Introducción
En el presente escrito nos referiremos a la manera en que las condiciones actuales de empleo – entendido éste en todas sus modalidades: trabajo asalariado, trabajo precario, trabajo flexibilizado, desempleo- impactan sobre la subjetividad. Para ello, comenzaremos por considerar al trabajo como productor de subjetividad y a las condiciones en que éste se desarrolla como promotoras u obstaculizadoras de procesos subjetivantes. La complejidad de la cuestión hace que las condiciones de trabajo no puedan ser consideradas como fenómenos aislados, por lo cual las inscribiremos dentro de un contexto histórico, político, social y económico más amplio: el capitalismo, y nos ubicaremos en un momento de transición –llamado “gran transformación”, de acuerdo con Castel- del capitalismo industrial hacia una nueva modalidad del régimen capitalista. Este pasaje trae consecuencias visibles a nivel de la salud general de los trabajadores y, particularmente, a nivel de su salud mental. Finalmente, abordaremos la problemática del burnout como un ejemplo paradigmático del impacto negativo de las actuales condiciones laborales a nivel subjetivo, y daremos cuenta de las modalidades de resistencia que los trabajadores implementan frente a esta situación.
Trabajo y subjetividad
El trabajo, entendido como proceso social, funciona como mediador en la producción de subjetividad y no produce, por sí mismo, efectos negativos. Sin embargo, ciertas condiciones laborales, así como el trabajo precario, la flexibilización laboral y el desempleo impactan de manera negativa en la subjetividad de quienes padecen estas situaciones. Trabajar es sacar provecho de un lugar para hacer y hacerse en la relación con los otros. Pero el trabajo puede, también, constituirse en un obstáculo en la construcción de identidad, generando, de este modo, sufrimiento (Cfr. Dessors 1998: 2). Este impacto se visualiza, por ejemplo, en las consecuencias que genera a nivel de la salud de los sujetos, los cuales se ven obligados a implementar diversas estrategias de resistencia ante tales situaciones que producen, muchas veces, un efecto desubjetivante.
Considerar esta problemática desde el paradigma de la complejidad implica, necesariamente, pensar el trabajo – en todas sus modalidades: trabajo asalariado, trabajo precario, flexibilizado, desempleo – como un proceso inscripto en un contexto global más amplio. Siguiendo a Castel, podemos decir que asistimos a una “gran transformación” del sistema capitalista que implica un pasaje del capitalismo industrial hacia otra modalidad del régimen capitalista. Esta transformación afecta las maneras de producir, de intercambiar y los modos de regulación imperantes durante el capitalismo industrial (Cfr. Castel 2010: 16).
El capitalismo industrial suponía un compromiso entre el mundo del capital y el mundo del trabajo. Esto implicaba que, del lado del capital, las condiciones de producción enfatizaban las diferencias de clases estableciendo relaciones de subordinación a las que los trabajadores debían someterse. Un claro ejemplo de esto se observa en la película Tiempos modernos: el operario aparece subordinado y sometido a las órdenes del capataz (representante de los mandos medios), mediante las cuales se vehiculizan los intereses de la empresa. Pero los trabajadores, por su parte, han logrado, mediante sus luchas, victorias relacionadas con la seguridad social (Cfr. Ibidem: 21). El asalariado comenzó, así, a estar inscripto “en los sistemas de garantías colectivas del estatuto del empleo y de la protección social” (Íbidem: 24)
La “gran transformación” de la que habla Castel implica, en cierto sentido, un camino inverso al planteado anteriormente. Se produce una individualización creciente de las tareas, y el trabajo se organiza en unidades atómicas reducidas. Las empresas, por otra parte, cada vez con más frecuencia emplean trabajadores temporarios y contratados, además de recurrir a la tercerización de los servicios. Todo esto trae como consecuencia la disolución de los colectivos de trabajo generando competencia entre los trabajadores individuales. Se genera una polarización entre los individuos ganadores de la batalla que, siendo poseedores del capital, aumentan sus capacidades competitivas y su autonomía; y los individuos que, al no contar con el capital necesario quedan por fuera de la lógica del mercado. Castel sostiene que esto ocurre por dos motivos: [1] porque son expulsados de los soportes colectivos que les brindaban las condiciones necesarias para su independencia (desocupados de larga duración), o [2] porque no logran incluirse en esos colectivos (jóvenes que buscan trabajo y se ven obligados a echar mano a múltiples y variados recursos para asegurarse la subsistencia, como por ejemplo, la ayuda social, la ayuda familiar, algún trabajo y la economía paralela) (Cfr. Íbidem: 25).
Los individuos que se encuentran en la situación descrita padecen doblemente, ya que no sólo fracasan en sus intentos por (re)incluirse en el mundo laboral, con la carga desubjetivante que ello implica, sino que, además, no son reconocidos como sujetos de derecho. En estas condiciones, los sujetos pasan a depender de la asistencia pública que, en caso de que les sea brindada, no es sin poner aún más en evidencia su no-pertenencia al régimen laboral, perpetuando y enfatizando, de este modo, la exclusión no sólo del mundo del trabajo, sino también de la esfera social. Castel propone, para estos sujetos, el rótulo de “individuos por defecto”, pero dentro de esta categoría comprende tanto a los sujetos que dependen de la asistencia social para sobrevivir como a aquéllos que desarrollan actividades laborales pero que no constituyen empleos de pleno derecho.
Se despliega, de este modo, una zona gris entre el empleo y la desocupación, la seguridad y la asistencia, la integración y la desafiliación (Cfr. Íbidem: 29). Para hacer frente a esta situación, este autor propone sustituir la seguridad vinculada a la permanencia en el empleo por una seguridad vinculada a la persona del trabajador, de la que éste pueda gozar aún durante los períodos en los que se encuentra por fuera del mundo del trabajo (Cfr. Íbidem: 99).
Pero los impactos adversos sobre la salud de los sujetos en relación al trabajo no son sólo una consecuencia de la desocupación. [1] También la flexibilización laboral y las condiciones precarias de empleo impactan negativamente sobre la subjetividad de los trabajadores. Así, la fatiga causada por el trabajo se torna patológica cuando las condiciones y el medio ambiente de trabajo [2]] resultan inadecuados, aumentando la posibilidad por parte de los trabajadores de sufrir accidentes y de enfermar.
Entre los efectos de las condiciones y medio ambiente laborales desfavorables, podemos señalar el llamado síndrome del burnout, que se manifiesta mediante el “agotamiento psíquico y físico, el desgaste emocional o la escasa realización personal en el trabajo” (Lenta y Perez Chavez en Zaldúa et al. 2011:1 27). Las consecuencias del burnout se despliegan en tres niveles diferentes. A nivel mental se presenta bajo la forma del agotamiento y la carencia de sentimientos hacia la tarea desempeñada. A nivel físico se presenta mediante problemáticas psicosomáticas, como por ejemplo cefaleas, trastornos gastrointestinales, dolores óseos o musculares. Y a nivel conductual se observa un incremento en el consumo de psicofármacos, que se presenta como una modalidad de resistencia frente a las grandes exigencias laborales, a la violencia y al agotamiento. La película Carancho ofrece un ejemplo claro del uso de sustancias farmacológicas por parte de una médica residente como forma de resistencia frente a las condiciones de trabajo desfavorables que debe sobrellevar. En palabas de Dessors, “este recurso a los medicamentos, paliativo, oneroso, calma temporalmente un sufrimiento pero, al hacerlo, oculta su origen real. No se trata aquí de una patología individual que pueda encontrar remedio en los consultorios, sino de una patología social, que necesita, en el marco de una real política de salud pública (…), la consideración de los efectos patógenos de la ‘economía contra la sociedad’” (Dessors y Ghio Bailly 1998: 97-8).
Configurada la situación de este modo, comienzan a aparecer deseos de abandonar el empleo o cambiar de puesto de trabajo y ausentismo frecuente. Estas condiciones laborales aumentan el riesgo de que se produzcan accidentes.
El cuerpo: afectación y resistencia
El cuerpo es sede privilegiada de afectación, pero es, al mismo tiempo, una fuente de resistencia (Cfr. Perez Chavez y Lenta en Zaldúa et al. 2011: 97). Esto se observa, por ejemplo, en el caso de los trabajadores de subterráneos: las afecciones físicas se asocian a las construcciones precarias del espacio de trabajo (falta de baños, problemas de temperatura, de ventilación y de higiene) y son frecuentes en los sujetos que desempeñan tareas de mantenimiento, en quienes se encuentran expuestos a la intemperie y en quienes desarrollan tareas que implican un mayor esfuerzo físico como el levantamiento de rieles y la limpieza de vías y estaciones (Cfr. Ídem).
Los trabajadores logran tolerar tales condiciones laborales mediante la implementación de mecanismos de defensa tanto individuales como colectivos. Estas estrategias defensivas que posibilitan la resistencia permiten a los sujetos continuar en el trabajo pero conllevan un costo enorme para la economía psíquica. Muchos trabajadores, sin embargo, están dispuestos a resistir a cualquier precio porque perder el trabajo traería consecuencias aún peores, como las que han sido detalladas anteriormente, tanto en el plano financiero como en el plano identitario (Cfr. Dessors y Ghio Bailly 1998: 96).
Bibliografía
Castel, R. (2010): El ascenso de las incertidumbres. Trabajo, protecciones, estatuto del individuo; Buenos Aires; Fondo de cultura económica; Prefacio, caps. III y IV
Dessors, D. & Ghio Bailly, M (comp.) (1998): Organización del trabajo y salud. Asociación, trabajo y sociedad; Programa de investigaciones económicas sobre tecnología, trabajo y empleo (CONICET); Buenos Aires; Ed. Lumen Humanitas; Introducción y cap. 12
Lenta, M. & Perez Chavez, K. (2011): “Herramientas para la evaluación de la salud de y con los trabajadores” en Zaldúa, G. (comp.): Epistemes y prácticas en Psicología Preventiva; Buenos Aires; EUDEBA
Perez Chavez, K. & Lenta, M. (2011): “Trabajo, praxis y salud” en Zaldúa, G. (comp.): Epistemes y prácticas en Psicología Preventiva; Buenos Aires; EUDEBA
NOTAS
[1] La película La próxima estación, dirigida por Pino Solanas, muestra claramente los efectos que la desocupación produce sobre la subjetividad y la salud de los individuos que la padecen: una persona señala que, a raíz de la desaparición del ferrocarril, muchos sujetos que se dedicaban a la venta ambulante en el tren perdieron su fuente de ingresos y han padecido diversas patologías que se asocian al desempleo, como por ejemplo depresión y afecciones cardíacas.
[2] Condiciones y medio ambiente de trabajo (CyMAT): factores que mediatizan la relación entre la salud de los trabajadores y el proceso de trabajo desarrollado en el establecimiento de la empresa u organización. Se asocia a la carga global del trabajo, con sus tres factores: [1] carga física y esfuerzo muscular, psíquico y mental requerido para la realización de la tarea; [2] medio ambiente donde se desenvuelve el trabajo; y [3] condiciones de trabajo. [Lenta y Perez Chavez en Zaldúa et al. 2011:124
Natalia: Muy interesante la temática que elegiste y, particularmente el enfoque acerca de cómo estas transformaciones en la organización del trabajo afectaron regresivamente las condiciones laborales generando nuevos causales para la salud de los trabajadores (que, también nos incluye a los trabajadores de la salud).
Además, si el trabajo estructura nuestros vínculos y es productor de subjetividad, me parece muy importante pensar (desde los postulados de Zygmunt Bauman) como, al imperar esta lógica de mercado, el progreso se ha convertido en un emprendimiento individual y no colectivo, y los vínculos humanos son tratados como objetos de consumo (fácilmente reemplazables cuando ya no sirven) con todas las consecuencias físicas y\o psicológicas que esto conlleva. Creo que frente a esta realidad, es un gran desafió poder pensar ¿Cómo trabajar en pos de la salud frente a estos nuevos modos de subjetivación (que atraviesan distintos sectores sociales), de modo que puedan acrecentarse los intereses grupales en detrimento de las competencias individuales tan fomentadas y naturalizadas en las instituciones organizacionales actuales?
Voy a partir de dos frases que me resuenan durante estos días y se articualn al texto precedente, una es de los indignados de New York "Supercapacitado-Superdesempleado"y otra de una de las mesas que trabajo y apoyo la Ley de Medios"...hay que Bailar , Gabriel, porque lo primero que te inmoviliza el imperio es el cuerpo" frase emergente de una reunión de las "Radios Sociales"que aparecieron durante 84’y la ley de radiodifusion no contemplaba licencias sin ciertos "parametros"....
En el cuerpo es donde se libran las batallas de un sistema que cada vez con mayor violencia , aliena y fragmenta al sujeto, tanto aquel que desarrolla tareas "tercerizadas" de servicios como aquelllos que estan "capacitados" pero en ambos extremos el sistema se enajena la condición subjetiva sometiendo a condiciones que atentan con la salud mental y las relaciones laborales y la vida privada, en un marco legal donde "la legalidad" es extraña y sujeciona al sujeto; el recibir una paga por debajo de sus desarrollos ( sin obra social, horas extras, condiciones de salubridad básicas) o capacidad (profesionales subocupados, desocupados) muestra las falacias de un pacto laboral desigual, que quiénes, más allá de la "queja" presente e inmovilizadora o el momento de los carajos que atraviezan muchas institutciones,dramatiza en su corporalidad mediante el pánico, su desequilibrio homestático , un energia sin representación que circula y hace estragos, como ese gran Otro que no contempla la circulación de bienes o servicios, la productividad y la acumulación de capitales en el orden de lo humano.
Tema complejo. Que bien que se haya producido este intercambio.
Suele abordarse al trabajo desde una separación entre el trabajo en sí mismo y las condiciones laborales.
Considero que son las condiciones laborales - determinadas social, económica y políticamente – las que le imprimirán al trabajo su carácter saludable o no.
Interesante para pensar el término resistencia. Ya que a partir de mi lectura, me parece, que el término resistencia se homologa a “aguantar a cualquier precio” y que esto no sería exactamente lo mismo que resistir. En esta línea, resistir fueron los derechos ganados por los trabajadores, la recuperación de las fábricas y su puesta en marcha, habiendo más ejemplos.
Otros puntos interesantes para ampliar:
.- “no son reconocidos como sujetos de derecho”. Los desempleados no son sujetos activos laboralmente, ¿dejan de ser sujetos de derecho?
.- “efectos desubjetivantes” Esta expresión siempre me resultó muy dificultosa pensarla.
Para Romina y para todos los que están interesados en esta temática. Les dejo el enlace a la nota sobre el Proyecto de ley presentado para regular el trabajo en los call centers:
http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-175628-2011-08-30.html
Hay dos cuestiones que me llamaron la atención de este trabajo. La primera es lo que llamaste las zonas grises entre el empleo y el desempleo.Es lo que llamamos el subempleo y las nuevas formas de trabajo por fuera del derecho. Un buen ejemplo de esto ultimo son los afamados "trapitos", que por cuidarte el auto (de ellos mismos), te cobran una importante suma para estacionar en lugares permitidos y públicos. Este tipo de trabajo, también es manifestación de nuevas formas de subjetividad relacionadas al trabajo y a la época.
Por otro lado, me interesó la parte en la que mencionás las enfermedades psicosomáticas relacionadas al malestar que producen condiciones inadecuadas de trabajo. Justamente es en el trabajo donde uno "pone el cuerpo" en sentido literal y esto puede traer aparejado un compromiso del cuerpo a nivel de la salud.
Este trabajo da para pensar sobre muchas cuestiones pero no quiero extenderme mas.
Hola a tod@s!
Tu trabajo me hizo reflexionar acerca de muchas cosas, Natalia. Comparto algunas…
Lo que trae Natalia de Castel sobre la desafiliación, el desanclaje y la ruptura de los soportes inclusivos que el trabajo otorgaba en la sociedad salarial, me hizo pensar en algo de lo que señala Bauman en relación al proceso de ‘licuefacción’ contemporáneo: el derrumbe, la fragilidad, la transitoriedad, la vulnerabilidad de las redes humanas; es decir, la desintegración de la trama social y el desmoronamiento de los agenciamientos colectivos que emergen como resultados permanentes de una técnica de poder basada en la resignificación del ’derretimiento de los sólidos’.
Y en relación con esto, también comparto que el cuerpo como fuente de resistencia es un punto sumamente interesante para pensar, pero —con inspiración foucaultiana— por partida doble: no sólo en términos negativos —impactos sobre el cuerpo— sino también desde las posibilidades —la potencia del cuerpo—.
Me parece muy interesante tu mirada teniendo en cuenta
que la produccion de subjetividad incluye todos aquellos
aspectos que hacen a la construccion social del sujeto
en términos de producción y reproducción ideológica y de
articulacion con las variables sociales que lo inscriben
en un tiempo y espacio particulares.
Mi comentario es en relación a la dimensión corporal en el trabajo, una señal de alarma que trasciende las condiciones propias de algunas ocupaciones inherentemente riesgosas.
El cuerpo disociado del taylorismo, producto de la alienación que supone una división del trabajo entre unos que piensan y otros que hacen, está presente en muchas organizaciones actuales, de las cuales los call centers constituyen un ejemplo paradigmático.
En el cuerpo de las alienaciones profesionales, el burn out aparece como “pandemia”. La referencia a “Carancho” pone de relieve como se pretende “medicar al cuerpo” y así domesticar las pulsiones, que son estimuladas pero al mismo tiempo modelizadas en este tipo de organizaciones paradojales.
Y el cuerpo simulado de las organizaciones virtuales, vía de expresión para el deseo cuando está al servicio de la salud ocupacional y cárcel cuando la virtualidad se constituye en un instrumento de dominación utilizado como “red” que atrapa la “subjetividad corpórea virtual” a través de la alienación del trabajo que borra los límites entre el tiempo ocupado y el tiempo libre, la vida privada y el mundo laboral, la dimensión imaginaria y la realidad.
Esto que señalan en relación a que el trabajo media en la producción de subjetividad y al cuerpo como una fuente de resistencia, me hizo pensar en el trabajo de los mineros (de Rio Turbio por ejemplo) éstos se encuentran constantemente expuestos a situaciones adversas, que de alguna manera generan impactos tanto sobre su salud como sobre su subejtividad
Natalia,la temática que aborda tu trabajo me implica directamente porque trabajo en un call center como operadora en atención al cliente y mucho de lo que dijiste es completamente aplicable a este tipo de trabajo, por ejemplo: el síndrome de Burnout. Por otro lado, me hace eco lo que señalaste en relación a que el trabajo media en la producción de subjetividad y al cuerpo como una fuente de resistencia, es interesante para pensar...
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