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La naturaleza del juego del calamar

por Smud, Martín

Resumen:

“El Juego del calamar” es una serie que arrasó por su masividad de visionado en el planeta y rápidamente se constituyó en un fenómeno, ¿cuáles son algunas de las razones para que se constituyera en una serie adictiva tan propensa a maratonear? Una primera razón: el espectador está incluido, sin saberlo, como participante del juego. Y eso es condición de lo atrapante.

Palabras Clave: Crueldad | juego | exterminio

The Nature of the Squid Game

Abstract:

"The Squid Game" is a series that swept the planet due to its massive viewing and quickly became a phenomenon. What are some of the reasons why it became an addictive series so prone to binge-watching? A first reason: the spectator is included, without knowing it, as a participant in the game. And that is the condition of the captivating.

Keywords: Cruelty | gambling | extermination

“El Juego del calamar” es una serie que arrasó por su masividad de visionado en el planeta y rápidamente se constituyó en un fenómeno, ¿cuáles son algunas de las razones para que se constituyera en una serie adictiva tan propensa a maratonear? Una primera razón: el espectador está incluido, sin saberlo, como participante del juego. Y eso es condición de lo atrapante.

Te convocan y te llevan a la isla como a los Vips, con la diferencia que no necesitas ser rico sino simplemente tener la plataforma de streaming que no es poco en este mundo desigual, no sólo estás para observar cómodamente la experiencia de exterminio con fachada de juegos infantiles sino que, desde el primer capítulo, debes tomar una decisión crucial: seguir adelante o dejarla.

Desde el primer capítulo, sabés lo que vendrá, se saltearán los límites, la crueldad al desnudo realizará su descripción más íntima. Si decidís continuar ni siquiera serás raptado como a esa gente desesperada con deudas impagables, pobres de toda pobreza, miserables ladronzuelos, seres dejados a un costado por el sistema capitalista que “tan bien funciona” sino que elegirás estar cómodamente sentado mirando; te horrorizarás o sonreirás frente a esa promesa de que uno y sólo uno se volverá millonario luego de que “jueguen” al juego de la bolsa o la vida, aún peor deban obedecer al exterminio puntillosamente planificado por el director enmascarado de la isla.

La canallada no tiene límites, en un juego que tiene varios niveles, el de los participantes, el de los guardiacárceles, el del tráfico de órganos, el del policía infiltrado que busca que ha pasado con su hermano desaparecido. Ver esta serie en la Argentina agrega este condimento extra de pesadilla, los participantes son hechos desaparecer pero existe la tercera regla, la “democrática”, cuando se pongan de acuerdo, por mayoría simple, el juego se termina y reaparecerán “sanos y salvos a sus casitas” pero sin un yuán.

Algunos sostienen que este tipo de series deberían ser prohibidas, al menos, para menores de 18, otros se escudan en el término ficción, como si ésta no representara la realidad humana y fuera excusa para minimizar las escenas de radical crueldad y de que esta serie existe y es furor en el planeta.

Para reflexionar acerca de la crueldad en la naturaleza humana, se conoce una crucial experiencia científica llevada a cabo en 1963: la experiencia Milgram. Otra experiencia de la crueldad donde el que observa también está incluido. Esto está magistralmente representado en una película “I como Icaro” cuando el doctor en psicología Milgram le muestra al fiscal, que investiga el asesinato de Kennedy, en cámara gesell la experiencia científica que llevaba adelante, y en un momento el fiscal se levanta diciendo que no era legal lo que estaba haciendo, todavía sin saber que no se trataba de descargas eléctricas reales. Milgram le marca que sólo había “saltado” a una cantidad enorme de electricidad, y le dice que aún el fiscal mirando, era responsable, y era parte de la investigación.

La experiencia Milgram en 1963 se realizó dentro de una universidad norteamericana, luego de esta experiencia, por las consignas engañosas que superaban códigos deontológicos de investigación con seres humanos que serían rubricados con posterioridad, y porque conllevaba “stress psicoemocional extremo”, o sea crueldad, el experimento no se pudo volver a realizar dentro del campo de la ciencia. No hay Milgram después de Milgram. Sólo la pudo replicar cuarenta años después, una serie televisiva, la de Derren Brown (2006) y luego una serie francesa de 2010 llamada “El juego de la muerte” y varias películas como “Los juegos del hambre”, y “Batlle Royale”. La televisión, el cine y ahora las plataformas streaming pueden sortear límites deontológicos que, para muchas ramas del ser humano, estarían totalmente prohibidas. Y todas fueron éxitos rotundos en cuanto audiencias.

La razón humana se ocupa de explicar las razones de porqué el ser humano no sólo cumple órdenes aberrantes como el matar a otro (que no le ha hecho nada) sino cómo una población es capaz de llevar adelante una intrincada logística que implicaba a miles y miles de acciones que llevan a “participantes” a los campos de exterminio de los diferentes genocidios reales ocurridos durante el siglo XX y “virtuales” del siglo XXI.

Milgram y ¿por qué no? el juego del calamar son experiencias científicas extremas que explican lo extremo, la obediencia a la autoridad de personas sin patologías mentales o, al menos, sin ser sádicos manifiestos fueran capaces de seguir ordenes aberrantes como matar, o ayudar a matar a miles de personas. Los resultados en 1963, son rayanos a lo incomprensible, el 65% por ciento de las personas tomadas al azar, serían capaces de matar para obedecer a la autoridad que les exige de diversas maneras continuar con la tarea. En el juego del calamar, el porcentaje sube al más del 95% pero no son personas “comunes”, ni sádicos, ni personas con trastornos mentales son endeudados seriales, desechables del sistema capitalista ligada en estos tiempos del panóptico digital, como sostiene Varsasky [1], o de sociedad del cansancio según Chul Han [2]. Una época que funciona con una lógica seductora, donde un ardid ideológico hace coincidir la idea del trabajo con la de libertad. Como decía a la entrada del centro de exterminio Auschwitz: “El trabajo nos hará libres”. Y al regreso, para el segundo juego, los participantes dicen: “Somos libres de irnos a matar a una isla para ganarnos la vida”.

Lo lúdico vuelve siniestra la trama, en el primer juego “Luz roja, luz verde” en la que somos descubiertos moviéndonos, es la naturaleza movediza del ser humano, el mito de la medusa donde se entrecruza no sólo el acto creador (moverse) sino también la crueldad desnuda (ser descubierto) que no fue resaltada en la experiencia Milgram y resulta necesaria para comprender lo atrapante y seductor de esta serie.

Winnicott en el libro “Realidad y juego” separa al jugar del juego, separando el juego reglado del juego espontáneo. Separaba el juego (game) del verbo jugar (to play). El juego es eso reglado que al infringirse alguien se detiene y te encara: ¡no sabés las reglas, ¿no?!, en cambio el jugar merece una lectura antropológica, tiene una importancia psicológica estructural como demostró Freud con la experiencia del Fort-da, se trata de una experiencia cultural, un espacio potencial que existe entre el individuo y el ambiente de un vivir creador. Esa articulación primaria del “Fort” cuya traducción sería lejos, distante, desaparecido y donde muchos han explicado como un gran logro el tolerar la espera por la ausencia materna que para el bebé implica pensar que la madre no lo ama, ha desaparecido, no existe más. Antes de realizar esa pareja “no está-está”, la madre no estuvo, en esta primera experiencia mítica, el jugar el juego del carretel no deja de implicar lo traumático, la afirmación de la crueldad en el inconsciente para que la muerte no tiene existencia. Y acontecida la represión, toma su lugar la lástima.

De aquí en adelante, no es recomendable seguir leyendo para quienes no hayan aún visto la serie, entonces sigo después de la advertencia de “espoiling”. En la serie existen tres reglas, la tercera implica que se pueda detener el juego, esa regla lo convierte en un juego, por eso en el primer juego, sólo en ese, acontecen escenas de pánico, luego de que regresan para el segundo juego, esa regla queda inservible, ya tampoco hay escenas de pánico, ya no existe juego (game) sino un jugar (to play) con lo traumático, no hay carretel, ya no se trata de un vivir creador sino del “fort”, el otro tiene que ser alejado, distanciado de la condición humana, no se trata de un llamamiento a otro sino matar porque el otro tampoco tiene un otro. Sólo nos mantiene dentro de lo humano, la lástima.

El que lleva la camiseta número 1 no es parte del juego, protagoniza la experiencia de la propia muerte y antes de morir quiere llevarse consigo a más de cuatrocientos personas y sigue apostando en su lecho de muerte. ¿Cuál es la épica del juego del calamar? La lástima para con un viejo, Ggambu que tiene tumor cerebral y el vínculo con el último que entra, el 456, Seong Gi-hun. Pero aun cuando Gi-hun hace trampa para matar al viejo, en el juego 4, aprovechándose de su supuesta demencia, no nos dejan abandonar la lástima por ese viejo que se deja ganar por su demencia o por ser el más astuto. El viejo es el personaje principal, el que gana el juego, el que muere en paz, apostando hasta el último instante y siempre ganando porque muere antes de percibir que ha perdido. En el último capítulo, la aguja del minutero del reloj alcanza las doce y justo cuando piensan que nadie va a acudir a la ayuda de un indigente congelándose, un coche patrulla aparece y una serie de agentes lo asiste. Girándose Gi-hun hacia el anciano para recalcar su victoria en esa última apuesta, descubre que el viejo ha fallecido en ese preciso instante.

La serie muestra el escepticismo extremo, ni aún la salida democrática, la de la mayoría simple, detendrá la matanza. Pero hay algunas esperanzas. Luego del primer juego, sólo por un voto deciden regresar a sus casas de los 456 iniciales, 201 participantes (o sea que mueren en el primer juego, el más sencillo y el más mortífero 255 personas). Luego de volver a sus lugares, de esos 201 retornan 187, esos trece son la esperanza de la humanidad, una mínima cantidad. Para los que regresan, ya no hay reglas porque la regla tercera queda perimida. Se pasa del juego al “jugar”. Y entonces el jugar se convierte en jugársela, lo traumático, el fort, sos expulsado, asesinado sino asesinás. ¿Qué clase de juego sería el que representara esta alternativa? ¿Sería un jugar?

En el límite de la condición humana, en el retorno, se trata de sobrevivir como sea, vale todo, y entre juego y juego, vale todo, es un juego no numerado, sólo el líder detiene la matanza entre los que volvieron, “apuremos el juego, total, matándonos entre nosotros, al menos gana el más fuerte”. Los participantes hacen un intento de que no dependan sus vidas de lo que proponga el otro. Un tema importante de análisis sociológico sería éste: cuando la acechanza del mal viene de afuera, esto propicia “el sálvese quien pueda”, la ley del más fuerte, la matanza indiscriminada, la falta de solidaridad.

Y vienen todavía en forma progresiva las escenas de mayor crueldad. El juego cuatro es el más violento pero desde el comienzo la violencia es tan infundada, despiadada y atrapante que superado ese límite, cada vez más, no se puede volver atrás, ya se matan por matarse, se matan por no ser muertos, olvidándose de esos millones que se suman y suman por cada muerte, por arriba de sus cabezas. El ganador Gi-hun no utiliza los millones que “ganó” y sigue pidiendo las monedas para el colectivo.

Este es el juego del calamar, olvidemos el juego coreano de los setentas, pensemos en el calamar, un molusco que posee células pigmentarias llamadas cromatóforos, que permiten cambiar su color externo. Lo utilizan para pasar desapercibidos. El calamar es el viejo que lleva en su camiseta el 1, que pasa desapercibido hasta el final.

Se ubica la parte enaltecedora de lo lúdico, lo que tiene que ver con el juego reglado y con el jugar espontáneo, con la diversión y la creatividad, pero aquí aparece la otra parte, el juego como una manifestación de la crueldad. ¿Por qué vuelven? Tienen 1 en 186 oportunidades, mucho más sencillo que cualquier lotería. Mientras el número 1, el viejo (es el menos uno) nos dice que no hay comparación entre observar el juego del calamar que jugarlo. Protagonizar la experiencia lúdica de la vida o la muerte, es una experiencia incomparable. Vuelven porque se justifican que afuera es igual o peor que en la isla y sin esperanza de esos millones de yuanes.

¿Qué hay en la criatura humana para participar en estas experiencias tan siniestras, empezando por nosotres que la miramos hasta el final y que estamos preocupados de no espoiliar el final cuando seguramente ya la mayoría la hemos visto? Esta serie se convirtió en la número 1 de Netflix, la señal de streaming más lucrativa y multitudinaria del mundo, ¿qué esperanza nos queda aunque desde la antigüedad, siempre la esperanza se esconde al final de la caja de Pandora? Sólo nos queda la comprensión de la naturaleza humana.

Referencias:

Varsasky, Julián: Nota aparecida en Página 12, el día 8 de octubre 2021, https://www.pagina12.com.ar/373345-el-juego-del-calamar-la-ruleta-rusa-surcoreana

Chul Han: La sociedad del cansancio, ediciones Herder.


NOTAS

[1Varsasky, Julián: Nota aparecida en Página 12, el día 8 de octubre 2021, https://www.pagina12.com.ar/373345-el-juego-del-calamar-la-ruleta-rusa-surcoreana

[2Chul Han: La sociedad del cansancio, ediciones Herder.




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COMENTARIOS

Mensaje de Andrea Fernandez   » 23 de octubre de 2022 » andreaannabel@yahoo.com 

Me resultó interesante el análisis de la serie aunque creo sostener algunas diferencias.
En principio los espectadores no estamos incluidos como participantes del juego, porque no arriesgamos nada (como lo hacen los protagonistas), ni decidimos nada respecto a las condiciones del juego (como el director o los Vips). Solo tomamos la decisión de mirar o no mirar, o incluso podríamos ver solo partes, saber de antemano el final o pausar el recorrido de la acción. Esas potestades sólo refieren a la manera de atravesar la acción vía la mirada y el tiempo, dos cuestiones nodales en el juego. Pero no posibilitan realizar ningún cambio al contenido de la serie.
Otra diferencia que ubicó respecto a estos desarrollos es que “las escenas de radical crueldad” son una ficción. O sea, el espectador sabe” que se trata de una puesta en escena. Ni siquiera es una docuserie. Esto marca la diferencia entre el principio de realidad y el fantasma. Aunque sostengamos que para el sujeto no hay más realidad que la realidad psíquica, también sostenemos la diferencia radical entre fantasía y pasaje al acto. O para ponerlo en los propios términos del análisis propuesto: una cosa es la experiencia Milgram y otra muy distinta es esta serie (o cualquier otro fílmico que lo recuerde).
El punto que creo más importante destacar es que para mi la serie no representa un juego, aunque su título y su planteo así lo definan. Un juego parte de un “como si”, según Freud es una forma de tramitar lo reprimido, asemejando el juego del niño al sueño o la creación literaria en el adulto. En la serie no hay pérdida parcial o fantaseada del objeto, sino una pérdida real del otro o del propio cuerpo. Se trata de una lucha por la supervivencia armada por el sistema capitalista, donde la verdad es instrumental y está puesta al servicio de vender cualquier cosa. En este dispositivo no hay tope de imposible, no funciona la castracion.
Quizás podríamos considerar si algo del orden del “jugar” que plantea este análisis, toma dimensión de acto (tras el cual la situación cambia) o más bien se trata de pasajes al acto (donde el Sujeto se cae de la escena)?
Respecto a la camiseta número 1, a mi modo de ver el viejo no juega, porque no arriesga nada. No lo mueve la necesidad como a los otros jugadores, ni pone en juego su vida. Por un lado porque nunca está en riesgo de que lo maten (dado que organiza el juego) y por otro porque su vida ya está destinada a ser perdida. Podríamos pensar que ese límite de la muerte que tiene incorporado lo ha enfrentado a la castracion, pero reniega de ella haciendo de la vida y la muerte un juego que él mismo dirige. Acuerdo en pensarlo como un menos uno, aquel que hace de excepción a la lógica falica, significante amo de la muerte. Verdadera posición canalla…
Los otros, los no incautos, yerran…



Mensaje de Natalia Bravo   » 17 de octubre de 2022 » nataliabravoa@hotmail.com 

Se me ocurre pensar algunas de las características de los juegos reglados, por ejemplo que implican una competencia, un ganador y un perdedor, pero también aborda diferentes temáticas y cada uno lo jugará como puede. En ese jugar, aunque sea reglado, aparecerá algo del orden del decir, de la singularidad.

En el capítulo en el que los participantes pueden elegir si quedarse a jugar o no, siendo que la mayoría elige quedarse, nos invita a reflexionar sobre la importancia del jugar. Sabemos que para que un niño juegue alguien tuvo que abrir una puerta a los deseos. Algo del orden de lo infantil circula en esos juegos: fantasías, pensamientos, pulsiones. En los participantes podríamos pesquisar algo del orden de lo placentero, crear otro mundo, otra realidad (aunque los juegos se muestran siniestros) porque el jugar implica, entre otras cosas, la elaboración de lo traumático.



Mensaje de Mariano  » 5 de octubre de 2022 » marianogiardinieri@gmail.com 

Cuando miramos esta serie no solamente estamos ante una de las producciones más exitosas a nivel mundial, sino que estamos observando una fábula de la sociedad moderna capitalista. Un mundo donde los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres; una clase media tratando de subsistir; una sociedad que no brinda igualdad de oportunidades para sus integrantes. El protagonista está en una situación desesperante, aquejado por las deudas que tiene, escapando de sus acreedores, con un matrimonio fracasado y robándole a su madre para apostar en las carreras y tratar de ganar algo de dinero para sobrevivir.
Los juegos son simples y fáciles, incluso son juegos de niños, pero en este caso no solo se trata de ganar el premio mayor (45 mil millones de wones) sino de no perder la vida en el intento. Es una competición extrema, tan extrema como la vida misma en la que muchas personas se encuentran fuera de este sistema cada vez más excluyente, más inhumado, egoísta y desigual.
En teoría los participantes pueden elegir irse por su propia voluntad, siempre que sea la mitad más uno la que tome esa esa decisión. Sin embargo, aunque al principio el juego se interrumpe, luego dan marcha atrás porque notan que la vida que llevan fuera del juego no tiene sentido y es más dura de lo que viven en ese lugar. Los participantes relatan las situaciones de vulnerabilidad que atraviesan; todos ellos están atravesando una situación de sufrimiento: algunos padecen desórdenes mentales, angustia, depresión, otros tienen enfermedades terminales o han migrado abandonando su país en miras de una vida mejor, etc.
Cuando avanzan los capítulos descubrimos que detrás de toda la puesta en escena hay personas poderosas y millonarias que utilizan su posición de privilegio para tratar a los participantes como objetos, utilizándolos solamente para su diversión personal.



Mensaje de Agustina Campione  » 5 de octubre de 2022 » agustina-lc12@hotmail.com 

Al ver esta serie, al igual que muchas personas, me encontré con el dilema de si continuar o no viendo tanta violencia a través de una serie, que se supone que viene a despejarnos de las preocupaciones cotidianas. ¿Sera porque aquello que vemos en la ficción sabemos que no dista mucho de la realidad? Luchas de poder, crueldad, ambición, engaños, y demás. O como Freud afirmo ¿el neurótico fantasea lo que el perverso actúa?



Mensaje de Evelyn Pasquali  » 5 de octubre de 2022 » pasqualievelyn@outlook.es 

me quedé reflexionando sobre el primer párrafo que resaltas en negrita.
La serie es oscura, tétrica, y a pesar de que sabemos cómo va a terminar, insistimos en mirarla a tal punto que la volvemos tendencia.
¿Cuál es la responsabilidad de los espectadores en esto ?



Mensaje de Agustina Zanotti  » 4 de octubre de 2022 » agustina.zanotti@hotmail.com 

Esta serie en particular llamo mi atención desde el primer momento, desde que el mundo estaba absolutamente obsesionado con ella y desde el primer capitulo... lo que mas me causaba curiosidad era el tratar de adivinar que juego de la infancia seria el siguiente. Esta serie en lo que a mi me respecta, no solo despertó mi curiosidad sino que también me sorprendió por la creatividad, por las escenas de crueldad puras y aunque fuesen ficticias, parecían reales.
Es una serie de ficción pero que muestra mucha verdad del dia a día, una de ellas es la crueldad, el egoísmo de las personas por tratar de conseguir sus objetivos sin importar el resto, la compulsividad por el juego, la deshonestidad y por sobre todo la difícil realidad económica que en lo que respecta a mi pais estamos atravesando y la gente hace lo que sea con tal de sobrevivir, cueste lo que cueste.



Mensaje de Marianella Sol Canelas  » 30 de septiembre de 2022 » mari_canelas@hotmail.com 

Luego de leer expectante el análisis propuesto por el autor, puedo comprender desde otra perspectiva el título de la serie. Entendiendo tal como dice el analista: que el jugador 1, viene a ser ese calamar, el jugador "oculto", que en realidad no es parte del juego. Esto se ve desde el primer juego "Luz roja, luz verde", donde el jugador se mueve, pero nunca es captado por la cámara, entonces eso ya desde un principio daba qué hablar. Pero ante esto me surge un interrogante: Los demás jugadores, luego de haber sobrevivido a ese primer juego, y viendo cómo quedó el campo minado con los otros cuerpos ¿no sintieron una necesidad de abandonar? Es decir, si el ganador iba a terminar siendo uno solo, y el resto no iba a sobrevivir ¿aceptaron JUGAR el juego (usando esto como un juego de palabras en base a la teoría de Winnicott expuesta en el análisis) para ganar el pozo acumulativo y convertirse en millonarios?¿O morir era la vía fácil a salvarse de esas deudas que muchos tenían y por eso decidieron continuar jugando? Me parece que espectando esta serie desde un país donde te matan hasta por un par de zapatillas, resulta chocante que pudiendo elegir la vida, muchos sigan en el camino porque conlleva a la muerte.



Mensaje de María Belén Acuña  » 27 de septiembre de 2022 » belumbc@hotmail.com 

Este filme pone en jaque el valor de la propia vida y la ajena por la ambición del dinero. Cuando la vida para el sujeto es atravesada por un capitalismo extremo y pierde los valores del ser humano.
Aquí se pone en evidencia además el individualismo, la traición, y la falta de empatía, ya que los participantes tienen la posibilidad de salirse del juego llegando a un consenso entre todos, pero priorizan la codicia antes que la supervivencia.
Otro punto llamativo, cómo las personas con poder abusan de forma siniestra de la condición de estas personas para organizar estos juegos, y gozar de ellos como objeto de diversión.
Y me remito a lo que el autor de este escrito se interroga al querer entender que hay en la criatura humana como para prestarse a este juego siniestro, de tanta crueldad, y sin límites. Comenzando por entender cómo esta trama despertó la curiosidad y la fascinación del espectador, a tal punto de terminar empatizando con los personajes. Y como en la vida real, ante hechos monstruosos terminamos siendo también meros “espectadores”...



Mensaje de Romero, Nicolás Matías  » 30 de agosto de 2022 » psiromero@hotmail.com 

Seres humanos tratados como mercancías. Una “libertad” dentro de un sistema económico que permanentemente excluye a sus integrantes para reintegrarlos bajo un sometimiento cada vez más desesperanzador. En la película “El juego del calamar”, que toma como un juego lo más cruel del humano para representar el morbo al que puede aspirar el hombre (exterminar al otro en la competencia), nos muestra que si tuvo tanta repercusión es porque hay algo del tánatos de la cultura que nunca es reprimido con éxito, hay algo del odio guardado que vuelve a aparecer en sus retoños. Esto el séptimo arte nos muestra elocuentemente con sus técnicas narrativas y fílmicas. También nos advierte con mucho éxito: lo que hemos conocido del holocausto, por ejemplo, nunca lo comprendimos en todo su alcance. Si este juego recluta a personas económicamente desesperadas es porque sabe que en este sistema las cadenas que esclavizan ya no son de hierro, son ideológicas y económicas.
Competencia extrema, codicia y falta de empatía: tres conceptos que nos permitirían entender el mensaje de esta serie. Me parece muy pertinente la pregunta con la que cierra el artículo el autor del mismo: “¿Qué hay en la criatura humana para participar en estas experiencias tan siniestras, empezando por nosotres que la miramos hasta el final y que estamos preocupados de no espoiliar el final cuando seguramente ya la mayoría la hemos visto?”. Lo siniestro, el enigma de los límites del odio y el miedo a no saber cuándo parar. El hombre a veces tiene la oportunidad de reflexionar unos segundos antes de entrar en estos juegos del sistema (por suerte, por lo general menos crueles). Sería bueno que alguna vez aprendamos algo del sufrimiento ajeno, de aquellos que dejaron huellas en la humanidad a través del dolor por el sometimiento más brutal y despiadado.



Mensaje de Yamila Beatriz Colo  » 23 de agosto de 2022 » coloyamila@gmail.com 

Los juegos infantiles y las apuestas deportivas, ampliamente difundidas y reconocibles en cualquier parte del globo, son en esta serie un terreno donde la vida y la moralidad se ponen en juego de un modo crucial.
La serie nos interpela y nos hace mirarla, nos puede plantear interrogantes como el propuesto: ¿Por qué seguimos viendo algo tan cruento?
Podría responder con otra pregunta, ¿Por qué saliendo y aún atravesando una pandemia que se cobró millones de vidas en el lapsus de dos años, casi lo primeros que hacemos como humanidad este año es enfrentarnos en un conflicto bélico?
Como lo es la guerra de Rusia y Ucrania, o por qué no nos toca de la misma manera que Israel lleve años bombardeando Palestina.
Podríamos pensarlo en términos psicoanalitocos como la pulsión de muerte que pugna por satisfacerse, que nos lleva a esos escenarios donde la vida d
se pone en riesgo.
En una sociedad en la que la vida no es digna de vivirse y no existen posibilidades concretas para su mejoramiento, ni formas y medios para realizar estas posibilidades. Nos encontramos con que estos seres dejados a un costado, por el sistema capitalista, deciden arriesgar su integridad tanto física como anímica, por la promesa de un dinero que sería percibido como un cese a su sufrimiento subjetivo.
Pero se ven envueltos en un juego macrabro que sigue sus mismas lógicas.
Creo que uno de los logros de esta producción es atravesar las barreras del idioma y de la cultura. Logra ponernos en el lugar de esos VIP’s que observan, pero no participan, que obtienen entretenimiento desde la comodidad detrás de una pantalla.
Aún así podemos sentirnos más identificados con los jugadores por sus vivencias, que con los billonarios poniéndole precio a la vida porque al poseer tanto, el mismo pierde su valor subjetivo.