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Babies & Bathwater

Temporada 1 - Episodio 18

Pregunta hecha a gritos

Autores: , María Florencia Casali Pineda y Francisco Hoyos De Marco

Palabras clave: Cáncer – Despido – Cesárea – Desnutrición.

Síntesis:

La serie House M.D. tiene como escenario central al Departamento de Diagnóstico del Hospital Universitario Princeton-Plainsboro, dirigida por el cínico Doctor Gregory House. A esta división sólo llegan casos de alta complejidad, por lo que a lo largo de un mismo capítulo pueden recorrerse varias hipótesis en torno al padecer de un mismo paciente.
Comúnmente los episodios comienzan con alguna escena en que se muestra la aparición de un síntoma significativo en una persona, generando la necesidad de un diagnóstico. En el episodio que trabajaremos: “Babies and Bathwater”, la escena inicial nos muestra a una embarazada (Naomi) conduciendo con su marido a su lado. Ellos conversan hasta que la mujer pierde el conocimiento unos instantes, por lo que realiza una maniobra que resulta sospechosa para un policía que se encontraba en los alrededores.

La mujer se detiene a un lado del camino y explica al agente que probablemente se adormeció. Ésta no parece ser explicación suficiente, por lo que el oficial le pregunta si ha estado bebiendo. Naomi se muestra desorientada y con dificultades para responder mientras que su esposo contesta de un modo desafiante. Ante esta situación el policía pide a la mujer que salga del auto y se dirija a la parte trasera. En un intento por obedecer se dirige hacia atrás cayendo -luego de los primeros pasos- totalmente desmayada. La escena finaliza cuando el esposo de la mujer corre a su lado mientras pide al policía que llame a una ambulancia.

En la escena siguiente encontramos a Naomi en la cama del hospital junto a su marido. Un doctor del equipo de diagnóstico clínico (Eric Foreman) se entrevista con ellos. Revisa algunas placas (aparentemente tomografías) y comunica a la paciente que la causa no parece ser un accidente cerebro vascular (ACV) pero que sus hígados y sus riñones no funcionan bien. Nuestra protagonista se alarma y teme que sea preeclampsia (complicación del embarazo) ante lo que el Dr. Foreman busca tranquilizarla, por más que sea una posibilidad, no es seguro. Naomi muy atemorizada le cuenta que no quiere abortar debido a que ya ha pasado por tres abortos y a que le costó muchísimo quedar embarazada otra vez, siendo necesaria fertilización in-vitro. La escena termina con el médico asegurando que intentarán cuidar de ambos en un intento de tranquilizarla.

A continuación somos espectadores de un sueño de nuestro protagonista (House) en el cual le diagnostica un cáncer terminal al principal contribuyente del hospital, poderoso empresario farmacéutico, Edward Vogler. Aparentemente se trata del archi-rival multimillonario de House, hombre de mucho poder que no puede soportar que nuestro cínico doctor no se someta a sus dictámenes. El sueño se interrumpe cuando es despertado por dos de los médicos de su equipo (el Dr. Foreman y el Dr. Chase). Foreman pasa a informarle a House los pormenores del caso frente a los cuales se producen las primeras hipótesis diagnósticas y es en éste punto en donde se dividen las opiniones: Chase asegura que es preeclampsia, mientras Foreman piensa en una patología subyacente.

Ante este dilema House ordena realizar tres estudios para descartar posibles cuadros, a la par que les comunica a sus subordinados la renuncia de la Dra. Cameron, una de sus compañeros. Esto suscita el reclamo de los médicos acusándolo de “orgulloso”. Evidentemente nos falta conocimiento de la trama para tener cabal conocimiento del orden de los acontecimientos, sin embargo tenemos material en el capítulo que irá echando luz sobre éste fragmento.

El capítulo continúa con ambos médicos atendiendo a Naomi e informándole que el bebé se encuentra en buen estado por el momento. Esto alegra a la paciente y -mientras ellos conversan sobre los pasos a seguir- se mete a la boca una pequeña porción de comida que le cusa un ahogo y los médicos tienen que hacer una maniobra rápida para sacarla del apuro. Cuando se recupera dice: “Ni siquiera puedo tragar”.

En paralelo tenemos a House atendiendo al bebé de otra pareja de padres. Les asegura que la pequeña paciente tiene neumonía pero que su mayor problema no es la enfermedad sino su mala alimentación. Los padres dicen ser veganos y que han alimentado a su hija de igual manera. House sin medir su tono sarcástico ni sus indirectas les informa que internará a la bebé ordenando un tratamiento que sin duda distará mucho de las costumbres paternas (antibióticos y alimentación intravenosa).

Regresando al caso de Naomi, durante un estudio, comienza el trabajo de parto, y es a partir de la administración de una medicina que logran detenerlo.

Encontramos ahora a House ingresando en su oficina. Revolviendo papeles es sorprendido por el Sr. Vogler que muy seriamente lo interpela con la mirada. House nervioso le comenta que si bien su discurso no habló muy bien de la droga que promueve, en compensación había despedido a la Dra. Cameron. A lo cual su interlocutor le contesta secamente que lo espera a la mañana con una carta de renuncia y una disculpa pública y que si no lo hace de esa forma lo “destruirá”.

En la escena siguiente, House nuevamente reunido con su equipo llega a la conclusión de que el ahogo de la paciente no es simplemente debilidad muscular, sino que algo obstruye su esófago. En ese momento entra Wilson –miembro del consejo directivo del hospital y cercano amigo de House- y pide hablar con nuestro protagonista. Wilson, muy preocupado, le asegura que el Sr Vogler tiene pensado despedirlo a como dé lugar, sin importar a cuantos miembros del consejo tenga a favor o en contra, simplemente lo logrará. House despreocupado deja a Wilson y se dirige a un consultorio a controlar al bebé desnutrido que luego de los cuidados intensivos está mejorando. Los padres prometen no volver a alimentar de esa manera al bebé y que en adelante la alimentaran como lo necesita. De repente entra una asistente social con dos policías y les dice que están arrestados por negar alimentos a su hija. En adelante se harán cargo de su custodia mientras ellos den cuenta del cargo que tienen ante la ley. House se queja ante la directora del Hospital, Dra Lisa Cuddy, argumentando que esos padres serán idiotas pero no abusivos y que no merecen estar detenidos.

Escena siguiente, luego de los estudios realizados descubren en Naomi un iniciado cáncer de pulmón de células pequeñas, y la presión del tumor contra el esófago ha causado la obstrucción en el mismo. Las malas noticias son que, al ser inoperable, si no comienza la quimioterapia y radiación urgente sus probabilidades de sobrevivir son casi nulas. El problema es que para ello necesita realizarse una cesárea previa al inicio del tratamiento que afectaría al bebé dejándole un 80% de probabilidades de sobrevivir. Esta probabilidad no parece suficiente para Naomi, quien pregunta cual sería la tasa de supervivencia si esperaran una semana más, a lo que Wilson responde que aumentarían (a un 90%) pero las de ella disminuirían drásticamente.

Aquí se le presenta una situación dilemática: priorizar las posibilidades de vivir del bebé o de ella. El clima de tensión de la escena es potenciado por la musicalización, invadiéndonos así el dramatismo de la situación.

Naomi lo piensa un segundo y decide esperar una semana más. Su esposo replica pero no logra convencerla. Sin duda las prioridades de cada uno difieren fuertemente.

Luego de la advertencia a House sobre su potencial despido, vemos a Wilson participando de una de las reuniones del consejo directivo del hospital. En ella Vogler propone despedir a House a condición de que, de no hacerse, retirará sus fondos del Hospital. Todos votan a favor menos Wilson. Viendo frustrado su objetivo el magnate propone otra votación. Esta vez se trata de echar al Dr. Wilson, logrando a partir de ella despedirlo del consejo directivo.

Mientras tanto House discute con su equipo las posibilidades de Naomi al rechazar la cesárea, a lo cual House replica: Es correcto en términos generacionales que la madre quiera salvar a su hijo pero su paciente es la madre y por lo tanto su objetivo es que sobreviva.

Por otro lado, volviendo a la historia que corre en paralelo, los padres que aparentemente mal nutrían a su hija interceptan a House en un pasillo del hospital, le explican que pagaron la fianza y en este momento les impiden ver a su hija. House no se ahorra su cinismo al contestarles pero termina por descubrir que estos padres tenían el aval de un nutricionista para cubrir con todo lo necesario para la alimentación de su hija. Esto le indica a las claras que el problema debe ser otro y ordena una tomografía para la bebé.

A continuación vemos a Wilson empacando sus cosas en cajas, mientras House acude a él para consultarle sobre su paciente (como siempre House aparece inmiscuido en resolver sus enigmas sin importarle demasiado aquellos que lo rodean), hasta que nota esta extraña situación. En la conversación que se da entre estos personajes nos enteramos que Wilson fue despedido del consejo directivo, generándose una leve discusión. Por supuesto que House no se retira sin antes pedir a su amigo ayuda para ingresar a su paciente en algún ensayo clínico de su enfermedad para aumentar sus probabilidades de supervivencia.

Escena siguiente House se enfrenta nuevamente con Cuddy, criticando el despido de Wilson. Sin embargo nuevamente la directora del hospital lo hace responsable de la situación, su discurso generó consecuencias y ahora debía afrontar su despido así como el de Cameron y Wilson.
Dice Cuddy: “Eres un gran doctor House, pero no vales 100 millones de dólares”.

Más tarde y luego de mentir a un Doctor que realiza un ensayo clínico sobre el cáncer para poder incluir a su paciente en el mismo, House explica a la paciente cómo será el procedimiento y sus riesgos. De nuevo aparece en primer plano la priorización de Naomi de la vida de su bebé, por lo que es lo primero que pregunta, qué pasará con él. El tratamiento le sería fatal, pero House pretende realizar una cesárea esa misma tarde.

Naomi se niega rotundamente sin escuchar las razones que dan tanto el médico como su marido, y el miedo por el nacimiento prematuro de su hijo genera la enunciación de una frase: “No sabes lo que es criar a un hijo enfermo”, que por supuesto no pasa desapercibida al oído atento de nuestro doctor. El marido se retira del cuarto. Seguidamente, House interroga a la paciente, deduce que ha tenido un hijo antes y su actual marido no lo sabe, y ante esta deducción la paciente nos revela su historia: A los 18 años tuvo una niña con la enfermedad de Alexander, y padeció su lento deterioro hasta la muerte. Naomi sostiene que se sacrifica para proteger a su marido, a lo que House le responde (con la poca sutileza que lo caracteriza) que está siendo egoísta ya que su marido quiere que ella viva, y su empecinamiento por perder la vida -creyendo que así protege a su bebé- no la convierte en una heroína. Estas palabras conmocionan a la paciente que accede a realizarse la cesárea.

El poderoso inversor Vogler ordena la suspensión de la operación, hecho que motiva una fuerte discusión con House. El conflicto enfrenta dos posiciones: Aumentar las posibilidades de salvar a la paciente (Naomi) a riesgo de arruinar las estadísticas del ensayo clínico o, negarle a la mujer la inclusión en el mismo para no perjudicar los resultados del estudio de este novedoso tratamiento, ya que, en caso de comprobarse su utilidad, podrá salvar millones de vidas cuando salga al mercado.

No sólo hay un conflicto por la postura que defienden, esta discusión es en parte personal. Vogler no descansará hasta lograr que despidan a House.

Volviendo a Naomi, cuando un émbolo pulmonar (bloqueo súbito de una arteria pulmonar) empeora la situación la necesidad de operarla se torna inminente. Una nueva situación dilemática se nos presenta, pero esta vez es el marido quien debe tomar la decisión: Lo mejor para el bebé es hacer una cesárea inmediatamente, pero esto pone en grave riesgo la vida de Naomi. Se torna evidente como las prioridades de ambos padres son diferentes, ya que en este caso, el hombre decide que sin importar los riesgos para el bebé quiere que su esposa viva, que no se realice la cesárea.

Los doctores aplican una medicina que disolverá el coágulo pero puede ser malo para el bebé, sin embargo la situación de Naomi no parece mejorar. House descubre que la paciente tiene hemorragia abdominal, para salvarla ya no hay más nada que hacer por lo que nuestro doctor sale del quirófano a hablar con el marido. Requiere su consentimiento para realizar la cesárea, que probablemente matará a la paciente (quien de todos modos se encuentra agonizando), esta decisión resulta demasiado difícil de ser tomada, pero House insiste, y recuerda al hombre que era el deseo de su esposa que su hijo viva, ante lo que él da su consentimiento para la fatal intervención.

Luego de la cesárea el bebé no respira, sus pulmones aún no están maduros y requiere ser intubado, mientras tanto Naomi empeora gravemente requiriendo intentos de resucitación. Se produce lo inesperado, mientras su madre deja de mostrar señales de vida el bebé comienza a llorar, demostrándonos que ha logrado respirar sin incentivo artificial alguno. Nuevamente la potencia dramática de la escena es resaltada por la tenue musicalización así como la sorpresa y emoción de los actores, expresada más allá de sus barbijos.

Luego de esta dramática escena volvemos a ver un encuentro entre Cuddy y House, quien muestra a la directora la tomografía de la niña aparentemente malnutrida. Los estudios dan cuenta de una patología hereditaria de la niña (Síndrome de DiGeorge) razón por la cual podía ganar peso. Este hecho motiva la necesidad de llamar a servicios sociales y a la policía para retirar los cargos al mismo tiempo que comenzar un tratamiento para la niña. Dice House que no podrá realizar el tratamiento ya que para ese entonces ya lo habrán despedido.

Una nueva reunión del Consejo directivo es llevada a cabo, y ahora es Cuddy quien opta por dar un voto negativo al despido del excéntrico House. Ya no se trata sólo de defender a dicho doctor, sino defenderse de este Magnate que se cree el dueño de los trabajadores del hospital, comparte con House la característica de no querer rendir cuentas a nadie y es a esto a lo que la Doctora se opone. Nuevamente Vogler pone en marcha la estrategia que realizó ante la negativa de Wilson, propone el despido inmediato de Lisa Cuddy. Pero aquí ella interpela a los miembros del consejo, no son ellos quienes deciden, sino que a través de una amenaza de quitarles el dinero que ha invertido, Vogler termina tomando todas las decisiones, adueñándose de ellos. Los incita de este modo a Elegir, por sí mismos.

El vivo festejo de House y su equipo nos hace evidente la decisión que fue tomada, Vogler ya no será un problema, pero tampoco una solución. La aparición de Cuddy en escena recuerda que se ha perdido una importante inversión para el hospital, y resalta la responsabilidad de House en este asunto.

Las imágenes finales, con una canción de fondo cierran las diferentes historias que han acontecido: El marido de Naomi se encuentra con su bebé en brazos mientras los padres que habían sido separados de su hija son reunidos con ella nuevamente.

La imagen final nos muestra a House observando una tomografía, para él resolver enigmáticos acertijos sigue siendo su principal motivación en su profesión, después de todo House sigue siendo House.

Desarrollo conceptual

Resumen

Para comprender más acabadamente el circuito de la responsabilidad, nos valdremos de uno de los episodios de una importante serie televisiva, nos referimos a “Dr. House”. Dentro del mismo, tomaremos como protagonista de nuestro circuito a este cínico doctor, y realizaremos un análisis pormenorizado de los factores que se conjugan en la situación.

Veremos que su decisión de operar a una de sus pacientes se ve resignificada por los acontecimientos que desencadena, demostrando que su acción fue más allá de lo que esperaba y obligándolo así a interrogarse sobre su posición respecto a esta circunstancia.
Podemos pensar entonces que el piso de la moral no agota la situación, aparece otro nivel que podemos evidenciarlo mirando más allá de las evidencias.

Construiremos entonces una hipótesis clínica que da cuenta de aquello que emerge, y que toca al sujeto en relación con su deseo. En el caso de House, un hombre que a través del saber busca tapar la falta estructural. Podemos pensar que se desliza en su acción un anhelo por salvar al bebé de su paciente y que dar cuenta del mismo implicaría salirse de su posición desde donde puede responder.

El siguiente trabajo tiene por objetivo servirnos del capítulo dieciocho de la primera temporada de la serie Dr. House, titulado “Babies and Bathwater”, para ilustrar el circuito de la responsabilidad.

En este episodio confluyen tres líneas argumentales: El caso de la niña desnutrida; El conflicto entre House y Vogler; y El caso de la embarazada, Naomi. Como nos enfocaremos en esta última línea argumental, resulta provechoso puntualizar las decisiones que allí se plantean. La primera es de nuestra protagonista, Naomi. Luego de ser anoticiada acerca de su enfermedad, y la necesidad urgente de tratarla, se le plantean dos opciones: realizar una cesárea e iniciar un agresivo tratamiento para salvar su vida, una. Postergarlo para aumentar las posibilidades del bebé (a riesgo de perder la suya) la otra. Sin dudarlo opta por la segunda.

Es una intervención de House la que la hace recapacitar. Es entonces que Naomi accede a la cesárea para comenzar lo antes posible con un tratamiento -nuevo- que está en etapa de prueba.

Sin embargo un giro brusco en la evolución de su enfermedad hace que necesite ser llevada al quirófano de urgencia en estado de inconsciencia. Por tal motivo se requiere del consentimiento de su marido para realizar los procedimientos necesarios para salvarle la vida. Existen nuevamente dos opciones: Realizar urgentemente la cesárea eliminando casi toda posibilidad de la paciente de sobrevivir o aplicarle medicaciones que pueden afectar al bebé. El marido no lo duda: “Sálvenla a ella.”

En este panorama la decisión que a nosotros más nos interesa es aquella que tomará House a continuación cuando, ante la imposibilidad de salvar a su paciente, decide salvar al bebé. Es en este punto desde donde nos posicionaremos para analizar el circuito de la responsabilidad subjetiva. Otra vez House se ve en la necesidad de recurrir al marido en busca de consentimiento. Sale personalmente para “hacer entrar en razón” al hombre, que dice no poder tomar esa decisión.

Retomemos más lentamente la escena de la operación para ver que nos tiene guardado. Ya dijimos que cuando los médicos se disponen a operar, se topan con una hemorragia abdominal no descubierta, que precipita la muerte de la paciente de manera repentina. Lo único que logran hacer es sacar al feto.

Casi simultáneamente al cese, el bebé es colocado en una mesa a la espera de que reaccione. Durante unos segundos todos en la sala callan. Quedan pasmados. Los médicos ven al inesperado cadáver sobre la camilla y a la par al niño en un mutismo que anuncia lo peor. La escena se detiene. Nadie se mueve. Nadie dice nada. El impacto y la expectativa son los únicos elementos que cobran vida en ese museo de cera en el que se ha convertido la sala de operaciones. Los segundos pasan y cuando aparentemente nada bueno puede suceder, de repente… de manera inesperada, se siente como un estruendo el llanto del niño. La escena cobra vida otra vez. Las respiraciones se reanudan, los médicos vuelven a moverse, vuelven a hablar, todo parece haberse reiniciado. El cuerpo es cubierto y se disponen a dar las buenas y malas noticias al padre-esposo.

Esta escena que parece no tener mucho para decirnos, empieza a revelarnos sus secretos cuando la leemos desde las coordenadas de lo universal, particular, singular en relación con el azar y la necesidad.
Vamos a ver cómo estas referencias ordenan rápidamente el contenido y nos dan su clave.

Sin vacilar colocamos a nivel de lo universal –del para todos- a la castración simbólica, límite que establece el lenguaje y que ordena la experiencia humana.

En el campo de lo particular vamos a colocar a la situación en la que ese universal se asienta –podríamos decir se encarna- y cómo ese límite se hace palpable. Ubicamos allí a la escena anteriormente descripta y a la muerte de la paciente como la presentación de lo inefable. Como lo indicamos más arriba el azar y la necesidad tienen toda su importancia. Es en este nivel donde entran en juego determinando el orden de los acontecimientos. El azar quiso que a Naomi se le conjugaran una enfermedad terminal y un embarazo fuera de tiempo y la necesidad dio el trágico desenlace (representada aquí por las leyes de la fisiología).

Sin embargo –y ya metiéndonos en el campo de lo singular- estos ordenes no circunscriben a la situación en su totalidad, dejan una grieta, y es allí donde aparece la responsabilidad. ¿A que nos referimos con esto? A la responsabilidad subjetiva que, como dice Freud, aparece en relación a un propósito desconocido para el sujeto: “responsabilidad que atañe al sujeto en relación a aquello que desconoce de sí mismo” . No a una responsabilidad moral que involucre a los valores compartidos socialmente. En este caso, no a la decisión de House como un médico que cumple con su obligación, sino a la responsabilidad subjetiva que se juega en ella en relación a su deseo. Conceptualmente decimos que lo singular se concatena con lo universal constituyendo un eje que da cuenta de cómo el sujeto se las arregla con la castración; el cómo lo veremos escenificado en el campo de lo particular.

Para comenzar recordemos que el circuito de la responsabilidad se despliega a lo largo de tres tiempos. El primero constituye una afirmación. Es una acción que se agota en los fines para los que fue propuesta. No pretende ir más allá o quedarse más acá de sus objetivos. Responde de manera lineal a sus propósitos.

Existe un segundo tiempo que hace surgir una pregunta que interpela a la acción realizada en el tiempo uno. Sugiere la posibilidad de haber ido más allá de los objetivos planteados. Aquí el sujeto se cuestiona por su acto y trata de dilucidar los efectos no calculados que se sucedieron como consecuencias inesperadas. Dirá Domínguez: “Tiempo donde el universo particular soportado en las certidumbres yoicas se resquebraja posibilitando la emergencia de una pregunta sobre la posición que el sujeto tenía al comienzo del mismo” .

El tiempo dos inaugura el circuito a partir de la retroacción, y está configurado por la emergencia de la culpa, no la culpa como la entendemos cotidianamente sino la culpa que interpela al sujeto, y obliga a responder.

Una de las modalidades de respuesta (que podemos pensarla como la “verdadera respuesta”) es la producción de sujeto.

Finalmente un tiempo tres donde los efectos producidos por la acción develan algo en relación al deseo de ese sujeto y generan un cambio de posición subjetiva. Esto puede surgir como una expresión exclamativa, muy clara en el caso de Ibbieta -protagonista del cuento “El muro” de Sartre-. Se trata de un efecto de sorpresa, un hallazgo que le compete al sujeto y lo toca en lo mas hondo. Puede hacerse cargo de ello y cambiar de posición en relación a su deseo o puede evitarlo bajo la modalidad de la culpa e intentar desentenderse de él. Ninguna de las dos decisiones transcurrirá sin consecuencias.
Llegado el caso entonces, puede aparecer una superación, un suplemento, donde el horizonte de la moral se quiebra por efecto de la singularidad, dando cuenta de la dimensión ética. Las otras “especies de respuesta” son las que D’ Amore denomina “figuras de la culpa” y no configuran un tercer tiempo. Ellas permiten regresar al surco de lo moral, taponando la dimensión ética. Ejemplo de estas son: la proyección, la formación sintomática, la negación, la intelectualización o el sentimiento de culpa.

Veamos el circuito en el caso. En el tiempo uno tenemos la elección de House de operar a su paciente. Recordemos que en uno de los parlamentos centrales, nuestro protagonista asegura que: a pesar de que es noble la intención de Naomi de querer preservar la vida de su hijo entregando la suya, su deber como médico corre por otros carriles. Su obligación profesional es para con su paciente, y su paciente es la madre.

Destaquemos algo que no debemos perder de vista: House es buen médico. Conoce al dedillo sus responsabilidades y sus deberes como profesional. No se le pasa por alto nada en lo concerniente a los procedimientos que se deben seguir frente a los diferentes casos; por tal motivo sabe que debe agotar todas las posibilidades disponibles para salvar la vida de sus pacientes. En este caso particular, la vida del bebé, no le ocupa en la misma medida. Si sobrevive a los tratamientos será una buena noticia y si no, será simplemente un desenlace poco feliz pero contemplado. Su deber es para con la madre. Podríamos decir que, en este aspecto, como médico se ajusta debidamente a los preceptos morales de su campo.

En el segundo momento vamos a colocar la muerte de la paciente. De repente House advierte una hemorragia terminal que lo deja sin posibilidad de respuesta y un cadáver entre manos. La operación no ha cumplido su cometido y muy lejos de ello a precipitado una muerte inevitable. Acá es donde nuestra hipótesis diagnóstica empieza a dibujarse. Intentaremos bosquejarla un poco.

Así como decíamos que nuestro protagonista es un fiel conocedor de sus responsabilidades, también diremos que es un clínico excepcional. A lo largo de la serie no hace otra cosa más que demostrarlo. House tiene una relación particular con el saber: dispone de conocimientos teóricos y prácticos avalados por una vasta experiencia. Es un médico reconocido, sus colegas lo celebran y es a quien consultan frente a las incógnitas que plantean algunos casos. Podríamos decir que es el encargado de dar respuestas desde ese saber.

Lo que sucede en esta situación es la irrupción repentina de un componente que rompe con la continuidad de la escena. Se trata de un objeto perturbador, objeto frente al cual todo saber flaquea y se torna inconsistente. A su vez plantea una pregunta frente a la cual toda respuesta es insuficiente, y tiene la facultad de interrogar la realidad y la vida de los allí presentes. Estamos hablando del cadáver. Uno podría decir: “Un médico cirujano esta acostumbrado a perder pacientes”, a lo cual contestaríamos que una persona nunca termina de acostumbrarse del todo a la presencia de un cuerpo sin vida. Además, ésta situación tiene una característica especial: Ninguno de los exámenes prequirúrgicos había arrojado indicios sobre la hemorragia. Fue sorpresiva y podríamos decir que: “se les escapó”. No era improbable el deceso de la paciente y aun menos el del niño, sin embargo lo sustancial está en que se pone en evidencia la inconsistencia del saber desde donde se suponía estaban contempladas todas las variables. Lo que vuelve contundente el fallecimiento de la paciente es –además del hecho en sí mismo- la omisión significativa del elemento desencadenante de la muerte y de lo precipitado de la misma. Los médicos quedan inútiles frente al orden de la necesidad marcado por las leyes de la fisiología.

Si seguimos un poco más diremos que lo que queda como resto en la escena es el cadáver que interpela. Es un signo de pregunta hecho de carne tiesa. Subjetivamente no se trata ya ni de una persona pero tampoco de un objeto cualquiera. Es carne y causa impacto en la medida en que sus revestimientos simbólicos caen como las ropas de la paciente antes de la cirugía. Esa carne constituye la dimensión más palpable de la castración y a su vez goza de cierto carácter de irrepresentabilidad. Es un encuentro con lo real.

Lo-real es un concepto lacaniano de difícil comprensión, sólo diremos con respecto a él que ningún saber (sea médico o no) puede recubrirlo y que debe encontrarse sustraído de la escena para que ésta pueda llevarse adelante. Por otro lado pone en evidencia la falta de naturalidad de la experiencia humana y su dimensión ficcional. Cuando algo de esto acontece la continuidad se pierde y es necesario recubrirlo -de alguna manera- para que los sentidos caídos puedan volver a constituir aquello que damos en llamar cotidianeidad. El mejor ejemplo de ello es el hecho de que lo primero que se hace ante un cadáver, es taparlo.

Retomando el caso en función de lo dicho anteriormente, suponemos que los resultados de la operación la resignifican. Por un lado, la muerte de la paciente demuestra, que la acción efectuada en uno quedó más acá de los objetivos planteados: No logró salvarla. Por otro, la supervivencia del bebé evidencia que fue más allá, en la medida en que logró algo para lo cual no estaba destinada estrictamente. Recordemos que la cesárea se realiza con fines procedimentales. Era necesario que la madre no estuviera embarazada para realizar el tratamiento, si el bebé sobrevivía enhorabuena.

Sin embargo, cuando nos remitimos al capítulo -y dejamos por un momento el pragmatismo médico- vemos que la escena nos deja entrever otra cosa. Cuando se produce el corte por la muerte de la paciente -donde todos quedan en suspenso- lo único que devuelve la continuidad es el llanto del niño. Lo que revitaliza a los médicos que contemplan impertérritos el cuerpo de la madre es un grito. House no es la excepción y creemos que es a partir de allí donde se le abre la posibilidad de redimensionar la decisión de operar en función de sus consecuencias. Podríamos decir que frente al agujero, no es la palabra lo que lo devuelve a la escena sino un estruendo. Consecuentemente mientras la muerte produce una vacilación fantasmática que deja como saldo el mutismo, lo vivo –en este caso- restituye algo de esa realidad y habilita a la palabra.

Ese niño que en un principio era una consecuencia colateral en potencia ahora deviene como elemento que lo catapulta hacia dentro del cuadro, evidenciando House, cierto alivio. Alivio muy sustantivo que nos revela (a nosotros y a nuestro médico) la presencia del anhelo por preservar la vida del infante. Una hipótesis posible es que algo en relación al deseo de House se juega en ese anhelo que había sucumbido a los efectos de la represión.

No queda lo suficientemente claro que relación existe entre anhelo por preservar la vida del niño y la relación de House con el saber. Intentaremos esclarecerlo. House busca taponar la falta estructural a nivel de lo simbólico mediante la acumulación de saber. A partir de aquí es que se puede entender porque piensa a sus casos clínicos como acertijos. Un acertijo tiene solución. Podríamos jugar incluso con la imagen y decir que hay pocas cosas más consistentes que una biblioteca (símbolo de erudición) ¡y no nos quepa la menor duda de que House ha estudiado una al detalle!

Mientras sus casos ocupen ese lugar y no otro, él puede responder desde el saber; por lo tanto bajo ningún concepto puede salirse de su rol de médico. Allí encuentra consistencia, entonces aceptar, asumir, que mas allá de su deber anhela salvar al bebé es salirse de su posición. Como él bien dijo: “mi deber como médico es con la paciente”. Permitirse ese anhelo es salirse de esa posición desde donde puede responder y toparse con algo del deseo que se le juega con la vida de ese niño.

Apoyándonos en Lacan vamos a pensar al deseo como articulado pero no articulable, por lo tanto no puede ser obturado por saber u objeto alguno, en consecuencia reconocerlo o toparnos con él implica necesariamente confrontarnos con la castración.

Podríamos replantear el tiempo dos en función de lo dicho recién y decir que por un lado el deceso de la paciente devela la insuficiencia simbólica y por otro lado, el bebé revela algo de su deseo que tal vez se juegue por fuera de la posición desde la cual ha decidido practicar su profesión.

Cabría suponer que están dadas las condiciones para un cambio en la posición subjetiva de House. Plantearíamos entonces allí al efecto sujeto que nos aparece como una de las posibles respuestas a la interpelación (iniciada en el tiempo 2, interpelación que obliga a responder). Esta respuesta implica -a diferencia de las otras- una dimensión ética donde tiene lugar el acto en el que el sujeto se produce. En palabras de Oscar D’ Amore: “Al hablar de efecto sujeto, estoy hablando del acto, y es ético, porque es el acto en que se produce un sujeto de deseo inconsciente" .

Es momento de la decisión. Puede seguir intentando taponar la falta con una acumulación de saber que comporta un goce mortífero, pretendiendo salvar-vidas/evitar-la-muerte, o puede hacer otra cosa en relación a su posición como médico aceptando los límites de ese saber.
La primera opción es sumamente costosa: Se trata de un hombre de cuarenta años que se encuentra solo, amargado y adolorido por los males que lo aquejan. Su adicción y su cinismo parecieran lo único que le significan un cierto alivio, y su trabajo consiste en resolver “enigmas” que son un desafío a su intelecto. La posición gozosa esta a la vista y a la vez redunda en un beneficio para su narcisismo: Sólo yo soy capaz de acertar el diagnóstico.

Lo que se le ahorra a House desde ésta posición subjetiva es el atravesamiento por la castración. En principio se trataría de una castración de saber que podríamos resumir en la siguiente frase: El médicos no salva vidas, las alarga. Parafraseando a Freud en “Más allá del principio del placer” decimos que el ser humano desde que nace comienza a transitar su camino hacia la muerte. Nadie nos puede salvar de este destino – ni House. La pregunta en todo caso, no es como la evitamos, sino que hacemos mientras tanto.

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