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¿Un sueño adolescente, una pastelería… familiar una familia en tokio?

por Domínguez, María Elena

Universidad de Buenos Aires

Resumen:

Una adulta mayor: Tokue, como una tímida jovencita, se acerca a una pastelería de Dorayaquis, un postre tradicional japonés elaborado con pasta de judías (anko), no sin antes observar con asombro el árbol de cerezos al que parece hablarle y al cual ella pareciera escuchar. Ese es su árbol favorito y, en ese momento, se encontraba repleto de sus flores blancas, pues era la primavera. Un árbol que en su cultura representa lo efímero de la vida y que, también, es el símbolo de los guerreros. Ella está esperanzada en encontrar trabajo ahí. Pero no es cualquier trabajo para esta mujer de setenta y cinco años, es su vida misma, y otro lugar dónde habitar y, finalmente, un legado que dejar. Para Tokue, preparar pasta de judías en esa pastelería, no es sólo un trabajo. No es una cuestión monetaria, otras razones se contabilizan es ese lugar para ella.

Palabras clave: adultos mayores | derechos | parentalidad | autonomía

A Teenage Dream, a Pastry Shop... A Family in Tokyo?

Abstract:

An older adult: Tokue, as a shy young girl, approaches a pastry shop for Dorayaquis, a traditional Japanese dessert made from bean paste (anko), but not before gazing in wonder at the cherry tree that seems to speak to her and to which she seems to listen. That is her favourite tree and, at that moment, it was full of white blossoms, for it was spring. A tree that in her culture represents the ephemeral nature of life and is also the symbol of warriors. She hopes to find work there. But it is not just any job for this seventy-five year old woman, it is her life itself, and another place to live and, finally, a legacy to leave. For Tokue, making bean paste in that bakery is not just a job. It’s not just a monetary issue, other reasons are also important to her.

Keywords: older adults | rights | parenting | autonomy

"He hablado con las judías (semillas con las que se prepara el dulce de los pastelillos), he escuchado su voz, he visto el camino que recorrieron antes de llegar a la tienda: el sol que las abrazó, el agua que las regó. He visto cómo crecieron y cómo ahora están acá. La cocina es el arte de escuchar”

TOKUE, La pastelera

“todo en esta vida tiene una historia que contar y que cualquier vida está llena de significado.”
NAOMI KAWASE, La directora

1. Los cerezos en el inicio y un pedido

Una adulta mayor: Tokue, como una tímida jovencita, se acerca a una pastelería de Dorayaquis, un postre tradicional japonés elaborado con pasta de judías (anko), no sin antes observar con asombro el árbol de cerezos al que parece hablarle y al cual ella pareciera escuchar. Ese es su árbol favorito y, en ese momento, se encontraba repleto de sus flores blancas, pues era la primavera. Un árbol que en su cultura representa lo efímero de la vida y que, también, es el símbolo de los guerreros.

Ella está esperanzada en encontrar trabajo ahí. Pero no es cualquier trabajo para esta mujer de setenta y cinco años, es su vida misma, y otro lugar dónde habitar y, finalmente, un legado que dejar.

Sabe que su condición física no es la mejor para ser elegida, sus manos deterioradas, deformadas por una enfermedad que la ha mantenido aislada: la lepra, hoy llamada enfermedad de Hansen, su edad, su timidez y su poco roce social. Sin embargo, se siente alentada porque el cartel del anuncio busca un ayudante sin límite de edad y pregunta si eso es cierto. La respuesta positiva la sorprende, le genera alegría debido a que no hay lugar, generalmente, para los adultos mayores en el mundo laboral. El jefe, Sentaro, encuentra en Tokue mucho interés por el espacio ofertado y que está dispuesta a trabajar por cualquier salario con tal de preparar anko en esa pequeña pastelería. En ese primer encuentro no lo logra, pero se va comiendo un dorayaqui que le es regalado, anunciando que volverá. Y así lo hace. Al día siguiente regresa con un papel con su nombre Tokue Yoshii. Él le dice que no puede contratarla. Ella sabe de sus manos y acepta trabajar por 200 yenes en lugar de 600 la hora y agrega: “siempre he querido dedicarme a esto… llevo 50 años preparando anko”, mientras le entrega un paquete con el anko preparado por ella con esas pequeñas y deformes manos pues el que él prepara, según su opinión la masa está bien, pero la pasta de judías/frijoles no es muy buena. Toma el envase, lo abre y al ver que el anko tiene trocitos lo tira a la basura, luego decide probarlo desconfiando de su calidad y luego del primer bocado continúa comiéndolo al darse cuenta de que era increíble.

Para Tokue, preparar pasta de judías en esa pastelería, no es sólo un trabajo. No es una cuestión monetaria, otras razones se contabilizan es ese lugar para ella.

2. El encuentro con el otro, con un otro

La estación ya ha cambiado. Los árboles han perdido sus flores y ella regresa. Es recibida de otro modo con un me da gusto verla. Ella se detiene en ese árbol de cerezos al que saluda y comenta la pérdida de sus flores, se ve allí su tiente infantil en ese hablar con los árboles y escucharlos. Sentaro, contento de verla, le cuenta que probó su pasta de frijol y es deliciosa y decide contratarla sólo para que la haga ya que para él es difícil de hacer. Wakara, la adolescente que concurre diariamente a llevarse los dorayaquis que no salieron bien, también está contenta de verla y que acepte trabajar ahí.

En la conversación, Tokue le cuestiona al cocinero, devenido el jefe, si hace su propia pasta de judías. Al notar la mala costumbre de pedir el anko a granel, Tokue le advierte al cocinero que debería hacer el suyo propio pues esta pasta debe llevar sentimiento, y recalca que ella lleva medio siglo haciendo la suya. Finalmente empezarán al siguiente día, antes de que salga Don Sol. La nueva cocinera asegura que no va a llegar tarde porque se levanta como los pajaritos, mientras ríe tapando su boca al irse.

Al día siguiente llega a la pastelería presta para cocinar, cuando llegue el jefe, lo que considera el alma de esa golosina, su pasta. Un nuevo acuerdo es realizado con él quien se encargará de lo pesado: las ollas.

Tokue comienza el trabajo con los frijoles que quedaron remojados por la noche. Los selecciona, los lava. Los echan en la olla de cobre, se cocinan un rato, se traspasan a un colador con mucho cuidado para que drenen y los lava para que no queden amargos. No pueden romperse. Su cocción es explicada como una ceremonia de lavado y cocción, en donde el olor del vapor que cambia indica el punto justo de cocción.

Dos cosas no pueden ocurrir: estar amargos y romperse. Ella expresa: somos sus anfitriones, de los frijoles, que vinieron del campo. Llega la hora del agregado del azúcar, se revuelve en el fuego ya sumergidos en nueva agua. El jefe pregunta ¿cuánto hay que esperar? Ella responde que eso es un insulto, hay que dejar que los frijoles se acostumbren a la dulzura, como en una primera cita de una pareja. Insiste y ¿cuánto tiempo hay que esperar? Dos horas responde, eran las nueve, justo para abrir a las once.

Los sigue vigilando y dice éste es el momento crítico si se queman se arruinan, le indica al jefe, lleve la espátula al fondo de la olla, derecha, no remueva con fuerza para que no se rompan ni se aplasten agrega un puñado grande de una sustancia gelatinosa, se integra y listo. Se los saca del fuego y los colocan en un recipiente metálico.

El jefe comienza a hacer la masa y prepara un dorayaqui para cada uno, aún con la pasta caliente. Ambos lo disfrutan y él le dice a su colega que es la primera vez que se come uno entero: ¡al fin un dorayaqui que soporto! Ella le pregunta ¿por qué tiene un puesto de dorayakis? No logra entender por qué tiene ese puesto si no le gustan, si le gusta beber por qué no pone un bar. Se hace un silencio y deciden abrir.

La pasta es elogiada por todos: tiene trocitos, es tan suave, es la estrella ¿los mejoraste? Al día siguiente le dice a Tokue que la pasta de frijol tuvo excelentes críticas fue todo un éxito, hemos agotado la producción. Se escucha un sigan trabajando, el jefe desconcertado la mira, a usted no jefe, a los frijoles. Él le cuenta mientras cocina que las niñas que van siempre estaban entusiasmadas, lo que produce en ella ganas de conocerlas a lo que le responde que son muy ruidosas. El pacto era que ella se fuera cuando terminara con la pasta antes de abrir. Pero ese día la cola es grande y, finalmente la cocinera lo ayuda con la venta.

El ser vista hace que vaya a inspeccionar la mujer del dueño del local al cual el jefe le debe dinero. Por primera vez, se habla de la enfermedad de Tokue y los problemas de salubridad podría traerle el que ella siga trabajando allí. En el fondo se trata de ubicar en su puesto otro ayudante, un sobrino y adosar a los dorayakis otros productos para ofrecer a los jóvenes que siempre tienen hambre.

Los tres personajes centrales despliegan sus vidas singulares entre el dulce, la cocina y los árboles de cerezos. El punto de encuentro de ellos es la pastelería de dorayakis, centro del film. Son tres historias que se unen por la presencia de Tokue, quien encontró un lugar que tanto añoraba en esa diminuta cocina y va tejiendo un lazo, escena a escena. Tokue no se limita a cocinar el anko. Ella les habla, los escucha, recibe a los frijoles como invitados de honor, pero también a su jefe silencioso y con una apariencia consternada y a la solitaria colegiala. Tres existencias, silenciosas que pasarían desapercibidos si no fueran tocados por la dulzura del anko como la de su cocinera.

La crítica ha ubicado en este film en el tratamiento y el diálogo entre tres formas de exclusión social: por motivos de salud, por causas económicas y familiares. Nuestra lectura se centrará en el lugar de los adultos mayores en lo social considerando que tienen algo para contar si hay una quién pueda escuchar, pero no sólo eso, su experiencia de vida, puede posibilitar otro modo en que la vida sea leída y vivida. Un lugar para transmitir experiencia a otras generaciones, en este caso, la posibilidad de superación pese a las dificultades de salud que parecen haberla excluido de hacer lo que quería: cocinar anko, o no, pues como ella misma nos lo anuncia: lleva cincuenta años cocinando ese dulce tan peculiar.

3. Los adultos mayores y su tratamiento

En el film pueden seguirse los estereotipos más frecuentes respecto de los adultos mayores, sólo por el hecho de ser mayor de sesenta años. Esta discriminación negativa per-se, en tanto no toma en cuenta cada una de las vejeces, se produce en función de la perspectiva cognitiva considerada deteriorada. Así, gran parte de integrantes de la sociedad comparte las mismas características sin distinción alguna: “están socialmente aislados, “son todos muy parecidos”, “están enfermos, son frágiles y dependen de otras personas”, “la mayoría tiene deterioro cognitivo”, “están deprimidos” o “son difíciles de tratar dado que con los años se vuelven más rígidos” (Losada Baltar, 2004). Todas ellas presentan en común la dificultad para este grupo etario de ejercer su autonomía a lo que se adhiere la idea de su no productividad para la comunidad.

En materia de derechos, los adultos mayores, desde el exterminio nazi, del cual también fueron objeto, han sido los grandes olvidados a la hora de su resguardo: “todavía muchas personas mayores no cuentan con un instrumento jurídico propio en el campo de la ONU, a pesar de la discriminación, el maltrato y la vulnerabilidad que sufren en todo el mundo”. No obstante, hallamos varias legislaciones que se han ocupado de dicha problemática y se han erigido como herramientas éticas, de protección jurídica de sus derechos humanos, a saber:

  1. En los «Principios de Naciones Unidas a favor de las Personas de Edad» aprobados por la Resolución 46/91 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 16 de diciembre de 1991, se consideraron los siguientes principios: autorrealización, independencia, participación, cuidados y dignidad como fundamentales de preservar y promover en los adultos mayores.
  2. En el marco del Consejo de Derechos humanos de la ONU, la Argentina presentó, en 2013, la resolución A/HRC/Res/24/20 que fue adoptada por consenso, estableciendo por primera vez un apartado independiente sobre los derechos humanos de las personas mayores, destinado a evaluar la aplicación de los instrumentos internacionales vigentes en materia de derechos humanos. Es necesario también considerar que dichos instrumentos de aplicación deben hallarse en relación con las problemáticas locales, concretamente con las situaciones que viven a diario.
  3. La OEA, el 15 de junio de 2015, aprobó la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas mayores estableciendo en su artículo primero que: “su objetivo es promover, proteger y asegurar el reconocimiento y el pleno goce y ejercicio, en condiciones de igualdad, de todos los derechos humanos y libertades fundamentales de la persona mayor, a fin de contribuir a su plena inclusión, integración y participación en la sociedad” y se agrega, que todas las disposiciones no podrán interpretarse “como una limitación a derechos o beneficios más amplia o adicionales que reconozcan el derecho internacional o las legislaciones internas de los Estados parte, a favor de la persona mayor”. Se refiere en su artículo dos concretamente a cuestiones como: abandono, cuidados paliativos, discriminación por la edad, maltrato, negligencia y define qué se considera un adulto mayor. Vemos que Tokue, ingresa en esa categoría y varias de esas cuestiones resguardadas se ponen en juego en el entramado del film.

Las legislaciones detalladas que los asisten circunscriben el campo del derecho y de los derechos de los adultos mayores que los resguardan como sujeto autónomo, con conciencia y voluntad, capaz de dirigir sus acciones. Cuestiones que, en el caso de los mayores, generan controversia en tanto se considera su autonomía disminuida y decreciente. Estas reglamentaciones son el telón de fondo para una de las lecturas que hacemos del film, pues establecen un cuidado desde lo jurídico, desde convenciones internacionales para salvaguardar las vejeces y ubicar allí los derechos que las amparan.

En la sociedad, cada vez, los seres humanos viven más tiempo (la pandemia Covid-19 puso al frente este dato) lo que lleva a considerar la implementación de ciertos dispositivos, con el fin de disponer el modo de albergar a este grupo etario integrante del tejido social, generando una convivencia acorde sus necesidades. Haciéndole lugar a sus existencias valorándolos y pudiendo establecer otro lazo diverso, lazo que hace al legado, a la herencia, a aquello que pueden transmitir de su experiencia de vida a las futuras generaciones. Esto claramente se ve en esta cocinera en tanto hay tres generaciones a la vista, protagonistas del film: la de ella, la del jefe y la de la colegiala adolescente.

Ahora bien, más allá de los derechos que los asisten nos interesa dar lugar al sujeto del padecimiento psíquico. Tal como lo estableciera la jueza de la Corte Suprema de la Nación Elena Highton de Nolasco, en un informe de prensa del año 2009 “una política de justicia debe brindar a todos los ciudadanos la posibilidad de protección de sus propios derechos, pero no necesariamente a través de la vía jurisdiccional. Es necesario diseñar y alentar una protección accesible, plural y heterogénea, y no es menester –a veces ni siquiera conveniente– que sea a través del poder Judicial” (Dabove: 2015, p. 42). En efecto, hay otros modos de dar lugar a las vejeces en el entramado social.

Una vuelta más, esta historia nos sumerge en diversas historias pues todos tienen algo que contar, siempre y cuando haya quien escuche. Tokue, abre una vertiente, la que hace al lugar en lo social de los enfermos de lepra destinados al leprosario. Los cuales durante décadas fueron excluidos de la vida pública en Japón, debido a una ley del año 1953, que los confinaba a la fuerza en centros especiales, cuasi guetos, siendo apartados de la vida urbana donde eran sometidos a estrecha vigilancia, se los esterilizaba, pese a que la lepra no es heredable y no se les permitía salir sin permiso.

Todo ello siguió igual pese a que, en 1960, la OMS había advertido de que tales medidas no eran necesarias en absoluto. La permanencia de estas nos es dada a ver aquí. Finalmente, la “Ley de prevención de la Lepra” que obligaba a apartar a las personas que poseían esta enfermedad no existe ya en el Japón actual, desde 1996. Sin embargo, no fue un camino fácil la inserción de las personas que la padecían en la sociedad. Como a Tokue, la mayoría de ellas no sabían a dónde ir luego de salir del cautiverio. Habían pasado la mayor parte de su vida aislados y sin contacto con sus familias. Actualmente, sigue siendo un estigma grave sufrir dicha patología, pues continúa siendo objeto de segregación de muchos seres humanos afectados por ella. Nuevamente, las diferencias subjetivas, no se incluyen, aunque haya condiciones de salubridad, sobre sus cuerpos que no lo impida.

4. Tres existencias y sus duelos

El derecho a la vejez denominado también en algunos lugares derecho a la ancianidad se ha convertido en una especialidad transversal que demanda una respuesta integral para la inclusión y protección de las personas en la última etapa de su vida. Ahí ingresa la otra vía que abre Tokue para considerar: la que alude al sujeto del padecimiento psíquico. Ella con su presencia anuda tres generaciones, tres subjetividades, cada una con su propia historia, cada una con duelos pendientes. El modo en que ella se relaciona con el afuera y cómo lo mira asombrada, como si fuera una niña que lo descubre por primera vez, y así lo es, no alude al tinte infantil que se adosa a los adultos mayores, da cuenta de su modo de oír y escuchar y producir el despliegue de las singularidades con las que se topa pues, como bien lo enuncia cada uno de nosotros le da sentido a la vida de los demás.

De ese modo ella va en busca de logar el trabajo tan deseado. Trabajo que le da la ocasión de, poco a poco, hallar otro lugar para sí con nuevos otros. Se interesa, de esta manera, por la vida de Wakara y su pajarito Marvy, dado que ella considera que son seres libres, diciéndole que es lindo ser joven y que ella es afortunada, cosa que la joven no cree por su situación familiar. Lo dice todo allí sin contar su historia y padecer. Ella es feliz con su presente que le confiere una nueva oportunidad, pero sostiene también que para ello hay que trabajar duro, que todos tenemos nuestras historias, pero se puede hacer algo con ellas, sea el momento de la vida que sea, uno puede procurarse ser feliz.

La joven es la primera que le pregunta, ingenuamente por sus manos. Tokue le cuenta que a su edad quería enseñar japonés, leer poesía con sus alumnos, pero sus dedos le crecieron torcidos, estuve enferma de joven.

Los clientes comienzan a temerle por sus manos y pese a que de nuevo han florecido los cerezos no se venden los dorayaquis. Sentaro cierra la pastelería y ambos se toman el día, solo que Tokue no regresa. Su ausencia ha hecho mella en Sentaro y Wakara. Se preocupan por ella y deciden ir a buscarla, han empezado a sentir la vida de otro modo. Ingresan al leprosario o casa de retiro y la ven bastante deteriorada en su salud. Sin embargo, Wakara le deja a su cuidado su canario pues debe sacarlo de su casa, en la que no aceptan mascotas, y cree que con ella será feliz.

Tokue se encuentra muy alegre de verlos. Parece que el viento, le ha dicho a Sentaro que se comunicara con ella, él ahora escucha de otro modo. En ese encuentro se producen algunas confesiones o relatos guardados celosamente. Tokue les cuenta que hace diez años falleció su esposo y que se sentía muy sola. Que vive allí desde que tenía la edad de Wakara, que llegó con su hermano, que la trajo y la dejó en la estación, no se acercó al lugar y le indicó que debía quedarse ahí por tener lepra. Comenta que su madre le hizo una blusa, la noche anterior, para ir a ese lugar, pero cuando llegó todo fue cortado y no volvió a ver la blusa. En ese nuevo lugar conoció a Yoshiko, su amiga, con la que hicieron muchos dulces, incluso se ríen porque están probando el contraste del dulce con lo salado. Le agradece al jefe por lo amable que fue con ella y que la pasó muy bien. Lo alienta diciéndole que todo va a salir muy bien. Wakara le deja su canario.

Ese encuentro produce en Sentaro el relato de un suceso muy íntimo que le hace llegar vía una carta: para ser franco por motivos totalmente distintos pasé mucho tiempo alejado de la sociedad, tres años antes de llegar al puesto yo trabajaba en un bar. Intentando parar una pelea me puse violento, dejé a una persona con una grave discapacidad. Mientras estaba en prisión mi madre venía a verme, pero murió antes de que quedara libre. Ya no podía escuchar mis historias. Desde entonces no he podido escuchar la historia de nadie. Por primera vez, le cuenta el motivo de su soledad y tristeza ubicándola como madre.

Las remodelaciones en la pastelería comienzan con el objetivo de alimentar a los jóvenes que siempre tienen hambre, pero Wakara y Sentaro sienten que pierden su lugar y su hambre es diversa. Cada uno, por separado decide ir a ver a Tokue. Se encuentran allí y temerosos deciden entrar pues creen que encontrarán lo que han buscado por todas partes, pero en el fondo dudan de la salud de Tokue. Los recibe Yoshido, su amiga quien les da la noticia de que falleció hace tres días de neumonía. Ustedes entendieron bien los sentimientos de Tokue y los lleva a la habitación. Con sus manos muy deterioradas abre un envoltorio de tela mientras les dice le habría gustado que tuvieran esto. Son todos sus elementos de cocina en los que está grabado su nombre. Ese era uno de sus legados, lo único material que poseía. Pero les dejó algo más grabado en un viejo grabador. De nuevo, los invita a escuchar y oímos: No sé si esto les llegue, espero que sí. Primero Wakana, debo disculparme, prometí cuidar a Marvy pero lo dejé ir enseguida, al oírlo cantar me decía déjame ir, lo siento. Como sabes no tuve hijos, me embaracé pro no me permitieron tener al bebé. La primera vez que lo vi, jefe, iba en mi paseo semanal inspirada por la dulce fragancia del aire. Fue entonces que vi su cara, tenía ojos tristes Era una mirada que me hizo preguntarme ¿por qué sufre así? Porque alguna vez yo tuve la misma mirada. Era la mirada que tenía cuando creía que no volvería a salir. Fue como si me sintiera atraída hacia su negocio, y de repente, me vi parada ahí. Si mi hijo hubiera nacido, ahora tendría aproximadamente su edad, jefe. Sabe esa noche la luna llena me susurró: quería que me vieras, por eso estaba brillando.

Luego de oír su voz dedicada a ellos Yoshido los lleva a dónde está enterrada mientras dice no podemos tener lápida, así que plantamos un árbol éste es el de Tokue: un cerezo, acaba de dar flores. Si la luna brilla sabes que es Tokue.

Y los dos huérfanos otra vez, pero con una ganancia subjetiva, saben dónde hallarla, ella ha marcado sus vidas a fuego lento y amoroso como la cocción de las judías del anko, no requieren lápida que recuerde su paso por el mundo. Resuenan las palabras de Tokue: sabe jefe llegué a este mundo para verlo y escucharlo, siendo ese el caso cada uno de nosotros significa algo en nuestra vida.

Se nos deja espiar sus existencias luego de la muerte de Tokue entre cerezos en flor y los sonidos en la ciudad: una conjunción perfecta. Wakara yendo al colegio mira los cerezos en flor y escucha el piar de los pájaros y ve al jefe con un puesto en la calle, en una plaza, utilizando para cocinar los elementos de Tokue, bajo los cerezos. Su cara expresa su felicidad, es libre y ofrece sus dorayaquis a los transeúntes ¿quién quiere un dorayaqui? Pues sabe que son algo más que para saciar el hambre.

Dos cosas, por un lado, ante la destrucción de las garantías de la palabra nos preguntamos “¿cómo construir otro al cual hablarle?” (Davoine & Gaudillière, 2011, p. 62). Un modo de relacionarse es inventado una otredad a la que escuchar y que sepa escuchar inventarse así, un nuevo vínculo con el otro, pero también, un nuevo lazo entre el pasado, el presente y el futuro que permita hacer frente a la incertidumbre y no reciclarla encontrando nuevas normas de vida con el otro que se ha perdido (Domínguez, 2014). Por el otro, los duelos rondan la trama. Como señala Freud “el duelo es, por regla general la reacción frente a la pérdida de una persona amada o de una abstracción que haga sus veces, como la patria, la libertad, un ideal, etc.” (1915, p. 241). Los tres personajes pasan por duelos diversos, pero el duelo final da cuenta de cómo se conserva un rasgo del otro en el yo. Y, esa otredad nueva, da la oportunidad de cambiar el rumbo, familia mediante construida por tres. Función subjetivante del duelo en tanto a ese otro perdido se lo conserva en esa reconstrucción que hace cada sujeto afectado con su pérdida.

5. Breves conclusiones: el discurrir del tiempo y la vida

Para finalizar, podemos remarcar la elección de hacernos ver en el film las cosas efímeras, los detalles más nimios, por medio del particular uso del recurso del tiempo mostrándonos lentamente la historia. Leemos en ello más allá de esa evidente intención una ceremonia que nos es ofrecida como la cocción del anko, la que nos es contada, paso a paso, con delicadeza. La que caracteriza a Tokue, una mujer enferma de lepra que aúna a los otros dos protagonistas Sentaro, el jefe y Wakara, la colegiala, convocados por su pasta de judías y los maravillosos dorayakis que preparan y disfrutan. Ella nos demuestra que pese a la realidad que le tocó vivir en el encierro nunca perdió el deseo de producir sus dulces y de relacionarse con los otros. Toda una guerrera.

En el final de la película, vemos como Tokue con la sabiduría adquirida por la experiencia de vida ha hecho mella en esas existencias, las de sus nuevos amigos, devenidos familia y sus situaciones.

En este sentido, nos introduce en el desafío de pensar maniobras que incluyan modalidades graduales de apelar a la ley, apuntando a la responsabilidad y autonomía regresiva de los sujetos para lograr regular el goce de los excesos que limitan sus posibilidades de disfrute pleno en este marco institucional en que viven (Domínguez & López, 2018, p. 29).

Por último, este film amorosamente nos introduce en el mundo de una adulta mayor recluida por su condición de salud, olvidada fuera de su residencia, los actuales leprosarios, algunas casas de estadía, que un día sale a cumplir su deseo más íntimo y con su toque, Tokue, teje una trama en la que se despliegan esos duelos diversos, que hubieran quedado detenidos por el dolor que ocasionan.

Referencias:

Amadasi, E. & Tinoboras, C. (2015) Barómetro de la Deuda Social con las Personas Mayores. Condiciones de vida e integración social de las personas mayores: ¿diferentes formas de envejecer o desiguales oportunidades de lograr una vejez digna?. Argentina, Buenos Aires: Educa, 2015. Disponible en el repositorio Institucional UCA. Disponible en: https://repositorio.uca.edu.ar/handle/123456789/8116

Davobe, I. (2016) Derechos humanos de las personas mayores en la nueva convención Americana y sus implicancias bioéticas. Revista Interamericana de Bioética (16)1, pp. 38 - 59. Disponible en: http://www.scielo.org.co/pdf/rlb/v16n1/v16n1a03.pdf

Davoine, Françoise y Gaudillière, Jean Max (2010): El acta de nacimiento de los fantasmas, Colección Seminarios, Fundación Mannoni, Córdoba, 2010.

Davoine, Françoise y Gaudillière, Jean Max (2011): Historia y trauma. Locura de las guerras, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2011.

Domínguez, M. E. (2014): “El nudo de la Historia”. Memorias VI Congreso Internacional de Investigación y Práctica profesional en Psicología, XXI Jornada de Investigación de la Facultad de psicología y IX Encuentro de Investigadores de Psicología del MERCOSUR: "Adicciones: desafíos y perspectivas para la investigación científica y la práctica profesional”. Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires. Tomo Psicoanálisis, pp.154-157.

Domínguez, M. E. (2016): “Problemas actuales de la ética: la universalidad en la aplicación del campo del derecho a la identidad, la autonomía de goce y la posición sexuada en tiempos del discurso capitalista”. Inédito.

Domínguez, M. E. (2017): “Los adultos mayores ¿una apuesta para la aplicación de los derechos humanos?”. Inédito.

Domínguez, M. E. & López, G. (2018) Desafíos éticos en la práctica con adultos mayores: un caso por partida doble y un recorrido posible. Memorias X Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología, las XXV Jornadas de Investigación en Psicología y el XIV Encuentro de Investigación en Psicología del MERCOSUR. “Nuevas tecnologías: subjetividad, vínculos sociales”. Facultad de Psicología. Universidad de Buenos Aires. Tomo 2. Ética, pp. 27-30

Freud, S. (1915) “Duelo y melancolía”. Obras completas, Vol. XIV, pp. 237-255. Argentina, Buenos Aires: Amorrortu Editores.

Losada Baltar, A. (2004) Edadismo: consecuencias de los estereotipos, del prejuicio y la discriminación en atención a las personas mayores. Algunas pautas para la intervención. Portal Mayores. Revista, 2004, N°14. En:
http://envejecimiento.csic.es/documentos/documentos/losada-edadismo-01.pdf

OEA. (2015). Convención interamericana sobre la protección de los derechos humanos de las personas mayores

UNESCO (2005). Declaración Universal Sobre Bioética y Derechos Humanos.



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COMMENTS

Message from María Elena Domínguez  » 31 de octubre de 2023 » menadomin@gmail.com 

A partir de la preparación amorosa de un dulce tradicional tres generaciones se unen. La tediosa rutina es transformada por la irrupción de Tokue y sus gestos. Una invitación a introducirnos en el mundo de una adulta mayor que logra con su hacer producir lazo con otros. Algo impensado para los incrédulos dada la edad de quien introduce una novedad en esa situación situándose a la altura de su acto.



Message from María Elena Domínguez  » 31 de octubre de 2023 » menadomin@gmail.com 

Un film que se transforma en una invitación a introducirnos vía la preparación de un dulce a gestos amorosos que unen tres generaciones a partir del ingreso en la rutinaria escena de una adulta mayor. Tokue nos lleva a su mundo y lo traslada a otros haciendo lazo social. Algo impensado para algunos incrédulos.



Message from Agustín Fernández  » 31 de octubre de 2023 » agustin.fernandez83@gmail.com 

Logra transmitirme el interés por el film. En el ámbito de la salud mental comunitaria, en el cual me muevo, se suele dejar de lado la amplia gama de cuestiones que involucran a la llamada tercera edad. O bien no hay espacios o los hay en relación a la posibilidad de "no perder" habilidades cognitivas. Las menos de las veces hay propuestas que tengan que ver con conectar o reconectar con el deseo (tome la forma que tome) y resignificar elementos de la propia historia. Este artículo abona esta tercera opción y promueve seguir reflexionando.



Message from Griselda Cabeza  » 27 de agosto de 2023 » gricabeza@hotmail.com 

A partir del escrito sobre la película Una panadería en Tokio, vemos Tokue va por el lazo social, algo que le fue denegado durante tanto tiempo. Es paradójica su suerte, porque si bien fue privada del contacto con la sociedad, en relación a sus elecciones, sus seres queridos, sus preferencias… su forma de vincularse no queda amarrada a esos modos mezquinas que atravesaron su vida. Dominguez (2023) plantea una modalidad de relacionarse con su mundo circundante, que diríamos que está signada por el asombro, un asombro que tal vez a un ojo ingenuo o demasiado calculador le parecería aniñada. Pero lejos de ser una posición infantil, es una actitud que le permite “oír y escuchar y producir el despliegue de las singularidades con las que se topa” No quedó atrapada en una melancolía, un enojo, un rencor, en una dureza, una severidad. Sino que hay una “dulzura” en el sentido que lo toma Dufourmantelle (2022), como un enigma que nos habita desde los orígenes. Posee el movimiento de acogida y de don. “Una persona, una piedra, un pensamiento, un gesto, un color… pueden dar muestras de dulzura”(p.19) Los árboles de cerezo, la luna, las conversaciones, la dedicación amorosa y respetuosa con que preparan ceremonialmente esa pasta dulce, esa dulzura. Porque no es sólo un dulce, una golosina, es algo más, hay algo más. Es esa escucha que escucha lo que alguien o algo cuenta, no porque lo diga sino porque lo tiene en cuenta, porque le da existencia. La aparente simplicidad de Tokue es engañosa; hay un arte en su forma de vivir, una extrañeza, que a la vez es una potencia por su poder de transformación sobre las cosas y los seres.“Wakara yendo al colegio mira los cerezos en flor y escucha el piar de los pájaros, y ve al jefe con un puesto en la calle, utilizando para cocinar los elementos de Tokue, bajo los cerezos. Su cara expresa su felicidad”



Película:Una pastelería en Tokio

Título Original:An

Director: Naomi Kawase

Año: 2015

País: Japón

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