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Blue Jasmine, ¿la nueva Medea?

por González, María Florencia

La película “Blue Jasmine” convoca a los espectadores a varias preguntas, en este trabajo me centraré en pensar acerca de ¿Qué dispara el desequilibrio de Jasmine? ¿Cuál es su posición subjetiva en relación a la lógica fálica? ¿Qué responsabilidad atañe a Jasmine como Sujeto para que su anhelada vida se haya derrumbado, se cargue de dramatismo y caiga ella al borde de la locura?

Jasmine es una mujer rica y glamorosa de la alta sociedad neoyorquina, la vida la encuentra de repente sin dinero, sin casa, desprovista de sus lujos. Por tal motivo se muda a San Francisco a vivir con su hermana Ginger, una mujer de clase trabajadora que vive en un pequeño departamento con su novio y sus hijos. Jasmine atraviesa un momento crítico en su vida y se dedica a tomar antidepresivos y a recordar su antigua vida en Manhattan envuelta en escenas de suma melancolía y ansiedad. Jasmine vivía con un hombre, del cual no sabía bien a qué se dedicaba, de qué trabajaba, cómo llegaba a tener esos ingresos. Sin embargo ella apañaba esta situación que era llamativa y extraña: Jasmine no cuestionaba esto, por el contrario, a través de los flashbacks de su vida pasada que nos muestra el director, se ve a una Jasmine disfrutando de su maravillosa y lujosa vida junto a su marido llamado Hal. A Jasmine no le interesaba saber el origen del dinero, siempre y cuando estén las valijas Louis Vuitton, los viajes a Saint Tropez, las joyas, etc.

Sin embargo, al decir esto, pareciera que Jasmine solo se interesa por el dinero de Hal como única condición para el amor. Ella no sólo cuenta su condición del objeto de amor en billetes y joyas, hay algo más allá de este contar del lado del goce fálico.

Un más allá que se nos permite pensar a partir de la escena donde se muestra que en cierto momento, su marido se enamora de otra mujer, una mucama, y ella ante semejante abandono lo denuncia a la policía. Es allí cuando detienen a su marido por estafa, ella queda en la calle y él, una vez preso, se suicida.

¿Es este el punto de desequilibrio de Jasmine? Al comenzar la película pareciera que sí, que su depresión, su imparable ansiedad y sus cocteles de pastillas empiezan con el suicidio de su marido. Sin embargo, el director se guarda un az bajo la manga y nos lleva a aquella escena donde Hal la abandona por otra mujer.

“Hay un límite que podemos soportar antes de salir corriendo a la calle” dice Jasmine, ¿cuál fue ese límite para ella que la dejó en el lugar de lo insoportable?

Dice Lacan acerca de la mujer: “Ella quiere ser reconocida como única [1] esta es su condición. Que Jasmine no sea única para Hal es central en su desequilibrio y en su cambio de posición, cuando se le caen las garantías de ser única para él pasa al acto: lo denuncia. Hace un llamado a la ley, a que se ponga orden, porque pareciera que ella ha quedado del lado de un orden que no es simbólico. Sin importar las consecuencias, va más allá de lo que podía contabilizar, va más allá de la lógica fálica. ¿Será Jasmine la nueva Medea [2]?

La pregunta vale en el sentido de que Medea sacrifica su tener, no le importa absolutamente nada, ni siquiera sus hijos. No le importa perder lo que tiene. ¿Cómo Jasmine? Medea permite pensar la máxima distinción entre la mujer y la madre, ya que para tomar cierta posición de mujer tendrá que haber distancia con la madre.

En una de las escenas iniciales dice Jasmine “Él me enseñó todo lo que sé del amor”. Y probablemente sea una de las cosas más ciertas que ella dice. Si como enuncia Lacan “el amor es dar lo que no se tiene [3] es inscribir al otro en relación a una falta: que le entregue lo que no tiene bajo diferentes formas. Una de ellas puede ser la que encarna Jasmine, la demanda de ser la única en hacerle falta, ser insustituible para él. Y esto claramente despierta pasiones, algunas mujeres pueden tolerar todo menos una cosa: no ser la única.

Hay otra lógica que no es la dimensión del todo (tener o no tener), es una lógica del no todo: es poner en primer plano no la falta sino el goce. La problemática del goce pone en juego un goce que tiene una inscripción en el Otro, el goce tomado por la red significante (goce fálico) es el goce que está tomado por la Metáfora Paterna, un goce dialectizado por el falo. Lacan pone el acento en relación a lo femenino con un goce que no se inscribe en relación al falo. Y algo de este goce femenino lo compara con la psicosis porque no está en lo simbólico, no tiene nombre, ni al Nombre del Padre como referencia. También lo compara con el goce místico como un goce que excede al falo.

¿Qué es una lógica que ponga en juego el no todo? La mujer, como todo, perteneciendo al Otro, no existe, como lugar permanece vacío. Que no se encarne no quiere decir que como lugar no sea pensable pero en tanto lugar vacío pone una relación con la nada. ¿Dónde existe la mujer? “De ahí que una mujer –puesto que de más que de una no se puede hablar-, una mujer solo encuentre a El hombre en la psicosis [4] dice Lacan. En la psicosis, por ejemplo, Schreber [5] se identifica al lugar de la mujer que va a ser la única que va a completar a Dios. La psicosis es un “empuje al todo” y el único modo de armar ese todo es encarnar el lugar de la excepción. Pero la mujer no existe como toda, existe como vacío y alrededor de ese vacío los semblantes, las ficciones, identificaciones, mascaradas que vienen a velar ese vacío. Semblantes que no son estáticos, sino que son operativos y permiten arreglárselas con su goce, tomar una posición subjetiva y vérselas con el goce del cuerpo de un partenaire. Así es como puede volverse causa del deseo de un hombre o no.

El encuentro con el goce Otro, el goce femenino, puede llevar a una mujer a abandonar ya sea sus hijos, su marido, su posición social, pero sin embargo lo que se pone en primer plano es más bien alcanzar una beatitud o un éxtasis respecto al cual los objetos fálicos pierden su valor, el tener o no tener deja de ser la lógica que comande a ese sujeto. Lo que se juega aquí no está en relación a un sacrificio sino con algo extremo que quizá sea propio de las mujeres.

Sólo hay mujer excluida de la naturaleza de las cosas que es la de las palabras [6] dirá Lacan. Y más adelante agrega que las manifestaciones de este goce no todo son esporádicas, en relación a la constancia de la función fálica en el hombre. Estos “testimonios esporádicos [7] del no todo podrían hacer pensar a Jasmine de este lado en su acto de denuncia a partir de haber sido traicionada en cuanto a la única condición que ponía a su partenaire.

Lacan también habla de las concesiones que las mujeres pueden llegar a hacer a los hombres y dice: “Es incluso por eso por lo que no son todas, es decir, no locas-del-todo/ no para-nada-locas, acomodaticias más bien; hasta el punto de que no hay límites a las concesiones que cada una hace para un hombre: de su cuerpo, de su alma, de sus bienes.” [8] Sin embargo, este No hay límite concluye con un Hay: “pasada la raya, está el límite [9]. No hay límite a las concesiones que ella hace, pero está el límite de la no relación sexual.

Una respuesta posible de la mujer a este límite la encontramos en Jasmine: ser la única para un hombre. Lacan subraya la exigencia de la mujer de ser única para un hombre, la única en responder a su inconsciente, la única en convenir a sus condiciones de su deseo y su goce.

Retomando el mito de Medea, no se plantea aquí que ella sea la “verdadera mujer”, subrayo esto para no quedar deslumbrados quizá con la idea de “un total desprendimiento de lo fálico”. Pero sí, en relación a una mujer más allá de la madre, porque en ese acto ella sacrifica lo más valioso y así abre una grieta en el hombre que no se cerrará. En este punto es que cabe la referencia a Jasmine y su acto de denuncia, desprendida de aquellos objetos fálicos, abre una hiancia en Hal que lo lleva a concluir su vida con el suicidio.

¿Es culpable Jasmine por esto? Retomando una de las preguntas iniciales ¿Qué responsabilidad la atañe como Sujeto para que su anhelada vida se haya derrumbado, se cargue de dramatismo y caiga ella al borde de la locura? En la diferencia entre responsabilidad y culpa encontramos quizá una posible respuesta. Jasmine es responsable de su acto: en su desdicha es convocada a responder con un acto y en su respuesta la opción encontrada es denunciar a su marido, con sus consecuencias de pérdidas. Es responsable de que su vida social, anímica, económica se haya caído como un castillo de naipes. Aunque esto no la transforme en culpable. No es culpable de su posición subjetiva, pues esto la atañe a ella como sujeto del inconsciente.

Responsabilidad subjetiva es aquella que se configura a partir de la noción de sujeto del inconsciente; sujeto no autónomo que, por definición no es dueño de su voluntad e intención [10] dice Salomone G. La acción de Jasmine seguramente no partió de su voluntad, de su Yo, tiene algo de desconcierto para ella como sujeto. Quizá puede reflejarse algo de esto en las escenas donde se ve a Jasmine con sus valijas Louis Vuitton, o comentando a la hermana que viajó en el avión en primera clase, aunque está completamente quebrada económicamente. Cierto desconcierto, cierta incredulidad frente a los efectos de su propio acto.

Sobre el final de la película se ve a Jasmine sentada en el banco de una plaza, abrumada, triste y hablando sola dice: “Solía conocer las palabras. Me sabía las palabras. Ahora todas ellas son solo un revoltijo”. Estos dichos son en referencia a la canción que escucha “Blue moon” (la traducción más viable sería “luna triste”), canción que va atravesando toda el film, incluso su título. ¿Se podría reconocer aquí los efectos que en Jasmine produjo el hecho de estar más allá del lugar de referencia al falo? Ella “conocía las palabras”, pertenecientes al orden simbólico, al significante, pero ha quedado hecho un “revoltijo” ya que por fuera de aquel orden simbólico no encuentra las coordenadas para orientarse. ¿Será que su acto, que posiblemente la llevó a un testimonio esporádico de un goce Otro, la dejó en la perplejidad?

Referencias

Eurípides: Medea. Editorial Gredos, 2010.

Lacan, J: El atolondradicho. En Otros escritos. Editorial Paidós, 2012.

Lacan, J: Televisión. En Otros escritos. Editorial Paidós, 2012.

Lacan, J: El Seminario VIII: La transferencia. Editorial Paidós, 2011.

Lacan, J: El Seminario XX: Aún. Editorial Paidós, 2011.

Freud, S: Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia (Dementia Paranoides) descrito autobiográficamente. En Obras completas, Tomo XII. Amorrortu Editores, 2007.

Salomone, G.Z.: El sujeto dividido y la responsabilidad. En La transmisión de la ética. Clínica y deontología. Vol. I: Fundamentos. Letra Viva, 2006.



NOTAS

[1Lacan, J: El atolondradicho. En Otros escritos. Editorial Paidós, Buenos Aires: 2012. Pág. 491.

[2Eurípides: Medea. Editorial Gredos. Madrid: 1991.

[3Lacan, J: El Seminario 8: La transferencia. Editorial Paidós, Buenos Aires: 2011. Pág. 45

[4Lacan, J: Televisión. En Otros escritos. Editorial Paidós, Buenos Aires: 2012. Pág. 566

[5Freud, S: Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia (Dementia paranoides) descrito autobiográficamente. En Obras completas, Tomo XII. Amorrortu Editores. Buenos Aires: 2007

[6Lacan, J: El Seminario XX: Aún. Editorial Paidós, Buenos Aires: 2011. Pág. 89

[7Lacan, J: El Seminario XX: Aún. Editorial Paidós, Buenos Aires: 2011. Pág. 98

[8Lacan, J: Televisión. En Otros escritos. Editorial Paidós, Buenos Aires: 2012. Pág. 566

[9Lacan, J: Televisión. En Otros escritos. Editorial Paidós, Buenos Aires: 2012. Pág. 566

[10Salomone, G: El sujeto dividido y la responsabilidad. En La transmisión de la ética. Clínica y deontología. Letra Viva. Buenos Aires: 2006. Pág. 118





Película:Blue Jasmine

Titulo Original:Blue Jasmine

Director: Woody Allen

Año: 2013

Pais: Estados Unidos