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Ser-rey: ¿un ciclo sin - fin?

por Acosta, María Jose, Medina, Luciana Belén

Resumen

El film “El Rey León” nos muestra los diferentes obstáculos que sortea Simba –el joven león protagonista– para convertirse en el legítimo rey de la selva y así aprehender su lugar en el “ciclo de la vida”. Sin embargo, dicha película en apariencia infantil, abordará diferentes temas que se ponen en juego: la infancia, el deseo de los padres, el complejo de Edipo, la identificación paterna y la muerte, entre otros. Desde una perspectiva psicoanalítica nos proponemos abordar el modo en que dichas problemáticas atraviesan la vida de Simba y como a su vez son articuladas con el significante “ciclo-sin-fin”.
Comenzaremos analizando la lógica cíclica establecida en la vida de los personajes, para luego hacer una posible lectura de la identificación paterna y el complejo de Edipo en Simba. Por último, hablaremos del corto-circuito vinculado a la responsabilidad subjetiva, apartado que será atravesado por la pregunta: ¿acorde al deseo de quien has actuado?

Palabras Clave: Edipo | infancia | identificación | responsabilidad

Introducción

Desde una perspectiva psicoanalítica nos proponemos el análisis del film “El Rey León” (1994) producida por Walt Disney Feature Animation. Consideramos que dicha película, en apariencia infantil, recorre problemáticas profundas tales como la infancia, el deseo de los padres, el complejo de Edipo, la identificación paterna y la muerte, entre otras.

Si bien el film transcurre en el reino animal, se trata de una versión humanizada de éstos, en la que son evidentes las similitudes con las tradiciones, rituales y costumbres de la historia humana occidental.

En primer lugar, haremos un recorrido que comenzará en la lógica del “Ciclo sin fin”, significante que circulará de diversos modos durante toda la película. Seguiremos con un análisis de ciertos recortes clínicos que nos permiten inferir la lógica edípica en la que se encuentra inmerso Simba. Por último, hablaremos del circuito de la responsabilidad subjetiva.

“Todos estamos conectados en el ciclo de la vida”

El film comienza con la salida de un sol radiante que anticipa la llegada del futuro Rey león al sonar de la conmovedora canción “Un ciclo sin fin”, que nos introduce dentro de una atmósfera de felicidad y emoción. Elefantes, suricatas, aves, insectos, entre otros, concurren en manadas a la Roca del Orgullo, donde se dará comienzo a la ceremonia de nacimiento de Simba, hijo de Sarabi y Mufasa –actual Rey de la Selva–. Allí los espera Rafiki, un mandril un poco loco que tendrá un rol espiritual y bautizará al simpático leoncito. Este curioso personaje se presenta escalando hacia lo más alto de la gran roca y saludando de manera afectuosa a su Rey. Rafiki sostendrá a Simba con los brazos estirados hacia el cielo, mostrando el heredero al trono con gran orgullo para que los integrantes del reino lo conozcan. Los animales colmados de júbilo y alegría festejan la ceremonia, mientras la canción cuán himno continúa:

[...]Mas bajo la luz del sol jamás habrá distinción
Grandes y chicos han de convivir
En el ciclo sin fin que nos mueve a todos
Y aunque estemos solos, debemos buscar
Hasta encontrar nuestro gran legado
En el ciclo, el ciclo sin fin…”

El significante “ciclo sin fin” circulará en todo momento a lo largo de la película, remitiéndonos a una repetición impuesta que vuelve siempre al mismo lugar. Las funciones y roles estarán predeterminados en forma de destinos inexorables. En otras palabras, Simba tiene que ser el Rey, al igual que lo es su padre y lo fue su abuelo:

Mufasa: El tiempo de un soberano asciende y desciende como el sol, algún día Simba, el sol se pondrá en mi reinado y saldrá contigo siendo el nuevo rey

De esta manera observamos la lógica sin-fin que rige en forma de tradiciones y se transmiten entre generaciones, sin dar lugar a la propia elección. En este sentido lo cíclico está instaurado y será nombrado como el destino, algo que necesariamente va a suceder, simulando un orden de necesidad: “Para los griegos, necesidad era el nombre de la diosa que regía justamente aquellos sucesos ajenos a la voluntad humana” (Fariña, 2013).

Observaremos la función alienante que el significante “ciclo sin fin” cumple para los distintos integrantes del reino animal, presentándose como la única verdad. De este modo, el ciclo-sin-fin articula como un-todo, por un lado, las nociones de destino-necesidad-equilibrio natural, y por el otro, un conjunto de tradiciones y modos de funcionamientos que derivan de construcciones socioculturales propias de la humanidad.

Edipo - Rey - León

Como mencionamos en la introducción, aunque el film es protagonizado por animales, éstos son humanizados, por lo que encontramos interacciones y configuraciones vinculares propias de los seres humanos. Si bien no hallamos todos los elementos que pueden observarse en la clínica cotidiana, ubicamos ciertos recortes vinculados a la lógica del Edipo.

En primer lugar, hablaremos de la identificación; entendemos a ésta, como la ligazón afectiva más temprana, preparativa del complejo de Edipo (Freud, 1921). Podemos ubicar en Simba una sólida identificación edípica con su padre: el pequeño personaje, encuentra en Mufasa un ideal a seguir que le transmite la forma de ser león y de sostener el equilibrio del reino. En este sentido “...la identificación aspira a configurar el yo propio a semejanza del otro, tomado como «modelo».” (Freud, 1921). De igual manera, Mufasa le indica y delimita lo que un rey debe ser: “ser rey es más que hacer lo que quieres”, así como los límites que no debe cruzar: “todo lo que toca la luz es nuestro reino” enfatizando que aquel lugar oscuro que despierta curiosidad en Simba, está más allá de las fronteras del Reino, por lo que tiene prohibido ir allí.

Freud (1921) indica que desde el comienzo la identificación es ambivalente, relación que veremos reflejada en el film con la transgresión del travieso leoncito ante el límite que impone su padre. La escena transcurre de la siguiente manera: Simba, influido por su malvado tío Scar decide ir a explorar junto a su amiga Nala ese territorio más allá de los límites del padre. Una vez allí se encuentran con tres tontas y viles hienas que planean devorarlos. A tiempo llega Mufasa, cuán rey omnipotente, salvándolos del peligro. Descontento con el actuar de su hijo, el imponente rey no se priva de dirigirle duras palabras “Simba, estoy decepcionado de ti ¨(...) Me desobedeciste a propósito”.

En segundo lugar, hablaremos de la castración simbólica, necesaria para que haya una salida del Complejo de Edipo. Encontramos tres recortes que configuran las coordenadas para pensar la misma. Por un lado, observamos cierta omnipotencia de Simba en su creencia de ser grande y feroz como el padre: en la primera escena, camino al Cementerio de Elefantes, Simba interpretará junto a su amiga Nala y Zazú –ave servidora del rey– la siguiente canción:

Simba : Poderoso rey seré, sin oposición
Zazú : Pues yo nunca he visto un rey león que no tenga mechón
Simba : Nunca ha habido nadie así, seré la sensación,
observa como rujo yo, te causo un gran temor
Zazú : Pues, no parece nada excepcional
Simba : Yo quisiera ya, ser un rey
Zazú : Piense bien y verá que aún le falta mucho, alteza (...)

En la segunda escena, en el Cementerio de Elefantes, Simba enfrenta a las hienas emitiendo un rugido muy simpático, que les causa gracia a las mismas, burlándose de él.
En una tercera escena, Mufasa regaña a su hijo por haberle desobedecido. En esta ocasión Simba, quien camina detrás de su padre, compara su huella con la de él, para comprobar con gran desilusión lo pequeño que es.

Observamos en las primeras dos escenas el sentimiento de omnipotencia de Simba y el rol castrativo tanto de Zazú como de las hienas, quienes le hacen saber que aun “le falta mucho”. A pesar de estas advertencias Simba sólo toma conocimiento de su falta en la tercera escena luego de la comparación. En este sentido, Freud plantea que “Sólo tras hacer una nueva experiencia empieza el niño a contar con la posibilidad de una castración…” (Freud, 1923). La nueva experiencia de la que habla es el descubrimiento de los genitales femeninos, haciendo que la amenaza de castración tenga su efecto con posterioridad (Freud, 1923). En este caso podríamos pensar por un lado, que las distintas advertencias que tuvo Simba de parte de Zazú y las hienas tuvieron los efectos simbólicos de la “amenaza de castración”, y por el otro, que la comparación con la huella del padre tuvo efectos similares a la “nueva experiencia” mencionada por Freud.

En consonancia con lo planteado, podríamos relacionar esta última escena con el tercer tiempo lógico en que Lacan plantea al Complejo de Edipo: la cuestión de tener o no tener el falo. Simba con gran desilusión se enfrenta con el hecho de no tener el falo: “para tenerlo, ha de haber habido un momento en que no lo tenía (...) La posibilidad de estar castrado es esencial en la asunción del hecho de tener falo” (Lacan, 1957-1958). Nuestro leoncito comprende en dicha escena que su rugido no asusta a nadie y que su huella es diminuta: él no lo tiene. Tiempo en que el padre interviene como el que lo tiene: con su feroz rugido espantará a las hienas, con sus grandes garras dejará notables huellas.

De este modo podemos pensar que Simba encuentra la salida del Complejo de Edipo, “Dicha salida es favorable si la identificación con el padre se produce en este tercer tiempo, en el que interviene como quien lo tiene. Esta identificación se llama “ideal del yo” (Lacan, 1957-1958). Así pues, podemos decir que el pequeño Simba tendrá sus “títulos en el bolsillo, el asunto en reserva” (Lacan, 1957-1958).

La responsabilidad en corto-circuito

Cuando hablamos de responsabilidad, no nos referimos a algo objetivo y tangible, sino a algo que se “atribuye”. Para el ámbito del Derecho, es responsable el sujeto “[...] capaz de comprender y dirigir su conducta, conforme esa comprensión, al momento de cometer la acción” (Varela, 2017). Desde el Psicoanálisis, en cambio, hablamos de responsabilidad subjetiva ligada a la noción de sujeto del inconsciente, no autónomo ni dueño de su voluntad, de cuya posición siempre es responsable. Por lo tanto, con responsabilidad subjetiva nos referimos a los propósitos inconscientes, "a aquello que el sujeto desconoce de sí mismo, aún de aquello que él mismo, acorde a sus valores morales, no estaría dispuesto a reconocer como propio" (Salomone, 2006).

Diagramaremos la responsabilidad subjetiva en un circuito con ciertos tiempos lógicos: Localizamos un primer tiempo donde el protagonista, lleva adelante una acción, una conducta, que al menos en un principio consiste en acciones que el sujeto inicia para un determinado fin, “entendiendo que tal iniciativa se agota en los fines para los cuales fue concebida” (Fariña, 2013). Se trata de la triste y desesperante escena en que Mufasa muere tras una estampida de Ñus, como consecuencia del despiadado plan de su hermano Scar –quien planea quedarse con el trono–. Desolado Simba se encuentra con el cuerpo sin vida de su padre. No tarda en llegar Scar:

Scar : Simba ¿qué hiciste?
Simba : Había muchos ñus y él trató de salvarme
Scar : Claro. Nadie hace estas cosas a propósito... Pero el Rey está muerto y si no fuera por ti estaría vivo. ¿Qué pensará tu mamá?
Simba : ¿Qué debo hacer?
Scar : Huye. Corre y jamás regreses.

Es así como Simba escapa de la escena, de la muerte de su padre, del lugar asignado desde el nacimiento e inclusive de su identidad, para iniciar una “nueva vida”, alejado de todos. Así conoce a una suricata llamada Timón y a un jabalí llamado Pumba, con quienes entabla una gran amistad, bajo la filosofía de vivir sin preocupaciones: el Hakuna Matata.

En un Tiempo dos, “recibe de la realidad indicadores que lo ponen sobre aviso respecto de que algo anduvo mal” (Fariña, 2013). Su acción iniciada en el tiempo 1 fue más allá de lo esperado: durante su ausencia Scar se apoderó del alegre y armónico reino, destruyendo los principios del mismo y convirtiéndolo en un inhóspito lugar.

En este tiempo Simba ya es adulto y cumple un rol “protector” con sus amigos. Tendrá la oportunidad de demostrar su valentía al rescatar a Pumba de ser devorado por una leona, quien resulta ser Nala, su antigua amiga de la infancia.

Este emocionante y esperado encuentro será teñido por el romanticismo mientras la canción que suena nos advierte que esta coincidencia está vinculada “con el destino”:

Coro : esta noche es para amar quiero compartir, el destino nos trajo hasta aquí para revivir
Timón : feliz final escrito está, que mala situación
Pumba : Su libertad pasó a la historia,
Timón y Pumba : ¡domado está el león!

Luego del romántico encuentro, seguirá lo impostergable: Nala le pide que regrese para recuperar el trono, contándole que su tío convirtió el reino en un auténtico despropósito, un lugar desolado sin comida ni agua. De este modo la aparición de Nala es un encuentro con su pasado y viene cargado de demandas que la ubicarán en la misma serie que Mufasa y el mandril Rafiki. La joven leona le pedirá retomar una responsabilidad que considera es de él, recordándole los orígenes que negó en este período bajo el lema “Hakuna Matata - sin preocupaciones”. Ante el desconcierto y la insistencia de Nala ocurre el siguiente diálogo:

Simba : Hakuna Matata: es algo que aprendí aquí. A veces pasan cosas malas y no puedes hacer nada. Así que, ¿para qué te preocupas?
Nala : porque es tu responsabilidad
Simba : Tu también te fuiste
Nala : Fui a buscar ayuda. Y te encontré a ti ¿es que no entiendes? eres nuestra única esperanza
Simba : Lo siento.
Nala : ¿Qué pasó? no eres el Simba que recuerdo
Simba : Tienes razón, no lo soy ¿contenta?
Nala : No. Estoy desilusionada
Simba : Estás empezando a parecerte a mi padre
Nala : Qué bien. Mejor uno que ninguno

Este tiempo dos, habilita la interpelación que retorna sobre el tiempo 1, lo hace a través de la culpa y demanda una respuesta. Simba, se enfrenta a la encrucijada de continuar el “ciclo sin fin”, seguir el mandato “escrito” de ser el heredero del reino de su difunto padre, volver al mismo y luchar por el trono; o quedarse junto a sus amigos Timón y Pumba en su relajado estilo de vida.

Hasta aquí no hay responsabilidad subjetiva. Ésta, debería aparecer en un tiempo tres, donde emerge el efecto sujeto, la dimensión ética ligada al sujeto de deseo inconsciente. En palabras de D´amore (2006) “la interpelación subjetiva se pone en marcha cuando la ley simbólica del deseo, ob-liga a retornar sobre la acción”.

En nuestro león este tiempo tres es apenas un esbozo: a partir de la demanda de Nala, Simba inicia una caminata inmerso en sus pensamientos y allí se encuentra con el mandril Rafiki. Este excéntrico personaje lo interpela: “¿Quién eres tú?”. Esta pregunta posibilita un tiempo de reflexión: “Pensé que lo sabía. Ya no estoy tan seguro”, pero se cierra rápidamente con la respuesta-tapón de Rafiki “Eres el hijo de Mufasa”.

Y como si esto fuera poco, siguiendo esta misma lógica, se le presenta a Simba el padre muerto en el cielo:

Mufasa : Simba, ¿me has olvidado?
Simba : No, ¡eso jamás!
Mufasa : ¿has olvidado quien eres, por lo tanto, me has olvidado. Mira en tu interior Simba, eres más de lo que eres ahora, debes ocupar tu lugar en el ciclo de la vida...
Simba : ¿cómo puedo regresar?, no soy el mismo...
Mufasa : Recuerda quién eres, eres mi hijo, el único y verdadero rey, recuerda quién eres...

Luego de esta escena, Simba, decide identificarse con las palabras que Mufasa le dice desde el cielo y vuelve al reino a recuperar el trono. Escenificando aquí un corto-circuito, que deshabilita un posible tiempo tres y por consecuencia, se cierra en torno al tiempo dos.

¿Acorde al deseo de quién has actuado?

A partir de aquí podemos plantear al menos una hipótesis clínica: Ante la apertura de un momento de reflexión que podría haber posibilitado un tiempo tres en donde Simba actúe desde su ser y se genere preguntas acerca de él y su identidad, opta por tomar otro camino.

Evita la angustia que hubiese aparecido si este tiempo hubiese tenido lugar y elige tomar como una verdad los enunciados que le imponen, reforzando la identificación paterna aplastante que obtura cualquier intento de algo propio.

De este modo, Simba decide ceder en su deseo para adaptarse a los mandamientos superyoicos, quedando sometido al orden moral de los mismos. Inferimos que esta “cobarde” elección le ahorra la angustia que devendría ser “más allá del padre”, entregándose por completo a lo que pareciera que el “destino” le tiene deparado. A falta de interrogarse por su-ser, decide tomar las identificaciones que le ofrecen: ser-rey, ser-heredero, ser-hijo de Mufasa, significantes que circulan y se le imponen desde que era un cachorro.

Vale agregar, que, si bien es cierto que el hecho de ir a pelear por el reino, implica un “acto”, éste se da desde el orden de la “responsabilidad moral”, la que implica el no defraudar a los demás, no ir más allá de lo que se espera de él, de hacer lo “correcto”. Frente a la encrucijada que le presenta el tiempo dos, se responsabiliza moralmente y responde por lo que los otros esperan de él.

Finalmente podemos ver como ese ciclo sin-fin se reproduce, dándonos la sensación de que la película vuelve a empezar. Simba derrotará a su malvado tío convirtiéndose en el Rey de la Selva: desde lo alto de la Roca del Orgullo se verá acompañado por Nala –a partir de ahora su esposa– todos los animales comenzarán a arrodillarse y él rugirá como un león adulto. Y así se dará comienzo a la escena final: Simba y su esposa, darán paso a Rafiki, quien solemnemente levantará ante todos al futuro nuevo heredero y como un disco que no acaba, comenzará la canción: “En el ciclo, el ciclo sin fin…”.

Referencias

D’Amore, O. (2006). Responsabilidad y culpa. En La transmisión de la ética. Clínica y deontología. Vol. I: Fundamentos, Letra Viva, Buenos Aires.

Freud, S. (1921) “Psicología de las masas y análisis del yo” Tomo XVIII, Capítulo VII, pp. 99-104.

Freud, S. (1923) “El sepultamiento del complejo de Edipo”. Tomo XIX, pp.177-187

Lacan, J. (1957-58). El Seminario Libro 5. “Las formaciones del Inconsciente”. Clases IX, X y XI. Buenos Aires: Paidós.

Michel Fariña, J. J. Responsabilidad. Entre necesidad y azar. Ficha de cátedra. Disponible en la página web de la cátedra: http://eticayddhh.ning.com/page/zona-de-textosMichel Fariña, J. J. (2013). Homenaje a Oscar D’Amore. En Aesthethika Volumen 8(3), Julio 2013.

Salomone, G. (2006). “El sujeto dividido y la responsabilidad”. En G. Salomone, “La transmisión de la ética. Clínica y deontología”. Buenos Aires: Letra Viva.

Varela, O. y otros. (2017). Psicología y Derecho: aportes desde la subjetividad. Los trastornos mentales y su relación con la transgresión a la ley penal. Buenos Aires: JVE.



NOTAS





COMENTARIOS

Mensaje de Claudio Pastén  » 1ro de noviembre de 2019 » pasten.claudio@gmail.com 

Me pareció muy bien lograda la articulación entre la película y los conceptos psicoanalíticos. No obstante eché de menos un y tratamiento más pormenorizado de la culpa, que considero que es un elemento muy importante en la película. Pues es ella la que le genera una falsa responsabilidad que Simba que lo aleja de lo más fundamental para un león: su manada, desde la que configura su identidad.



Mensaje de Cecilia  » 3 de septiembre de 2019 » ceciliakalejman@gmail.com 

Antes que nada, destacar el trabajo de las autoras. Me pareció impecable la articulación que hicieron y lo que han pensado.
Por otro lado , creo que tratan temas que hacen a la constitución subjetiva del "ciclo" de vida....complejo de edipo, a las configuraciones identitarias en la adolescencia, la adultez.
Simba prueba, busca otro camino, se rebela al mandato paterno y vuelve. Me parece interesante el pensamiento q trae uno de los compañeros en los comentarios acerca de qué hubiese pasado si Scar hubiese gobernado bien. Nos resulta impensable por como está planteada la historia filmica , sin embargo podemos interrogarnos como se hubiese desarrollado Simba conforme a su deseo (cuál?) En ese caso. El final de la película es reparador al modo de cuento de hadas (Bettelheim) y Simba logra estar a la altura de la situación. Por lo que podríamos abrir la nueva reflexión acerca de cómo se (re)configura el deseo de Simba. Necesariamente repite el mandato paterno? Puede dar un matiz propio? Es hakuna Matata su deseo de vida? O un momento de exploración, curiosidad, prueba para volver con otro empoderamiento?



Mensaje de Ramiro Arias  » 2 de septiembre de 2019 » ariasramiro11@gmail.com 

Me pareció muy interesante el articulo. Considero que estuvo muy bien lograda la articulación y la ubicación de conceptos psicoanalíticos en los personajes del film.
En base a lo expresado en el articulo, es interesante pensar cómo un sujeto aún no nacido, en este caso Simba, es ya condicionado por la familia que lo acogerá. Por un lado, lo enlazará dándole un lugar en la cadena de filiación. Pero, por otro lado, en este mismo acto, también condicionará muchas otras posibles elecciones.
Dado este camino pre-marcado por la familia de Simba, me parece importante lo expuesto por las autoras respecto a la responsabilidad subjetiva y lo que se desliza en el articulo respecto al Deseo. ¿Podríamos decir que Simba es consecuente con su Deseo? Realmente no, parece más bien una acción moral o super yoica de lo que debería hacer, una ocupación del lugar que fue dispuesto para él. Ahora bien, si el reinado de Scar no hubiese sido tan despiadado, es decir, si hubiese sido un buen Rey de la selva, ¿Hubiese reclamado Simba el lugar que “le correspondía”?
Irónicamente, al malvado tío Scar, cuyas acciones desde el punto de vista moral serían muy reprochables, sí podríamos asignarle un accionar más consecuente con su Deseo.
A las palabras de las autoras: “Si bien el film transcurre en el reino animal, se trata de una versión humanizada de éstos, en la que son evidentes las similitudes con las tradiciones, rituales y costumbres de la historia humana occidental”, podríamos agregar que el film también refleja estás ironías de la vida humana, donde ser el hijo de un Rey, si bien está por demás idealizado, puede ser muy aplastante para el despliegue de la subjetividad



Mensaje de Melina Binanca Jutkiewicz  » 1ro de septiembre de 2019 » melinabianca@live.com.ar 

Lo que mencionan las autoras "Si bien el film transcurre en el reino animal, se trata de una versión humanizada de éstos, en la que son evidentes las similitudes con las tradiciones, rituales y costumbres de la historia humana occidenta" me parece fundamental tener en cuenta a la hora de revisar con una mirada crítica y etica las peliculas clasicas de nuestra infancia, moldeadoras de la subjetividad infantil a nivel global.
Las temáticas que despliegan en el artículo me parecieron muy bien trabajadas y articuladas, destacandose el desarrollo del circuito de responsabilidad subjetiva a partir de una pregunta vital “¿Quién eres tú?”. Esta pregunta posibilita un tiempo de reflexión que no llega a establecerse, por las respuestas cerradas, que creo yo, generan un efecto de certeza y tranquilidad al publico al que va dirigido, a una pregunta que se desarrolla y resignifica a lo largo de la vida, y no como una verdad-destino que se debe recordar sin poder de eleccion ni responsabilidad alguna.



Mensaje de Rocío Mases Jimenez  » 31 de agosto de 2019 » rochimj@hotmail.com 

Me parece muy interesante lo planteado, ya que nunca lo había pensado de esta manera, sino más bien de la opuesta.

Tomando el circuito de la responsabilidad, situaría el tiempo uno en la huída de Simba; como explica Fariña este primer tiempo se trata de una acción llevada a cabo por el personaje, quien cree que tal acción se agota en sí misma, sin pensar las posibles consecuencias. Lo que se puede marcar de esta escena en particular es cómo se juega la culpa, según lo explica Juan Carlos Mosca: la posición en que se ubica el pequeño león es justamente en la de la culpa, la posición de objeto frente a un otro completo que lo determina completamente. Cuando Scar, este gran Otro, se acerca al cachorro y le dice que es su culpa que su padre muriera y que por eso tiene que irse lejos, Simba se deja totalizar por la palabra: se cree culpable, toma esa posición, y huye. Las palabras de Scar son una alegoría de lo que sucede en el discurso normativo del campo deontológico: esa ley que es impuesta por un Otro, sin interpelar a la responsabilidad subjetiva, haciendo que quede en un plano netamente de obediencia.

El tiempo dos es el que interpela al sujeto, el que lo cuestiona respecto de su tiempo uno, de esa acción que creía que se agotaba en su fín mismo. Acá se pueden ubicar dos momentos y dos personajes: en primer lugar, el encuentro con su amiga de la infancia, Nala. En la conversación que mantienen, ella lo pone al tanto de las consecuencias de su huida: todos lo creyeron muerto y por lo tanto Scar asumió como rey, dejando que las hienas invadieran el reino y agotaran todos los recursos. Intenta convencerlo de volver a tomar su lugar como rey, pero Simba reacciona alejándose nuevamente, repitiendo la misma acción del tiempo uno. Esto lo lleva a encontrarse con Rafiki, un mandril sabio que lo lleva hasta un lugar escondido, donde tiene lugar el segundo momento de este tiempo dos: Simba se encuentra con el fantasma de su padre, quien le dice: “Simba me has olvidado. Olvidaste quién eres y así me olvidaste a mí. Ve en tu interior, eres más de lo que eres ahora. Toma tu lugar en el ciclo de la vida. Recuerda quién eres: tú eres mi hijo, el rey verdadero”. Es esta interpelación, este cuestionamiento el que ilumina el tiempo uno y permite realizar una hipótesis clínica: el león se espantó, se sintió angustiado, sólo, desamparado ante la muerte de su padre, y las palabras de Scar le sirvieron como refugio para olvidarse de todo y huir, pero no solo de sus tierras, no solo de su pasado, sino de sí mismo. Es lo que le dice el padre: se olvidó quién es. Y es esto lo que debe recuperar, debe re encontrarse a sí mismo.

El tiempo tres es la respuesta del sujeto, el cambio de posición. Así como dice Fariña en su análisis sobre The Truman Show: “Pero ésa es justamente la paradoja del acto: buscando a su amada, la encuentra. Pero en coordenadas completamente alejadas de las que iniciaron su periplo. Porque para hacerlo debe encontrarse a sí mismo. Es el punto menos calculado de su existencia. Por lo mismo, el más trascendente”, lo mismo sucede con nuestro protagonista, solo que lo que busca es su pasado. Simba pasa de ser culpable a ser responsable. Por fin actúa, vuelve a sus tierras, vuelve a aquel lugar del cual en un principio huyó para no volver, para olvidarse, para dejar todo atrás. Tiene la posibilidad de repetir el pasado una vez más y quedarse con sus nuevos amigos alejado de sus tierras, responder desde la moral diciéndose, tal vez, que su accionar estuvo bien, porque si mató a su padre, al rey, no puede él volver y tomar ese lugar. Sin embargo, su conducta cambia, no hay repetición, hay novedad: ahora regresa para enfrentarse con aquello que negó durante tanto tiempo.

Al llegar a su hogar se encuentra con Scar, quien en un movimiento intimidante le confiesa la verdad: él, su tío, mató a Mufasa. Esto hace que Simba se precipite sobre él, lo obligue a confesarlo en voz alta ante todos y desencadene una lucha de las hienas contra las leonas y los amigos del protagonista. Finalmente, Scar muere y Simba sube a la Roca del Rey, inaugurando con un rugido el comienzo de una nueva era. Lo que se debe rescatar de este último movimiento, es que él no regresa a su hogar porque se lo dijeron, porque tiene que ser rey, sino porque algo en él cambió: ya no se pone en la posición de culpable de la muerte de Mufasa, sino que es responsable, y como responsable debe responder ante eso. Simba lleva a cabo un acto ético, ya que responde subjetivamente ante su soledad, vuelve solo para enfrentar ese pasado que lo asustaba tanto y del cual huyó. De esta manera, traspasa el eje moral de lo bueno y lo malo de su actuar, de esa culpa que lo dejaba paralizado, pasando a un plano que lo sitúa en el lado de su responsabilidad subjetiva, en el orden suplementario que contribuye a desorganizar el mandato dado por su tío y expandir ese universo que no admitía ningún hecho impredecible. “Recordemos que llamamos éticas a las singularidades que hacen desfallecer al particular previo” (D’Amore, O.; 2006).

No se puede negar que El rey león es un clásico que nos sigue interpelando.



Mensaje de Ramiro Escalante Leiva  » 31 de agosto de 2019 » ramiroescalanteleiva@gmail.com 

En relación al análisis de la autora de la Responsabilidad Subjetiva del protagonista en donde plantea lo siguiente: “Es así como Simba escapa de la escena, de la muerte de su padre, del lugar asignado desde el nacimiento e inclusive de su identidad, para iniciar una “nueva vida”, alejado de todos. Así conoce a una suricata llamada Timón y a un jabalí llamado Pumba, con quienes entabla una gran amistad, bajo la filosofía de vivir sin preocupaciones: el Hakuna Matata.”

Por mi parte considero que el deseo inconsciente del protagonista de definir su identidad se encuentra en sintonía con el deseo de ser atrapado por la ley paterna. Se trata de una ley fallida en la vida actual del sujeto. En palabras de Fariña (2000), lo paradojal del personaje en cuestión es que para encontrarse a sí mismo debe dejar de escapar, siendo ese encuentro el punto menos calculado de su existencia. Para evitar esa búsqueda, se condena a una cadena perpetua, a un escapar constante.

Pienso que el modo en el que el sujeto responde, regresando, quiebra el último de los horizontes que aún permanecía intacto y deja abierta la puerta de la incertidumbre, esa incertidumbre que cada sujeto debe soportar para sostener ese nuevo camino pulsional que ha decidido transitar. Cambiar el recorrido pulsional no es de un momento a otro, la marca de ese recorrido hace mella en el sujeto y su modificación involucra un sujeto decidido por un cambio, quien lo deberá poder sostener a lo largo del tiempo con un gran sacrificio.



Mensaje de Nathali A. Kustermann R.  » 30 de agosto de 2019 » nkustermann@hotmail.com 

Para el análisis del film “El Rey León” las autoras del artículo toman como eje central la denominada "lógica cíclica" que rige la vida de todos los personajes, como un destino inexorable, como orden natural que no puede ser modificado.

Sin embargo, al percatarnos de la narrativa que propone el film, nos damos cuenta que la trama corresponde a eventos de carácter socio-cultural y no meramente natural. Con lo cual, se instaura la pregunta por si realmente aquella "lógica cíclica" es ineludible e inflexible. De allí el interrogante del título "Ser-rey: ¿un ciclo sin-fin?".

Frente a lo cual, las autoras plantea al ciclo como un mandato social que se impone desde el exterior marcando el destino de Simba, como el futuro rey, heredero de Mufasa. Ciclo que teje el diario vivir con tradiciones difíciles de cuestionar, que solapan el accionar singular por fuera de la norma cultural establecida. Tradiciones sociales que se presentan como necesarias para mantener el equilibrio natural de las cosas y el bienestar social.

Mufasa: “El tiempo de un soberano asciende y desciende
como el sol, algún día Simba, el sol se pondrá en mi reinado
y saldrá contigo siendo el nuevo rey”

Las autoras plantean que, luego de la escena en que muere el rey Mufaza en manos de Scar, Simba se encuentra en la encrucijada entre continuar con el reinado de su padre difunto -y enfrentar posibles cuestionamiento sobre su grado de culpabilidad en la muerte del padre- o rechazar su “destino” y poner en acto una elección singular. Frente a ello, Simba decide escapar y rechazar su identidad. Sin embargo, los recuerdos del pasado retornan (como el significante ciclo-sin-fin que resuena a lo largo de todo el film, como eco que retumba en el oído de Simba incesantemente) volviendo a colocar en jaque la posición subjetiva de Simba.

Las autoras citan de forma precisa y justa a D´amore (2006) “la interpelación subjetiva se pone en marcha cuando la ley simbólica del deseo, ob-liga a retornar sobre la acción”. Retornar, eso hará Simba, pues decide volver a identificarse con su padre Mufasa -cual ideal del yo- y retomar su identidad rechazada cumpliendo con el mandato social que carga sobre sí, y obturando toda posibilidad de una elección singular. Para explicar tal decisión se plantea que Simba se responsabiliza moralmente de ir a recuperar el reino no porque así lo desea sino para cumplir con los mandatos sociales que desde pequeño le fueron impuestos sin margen de elección, cediendo en su deseo para garantizar el bien común.

Al fin y al cabo, el equilibrio natural u orden social termina primando por sobre los intereses individuales.



Mensaje de Ludmila Wozniak  » 5 de agosto de 2019 » ludmilawoz@gmail.com 

Me parece un trabajo muy interesante para pensar tanto el lugar de la identificación paterna como el del Complejo de Edipo.
Se observa una buena articulación de los distintos apartados de la película con la teoría psicoanalítica.
Saludos!




Película:El Rey León

Titulo Original:The Lion King

Director: Roger Allers, Rob Minkoff

Año: 1994

Pais: USA

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