción del cuerpo puberal-genital (Op. Cit.). En este sentido, para el caso de Lara, quien se encuentra atravesando este tiempo-entretiempo de lo puberal-adolescente, se advierte –en relación con su cuerpo- la angustia que éste le provoca, no solo por la incomodidad en las situaciones sociales, sino por el hastío que vive aún en la intimidad, frente a los signos de goce de ese cuerpo y con su mera presencia. No es posible para ella soportar la imagen que le devuelve el espejo. Aquí se despliega cierta certeza respecto de que eso no le pertenece…

No obstante, se hallan signos evidentes de que el proceso de la asunción de su posición sexuada se encuentra en franco despliegue. Lara se presenta curiosa respecto de la sexualidad. Está atenta a las relaciones del padre, observa los cuerpos de sus compañeros y compañeras de danza que improvisan coreografías sensuales, queda cautiva mirando una escena de sexo entre vecinos a través de la ventana y, lo más contundente, planifica e inicia un encuentro a solas con Mathias, su vecino, quien parece atraerle considerablemente. Sin embargo, frente al signo del goce del Otro, sale de la escena, esta vez literalmente, volviendo a su mundo de recogimiento y mismidad. Es que Lara se rehúsa a acercarse íntimamente a un partenaire sexual: “Aún no con este cuerpo”, le dice a su psicólogo cuando él le pregunta si disfrutaría de la compañía de alguien que le atrajera.

Cabe señalar que al carecer de elementos sobre el devenir de la vida de Lara, no es posible establecer hipótesis que pudieran dar cuenta de los avatares identificatorios que la conducen a este presente de rechazo absoluto del sexo biológico heredado. Coincidimos con Grassi en que “…hasta que la subjetividad no pase por los procesos puberal-adolescentes la construcción de la identidad y la identidad de género no encuentran un momento conclusivo”, siendo esto más claro en etapas que van hasta los ocho a diez años aproximadamente, tal como puntúa el autor. Al tratarse de una joven de dieciseis años, el abordaje se complejiza en tanto entra en escena con más fuerza el derecho a la autonomía y decisión sobre su propio cuerpo, a la vez que –en términos subjetivos– se debe considerar la responsabilidad y las decisiones del sujeto.

No menos importante es pensar, entonces, respecto de Lara qué la enlaza al Otro, qué o quién la aloja. El padre es una figura privilegiada a quien ella recurre en momentos de alegría y tristeza, aunque nunca termina de confiar plenamente en él, guardando para sí su pesar. Más aún, no expresa su malestar, sus fantasías ni lo que la aqueja a ninguno de los otros adultos que la acompañan. Por momentos, se siente muy controlada por el padre. No logra leer sus cuidados en términos amorosos, enfadándose. Si bien algo de esto es propio de la adolescencia, en este caso arriesgamos a conjeturar que hay cierta complicación en relación con el lugar del sujeto en tanto objeto en el deseo del Otro.

Por último, hay que señalar que “El sentimiento de extrañeza (…) asociado al cuerpo puberal, la pérdida de los reparos y los límites corporales llevan al adolescente a tratar su cuerpo como un "objeto externo (extraño)" (Grassi, 2010, p. 42). En el caso de Lara, esta extrañeza se torna literal, inamovible, cobrando el repudio por este cuerpo puberal un carácter extremo.

La hostilidad frente a lo diverso: un síntoma en lo social

La llegada de Lara al grupo de danza no pasa inadvertido para algunas de sus compañeras. Se nota de entrada que su presencia genera una inquietud que es posible relacionar con las variables históricas y culturales en que las diferencias sexuales han sido organizadas durante muchísimos años. Aunque obvio, resulta relevante recordar lo que destacara Grassi al respecto por cuanto “Niños/as-adolescentes y adultos se identifican con los rasgos epocales que circulan en el discurso social y los mass media como ideales, para construir su identidad de género. El pensamiento en la modernidad ha producido una soldadura entre sexo y género. Privilegiando el paradigma biológico, hace derivar, como una consecuencia natural y directa, la identidad de género del sexo portado ” (El destacado es nuestro) (Grasssi, 2014). Consideramos que dicha soldadura reintroduce el cuestionado concepto de “normalidad” ahora aplicado al campo de la sexualidad. Quienes defienden esta postura “otorgan a la solidez de la biología un núcleo de verdad irreductible” (Op. Cit.). Punto problemático para el campo de la subjetividad en general y del psicoanálisis en particular, en el que la noción de sujeto precisamente está vinculado al campo del lenguaje y del inconsciente, es decir, de lo simbólico.

De acuerdo con Di Segni, citado por Grassi (Op. Cit.) “En una sociedad que construye rígidos estereotipos de género, quien los altere al identificarse con el que no le corresponde está violando una ley natural ” (El destacado es nuestro). En nuestro caso, es claro que Lara sufrirá las consecuencias por atravesar dicho límite.

Lara vivirá una situación de hostigamiento que irá in crescendo, comenzando con miradas y risas intimidatorias aunque bastante sutiles. Aquí es cuando introducimos una escena muy particular con sus compañeras de danza. Lara asiste al cumpleaños de una de las “líderes” del grupo en su casa, donde el plan es quedarse a dormir. Al llegar, la madre de la cumpleañera le asigna un cuarto solo para ella, siendo que el resto de las chicas compartirán otra habitación.

A pesar de su estilo fuertemente introvertido, se observa cómo Lara hace el intento por compartir un momento social y de disfrute con sus pares. Sin embargo, es en este contexto donde Lara será víctima del hostigamiento de aquellas. Cuando están en un cuarto probándose distintas prendas, “lookeándose” y sacándose fotos, la cumpleañera intimida a Lara a que les muestre sus geniales. “Tú nos has visto desnudas, tenemos que verte”. La orden toma el carácter de amenaza. Algunas apoyan el amedrentamiento, otras ríen. Lara intenta resistirse pero finalmente accede. Luego se va. Su rostro expresa las marcas de la humillación, de la ofensa, del atentado a su pudor.

Esto nos permite bordear la cuestión del “bullying” [1], término anglosajón, actualmente popular para hacer referencia a la intimidación y maltrato entre pares escolares, de forma repetida y mantenida, con la intención de humillar y someter abusivamente a otra persona por medio de agresiones físicas, verbales y/o sociales, con resultados de victimización psicológica y rechazo grupal. Es la nueva forma de nombrar al acoso escolar, un fenómeno que no es nuevo. Es cierto que, siendo rigurosos, esto no se da en el ámbito escolar propiamente dicho, aunque creemos pertinente la articulación por tratarse de un grupo de pares en el contexto de una institución educativa. Este tipo de acoso implica además el no reconocimiento del otro como sujeto y su concomitante reducción a un puro objeto, abandonado a su inermidad. Esto es visible en el caso de Lara, donde su intimidad queda expuesta a partir de la afrenta.

Consultado acerca del fenómeno del bullying, el reconocido psicoanalista y psiquiatra infantil Juan Vasen afirma que “Es una etiqueta que la traduciría como maltrato, acoso o patoteo. Hay muchas maneras de describirlo porque (…) asume formas distintas. Una cosa es cuando se mantiene en el campo de lo dramático, que sería el con¬flicto entre chicos, la cargada e in¬sistente molestia sobre alguno. Otra cuando pasa del drama a la trage¬dia (…) Lo grave ahora es la gene¬ralización de estos casos y la ruptu¬ra de ciertos marcos” y agrega que uno de los puntos centrales es “la pérdida del carácter de semejante del otro [2] así como los terceros que presencian la escena.

Por su parte, el psicoanalista José Ramón Ubieto [3] (2016) analiza la cuestión del bullying en nuestra época y propone identificar algunas causas para explicar las formas actuales que toma este fenómeno. Algunas de ellas implican el eclipse de la autoridad tradicional paterna en tanto instancia con capacidad para inventar soluciones; la importancia creciente de la mirada y la imagen como una nueva fuente privilegiada de goce en la cultura digital, el desamparo del adolescente ante la pobre manifestación de lo que quieren los adultos por él en la vida y la subsecuente banalización del futuro. Sin embargo, dado que no contamos con elementos que nos permitan analizar los motivos singulares de quienes llevan adelante el acoso, haremos foco en otra de las variables identificadas por Ubieto. Se trata de la “desorientación adolescente respecto a las identidades sexuales”. El autor afirma que “En un momento en que cada uno debe dar la talla, surge el miedo y la tentación de golpear a aquél que, sea por desparpajo o por inhibición, cuestiona a cada uno en la construcción de su identidad sexual” (Op. Cit.).

Si Lara hubiera sido un varón cisgénero podemos inferir que esta escena no hubiese ocurrido, al menos no en estas coordenadas. ¿Por qué? Porque hay algunos elementos que la particularizan: por una parte, como hemos situado, se pone en juego el cuerpo Otro, lo extranjero, lo diverso. No se trata solo de la diferencia sexual y la curiosidad por el Otro sexo, aquí evidentemente hay un plus: el género no se corresponde con la anatomía. Podemos hipotetizar que esto perturba y angustia a las acosadoras. Por otra parte, Lara es claramente vulnerable: se la observa tímida, introvertida, con vergüenza frente a su propio cuerpo. No lo exhibe. Sabemos que su genital masculino es un elemento de fuerte angustia para ella del que se quiere deshacer, lo que la llevará a un acto sin retorno. La acosadora saca ventaja de esto, se posiciona ejerciendo poder, asume un lugar sádico.

Freud puso de relieve que pulsión de vida y pulsión de muerte conviven en el ser humano y el sadismo no puede ser eliminado. No obstante en estos fenómenos, las pulsiones sádicas entran en juego de modo privilegiado. La propia agresión se proyecta sin barreras que pongan un coto. Así los acosadores no son capaces de identificarse con el dolor del sujeto avasallado, deshaciéndose en ese movimiento de su propia destructividad.

Por otra parte, el otro elemento a considerar es la grupalidad: el acoso no es realizado entre dos sino que hay terceros a quienes “dar a ver” la situación. Ubieto refiere que, en el acoso, con su “intencionalidad agresiva que propone un destino a la pulsión sádica” participan varios ya que no se trata de una escena entre victimario y víctima. Por el contrario, “la escena del acoso incluye al acosador, la víctima, los testigos y el Otro adulto (padres, docentes) que no está pero al que se dirige también el espectáculo. Lo que los embrolla, es la subjetividad y sus impasses, que pasa básicamente por hacer algo con el cuerpo que se les presenta como un imperativo en tanto extraño y altero”. Y continúa: “El cuerpo se les revela como un misterio, pero un misterio que habla y esa extranjeridad (Otredad) los perturba e inquieta. Lacan lo anticipaba en 1967 cuando, en una de las clases de su seminario, decía: “El Otro, en última instancia y si ustedes todavía no lo han adivinado, el Otro, tal como allí está escrito, ¡es el cuerpo!” [12]”.

Esto resulta sumamente pertinente para vincularlo con la escena de acoso que tiene lugar en “Girl”. Allí, si bien una de las jóvenes es la perpetradora del hostigamiento, quien exige a Lara que muestre sus genitales como condición para permanecer y ser parte, hay varias otras sosteniendo la escena. Algunas se incomodan, girando sus rostros, eligiendo no ver, pero sin romper el marco establecido del acoso, siendo cómplices. Se expone así como el cuerpo en tanto sexuado es percibido en su Otredad por las acosadoras, inquietándolas al punto de desconocer la condición de sujeto de Lara.

Asimismo, esto implica la fractura del lazo social en tanto Lara queda desvinculada de sus pares, no encuentra allí un Otro que la aloje, que la escuche, con quien pueda establecer una trama simbólica de amistad y contención. De este modo, se produce un doble movimiento que advertimos en la protagonista: primeramente, a partir de la vulneración de la intimidad y su exposición frente a los otros, queda segregada del grupo. Al mismo tiempo, para evitar que esto se repita y debido a la vergüenza y pudor, Lara misma se aísla de los otros. En este caso además, eso que la hostigadora conmina a mostrar es –para Lara- precisamente un real fuera de cuerpo, que no puede soportar. Cabe introducir el interrogante respecto de si la escena de hostigamiento grupal es uno de los varios factores desencadenantes que empujan a Lara a cometer un pasaje al acto.

Lara y la posición de sujeto

Por una parte, el film expone la complejidad de la demanda de Lara en tanto, si bien la regulación jurídica y la disponibilidad de la ciencia y la medicina permiten realizar el cambio, los médicos allí tratantes advierten una actitud en Lara de descuido de su cuerpo que los lleva a imponer condiciones para ese tratamiento. No se trata en estos casos de responder al pedido de manera automática porque sea políticamente correcto. Ahora bien, ¿qué hacer frente a esas demandas?

Tal como señalara Adrián Grassi, resulta preocupante “el rumbo que esta polémica toma cuando se considera exclusivamente uno solo de sus ejes (…) Están quienes defienden los derechos de los niños/as-adolescentes como postura militante, y también quienes desde un Psicoanálisis ortodoxo, prejuicioso y psicopatologizante frente a nuevas formas de subjetividad y sexualidad, no aggiornado y a la altura de los nuevos desarrollos que dan lugar a la diversidad sexual.” (Grassi, 2014).

En Lara, la prisa comanda sus pasos, desobedeciendo las indicaciones médicas y paradójicamente atentando contra lo que la conducirá a cumplir sus expectativas. Por todo esto, debe dejar el ballet por un tiempo y la cirugía es pospuesta hasta tanto su cuerpo se recupere.

No judicializar y respetar los derechos de los niños/as adolescentes es un principio ético irrenunciable. Pero vaya nuestro aporte desde el Psicoanálisis a la Salud Mental: promover períodos de espera en la definición de género con una identidad en tránsito, acompañar estos procesos en contextos terapéuticos e interdisciplinarios adecuados, que contengan las angustias del niño y la familia” (Grassi, 2014).

Al respecto, en el film se advierte cómo ciertos referentes adultos apuntan a introducir cierta espera con el objetivo de generar las condiciones más saludables para los tratamientos médicos. Sin embargo esto no encuentra lugar en Lara.

Su terapeuta la acompaña en el proceso del tratamiento médico de terapia hormonal y en la consulta médica para la operación de cambio de sexo. Intenta ofrecer un espacio de confianza y acompañamiento para Lara, para que pueda expresar lo que le pasa, pero ella no lo toma, solo responde monosilábicamente. Él intenta introducir una pausa sugiriéndole que sea una mujer ahora y que disfruta la espera, que será de dos años, hacia la operación de afirmación de género.

Por otra parte, su padre también intenta ofrecer palabras que la apacigüen: “Ya eres una chica, es que quieres ser YA una mujer. ¿Crees que yo era hombre desde que nací?” Y aunque no es psicoanalista, introduce así una reflexión sustancial: la sexuación es siempre una decisión del sujeto y un proceso, algo que Lara se rehúsa a tolerar.

Lara no toma la palabra frente a los Otros. Su sufrimiento es mudo, ahogado. Se muestra dulce y amable en sus relaciones sociales, aunque a lo largo de todo el film da la impresión de ser una observadora no participante. Si algunos tienen un lugar para donarle, ella no lo toma.

Como ejemplo paradigmático, en las escenas finales se muestra al padre, absolutamente turbado, quien no pudo advertir lo que pasaría, que intentó por todos los medios de acompañar, cuidar e introducir límites para el bienestar de su hija, sin avasallar su intimidad y sus decisiones personales, lo que –de todos modos- no alcanzó para impedir una salida trágica.

La pasión de Lara por el ballet puede pensarse de manera análoga a su ferviente anhelo de modificar su anatomía para sentirse “mujer”. El director del film lo explicita en una escena donde la impiadosa profesora de danza le dice, en relación con su dificultad para el trabajo de puntas: “Algunas cosas no se pueden cambiar, ¿no? No puedes recortar tus pies”. Empero, para Lara, esto no es un límite. Al momento de definir los roles de la presentación del ballet, Lara ofrece su máximo esfuerzo. Se la observa extremadamente dolorida y extenuada, lo que culmina con sus pies ensangrentados y un desmayo. Así, esfuerza su cuerpo al extremo tanto para cumplir con las expectativas del mundo de la danza como para convertirse en mujer.

Considerando la complejidad del tiempo puberal-adolescente en relación con la consolidación de la identidad y la asunción de una posición sexuada que abandone el terreno de la sexualidad infantil, acordamos con la idea de un derecho a la espera, parafraseando a Grassi. El autor propone “… ¿por qué no una identidad de género en tránsito? Un proceso de identidad que se vaya constituyendo sin que sepamos de antemano qué va a devenir en su resolución sin final anticipado? Tránsito que admita la pregunta, ¿qué hacer con la identidad de género en discordancia con el cuerpo? Nuestra propuesta de no apresurar, acompañando los procesos de una identidad de género en tránsito, apuesta al derecho de una espera creativa” (Grassi, 2014) (El destacado es nuestro).

No obstante, la perseverancia y tenacidad de Lara confronta a quienes la rodean con su derecho a la autonomía y su responsabilidad, no solo como sujeto de derecho, sino en términos subjetivos. Especialmente, luego de conocer el desenlace: Lara produce un pasaje al acto produciendo un corte en lo real del cuerpo para poder poner fin a un malestar inefable, real, insoportable, que no se ha podido alivianar de otro modo, poniendo severamente en riesgo su vida. Sin embargo, la escena final donde Lara camina por la calle triunfal y resuelta permite suponer que su salida extrema no ha sido iatrogénica para ella.

Al respecto, interesa señalar que este corte en lo real que produce Lara también puede pensarse como un intento de hacer algo con lo pulsional, que no puede ser ligado, que es imposible de tramitar. Dejamos, al modo de una hipótesis, que esta acción en juego pareciera indicar una complicación en el armado del soporte fantasmático del sujeto y del deseo.

Por todo lo dicho, es claro que el caso de Lara nos sitúa en una encrucijada respecto de cómo abordar estas demandas: ¿Cómo evaluar el padecimiento subjetivo? ¿Desde qué saberes e hipótesis de trabajo intervenir del mejor modo posible para alojar al sujeto del inconsciente? ¿Cómo posibilitar un trabajo que permita analizar la prisa subjetiva? ¿Cuándo dicha prisa es a apaciguar y cuándo es a admitir? Por supuesto, se trata de la escucha clínica singular, que pueda recortar los significantes subjetivos para establecer una hipótesis, en el mejor de los casos de un sujeto en transferencia.

A modo de conclusión

Frente a los casos de adolescencia trans, hemos intentado delimitar algunas cuestiones. Por una parte, en relación con la etapa vital de la adolescencia, realizamos ciertas puntuaciones respecto del trabajo psíquico de construcción del Yo, del propio cuerpo y de la posición sexuada. Por otro, respecto de la particularidad de la condición trans, se ha intentado mostrar cómo lo diverso en el plano sexual inquieta de un modo peculiar, llevando a ciertos sujetos a eliminar la dignidad del sujeto y desplegando frente al otro vulnerable su sadismo. Al respecto, la cuestión del acoso y hostigamiento en el caso de los grupos LGTBIQ+ es, a todas luces, de una violencia y una escala alarmante [4]. Esto obliga a poner en práctica reflexiones y acciones que promuevan el respecto y la no discriminación. La comunidad psicoanalítica no puede quedar por fuera de este trabajo de investigación, análisis y revisión.

Addenda

Para culminar, un dato anecdótico, pero que logra ilustrar algo más en relación con el rechazo hacia lo diverso. Lukas Dhont, el director del film, seleccionó a Victor Polster, un actor varón cisgénero, para desempeñar el papel protagónico, lo cual fue un verdadero hallazgo por la lograda caracterización, siendo premiada su performance. La temática elegida, así como la impronta dada al film logra que el espectador empalice con Lara y su dolor, haciendo foco en su perspectiva y las dificultades que debe atravesar, contribuyendo así a sensibilizar a la sociedad respecto de la necesidad de visibilización del colectivo trans, de su respeto y su inclusión social. No obstante esto, Dhont fue criticado por varios sectores por no haber convocado a un actor trans. Tal crítica confirma que la tendencia a rechazar lo diverso, prejuzgar y tomar distancia no vale solo para el mundo héteronormativo. Queda de manifiesto, que la misma lógica de hostilidad y rechazo frente a las diferentes perspectivas –tal como hemos dicho, leemos la decisión del director en términos de decisión artística y no con un sesgo discriminatorio- se replica al interior de los diversos colectivos, lo que queda de manifiesto con claridad en este caso, en tanto la crueldad y la hostilidad frente a lo diverso es parte de lo humano. Al respecto, bien valen las palabras de la mujer que inspiró a Dhont, la bailarina belga Nora Monsecour, quien declaró: “Me ofende pensar que la gente cree que Lukas hizo la película desde su perspectiva cisgénero. Por el contrario: mi historia no es la fantasía de un realizador cisgénero. La historia de Lara es mi historia [5].

Hemos dado este rodeo, porque, como se ha intentado presentar, es necesario poder analizar y abordar la cuestión de la promoción del respeto y la dignidad por las diversidades sexuales, en todos los niveles, habilitando una mirada reflexiva de nuestras prácticas y de nuestras lecturas. No se trata de reducir la complejidad de las discusiones en torno de las demandas de época, ni de forzar el empleo de términos teóricos muy valiosos pero que puedan contribuir a connotar ciertos prejuicios largamente arraigados en la cultura.

Referencias

Freud, S. ([1905] 2007). Tres ensayos para una teoría sexual, capítulo III “La metamorfosis de la pubertad”. En Obras Completas, vol. VII. Buenos Aires: Amorrortu.

Grassi, A. (2014). Identidad sexual, identidad de género y derechos de niños/asadolescentes. Disponible en: http://www.psi.uba.ar/academica/carrerasdegrado/psicologia/sitios_catedras/obligatorias/056_adolescencia2/material/fichas/identidad_sexual.pdf Recuperado el 17 de julio de 2019.

Grassi, A. (2010). Metamorfosis de la pubertad: el hallazgo (?) de objeto. En Entre niños, adolescentes y funciones parentales. Parte 1: El entre tiempo adolescente. Ed. Entre ideas.

London, C. & Santos Barreiro, D. (2012). Bullying. En Controversias en Psicoanálisis de Niños y Adolescentes Año 2012, Nº 10. Disponible en: http://www.controversiasonline.org.ar/images/stories/Controversias/n10_esp/trabajo%20-%20BULLYING.pdf Recuperado el 17 de julio de 2019.

Miller, J. A. (2015). En dirección a la adolescencia. Disponible en: http://elpsicoanalisis.elp.org.es/numero-28/en-direccion-a-la-adolescencia/ Recuperado el 10 de julio de 2019.

Reyes Lozano, C. A. (2012). Breve reflexión psicoanalítica acerca del bullying. Boletín Científico Sapiens Research Vol. 2(2)-2012 / pp: 30-34 / ISSN-e: 2215-9312, Sapiens Research Group. Disponible en: file:///C:/Users/Giselle%20L%C3%B3pez/Downloads/Dialnet-BreveReflexionPsicoanaliticaAcercaDelBullying-3973460%20(1).pdf Recuperado el 22 de julio de 2019.

Ubieto, J. R. (2016). Notas sobre el acoso escolar. Una perspectiva psicoanalítica. En Revista Virtualia, N° 32, Julio-Agosto, 2016. Disponible en: http://www.revistavirtualia.com/storage/articulos/pdf/JsjAkINCVIQInKKnYAyIVepv3R9l8bd860BZv1iw.pdf Recuperado el 1 de julio de 2019.

Fuente: https://www.lambdalegal.org/es/nosotros



NOTAS

[1Tal como señalan London y Santos Barreiro (2012) “bullying” es un término atribuido a Dan Olweus en 1993.

[2Entrevista disponible en http://juanvasen.com.ar/trabajar-el-vinculo-fracturado-entre-familia-y-escuela/ Recuperado el 10 de julio de 2019.

[3José R. Ubieto es psicoanalista, reside en Madrid. Es miembro de la AMP y la ELP.

[4A partir de una encuesta realizada en Madrid[iv] a niñas, niños y adolescentes la Asociación Transexualia afirma que el 90% de menores ’trans’ sufre algún tipo de acoso, De este porcentaje, el 75 por ciento se corresponde con acoso verbal, el 10 por ciento ha experimentado el abuso físico y el 5 por ciento otros tipos de abuso y ciberacoso. Las estimaciones de esta asociación han determinado que en Madrid hay aproximadamente 600 menores de 18 años que son transexuales. Un dato significativo refiere que el 89 por ciento del personal de los centros escolares desconoce por completo la realidad del mundo trans y carece de información sobre la situación a la que se enfrentan estas niñas, niños y adolescentes.





COMENTARIOS

Mensaje de Sharon  » 1ro de septiembre de 2019 » sharglantz@gmail.com 

Una película que transcurre en ritmo sereno y estética cuidada, que aborda las múltiples maneras sociales de acusar a lo diferente como deficiente, en tanto eso distinto baja de categoría: de persona a objeto. Un film que desde la fotografía se muestra muy luminosa, en contraste con alguno de los aspectos más oscuros de la sociedad. Misma contradicción que encuentra la protagonista entre su género autopercibido y lo que es su cuerpo biológico.

Otra provocadora oposición podría destacarse en que en ese cuerpo determinado por la modernidad como de varón, habita una persona apasionada por el ballet, disciplina mayormente categorizada como actividad femenina.

En contraste con el carácter urgente que expresa la protagonista, el film se desarrolla en un ritmo sereno, análogo al tiempo propuesto por los médicos para concretar la operación de cambio de genitalidad. Constantemente el equipo médico intenta que Lara comprenda la importancia de esperar el momento clínicamente adecuado. En tanto adolescente, el tiempo corre.
El cuerpo en los adolescentes está presente, no solamente en cada acto sexual, sino también en lo banal y cotidiano. La mayoría de los adolescentes se tocan, se abrazan, se acarician mientras mantienen una conversación, sea cual fuera esta. El cuerpo está presente literalmente en cada palabra. Es para ellos un modo de dialogo, de expresión. Ser un/a adolescente dentro de un cuerpo rechazado, es como perderse los primeros años de vida en los cuales aprendimos a hablar. Se pierde ese descubrir el lenguaje corporal cotidiano con los pares.

Si bien, frente a sus pares Lara se muestra tímida e insegura, se requiere mucho coraje para defender el género autopercibido y hacerse el cambio de genitalidad, sobre todo en una sociedad que aún no está/ba lista para convivir con una persona trans. Otra vez, el contraste entre lo que Lara muestra ser y lo que en su interior es.




Película:Girl

Titulo Original:Girl

Director: Lukas Dhont

Año: 2018

Pais: Bélgica | Países bajos