"En esta vida hay que morir varias veces para después renacer. Y las crisis, aunque atemorizan, nos sirven para cancelar una época e inaugurar otra"
Eugenio Trías, filósofo español
Introducción
Me atrevo a adelantarles, en primer lugar, que quizás lo más complicado – y gratificante al mismo tiempo – de este proyecto ha sido tener que seleccionar un material en particular de la enorme e incesante producción cultural del hombre. En segundo lugar les informo: ¡Buenas noticias!, se ha logrado esta primera meta – aunque acepto me ha dejado la sensación de que las opciones descartadas no merecían ese destino -.
Sin más preámbulos: se ha seleccionado la película “El pianista” –The Pianist-, dirigida por Roman Polanski y estrenada en el año 2002. A fines didácticos no se ha decidido presentar una sinopsis del film en el cuerpo principal del trabajo – si será anexada al final - , esto debido a que nuestro fin no es utilizar la trama argumentativa completa, sino más bien recortar momentos, escenas, situaciones reales del film – por real quiero decir escenas que se observan en la película – y situaciones que potencialmente – aunque no suceda en la trama – podrían haber tomado un curso distinto, en el hipotético caso de que los protagonistas hubiesen modificado su manera de afrontar los acontecimientos sucedidos. Este segundo método, lejos de querer modificar el argumento real de la película – lo cual sería inconcebible por mi parte – más bien busca emplear momentos puntuales del film que sería potenciales desencadenantes de una situación de crisis en un individuo, dependiendo de su capacidad de afrontamiento.
El eje central del trabajo será entonces observar distintas situaciones de crisis que se presentan a lo largo del film, ya sean observables en la trama, o dramatizando la gama de posibles reacciones que podrían haber tenido los personajes en una situación determinada. De este modo intentar pensar las ideas desarrolladas por los autores de los textos seleccionados para analizar la película – ver bibliografía -. Entonces a continuación les planteo iniciar nuestro recorrido pensando que de un segundo a otro en la vida de cualquier sujeto puede surgir.
Una situación, distintas capacidades de afrontamiento
Varsovia, 1939, edificios y parques, autos y tranvías, carros y caballos, hombres, mujeres y niños transitando. Apartado y abstraído en una habitación, un hombre de mediana edad frente a un piano; nocturno en do sostenido menor de Fryderyk Chopin emerge del contacto de sus dedos con las teclas de marfil. El reflejo de sus manos en la oscura madera del instrumento es hermoso, a pesar de ello, no logra competir con todo lo que nos devuelven los gestos y expresiones del rostro del pianista, su pasión, su afición, el placer en su acto. Observando el entorno de la escena, nos damos cuenta que en apariencia se trata de un estudio de grabación, posiblemente una emisora de radio. El pianista comparte su interpretación, comparte su arte, su goce… y es cuando sucede… un estruendo brutal, un estallido que desintegra muros y ventanales, devolviéndolo a un plano mortal, donde siente pena y dolor; donde se ve arrojado en el suelo, herido, entre restos de mampostería, madera y polvo.
Desde la primera nota hasta el estallido final, no han transcurrido siquiera dos minutos. El acontecimiento ha sido un cambio brusco y súbito en la situación actual del individuo, una modificación en sus condiciones de vida previas de tal índole que podrían desbordar sus capacidades psíquicas y no poder afrontar adaptativamente el hecho, en tal caso podríamos referir que estamos frente a lo que se denomina una crisis accidental. Citaremos a Héctor Fiorini para comprender mejor este término: “es esa situación en la que el psiquismo está expuesto a algo imprevisto, brusco, que cambia sus condiciones de vida” [1]. Nos explica que lo característico de ese cuadro sería la reacción inicial de perplejidad por parte del sujeto, un sentimiento de confusión, de desorientación, esto debido a que su medio, el mundo de su experiencia ha sido trastocado de forma imprevista. El autor entonces nos informa un factor central en este tipo de crisis que es la experiencia de angustia: “el psiquismo no dispone de respuesta inmediata frente a un cambio súbito en las condiciones de vida, no está preparado, entonces le falta de condiciones para una respuesta inmediata, ante lo que ha cambiado como perspectiva vital, genera una experiencia de relativa impotencia, angustiosa, y muchas veces deprimente, porque en el cambio suelen venir pérdidas” [2]. Hasta aquí la cita, nos sirve para comprender de manera clara el proceso global que acontece ante una crisis accidental.
Retomando la escena inicial de la película, luego de la explosión en la emisora de radio – que se debe a las batallas en la invasión de Polonia por parte de Alemania en el año 1939- el pianista polaco de origen judío y protagonista del film llamado Wladyslaw Szpilman logra reponerse de la situación, escapa del edificio y regresa a su hogar pudiendo comentar lo sucedido con sus familiares, este hecho en si no podría ser tomado como una crisis accidental. Sin embargo tomaremos como ya se explico en la introducción, el contexto en sí y podríamos hipotetizar desenlaces diversos, distintas formas de afrontamientos por parte del sujeto frente a lo ocurrido. Entonces, sabiendo que la angustia y depresión son los primeros estados que se detectan en la puesta en marcha de una crisis, podríamos luego esperar desemboque en dos caminos distintivos. En primer lugar podría suceder que el individuo desarrolle lo que se denomina crisis normal y por otro lado que el cuadro no logre resolverse en un período de tiempo esperado y se transforme en lo que se denomina una crisis patológica.
Para comprender mejor ambos variedades de crisis, citaremos a Caplan para comprender en primer lugar que entiende el por crisis normal: “el psiquismo que esta sujeto a ese impacto de cambio súbito, invadido por la experiencia de confusión o de perplejidad, de angustia y de cierta depresión. Pasa un tiempo donde todo esto está alterado, que es el tiempo en el cual el psiquismo, consciente e inconsciente, va a buscar alguna respuesta. La noción de crisis normal supone que después de un tiempo prudencial, el psiquismo encuentra alguna respuesta al cambio de su vida” [3]. Posiblemente en el caso de que el sujeto hubiera desarrollado una crisis normal, cumpliendo este cuadro sintomático, luego de pasado cierto tiempo prudencial, pasaría a realizar algún tipo de respuesta para salir de tal situación. Podría pensarse en una respuesta en términos de resignificar los puntos que han cambiado junto con lo que se ha modificado en el medio, resignar lo que se ha perdido – podríamos pensar en la emisora de radio, lugar de trabajo del pianista, o quizás algún amigos o compañero de trabajo ha resultado herido o fallecido en la explosión – en tal caso, encontrar la posibilidad de alguna eventual sustitución ya sea concreta o simbólica.
Otro posible desenlace frente a esta situación de violencia, podría ser que desarrollada una crisis normal, esta no decrezca. Los síntomas se perpetúan en el tiempo, se cumple ampliamente el tiempo de crisis normal y sin embargo el psiquismo no encuentra una respuesta adaptativa que le permita evitar la angustia y depresión constante. Según nos explica Caplan, el no encontrar respuestas por parte del psiquismo, pone en marcha una serie de circuitos realimentadotes que amplifican la problemática de la crisis [4]. Se entendería que a medida que el tiempo transcurre, el psiquismo enfermo no se queda detenido en ese estado, al perpetuarse el tiempo va empeorando. Si no aparece un cambio que de respuesta eficaz a la crisis, la angustia iría creciendo cada vez más. El sujeto entonces no tendría capacidad de respuesta, esta situación se va magnificando, y realimentando, ya que esta incapacidad aumenta la angustia, la cual incrementa la experiencia de impotencia psíquica. Observamos así como en un cuadro de crisis patológica, la angustia se alimenta a si misma, esto circuitos son más bien círculos viciosos, que aumentan la frustración y negatividad en el sujeto.
En el caso hipotético de que el protagonista de la película desarrollara una crisis patológica, su psiquismo se encontraría cada vez más confuso, perplejo, con sentimiento de impotencia y rodeado de un ánimo de negatividad. Probablemente el estancamientos de su organización psíquica desembocaría en nuevas patologías regresivas, desorganizaciones y sería esperable el surgimiento de ansiedades psicóticas, confusionales y eventualmente de tinte persecutorio. Nuevamente, todo esto no hace más que acrecentar la experiencia de impotencia, la observación de que no hay respuesta a un problema, reforzando el modelo de realimentación de la patología.
Antes de continuar con el tratamiento de otra escena de la película, quisiera llamar la atención a un punto no menor a la hora de analizar estos casos. La película empieza su relato a mediados de septiembre del año de 1939, momento en que la Alemania Nazi decide invadir Polonia. A partir de aquí y durante los años que perdura la segunda guerra mundial, el pueblo judío es victima de toda una serie de sometimientos que todos conocemos y son parte de las oscura y triste historia de la humanidad. El punto es que resulta difícil pensar en que un sujeto de la colectividad judía – o cualquier sujeto perseguido bajo ese régimen totalitario, como homosexuales o gitanos – pueda desarrollar una crisis normal y pasado cierto tiempo prudente, superarla. Esto por el simple hecho que el ambiente no era propicio para que el sujeto pueda realizar sus resignaciones, cuando quizás semana a semana iba siendo realimentado con nuevos sucesos perturbadores. Sería complicado resignar una pérdida para un individuo, si hoy eran saqueadas sus pertenencias, si al día posterior expulsado de su hogar y trasladado en trenes a un campo de exterminio, si la semana siguiente eran asesinados sus padres, si al mes siguiente sistemáticamente eran asesinados sus hijos. Sumado a la escasa posibilidad de sustituir la perdida con acciones concretas o simbólicas. La limitación de acciones era marcada a fuego de ametralladora por los guardias del régimen y simbólicamente parece imposible pensar en una elaboración de la situación a un modo objetivo, más bien todo apuntaría a que el sujeto sufra regresiones, negando la realidad y construyendo una nueva realidad a un modo psicótico.
Es por esto que hemos usado la primera escena, con la que inicia la película, para ejemplificar un posible desenlace de crisis normal. En lo que sigue y a mi parecer respecta, es casi imposible pensar en el termino “normalidad”. Ya que la situación de crisis de la que habla la trama es critica a un extremo atroz. No podremos pensar en “tiempos prudentes” de la crisis normal, cuando los sujetos no están inmersos en un estado normal de cosas. Hablar de tiempo prudente es una medida cultural, y por razones obvias, el pueblo judío no subsistía o me animo a decir, no sobrevivía, en un medio cultural sano, normal, civilizado, digno y apto para que puedan desarrollar una respuesta adaptativa a la crisis. Citemos a Fiorini para entender mejor esto: “Los entornos son decisivos para la evolución de la crisis, no sólo son decisivos los recursos que el sujeto tenga en tanto sujeto, sino además los entornos, porque lo que van a proveer en estas zonas de intercambio quienes participen de la crisis son, o factores equilibradotes, o factores desequilibrantes” [5].
A pesar de esto, se presenta al protagonista principal como un hombre que a pesar de sufrir tal degradación, vivir el exterminio, ver enviar a la muerte a todos los suyos, ha logrado subsistir, no ha sido vencido, el régimen no ha logrado tomar su dignidad y esperanza. Esta demás decir que ha sufrido inhumanamente, pero el film nos invita a observar que ha superado la situación de crisis, día a día, mes a mes, año tras año. No se observa que haya presentados síntomas de una crisis patológica, más bien ha sido victimas de una serie consecutiva de situaciones extremas de las cuales ha logrado resignar lo perdido, no sin esfuerzo. Ha logrado encontrar respuestas con acciones concretas, como ha sido ayudar a la resistencia ocultando armas, compartiendo alimentos. El solo hecho de ocultarse para sobrevivir, nos da la pauta que veía un futuro posible a pesar de todo. A lo largo de los años de guerra, el protagonista ha encontrando respuestas frente a sucesivos cambios súbitos en su condición de vida y ha podido elaborar internamente esos cambios. Demás esta decir que estas condiciones son la base por la cual las vivencias de Szpilman han sido llevadas al cine, y sin duda – así nos lo demuestran los relatos de otros sobrevivientes – no ha sido el único sujeto con tal fortaleza yoica y capacidad de adaptación.
Una escena, una crisis. Posibles abordajes e intervenciones terapéuticas
Llegado a este punto, nos hemos puesto a pensar más finamente la situación global que ocurre en la trama de la película y es así que nos preguntamos si hay lugar para pensar en abordajes e intervenciones terapéuticas; creemos que la respuesta real sería negativa. Cómo pensar en terapias de salud mental en medio de una guerra de genocidio, sin dudas el ejército Alemán sería el primer contrincante a vencer. Nuevamente – como se explicó en la introducción – será necesario realizar un ejercicio de creación y pensar en desenlaces posteriores, en situaciones postconflicto. Es así que si un grupo de terapeutas hubiese tocado tierra europea y asistido a los sobrevivientes de los campos de exterminio, no tengo dudas que encontraría situaciones de crisis patológica – entre otras patologías quizás mas graves como desarrollo psicóticos, pero no ese el tema de este escrito-. Sería urgente comenzar con la labor ya que el factor tiempo seguramente estuvo jugando en contra hace años. Ya sería esperable que el daño sea enorme, porque la patología probablemente estaría presente hace varios semestres, pero a pesar de ello, cuanto antes posible se trate a los sujetos, más se reducirá el daño.
A lo largo de la película, se observan sucesivas escenas de hombres y mujeres que se encuentran caminando apesadumbradamente por las calles y por los campos de reclusión, con un sesgo deprimido, con poca actividad motora y mirada difusa. Madres que buscan a sus maridos o a sus hijos que no ven hace meses y sin embargo interrogan a cualquier sujeto que cruza su camino, siempre con la misma frase de forma repetitiva. En cierta escena se observa a un joven mujer que no para de gritar fuera de si por haber cubierto la boca de su hijo para que no se oyeran sus llantos y así no fueran descubiertos en su escondite; por hacer esto el niño muere asfixiado. Observamos ancianos que actúan irracionalmente, (si se me permite hablar de razón es este estado de crueldad) acusando que serán atacados y hurtados cuando ya en realidad nada tienen. Gente que camina entre cadáveres y personas muriendo por inanición. Escenas de este talante no solo son demostraciones de lo que puede hacer el hombre, también son muestra de todo aquello que puede soportar.
Qué factores deberían entonces tener en cuenta un terapeuta a la hora de comprender que subyace a una crisis patológica en la cual el sujeto no logra encontrar respuesta a la crisis. En primer lugar deberemos tener en cuenta que el sujeto que se encuentran inmerso en esta situación no ha de percibir su estado y por lo tanto no logra operar correctamente. Es el trabajo de otro detectar el problema e iniciar la demanda, como nos explica Fiorini: “Aquí la demanda hay que crearla, porque el sujeto no lo va a hacer. Porque si tiene las condiciones para pedir ayuda, ya está empezando a salir de la crisis.” [6]
Otro punto a tener en cuenta sería el riesgo físico que la situación de angustia de un cuadro patológico acarrea. No solo el psiquismo es afectado debido a que hay un factor que no se puede afrontar, sino que el cuerpo es atacado por el estrés que esto implica; consecuentemente riesgo coronarios, hormonales y neurovegetativos. A fin de no alejarnos de la hipotética situación de asistencia “postguerra” a la que hemos invitado al lector, esta claro que un sujeto sobreviviente de la opresión Nazi, tendrá sus sistemas orgánicos altamente desequilibrados. Sería menester principal atender esto en primer lugar, focalizar el aspecto médico, para luego ver si de perdurar la crisis, esta compromete al cuerpo.
Desde la mirada de Slaikeu , un primer paso de abordaje de la crisis, sería el relevamiento de que elementos intervienen en la crisis. Esto sujetos llegarían en un estado crítico y sería la tarea del terapeuta realizar una indagación profunda para saber con que situación esta tratando. Deberá observar la trama de cómo se ha llegado hasta desembocar en la crisis. Sin dejar de lado toda clase de elementos referidos no solo a la realidad, sino también a la fantasía, fracasos de adaptativos del yo, y no menos importantes, problemas actuales que perpetúan o agravan la crisis.
Un segundo momento, siguiendo a Slaikeu [7], es la prevención de daños, pensar en el riesgo y como cuidamos al sujeto del riesgo. Sería centrarnos en como diagramar un plan para prevenir el daño, lograr instaurar un control de aquello que se ha descontrolado.
En tercer lugar según este autor, se ubicaría la interpretación de los conflictos subyacentes, aquella conflictiva que subyace a la crisis. Pensar en los conflictos que tiene el sujeto con los duelos y las perdidas que ponen en juego, qué conflictos tiene con los otros, qué conflictos tiene consigo mismo. Es todo un proceso de marcada interpretación, indagación y elaboración hablando desde el psicoanálisis. No debemos dejar de lado los posibles conflictos de identidad y de autoestima, factores que potencian los conflictos subyacentes.
Finalmente, según esta visión de abordaje, se debería proceder a movilizar todos los recursos disponibles en el sujeto, con los que puede luego enfrentar la crisis. Buscar así la reorganización de la unidad perdida, buscar eliminar la marcada impotencia y darle coherencia a la acción dirigida, con respuestas eficaces y adaptativas.
Por otro lado, es interesante tener en cuenta los desarrollos de Rene Kaes [8] y Didier Anzieu [9] quienes han involucrado el factor del narcisismo del sujeto a la hora de pensar una crisis. Recalcan que el psiquismo cuenta con una serie de apoyos necesario para su equilibrio y estabilidad. En primer lugar se encontraría el cuerpo como uno de los apoyos del psiquismo, esto daría a entender como una enfermedad podría acarrear un situación crítica. En segundo lugar, un apoyo en el si mismo – aquí entraría el concepto de narcisismo - . Luego hablan de un apoyo que cumple un papel de función materna, como lo podría hacer una institución que cumple cierto rol materno. Y por último, un apoyo basado en lo grupal, el grupo como soporte de todo psiquismo. A partir de esto cuatros apoyos, plantean la idea de que la perdida de alguno de estos pilares, conllevarían la perdida de estabilidad del psiquismo del sujeto.
Kaes nos plantea que en una situación de crisis, el psiquismo ha perdido el apoyo que tenia con algunos de estos pilares y se ha perdido el equilibrio antes logrado, la situación ha perdido organización. Nos habla del establecimiento implícito de contratos de apoyatura, los cuales hacen efectos patógenos cuando se han perdido o movido de su lugar tácito. Sería una intervención adecuada trabajar con los sujetos en crisis en torno a estos contratos que estaban fuera de conciencia, ver qué era lo que estaba preestablecido, que se ha perdido como consecuencia del cambio súbito de realidad.
En los sujetos encontraremos a su vez una crisis que impacta en su noción de temporalidad psíquica. Sin duda se observará que el presente esta desarmado, desequilibrado, esto en base a la irrupción inesperada de un cambio o perdida. A su vez este presente desintegrado evoca una pérdida pasada, el paciente hará pues una visión retrospectiva selectiva de un pasado de pérdida, de rupturas y crisis. Por último, completando todos los tiempos, el futuro será sentido como amenazante, incontrolable, un porvenir que se deja de lado, en suspenso, sin nada provechoso ni esperanzador.
Es importante observar en el paciente cual es su situación global vital, qué se encuentra desorganizado, qué se encuentra alterado, dónde hay surcos profundos de ruptura, y por otro lado, valorizar aquellos aspectos que se han mantenido intactos y firmes y movilizarlos, fortalecerlos a modo de herramientas para superar la crisis. A su vez será función del terapeuta a través del contacto, del contrato de trabajo, crear una función equilibradora, dar un sensación de previsión al sujeto, reorganizar su mundo con la creación de un vínculo estable.
Establecido el contrato de trabajo, el terapeuta procederá a actuar acuerdo a la situación, regulando los ritmos, ocupando una función de continente, un papel de receptor para en momentos posteriores comenzar a emitir información. El hecho de permitirle al sujeto que piense sobre su realidad y la comparta, es de por si un hecho terapéutico y organizador. Se valoriza de este modo un modelo de trabajo donde se evita una marcada asimetría, se apunta a un trabajo donde se apunta como nos explica Fiorini, a la creación de un nosotros, ya que en la crisis ha habido una separación, algo ha sido separado del sujeto.
Finalmente podríamos pensar en intervenir dirigiendo el esfuerzo a ampliar la percepción del sujeto. En su estado de crisis se encuentra confuso, desarmado, con una visión parcial de su realidad. Haciéndole percibir los elementos conformadores de su crisis, factores tanto externos como internos, daría la posibilidad de comenzar un camino de elaboración y simbolización, el camino hacia una respuesta eficaz. De la mano a esto concurre la labor de ampliar su conciente y preconciente, apuntar a un trabajo y apropiación lógica de todo aquello que se encuentra difuso y fragmentado.
Conclusiones y discusión final
Cuando se acerca el fin, uno piensa en los comienzos. Lo mismo sucederá en el trabajo que les estoy presentado. Hemos comenzado relatando un escena donde un pianista se encontraba creando su música, y de similar modo concluye la película analizada en cuestión. ¿Pero realmente es una escena similar? Es claro que no. No me refiero al estilo del piano, ni a la sala de concierto, ni al público presente; se está haciendo referencia a lo que observamos en el protagonista del film, en su historia, en su nueva época vital. Citaremos nuevamente la frase de Eugenio Trías, epilogo de este trabajo: “En esta vida hay que morir varias veces para después renacer. Y las crisis, aunque atemorizan, nos sirven para cancelar una época e inaugurar otra" Es nítida la sensación que nos invade al pensar en cuantas veces nuestro protagonista y su pueblo, ha tenido que morir para volver a renacer; y se entiende no hablo solo de muertes – genocidio realmente – reales, sino de un exterminio a nivel simbólico e interno.
Es nítida también la imperiosa necesidad de cancelar una época, y avanzar hacia una nueva organización y estado de cosas. El temor: va hacerse notar a todo momento. Será el rol del terapeuta permitir sobrellevar y vencer aquellas barreras de imposibilidad que el hombre no pueda afrontar de manera eficaz por si solo.
Nos hemos aventurado a tomar un conjunto de situaciones extremas para elaborar y relacionar ideas de ciertos autores citados a lo largo del escrito. Se percibe que en nuestra labor se ha dejado de lado problemáticas y conceptos del ámbito psicológico, sociológico, antropológico y filosófico, que resultan imperiosos tratar a fin de no sesgar el análisis. A pesar de esto, se ha decidido focalizar el tratamiento del concepto de crisis y evitar corrimientos a otros sectores y así evitar caer en un pozo de ideas y argumentos a medio tratar. Hemos desarrollados los conceptos de crisis normal y crisis patológica en torno a la situación crítica que despega de la trama de la película. A su vez hemos desarrollado según diversos autores, una serie de intervenciones y abordajes terapéuticos que un profesional podría utilizar para encarar un efectivo y adecuado tratamiento.
Como comentario final, me permitiré otro desliz de subjetividad, quizás el más grande – como tantos otros a lo largo del texto admito – ya que quisiera compartir la siguiente observación. El pianista ha sobrevivido y ha mantenido esperanzas, ha conservado fuerzas y cordura gracias a una motivación, su pasión, su arte, su música. A lo largo de la trama, en varias escenas se encuentra frente a un piano, en algunas no puede permitirse usarlo, en otros si, como es el caso en el que el capitán alemán le solicita lo haga. Se observa que este deseo, esta motivación le ha servido de apoyo para no desmoronarse y ser vencido, es un aspecto importante de su vida que se encuentra conservado. Son en aspectos de este estilo en los cuales quizás un terapeuta deba apoyarse para lograr recobrar el equilibrio perdido en un paciente en estado de crisis.
¿Qué harás cuando todo termine? – pregunta Hosenfeld, el capitán Alemán -
Tocare el piano, nuevamente. – responde el pianista. –
Anexo: Sinopsis de la película “El Pianista”, 2002 [10]
Wladyslaw Szpilman (Adrien Brody) es un músico polaco de origen judío que trabaja en la radio de Varsovia y que ve cómo todo su mundo se derrumba con la llegada de la Segunda Guerra Mundial y la invasión de Alemania en septiembre de 1939. Después de que la estación de radio donde estaba trabajando es bombardeada, Szpilman llega a su casa donde se entera de que el Reino Unido y Francia le han declarado la guerra a Alemania. Creyendo que la guerra se acabará pronto, él y su familia se alegran por la noticia y la celebran con una gran cena.
Dos años después, las condiciones de vida para los judíos en Polonia se han ido deteriorando rápidamente, quedando reducidos sus derechos: tienen limitada la cantidad de dinero por familia, han de llevar brazaletes con la Estrella de David para ser identificados y, a finales de 1940, son obligados a trasladarse al Gueto de Varsovia. Ahí se enfrentan al hambre, a las persecuciones y humillaciones que los nazis llevan a cabo, además del miedo a la muerte y las torturas que siempre están presentes. Después de un tiempo, los judíos son reunidos y deportados al campo de exterminio de Treblinka. En el último minuto, Szpilman es salvado de ese horrible destino por un policía del gueto judío, antiguo amigo de la familia. Separado de sus familiares y seres queridos, Szpilman sobrevive, primero en el gueto como esclavo obrero de unidades de reconstrucción alemanas y posteriormente escondido en el exterior del gueto, confiando en la ayuda de amigos que no son judíos y que todavía lo recordaban.
Mientras se mantiene escondido, presencia los muchos horrores cometidos por los nazis, como las palizas, incendios y matanzas indiscriminadas. Asimismo, presencia el levantamiento de los judíos del Gueto en 1943. En poco tiempo, el ejército alemán entra por la fuerza al gueto y elimina a casi todos los rebeldes que quedaban.
Pasado un año, la vida en Varsovia se ha deteriorado más todavía. La resistencia polaca organiza otro levantamiento contra la ocupación alemana, que nuevamente falla. Como consecuencia, la ciudad queda virtualmente deshabitada y, en más de una ocasión, Szpilman queda al borde de la muerte debido a las enfermedades y la desnutrición.
Después de una frenética búsqueda de algo que comer por las ruinas de las casas bombardeadas y escapando de los nazis, Szpilman encuentra una lata de pepinillos Ogorki en conserva, pero nada con que poder abrirla. Después de continuar buscando, encuentra algunas herramientas e intenta abrirla, pero entonces se da cuenta de que un oficial alemán le observa, el capitán Wilm Hosenfeld, que al instante se da cuenta de que Szpilman es judío. Al enterarse que anteriormente era pianista, Hosenfeld le lleva hasta un piano y le pide que toque algo. En ese momento un decrépito Szpilman ejecuta una desesperada pieza de Chopin (la primera balada Op. 23 en sol menor) ante un Hosenfeld que se compadece de él, y a la vez muestra su admiración tras la tocata, de manera que no solo no le delata sino que le esconde en el ático del edificio, llevándole regularmente comida y un abrelatas.
Semanas después, los alemanes son forzados a retirarse de Varsovia debido al avance del Ejercito Rojo. Antes de abandonar la zona, Hosenfeld acude a despedirse de Szpilman y le da su abrigo, prometiendo que le escuchará en la radio polaca. El abrigo casi resulta ser fatal para Szpilman cuando aparecen las tropas soviéticas, ya que lo confunden con un oficial alemán y lo disparan y persiguen en un edificio donde le lanzan una granada. Solo consigue que dejen de disparar tras convencerles de que es polaco y que solo lleva el abrigo a causa del frío.
Al ser liberado un campo de concentración cercano, el capitán Hosenfeld y otros alemanes son capturados. Estando retenido, Hosenfeld le pide a un prisionero judío que pasaba por allí, que contacte con Szpilman para liberarle. Szpilman, que ha retomado su vida normal tocando en la radio de Varsovia, llega al lugar demasiado tarde ya que todos los prisioneros han sido reubicados en destinos desconocidos.
En la escena final de la película, Szpilman interpreta triunfalmente una pieza de Chopin frente a una gran audiencia en Varsovia. Antes de los créditos finales, se revela que Szpilman falleció en el año 2000 y Hosenfeld en 1952 en un campo de prisioneros de guerra soviético.
Referencias
Anzieu, D.: El grupo y el inconsciente. Madrid, Biblioteca Nueva, 1978
Caplan, G., 1980. “Teoría de la crisis”, Principios de psiquiatría preventiva, Buenos Aires, Paidós.
Fiorini, H., “Intervenciones en crisis en psicoterapias psicoanalíticas: crisis vitales, crisis accidentales. Caso clínico”, Nuevas líneas en psicoterapias psicoanalíticas: teoría, técnica y clínica. Madrid, Psimática, 1999.
Fiorini, H., 1973. “Tipos de intervención verbal del terapeuta”, Teoría y técnica en psicoterapias, Buenos Aires, Nueva Visión, 1986.
Irigoyen, R., Minotto, H. y Pérez Lloveras, C., “Crisis – Tópica de lo traumático”. Buenos Aires, Tekné, 1992.
Kaes, R.: Crisis, ruptura y superación, Ediciones Cinco, 1979
Slaikeu, K., 1999. “Teoría de la crisis. Estructura general”, Intervención en crisis, Méjico, Manual Moderno
NOTAS
[1] Fiorini, H., “Intervenciones en crisis en psicoterapias psicoanalíticas: crisis vitales, crisis accidentales. Caso clínico”, Nuevas líneas en psicoterapias psicoanalíticas: teoría, técnica y clínica. Madrid, Psimática, 1999.
[2] Ídem.
[3] Caplan, G., 1980. “Teoría de la crisis”, Principios de psiquiatría preventiva, Buenos Aires, Paidós.
[4] Ídem
[5] Fiorini, Op. Cit.
[6] Fiorini, H., “Intervenciones en crisis en psicoterapias psicoanalíticas: crisis vitales, crisis accidentales. Caso clínico”, Nuevas líneas en psicoterapias psicoanalíticas: teoría, técnica y clínica. Madrid, Psimática, 1999.
[7] Slaikeu, K., 1999. “Teoría de la crisis. Estructura general”, Intervención en crisis, Méjico, Manual Moderno.
[8] Kaes, R.: Crisis, ruptura y superación, Ediciones Cinco, 1979
[9] Anzieu, D.: El grupo y el inconsciente. Madrid, Biblioteca Nueva, 1978
Me pareció interesante la pregunta acerca de cómo podría un terapeuta, analista, trabajar en situaciones sociales de crisis extrema. En ese sentido, la película “El pianista” es un hallazgo fue nos muestra a un artista convertido casi en una rata teniendo que huir y alimentarse de las sobras para permanecer con vida.
El autor se pregunta acerca de “Cómo pensar en terapias de salud mental en medio de una guerra de genocidio, sin dudas el ejército Alemán sería el primer contrincante a vencer”.
Es interesante el comentario, porque en épocas de crisis extremas, el terapeuta no queda abstinente, tiene que ubicarse de un lado o del otro. Y el trabajador de la salud mental sobre todo, está en contra, lucha en contra de observar a “hombres y mujeres que se encuentran caminando apesadumbradamente por las calles y por los campos de reclusión, con un sesgo deprimido, con poca actividad motora y mirada difusa”.
El trauma viviente, todavía no hay posibilidad de ponerlo en palabras, son “madres que buscan a sus maridos o a sus hijos que no ven hace meses y sin embargo interrogan a cualquier sujeto que cruza su camino, siempre con la misma frase de forma repetitiva”.
El trabajo hipotetiza con la posibilidad del que hubiera pasado, y por tanto de la hipótesis del encuentro y la asistencia de esas personas. “A fin de no alejarnos de la hipotética situación de asistencia “postguerra” a la que hemos invitado al lector”.
El autor sostiene que “un sujeto sobreviviente de la opresión Nazi, tendrá sus sistemas orgánicos altamente desequilibrados. Sería menester principal atender esto en primer lugar, focalizar el aspecto médico”.
Y agrega muchos autores, entre los cuales destaco a Kaes y Anzieu “quienes han involucrado el factor del narcisismo del sujeto a la hora de pensar una crisis. Recalcan que el psiquismo cuenta con una serie de apoyos necesario para su equilibrio y estabilidad. En primer lugar se encontraría el cuerpo como uno de los apoyos del psiquismo, esto daría a entender como una enfermedad podría acarrear un situación crítica. En segundo lugar, un apoyo en el si mismo – aquí entraría el concepto de narcisismo - . Luego hablan de un apoyo que cumple un papel de función materna, como lo podría hacer una institución que cumple cierto rol materno. Y por último, un apoyo basado en lo grupal, el grupo como soporte de todo psiquismo. A partir de esto cuatros apoyos, plantean la idea de que la perdida de alguno de estos pilares, conllevarían la perdida de estabilidad del psiquismo del sujeto”.
Me parece muy interesante, y de aquí el elogio al trabajo, plantearse el trabajo terapéutico en crisis extremas, tomando en cuenta lo que hemos vivido, no solamente como participantes de una mundo donde las guerras fueron y son paisajes horrendos y cotidianos sino lo que hemos vivido en la Argentina y no queremos que se vuelva a repetir.
Lic Martin Smud
En el film El Pianista ademas del concepto de crisis podemos observar cuestiones en torno a los efecto del poder y su ejercicio y como el sujeto en el campo de la creación accede a posibles salidas de la encerrona trágica institucional que conlleva a la desaparición de su condición subjetiva y su degradación a objeto de uso y abuso.
Nadie podía imaginar pensar lo que sucedía en ese momento en relación a la Shoa , apenas estaban saliendo de los efectos de la primera guerra y era menester común a efectos de las guerras por la constitución de los estados nacionales e imperios la presencia de pueblos oprimidos, diferencias en relación a las minorías , etc ya existían efectos traumaticos a causa de ese contexto.
No es casual que el final de la película la obra que se ejecute sea la Fantasía o Andante Spianatto de F. Choppin que responde a una síntesis formal y estilistica del aporte que realizo al mundo este compositor quien a su vez resume en su obra: las marchas y contramarchas del orden político económico, cutural y social que su región sufría frente al dominio de los diferentes imperios que precedieron al régimen nazi y costaron gran cantidad de victimas.
En el articulo se platea la condición de significación y re significación para superar la condición de crisis a nivel individual pero en la película además de lo individual es posible percibir el orden colectivo y/o social que también sucumbe junto al sujeto y que a pesar de lo dramático de la situación pervive en esa escena con el capitán y donde paradojicamente vemos como el sometido tiene una salida posible al fin de la guerra "volver a tocar el piano" a diferencia del capitán quien por medio de la conversación intenta recuperar algo de su humanidad mortalmente absorbida por por la "maquinaria de guerra".
Lic. Analia Bejar
Película:El Pianista
Titulo Original:The Pianist
Director: Roman Polanski
Año: 2002
Pais: Francia
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