Momento cero
Resulta sustancial comenzar por el principio, es decir, por el extracto de la conversación extraía de los Apéndices del Señor de los Anillos de J. R. R. Tolkien, en la época en que un joven Aragorn, de apenas veinte años, vivía en Rivendel, ciudad del señor Elrond. Este lo había acogido a él y a su madre , permitiéndoles vivir entre los elfos, pues Aragorn era huérfano, su padre había caído en batalla cuando él apenas era un infante. Elrond había resultado ser casi un padre de Aragorn, a quien alojaba por ser el último de los Dúnedain, linaje de los hombres perteneciente a la saga real del reino de Gondor. Elrond cuidaba de Aragorn, para que ese linaje no se extinga para siempre. La relación entre ellos iba sobre ruedas, Aragorn comenzaba a mostrar su valor y futuro promisorio, cuando sucede un inconveniente: se cruza con Arwen la bella, Estrella de la Tarde de su pueblo, hija de Elrond. Aragorn y Arwen se enamoran, a pesar de ser de diferentes razas, esto es, Aragorn era un hombre mortal y Arwen una elfa, que como tal tiene el don de la vida eterna. Es en ese contexto que Elrond y Aragorn tienen esta conversación:
Elrond:“Aragorn, hijo de Arathorn, Señor de los Dúnedain, escúchame! Un gran destino te espera... pasarás por largos años de prueba. No tomarás esposa, ni te ligarás a mujer alguna con promesa de matrimonio, hasta que llegue tu hora, y hayas demostrado ser digno”.
Aragorn: “¿Acaso mi madre os ha hablado?
Elrond: “No. Tus ojos te han traicionado. Arwen está muy por encima de ti. Y así, creo, ha de parecerle a ella. Si su corazón se inclinara hacia ti, me entristecería a causa del destino que pesa sobre nosotros”.
Aragorn:¿Qué destino es ese?
Elrond: “Mientras yo habite aquí, ella vivirá con la juventud de los Eldar, pero cuando me llegue la hora de partir, ella me acompañará, si tal es su elección.
Aragorn: “A vuestros hijos pronto les tocará elegir entre separarse de vos o partir con vos abandonando la Tierra Media”.
Elrond: “Es verdad. Más no habrá para Arwen, mi bienamada, otra elección posible, a menos que tú, Aragorn hijo de Arathorn, te interpongas entre nosotros y obligues a uno de los dos, a ti o a mi, a una separación amarga más allá del fin del mundo... Los años traerán lo que habrán de traer. No volveremos a hablar de esto hasta que hayan transcurrido muchos. Los días se ensombrecen, y muchos males se avecinan”.
La Alienación
De esa manera es Elrond quien lo manda al ostracismo a Aragorn, exhortándolo a “pasar por largos años de prueba” para “demostrar ser digno”. Y Aragorn obedece por amor a Arwen, se podría decir forzadamente, pero finalmente elige obedecer, se representa en esos significantes del Otro. Elección forzada, no deja de ser elección al fin, tal es la alienación. Lacan la define como constitutiva del sujeto: “el sujeto es lo que un significante representa para otro significante”. Y Lombardi agrega:
“...el sujeto estará entonces sólo representado en la cadena significante, es decir, ausente, desaparecido bajo ese significante binario... estará allí donde no hay representación sino mera exigencia pulsionante del lenguaje; dicho de otro modo: demanda” [1]
Así, el sujeto alienado a los significantes del Otro queda escondido, está ausente, brilla por su ausencia. En su lugar aparece la demanda del Otro, Elrond que le pide que haga grandes hazañas, pues al no ser de la estirpe de Arwen él no la merece. Y en eso está Aragorn, en la clandestinidad, luchando en las fronteras y sin que nadie lo reconozca. El Aragorn alienado es el montaraz que lucha contra el mal que se avecina, para hacer los méritos y acceder a su amor. Es muy descriptivo a la hora de compararlo con la clase sobre “el obsesivo y su deseo” del seminario V de Lacan. Allí nos dice los siguiente:
“Lo que trata de obtener en la hazaña el obsesivo es precisamente esto, que llamábamos hace un momento; el permiso del Otro... hay en la hazaña algo que permanece siempre irremediablemente ficticio... el verdadero peligro, no reside en el adversario a quien él parece desafiar sino ciertamente en otra parte. Está precisamente en aquel testigo invisible, aquel Otro que está ahí como espectador, el que cuenta los tantos y dirá del sujeto: ¡decididamente es duro el muchacho!” [2]
Esta conversación con Elrond le da una identidad a Aragorn, que no resulta ser la más estable porque veremos que se modificará, pero sí es verdad que tiene grandes efectos. Es una identidad que esconde al sujeto detrás de esos significantes, una identidad clandestina. Y de hecho, es así como Aragorn se presenta en la película, nadie conoce su verdadera identidad, solo es conocido como un montaraz llamado Trancos.
Aragorn, el montaraz y contemporáneo
Montaraz es quien anda por los montes o se crió en ellos según el diccionario de la Real Academia. Este significante que nombra al sujeto nos dice ya sobre la posición que adopta su ser. Aragorn se presenta en la película como un personaje que nadie llega a conocer acabadamente, solo hay rumores sobre su persona. Es alguien que mora en las fronteras, las cuales están llenas de peligros en esos tiempos en que trascurre la película. Aragorn está encapuchado, en la oscuridad de la cantina del Pony Pisador, porque habita la oscuridad de su época, la oscuridad de los montes y las fronteras, donde se rumorea que comienzan a transitar orcos y otras criaturas del mal.
Al decir de Agamben veo en este Aragorn la figura de un contemporáneo:
“Contemporáneo es aquél que no coincide a la perfección con su época, ni se adecua a sus pretensiones... Puede llamarse contemporáneo solo a aquél que no se deja cegar por las luces del siglo... aquél que percibe la oscuridad de su tiempo como algo que le incumbe y no cesa de interpelarlo, algo que, más allá de cualquier luz, se dirige directa y singularmente a él... Por eso los contemporáneos son raros; y por eso ser contemporáneos es, ante todo, una cuestión de coraje...” [3]
El comienzo de la película es un tiempo en donde la paz en el mundo esta vigente desde hace cientos de años. Es un tiempo en donde el incauto puede fácilmente dejarse cegar por las luces del siglo, puede tranquilamente no querer saber sobre el hecho de que la sombra de Sauron está creciendo en el este y que se prepara para luchar. Pero no sucede esto en Aragorn, muy por el contrario, este no mira las luces de su tiempo, sino que su mirada se dirige a la oscuridad, su atención está puesta en esas criaturas del mal que empiezan a transitar zonas que antes no transitaban. Es un sujeto que se siente plenamente interpelado por esa oscuridad, tal es así que vive a la intemperie, todo sucio y desarreglado por no poder sacar su mirada de la oscuridad de su época. Sin dudas demuestra un gran coraje, y también esta otra característica de ser un poco raro.
Para acercarlo aún un poco más a lo que Agamben describe como un contemporáneo, hay que tener en cuenta la relación que tiene con la historia. El devenir de la película nos confirmará lo que Agamben dice al respecto:
“El contemporáneo instala una relación especial entre los tiempos... el presente tiene la singular capacidad de relacionar consigo mismo cada instante del pasado... de citarlo según una necesidad que no proviene en modo alguno de su arbitrio sino de una exigencia a la que él no puede dejar de responder...” [4]
Veremos entonces, cómo es que Aragorn no puede dejar de leer el pasado en el presente, en la coyuntura que nos escenifica la película.
Primer intervención de Gandalf: puntapié inicial
No es sin las intervenciones de “Gandalf, el Gris”, que Aragorn sale de la oscuridad y de la clandestinidad. Aragorn se presenta en la ciudad de Bree por el pedido explícito de Gandalf: tiene que ir a Bree a encontrase con Frodo para custodiarlo a él y, fundamentalmente, a el anillo Único, el anillo del poder. Claro que la película no nos presenta ni por asomo nada que tenga que ver con un dispositivo analítico, pero aún así sostengo que hay intervenciones que pueden ser caracterizadas como propiamente analíticas. Esta intervención de Gandalf es una de ellas.
Es en este punto donde Gandalf interviene con su propio deseo: era él quien durante los años previos a la película, se preguntaba sobre qué era ese anillo que Bilbo guardaba en La Comarca, y también era él quien estaba preocupado por evitar que la sombra de Sauron siga creciendo. Es ese deseo, el de Gandalf, el que lo lleva a encomendarle la tarea a Aragorn sobre el cuidado de Frodo y el anillo.
Entonces sucede lo incalculado, ese pedido es ya una interpretación, puesto que lo enfrenta a Aragorn con el Otro de su fantasma: Gandalf es quien efectivamente lo manda a Aragorn a Bree y lo saca de la oscuridad, de esa clandestinidad a la que se sometía. Pero resulta ser que ese pedido no deja de formar parte de “los largos años de prueba” a los que Elrond lo envía. Asimismo, no se trata solamente de una tarea más a cumplir, Aragorn sabe que lo que Frodo porta es nada menos que el anillo del poder, el arma más poderosa del enemigo, y al mismo tiempo, el objeto que causó la ruina de su linaje, lo que provocó la interrupción de la saga real de Gondor al llevarlo a la perdición a Isildur. El pedido de Gandalf se articula con la relación de Aragorn con su Otro, esto es, Elrond, a quien Aragorn dirige todas sus hazañas para hacer los méritos y ser digno de Arwen.
Y efectivamente, vemos en Aragorn lo mismo que le sucede a cualquier neurótico que se encuentra con el deseo del Otro: angustia. Aragorn se sobresalta y se angustia al ver que Frodo llama la atención de todos bajo el pseudónimo del Sr. Sotomonte, y para colmo, lo ve desaparecer. Aragorn sabe de lo que se trata, sabe que así atraerán a los Nazgul, esos seres ni vivos ni muertos que sienten la presencia del anillo y que son los servidores de Sauron. Esta situación lo angustia, podríamos decir que causa la división subjetiva. Algo del goce en la posición del montaraz que habita la oscuridad se ve trastocado, esa ya no es una posición tan cómoda, y así se ve empujado a salir de las tinieblas.
Entonces, la intervención del Gandalf con su deseo, es una interpretación inaugural sí se quiere, en tanto causa la división del sujeto. Así define Lombardi a la interpretación:
“La interpretación cala en lo más íntimo de la relación de ese sujeto con el Otro del fantasma... lo que activa la división es ese deseo introducido por la interpretación... lo que allí angustia es el deseo del Otro...” [5]
Esa intervención de Gandalf entonces es ya una interpretación pues introduce un deseo, podríamos decir que vuelve a poner sobre la mesa un deseo que se encontraba no realizado, velado, esto es, el propio deseo de Aragorn: esa interpretación lo pone frente a la hazaña más importante que debe cumplir, la que lo puede llevar a tener los méritos necesarios para ser digno de pedir la mano de Arwen. Como tal, es un deseo que proviene desde la infancia, que es indestructible y que cuya latencia se suele revelar en los giros del destino, en el acontecimiento o en la decisión inesperada. Ya veremos de qué se trata este deseo. Retengamos, por ahora, el indicador, la señal que toda angustia nos da acerca de la proximidad del deseo...
Segunda Intervención de Gandalf: instalación de la creencia
Si la primer intervención de Gandalf produce la división subjetiva en Aragorn, lo que produce el efecto de vaciar parte del goce de Aragorn en la posición del montaraz, la segunda intervención tendrá un efecto aliviador, es ya un tratamiento posible de esa angustia que se produce ante el deseo del Otro: se trata de la instalación de un saber supuesto, de una creencia.
Tenemos cierta charla íntima que se da en Rivendel entre Gandalf y Elrond. Este último le anuncia de la inminente salida de los elfos de la Tierra Media pues sabe que la sombra de Sauron no para de crecer y la fuerza de los elfos va disminuyendo, ya que ellos se alimentan de las luces. Lo sustancial aquí es que Elrond retrocede ante un tiempo de guerra inminente y Gandalf no quiere hacer lo mismo. Por el contrario, él nunca pierde las esperanzas, es un mago que transita la Tierra Media justo en los lugares en donde las esperanzas flaquean, en esos lugares es donde Gandalf aparece e impone su voluntad y coraje para presentar pelea.
Es en esa circunstancia en la que instala su creencia: “Es en los hombres en quienes hay que poner esperanzas… hay alguien que podría unirlos, alguien que podría reclamar el trono de Gondor…”. Con estas pocas palabras Gandalf nos da una referencia típica de lo que es una intervención analítica, se trata de un cambio de sentido en la lectura de la situación. Mientras que Elrond repasaba lo sucedido en el pasado y plantea el devenir como una continua reproducción de lo pasado, de lo ya decidido (pues apela a lo ocurrido con Isildur y su perdición por el anillo del poder), Gandalf interpreta los hechos de una forma diferente. Para él se trata de la oportunidad de destruir el anillo, de terminar con Sauron y de reestablecer al Rey de Gondor, la ciudad más grande y próspera de los hombres. Gandalf ve la oportunidad de encontrar un margen de libertad, una posibilidad de una decisión inesperada, de un giro inédito de la historia. Se podría pensar sí apuesta por el hombre, que también está apostando por lo más irreductible que hay en el hombre, a saber, su deseo. Gandalf apuesta por el deseo, particularmente por el de aquel que puede reclamar el lugar del rey.
Si bien en la película el interlocutor es Elrond, pero sabiendo de la amistad que hay entre Gandalf y Aragorn, es lícito suponer que esta idea ya había sido compartida con Aragorn y también es lícito suponer que este la había adoptado.
De manera que también, esta segunda intervención de Gandalf , tiene incidencia en la relación del sujeto con su Otro. Esta intervención, que es una interpretación, cala en la relación entre Aragorn y Elrond, lo empuja a Aragorn a aún más a querer cumplir con la demanda de Elrond.
Asimismo es importante aclarar una diferencia sustancial entre la demanda que Elrond le hace a Aragorn, con la creencia que instala Gandalf: la demanda de Elrond deja al sujeto escondido detrás de los significantes, lo deja solo representado, el sujeto queda así ausente, y de hecho por eso Aragorn habita la oscuridad y la clandestinidad, fuera de todo lazo social. En cambio, la creencia que instala Gandalf implica todo lo contrario, esto es, salir de la clandestinidad para reclamar el trono que le corresponde, permite que emerja el sujeto que como tal, es portador de un deseo. Mientras que Elrond lo empuja al ostracismo, Gandalf lo empuja a realizar su deseo, el cual necesariamente implica el lazo social. Diferencia sustancial a la hora de calificar a una intervención como analítica o no.
La Separación: caída de la creencia
Es en esta circunstancia en la que se constituye la Comunidad del Anillo. Constituida por nueves personas, entre las que se encontraban elfos, hombres, enanos y hobbits, tiene el objetivo de ir hasta Mordor con el anillo del poder, para poder destruirlo en el Monte del Destino, donde fue forjado por Sauron y único lugar donde el anillo puede ser destruido. Esta es la hazaña más importante y trascendental a la que se somete Aragorn. Tal es así que realiza una promesa para con el portador del anillo Frodo Bolsón: “Sí con mi vida o muerte puedo protegerte, así lo haré”. Así vemos como se dispone a entregar la vida en esta tarea, lo mueve el amor a Arwen, la demanda impuesta por Elrond y la creencia instalada por Gandalf.
Sucede entonces lo más temido. Desde el principio la Comunidad demostraba tener obstáculos, tal como el que representaba Boromir: este hijo del Senescal de Gondor (cuidador del trono vacante por la interrupción de la saga real) parecía no entender los peligros que acarreaba el uso del anillo. Gandalf, que veía muchas cosas, le hace saber a Frodo que debía cuidarse de los peligros provenientes desde adentro de la Comunidad, peligro que representaba Boromir concretamente.
Pero el mayor de los obstáculos fue otro. Sucede dentro de la mina de Moria, cuando la Comunidad es interceptada por el Balrog, un demonio de los tiempos antiguos que habitaba las profundidades de Moria. Es allí donde las armas con la que contaba la Comunidad no servían de nada, solo Gandalf podía enfrentarse a semejante oponente mediante sus hechizos. Así es que ambos se enfrentan en el puente de Khazad Dum, y Gandalf cae en el precipicio. Con él se desmorona la hazaña que Aragorn debía realizar, así se ve imposibilitado de responder a esa demanda de Elrond, y también por añadidura, cae la creencia que el propio Gandalf había instalado.
Este es el momento esencial del viraje de Aragorn. Está pérdida, este fracaso le abre las puertas al acto, el cual ya no será para pedirle permiso al Otro, ya no será en función de realizar una hazaña para el Otro espectador encarnado en Elrond. Será un acto en consonancia con su deseo, aunque al momento de llevarlo a cabo no se sepa bien el porqué ni el para qué se realiza.
Acerca del concepto de acto y de su condición de posibilidad, rescato esa indicación de Lombardi:
“La teoría del acto de Lacan, está basada en la caída del sujeto supuesto saber... un acto podría aportar integridad al precio de una pérdida...” [6]
De manera que es en acto, como Aragorn a partir de este momento de pérdida puede destituirse de esa identidad que antes calificamos como alienada a los significantes que vienen del Otro. A partir de que sus pretensiones fracasan, es que puede dejar de pretender responder a la demanda que le imponía Elrond. Y a partir de esa situación también, es que cae la suposición de saber, cae la creencia instalada por Gandalf, situación que también es analítica: la caída de la transferencia, caída del sujeto supuesto saber esta representada simbólicamente en esa caída de Gandalf, en ese triste momento en que este pronuncia la fatídica frase: “¡corran tontos!”. Desde ese momento en adelante, se produce una posición nueva del sujeto que transforma su relación con la realidad, con la satisfacción y con el deseo. Desde ese momento no encontramos en Aragorn otra cosa que no sea certeza, integridad, lo cual es el correlato necesario del hecho de que el sujeto se ubica por fuera del saber del Otro, conmueve la estructura y el programa que ese Otro tenía para con él. En fin, Aragorn se destituye en actos, abandona la alienación para darse una identidad de separación:
“...suponemos que la identidad que se ha dado en la experiencia traumática es finalmente más estable, más sólida que la que surge de las identificaciones a rasgos del Otro: es sobre aquella que se apoya la certeza del acto...” [7]
Esta identidad por separación a los significantes de la demanda del Otro, es una identidad que resulta de una experiencia traumática. Y fundamentalmente, es una identidad que resulta estable, se apoya en la certeza, pues es una identidad que está en relación con el sujeto. Este ya no estará detrás, escondido o solo representado, este sale a la luz en todo su esplendor:
“... el sujeto antes desaparecido bajo la demanda, ahora ataca la cadena en su punto de intervalo en réplica a lo que encuentra como deseo del Otro, ahora sí verdadero... por la separación, el sujeto encuentra el punto débil del par primitivo de la articulación significante (de la alienación)... es en tanto que el deseo del Otro está más acá o más allá de lo que hace surgir como sentido, es tanto que el deseo del Otro es una incógnita, en ese punto de falta se constituye el deseo del sujeto...” [8]
Aragorn se deshace del par significante de la demanda del Otro, atacando a la cadena en su punto débil, en su falta. Allí donde el sentido no alcanza la significación esperada, allí se encuentra no la demanda del Otro, sino su deseo. Es en ese punto donde se constituye el deseo del sujeto.
Pero, ¿cuál es el punto débil de la cadena significante del Otro, esto es, de Elrond? ¿Cuál es la falta de Elrond a la que nos referimos? Es precisamente el hecho de que su hija pueda llegar a elegir una vida mortal por amor a Aragorn, eso podría separarlo de su amada hija, lo cual es doblemente doloroso en seres inmortales. Esa falta lo dejaría a Elrond en una eterna añoranza de su hija. Esa falta Elrond la tiene presente, pero se niega a articularla, el sentido de lo que él dice siempre está más acá o más allá, es un falta que no pasa al decir. Por eso Arwen lo exhorta a pedirle que le cuente su visión acerca del futuro, pero Elrond se niega. Arwen le dice: “allí hay también vida”. Pero Elrond no quiere decir nada al respecto.
En ese punto de falta que Elrond nunca alcanza a articular, es allí donde se constituye el deseo de Aragorn. La falta de Elrond, el ver que su hija puede llegar a tener un destino mortal, es el punto esencial que constituye el deseo de Aragorn. Así lo describe Lombardi:
“Esta operación (separación), este acto, no se produce sin el Otro... toma del Otro lo más interesante, su deseo, su carencia...” [9]
La caída de Gandalf entonces, es nuevamente un acto analítico en tanto modifica la posición del sujeto: de un sujeto alienado a los significantes de la demanda, a un sujeto separado de esta, destituido del programa que el Otro tenía para con él, un sujeto en las puertas del acto que toma del Otro algo más interesante, a saber, su deseo.
Los Actos
Se suceden entonces una serie de actos en donde se evidencia que Aragorn ya no se mantiene en la clandestinidad, ya no busca pasar desapercibido ni esconderse. De ahora en más, su amor por Arwen y su identidad, esto es, su condición de heredero al trono de Gondor queda expuesta.
Estos actos, por otro lado, se llevan a cabo sin conocer sus motivos causales, ni sus propósitos. En todos ellos sus consecuencias son una incertidumbre, sus alcances demostrarán ser inesperados, pero todos finalmente, mostrarán que allí había un deseo que se estaba actuando.
El primero de ellos es quizás el más significativo, ya que demuestra una singularidad nunca antes vista en un hombre. Tras la caída de Gandalf, y el paso de la Comunidad por Lorien, se dirigen río abajo, donde llegado a cierto punto deciden parar en las orillas. Allí, sin que ellos lo sepan, son cercados por orcos. A su vez, Boromir cae en la tentación del anillo al querer arrebatárselo a Frodo, su portador. Es entonces cuando Frodo se aleja del resto de la Comunidad y Aragorn lo encuentra solo y atemorizado. Los orcos estaban yendo hacia ellos, por lo que Frodo con gran temor a que el anillo caiga en manos enemigas decide ofrecerle el anillo a Aragorn. Pero este conocía la historia, sabia que pretender portar el anillo lo llevaría a la perdición a él y a toda la Tierra Media. Lo rechaza, le cierra la mano a Frodo dejando el anillo dentro y pronuncia esta frase: “Te hubiera seguido hasta el final, hasta el fuego de Mordor”. Así queda sellado el fracaso de la Comunidad, así lo entiende Aragorn al dejar a Frodo seguir el camino hacia el Monte del Destino solo, mientras que él se resuelve a luchar contra los orcos que se avecinan para darle tiempo de escape a Frodo. De manera que deja la tarea más importante de todas a manos de un hobbit, que además de su poco alcance de brazos y piernas, no tenía ninguna experiencia en batallas ni aventuras más allá de La Comarca. Será ese hobbit quien demostrará tener habilidades que nadie veía en él, pero eso lo sabemos retrospectivamente, ya sabiendo el final de la historia. Al momento de llevar a cabo ese acto, Aragorn desconocía cuales iban a ser sus consecuencias.
La siguiente situación en la que se lleva a cabo un acto, es no muy lejos del anterior. Frodo y Sam siguen su camino solos, Boromir cae a manos del arco enemigo, y los otros dos hobbit son capturados prisioneros por los orcos. Ante esa situación de fracaso de la Comunidad, Aragorn no duda ni un segundo y se pone en marcha al rescate de los hobbits capturados juntos con Légolas y Gimli. Ante la desazón de estos dos, y el desconcierto sobre que hacer, Aragorn estaba ya preparándose para el siguiente paso. Y así se expresa: “El destino de Frodo ya no está en nuestras manos... No abandonaremos a Merry y Pippin al tormento y a la muerte. No mientras nos quede aliento. Dejen todo lo que puedan, viajaremos liviano. Vamos a cazar orcos”. Como se ve, ya no hay duda. Ni siquiera sabe si los podrá alcanzar a los orcos y los cautivos, pero está seguro que lo intentará mientras tenga aliento.
Luego tenemos otro acto en Rohan, ciudad esta que está siendo asediada por Saruman y su ejército. Theoden, rey de Rohan, decide trasladar a su pueblo al Abismo de Hell, una antigua fortaleza con la bien ganada reputación de no haber perdido nunca una batalla. Contrariamente al pedido de Aragorn, Theoden se niega a pedir ayuda a Gondor ante el inminente ataque del ejército de Saruman. Aún así, y ante una desventaja numérica considerable que volvía imposible la victoria, Aragorn decide quedarse a pelar la batalla junto al pueblo de Rohan. Todas la voluntades vacilaban por ese entonces ante el acercamiento del enemigo, y de hecho es Légolas quien vacila en esa ocasión, a lo que Aragorn le responde rotundamente: “entonces moriré como uno de ellos”. Nuevamente, no se sabe que sucedería al elegir quedarse a combatir con semejante desventaja numérica, lo más posible era encontrar la muerte combatiendo para un pueblo que no era el suyo. Aragorn no sabía que llegaría la ayuda de los elfos, tampoco sabía que al alba llegaría Gandalf con los Rohirrim y, menos aún, que los Ents se entrometerían en los asuntos mundanos combatiendo a Saruman. A pesar de desconocer todo ello, Aragorn no vacila, su certeza e integridad ya no son negociables.
El siguiente acto a destacar ya no se lleva a cabo sin tener ningún tipo de cálculo sobre sus propósitos como lo fueron los anteriores. De aquí en más serán actos que se producen en tanto heredero de Isildur y legítimo rey de Gondor. De alguna manera, ahora Aragorn comienza a reclamar lo que le pertenece, hace uso de su linaje y de los derechos que, por eso, tiene reservados. Tras la milagrosa victoria en Rohan, cabalga junto al ejército de este país hacia Gondor, lugar donde el enemigo asestará el siguiente ataque, el cual, parece ser la embestida final. Nuevamente la inferioridad numérica es la regla, y la victoria es realmente incierta. Mientras Aragorn descansa de noche, parece estar muy perturbado y se ve llegar a un encapuchado al campamento. Lo despiertan y lo llama el rey Theoden, y allí se encuentra con el encapuchado que, tras un suspenso inicial, resulta ser Elrond. Allí tiene lugar la siguiente conversación:
Elrond: He venido en nombre de un ser muy querido. Arwen se muere... la vida de Arwen ahora está ligada al destino del anillo. La sombra ahora se cierne sobre nosotros.
Aragorn: Será su fin, no el nuestro.
Elrond: Cabalgas a la guerra, pero no a la victoria... Estas en inferioridad numérica. Necesitas más hombres.
Aragorn: No hay más.
Elrond: Quedan aquellos que moran en la montaña.
Aragorn: Asesinos, traidores. No respetan nada, no responden ante nadie.
Elrond: Responderán ante el rey de Gondor. –Elrond saca la espada Andúril, llama del Oeste, forjado con los fragmentos de Narsil, antigua espada de Isildur-.
Aragorn: Sauron no habrá olvidado la espada de Elendil. La que fue quebrada retornará a Minas Tirith.
Elrond: El hombre que pueda blandir su poder logrará mandar una tropa más letal que cualquier otra. Haz a un lado al montaraz, ocupa el lugar que te corresponde. Entra en el bosque sombrío.
Esta escena nos revela que el propio Elrond ya había entendido que Arwen había elegido una vida mortal por amor a Aragorn, y que por eso su vida estaba ligada al destino del anillo. Por eso, quien antes había mandado a Aragorn al ostracismo condenándolo a ser un montaraz, ahora le pide que se convierta en el rey que estaba llamado a ser. Así pues le entrega la espada que pertenecía a Isildur (también llamado Elendil), ahora reforjada y bautizada Andúril. Esa espada le iba a permitir a Aragorn adentrarse en el bosque sombrío e ir en busca del ejército de los muertos, quienes habían hecho un juramento ante Isildur por el cual debían ser leales al rey de Gondor cuando este los vaya a solicitar, y cuando así lo hagan recién ahí ellos podrían descansar en paz. Todo ser vivo que se adentraba en ese bosque había encontrado la muerte, pues el camino estaba cerrado por los muertos. Sin embargo, nuevamente Aragorn realiza el acto, no lo duda y avanza sobre el bosque sombrío junto con su espada Andúril, gracias a la cual los muertos lo reconocen como el heredero de Isildur. Esta lealtad de los muertos hacia el rey, resultará ser la clave que incline la batalla final a favor de Gondor, la intervención de Elrond alentándolo a Aragorn a reclamar su trono demostrará ser trascendental.
Finalmente, esta serie de actos tiene su punto más elevado cuando Aragorn decide llevar a su ejército a la puerta de Mordor con el objeto de desviar la atención de Sauron, y así darle ocasión a Frodo y a Sam de llegar al Monte del Destino y destruir el anillo. Aragorn lleva consigo un ejército diezmado por la batalla que acababan de dar en Gondor, y además, esta vez ya no contaba con el ejército de los muertos. Así Aragorn se dispone a dar un pelea que sabe no podrá salir victorioso, sin embargo decide darla. No sabe sí valdrá la pena arriesgar su vida y la de tantos más, ni siquiera sabe sí Frodo sigue con vida o no. Todo le es incierto, pero no obstante actúa. A esta altura su integridad y certeza llegan a contagiar a sus soldados, ya que de otra manera no hubiese sido posible que estos se brinden a una batalla tan desigual. Cuando las puertas de Mordor se abren y el enemigo avanza, el ejército de Gondor y Rohan vacila, pero ahí está Aragorn para sostener sus voluntades. La batalla se da, el ejército queda cercado, todo parece desvanecerse cuando se evidencia que Frodo logra el cometido: el anillo finalmente es destruido, Aragorn logra vencer al mismo mal que Isildur se había enfrentado y había fracasado. Arwen sobrevive y vive con Aragorn unos 120 años más, cuando el destino que había elegido la alcanza.
Un Rey Singular
Como se dijo más arriba, el primer acto que Aragorn lleva a cabo demuestra ser una singularidad nunca antes vista en un hombre. Como Galadriel lo remarca al comienzo de la película, los hombres son fácilmente corrompidos, desean el poder por encima de todas las cosas. Esto queda graficado en la película en el personaje de Boromir, quien demuestra en todo momento caer en la tentación del anillo, no resiste el hecho de tenerlo cerca y no usarlo. También conocemos la historia de Isildur, quien tuvo la oportunidad de destruirlo y no pudo hacerlo por caer en la tentación del poder. Pero no sucede lo mismo con Aragorn. En este sentido, demuestra ser una singularidad en situación.
Ante el ofrecimiento que Frodo le hace acerca de si quiere portar el anillo, Aragorn decide no hacerlo, esta es la decisión más inesperada que sucede en un hombre que tiene al alcance el anillo. Quizás sea Faramir otro hombre que logra algo parecido, también Faramir los deja seguir camino a Frodo y Sam, pero lo cierto es que nunca llegaron a ofrecérselo. Aragorn ante esta situación resulta ser un sin igual, no hay precedentes de una decisión tal en la historia.
Sobre este punto encuentro una indicación pertinente en Agamben. Este toma de Deleuze la idea de que el poder actúa en los hombres alejándolos de su potencia, es decir, de lo que pueden hacer. Pero la maniobra más engañosa del poder no es esa, sino la que separa a los hombres de lo que pueden no hacer, esto es, de su impotencia. Para este autor, el hombre es el ser capaz de elegir su propia impotencia, cuestión que lo diferencia de los animales:
“Mientras que el fuego solo puede arder y los otros vivientes pueden sólo su propia potencia específica, pueden sólo este o aquél comportamiento inscripto en su vocación biológica, el hombre es el animal que puede su propia impotencia” [10]
De manera que las elecciones en el hombre comprenden un abanico de posibilidades más amplio, ya que puede elegir no hacer uso de su potencia. Y este es el punto fundamental de la libertad en el hombre. Así lo expresa Agamben:
“Nada nos hace tan pobres y tan poco libres como este extrañamiento de la impotencia. Aquel que es separado de lo que puede hacer aún puede, sin embargo, resistir, aún puede no hacer. Aquel que es separado de la propia impotencia pierde, por el contrario, sobre todo, la capacidad de resistir”. [11]
Podemos entonces definir esa singularidad de Aragorn como aquella que decide no hacer uso de su potencia, decide emplear su impotencia. Aragorn es aquel que entiende que su libertad comprende la posibilidad de elegir no hacer uso del anillo, aunque el poder del anillo lo tiente y le quiera hacer creer que su impotencia no es una opción, Aragorn demuestra todo su coraje y valor en esa elección que lo diferencia de todos los demás hombres. Ahí está el punto fundamental de la grandeza de este personaje, y también es el punto a rescatar en estos tiempos en donde pareciera que el elegir no hacer ya no es una opción. Aragorn nos enseña así, que no estamos obligados a hacer todo lo que podríamos hacer, que se puede elegir no hacer algo, que se puede aceptar una pérdida, que en las elecciones siempre hay algo que se pierde, justamente, porque somos libres de no elegirlo. Entender esto, es para Agamben, lo que nos garantiza comprender lo que somos:
“... es sólo la ardiente conciencia de lo que no podemos ser la que garantiza la verdad de lo que somos, así también es sólo la lúcida visión de lo que no podemos o podemos no hacer la que le da consistencia a nuestro actuar...” [12]
Bibliografia
Lombardi; G. (2008). Predeterminación y libertad electiva. En “La libertad en psicoanálisis”. Piados. Bs.As., 2015.
Lacan, J. (1958). El seminario. Libro V: las formaciones del inconciente. Clase XXIII, Bs. As: Paidós.
Agamben G., Desnudez, Adriana Hidalgo editora, Buenos Aires, 2011.
Lombardi, G. (1992). La Función Primaria de la Interpretación. En Hojas Clínicas 2008. Buenos Aires: JVE.
NOTAS
[1] Lombardi; G. (2008). Predeterminación y libertad electiva. En “La libertad en psicoanálisis”. Piados. Bs.As., 2015. Pag 14.
[2] Lacan, J. (1958). El seminario. Libro V: las formaciones del inconciente. Clase XXIII, Bs. As: Paidós. Pag. 426 y 427.
[3] Agamben G., Desnudez, Adriana Hidalgo editora, Buenos Aires, 2011. pag 23.
[4] Agamben G., Desnudez, Adriana Hidalgo editora, Buenos Aires, 2011. pag. 28.
[5] Lombardi, G. (1992). La Función Primaria de la Interpretación. En Hojas Clínicas 2008. Buenos Aires: JVE. Pag. 14 y 16.
[6] Lombardi; G. (2008). Predeterminación y libertad electiva. En “La libertad en psicoanálisis”. Piados. Bs.As., 2015. Pag 4 y 5.
[7] Lombardi; G. (2008). Predeterminación y libertad electiva. En “La libertad en psicoanálisis”. Piados. Bs.As., 2015. Pag 12.
[8] Ídem Pag. 16 y 17.
[9] Lombardi; G. (2008). Predeterminación y libertad electiva. En “La libertad en psicoanálisis”. Piados. Bs.As., 2015. Pag 17.
[10] Agamben G., Desnudez, Adriana Hidalgo editora, Buenos Aires, 2011. pag 64.
[11] Ídem. Pag. 65.
[12] Ídem. Pag. 65.
O artigo também me auxiliou em pensar na expressão de poder e medo. Uma relação próxima que acompanha essa sociedade onde inclui um objeto desejado e poderoso que passa a ser o intuíto de que se depara em seu caminho. Uma trama sustentada pelo poder de efetirvar algo e o medo como maneira de controle.
A ideia apoiada em Deleuze de que o poder atua no homens transformando-os ou privando de suas potências. Falando do qu se pode fazer e depois comentando que o poder não é o fazer coloca em dúvida a idea de poder.
Quando comenta que o autor insistir em enfocar a perpespectiva de se capaz de escolher sua impotência, deixando claro que isso o diferencia dos outros animais. Também podemos eleger nossa potência mas ela deve seguir um constructo. Aragon tem a impotência premente mas se baseia na potência para conduzir suas ações. Isso poderámos dizer que é medo ouque é poder. Acredito que seja os dois.
O artigo me auxiliou a pensar na expressão de poder e medo presente no filme e no aritog. Uma relação próxima que acompanha essa sociedade onde inclui um objeto desejado e poderoso que passa a ser o intuíto de que se depara em seu caminho. Uma trama sustentada pelo poder de efetirvar algo e o medo como maneira de controle.
A ideia apoiada em Deleuze de que o poder atua no homens transformando-os ou privando de suas potências. Falando do qu se pode fazer e depois comentando que o poder não é o fazer coloca em dúvida a idea de poder.
Quando comenta que o autor insistir em enfocar a perpespectiva de se capaz de escolher sua impotência, deixando claro que isso o diferencia dos outros animais. Também podemos eleger nossa potência mas ela deve seguir um constructo. Aragon tem a impotência premente mas se baseia na potência para conduzir suas ações. Isso poderámos dizer que é medo ouque é poder. Acredito que seja os dois.
Gostei bastante do artigo me fez repensar minha visão sobre o fime e olha que assisti muitas vezes. E cada vez que assisto o vejo com olhos muito diferente. Esse é o forte das películas a possibilidades infinitas.
O poder esta no ar, para frazeando "o amor esta no ar" mas são duas coisas muito próximas e impalpáveis. Talvez esse seja o entimento de Aragon. Uma tênue presença que esta no ar, na atmosfera da história, na atmosfera dessa sociedade.
Muy interesante el artículo!
La invención que propone J. R. R. Tolkien tiene que ver con la ineludible tensión entre el bien y el mal ya desde los Antiguos tiempos. Pero quizás el mayor de los retos tendrá que ver con esa confrontación en un mismo personaje. He aquí un ejemplo de ello, Aragorn se enfrenta con sus propios demonios, sus miedos y con lo desconocido pero a la vez lo más íntimo que es su origen. Con el "ser", con nombrar-se y ser nombrado como parte de un linaje que conlleva una herencia de la que no puede desentenderse.
Esto me hizo pensar el concepto de contrato narcisista propuesto por Piera Aulagnier.
He aquí la cita: “El contrato narcisista tiene como signatarios al niño y al grupo. La catectización del niño por parte del grupo anticipa la del grupo por parte del niño. En efecto, hemos visto que, desde su llegada al mundo, el grupo catectiza al infans como voz futura a la que solicitará que repita los enunciados de una voz muerta y que garantice así la permanencia cualitativa y cuantitativa de un cuerpo que se autorregenerará en forma continua. En cuanto al niño, y como contrapartida de su catectización del grupo y de sus modelos, demandará que se le asegure el derecho a ocupar un lugar independiente del exclusivo veredicto parental, que se le ofrezca un modelo ideal que los otros no pueden rechazar sin rechazar al mismo tiempo las leyes del conjunto, que se le permita conservar la ilusión de una persistencia atemporal proyectada sobre el conjunto y, en primer lugar, en un proyecto del conjunto que, según se supone, sus sucesores retomarán y preservarán”
Gracias cami.. Un honor tus palabras!!
¡Sublime interpretación de una gran obra de arte! ¡Muchas gracias Tomás por animarte a compartirla! Me encantó.
Me quedo completamente absorta con la moraleja final: No estamos obligados a hacer todo lo que podríamos hacer. Se puede elegir no hacer algo. Se puede aceptar una pérdida, ya que en las elecciones siempre hay algo que se pierde. Y, justamente, en esa elección yace nuestra libertad.
Realmente, muchas muchas gracias. Hermosa redacción, me encantó poder repasar conceptos analíticos a través de esta saga y me dejó reflexionando sobre lo males de nuestra sociedad, donde la exigencia es en el hacer, en demostrar todo lo que podemos hacer, en responder a la demanda inacabable del Otro.
Genial, verdaderamente, genial. ¡Felicitaciones!
Gracias por lo comentarios y aportes ester y ariel!!
La libertad siempre tiene limitaciones. No creo q exista la libertad plena, pero siempre hay un margen de eleccion por el q tenemos q transitar para hacer lugar al sujeto y al deseo q viene consigo. Si quiero dedicarme al psicoanalisis es porq considero q siempre a un ser capaz de elegir, aun cuando se elige la neurosis, es decir, cundo se elige no elegir.. De eso se es responsable.
En cuanto a los aportes de ariel creo q dispara muchas lineas de analisis posible. Creo q ni tolkien fue plenamente conciente de la gran obra q escribió. Sin dudas ha trascendido las intenciones del autor, y sin dudas por ello tmb es q el señor de los anillos es una verdadera obra de arte..
Gracias por el tiempo de leer y comentar!!
Tomas
Me parece interesante mencionar, que a Aragorn, al igual que a Edipo, le fue ocultado su origen. La madre le hizo jurar a Elrond, al recibirlo con solo 2 años, que debía guardar secreto sobre sus orígenes por miedo a que sea asesinado. Podría pensarse que la verdadera razón para ello, es el peso de la herencia mortífera que conlleva el nombre. El derecho al trono y la misma debilidad en la sangre. Elrond, tío-abuelo de Aragorn, (con muchas generaciones de por medio) lo nombra “Estel” (esperanza), depositando sobre el niño una vez mas, el peso de un destino ineludible.
Boromir es presentado como el semejante especular de Aragorn, como encarnación de la debilidad de su propio antepasado. Ante Narsil, Trancos simplemente la contempla desde la distancia, aunque sea suya por derecho. Una vez más la renuncia. Boromir-Isildur, no puede evitar la tentación: levanta la espada y derrama su propia sangre. Es Arwen quien intercede con una intervención verdaderamente analítica: “Eres el heredero de Isildur, no Isildur mismo. No estas atado a su destino.” Sin embargo, Trancos, aun alienado a los significantes de la demanda del Otro, no esta en posición de hacer uso de Narsil, pues esta acechado por el vaho de duda neurótica. Él esta tan roto como la espada. Solo cuando ha operado la separación, cuando logra asumirse como Aragorn y no ya como trancos, es capaz de aceptar de manos de Elrond a Andúril.
“Enfrentaras la misma maldad y la vencerás” le dice Arwen. Podría pensarse que la maldad no es Sauron, sino la propia debilidad de los hombres. Esa que consumió la vida de Isildur, de Boromir y de incontables hombres. El peligro es sucumbir ante la pulsión que surge desde adentro.
EN TODO CASO SIEMPRE ESTAMOS HABLANDO DE LIBERTAD
YA QUE TIENE POSIBILIDAD DE ELECCIÓN ( ELIGE NO HACER)
Película:El Señor de los Anillos
Titulo Original:The Lord of the Rings
Director: Peter Jackson
Año: 2001-2003
Pais: Nueva Zelanda, Reino Unido, Estados Unidos
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