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De catástrofes, pestes y otros paroxismos

por Legarralde, Rocío Magalí, Lima, Natacha Salomé

Universidad de Buenos Aires

Resumen

El presente trabajo se propone abordar la temática de la catástrofe tomando como unidad de análisis la distopía planteada por el film Children of Men (Cuarón, 2006). La narrativa cinematográfica se establece aquí como herramienta principal a la hora de trazar las coordenadas, a partir de las cuales se desprende una exacerbación del propio mundo, llevando así al límite las imbricadas reglas del Capitalismo Tardío. Teniendo en cuenta que toda catástrofe implica un golpe de lo real, se trata de reflexionar acerca de las repercusiones subjetivas del mismo teniendo en cuenta, a su vez, las injerencias del lazo social de época.

Palabras Clave: Distopia | Capitalismo | Catástrofe | Trauma

From Disasters, Pests and Other Paroxysms

Abstract

This essay explores the idea of catastrophe using the dystopian film Children of Men (Cuarón, 2006) as an analytical unit. The film narrative is the main tool to sketch the coordinates, from which an exacerbation of the world emerges, pushing to the limits the entangled rules of Late Capitalism. Every catastrophe is a blow of the real, the question here is to reflect on its subjective consequences, considering the social bond of the century.

Keywords: Dystopia | Capitalism | Catastrophe | Trauma
 

despertar solo
a la hora en que
temblamos de ternura
labios que querrían besar
forman oraciones a piedra rota
(Eliot, 1925)

La transformación de la naturaleza

Los modos de asimilar aquello que deja una catástrofe –el resto– ha sido significado de maneras diversas. Desde las tragedias griegas donde aparecen referencias a la peste que asoló Tebas, o en los relatos bíblicos que refieren al diluvio universal y la construcción del arca, son ejemplos en donde la devastación, producto de las fuerzas de la naturaleza, es significada como castigo de la divinidad por los excesos terrenales. El castigo aparecía como un desenfreno de la naturaleza: exceso de agua, sequías extremas o la destrucción de los cultivos a manos de los insectos. Estas catástrofes de orden natural que se encuentran en los relatos bíblicos o míticos adquieren –siguiendo a Freud– un carácter originario que conlleva un componente estructural para la subjetividad, al tiempo que denuncian que es la cohesión social la clave que va a permitir enfrentar las calamidades.

El poder moralizante que en la Antigüedad detentaban los dioses en una permanente negociación con el mundo humano adquiere en el Renacimiento un nuevo estatuto a partir de la confianza en el desarrollo científico. La creencia en la verdad de la ciencia, que impone una direccionalidad a la idea de progreso, vuelve a colocar a la naturaleza en el centro de las disquisiciones, ahora como algo que puede ser maleable, como un espacio de intervención y apropiación por medio de los instrumentos. Esta instrumentalización de la naturaleza, del poder que supone manipular los elementos naturales, adquirió uno de los momentos de mayor visibilidad con la fisión atómica. El advenimiento de las grandes guerras y las catástrofes bélicas imprimen nuevas coordenadas para pensar el futuro del hombre, ya más sombrío y lejos de las utopías renacentistas (Ierardo, 2018).

En el contexto actual se impuso un nuevo orden: el biotecnocapitalista (Digilio, 2013) que da cuenta de un desarrollo exponencial de la genética, las biotecnologías y la informática. Este nuevo orden transformó las taxonomías e impuso una nueva concepción de lo viviente como código. Pensar la vida como código y al ADN como un lenguaje –con la posibilidad de editar, es decir alterar o modificar su escritura– ha dado inicio a un proyecto y a un discurso con efectos subjetivos incalculables.

El Proyecto Genoma Humano (2000) y el descubrimiento de la molécula de ADN como el componente desde donde proviene todo lo viviente (una bacteria, una planta, una mosca, y un humano) ha producido un nuevo descentramiento del lugar “del hombre” en el orden del mundo. Ya los maestros de la sospecha han leído en cada una de estas rupturas, las fracturas del mito orgánico de Occidente, las heridas narcisistas que supone no ser el centro del universo a partir de la teoría heliocéntrica de Copérnico (1543), piedra angular sobre la que se edifica la revolución científica; no ser hijos de la creación divina al reconocer en 1872 la teoría de la evolución de las especies de Darwin y la formulación en 1900 de la muerte de Dios que confronta al humano con su horizonte de finitud y de responsabilidad. Y también a mediados de 1920, Freud introduce la teoría pulsional y la idea de que nuestra vida está mayormente comandada por procesos que desconocemos y que sin embargo repetimos.

En las últimas décadas surgieron muchas películas y series, algunas se transformaron en series de culto como Black Mirror (Ierardo, 2018) que presentan, a partir de escenarios futuros distópicos la decadencia del ser humano preso de sus propias creaciones tecnológicas. Children of Men (2006) de Alfonso Cuarón pone en escena un mundo en se ha perdido la capacidad reproductiva. Ambientada en 2027 la peste de la infertilidad asola el planeta. Las fronteras cerradas de los países expulsan a los inmigrantes y construyen precarios campos de refugiados, donde la gente muere de hambre o es asesinada.

Frente a un mundo incapaz de reproducir(se) la desesperanza se hace carne en la idea de extinción. El futuro de la humanidad depende de las generaciones futuras, y estas no llegan. Theo Faron fue parte de una resistencia en el pasado, pero hoy es otro hombre gris, burócrata que apenas se conmueve con el asesinato de la persona más joven del mundo, un adolescente conocido como “baby Diego”, a manos de un robo en alguna parte de América Latina.

La mañana en que el mundo denuncia el asesinato de “baby Diego” y ante la conmoción que causa esta noticia entre sus allegados, Theo es secuestrado por un grupo comando liderado por su ex: Julian. El grupo se ocupa de proteger los derechos de inmigrantes y en esta oportunidad necesitan papeles para que Kee, una joven inmigrante ilegal negra. Theo duda y teme las consecuencias que supone ayudarlos, pero ante la insistencia de Julian se compromete a conseguir los papeles que permiten la circulación de la joven.

Emprenden así una travesía desafortunada por un mundo en ruinas. Los grupos armados se disputan el poder y en una emboscada Julian es asesinada. Kee sólo puede confiar en Theo y se desnuda ante él. Su cuerpo embarazado lo conmueve y entiende ahora el riesgo que corren. Theo le pregunta quién es el padre, y Kee contesta: –soy virgen. El asombro de Theo y la duda ante esa respuesta nos permiten conjeturar el valor de signo que introducen estos elementos del relato, asociado a los relatos bíblicos que apuntábamos al comienzo. Pensar a la infertilidad como una peste por los excesos de las poblaciones, por el descuido o simplemente por el tedio, genera un mundo sin niños. Genera padres que han perdido a sus hijos pequeños. Pero el talante apunta a la desesperanza y a la angustia de vivir la extinción. Encontrarse con esta joven, con un embarazo avanzado, confronta a Theo con su propia posición.

Ella lo saca de su ensimismamiento con su risa, cuando le dice con cariño: – hubiera sido bueno, ¿no? Kee no tiene registro del hombre que la embarazo, pudo haber sido cualquiera. No aparece en ella culpa asociada con este desconocimiento y es interesante que el film no plantea un escenario moralizante, sino un desafío para las sociedades futuras. Y si bien ese hijo que Kee espera es el hijo del mañana, es también el bebé-símbolo que la resistencia pretende utilizar como bandera política de apoyo a la revolución. Theo decide entonces ayudarla a escapar y llegar al barco, que al igual que en el diluvio universal, es el que aloja la esperanza de un mañana: the Tomorrow.

¿Adónde está la libertad?

Si se piensa detenidamente la distopía que plantea el film, es factible advertir que la misma aparece desde el inicio como una opción posible en la constelación del universo dado, aunque no una cualquiera: bien podría ser la exacerbación de nuestro propio mundo (Fisher, 2016). Tal como sucede en la actualidad –dadas las coordenadas de la pandemia– el espacio público se encuentra deshabitado, los coletazos del racismo no tardan en hacerse oír, los animales salvajes vuelven a las ciudades y, por sobre todas las cosas, el capital sigue siendo lo único que yace libre, visto y considerando los campos de concentración contemporáneos y las escuelas vaciadas.

Ante dicho panorama cabe hacer, en principio, una pregunta: ¿qué sucede con el libre albedrío del sujeto frente al impacto de una biopolítica despiadada? Uno de los maestros de la sospecha hace las veces de GPS frente a dicho interrogante, al definir la libertad individual como una emboscada del capital (Marx,1867). Esto es plasmado con agudeza en el escenario ficcional a través de obras de arte –como Guernica de Picasso e incluso Algie, el icónico cerdo volador de Pink Floyd– sepultadas en un lujoso departamento, donde la singularidad que las constituía en tanto tales ha devenido lápida cultural, ya sin ojos que puedan mirar la angustia y las atrocidades que denunciaba en ese gesto creador. Es que el Capitalismo Tardío, maquinaria del libre comercio, consume la historia de la elaboración simbólica para convertirla en un artefacto mercantil. Y Nigel, ministro del gobierno británico y primo de Theo, es quien encarna el prototipo del sujeto alienado a la lógica capitalista, apropiándose de dichas piezas que ahora no son más que elementos materiales confinados a la propiedad privada.

Siguiendo con los maestros de la sospecha, es Nietzsche (1885) quien enuncia en la voz de Zaratustra: “Quieres subir a la altura libre, tu alma tiene sed de estrellas. Pero también tus malos instintos tienen sed de libertad (…)”. Cuando este personaje alude a la libre altura, resuena como fuga en el sistema opresivo, poniendo de este modo en marcha la realización del sujeto que, por supuesto, no es sin otro(s).

Ahora bien, mientras la coexistencia llama al entramado simbólico que se teje con palabras, los objetos ofrecidos por el mercado insisten en ofrecer una ilusoria completud a través de un circuito autoerótico. Entonces, si se intentara aprehender de algún modo cierta dimensión de libertad, sin duda habría que comenzar por el lazo social, poniendo la lupa especialmente en las relaciones libres de finalidad. Esto es lo que se abre paso en el film, a raíz de la situación ante la cual Theo es llamado a responder: de sus peripecias depende nada más y nada menos que la continuidad de la vida humana en el mundo.

Hay un punto clave en este asunto: al volver sobre la instancia en la que se halla Theo al inicio de la cinta, fácilmente se vislumbra su posición depresiva y desanimada, como si una aplanadora hubiera arrollado su deseo. Lo que explica que, en un primer momento, aflore la negación como respuesta ante la interpelación que, la hazaña –de rescatar a una jovencita indocumentada– le significa. No obstante, aparentemente por insistencia de su ex, decide acompañar a Kee hasta el barco del Proyecto Humano. Aún no lo sabe, pero algo fue más allá de lo esperado al decidir acompañar a la muchacha. Lo que irrumpe luego, cuando se anoticia en un granero que la muchacha es la única gestante en la faz de la tierra. Esto revela una vertiente impensable para él que, contra todo pronóstico, habilita la dimensión deseante en el sujeto. Salvar a Kee se vuelve una cuestión de vida o muerte, lo que significa todo un acontecimiento frente a lo real.

Catástrofe y trauma: repercusiones subjetivas

Si el psicoanálisis es aquella praxis que advierte la importancia del Otro del lenguaje en la constitución subjetiva, cabe mencionar aquí al maestro de la sospecha restante: Sigmund Freud. Fue él quien advirtió, hace más de un siglo, las huellas del trauma en el aparato psíquico. Sabiendo que el trauma se define como aquello que implica una sensación de dolor debido al encuentro con lo inesperado, vale destacar el traumatismo en su acepción lacaniana, teniendo en cuenta la dimensión del agujero y también la del exceso. Dicho exceso, siendo algo que se presenta como amenazante para el sujeto y no cesa de no inscribirse, se denomina real (Soler, 1988).

En el escenario tratado en este trabajo, fácilmente se pesquisa el trauma como el golpe de lo real, que deja una situación de desamparo frente a la catástrofe inminente. La xenofobia articulada a estados de ultraderecha, el planeta tierra en ruinas debido al agotamiento de los recursos naturales que, el capitalismo –en su afán antropocentrista y acumulatorio– ocasiona, el debilitamiento del lazo social como respuesta al despiadado individualismo guiado por la consigna “sálvese quien pueda”, no son más que pistas que provee el film para dar cuenta de la irrupción de aquello que por brutal, tiene una vacancia en su correspondiente simbólico. Interesa especialmente destacar aquello que hace síntoma en el futuro próximo: la infertilidad como respuesta del cuerpo, en tanto entidad libidinal. Si bien en esta distopía queda brumoso el motivo por el cual las mujeres no pueden concebir, está claro que esta “falla” en el cuerpo viene a denunciar un sistema que atenta contra la vida, dadas las condiciones inhóspitas en las que el mundo se ha convertido. Ante el horror aparece un cuerpo que, desbaratando toda ley biológica, se manifiesta incapaz de engendrar vida entre tanta pulsión de muerte. Esto es: un cuerpo afectado por lo traumático de la catástrofe.

Con todo, de este real que irrumpe quedan secuelas tan subjetivas como cada discurso, que se desprenden por fuera de todo intento de estandarización. Y la respuesta de Theo no es la excepción a la regla o, mejor dicho, sus secuelas son tan singulares como las de cualquier otro ser hablante atravesado por el trauma que la catástrofe trae, en tanto produce un quiebre del universo previo dado, que no es ni bueno ni malo por sí mismo ya que escapa de la óptica moral. Algo es seguro: produce conmoción, y no sale de ese sacudón sin rasguños –de hecho se lo ve maltrecho a lo largo de su proeza–. Hay secuelas, hay fracturas. Ya no es el sujeto inhibido y atiborrado de hastío que el espectador observa sobre el inicio del film. Por obra y gracia de la contingencia, su aplastamiento subjetivo encuentra antídoto, prescindiendo de toda vacuna: la implicación en una situación que afecta a la sociedad en su conjunto, poniendo él tanto el cuerpo de carne y hueso como cuerpo de palabras, aparece como posibilidad de transformación singular, como acontecimiento, frente al cual el Capitalismo Tardío nada puede hacer.

Quizás mañana…

Ante la actual crisis ambiental y civilizatoria el film Children of Men se pronuncia redoblando la apuesta. No sólo es una distopía que presenta un futuro próximo exacerbando coordenadas situacionales verosímiles –e incluso contemporáneas– sino que lleva a imaginar cómo sería el fin del mundo si la infertilidad pusiera en peligro la continuidad de la especie. ¿Hemos sido culpables de la peste de la infertilidad? ¿O ha sido el sistema que hemos sostenido el que nos ha llevado a la extinción?

Tomando en consideración aristas primordiales que competen al análisis de la catástrofe, es pertinente situar que en el escenario ficcional escogido, las dificultades reproductivas resuenan como síntoma de la época, cuando miles de cuerpos se encuentran arrasados por políticas de estado autoritarias y fascistas. Es esta vertiente feroz del Capitalismo Tardío la que recrudece los golpes de la desigualdad, mediante la concepción de cuerpos y vidas intercambiables, sin valor, bajo el imperio de la lógica mercantil. Asimismo, los recursos naturales parecen ser desdeñables en comparación con la mercancía y la cultura del consumo. Sin embargo, el deseo se filtra instaurando otra lógica entre tanto horror, a través de la contingencia.

Es así como, ante este panorama desolador, la singularidad se abre camino. No hay dudas que lo traumático irrumpe en la catástrofe, pero se trata aquí más de las secuelas, las huellas del exceso, que posibilitan un acontecimiento para Theo. Es a través de la singularidad en juego, como puede relanzar su deseo, habilitando de este modo un orden de cosas impensado e impensable para la humanidad, que lentamente comenzaba a morir junto a la desesperanzadora idea de la extinción humana. El gris burócrata del inicio resulta transformado en el camino, nada más y nada menos que por el lazo social.

Referencias

Cuarón, A. (2006). Children of Men [Película]. Strike Entertainment, Hit & Run Productions, Ingenious Film Partners 2, Toho-Towa.

Digilio, P. (2013). La concepción de vida de la biotecnología. Ciencias Sociales. Revista de la Facultad de Ciencias Sociales, UBA, (83).

Ierardo, E. (2020). Sociedad pantalla: Black Mirror y la tecnodependencia. Ediciones Continente.

Lewkowicz, I. (2014). El Big Bang y la catástrofe del concepto de catástrofe. En Revista Aesthethika. Revista internacional de estudio e investigación sobre subjetividad, política y arte. Volumen 9, (2), 65-66.

Marx, K. (2005). El capital, tomo I. Siglo XXI. (Original publicado en 1867).

Soler, C. (1998, 15 de diciembre). El trauma. Conferencia, Buenos Aires, Argentina.



NOTAS





COMENTARIOS

Mensaje de Marisa Fuentes  » 1ro de noviembre de 2020 » marisaf2@live.com.ar 

Excelente trabajo
Quizás la trama catastrófica de este relato ficticio, permita visualizar que nuevas tramas se tejeran frente a la desesperación de un mundo que se agota y que enfrenta nuevas/viejas catástrofes.
Los particularismos que la tragedia habilita, pudieran llevar a nuevas catástrofes simbólicas acerca de que es el "futuro". Que surjan terraplanistas, antivacunas y tantas necedades más son muestra de que lo "futuro" no siempre es esperanzador.
Pero la humanidad sobrevivió aún con la adversidad tomándole de los pies, tal como Theo.
Tal vez esa sea la cuota de esperanza de la que debemos aferrarnos para imaginar los nuevos entramados qu



Mensaje de Florencia González Pla  » 31 de octubre de 2020 » florenciagonzalez_07@hotmail.com 

La feminización del mundo encuentra en “Children of Men” un modo de realización, tal como lo proponen las autoras: “Es que el Capitalismo Tardío, maquinaria del libre comercio, consume la historia de la elaboración simbólica para convertirla en un artefacto mercantil. Y Nigel, ministro del gobierno británico y primo de Theo, es quien encarna el prototipo del sujeto alienado a la lógica capitalista, apropiándose de dichas piezas que ahora no son más que elementos materiales confinados a la propiedad privada.”
Como es sabido, el sujeto contemporáneo obtura la pregunta por el deseo a partir de los gadgets que el mercado -y la ciencia- ofrecen. Se ve entonces reducido a la condición de objeto, lo que Jacques-Alain Miller denomina la "feminización generalizada" -y que alcanza tanto a hombres como mujeres. Se trata del ser hablante reducido, identificado al objeto: "efecto feminizante que es el objeto a".
Muy interesante lectura del film.



Mensaje de Fernando Stöckl  » 2 de octubre de 2020 » fernandostockl@hotmail.com 

Me interesa rescatar el valor de metáfora de la distopía, como metáfora del padecimiento. Esta idea presente en múltiples producciones literarias y cinematográficas en las últimas décadas, que surge como némesis de la amable idea de la utopía hija del humanismo y la revolución al menos en el sentido político, es el modo de representación de lo in-deseable. Lo malo (dis) y el lugar (topos), lugar malo, indeseable, la advertencia que se lanza desde el arte a abandonar el camino que indefectiblemente conduce a la destrucción. Del mundo, de la sociedad, de la especie, de la persona, de eso nos habla lo distópico en sus variadas presentaciones.
Las autoras proponen reflexionar sobre la catástrofe como la exacerbación de las características que el modelo globalizador del capitalismo tardío es impuesto, golpe de lo real, y las repercusiones que produce indefectiblemente en las subjetividades. Entonces, tendremos dos instancias, una estructural, que es el sistema político económico dominante, llamémoslo capitalismo tardío, neoliberalismo o nuevo (o no tanto) orden mundial, y por otro lado, la dimensión de la catástrofe como lo que irrumpe, lo azaroso, lo contingente, lo accidental que en su magnitud cuantitativa conmueve a lo social (o por qué no, al aparato, la idea freudiana del trauma, digamos). Estas dos dimensiones, no van juntas. Y en esta película, conviven pero mirándose de soslayo.
Digamos que la catástrofe no es la infertilidad, porque de hecho toda la película se trata de llegar al punto del parto de Kee, es decir, del momento de la negación de la infertilidad, ergo el fin de la pandemia. La catástrofe es, y acá estaría el aporte de alguna mirada complementaria que no viene del campo psi, la aplicación sostenida del “estado de excepción”. Giorgio Agamben va a desarrollar este concepto, desde la filosofía política, como continuidad al desarrollo de su trabajo sobre el modo en que la vida en la polis es tomada para definir el campo de la política, es decir su trabajo sobre la figura jurídica del Homo Sacer y su continuidad en la idea del poder soberano y la nuda vida. ¿Por qué traemos a Agamben a esta palestra? Nada más que porque sus categorías se ajustan al acontecimiento que Children of Men nos presenta. Por un lado, y casi ajustado a su texto sobre “lo que queda de Auschwitz”, la idea del campo de refugiados replica el poder soberano que se asienta en el estado de excepción, o la razón de estado. No es que el poder instala estos campos como producto de la pandemia de infertilidad (para ponerle un nombre) como una excepción, sino que es precisamente que la idea de lo excepcional está en la base de la constitución del poder. Los hombres/mujeres desechables, aquellos que pueden ser eliminados sin culpa, son confinados en estos campos, cito a las autoras “cuerpos y vidas intercambiables, sin valor, bajo el imperio de la lógica mercantil”. En realidad es más allá de toda lógica económica (mercantil), en la medida en que se trata del establecimiento de una tensión, ente la vida (vida pura natural y vida en la polis, zoe y bios) y el derecho, y en esta tensión se inscribe la política que en su ejercicio no es sin el estado de excepción.
Entonces, la figura de Kee y su hija viene a cerrar el momento de la pandemia de infertilidad. El modo de implicación subjetiva que asume Theo en el camino del héroe viene a despertar su deseo adormecido al decir de las autoras, cual un Hamlet moderno, por influjo del lazo social, lo cual está muy bien. Ahora, nada hace suponer que este estado de excepción vaya a ser abolido en la medida en que este Estado excepcional no se funda en el lazo sino en su contrario, en la des-ligadura.
Pero a pesar de esto, y como dice el adagio, la vida siempre ha de abrirse camino...



Mensaje de Paula Cytryn  » 1ro de octubre de 2020 » paucytryn@gmail.com 

Me parece muy interesante el recorrido realizado por las autoras, con respecto a las catástrofes, centrándose en la posibilidad de un deseo, que no existía en el universo del protagonista y que adviene allí, de manera no calculáda, en el lazo con su protegida.
Son claras las resonancias que esta lectura propician, en lo que atañe a la realidad de pandemia, que nos toca vivir. Freud, en el Malestar en la Cultura (1930) ubica tres lugares desde donde amenaza el sufrimiento: desde el cuerpo propio, desde el mundo exterior, y desde los vínculos con otros seres humanos. En la película elegída, se puede ver cómo se enlazan estos sufrimientos, con el agravante de la irrupción de un real cuyos efectos, resultan innegables.
En esta distopía, no se puede procrear, se encuentra en riesgo la continuidad de la especie. El protagonista va resolviendo distintas vicisitudes en este nuevo escenario, donde el Mundo Exterior casi no se reconoce y los objetos, invaluables de otros tiempos, cobran el valor de objetos descartables. Los lazos con otros, en estas coordenadas extremas, sufren todo tipo de transformaciones que sin embargo, no inválidan la posibilidad, de que surja un deseo, una oportunidad a partir de la contingencia. El protagonista, que al inicio del film se encontraba totalmente abatido, y quien de inicio se rehusó a acompañar a la mujer gestante, encuentra en este desafío y en el lazo social la posibilidad de aportar algo trascendental para la humanidad.



Mensaje de Alejandro Lerman  » 11 de septiembre de 2020 » lermanalejandro@gmail.com 

Le devolvieron el goce
De creer sin consecuencias
El campo de la palabra.



Mensaje de Jor Porres  » 29 de agosto de 2020 » jor.porres@gmail.com 

Este análisis de Children Of Men me hace pensar rápidamente en la variación que va sufriendo el género fantástico o la ciencia ficción a partir de que el capital va transformando nuestra vida cotidiana y el modo de vincularnos. En el Siglo XIX Julio Verne centró su literatura distópica en el progreso tecnológico de la humanidad, anticipó los submarinos, el internet y los viajes al espacio. Orwell y Huxley en el Siglo XX se dedicaron a la afectación que sufre la subjetividad al ser objeto de la manipulación técnica y las políticas totalitarias en nombre del progreso. Parece que la distopía del siglo XXI va mas allá y anticipa la catástrofe en términos de fin del mundo o fin de la humanidad, aquí nos encontramos con ficciones como Years and Years o Children of Men. Lo novedoso de estas últimas representaciones es que ya no se nos presentan tan inverosímiles a diferencia de cuando escribía Verne o Orwell. Ficciones que confirman la hipótesis de Fisher sobre que es mas sencillo pensar el fin del mundo que el fin del capitalismo.
Ante el golpe de lo real sobreviene la catástrofe fracasan los sistemas simbólicos existentes para capturar lo que irrumpe intempestivamente, estamos en presencia de lo ominoso, como el virus covid-19, y las preguntas tienen lugar. Las autoras de este articulo se preguntan:
"¿Hemos sido culpables de la peste de la infertilidad? ¿O ha sido el sistema que hemos sostenido el que nos ha llevado a la extinción?" agregaría algunas más, en sintonía con Fisher, En la catástrofe de Children Of Men ¿hablamos de golpe de lo real, o golpe del realismo capitalista? . ¿No será lo real con su poder disruptivo y conmocionarte un corte del realismo? ¿será el agujero que cava, el corte en la trama, el lugar para imaginar otro futuro posible?
Cuaron no es ningún nihilista, eso seguro, y nos regala el encuentro de Theo y Kee, como bálsamo, antídoto y vacuna para pensar un horizonte diferente al fin de la humanidad, La peripecia de Theo va desde de su presentación situacional depresiva, gris, desanimada y con el deseo sepultado a un encuentro en el queda implicado y aquella resignación desaparece, Theo vuelve a apostar por lo universal-singular. El capitalismo avanza y avanza sobre la subjetividad, pareciera capturarla en su totalidad, lo hace ya hace muchos años, pero sigue habitando en aquel sujeto de Freud y Lacan un núcleo real mas genuino y estructural que no captura. Es quizás aquí, en los restos, que anidan las potencias instituyentes que resisten y podrán, tal vez, subvertir lo instituido del neoliberalismo, otra alternativa al fin del mundo puede tener lugar también.



Mensaje de AndOlocco  » 28 de agosto de 2020 » andolocco@gmail.com 

En primer lugar, me parece interesante el análisis del genoma humano que se plantea en el artículo, y los efectos en la subjetivación que esto tiene, en este sentido me parece que se puede seguir la idea desde La Hipótesis Cibernética de Tiqqun; secuenciar el genoma humano nos vuelve una serie de datos, pero a través de los mecanismos de consumo que se nos develan en la actualidad, somos además seres consumidores de datos, y la cibernética domina no ya desde el punitivismo, sino desde la permisión y regulación de ese flujo que va constantemente desde la nube a los sujetos, la construcción de subjetividad se vuelve entonces una constante dialéctica entre la pantalla y la carne.

Esto me parece que es un buen disparador para pensar que se generó en la pandemia, y como la modalidad de la cuarentena encastro perfectamente con el clima de época y las modalidades vinculares que imperan, ¿Que creo a que?. Si bien con otra configuración, la película nos pone en unas coordenadas similares, mal que le pese al narcisismo humano y la configuración de la épica planteada por las grandes industrias del entretenimiento, todo indica que el apocalipsis será mucho más aburrido de lo que pensamos, más que un gran cataclismo, se configurará como un lento degrade.

Por eso es útil pensar como el discurso de la xenofobia y un planeta al borde del agotamiento nos interpelan, porque la película es muy sutil a la hora de mostrar que no hay nada que no esté pasando a todas luces hoy. La aparición de la infertilidad en los cuerpos como en la tierra, nos obliga a pensar una pregunta, y es, que cambia que nazca otra generación, si la configuración misma de las dinámicas sociales y productivas están creando ese escenario, exista o no la capacidad biológica de concebir,

Repensando la película a través del articulo, creo que puede hablarse de una concreción del fantasma que recorre el mundo, que somos tal vez la ultima generación que habitara el planeta, y su poder radica en que hace plasmable algo que opera en el imaginario colectivo.