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Man of the house

Temporada 8 - Episodio 13

Autores: María Cristina Iglesias y Juan Marcelo Silva

Palabras clave:

Síntesis: Durante el episodio 13 de la octava temporada se desarrollan tres historias paralelas que tienen a House como personaje central. En el capítulo su (ex) esposa vuelve para hacerle un pedido que él no rechaza aún a costa del riesgo de perder su libertad condicional, ambos deberán simular una convivencia conyugal ante las autoridades para que ella no sea deportada. Dominika le pagará a House la suma de u$s 30000 por mentir al Departamento de Inmigraciones. Llega un nuevo paciente al hospital, Joe, un orador en temas de relaciones de pareja que se desvanece frente a su público; una vez internado es el testigo de los cambios en el diagnóstico y posterior tratamiento que realiza House y equipo, a la vez que se observa la problemática existente en su matrimonio. Consecutivamente los médicos del equipo de House (Dr. Chase, Dra. Adams, Dra. Park y Dr. Taub) compiten entre sí para ocupar el puesto de jefe de equipo junto a House. La tarea de confirmar el diagnóstico de Joel y la posibilidad de realizarle un tratamiento médico se vé afectada por este enfrentamiento entre colegas.

Desarrollo conceptual

Tomaremos del capítulo “El hombre de la casa” al Dr. House como sujeto de nuestro trabajo de análisis, siguiendo su conducta en relación a su ex esposa y a sus colegas, las diferencias y semejanzas en un intento de ir develando qué hay detrás de lo que muestra. Lo elegimos a él porque estos vínculos se nos presentaron como vías paralelas que marcan distancias particulares. ¿Distancias con respecto de qué y de quién? Con el ¿de qué?, estamos en el corazón de la incógnita, de la singularidad, de la incertidumbre. Podríamos arriesgar respecto a ¿de quién? la distancia y decir de sí mismo, de ese sí mismo desconocido aún para él, aún no estrenado.

Lo tenemos en una primera escena siguiendo el derrotero de un pensar en grupo en torno a un diagnóstico que se resiste a abarcar los síntomas que se le van presentando al paciente (Joe). House no le teme a sus intuiciones, acicatea a sus colegas subordinados a que no se detengan en el umbral de lo conocido, de aquello que se les presenta sino que hay que tomar riesgos a la hora de establecer conexiones entre los indicios que detectaron. La Dra. . Adams hace un resumen de los cambios del paciente, House la presiona con la mirada pues en los dichos de ella está la respuesta diagnóstica. La ayuda: “lo que estamos biológicamente preparados para hacer”. Ella no entiende y entonces él le dice: “por este tipo de cosas podría descartarte como líder”.

Conocida es su postura respecto del discurso médico y sus avatares, no utilizar guardapolvo blanco para diferenciarse de sus colegas, no acercarse a sus pacientes. Este es su terreno seguro, donde a pesar de sus transgresiones y sus particularidades se mantienen dentro de un marco sólido de conocimientos que le permiten deambular en el borde de la Responsabilidad Profesional. ¿Por qué la incertidumbre le da solvencia, lo afirma, no le quita la palabra? Escucha atentamente a sus colegas en la mesa de reuniones, cada uno de ellos propone, asevera o refuta distintos diagnósticos: pero la última palabra es de él.
Consecutivamente vuelve su esposa a su vida con un pedido, ambos deberán fingir la vida conyugal que no tienen para que el Departamento de Inmigraciones no la deporte. House define a su esposa como “la bella bruja ucraniana”, él dice respecto del pedido: “no me interesa, no le temo a las autoridades” y agrega “pero, para qué oponerse” Dominika refuerza su propuesta con una segunda oferta: le pagará 30000 dólares por la mentira ante las autoridades.
La situación plantea algo del orden de la Necesidad, House y esposa deberán simular la vida marital, demostrar convivencia y sostener una farsa para que ella no sea deportada y enviada a su país de origen. Tranquilamente House pudo haber rechazado el pedido de su esposa, y afrontar que ella debiera volver a su país de origen, pero no lo hizo, aceptó. Con dedicación la pareja arma una historia familiar corroborada por fotos fabricadas en medio de los ateneos clínicos donde se dirimen los distintos diagnósticos que se propusieron para Joe.
Cuando el agente de inmigraciones se presenta en el departamento decorado al fin, encuentra a una pareja convincente que hace alarde de una vida conyugal armoniosa. Solo faltaba entrevistar a algún vecino que corrobore la convivencia. Este imprevisto los desconcierta. Al salir, el agente se encuentra con el Dr. Wilson (amigo de House), quien, haciéndose pasar por vecino del matrimonio, confirma la convivencia de este. Cuando todo parecía creíble, azarosamente aparece el verdadero vecino que pone al descubierto la mentira pergeñada por Wilson. Puestos en evidencia, son citados a declarar en el departamento de inmigraciones, Dominika será deportada y House procesado (entregado a su agente de libertad condicional). Delimitamos a este como el primer momento del circuito de responsabilidad, House miente y es descubierto pudiendo así volver a la cárcel; M. Domínguez define a este tiempo 1 como el del acontecimiento acorde al universo del discurso, donde se supone la acción se agota en los fines para la que fue realizada.

La interpelación a este momento de omnipotencia se revela en la oficina de migraciones. Allí se desarrollará un segundo momento: una vez allí, y ante el apremio, Dominika pide para sí el castigo con la condición de que él sea liberado, luego de eso y ya en llantos le declara su amor a House. Esta declaración asombra al Dr. quien se queda sin palabras, completamente conmovido por la confesión. El agente les da seis meses de plazo donde serán visitados aleatoriamente. Pero lo más destacado, es el asombro de House por la revelación de Dominika. En la escena House se vé indefenso, vulnerado. Y ella, como su salvadora, la mujer que pone cuerpo y alma para que él no sea procesado y enviado a la cárcel nuevamente. Salen ambos de la oficina, House apenas articula “¿Qué fue eso…? señalando hacia la oficina, ella lo calma nuevamente respondiendo con una sonrisa: “tranquilo soy más inteligente como para enamorarme de vos”. Así la grieta abierta entre azar y destino vuelve a cerrarse.

La pregunta que nos surge es que le pasa a House respecto de su vida amorosa, aquello que escapa a toda lógica, que no puede ser expresado bajo ninguna explicación científica. Aquello que involucra su elección de objeto.

Para House las cuestiones del alma no son su campo. Y es allí donde su omnipotencia, su rebeldía y actitud impertinente por lo establecido dentro del campo de lo particular, hace agua. Su esposa es, en palabras suyas, “la bella bruja ucraniana”, ¿por qué la definió así? Es acaso que él está embrujado por Dominika? ¿Capturado por alguna especie de encanto sobrenatural? ¿Inexplicable dentro de los términos de la biología? Para House el uso de la intuición, lo íntimo, la corazonada sólo es lícito en el momento de realizar un diagnóstico. House no se relaciona cercanamente con sus pacientes, evita involucrarse con ellos, toma distancia respecto del otro.

Vemos a House funcionando en dos terrenos, en uno seguro donde la incertidumbre que se plantea frente a un caso le da solvencia, lo afirma. En el ámbito profesional se muestra como “el hombre de la casa” diríamos. Vimos cómo pide a los de su equipo, “que se conviertan en hombres, que no retrocedan” como proyección de lo que él no puede hacer con su vida matrimonial. Les pide a sus colegas que se animen, que no desistan rápidamente que sigan los indicios hasta cazar el diagnóstico mientras él niega y huye de lo que lo conmueve. En una escena House irrumpe en la habitación del paciente, sin presentarse y sin la identidad que le daría un delantal, le espeta: “¿Lo patearon en los testículos como a Beckhamn?” y para confirmar su teoría tira objetos para que Adams y Chase se inclinen y los levanten poniendo a la vista del paciente sus traseros. ¿Qué busca con esta imprudencia , falta de tacto, de cautela cuando podría ser confirmada desde el laboratorio? ¿Qué distancia borra, no discrimina? ¿Qué distancia acrecienta?

Él había manifestado un anhelo: “Busco un número dos. Quiero un líder de equipo” ¿Podemos perfilar un deseo oculto de establecer su línea sucesoria a través de dar a luz buenos discípulos de una forma que no comprometa su hombría como le enrostra al Dr. Taub?: “Ya no eres un hombre. Hay estudios que demuestran que criar niños baja la testosterona”. “Cuando más te involucras más baja”. En uno de los ateneos Adams se asombra de que no pueda recordar cosas referentes a la familia de su ex siendo que en ello le va su libertad, y sí recuerde situaciones relacionadas con la vida personal de los médicos. Él le contesta “recuerdo sólo lo que me interesa”.

En medio de esta discordancia, trata de formar al grupo de médicos a una forma de trabajo a su imagen y semejanza: conocimiento, autonomía de criterio, coraje, creatividad, asunción de riesgos... busca su segundo, un sucesor, alguien que herede el capital que hace de él una autoridad.

Lo que nos importa es qué hace frente al “embrujo” de un vínculo afectivo, frente a lo que quiebra su horizonte de certezas, a lo que lo hace perder el control, al encanto más allá de lo natural que lo captura y que no puede ser explicado por la testosterona pero sí puede ser negado, ironizado o jugado como “un como sí del como sí”. Juego de distancias.

Nuestra hipótesis se basa en esta reacción de House frente a la confesión de amor de Dominika producto del descubrimiento de la mentira por ellos sostenida. Aparece un House vulnerado, sorprendido. Él decide mentir arriesgando su libertad condicional para que su ex esposa no sea deportada a su país natal. Pudo haber rechazado la propuesta y afrontar el duelo de no volver a verla jamás. Si realmente, y en palabras de él, “no le interesara” hubiera sido negativa su respuesta. En el enunciado “no me interesa” House manifiesta proyectivamente aquellos temas de los cuáles preservarse debido a que seguramente son de su mayor preocupación. Preocupación que se relaciona a la diferenciación entre lo masculino y lo femenino y sus respectivos roles. Para House las cuestiones de la filiación, el matrimonio y la paternidad están relacionados a una menor hombría, y el posicionamiento subjetivo en estos aspectos de la vida humana sólo pueden ser entendidos por cambios orgánicos. El campo médico y su profesión es aquello que lo sostiene; sostén que no tendrá en el campo de lo afectivo. Critica a Taub por su paternidad pero el reproduce con su equipo de discípulos la imagen de una mesa familiar, el padre sentado a la cabecera que escucha a sus hijos. Su “no me interesa” pone en juego su deseo inconsciente de la vida afectiva familiar algo seguramente imposible de aceptar en forma consciente.
Huye del encuentro que convoca la emergencia sujeto, huye de saber qué es él para esa otra persona, ¿qué lugar ocupo en el deseo del otro? El amor es algo del orden de lo real. Dominika confesó ante el agente: “este amor se sintió real”.

Él tiende a negar esto que lo conmueve, ni siquiera puede terminar la pregunta al amor, House se conforma con que Dominika se desdiga de su declaración de amor, se siente aliviado, lo racional por sobre lo emocional, evita la angustia y se dispone a seguir la farsa. ¿Realmente es para él una farsa? Aceptar esta desmentida de su esposa es una forma de responder a esa confesión de amor que se manifiesta latente, respuesta que es atravesada por la culpa; respuesta que no es expresión de una autonomía consiente sino que introduce ya la dimensión deseante más allá de esta (DAmore; 2006).

House niega eso que lo interpela, y proyecta esa debilidad en los otros, exige a sus colegas que sean hombres, “que se animen”, que den ese salto a lo incierto. Algo que él no puede hacer como sujeto, animarse a enfrentar el deseo del otro, algo para todos de lo más incierto: él necesita de certezas, de explicaciones biologicistas, para él las cuestiones de amor entre los humanos son susceptibles de ser explicadas como “cambios hormonales”, tal es el caso de su paciente Joe que es más sensible debido a un golpe en sus testículos. O como en la situación del Dr. Taub a quién la “paternidad” lo ha vuelto “menos hombre”.

El amor implica reconocer esa falta estructural que nos hace sujetos, implica tolerar la frustración, implica animarse a ser frágil. Y esto es a lo que House escapa con todo su bagaje profesional, su yo es endeble ante estas situaciones azarosas de la vida íntima.
House hace uso de un cinismo oportuno que lo aleja de su emergencia como sujeto, cuando se enfrenta a situaciones que escapan a su experiencia y a sus conocimientos y lo enfrentan a la angustia, esa angustia del “no saber constitutivo estructural”. Necesita permanecer dentro del circuito de la responsabilidad profesional, goza con su posición del “todo saber” y a la vez es gozado. Dentro de la dimensión de lo particular él se encuentra cómodo, seguro: aún frente a aquello que él no sabe, no se angustia. Su profesión le da satisfacciones, lo completa, lo sostiene frente a un otro; y se permite traspasar aquellos límites establecidos por la norma, se permite enfrentar la autoridad.
Ante esa ranura que se le abre entre la necesidad y el azar, él necesita repararla, tapona la emergencia del sujeto y se entrega a los designios del destino y el azar, los acepta. “Ya llegué querida!”; un House que se entrega como “hombre de la casa”.

Referencias

D’Amore, O.: Responsabilidad y culpa. En La transmisión de la ética. Clínica y deontología. Vol. I: Fundamentos. Letra Viva, 2006.

Michel Fariña, J. J. “The Truman Show. Mar abierto (un horizonte en quiebra)”. En Ética y Cine, Eudeba, 2000.

Salomone, G. Z.: El sujeto dividido y la responsabilidad. En La transmisión de la ética. Clínica y deontología. Vol. I: Fundamentos. Letra Viva, 2006.

Gutiérrez, C. (2002): Diagnóstico y responsabilidad. En Revista Argentina de Psicología, APBA, Número 45, pp. 93-98.

Salomone, G. Z.: (2006) Responsabilidad profesional: Las perspectivas deontológica, jurídica y clínica. En página web de la cátedra.

Zamijovsky, Mauro: (2012) “Una hipótesis clínica acerca del padecimiento de Gregory House”. Material de la cátedra.



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