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Unwritten / No escrito

Temporada 7 - Episodio 03

Autoras: Carmen Rocío Alvarez de Toledo y María Antonella Zanutto

Palabras clave: Duelo patológico - trauma - consentimiento informado

Síntesis

El presente trata del Capítulo III de la Séptima Temporada de la serie televisiva Dr. House, titulado Unwritten. Al comienzo del mismo se observa a Alice Tanner, una reconocida escritora de novelas para niños y adolescentes, dando lugar al que fuera el capítulo final de su obra Jack Cannon: Detective Adolescente. Al finalizar con su cometido, Tanner se dirige a guardar su escrito con los demás, momento en el cual tiene lugar el comienzo de una secuancia alucinatoria en la cual ella parece ver y dialogar con un niño llamado Jack. Declarándose sin valor, la escritora decide terminar con su vida de un disparo en la cabeza. Sin embargo, en el instante mismo en que se dispone a presionar el gatillo, Alice sufre una repentina convulsión que no hará de tal más que un intento fallido. Será Christine, su mucama, quien la socorra y acuda a los médicos, entre quienes se hallarán el Dr. Chris Taub, el Dr. Eric Foreman, el Dr. Robert Chase y Gregory House, personaje central de esta serie.

Será entre medio de una conversación que House tenga con su amigo el Dr. James Wilson (otro de los médicos que desempeña su labor en el hospital) acerca de su relación amorosa con la Dra. Lisa Cuddy (quien fuera su jefa) que tomará conocimiento acerca de la internación de la escritora Tanner en el hospital, de cuyas obras luego se revelará fanático.

Será House quien, luego de la noticia y de realizar una breve visita a la paciente, indicará a su equipo -los Dres. Taub, Foreman y Chase- que se ocupen del caso.

En la escena que tiene lugar a continuación, se observan a House -quien ha hurtado a Tanner las llaves de su casa- y la Dra. Cuddy, en lo que acaso fuera una salida romántica, examinando el hogar de la escritora, en búsqueda de algún indicio que permita la confección de un diagnóstico preliminar. Será, entre tanto, que House tomará las cintas contenidas en la máquina de escribir con la que Tanner habría dado lugar a sus últimos escritos. Allí, luego de que la mucama Christine los descubriera y se vieran obligados a dar explicaciones, será esta misma quien les comente los síntomas típicos de la paciente: dolor en espalda y manos, y depresión. Así mismo, luego de que House encuentre una lata de atún vacía en el cesto de basura de Alice e indague por ella, será la misma Christine quien afirme que aquella ha estado ingiriendo de dos a tres latas por día durante años. Esto último, sumado a una posterior hiperhidrosis unilateral descubierta en la paciente, será lo que motive en House la consideración de un cuadro de envenenamiento por mercurio como posible causa de los síntomas.
Será en la siguiente escena que House comente a su equipo acerca de sus suposiciones respecto de la paciente, las cuales serán refutadas ante el resultado de correspondiente a exámenes de sangre y orina.
Desechada tal hipótesis, el Dr. Taub y el Dr. Chase se dirigen a inspeccionar a la paciente, a quien encuentran alucinando; nuevamente se encuentra conversando con aquél niño imaginario del comienzo. Ante ello, ambos deciden indagar acerca de la situación, suponiendo que tal podría ser considerada como síntoma. Frente a la actitud de los mismos, Alice sostiene que no se trata de tal, y afirma: "Es sólo mi imaginación. Imaginar es mi profesión". Seguidamente, en sus intentos de demostrar sus dotes de descripción de personas desconocidas, la escritora comienza a hablar acerca de su ex-marido no sin rechazo, situación en la cual desarrolla un nuevo cuadro convulsivo.

Luego de tomar conocimiento de lo sucedido, los cambios repentinos en la presión sanguínea a los que ha dado lugar éste último suceso, sumado a los síntomas de dolor, hiperhidrosis unilateral y convulsión, llevarán a House a suponer un posible diagnóstico de feocromocitoma (tumor secretor de adrenalina) como causa de aquellos síntomas. Para poner a prueba tal hipóteiss, resultará necesario someter a Alice a una resonancia magnética. Sin embargo, los intentos del Dr. Taub y el Dr. Foreman de llevarla a cabo resultan en vano siendo que la paciente, pese a haber consentido no poseer objetos metálicos en su cuerpo (condición necesaria para realizar el estudio), resultó tener tres tornillos en una de sus tibias que le causarían quemaduras de tercer grado. Los mismos fueron adjudicados por Tanner a una operación a la que debió ser sometida como resultado de un accidente de esquí.
Tal situación alarmará al equipo médico, entre quienes se hallarán presentes Taub, Foreman, Chase y House, comprendiendo que no podrán establecer un diagnóstico exitoso sin la colaboración de su paciente, quien parece estar empeñada en lo contrario. Frente a ello, House supone que el modo de persuadir a Tanner de modificar su postura consiste en poner en juego algo de su querer.

Es así como en la escena siguiente -la cual tiene lugar en la sala en la que Alice se encuentra internada- House se dirige a la escritora, mientras introduce un líquido translúcido en una jeringa (el cual pareciera ser un narcótico potencialmente letal), diciendo: "No podemos hallar el tumor a tiempo sin su cooperación. Así que estoy dándole una alternativa. Dénos una oportunidad de curarla o clávese esto en algún lado y empuje". Frente a ello, Tanner replica: "¿Por qué se interesa en mi? ¿Cree que me conoce porque leyó mis libros?". Ante tales interrogantes, House responde que no cree conocerla, pero sin embargo sí al dolor, y continúa diciendo: "Cree que puede manejarlo y un día ya no puede. Cuando eso ocurre, se encuentran o no se encuentran motivos para seguir". Es así que, en referencia a su pasado intento de suicidio, la escritora sostiene haberse quedado sin motivos. Frente a ello, House afirma que sin dolor querrá volver a vivir, y que de lo contrario existe lo que él llama "un plan B", mostrando a Alice la jeringa. Es entonces que la toma, calvándosela en su muslo derecho. Sin embargo, el hecho decepcionará ambos, siendo que House esperaba que Tanner optase por la primera opción, y ésta última morirse, lo cual no ocurriría dado que el contenido en la jeringa no se trataba de un líquido letal (como así intentara simular Gregory). Seguidamente, House ordena extender la guardia psiquiátrica de Alice, con el objeto de mantenerla bajo control y así evitar sus intentos de huída.

Posteriormente, estudios de otra índole que serán puestos en común con el equipo médico refutarán el diagnóstico de feocromocitoma formulado por House. Así mismo, el equipo entiendo que deberán contar con mayores especificidades acerca de la vida de Tanner con el objeto de hacer posible el abordaje de un diagnóstico acertado. Frente a ello, House supone que quizás algunas de tales especificidades puedan ser deducidas a partir del análisis de uno de los personajes presentes en la obra de la escritora, personaje que descrito con características similares a las de aquella.

Es entonces que House decide convocar a Sam, esposa de Wilson, con la intención de analizar el contenido de las cintas que ha tomado de la casa de Alice, bajo el supuesto de que quizás hallará en ellas algún tipo de indicio. Finalmente, encontrarán allí las marcas de escritura de la última obra de Tanner, material que House utilizará para su cometido.
En la escena subsiguiente, en el contexto de análisis de rutina, Taub Y Chase hallarán en la paciente Alice la presencia de un derrame pericárdico, lo cual terminará por modificar el cuadro sintomático: se tratará entonces de ataques, sudor, presión arterial y un punto de efusión a algo viral.

Entre tanto, House hallará un punto en común entre los escritos descubiertos en las cintas hurtadas y el caso de la escritora Tanner: la mentora, Helen Rutherford, contrajo una seria enfermedad consistente en dolor articular, fatiga, sensibilidad a la luz y depresión. En la novela, Helen decide suicidarse de un disparo en la cabeza para evitar que Jack, el personaje central, deba ocuparse de ella.

Posteriormente, House pondrá en común tal listado de síntomas con el resto de los miembros del equipo médico. Ello llevará al Dr. Taub a deducir que, si se agrega a tales síntomas los anteriores así el derrame pericárdico descubierto recientemente, el cuadro Alice se trata de lupus. Tal enfermedad no es curable, aunque sí tratable, lo que lleva a House a suponer que la persistencia del dolor llevará a Tanner a un suicidio inminente. Ordena entonces realizar los estudios pertinentes del caso.

Seguidamente, se observa en la trama una escena en la cual Sam, Wilson, Cuddy y House asisten a una carrera de kartings, en el seno de una salida de parejas. Allí, el impacto generado por una maniobra de Sam provocará en Cuddy un intenso dolor en el cuello, que manifestará finalmente en la siguiente frase: "El cinturón casi me rompe el cuello". Será tal frase la que resonará en House, llevándolo a deducir que los tornillos presentes en la tibia de Alice no son debidos a un accidente de esquí, sino a un accidente automovilístico. Ello será posteriormente admitido por la escritora en la escena siguiente, en la que House le comunicara sus supuestos. Así mismo, éste último encontrará plausible cierto daño en la glándula tiroides producto de la presión que la correa del cinturón habría efectuado sobre el cuello de Alice al momento del accidente. De este modo, el diagnóstico de lupus es descartado, siendo así reemplazado por un cuadro de hipotiroidismo, el cual explicaría satisfactoriamente el agotamiento constante experimentado por la paciente. Es entonces que, entregando a Tanner las hojas impresas de los escritos revelados por las cintas analizadas, House dice: "Podrá darle el final que corresponde. Como Jack Cannon lo merece". Ante tal afirmación, Alice lo interroga: "¿Cree que sabe lo que Jack merece?". A ello House contesta: "Sé que merece algo mejor de lo que le dio". Es frente a tal frase que Tanner se enoja, sufriendo segundos después una parálisis total aunque momentánea.

En una posterior reunión que tiene lugar entre los miembros del equipo médico a cargo del caso Tanner, House descarta su anterior diagnóstico de hipotiroidismo, siendo que el mismo no permite explicar la parálisis que tuvo lugar en Alice. Sin embargo, será tal evento sintomático el que oriente al Dr. Taub a suponer que se trata entonces de una Siringomelia post-traumática proveniente de una accidente de autos que tuvo lugar 15 años atrás, la cual se fue acrecentando con el transcurso del tiempo, provocando presión sobre la columna espinal de Tanner. Ello tendría por resultado: dolor, fluctuaciones en la presión sanguínea, convulsiones y, de no ser tratada a tiempo, la muerte. La cura de tal patología reside en la extirpación del tejido que se halla presionando la columna vertebral. Sin embargo la localización del mismo implica contar con cierto conocimiento que sólo se halla disponible en la historia clínica de la paciente, la cual no han podido hallar aún. Así mismo, Alice se rehúse a mayores tratamientos, negándose así a someterse al procedimiento quirúrgico.

En la escena subsiguiente, House ingresa a la oficina de Cuddy, quien afrma estar al tanto de las circunstancias de la historia clínica de Tanner. A su vez, en tanto la postura de la paciente, Lisa informa haber indagado acerca de procedimientos legales que permitan el curso de la cirugía sin el consentimiento de la misma, aunque sin éxito. Entre tanto, House reflexiona y concluye que el motivo por el cual Alice habría mentido en relación a la presencia de objetos metálicos en su organismo al momento de someterla a la resonancia magnética habría residido en sus deseos de padecimiento lo que, supone, podría tener su origen tiempos pasados, incluso anteriores a aquél en que comenzó a escribir. Así mismo, House sostiene que tal cosa podría probablemente hallarse manifestada en la vieja historia clínica de Tanner. Frente al planteo de Gregory y las dificultades presentadas en hallar tal documento, Cuddy deduce que quizás Alice Tanner sea tan sólo un pseudónimo. Ante la posibilidad de que así fuera, se dispone a llamar al Registro de Nacional de archivos, donde hará coincidir el tipo de tornillos hallados en la tibia de la paciente con su tipo de sangre, edad, y cualquier otro dato que pudiera ser requerido en términos de su identificación. Es allí cuando, recordando sus suposiciones respecto de las coincidencias entre la escritora y uno de los personajes de su obra, House advierte a Lisa que probablemente el nombre de pila de la paciente sea Helen.

En la escena que tiene lugar a continuación, House ingresa a la sala en la que se encuentra internada la escritora donde, llamándola por su nombre -Helen-, diciendo saber que no se hallaba sólo el día en que el accidente ocurrió. Seguidamente dice: "Sus libros son su forma de mantenerlo vivo", mostrando a ella una foto de un niño idéntico al que se apareciera en sus eventos alucinatorios. Ante ello, Helen responde: "Yo lo maté. Lo dejé conducir. Sólo tenía un permiso provisorio. Estaba lloviendo. No merezco esto". Sin embargo, House sostiene que no es así, que ha estado revisando los resultados de la autopsia del niño, y ha llegado a la conclusión de que aquello que motivó su muerte no fue el accidente, sino una aneurisma cerebral del que fue su razón. El niño, afirma, se hallaba ya muerto antes de que el accidente ocurriese, y su muerte era inevitable, pues hubiera ocurrido en cualquier circunstancia. A su vez, adjudica el hecho de que ello no hubiera sido descubierto antes a la falta de profundización que los expertos hubieran hecho sobre esta tópica. House finaliza su exposición diciendo: "Lo único que ese choque está matando es a usted".

En la escena subsiguiente, se observa a Helen siendo sometido al procedimiento quirúrgico previsto, mientras que Cuddy y House observan la situación. Allí, Lisa pregunta a House acerca de la veracidad de lo que ha dicho a la paciente en relación a la razón de la muerte de su hijo, ante lo que éste contesta (confirmando las sospechas de Cuddy) que tal cosa no es cierta sino que el motivo de dicha muerte ha sido el accidente ocurrido, adjudicando cierto factor de causalidad a la coordinación deficiente del joven.

Por otro parte, Cuddy comenta a House que ha comenzado a leer uno de los libros que este le habría regalado, y que ha comprendido entonces su fascinación por la obra de Helen. Sin embargo, House replica diciendo que duda de ello, siendo que le ha mentido al respecto de los libros. Es entonces que Cuddy le interroga acerca de si acaso no pudieran tener cuestiones en común, y que aún más jamás le dejaría por no tenerlas, pues considera a lo común aburrido. Finalmente, sentirse más feliz que a su lado.

En la escena final del presente capítulo, la cual tiene lugar en la sala en la que Helen se encuentra llevado a cabo su reposo post-quirúrgico, la escritora agradece a House, pues dice "haber podido seguir finalmente". Ante ello, House interroga hacia dónde es que ella ha podido seguir, a lo cual Helen responde: "Quiero escribir libros para adultos". Frente a tal respuesta, House le interroga acerca del final que destinará a la novela de Jack Cannon, pero ella afirma que el final de Jack ha sido perfecto, pues "cada lector puede decidir la suerte que espera para él por sí mismo". Es aquella frase que a House le pareciera ridícula y sin sentido, ante lo que Helen responde con un interrogante: "¿Cuántas respuestas obtienes en la vida real?". Luego de esbozarlo, la escritora se muestra firme en su postura, de la que sostiene nadie la moverá. Esto último causa en Gregory un grado mayor de ofuscamiento, lo que lo lleva a comenzar a esbozar la siguiente frase: "Su hijo...". En ese momento, House advierte la presencia de Cuddy fuera de la sala, lo al parecer cambia el curso de su frase, que deviene el siguiente: "... fue muy afortunado de tenerte como madre". Se retira de la sala.

Desarrollo conceptual

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo tiene por objeto el abordaje de la noción de responsabilidad subjetiva tomando por referencia teórica el material bibliográfico abordado en el transcurso de la materia, así como el posterior análisis de su comportamiento en el contexto del accionar del personaje escogido como caso de estudio.

NOCIÓN DE RESPONSABILIDAD: Responsabilidad jurídica y responsabilidad subjetiva.

En términos generales, la noción de responsabilidad halla su sustento en la definición de sujeto responsable, bajo la cual éste es concebido como aquél de quien es esperable una respuesta.

Sin embargo, dicha noción puede ser entendida bajo los términos de dos sentidos bien diferenciados. El primero de ellos refiere a la responsabilidad en sentido jurídico o responsabilidad jurídica, perteneciente al orden de la moral (en el cual la valoración de los actos tiene por referencia el conjunto de valores compartidos socialmente), bajo el cual aquella es concebida según el sistema de leyes y normas legales. Tal modo de concebir a la responsabilidad encuentra su sustento en la noción de sujeto autónomo, bajo la cual el sujeto es entendido como capaz del dominio de su voluntad e intención (Salomone, 2006). Dicha noción tiene por conceptos fundantes los principios de razón (considerado presente en el sujeto autónomo, no así en niños, locos o embargados por emoción violenta) e intención (concebida como elemento de compromiso frente al cual es deber responder), convirtiendo a ambos en condición para la existencia de responsabilidad jurídica. En caso de que el primero de tales principios se hallase ausente, el sujeto será considerado inimputable de culpa y, en consecuencia, des-responsabilizado en relación a su accionar, no siendo ya esperada su respuesta (según sostiene D´Amore, no podría existir culpa jurídica alguna sin la responsabilidad objetiva que otorga la razón (D´Amore, 2006)).

El segundo de los sentidos mencionados refiere a la responsabilidad entendida en términos del campo subjetivo o responsabilidad subjetiva, perteneciente al orden de la ética, cuyo sustento reside en la noción de sujeto del inconsciente, sujeto no autónomo que por definición no resulta capaz del dominio de su voluntad e intención (Salomone, 2006). Se trata aquí de una responsabilidad que atañe al sujeto en relación a aquello que desconoce de sí (Salomone, 2006), incluso en contradicción con aquello que bajo sus propios valores morales estaría dispuesto a reconocer como propio, poniendo de manifiesto algo del orden de lo inconsciente de lo que el sujeto devendrá responsable. Es en tales términos que el sujeto se ve responsabilizado. Ya no son tomadas en consideración las nociones de intención y pretendida autonomía de la conciencia, pues se introduce aquí una dimensión deseante que la trasciende, que va más allá de ella.

Por último, resulta preciso aclarar que la responsabilidad subjetiva se establece como tal en el espacio de vacancia que tiene lugar entre los factores de azar (elementos fortuitos, y por tanto impredecibles) y necesidad o determinación (como evento de ocurrencia inminente y extrínseca al sujeto) presentes en el contexto de ocurrencia del exceso no previsto en el Tiempo 1. De este modo, en caso de que la distancia presente entre los Tiempos 1 y 2 pudiera ser explicada por la presencia de uno o ambos tipos de factores, quedaría anulada toda posible atribución de responsabilidad subjetiva al sujeto (aunque el mismo sierpe será responsable de la reacción que acaso tuviera ante el suceso).

CIRCUITO DE RESPONSABILIDAD SUBJETIVA

En términos de establecer un análisis acerca del proceso de constitución de la responsabilidad subjetiva en relación a un evento en particular, es que tiene lugar el llamado circuito de responsabilidad subjetiva, del cual se presenta a continuación un gráfico a modo de esquema representativo de su dinámica estructural:

En dicho circuito, en sentido cronológico, tiene lugar primeramente la identificación de un Tiempo 1, el cual consiste en una conducta que es llevada a cabo por el sujeto con fines determinados bajo el supuesto de que su accionar se agotará en los objetivos para los cuales fue concebida (Fariña, 2000). Posteriormente, el Tiempo 1 es de un Tiempo 2, en el que el sujeto se ve interpelado ante la presencia de indicadores que dan cuenta de efectos o consecuencias imprevistos de su accionar, evidenciando allí un exceso (Fariña, 2000). Éste último Tiempo podrá o no sucederse de un Tiempo 3, según sea la respuesta adoptada por el sujeto ante la interpelación a que se ha visto expuesto (tal como se explicará posteriormente).

Por su parte, el circuito de responsabilidad presenta una lógica propia de carácter retroactivo, bajo la cual se establece como Tiempo primero y de origen el de la interpelación (es decir, el Tiempo 2), siendo ésta última instancia fundante del circuito en cuestión. Tal interpelación dará lugar a un movimiento retroactivo que llevará a la reconsideración de la conducta llevada a cabo en el Tiempo 1, teniendo por resultado la re-significación de la misma (según dirá D´Amore (D´Amore, 2006) como operación que ob-liga los elementos disonantes cuyo desarrollo tuvo lugar en el Tiempo 1). Es ante esto último que el sujeto podrá adoptar dos tipos de respuesta a la interpelación (en este sentido, G. Salomone argumenta que la fuerza simbólica de la interpelación proviene de la internalización de la ley simbólica, siendo por ello que la interpelación se constituye como exigencia de respuestas más allá de lo que el "yo" querría responder (D´Amore, 2006)). El primero de ellos refiere a una respuesta de tipo moral (por ende correspondiente al orden de lo particular, pues no existe singularidad alguna en el retorno al surco moral que tiene aquí lugar (D´Amore, 2006)), basada en un procedimiento de fortalecimiento yóico como intento de recuperación de su pretendida cualidad de autónomo y evitación de la angustia generada ante la interpelación respecto del exceso que tuviera lugar en el Tiempo 1, todo ello en el intento de sellado de la hiancia que ha sido abierta por el acto. Dicha clase de respuesta no sólo implicará la postergación de la dimensión de responsabilidad subjetiva, sino que constituirá un refuerzo del conflicto original evidenciando el predominio de deseos inconscientes por sobre la intención consciente. Dicho tipo de respuesta puede darse bajo las formas de negación, proyección, intelectualización o racionalización, sentimiento inconsciente de culpa o formaciones sintomáticas, entre otras, las cuales constituyen en su conjunto la categoría denominada como “otro tipo de respuesta” frente a la interpelación dada al sujeto. El segundo tipo consiste en una respuesta de orden ético (entendiendo por ética aquella singularidad que hace desfallecer el particular previo (D´Amore, 2006)), la cual reside en un cambio de posición subjetiva por parte del sujeto interpelado frente a sus circunstancias, como acto en el que aquél (sujeto de deseo inconsciente) se produce. Dicho tipo de respuesta es la que dará lugar a un Tiempo 3 en el circuito de responsabilidad.
Por último, resulta preciso mencionar que, en el marco del circuito mencionado, la hipótesis clínica, conjetura o hipótesis que liga los eventos constitutivos del Tiempo 2 a los del Tiempo 1 permitiendo explicar el desenlace del movimiento retroactivo que tuviera lugar de uno a otro (así como la posterior conducción de la labor terapéutica dado el caso), tendrá su ubicación en la zona intermedia del arco superior representativo de dicho movimiento (ver esquema). En este sentido, le mencionada hipótesis clínica cobrará legalidad en la vacancia que tiene lugar entre los factores de necesidad y azar.

CASO DE ANÁLISIS

Con el objeto de establecer la observación y análisis del comportamiento que el circuito de responsabilidad subjetiva despliega en términos de la conducta del sujeto escogido como caso de estudio, serán aplicados a él, a continuación, los aspectos teóricos abordados anteriormente en materia de responsabilidad. El caso seleccionado trata del personaje de Helen, presentada en un principio como Alice Tanner, una escritora que se encuentra transitando por un duelo patológico ante el fallecimiento de su hijo.

En el contexto de su proceder, y de acuerdo a los aspectos teóricos abordados, ubicamos como Tiempo 1 el lugar de excesiva centralidad que Helen otorga a su hijo Jack en el seno de su vida, haciendo de él su única razón de vivir (ella dice: “Él siempre fue mi musa. […] Él era mi mundo”). Es en tal contexto que Helen adoptará una actitud desmesuradamente permisiva para con él (dice refiriéndose a Jack: "Él podía siempre conseguir que yo hiciera lo que él quería"), la cual se convertirá en el sustento del permiso que acaso le otorgara para conducir en condiciones inapropiadas y riesgosas, episodio que devendrá en un accidente fatal para el joven. En este sentido, su muerte constituirá un exceso en el accionar de Helen, como consecuencia no prevista por la misma al momento de su decisión, concebida ésta última bajo el supuesto de que tal se agotaría en sus fines.

Por su parte, ubicamos como Tiempo 2, es decir como instancia de interpelación, el accidente automovilístico cuyo desenlace devino en el fallecimiento de Jack, evento que no hubiera tenido lugar sin el consentimiento de Helen para conducir bajo las condiciones mencionadas. En este sentido, se observa en Helen el desarrollo de un sentimiento inconsciente de culpa a modo de respuesta ante la interpelación a que se viera expuesta, la cual corresponde al repertorio de conductas responsivas en las cuales la admisión de responsabilidad subjetiva por parte del sujeto se ve ausentada. Dicha conducta culpógena se ve reflejada, por ejemplo, en su discurso relativo a la muerte de Jack frente a los padecimientos que su enfermedad le provocara: "Yo lo mate. [...] Yo merezco esto". Por su parte, resulta de interés evocar los postulados a que D´Amore da lugar en relación a la noción de culpa en materia de responsabilidad (D´Amore, 2006). Allí sostiene, en primer lugar, que no existe responsabilidad subjetiva alguna (la cual pertenece al orden de la singularidad) sin la presencia de culpa (correspondiente al campo de lo particular). En términos de la introducción del aspecto subjetivo en materia de responsabilidad, el autor establece por condición la existencia de la culpa como factor dependiente de la interpelación subjetiva en tanto operación simbólica. En este sentido, bajo su carácter de respuesta a la interpelación, la culpa hace al movimiento retroactivo que tiene lugar entre los Tiempos 1 y 2, provocando la re-significación del primero como operación que ob-liga a los elementos disonantes que han tenido lugar en él. Finalmente, el autor concluye que la culpa, bajo su estatuto de respuesta del sujeto ante la interpelación en el circuito de responsabilidad, resulta capaz de permanecer sin el advenimiento de dicho sujeto en tanto la dimensión de responsabilidad subjetiva se determine ausente.

Por su parte, establecemos bajo el carácter de hipótesis clínica el supuesto de que Helen ha intentado velar con su hijo Jack la propia falta de razones para vivir, ubicando en él un objeto de goce. Esto último halla su fundamento en el postulado de que, guiada por el principio de placer, Helen encuentra en la satisfacción de las demandas de aquél objeto una ganancia en el orden del propio placer (J. C. Mosca dirá: "lo real de la pulsión, la singularidad del objeto de goce, es el núcleo de la singularidad del sujeto. Esto abre un campo de impredicibilidad (Mosca, 2004)"). En este sentido, la hipótesis planteada permite explicar, además del desenlace del movimiento retroactivo que tuviera lugar entre los Tiempos 1 y 2 del circuito de responsabilidad expuesto, los siguientes aspectos comportamentales ubicados en el accionar del sujeto de análisis: en primer lugar que, desde la muerte de Jack, Helen haya desarrollado una conducta de tipo suicida, sosteniendo haber perdido toda razón para vivir, y merecer todo dolor, todo padecer, y aún más la muerte (ella dice, frente al padecimiento de su enfermedad: "Yo lo mate. [...] Yo merezco esto"). Decide así su propia condena (en tanto respuesta culpógena ante la interpelación que tiene lugar al momento del accidente que deviniera fatal), como si debiera pagar la muerte de su hijo con la propia. En segundo lugar, que Helen haya logrado permanecer viva en tanto dio curso a su escritura sobre Jack -convirtiéndolo en el personaje central de su novela-, como recurso que acaso le permitiera mantenerlo vivo después de muerto (ella dice a House: "escribiendo podría sentirlo conmigo"). En tercer lugar, que el intento de suicidio de la escritora se halle ubicado hacia el inmediato término de la escritura del capítulo final de su novela (como instancia en que tal, como recurso apaciguador de la angustia en su permanente evocación del difunto, se ve agotado). Y, finalmente, que Helen sólo haya recobrado las ganas de vivir (dirá: “Finalmente puedo seguir adelante”) luego de transitar un proceso de duelo en relación a la muerte de su hijo Jack (duelo que puede verse reflejado de modo metafórico en su propio discurso: “La forma en la que acabé la historia de Jack era perfecta. […] Esta historia terminó.”), proceso al que House contribuirá –quizás haya sido condición necesaria para su desenlace- diciendo que aquél no ha fallecido como consecuencia del accidente automovilístico, sino a causa de una inminente aneurisma cerebral. Es frente a esto último que, en el seno de un nuevo acto alucinatorio, tendrá lugar un diálogo en el que Jack declara a Helen no ser suya la culpa de la fatalidad, a lo cual ella responde "Tampoco la mía", dando cuenta de este modo de su desentendimiento de la dimensión de la culpa que acaso fuera la anterior protagonista de su respuesta ante la interpelación.
Así mismo, dado que la presente trata de una hipótesis que tiene por objeto a la responsabilidad subjetiva, y que la misma tiene su desarrollo en la vacancia que tiene lugar entre los factores de azar y necesidad o determinación presentes en el contexto de ocurrencia del exceso no previsto en el Tiempo 1, resulta pertinente considerar la presencia de los mismos en el marco del caso de estudio abordado. En este sentido, ubicamos como factor de necesidad, cuya presencia pudo posiblemente tener relación con el fatal desenlace del evento automovilístico, a la deficiente coordinación motriz que acaso presentara el joven al momento del accidente, ubicando como factores de azar aquellos elementos fortuitos implicados en la naturaleza del carácter accidental del hecho (en este sentido, según la Real Academia Española, el accidente es definido como suceso eventual que altera el orden regular de las cosas (http://lema.rae.es/drae/?val=accidente), denotando allí la inminente presencia del azar). Sin embargo, dicho evento tiene lugar bajo condiciones que no se reducen a los factores de necesidad y azar sino que, por el contrario, las riesgosas condiciones climáticas y la escasa práctica de Jack en materia de manejo constituyen elementos cuya participación en el accidente resultaban previsibles, haciendo de la decisión de Helen un acto demandante de responsabilidad subjetiva.

Finalmente, en relación a la existencia de un Tiempo 3, juzgamos dudosa su presencia en el recorrido estructural del circuito de responsabilidad expuesto, postura que encuentra su sustento en el siguiente razonamiento: si bien Helen ha desarrollado una respuesta culpógena ante la interpelación que tuviera lugar en el Tiempo 2, diferenciándose así de la respuesta de responsabilidad subjetiva fundante de un Tiempo 3, hacia el final del episodio se observa en ella la reaparición de deseos por vivir (…) como consecuencia del re-descubrimiento de motivos para ello (menciona particularmente escribir cuentos para adultos). Esto último podría ser interpretado en dos sentidos: por un lado, como expresión de una nueva postura frente a la propia falta de razones para vivir (elemento supuesto por la hipótesis clínica planteada) que acaso experimentara anteriormente y e intentara velar con la presencia (real o imaginaria) de su hijo; o bien podría como un simple efecto de la maniobra llevada a cabo por House en su falsa identificación de aneurisma cerebral en Jack como motivo de su fallecimiento, hecho que des-culpabilizaría a Helen en relación a tal fatalidad (terminando con su conducta culpógena y suicida, y devolviéndole así sus deseos de vivir) y habilitaría quizás la concreción del proceso de duelo. Dada esta segunda interpretación, no resulta claro si considerar a la conducta manifestada por Helen hacia el final del episodio como un cambio de postura subjetiva (condición fundante de un Tiempo 3) sea pertinente. En este sentido, juzgamos insuficiente el material clínico del que disponemos a los términos de efectuar una decisión satisfactoria.

Referencias

D’Amore, O.: “Responsabilidad subjetiva y culpa”. En La transmisión de la ética. Clínica y deontología. Vol. I: Fundamentos. Letra Viva, 2006.

Domínguez, M. E.: “Los carriles de la responsabilidad: el circuito de análisis”. En La transmisión de la ética. Clínica y deontología. Vol. I: Fundamentos. Letra Viva, 2006.

Michel Fariña, J. J. “The Truman Show”. Mar abierto (un horizonte en quiebra)”. En Ética y Cine, Eudeba, 2000.

Mosca, J. C.: “Responsabilidad, otro nombre del sujeto”. En Ética: un horizonte en quiebra. Eudeba, Buenos Aires, 2004.

Salomone, G. Z.: “El sujeto dividido y la responsabilidad”. En La transmisión de la ética. Clínica y deontología. Vol. I: Fundamentos. Letra Viva, 2006.

http://lema.rae.es/drae/?val=accidente



NOTAS