Resumen:
El presente trabajo tiene la finalidad de realizar un contrapunto a partir de los personajes antagónicos de la serie “Avatar: The Last Airbender”, a fin de explorar las estructuras psíquicas de la neurosis obsesiva y la psicosis, y desarrollar hipótesis diagnósticas abordando a partir de los marcos teóricos de la clínica psicoanalítica, con el fin de plasmar la forma en que ambas modalidades establecen una vía para la respuesta ante el deseo y la castración.
Palabras Clave: neurosis-obsesiva | psicosis | avatar | psicoanálisis
“Avatar: The Last Airbender”: Two Stories About Response Against Desire.
Abstract:
The present project aims to realize a counterpoint starting from the antagonistic characters of the series "Avatar: The Last Airbender", in order to explore the psychic structures of obsessive neurosis and psychosis, and develop diagnostic hypotheses approaching from the theoretical frameworks of the psychoanalytic clinic, in order to capture the way in which the two modes establish a path for the response in the face of desire and castration.
Keywords: obsessive-neurosis | psychosis | avatar | psychoanalysis
Introducción
El presente trabajo tiene la finalidad de realizar un contrapunto a partir de los personajes antagónicos de la serie “Avatar: The Last Airbender”, a fin de explorar las estructuras psíquicas de la neurosis obsesiva y la psicosis, y desarrollar hipótesis diagnósticas abordando a partir de los marcos teóricos de la clínica psicoanalítica, con el fin de plasmar la forma en que ambas vías establecen una vía para la respuesta ante el deseo y la castración.
“Avatar: the Last Airbender” es una serie de fantasía animada estrenada en 2005 y creada por Michael Dante DiMartino y Bryan Konietzko. La historia se centra en un mundo fantástico dividido en cuatro naciones: la Tribu del Agua, el Reino Tierra, la Nación del Fuego y los Nómadas Aire, en las que ciertas personas nacen con la habilidad de controlar los elementos respectivamente según su nación. Además, entre ellos existe un “Avatar”, un único individuo capaz de controlar los cuatro elementos a la vez, quien tiene la misión de mantener la armonía entre las cuatro naciones y actuar como mediador espiritual, y cuyo poder reencarna en un nuevo portador al morir. Las cuatro naciones convivían pacíficamente, hasta que la Nación del Fuego desata una guerra contra las demás en un plan de conquista, llevando al desarrollo de una guerra durante cien años. La serie se centra en el viaje de Aang, el Avatar actual y último sobreviviente de los Nómadas Aire, que había estado desaparecido durante el último siglo, y quien junto con sus amigos viaja por el mundo para aprender a controlar los cuatro elementos y así poder poner fin a la guerra. Durante la travesía se les opondrá Zuko, el conflictuado príncipe exiliado de la Nación del Fuego, que busca restaurar su honor perdido capturando a Aang, así como también su hermana, la princesa Azula. Serán estos últimos quienes constituirán el foco del análisis de este trabajo.
Zuko: odisea neurótica a través de la demanda paterna
— Si es necesario pasaré cada día del resto de mi vida persiguiendo al Avatar, sé que mi destino es capturarlo (Ep 3x12).
Zuko actúa en un principio como el principal antagonista de la serie: es el primogénito y heredero del Señor del Fuego Ozai, monarca de la Nación del Fuego, y la reina Ursa. Fue exiliado y desheredado por su padre, y enviado en una misión para encontrar y capturar al Avatar para recuperar su honor y su derecho al trono. Zuko es agresivo, de mal carácter, y está cegado completamente por su búsqueda de honor y redención y su auto imposición de cumplir con la misión que considera su propósito. Su estructura psíquica puede asociarse así a aquella propia de la neurosis obsesiva.
Lacan (1953) da cuenta de la neurosis en función de la estructura de una pregunta: pregunta respecto al deseo del Otro, que intenta responderse desde el fantasma, que brinda un intento de respuesta y un sostén. El síntoma se pone en juego cuando la pregunta neurótica pierde su sostén fantasmático, cuando el sujeto se ve de frente a significantes enigmáticos carentes de significación inconsciente. En el caso de la neurosis obsesiva, se trata de preguntas respecto de la muerte, y a través de ella, de la propia existencia: la pregunta del neurótico es entonces una pregunta sobre el ser: ¿Quién soy? ¿Qué quiere el Otro de mí? ¿Qué debo ser para cumplir con el deseo del Otro?
¿Y quién es Zuko? Esa es la pregunta que arrastra al personaje a lo largo de toda la serie, y su conflicto y su arco argumental radica justamente en responderla.
Desde temprana edad, Zuko fue menospreciado por su padre, que lo percibía como indigno y débil, en tanto que el pequeño príncipe buscaba infructuosamente ganar su aprobación y respeto con hazañas y proezas. El padre aparece de este modo como una figura idealizada y distante: durante flashbacks y breves escenas de su infancia, el espectador llega a conocer al Señor del Fuego Ozai solamente como una silueta y una voz autoritaria, rodeada de fuego y humareda. Un padre inalcanzable y omnipotente, casi deífico. Pese a ello, Zuko, en su condición de príncipe primogénito, está destinado a ocupar su lugar, a reemplazarlo y desplazarlo tras su muerte. La trama edípica difícilmente encuentre un contexto en que pueda manifestarse con mayor agresividad.
Por otro lado, su madre Ursa mostraba un gran amor y orgullo hacia él. Sin embargo, en cierto momento de la infancia del pequeño, Ozai, entonces heredero al trono, exige a su padre Azulon que le permita ocupar el lugar de su hermano Iroh como su sucesor, pues este había perdido a su hijo en la guerra y ya no tenía herederos. Indignado ante semejante proposición, Azulon ordena a Ozai asesinar a Zuko como castigo. Al enterarse, Ursa decide conspirar junto a su esposo para asesinar a Azulon, de modo que Ozai pudiera quedarse con el trono y Zuko pudiera vivir. Ursa asume la responsabilidad por el crimen, y es exiliada y hecha pasar por muerta. Zuko nunca vuelve a ver a su madre: sólo le queda su recuerdo y su imagen psíquica idealizada. De este modo se impone sobre el pequeño una traumática castración, una ruptura definitiva de la unión de amor con su madre a partir de una figura paterna todopoderosa.
Pero esta no sería la única marca que Ozai dejaría sobre el psiquismo de Zuko: Durante una reunión de Consejo, Zuko cuestiona un plan de guerra de un oficial, que involucraba sacrificar a un pelotón de soldados como carne de cañón. Al hacer esto, trasgrede la autoridad de su padre, que lo obliga a enfrentarse en un duelo contra él. Zuko suplica clemencia, pero Ozai responde quemándole el rostro, dejándole una gran cicatriz. Luego, es desterrado de la Nación del Fuego, siendo encomendado con la misión de encontrar y capturar al Avatar como condición para poder regresar.
Quedan así constituidas las dos figuras prevalentes de la neurosis obsesiva, la dama idealizada en la figura de Ursa, y el padre muerto en la figura de Ozai: muerto en relación al deseo y en tanto representante del Otro garante de la ley, manifestándose no desde el deseo sino desde la demanda, la orden y la imposición, y que es portador de una deuda eterna, imposible de saldar, que el neurótico hereda y carga sobre sus hombros.
A partir de entonces, Zuko se ve consumido por esta encomienda, la deuda insaldable impuesta por su padre: ve la captura del Avatar como la culminación de su destino, la única forma en que podría recuperar el honor perdido, su lugar en el linaje familiar, y el respeto y aprobación de su padre.
Claro que, en última instancia, la aspiración de Zuko no es más que una ilusión vacía: el joven fue enviado a una misión absurda y en principio irrealizable, el Avatar estaba desaparecido desde hacía cien años y no había ninguna intención de permitir que el príncipe se redimiera. Su propio tío Iroh, que lo acompaña en su travesía, lo reconoce:
— Nada volverá a la normalidad, pero lo importante es que el Avatar le de esperanza a Zuko (Ep 1x12).
Lacan sostiene que el neurótico obsesivo busca evitar el deseo del Otro reduciendo este deseo a una demanda: el obsesivo no desea nada por sí mismo, sino que da sentido a su deseo meramente por la demanda de un Otro omnipotente, completo y al que no se atribuye falta, y así evita el saber respecto al propio deseo, en tanto saber del deseo implicaría saber de la propia falta, confrontar la castración. De modo que el príncipe se aferra ciegamente a su misión de forma incuestionada y unidireccional, convenciéndose a sí mismo de que si logra cumplirla, todos sus anhelos se harán realidad, y conseguirá el ansiado amor de su padre, aquél por el que llevaba luchando toda su vida.
Pero esta estructura sólo puede sostenerse en tanto el cumplimiento del deseo sea imposible, el objeto de satisfacción plena debe estar siempre fuera del alcance, siempre a distancia de modo que permanentemente haya una respuesta inalcanzable que anhelar y que sostenga la ilusión de que el sujeto se hallaría pleno y realizado si pudiera conseguirlo: el obsesivo sólo se mantiene en una relación posible con su deseo a distancia, y debe mantenerse alejado para que subsista (Lacan, 1957). La neurosis obsesiva se apoya entonces en la imposibilidad misma del cumplimiento de deseo, todo movimiento hacia el deseo tropieza con una barrera en el movimiento libidinal, de modo que cuando el sujeto alcanza su objeto de deseo, para él ya no existe más. Así, cada vez que Zuko se encuentra cerca de “cumplir su destino” y logra capturar al Avatar, se encuentra de pronto perdido, sin saber qué hacer y cómo proceder, su carácter inmutable y decidido deja lugar de pronto a una torpe ambivalencia y falta de planificación, que garantiza que eventualmente se lo quiten de las manos. En ocasiones, incluso, conspira para liberarlo de su propia Nación, desde su perspectiva, para poder ser él quien lo atrape.
Esta situación es puesta de manifiesto por Iroh en el decimoséptimo episodio de la segunda temporada: ambas modalidades de respuesta que el príncipe ha manejado durante la serie, la reducción a la demanda y la imposibilidad, se hacen visibles cuando, nuevamente, Zuko se encuentra ante una encrucijada, cuando logra hacerse con Appa, el bisonte volador del Avatar, lo cual le da una ventaja sobre él:
— ¿Qué piensas hacer ahora que tienes al bisonte del Avatar? ¿Nos lo quedamos en nuestro apartamento? ¿Debería prepararle una taza de té?
— Primero me lo llevaré…
— ¡¿Y luego qué?! ¡Nunca piensas antes de actuar! Es lo mismo que pasó cuando capturaste al Avatar en el polo norte, lo tenías, y luego no sabías adónde ir.
— Se me hubiera ocurrido algo…
— ¡No! Si sus amigos no lo hubieran encontrado, ¡Te hubieras congelado hasta morir!
— Yo sé cuál es mi destino tío…
— ¿Es ese tu destino? ¿O es el destino que alguien más decidió para ti?
— ¡Basta, tío! ¡TENGO que hacer esto!
— Te lo ruego príncipe Zuko, es tiempo de que mires en tu interior, y comiences a hacerte una gran pregunta: ¿Quién eres, y qué es lo que tú quieres?
(Ep 2x17).
Presa de conflictos y disputas internas, Zuko acaba no obstante traicionando a Iroh y consigue su objetivo (no por mano propia, ciertamente, su inconsciente nunca se lo hubiera permitido): durante un enfrentamiento su hermana Azula logra incapacitar al Avatar, la Nación del Fuego lo da por muerto, y la princesa deja que Zuko se lleve el crédito para que así caiga en deshonra cuando se sepa la verdad.
Zuko se halla entonces ante el punto al que siempre deseó llegar: su Nación lo recibe con los más grandes honores, su padre lo reincorpora como legítimo heredero, lo felicita y lo alaba por su hazaña. Pero se encuentra con que nada de esto lo hace feliz. Entiéndase: no se trata de que cumplir su misión finalmente no le trajo la honra y la aprobación paterna que tanto anhelaba, o que todo haya sido en vano. Zuko obtiene exactamente lo que siempre soñó, su padre finalmente lo acepta, lo aprecia y lo condecora, es un héroe para su nación, pero lejos de colmarlo de satisfacción plena, esto no hace sino aumentar su angustia y su frustración:
— Por mucho tiempo creí que si mi padre me aceptaba sería feliz. Ahora estoy de vuelta y mi padre me habla ¡Incluso piensa que soy un héroe! Eso suena perfecto, ¿Verdad? Debería estar contento, pero no lo estoy ¡Estoy más enojado que nunca y no sé por qué! (Ep 3x05).
Y es que Zuko logró aquello que nunca debió ocurrir: alcanzó el objeto de deseo que debía permanecer inalcanzable, el sustituto de la satisfacción plena, pero en lugar de encontrarse con la anhelada plenitud fálica que le diera sentido a su vida, se topa de bruces con su propia castración, con la falta, más inescapable que nunca.
Hay algunas escapatorias a las que el neurótico puede apelar para volver a sostener el deseo cuando logró lo imposible y ya no hay nada a lo que aspirar, cuando ya no puede refugiarse en la asintótica distancia entre el deseo y la demanda: se puede recurrir a la autodestrucción maradoniana, evadir la angustia, que ya no puede ser vedada por la vía obsesiva, a través del escape de la lucidez, y miserables sustitutos fálicos de éxtasis momentáneo hasta el colapso o el suicidio. O se puede recurrir al sabotaje de lo logrado para revivir la emoción de la búsqueda, o el aferramiento de que aún queda algo más por lograr, que esta vez sí se llegará a la plenitud si se sigue “sólo un poco más”. O se puede afrontar la falta, responsabilizarse por el propio deseo y asumir un lugar ante él. Desgraciadamente, Zuko cae en primera instancia en la segunda opción, contratando a un sicario para que acabe de deshacerse de Aang y asegure la farsa. Pero para este punto ya no hay marcha atrás: cumplir con la demanda paterna no le traerá satisfacción, y el conflicto interno que el personaje lleva cargando durante todo el transcurso de la serie ha alcanzado su mayor punto de algidez a partir de la traición contra su tío, y demanda una resolución.
Es entonces cuando un nuevo conocimiento termina por llevar a Zuko a su redención definitiva: en primer lugar, Iroh, prisionero, le revela cierta información de su linaje: su bisabuelo Sozin, el iniciador de la guerra, era un gran amigo del Avatar Roku, la encarnación antecesora de Aang, pero Sozin lo traicionó y lo abandonó a morir para evitar que detuviera sus planes de conquista. Posteriormente, exterminó a los Nómadas Aire para eliminar a la siguiente encarnación, pero supo que éste había escapado y pasó el resto de su vida buscándolo. Descubrimos entonces que Zuko no sólo está marcado por la deuda impuesta por su padre. Tanto él como su enemigo son herederos de las deudas de sus linajes: del fracaso de Sozin por acabar con el Avatar, y el fracaso del Avatar por poner fin a la guerra. Zuko, de hecho, arrastra consigo ambas herencias, enfrentadas y excluyentes entre sí, pues Iroh le hace una revelación:
— Tenías más de un bisabuelo, príncipe Zuko… Sozin fue el abuelo de tu padre… el abuelo de tu madre fue el Avatar Roku.
— …. ¡¿Por qué me estas contando esto?!
— Porque entender el conflicto entre tus dos bisabuelos puede permitirte entender la batalla dentro de ti. (Ep. 3x06).
Enterarse de esta verdad por sí sola no necesariamente hubiera llevado a un cambio repentino. En otro contexto, hubiera causado simple rechazo, negación y furia. pero a través de su propio autodescubrimiento y desarrollo personal a lo largo de su travesía, Zuko se ha vuelto capaz de tomar este nuevo significante como vía para pasar del síntoma al acto, de la duda y la inmovilidad neurótica a responder por su deseo: logra, finalmente, encontrar su propio camino como mentor del Avatar, su propio lugar como sujeto deseante, confrontar a su padre y a su nación, responsabilizarse por sus actos ante su tío y hallar su perdón.
Pasé por mucho en estos últimos años, y fue difícil. Pero me doy cuenta que tuve que pasar por todo eso para aprender la verdad: creí que había perdido mi honor, y que de alguna forma mi padre podía devolvérmelo. Pero ahora sé que nadie puede darte tu honor. Es algo que debes ganar por ti mismo, eligiendo hacer lo correcto. (Ep. 3x12).
Logra de este modo transitar finalmente su trama edípica, el padre cae de este lugar omnipotente de posesión fálica capaz de darle todas las respuestas, y ahora deberá hallarlas por su propia cuenta. Irónicamente, es gracias a esto que Zuko logra, finalmente, derrocar y ocupar el lugar de su padre.
Azula: descenso hacia la psicosis
A diferencia de Zuko, Azula era la hija predilecta y el orgullo de su padre: un prodigio de la lucha, la estrategia y el control del fuego, autoritaria, imponente y con sed de poder, se convertiría en su viva imagen y “digna” heredera. Por otro lado, la relación con su madre sería mucho más distante y dedicada a una infructuosa búsqueda por establecerle límites a su carácter sádico. Esto la haría crecer con una fuerte devoción hacia su padre y un resentimiento hacia su madre, quien consideraba que le temía y que la veía como un monstruo.
Azula desarrolla gradualmente rasgos estructurales característicos de un cuadro psicótico. En la psicosis se da un mecanismo esencial de reducción del Otro, del Otro con mayúsculas, sede de la palabra, al otro imaginario. Es una suplencia de lo simbólico mediante lo imaginario (Lacan, 1955). Se da entonces, estructuralmente, un mecanismo de compensación imaginaria de la falta del significante del Nombre del Padre, en tanto este permite mantener sujeto el nudo borromeo, la estabilidad de los órdenes simbólico, imaginario y real: Cuando el sujeto no puede asumir la realización de la metáfora paterna sólo le queda la imagen que se reduce a la misma, que no se inscribe en la dialéctica edípica pero le da al sujeto un punto de enganche y le permite la aprehensión en el plano imaginario, el sujeto queda alienado y en la búsqueda de compensar lo que le falta (Lacan, 1955). La estructura psicótica no desencadenada se sostiene de ese modo durante la vida del sujeto en una relativa estabilidad, que permite al sujeto transitar la vida a pesar del agujero estructural.
A lo largo de toda su vida, Azula se sostiene psíquicamente únicamente a través de la identificación imaginaria con el padre. Puede percibirse que no hay función simbólica operativa que introduzca a la joven a un orden social y permita la inserción como sujeto de la sociedad y del lenguaje: atrapada en su egocentrismo desde pequeña, Azula es incapaz de conectar empáticamente con otros semejantes y comprender sus estados emocionales. Su dificultad narcisista para establecer vínculos libidinales se manifiesta, por ejemplo, cuando en su niñez se entera de que su tío Iroh ha perdido a su hijo en la guerra:
El tío está volviendo a casa (…) es un cobarde y un perdedor, se enteró de que su hijo murió y simplemente se rindió.
— seguramente está triste por haber perdido a su único hijo.
— un verdadero general se quedaría a quemar Ba Sing Se hasta los cimientos, no perdería y volvería a su casa llorando. (Ep 2x07).
Su reacción demuestra una clara incapacidad para comprender las emociones de otros, de imaginarse en su posición subjetiva, o de preocuparse por otra persona. La idea de que alguien pudiera verse negativamente afectado por la pérdida de un ser querido le es completamente ajena. De niña, también especula con frío y apático pragmatismo instrumental acerca de la muerte de su tío y de su abuelo, y las consecuencias favorables que esto traería para sí misma y para el padre que es su fuente de identificación fálica:
— si el tío no vuelve de la guerra, entonces papá sería el siguiente en la línea para ser Señor del Fuego, ¿Cierto?
— Azula, no hables así, sería horrible si el tío Iroh no regresara ¿Cómo te sentirías si el primo Lu Ten quisiera que tu papá muriera?
— sigo creyendo que nuestro papá sería mejor Señor del Fuego que ese gordo amante del té… (Ep 2x07).— El abuelo ya no es el poderoso Señor del Fuego que solía ser. Seguro alguien va a tomar su lugar pronto (Ep. 2x07).
Incapaz de empatizar y de formar vínculos afectivos, Azula se relaciona con otros únicamente a través de los rasgos que su identificación paterna le han brindado como modelo a seguir: el miedo, la autoridad y la manipulación. Mantiene a sus amigos y aliados en su órbita a través de la explotación de sus debilidades e inseguridades, y sólo mantiene una auténtica preocupación y búsqueda de validación hacia su padre. En tanto pueda conservar la aprobación paterna, así como también su autoridad monárquica y el miedo sobre sus amigos/súbditos del mismo modo en que lo hace su padre, su estructura psíquica permanece inmutable.
Pero la estructura psíquica se desestabiliza cuando se presiona aquél vacío estructural, cuando el psicótico se encuentra con aquél significante que nunca estuvo inscripto, un agujero o vacío en lo simbólico, que deja al sujeto en la perplejidad, incapaz de darle un sentido. El sujeto recibe desde el campo del Otro un llamado a responder desde el significante que no posee. Es un corte tajante, una disrupción que provoca un antes y un después por efecto de un encuentro con la coyuntura dramática (Naparstek, 2010). Esto comienza a ocurrir cuando Azula es traicionada por sus dos amigas, Mai y Tai Lee. El único método que posee para controlar a los demás, para relacionarse con ellos, deja de funcionar, su autoridad y con ella su identificación con su padre omnipotente son puestas en duda. Esta traición confunde profundamente a Azula, la deja en un completo estado de perplejidad, sacude completamente su cosmovisión y sus estructuras. Es la primera vez en la serie en la que se ve a Azula perder su fría compostura y dejarse llevar por la ira irracional:
— lo que no entiendo es, ¿Por qué? ¿Por qué lo harías? Sabías las consecuencias.
— supongo que no entiendes a la gente tanto como crees. Te equivocaste, Azula. Amo a Zuko más de lo que te temo a ti
— ¡NO! ¡Tú te equivocaste, Mai! ¡Deberías temerme más! (Ep 3x15).
A partir de este punto, el comportamiento de Azula se vuelve más errático y emocional, y comienza a manifestar síntomas de una gradual esquizofrenia paranoide: en primer lugar, comienza a sospechar que todos los que la rodean conspiran contra ella, ve enemigos en todos lados y se deshace de todos sus súbditos y aliados más cercanos, quedándose completamente sola.
En ese punto un nuevo golpe a la compensación imaginaria desestabiliza aún más su estructura psíquica: Mientras prepara su campaña final de conquista, Ozai le informa a su devota hija que no lo acompañará: en su lugar, se quedará en el palacio como nueva “Señor del Fuego”, un título que, en vistas de su plan de absoluta conquista global, es insignificante, redundante y carente de valor (y la completa falta de adaptación del título paterno a la singularidad de la hija ciertamente no es casual). Azula, irritable y con su estabilidad mental pendiendo para este punto de un frágil hilo, se indigna y protesta que no puede tratarla así, “no puedes tratarme como a Zuko.” Finalmente, sin embargo, se somete a la voluntad de su Padre.
Es entonces cuando aparecen las alucinaciones: mientras se peina frente al espejo, su cabello se enreda, y Azula, quien en su escena introductoria se mostró molesta por tener un solo cabello fuera de lugar (“casi perfecto no es suficiente”) destroza su peinado con unas tijeras. En ese momento, su madre aparece en el reflejo del espejo:
— ¿Qué estás haciendo aquí?
— No podía perderme la coronación de mi propia hija.
— ¡No pretendas estar orgullosa!, yo sé lo que piensas de mí, crees que soy un monstruo.
— Creo que estás confundida. Toda tu vida usaste el miedo para controlar a las personas…
— ¡¿Y qué otra opción tenía?! La confianza es para los tontos, el miedo es la única forma confiable. Incluso tú me temes…
— No. Yo te amo, Azula (Ep 3x20).
La alucinación es un significante suelto que aparece en lo real. Sin su identificación imaginaria con el padre, sin su confianza en la intimidación y la autoridad, sólo queda una niña herida, que desconoce el amor y que se encuentra habiendo desperdiciado su vida encontrando vanamente la aprobación y el amor de su padre, volviéndose su imagen y semejanza: "¿Qué otra opción tenía?" , toda su vida fue criada para ser una máquina perfecta y despiadada, de modo que ahora no es capaz de procesar psíquicamente la idea de que su madre la amaba, y finalmente, colapsa: su fragmentación psíquica manifestada en la oportuna imagen de su reflejo en el espejo siendo destrozado al arrojarle el cepillo en llanto.
Su historia finaliza un episodio después, en el enfrentamiento final contra Zuko. Nuevamente, Azula apela a la única vía de relación que conoce: la manipulación y el miedo, y viéndose incapaz de vencer a su hermano, ataca a su compañera, Katara, por sorpresa. Zuko, que a diferencia de ella logró confrontar su propia castración, recibe altruísticamente el golpe, de modo que el enfrentamiento se reduce a Katara y Azula, que en su narcisismo y su delirio de grandeza subestima la habilidad de la joven, a quien considera una “sucia campesina”, y acaba siendo encadenada. Derrotada y derrocada, con todos sus subrogados compensatorios destruidos y sus estructuras psíquicas desmanteladas, la joven sucumbe en un doloroso brote de gritos, fuego y lágrimas.
Conclusión
El presente trabajo explorar y contrastar las coyunturas de dos complejos personajes a fin de indagar en sus estructuras psíquicas y las distintas formas de lidiar con sus síntomas y sus propias historias subjetivas. El análisis de las obras de ficción, de sus temas y personajes, son una vía privilegiada para la interrogación y la extracción de reflexiones respecto a la práctica psicológica, la existencia humana y el acercamiento de estas indagaciones al público general que pueda verse enriquecido por ellas. Desde este punto de vista, se espera que la presente exploración implique un aporte al entendimiento de las estructuras psíquicas abordadas.
El recorte sobre el amplio elenco no deja de ser arbitrario: quedan en el tintero numerosos tópicos, personajes y reflexiones en la serie abordada que podrían dar lugar a extensos escritos y análisis. De momento, la tarea se releva en el espectador que desee revisitar la obra y encontrar lo que la misma le sepa trasmitir.
Referencias:
Lacan, J. (1953). Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis. En Escritos 1. Buenos Aires, Siglo XXI.
Lacan J (1955-56), El Seminario 3, Paidós, 1984, Buenos Aires, Argentina.
Lacan J (1957-8), El Seminario 5, Paidós, 1984, Buenos Aires, Argentina.
Lacan J (1964), El Seminario 12, Paidós, 1984, Buenos Aires, Argentina.
Naparstek, F (2010). Los inclasificables en las toxicomanías y las psicosis. En Introducción a la clínica con toxicomanías y alcoholismo III, Ed. Grama, Buenos Aires.
NOTAS
Si bien si, es un punto importante los desarrollos narrativos de Zuko y Azula como puntos contrapuestos en relación a la redención y la caída en la locura respectivamente. Encuentro poco Llamativo este análisis por no decir zonzo y hasta poco imaginativo. Existen cantidades absurdas de análisis y ensayos sobre los puntos aquí explayados (sobre todo del Último Agni Kai como cúspide de ambos desarrollos).
Dado mi entendimiento sobre la naturaleza de esta página no deja de impresionarme que se haya dejado de lado el tema principal, no solo de esta serie sino de su secuela La Leyenda de Korra y las precuelas en forma de novelas relatando la Vida de la Avatar Kyoshi, que es el deber ser del Avatar como figura político-religiosa. Dejando de lado las precuelas y la secuela, esta es una temática que atraviesa la serie en su totalidad y en la totalidad de sus personajes tanto protagónicos como antagónicos como secundarios. El caso más coherente e irresistible a análisis sería el de Aang quien con 11 años se le es encomendada la tarea de traer el balance a un mundo que empieza a respirar guerra por todos sus poros en contraposición a su naturaleza pacifista.
A su vez, esta conflictiva o yuxtaposición de aspectos sobre el ser y el deber-ser se traslada a los distintos personajes (como ya dije anteriormente) y da lugar a pequeños arcos argumentales; véase, Soka y su deber ser como único hombre de su tribu y juramento a protegerla pese a ser un niño y no disponer de las herramientas pertinentes. Katara y su mini arco de personaje con el aprendizaje de la sangre control (Bloodbending) y la encrucijada ética que ese poder representa. Toph y su constante desarrollo como la más grande maestra tierra de la historia desarrollando el metal control (metalbending) aun pese a ser ciega y el estigma que eso conlleva (el necesitar protección o ser inútil) que queda obsoleto en los primeros minutos de aparición. La conflictiva de Zuko es obvia llegado a este punto,
Explayado esto, reafirmo que si bien el análisis realizado en el artículo es interesante no es novedoso y por ende reiterativo y aburrido dejando escapar la verdadera naturaleza planteada en la serie; una naturaleza entera e íntimamente ligada a la ética de ser y el deber-ser.
Amo la serie, y quisiera agregar algunas comentarios respecto de tu análisis, el que me parecio muy completo.
Me parece interesante pensar que el mandato de Azulón para "castigar" a Ozai sea el demandar la muerte de Zuko, podría verse como castigo al ser Zuko su primogénito.
Pero también nos podría hablar de como Zuko nunca es pensado como candidato al trono, al matar a Zuko sólo queda Azula para asumir ese puesto en el futuro.
Como dice en una parte Zuko "Mi padre dice que Azula nació con suerte, y yo tuve suerte de nacer."
Zuko lleva gran parte de la serie sintiendo el deseo de padre como una demanda, lo sufre, su destino, el capturar al avatar y el que su padre restituya su honor es doblemente un imposible.
La hazaña que su padre pide es impensada, el avatar lleva perdido cien años, no sólo es compensado sino que hasta el momento no representa ningún peligro para la nación del fuego.
Por otro lado, pensando a Zuko del lado desde la neurosis obsesiva, el cumplimiento del deseo también es otro imposible; cada vez que se acerca a su realización lo anula.
Considero que es interesante que sea esta decisión de asumir la falta, su propia castración y hacer su propio camino, en relación a su propio deseo. El ser maestro del avatar y ayudarlo en su cruzada por derrotar al señor del fuego lo que lo lleva en última instancia a ser coronado como el señor del fuego trayendo paz a su nación.
El Avatar es una serie que vi y volví a ver muchos años antes de estudiar en la Facultad de Psicología y al leer el artículo recordé las escenas de la serie sorprendiéndome el análisis de las estructuras de los personajes. Se ve muy claro en el articulo los síntomas de la estructura de Azula y Zuko. En Zuko se ve cómo neurótico obsesivo busca evitar el deseo del Otro reduciendo a una demanda: el obsesivo no desea nada por sí mismo, dando sentido a su deseo por la demanda de un Otro completo al que no le atribuye falta(su padre) y así evita el saber respecto al propio deseo, ya que saber del deseo implicaría saber de la propia falta, confrontar la castración. Con respecto a confrontar su castración, Zuko lo logra casi al final de la serie. En cuanto a Azula es un personaje que por momentos me parece que pasa desapercibida pero con mucho material para analizar como se desarrolla en el artículo. Me pareció muy interesante pensar en la desestabilización de Azula con respecto a cuando se le cuestiona la figura del padre con la traición de las amigas.
¡Hola! Este trabajo me pareció profundo y acertado, mostrando los grandes matices que las series animadas pueden desarrollar en sus tramas argumentales utilizando el desarrollo de personajes y los contextos elegidos como reflejos de problemáticas fundantes del ser humano, engañando apariencias banales y superfluas. Los análisis de Zuko y Azula son muy interesantes: sobre todo llamó mi atención lo causal del nombramiento de Azula como ’Señor del Fuego’, a pesar de ella ser una mujer, mostrando claramente la identificación imaginaria con su padre que sostiene su estructura psicótica. Eso me llevó a reflexionar a qué nivel las palabras inciden sobre nuestro psiquismo y nuestra realidad, funcionando como artefactos subjetivantes. Un saludo.
Felicitaciones por el artículo, gran trabajo de articulación. Soy muy fan de la serie y me alegra ver que se analice con tanto cariño desde un eje que no encuentro muy seguido.
Un detalle que siempre me llamó la atención de esa escena de Azula frente al espejo cuando alucina con su madre, es el contraste que hay con su presentación como personaje en el primer episodio de la segunda temporada. En ese punto, un solo cabello fuera de lugar en la ejecución de su relámpago era signo de imperfección y derrota. No me parece casual que se retome esto de nuevo para esta escena tan crucial. Intenta cortarse el pelo sola (porque echó a todos sus sirvientes como parte de su delirio persecutorio) y es en ese momento en el que falla y queda hecho un desastre que aparece la figura de la madre, comentando sobre este mismo tema. También me gusta mucha la frase que utiliza antes de dar el corte “Ok cabello, es hora de enfrentar tu destino.” Casi como si encontrara un enemigo en una parte de su propio cuerpo.
Otra cosa que me siempre me fascinó de este dúo tan particular de hermanos es cómo, a pesar de haber crecido en el mismo entorno familiar disfuncional, cada uno lo vive de formas casi opuestas. Esto habla de la subjetividad de cada ser humano, de lo que lo hace único y diferente por más que hayan recibido crianzas similares.
Te felicito por este análisis que es excelente, fue fascinante poder analizar mi serie favorita animada, desde el campo del psicoanálisis. De hecho, por los dichos de Iroh que mencionaste, podríamos afirmar que hubieron psicólogos involucrados en la trama y en el desarrollo de los personajes. Estoy totalmente de acuerdo con las estructuras de neurosis obsesiva de Zuko y psicosis de Azula. Y si hay algo que a través de estr análisis reflexioné, es sobre como el sentido de pertenencia juega un papel determinante en los finales de Zuko y Azula. En cuánto a Zuko, podemos observar que el encontrar un grupo de pertenencia junto a Aang, Katara, Sokka y Toph, finalmente logra la estabilización psíquica, en especial gracias a Aang, quien a pesar de todo lo que Zukko le hizo, siempre lo trató con bondad y le dió muchas oportunidades, ya que confió en que Zukko no era malo realmente (a diferencia del señor del fuego, padre de Zukko). Así mismo, gracias a este grupo, el príncipe logra la exogamia, creando así una identidad propia, por fuera de la que le otorgaba su familia. Sin ellos, esto no habría terminado igual. Y en cuanto a Azula, ocurre lo contrario, pierde a su grupo de pertenencia, sus amigas la abandonan, y así se desencadena, como bien explicaste, su psicosis que se encontraba estabilizada. Concluyo así, la importancia de tener un buen grupo de pertenencia el cual brinde bienestar, ya que el humano es un ser social que necesita de las relaciones con otros, para poseer buena salud.
Hola! Me encanto el escrito, me parece que el recorrido es claro y muy interesante.
Me gustaría comentar algunas observaciones sobre el personaje de Zuko y su travesía para separarse de la demanda paterna. En primer lugar, me parece interesante que, al momento de descubrir la historia de sus abuelos y unirse al Avatar, surge un síntoma: Zuko pierde su fuego control. Este hecho no parece casual, ya que constituye un momento de conmoción subjetiva para el personaje. La verdad que descubre no puede ser asumida de golpe, tambalea las identificaciones imaginarias hacia su padre y su nación, y el síntoma emerge como respuesta: Si el fuego representa la figurar de un padre atroz y una nación bélica, será impedido de producirlo, en tanto su lugar como deseante es otro.
Ante esto, un viaje con Aang a una antigua tribu del fuego le revela una nueva significación del elemento que domina: El fuego no es únicamente destrucción, sino que es dador de energía y vida. Este hecho le permite reposicionarse subjetivamente, encontrando un nuevo lugar en la línea de filiación. Su lugar no se encuentra dentro de la demanda de destrucción y conquista que impuso su padre y una parte de su nación, sino que se posiciona en serie con las enseñanzas de su tío y su bisabuelo materno. En ese sentido, Iroh puede entenderse como una nueva figura paterna que habilita el surgimiento de la verdad y el deseo, más que el padre psicotizante que encarna Ozai. Ante esta posibilidad, Zuko logra librarse de su síntoma bajo un cambio en la posición subjetiva.
Buenas! Me gusta mucho la serie y me gustó mucho tu trabajo. Mientras leía la parte sobre Azula se me vino a la mente el momento en que su padre la nombra Señora del Fuego y él se autoproclama Rey Fénix y reflexioné algunas cuestiones respecto de ese momento. Luego seguí leyendo y vi que habías tomado ese mismo momento para analizar así que dejo mis reflexiones para sumar un punto de vista.
Ozai le comunica a Azula su decisión de forma fiel a su estilo cruel y carente de empatía, se generan unos instantes en los que ella piensa que él la está dejando realmente de lado y sería interesante pensar qué hubiera pasado respecto de la compensación imaginaria que planteás (un momento así lo veo en Ramsey Bolton en Game of Thrones, no se si la viste).
También me pareció interesante pensar el momento de asunción como Señora del Fuego en relación a si tiene o no "los títulos en el bolsillo" como plantea Lacan para poder responder de ese lugar y si esto tiene un papel importante a la hora de pensar como su salud mental se va deteriorando.
A la vez pensé en la figura de Ozai como ese padre no atravesado por la ley que vemos en la teoría sobre psicosis y cómo esto se ve cuando vemos esa misma escena donde se nombra a si mismo Señor del Fénix. La primera vez que vi esa escena me reí mucho por el carácter exagerado de la misma y creo que eso tiene que ver con ese poder absoluto que tiene que de no ser por el Avatar hubiera podido ejercer de manera totalmente devastadora. Un saludo!
Película:Avatar: La leyenda de Aang
Titulo Original:Avatar: The Last Airbender (Avatar: The Legend of Aang)
Director: Michael Dante DiMartino, Bryan Konietzko
Año: 2005
Pais: EEUU
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