Resúmen
En el presente texto, se realizará un análisis del episodio “Nosedive” (Caída en picada) de la serie Black Mirror, argumentándose que la protagonista de dicho capítulo posee características relacionadas a las patologías narcisísticas. A partir de una descripción del contexto capitalista, con sus atravesamientos y determinaciones sobre las subjetividades de la época, se pretende mostrar los efectos que las redes sociales pueden llegar a tener sobre los sujetos, tomándolas como herramientas del discurso capitalista, que permiten a los mismos ubicarse como objetos, satisfaciendo sus necesidades, pero excluyendo la pregunta por el deseo y el cuestionamiento acerca de esta lógica.
Las aplicaciones virtuales delimitan la interacción humana, dicen cómo hacerlo y por lo tanto la facilitan, pero en sujetos donde la identidad no posee la suficiente cohesión como para identificarse a determinados ideales y proyectar a futuro en función de determinados objetivos, donde la autovaloración es fluctuante y polarizada y donde las dificultades para establecer vínculos íntimos y estables los llevan al aislamiento, las redes sociales pueden funcionar como muleta imaginaria en cual apoyarse para crear una identidad que, aunque ficticia, puede estabilizar al sujeto y darle cierto sentido de pertenencia. Pero es una identidad siempre sujeta a las valoraciones ajenas, de modo que de ser negativas, pueden tener efectos devastadores sobre este tipo de personalidades o llevar a los mismos a un mayor aislamiento social, producto de la no pertenencia a las sociales.
Palabras clave: Capitalismo | Redes Sociales | Patologías narcisísticas | Subjetividad | Black Mirror.
Caída en picada, el sujeto atrapado
Viven para la aplicación, no solo a través de sus celulares, sino que también un lente en los ojos les permite vivir y revisar sus puntuaciones e historiales en tiempo real, estando cara a cara con el otro. Sonrisas fingidas, halagos, fotos ostentando felicidad y placeres que ocultan todo lo que se salga del imaginario de la perfección, lo que sea necesario para obtener una puntuación positiva ante la mirada de los otros.
Esto requiere una constante actualización y actividad en las redes sociales, porque las puntuaciones no solo determinan el estatus dentro de las mismas, sino que también la pertenencia a ciertos espacios y exclusión de otros, otorgando ciertos beneficios a quienes poseen determinada puntuación o negándoselos y hasta excluyendo del sistema a quienes no cumplen con el estándar requerido.
Lacie, la protagonista, convive con su hermano en un departamento, pero el contrato se termina y él se mudará con un amigo. Ella se ve obligada a buscar un nuevo espacio donde vivir.
Con intenciones de pertenecer a un barrio mejor posicionado, se dirige al barrio privado “Cala Pelícano” donde la vendedora le muestra las comodidades y proyecta un holograma donde Lacie puede verse en la cocina junto a un hombre que baja por las escaleras, que la abraza por atrás y le da besos en el cuello. A partir de esta proyección surge en ella la necesidad de poseer lo que la vendedora le ofrece y acaba por decidirse por el lugar.
Su hermano encuentra un folleto del lugar en la mesa y le pregunta:
Pero Lacie no lo escucha y continúa sostenida por ese imaginario, por esa necesidad de pertenecer, incluso, más allá de sus posibilidades.
Y ahí comienza su pesadilla, porque para obtener un descuento y poder pagar el alquiler de la vivienda, debe tener una puntuación superior a 4.5, lo cual la lleva a acudir a un especialista en redes sociales, que la ayudará a levantar su puntuación, al costo de tener que ser simpática hipócritamente con quienes la rodean, retomar contacto con personas mejor posicionadas y darle la espalda a quienes no son funcionales en su plan y se encuentran por debajo del status que necesita. “No se pase, se nota en seguida… Sea usted misma, gestos auténticos, esa es la clave”, le recomienda su asesor en redes sociales.
Así es como se contacta con una amiga de la niñez, por la cual era maltratada, pero que hoy en día se casa con un hombre bien posicionado y la invita a su casamiento. Accede a ir para generar un circulo de pertenencia con “gente de calidad”, impresionándolos, y así obtener el impulso que necesita para elevar su puntuación rápidamente, según los consejos de su asesor.
Lo que sigue es una carrera por obtener los puntos que necesita, lo que la lleva a esforzarse al punto de volverse irritante y gritarle a la gente, siendo multada y castigada en el aeropuerto con una disminución de puntos que no le permite tomar el avión, entre otros contratiempos que hacen que termine caminando con su valija por la ruta, ya desesperada, temiendo perder todo lo conseguido y lo que la boda le permitiría conseguir. Pero mientras camina, frustrada y sin saber qué hacer, Lacie es rescatada por una señora que la encuentra en la calle y la alcanza varios kilómetros, una mujer que, habiendo renunciado a las exigencias de las redes sociales, se dedica a viajar manejando un camión.
Le cuenta que una vez tuvo 4,6 puntos y una vida soñada, según el modelo social, pero tras enfermarse su esposo, en el hospital le dieron la cama a alguien con más puntos que él, por lo que falleció y decidió mandarlo todo “al diablo”, y empezó a decir o que le daba la gana, cuando le daba la gana. Como en ese mundo la sinceridad no le gusta a la gente, perdió todo lo que tenía, “pero que bien me sentí”, le dice, y sugiere que debería intentarlo, a lo que Lacie le responde:
A pesar de la ayuda de esta mujer, Lacie se demora y recibe un llamado de su amiga donde le pide que no vaya al casamiento, ya que no cuenta con la puntuación suficiente para asistir al evento.
Indignada, decide ir de todas formas y arruinar el casamiento perfecto de aquella niña que arruino su infancia, enloqueciendo delante de todos los presente y terminando arrestada por la policía.
La llevan a la cárcel, donde le quitan el dispositivo de los ojos, el que le permitía ver el mundo a través de las aplicaciones, para comenzar a verlo desde su propia mirada. Y allí se produce un encuentro con un hombre, donde comienzan agrediéndose el uno al otro y terminan por decirse lo que tienen ganas sin temor a perder la reputación. Se puede ver la sonrisa en su rostro, la sonrisa que la mujer del camión tal vez ya le había anticipado, pero que ella no estaba lista para ver. Ahora, presa, sin los beneficios de la inclusión social, el aislamiento es su salida de la opresión, ahora, encerrada, es más libre de lo que siempre fue.
El contexto capitalista
Si se observa la realidad que los personajes de la serie viven, las condiciones bajo las cuales mantienen su identidad y la angustia que esta captura de lo imaginario de las redes sociales significa para sus vidas, se puede pensar que tal situación no dista mucho de la realidad que se vive en nuestros tiempos, teniendo en cuenta el discurso capitalista que rige en las sociedades actuales, con su empuje al consumismo de objetos que prometen la felicidad, la completud y la satisfacción.
Lacan, en su Seminario 17, describe los discursos, agregando después, en su conferencia de Milán del 12 de mayo de 1972, una modificación del discurso Amo, que llamó discurso capitalista, caracterizado por el rechazo a la castración que impera en la lógica del mercado en la actualidad. El discurso capitalista es un discurso que empuja al goce negando la falta, dirigiéndose a la satisfacción inmediata y quedando por fuera el deseo. Esta predominancia del goce, está en sintonía con el encierro y el aislamiento, ya que empuja hacia el individualismo y al no lazo con los otros, motivo por el cual, lo llamó falso discurso, ya que verdadero discurso es aquel aparato simbólico que hace lazo con el Otro. En este falso discurso, se trata de un sujeto autorreferencial, narcisista que se satisface en sí mismo.
De esta manera, las reglas del mercado nos ubican como consumidores y nos ofrecen un goce ilimitado, que niega la castración. Y ante la carencia o el empobrecimiento de la prohibición, estructurante del psiquismo, se ofrece lo imaginario en detrimento de lo simbólico, como muleta que sostiene al sujeto ante la carencia de modelos identificatorios simbólicos. Se ofrecen estos modelos donde lo que importa es el culto a la imagen, donde la belleza, la juventud, las posesiones, la popularidad, son altamente valoradas, donde lo que importa no es tanto el ser sino el tener, sin proveer a los sujetos de los suficientes ideales y emblemas, que permitan crear proyectos personales que salgan de la lógica del consumo.
En el fragmento recortado de Black Mirror, se pone de manifiesto esta lógica imperante en la actualidad, donde las exigencias del mercado ponen a la protagonista en una posición donde la promesa de felicidad que las posesiones le ofrecen capturan su subjetividad, haciendo lo que esté a su alcance por poseer aquello que le asegure su pertenencia dentro de este mundo, ser valorada, pero a costa del aislamiento y la angustia que esta carrera genera.
En su encuentro con la camionera, Lacie mantiene una conversación donde se puede ver a qué punto está atrapada como consumidora. Cuando la mujer le pregunta qué es lo que está buscando conseguir, la misma le responde: “No lo sé. ¿Lo suficiente como para sentirme satisfecha? Lo suficiente para mirar a mi alrededor y pensar: “De acuerdo, estoy bien”, Dejando en claro la ilusión de satisfacción, de felicidad, donde el conseguir todo lo que se le impone socialmente, la haría sentirse bien con ella misma, completa, pero dejando de lado, o no pudiendo ver, el hecho de que esos objetos nunca colmarán su falta estructural, que todo lo que el mercado ofrece en la inmediatez, nunca le aportará la satisfacción que espera encontrar.
Teniendo en cuenta la angustia que el episodio despierta, tanto hacia la protagonista, como hacia los espectadores, se puede pensar el efecto subjetivo que esta lógica tiene, donde el placer inmediato bajo la promesa de satisfacción y la oferta de objetos que colmaría la falta, con la ansiedad que esto genera, deja al sujeto como sin salida, preso de una carrera por conseguir lo necesario para ser valorados, para pertenecer, pero sin que esto llegue nunca realmente y donde no se vislumbra una salida si no es por fuera de este discurso, lo que obliga a quedar por fuera del sistema mismo.
Fernando Ulloa (1996), denomina cultura de la mortificación, a este matiz de sufrimiento social contemporáneo, donde lo que se vislumbra es que para poder vivir, trabajar o recuperar la salud, las personas dependen de algo o alguien que los maltrata o destrata, en este caso el mismo sistema, que solo acepta a la “gente de calidad” (determinada por los puntajes), maltratando o destratando a quienes no poseen determinado status social. Lo que sucede es del orden de lo siniestro, ya que se presenta como una situación sin salida, una “encerrona trágica”, en tanto no se rompa con ese juego entre marginadores y marginados mediante algún tercer elemento que represente lo justo. Lo que sucede ante esta situación, y que se pone de manifiesto en las palabras y la conducta de Lacie, es que la hostilidad que esto genera, es renegada, como mecanismo de defensa para evitar perder lo que se tiene, al precio de una coartación subjetiva, de la fragmentación de la comunicación, del espacio y del aparato psíquico de los sujetos, que da por resultado, individuos cada vez más aislados, empobrecidos producto de esta alienación, desadueñados de su propio cuerpo para el placer y para la acción, al borde de la supresión como individuos pensantes. Así, se ve en la protagonista esa resignación acobardada, el idiotismo, la falta de alegría y el resentimiento de su vida erótica, como consecuencia de esta situación que ve como sin salida, “Así funciona el condenado mundo”, dice, lo que la aleja cada vez más de alguna transgresión, entendiéndolas como acciones fundadoras, y la lleva a pequeñas infracciones, en busca de obtener una mezquina ventaja de esta situación que la oprime, sin salir de ella.
Mirando más profundamente en lo subjetivo
Observando particularmente a la protagonista, los efectos que esta dinámica social tienen sobre su subjetividad, la captación sobredimensionada que este discurso genera sobre la misma, quedando completamente atrapada por las redes sociales, destinando todos sus esfuerzos, no en un proyecto a futuro, sino en la necesidad inmediata de obtener aprobación para ser alguien, “gente de calidad” (la que vive de acuerdo a esa lógica, donde la popularidad en las redes está asegurada por la adecuación a los estándares del mercado, basada en las pertenencias y en los imaginarios de belleza y felicidad), se abre la pregunta acerca de las características subjetivas que permiten que no haya una mediación entre lo que el mercado le impone y lo que ella toma, lo cual habla de una cierta fragilidad en su constitución estructural.
Hugo Lerner (2007), considera que las patologías límite son el cuadro psicopatológico de la contemporaneidad, lo cual repercute en lo social, pero a su vez, la sociedad incide sobre estos sujetos. Los “malestares en la cultura”, este contexto, contribuye al advenimiento de este cuadro, por la “escurridiza instalación de valores consensuados, reemplazados por desesperanza, vacío de sentido, sensación de futilidad y sentimientos de apatía” (p.20), que se intenta contrarrestar por medio de adicciones (pudiéndose pensar la relación de los sujetos con las redes sociales como un tipo de consumo problemático), conductas antisociales y delictivas, hetero y autoagresividad. Agrega que “El enaltecimiento y la autoidealización narcisistas reemplazan a los sentimientos solidarios y los ideales culturales” (p.20), lo que claramente se pone de manifiesto en el film, donde lo que se busca es enaltecerse, mostrar la mejor imagen de sí mismo, valorando lo propio en detrimento de lo de los demás, al costo de la exclusión ajena, y sin ideales que alcanzar más allá de esas posesiones que permiten la inclusión social. Explica que “Al mismo tiempo, al quedar desinvertidos sus objetos de identificación y de referencia, los pacientes fronterizos los buscarán con desesperación porque necesitan algo que los delimite, que les cree la “frontera” entre el yo y su contexto” (p.20), pero lo que ocurre es que cae en identificaciones de tipo imaginarias, donde lo que vale es la imagen en sí, motivo por el cual terminan siendo más propensos a reproducir la imagen que se les presenta como valorada socialmente, que se puede ver en el episodio, en la necesidad de exhibirse en las redes sociales, copiando lo socialmente valorado, a la espera de otro que les devuelva su identidad, que los delimite, que les diga quienes son, que existen y qué valor tienen, lo que los vuelve aún más vulnerables y dependientes de la aceptación o el rechazo.
Si bien en el fragmento anterior Lerner se refiere a las patologías fronterizas, luego diferencia a las mismas de los otros tipos de trastornos narcisísticos, y afirma que lo que más se observa en la clínica actual es la patología con narcisismos convulsionados. Lo que diferencia a los narcisismos convulsionados es el grado de deterioro o déficits de la constitución yoica, pudiendo observarse características más cercanas a lo neurótico (lo menos patológico, donde las defensas están ligadas a la castración) que a lo psicótico (lo más patológico, donde las defensas están más ligadas al déficit de la estructuración yoica y la urgencia por la existencia). Comparten características comunes: el enojo como afecto principal, la dificultad para mantener una identidad cohesiva, los trastornos en los vínculos interpersonales y el predominio de la depresión; pero en ningún caso producen un deterioro que los lleve a un cuadro esquizofrénico, permanecen “establemente inestables”. Por eso las denomina organizaciones fronterizas, para diferenciarlas de la noción de “estado”, que implica una estabilidad, cuando estos cuadros son fluctuantes, siendo un modo de funcionamiento de una organización psíquica determinada.
Se puede ver el esfuerzo que hace la protagonista por pertenecer, por tener una existencia dentro de ese mundo, sin tener un objetivo que la guíe más allá de esa pertenencia, lo cual habla de sus dificultades para mantener una identidad cohesiva, una estabilidad interna que le permita afrontar el rechazo, sobreponerse sin reaccionar desmedidamente mediante el enojo, agresivamente, y la dificultad que tiene para regular y controlar sus impulsos, ante cada evento que se interpone en su camino, sin poder tolerar la frustración y la angustia, que se ve en sus reacciones, que hacen parecer que su mundo interno se desmoronara ante cada negación de sus satisfacciones o ante cada señal del rechazo ajeno. Por otro lado, también es llamativo que no posea relaciones interpersonales por fuera de las redes sociales, que no tenga amigos, que no tenga vínculos íntimos, ni siquiera con su hermano, que sus relaciones estén basadas en sus necesidades y no en el deseo, en el real contacto con el otro, y siempre mediadas por las tecnologías.
¿Dónde está su deseo? ¿Qué quiere para su vida más allá de lo que se supone que debe tener? Pareciera que no hay espacio en su mundo para lo subjetivo. Únicamente se vislumbra una pisca de su falta en el momento en que la vendedora proyecta el holograma donde se la ve a ella en una situación íntima con un hombre, instante en el que se ve en su rostro cierta tristeza y sentimiento de soledad, pero sin que esos sentimientos la interpelen, como algo que ni siquiera puede detenerse a pensar, quizás por sus limitaciones, pero la lleva a querer alquilar esa casa en lugar de llevarla a pensar en su deseo. Esa falta de reflexión en cuanto a sus emociones podía ser pensada con una dificultad para la mentalización, que Killingmo (2005), define como la transformación de los afectos somáticos, motrices o intersubjetivos, en afectos representados mentalmente, es decir, una dificultad para otorgar una significación cognitiva al afecto, y lo que tiene como efecto es que al no descargarse la excitación afectiva mediante la palabra y los símbolos, se lo hace mediante la excitación somática, mediante las funciones corporales.
En ese sentido, podría pensarse si ese punto en el que ante la presión y la exigencia por lograr la supuesta perfección, donde empieza a alejarse cada vez más de sí misma, hasta el punto de perderse completamente, si ese punto en realidad no es una pérdida, sino más bien un encuentro con la fragilidad de su constitución narcisistica, siendo esos excesos de cólera y hostilidad una descarga no mentalizada, una muestra de lo más real de ella irrumpiendo sobre lo imaginario que la sostenía. De esta manera, lo que se produce es una ruptura de la fantasía que la mantenía sin cuestionamientos, en tanto montaje imaginario que la sostenía y mediante el cual aspiraba a llegar a ser alguien, percibida y registrada por los otros para tener una experiencia de identidad, motivo por el cual tambalea su constitución subjetiva, no por conflictos más neuróticos ligados a la castración, sino por la ansiedad ligada a la pérdida del propio sí mismo, lo que se traduce en violencia, que, sin mediación, sin una reflexión acerca de sus afectos, vuelca hacia los demás.
Implicancias de las redes sociales en la subjetividad contemporánea
Más allá del contexto narrativo del episodio, tal vez, cabría preguntarse hasta qué punto esta ficción presentada no se corresponde con la realidad actual, si no es simplemente una reproducción magnificada, o si no es posible pensar un futuro cercano no tan distante de esa realidad representada, caracterizada más por la comunicación virtual que por los encuentros físicos con los otros, por las relaciones a distancia y el aislamiento que estos medios de comunicación propician o ponen en manifiesto, lo cual estaría en concordancia con el llamativo aumento en la cantidad de patologías con trastornos naricisisticos, donde lo que se pone en evidencia son las dificultades para los vinculo interpersonales, por la labilidad identificatoria, el enojo y la tendencia a la depresión.
Julieta Aguirre (s.f), en su tesis de grado, plantea que “El discurso capitalista de la actualidad es una invitación a ubicarse como un objeto, como un ser capaz de satisfacerse colmando la falta con objetos del mercado, un sujeto incapaz de preguntarse, de ubicarse en la lógica del deseo. Nos encontramos con sujetos preocupados únicamente por la imagen. Sujetos narcisistas que se interesan por mostrarse y verse a través de sus perfiles de redes sociales, generando cierta satisfacción ante la contemplación de su propia imagen. El famoso “me gusta” en la red social Facebook, podemos interpretarlo como una aceptación del otro, que lo reconoce en el espejo como completo. Este tipo de vínculos y relaciones que generan las redes sociales, viene a suplir la decadencia simbólica que nos atraviesa” (p.18).
En sujetos donde la fragmentación, las dificultades para mantener cohesiva la identidad, con ese sentimiento de vacío, de no pertenecer, de encontrarse aislados por la dificultad para interpretar los comportamientos propios y los ajenos como efecto de estados afectivos, donde los problemas en la simbolización son aún mayores que en las personas sin déficits en la narcisización yoica, se puede pensar que las redes sociales pueden generar una mayor captación subjetiva, ya que las mismas pueden seducirlos a suplir sus falencias estructurales identificándose con la imagen completa que pueden exponer allí, que los sostiene y completa narcisisticamente. Además, las mismas ofrecen la posibilidad de encuadrar las interacciones sociales entre los usuarios, de tal manera que los modos de relacionarse se encuentran prefijados, evitando las complicaciones que el encuentro con el otro puede generar para este tipo de personalidades.
Sin embargo, no se puede negar el hecho de que la polarización entre la aceptación y el rechazo que las mismas proponen, implican ser valorado positiva o negativamente por los otros, lo cual tiene como efecto generar una angustia y ansiedad permanente, y que, en subjetividades lábiles como las mencionadas, se puede incrementar por el hecho de no solamente definir su reputación en las redes sociales, sino de definir también la propia identidad.
¿Cuáles serían los destinos posibles para los sujetos con este tipo de déficits?
En relación al episodio “Caída en picada”, se pueden pensar dos posibles caminos. El primero, quedar capturados por las redes sociales en la continua búsqueda de que las mismas les devuelvan una imagen completa de sí mismos, con las consecuencias catastróficas que esta dirección puede traer sobre las subjetividades, teniendo en cuenta la vulnerabilidad que pueden presentar al rechazo y la ansiedad que dicha posición expectante puede generar. Así mismo, las exigencias por igualar el ideal de perfección y la angustia que puede suponer el hecho de no lograrlo, puede ser preocupante si se tiene en cuenta la tendencia a la depresión que los mismos presentan. El segundo, en relación al episodio es el de quedar excluido del sistema, tanto de los derechos humanos, como de su posibilidad de acceso en términos materiales, pero que no está tan lejos de la realidad actual, donde en todo caso implicaría la no pertenencia a las redes sociales, que cada vez más marcan un estilo de comunicación intersubjetiva, lo cual podría llevar a un mayor aislamiento. Entonces, surge la pregunta acerca de cómo hacer para no pertenecer y no sentirse excluido si no se cuenta con un adecuado soporte narcisístico. La sonrisa de poder decir lo que se piensa sin miedo a ser calificados por su comportamiento, como se puede ver al final del capítulo, es algo que se sostiene siempre y cuando se pueda mantener ese semblante, siempre y cuando ese soporte imaginario no sostenga realmente la identidad de la persona.
Reflexiones finales
Si el capitalismo propone sujetos ubicados como objetos y tomando a los otros también como objetos que vendrían a satisfacer sus necesidades, excluyendo la pregunta por el deseo y el cuestionamiento por esta lógica, las redes sociales son la herramienta perfecta para que dicho mecanismo se lleve a cabo. En las mismas los sujetos son objetos a ser valorados por los otros, las comunicaciones se encuentran delimitadas y permiten una cierta no implicancia en relación a lo que se hace o lo que se dice en las mismas, ya que lo que sucede no deja de ser virtual. Pero, si se tiene en cuenta que toda comunicación con otro siempre es virtual, imaginaria, que la realidad misma es una construcción lo cual da una cierta ilusión de relación con el otro, se puede pensar que los medios de comunicación no traen nada nuevo, la subjetividad que siempre estuvo, ahora se presenta en forma abierta.
Las aplicaciones virtuales delimitan la interacción humana, dicen cómo hacerlo y por lo tanto la facilitan. Colaboran a que la lógica capitalista, donde todo es inmediato y los sujetos son tomados como objetos, se manifieste y se ponga en funcionamiento.
En sujetos donde la identidad no posee la suficiente cohesión como para identificarse a determinados ideales y proyectar a futuro en función de determinados objetivos, donde la autovaloración es fluctuante y polarizada, donde las dificultades para establecer vínculos íntimos y estables los llevan al aislamientos, las redes sociales pueden funcionar como muleta imaginaria en cual apoyarse para crear una identidad que, aunque ficticia, puede estabilizar al sujeto y darle cierto sentido de pertenencia. Pero no siempre la valoración o puntuación ajena es positiva, dentro de este mecanismo, teniendo en cuenta el grado de dependencia que puede generar este funcionamiento en personas con estas características, se incluye la posibilidad de ser rechazado, con lo complicado y desestabilizante que esto puede ser para los mismos, ya que la distancia entre la imagen virtual y la propia identidad es difusa, por lo tanto, la caída de la primera puede ser devastadora.
Queda por reflexionar, una tercera salida posible ante esta situación, donde estos narcisismos convulsionados puedan pertenecer sin el padecimiento que este mecanismo puede generar y sin quedar por fuera de lo que cada vez más es un modo de relacionarse y de establecer vínculos intersubjetivos, es decir, sin caer en el aislamiento, que ya es algo que vivencian subjetivamente por sus dificultades a la hora de comprender los estados afectivos propios y los ajenos.
Bibliografía
Aguirre, J. (s.f). Adolescencia en la actualidad: la era de las redes sociales y el espejo (Tesis de grado). UBA, Buenos Aires.
Killingmo, B. (2005). Una defensa de la afirmación en relación con los estados de afectos no mentalizados. Psicosomática: aportes teórico-clínicos en el siglo XXI. Buenos Aires: Lugar Editorial.
Lacan, J. (1969). El Seminario. Libro 17: El Reverso del Psicoanálisis. Editorial Paidós, 1ª reimpresión, Buenos Aires, 1992
Lerner, H. (2007). La clínica psicoanalítica convulsionada. En Organizaciones fronterizas. Fronteras del psicoanálisis. Cap. 1. Págs. 19-46. Buenos Aires: Lugar Editorial.
Ulloa, F. (1996): “Cultura de la mortificación y proceso de manicomialización, una reactualización de la neurosis actuales [Aktualneurose]”, en Novela clínica psicoanalítica. Historial de una práctica. Buenos Aires: Paidós, pp. 236-256.
Serie de televisión: Brooker, C. (productor). (2016). Black Mirror: Nosedive. Reino Unido: Netflix UK.
Material de consulta y lectura
Traduccion de la Conferencia de Lacan en Milán del 12 de mayo del 1972.
Conferencia de Slavoj Žižek en “La Noche de la Filosofía” en Buenos Aires, del 24 de junio del 2017.
NOTAS
En el apartado me resuena la relación a la protagonista con su deseo: “¿Dónde está su deseo? ¿Qué quiere para su vida más allá de lo que se supone que debe tener?” Recuerdo un caso en el cual un hombre de alrededor de 40 años, llega al consultorio con la siguiente cuestión: “Ya estudié, ya tengo un buen trabajo, ya me casé y tengo dos hijos, ¿Y ahora?”
Los viejos paradigmas de realización de una persona al modo de “Escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo”, caen. Las personas estamos sumergidas en una constante “actualización” cíclica, más que de una personalidad, de un software al estilo de una computadora. La pregunta podría ser: ¿Que nos queda luego de conseguir todas las “actualizaciones”, todos los objetos? El vacío.
Si nuestro deseo es dependiente de los objetos que nos hacen socialmente atractivos ¿No estamos ya atrapados por las significaciones que nos proveen las marcas, los logos? Es la expresión de Melanie Klein en su libro NO LOGO vuelta realidad. Las personas son los logos o viceversa. Logos, a partir de los cuales “Se busca mostrar la mejor imagen de sí mismo, valorando lo propio en detrimento de lo de los demás, al costo de la exclusión ajena, y sin ideales que alcanzar más allá de esas posesiones que permiten la inclusión social.” Ignacio Lewkowicz, plantea que estamos ante la determinación en primera instancia por lo económico, que hoy la relación social ya no se establece entre ciudadanos que comparten una historia, sino entre consumidores que intercambian productos. Los derechos de las personas, son los derechos del consumidor. Donde ser es ser una imagen. “Ser, entonces, es ser signo” (2004). Y quién queda por fuera, no esta, no existe ya que no significa, “no logo nada”.
Esta condición de exclusión generadas por los dispositivos me llevó a pensar en las consecuencias que pueden observarse hoy en día, en particular del “Cyber Bullying”.
Una joven que sufre acoso por las redes sociales por parte de todo su curso; un chico que está pensando en abandonar el colegio porque no puede seguir aguantando los constantes hostigamientos desde que se levanta hasta que se va a dormir a través de Facebook y Twitter; una adolescente que le miente a la mamá diciendo que está enferma para no tener que afrontar la realidad de ir al aula y ser el blanco fácil; un chico que se suicida y lo anuncia en las redes, a modo de tributo de una serie.
Las marcas, generadas ficticiamente, esas marcas con las que nos identificamos, esos espacios cerrados que se generan de grupos de elite que solo los que tienen 4,5 de puntuación, no solo generan marcas imaginarias, sino que se desencadenan en lo real.
Este capítulo, en mi opinión, devela eso. Muestra en esa incesante reproducción de la imagen capitalista y en esa identificación de los sujetos a objetos, las consecuencias de esas identificaciones, las consecuencias de tomar al otro como un objeto en donde todos, absolutamente todos, somos tan desechables como el modelo viejo de un celular. Donde “los sujetos son objetos a ser valorados por los otros” quién no esté actualizado, quién no es novedad, no tiene valor.
La cuestión sería: ¿Cómo desde nuestra profesión de psicólogos podemos intervenir en estos contextos y en estas nuevas situaciones que se generan?
Addenda
Lecturas: “NO LOGO” - Melanie Klein/ “Pensar sin estado: La subjetividad en la era de la fluidez” - Ignacio Lewkowicks
Música: “Nike es la cultura”- Indio Solari https://www.youtube.com/watch?v=gHXhtNoM0VU
Noticias: http://www.lanacion.com.ar/1027649-cyberbullying-la-nueva-forma-de-agredir
Su trabajo llamó mi atención por relacionar la cuestión de las redes sociales con las cuestiones del capitalismo.
Aunque el mundo de black mirror parece una distopía, también vemos nuestro mundo a través de las redes sociales. Los sistemas de control de estas redes permean la construcción de la popularidad y del status social. Sin embargo, estos generalmente se obtienen a través de la acumulación de capital: basta observar que en el episodio de la serie las personas más populares son de las capas más ricas de la población.
El propio status se alió al capital y se convirtió en mercancía, de modo que la alienación del hombre llegó al punto de que el capital financiero ya no es suficiente, necesitando aún la compra del capital social. Entonces surge un capitalismo aún más inhumano, en una sociedad de espectáculos como señala Guy Debord y que como usted apuntó muy bien promete suplir los deseos humanos a través del consumo.
Muy interesante el texto a partir de una muy interesante capítulo de la serie de Black mirror. Lo he leído con interés tanto la temática abordada como la fluidez de los temas tratados.
Lo que me pregunto es acerca de las llamadas neurosis narcisisticas, siempre me lo he preguntado. Pensar la cuestión de la patología también implica pensar el dificil tema de la "normalidad" y del límite entre uno y otro. En el caso de Caida en Picada se ve claramente lo expuesto en relación a la patología naricisistica pero me pregunto si puede pensarse como algo que aportará pensar en el deficit de la estructuración psiquica para pensar las patologías que esto conlleva o no estará también del lado del capitalismo que crea patologías para luego no solamente diagnosticar sino crear todo un andamiaje de atención en el que nosotros mismos estamos incluidos.
Es dificil como muestra la serie salir del callejon sin salida en el que el capitalismo de la imagen nos ha ubicado pero es aquí donde debería nuestro foco de pensamiento.
Un gusto leer este texto. Saludo afectuoso. Martín
El capítulo analizado en esta ocasión en diversos sentidos, se torna "ominoso" como ya estableciera Sigmund Freud con antelación, ya que esta observación se torna terrorífica y familiar a la vez. y es que no podría no serlo, dada la abrumadora exageración de la dependencia hacia los aparatos tecnológicos que padecemos en la época contemporánea.
Como bien señala el análisis; parece ser que los aparatos tecnológicos han pasado de ser objetos de utilidad y al servicio de las personas, para ser más bien nosotros, aquellos que estamos al servicio del aparato.
En este cambio de posturas frente al cambio que han marcado las redes sociales, es observable con terrible cotidianidad, la manera en que los sujetos se "desviven" por ganar "likes" o seguidores ante ciertas páginas o perfiles. El imaginario a cerca de los modos de vida de aquellas personas "populares" han generado procesos angustiosos para diversos sectores de la población, sobre todo los más jóvenes, para quienes el uso de las tecnologías no representa solamente un sector o un fragmento de la vida, sino la vida y la identidad misma.
Quién soy ante la mirada del otro, es una pregunta que se responde fácilmente y se ha vuelto una dependecia así una enajenación propiciada por la lógica del mercado tecnológico en donde no hay lugar para la pregunta que lleva al sujeto a la reflexión "tardada" más bien es una devolución "rápida" de la imagen que se refleja en el espejo negro.
Luego de ver el capítulo “Nosedive” y leer este artículo, me surgieron una serie de reflexiones acerca de los mencionados efectos que pueden encontrarse en el uso de las redes sociales. Coincido en este planteo acerca de que muchas veces pueden llegar a constituirse como herramientas del discurso capitalista, haciendo que los sujetos se ubiquen como objetos, objetos de la mirada del otro, de la aprobación del otro, de los gustos del otro. Las redes sociales fomentan el uso de la imagen como reproducción de cierto ideal propio, pero que en realidad es constituido a partir de aquello que el sujeto ve en la imagen virtual de los demás, que responde a ciertas características que están al servicio del discurso capitalista. Un discurso que varía según las órdenes del mercado, un discurso de consumo y de goce, que obtura la falta y la pregunta por el deseo. Un discurso que se retroalimenta en la reproducción del mismo por quienes lo padecen, justamente a partir de estas plataformas virtuales, condenándolos a un círculo vicioso entre aquello que las exigencias de la red imponen y el sujeto obnubilado por poder alcanzarlas, con una herida narcisista que no cierra. El conejo corriendo atrás de la zanahoria.
El hecho de que el uso de las redes sociales esté en evidente expansión plantea para las generaciones más jóvenes, un mundo donde estos modos de interacción ya son una realidad al nacer. Un mundo que está virando hacia una realidad donde las identificaciones imaginarias se diluyen, las instituciones no brindan su función de límite y estructuración de las subjetividades, está comenzando cobrar predominancia aquello que las pantallas muestran. Youtubers, Influencers, entre otros personajes de redes sociales van marcando a las subjetividaes en construcción. Y esto se irá modificando con el dinamismo y la efervecencia de la red, cuestión por la cual, el futuro es cada vez más incierto.
Esta serie permite demostrar cómo la tecnología repercute en la vida de los sujetos al punto de arrasar con la subjetividad. En “Nosedive” se valoran las relaciones cotidianas, modificando las relaciones entre las personas.
Según Lacan, el gran Otro, está dado por la ciencia, que nos procura los gadgets y nos somete a una relación directa al goce del Otro, sin pasar por lo simbólico, por la palabra, eludiendo la castración.
Estamos en una era donde nos volvimos obsesionados con las redes sociales y no es nada disparatado o loco imaginar esta “nueva realidad”. Al ver la serie, supongo que la gran mayoría no se sorprendió, sino simplemente se vio identificado/a en este mundo en el cual estamos inmersos y del que no podemos salir ni escapar. Hoy en día entrar en cualquier red social implica falsedad, envidia, rencores, falsas amistades, entre muchas otras.
Estamos anclados al WhatsApp, al Facebook, al Instagram, registrando cada instante de nuestras vidas en un teléfono, porque si no lo hacemos, quedamos fuera del sistema, debemos mostrarnos felices y que los demás nos vean, mostrando lo que tenemos por sobre lo que somos.
En la realidad actual, las plataformas digitales regulan la gran mayoría de las actividades (buscar trabajo, encontrar pareja, hacer amigos, comprar objetos, etc). Sería bueno recuperar los espacios de interacción y contacto donde no necesitemos de la tecnología, salir a la calle, hacer deporte, juntarnos con amigos como fue en un tiempo no muy lejano, sin la tecnología que nos domine. La herramientas digitales nos trajeron muchos beneficios, es indudable, pero también muchas desventajas.
El capítulo “Caída en picada” de la serie Black Mirror hace foco en una característica de la sociedad capitalista actual que predomina en las redes sociales: la importancia de la imagen. En la modernidad líquida se vive el aquí y ahora y la imagen no requiere de relato que historice al sujeto, no necesita de narrativa.
La imagen en las redes sociales como modo de construcción de la identidad da lugar a un sujeto fluctuante, con dificultades para sostenerse desde lo Simbólico, un sujeto que vive cambiando, subiendo y bajando imágenes adecuándolas al mercado, como forma de generar una muleta imaginaria que le de un soporte identitario.
Con las fotos la protagonista no busca captar un momento sino distribuirlo, enviarlo, exhibirlo y monetizarlo con la moneda de cambio de la época, el “Like”, como una forma de confirmar su existencia a través de la aprobación ajena.
Cuando pasa de los “Me gusta” a los “No me gusta” y baja su puntuación, se desmorona, porque ya no está ese Imaginario que la sostenía hasta ese momento. Ese black mirror en donde se miraba no reflejaba más que un Narciso desorientado y cuando la pantalla no refleja la imagen de sí que ella quiere ver, deja de ser, de pertenecer y cae devastada.
Creo que el capítulo analizado nos permite ver y pensar cómo la estructura neurótica por excelencia - la negación de la falta, de la castración (propia y la del Otro) y el consecuente rechazo al deseo- se pone en juego hoy en día, o en un supuesto futuro no tan lejano ni tan diferente al presente, y cómo, el pseudo discurso capitalista pensado por Lacan toma y hace uso de dicha estructura pudiendo imponerse del modo masivo en que lo hace a través de los pequeños gadgets de la ciencia y la técnica, en donde podemos ubicar a las redes sociales y su lógica. Más allá de lo tragicómico de la historia de la protagonista, podemos pensar estas cuestiones en todos los personajes alienados a esta lógica de los puntos propia de las redes sociales. La diferencia quizá consista en que algunos tienen la “fortuna” (si podemos calificar así dicha alienación) de funcionar en el sistema planteado, por lo menos en el recorte de tiempo en que consiste el episodio, mientras que Lacie vive una serie de eventos que le complican su permanencia allí, lo que permite abrir la preguntar y problematizar la situación, dando por resultado algo diferente. Es en este sentido que me cuesta pensar que se trate de un tipo de patología narcisista lo que permite que funcione y se mantenga este sistema de puntos y todo lo que conlleva esta fuerte inserción las redes sociales en la vida de los sujetos. El esfuerzo por aparentar, la hipocresía y la imposibilidad de ser genuino – la obturación del deseo y el rechazo al encuentro real de los cuerpos - es requisito de todos aquellos insertos en el sistema, lo que se muestra a través de la historia de la protagonista es lo frustrante y angustiante que ello puede ser.
Este capítulo generó mucha repercusión, he escuchado desde personas del circulo intimo hasta locutores en la radio mencionando la angustia que sintieron luego de verlo. Cuando lo vi, sentí que no esta muy lejos de la realidad que vivimos hoy en día. Las redes sociales nos han invadido, y como bien mencionas han sido una herramienta muy útil para el capitalismo, dado que ha convertido a las personas y su vida en bienes de consumo, así como un medio para seguir extendiendo su discurso de consumo, donde la felicidad, la completud, la satisfacción, la diversión, la conexión entre otras, son algunas de aquellas ilusiones que nos vende y nos impone. Nos crea la ilusión de hiperconexión pero en realidad estamos solos, mirando desde una ventana a los otros y sabiendo que los otros están allí mirándonos, dejándonos totalmente expuestos. Lo cual genera ansiedad y depresión, porque si la foto no tuvo la repercusión esperada la persona se siente a fuera de un mundo, que tal vez nunca se pregunto si quería pertenecer, pero la cotidianidad lo lleva a consumirlo.
Realmente disfrute leyendo tu trabajo, me resulto muy interesante.
Película:Black Mirror
Titulo Original:Black Mirror
Director: Joe Wright
Año: 2016
Pais: Reino Unido
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