Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires
Resumen:
El presente estudio explora la importancia de los rituales funerarios en el proceso de duelo y su impacto en la salud mental, destacando lo fundamental de la comunidad en contraposición al discurso médico hegemónico. En una época donde la medicalización del duelo se ha convertido en una respuesta común al sufrimiento subjetivo, se argumenta que las comunidades ofrecen prácticas y saberes alternativos y eficaces para su tratamiento, particularmente a través de rituales funerarios.
La película Viaje a Darjeeling (Anderson, 2007) sirve como un marco reflexivo para analizar cómo la comunidad puede contribuir al campo de la Psicología con prácticas efectivas para transitar el duelo. Este análisis es especialmente relevante en el contexto post-pandémico, donde la imposibilidad de realizar rituales funerarios tradicionales ha tenido significativas repercusiones en la salud mental de la población.
Palabras Clave: Rituales funerarios | Comunidad | SaludMental | Prácticas de salud
An Exploration of Funeral Rituals as Mental Health Practices, Through Cinema
Abstract:
The present study explores the importance of funeral rituals in the grieving process and its impact on mental health, highlighting the fundamentals of community as opposed to hegemonic medical discourse. In an era where the medicalization of grief has become a common response to subjective suffering, it is argued that communities offer alternative and effective practices and knowledge for its treatment, particularly through funeral rituals.
The film “The Darjeeling Limited” (Anderson, 2007) serves as a reflective framework to analyze how the community can contribute to the field of Psychology with effective practices for navigating grief. This analysis is especially relevant in the post-pandemic context, where the impossibility of carrying out traditional funeral rituals has had significant repercussions on the mental health of the population.
Keywords: Funeral rituals | Community | Mental Health | Health practices
Introducción
Viaje a Darjeeling (Anderson, 2007) narra la historia de tres hermanos en edad adulta atravesados por la pérdida de su padre. Tras un año sin hablar, se embarcan en un viaje en tren con destino a la India en busca de recomponer su relación y encontrar cierto alivio a su tristeza. Con un itinerario cuidadosamente cronometrado suben y bajan del tren visitando templos y otras atracciones turísticas, mientras que, en las interacciones fraternas se puede observar cómo salen a la luz rivalidades, secretos y rencores.
Debido a su comportamiento algo extravagante y conductas disruptivas, son expulsados del tren, lo que obliga a los hermanos a salirse de la ruta planeada originalmente.
A lo largo del desarrollo de esta investigación, se intenta dilucidar la manera en la que se relacionan con la muerte los sujetos de una sociedad globalizada de Occidente, a diferencia de una comunidad pequeña y alejada de la India. Se ubican las consecuencias de la mercantilización de la vida y medicalización de la salud relacionado al malestar subjetivo que atraviesa a los hermanos Whitman, a la vez que se trata de explicar de qué manera encuentran alivio luego de presenciar un ritual funerario comunitario que produce efectos tanto a nivel individual como en su lazo fraterno.
El inicio de un viaje ¿“espiritual”?
La historia de dos viajes distintos, o bien un viaje dentro de otro. De atractiva paleta de colores y movimientos de cámara peculiares, crean la sensación de momentos oníricos acompañados por una banda sonora especialmente seleccionada.
Los hermanos Whitman se encuentran a bordo del expreso más antiguo de la India, llevan un año sin verse, desde el funeral de su padre. El dolor que aún persiste por la muerte de su padre se manifiesta tanto en dolores físicos como en lo deteriorado del vínculo de hermanos. Es por esto, que Francis propone un viaje en el cual puedan “volver a ser hermanos, crear nuevos lazos” Para esto, prepara un itinerario repleto de actividades con días y horarios precisos.
Francis sufrió un “accidente” en moto en el que casi pierde su vida, Jack es escritor y está atravesando un fuerte bloqueo artístico y Peter por otro lado, sufre dolores de cabeza recurrentes y luce un rostro fuertemente melancolizado.
Dentro del camarote transcurren las más disparatadas situaciones entre ellos, desde conversaciones evasivas, preguntas tímidas y no tanto, hasta peleas físicas. Es también allí donde el director nos presenta dos elementos muy importantes; en primer lugar, el numeroso y hasta exagerado equipaje de los hermanos Whitman que llevan bordadas las iniciales de su padre y en segundo lugar, los blíster y frascos de pastillas que también cargan e intercambian descuidadamente entre ellos.
Peter realiza un gesto de dolor y se toca su cabeza, saca una bolsa amarilla con pastillas “es un relajante muscular”, Francis y Jack hacen lo mismo, “medicina para la gripe, tiene antibiótico” dice Jack al tiempo que Francis toma un líquido y dice “para el dolor fuerte” en ese momento se intercambian las drogas y cada uno toma un poco de la del otro.
Tomando los postulados de Moynihan (2002) que considera que la construcción social de los problemas de salud está siendo reemplazada por la construcción corporativa de la enfermedad, no se puede hablar de padecimiento subjetivo, sin hablar de la medicalización de la vida.
Se puede observar la presencia de fármacos en todas sus formas, jarabe, cápsulas, comprimidos invadiendo las escenas tomadas dentro del camarote de igual forma que en la vida cotidiana la medicina invade aspectos de la vida que no son patológicos en sí mismos ni pasibles de tratamiento específico.
El consumo e intercambio de medicinas entre ellos, se podrá observar durante casi todas las escenas que transcurren dentro del tren. En una de ellas, se puede observar claramente una especie de altar moderno que consta de dos vasos, varios frascos de pastillas y una vela.
Se encuentra una estrecha relación entre las formas de padecimiento que manifiestan los personajes y el hecho de que, en EEUU, lugar de origen de los hermanos Whitman, es también el origen del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría. Allí el padecimiento subjetivo es clasificado y toma relevancia en el resto del mundo como práctica universal. En la última versión de este manual, el DSM V, se puede observar cómo incorpora una amplia gama de trastornos mentales a través de la patologización de procesos vitales. De hecho, se considera un diagnóstico de depresión cuando dos semanas después de haber sufrido una pérdida importante, persisten síntomas como insomnio, pérdida de apetito, tristeza, falta de interés o concentración.
En el mundo moderno, la muerte se ha convertido en un tabú, algo que no hay que nombrar, ni siquiera en público. En el presente, al enlutado se le prescribe un “trabajo de duelo”, se le impone un breve tiempo al duelo pues la vida debe seguir. Se debe hacer el duelo rápido, no hay tiempo, por lo que tampoco hay espacio social para el enlutado, que se convierte en un enfermo si se empecina en el duelo. Como queda demostrado en las primeras escenas, los hermanos Whitman no permanecen ajenos a su época y cultura, tanto es así que evitaron verse y hablar durante un año, tampoco se hace mención a la muerte de su padre, ni de su sentir con respecto a esta. Es que en el marco de los valores asumidos como universalmente válidos desde el etnocentrismo occidental, todo aquel que se considere moderno e informado, se encuentra obligado a hacer de la vida una alegoría, por lo que implícitamente parece haber una exigencia respecto a la permanente negación de la muerte, huyendo del miedo, la vergüenza, el desasosiego y la incomodidad que se experimenta frente a ella.
De turistas y peregrinos
Los hermanos realizan las paradas planeadas en el itinerario. Visitan el templo “más espiritual” de toda India y al llegar al lugar se separan inmediatamente en 3 direcciones distintas, dentro del plano general se los puede observar a Jack comprando un rociador, Peter una serpiente y Francis un adaptador.
Llegan al templo, se arrodillan y cierran sus ojos, se percibe la tensión, surgen discusiones que denotan una rivalidad de hermanos bastante infantil. Francis se enoja porque Peter tiene su cinturón, Jack no encuentra el pasaporte que Francis escondió. Abandonan el templo con un collar de flores, un tercer ojo en la frente y cargando numerosas bolsas de compras. Al día siguiente, en otro templo, repiten el intento. Vestidos con unos pañuelos plateados que en nada se parecen a un turbante se disponen a cerrar los ojos y Jack pregunta “¿Sienten algo? ¿Está dando resultado? Espero que sí, tiene que funcionar”
En este sentido, los hermanos Whitman actúan como turistas según el término acuñado por Byung Chul Han (2020) en su libro. El turista al que se refiere el filósofo, es el resultado de la globalización que borra las fronteras haciendo del mundo un no-lugar donde no es posible la estancia y volviendo la percepción del tiempo fugaz. Se crea un hipermercado de cultura, donde todo queda reducido a su condición de precio, las cosas se vuelven medibles y comparables bajo esta cualidad, no existe espacio para la singularidad.
Insertos en una época que tiende a no permitir la estancia, los hermanos pasan de una atracción a la otra, siendo estos lugares una ocasión para cumplir un itinerario, sacarse unas fotos, comprar cosas y moverse a la próxima atracción. Como efecto de globalización el tiempo carece de sentido, lo que genera una nueva forma de andar y de ver, en el que el turista se desplaza en su viaje de la misma manera que pasa de una ventana a otra de la pantalla, un scrolleo constante. El tipo turista descrito por Han, es uno al que su andar le falta serenidad y se encuentra aún mezclado con abismos y desiertos, se mueve de un aquí hacia otro aquí.
A través de la saturación de colores, la rapidez en el flujo de movimiento y la cantidad de personas y situaciones que logra construir el director, permite pensar en cómo el exceso de estímulos, información e impulsos modifica el modo en que el sujeto interactúa con el tiempo y con la capacidad contemplativa hacia el mundo. Vemos que no tienen contacto con otros viajeros del tren, ni con Brendan, el asistente de Francis, quien deja los itinerarios por debajo de la puerta, tampoco los vemos detenerse en las ciudades que visitan, ni en su gente, no los vemos contemplar los templos, su arquitectura o las costumbres rituales de las personas que asisten. Esta incapacidad de demorarse para Han, genera la ausencia de experiencias.
Las características de la sociedad actual para este autor se caracterizan por la fragmentación de los vínculos humanos. La “sociedad del aislamiento”, limita al individuo a una actividad mecánica pobre en interrupciones, hace al sujeto atenerse al marco del aceleramiento. Es por esto quizás que la primera parte de su viaje transcurre también en tiempos acelerados, contactos pobres, conversaciones cortas, cambios de escenario constantes, fuerte sonido ambiente y colores vivaces. El tren en sí mismo parece representar como el cuerpo posmoderno es trasladado por máquinas veloces, el cuerpo no es más que un paquete en tránsito que no se mueve, sino que es movido.
El contraste con la segunda parte de este viaje se puede observar en que, al ser expulsados del tren, comienza un viaje a pie, en el que los hermanos cargan su propio equipaje. A partir de aquí no son llevados por el tren, sino que son ellos quienes se trasladan a pie, aminorando de manera obligada su marcha, saliéndose del itinerario y las paradas planificadas para marcar un camino propio.
El jefe del tren ingresa al camarote luego de varias advertencias que dio a los hermanos sobre su comportamiento y asombrado por la cantidad de medicinas les pregunta si tienen prescripción para eso. Los expulsa del tren y esta escena marca el final de la primera parte del viaje. Los hermanos corren al lado del tren y le arrojan piedras a los pasajeros que los miraban con desaprobación.
Toman su numeroso equipaje y comienzan a trazar un nuevo camino que alrededor del fuego y sentados en ronda se sella con unas palabras de Jack: “Supongo que este es el fin del viaje espiritual”. Esta es la última vez que se los verá tomando medicación. Esa noche transcurre a la intemperie, en el desierto. Es el comienzo de un viaje por fuera de lo planificado y es un viaje que va a transcurrir a pie, cargando su propio equipaje.
En filosofía, la palabra “peripatético” se aplica a alguien que suele caminar o pasear mucho. Rebeca Solnit (2001), en su ensayo sobre caminar, lo vincula con el pensar. Escribe que, el ritmo del caminar genera un tipo de ritmo del pensar, el paso a través de un paisaje estimula el paso a través de una serie de pensamientos. Ello crea una consonancia entre el paisaje interno y el externo, sugiriendo que la mente es también una especie de paisaje y que caminar es un modo de atravesarlo. De manera que pensar es recorrer.
Los movimientos de la mente no pueden ser trazados, pero sí el de los pies, por lo que Solnit considera el caminar movimiento más que viaje, porque o bien uno puede caminar en círculos o viajar alrededor del mundo inmovilizado en su asiento del auto, barco, tren o avión. Esto lo vuelve ambiguo e infinitamente fértil, caminar en este sentido es un modo de hacer el mundo y estar en él.
Menciona en su libro también, que la multiplicación de tecnologías en nombre de la eficiencia está erradicando el tiempo libre al hacer posible maximizar el tiempo y espacio para la producción y minimizar el tiempo de viaje no planeado entre ambos. Estas nuevas tecnologías hacen que las personas sean más productivas, pero no más libres en un mundo acelerado, un mundo que parece sugerir que lo que no puede ser cuantificado no vale.
En esta parte de la película los hermanos Whitman parecen transicionar de la figura del turista a la de peregrino. Una de las peregrinaciones más conocidas es la de Santiago de Compostela, se hace enteramente a pie y el viaje en sí mismo, es lo más importante. En el peregrinar se traza una especie de geografía entre lo espiritual y lo material.
Se utiliza de manera frecuente la metáfora de la vida como un viaje, al caminar, el sujeto se apropia de esa imagen y la concreta, las metáforas se utilizan para tratar los intangibles como objetos físicos localizados en un espacio y lograr que nuestra relación con ellos se vuelva física y espacial a la vez. Como en cualquier viaje, Viaje a Darjeeling parece expresar la dificultad de encontrar o conocer el propio camino, con las dificultades propias del progreso hacia un bienestar o felicidad. “Si la vida misma, se describe como un viaje, dicho viaje se suele imaginar como un viaje a pie, el avance de un peregrino por el paisaje de la historia personal” (Solnit, 2001, p. 117).
Quizás la declaración de Jack, sobre el fin del viaje espiritual, sea precisamente el comienzo de este, si se considera “espiritual” a la transformación de una persona errante que se considera que ha perdido el paso, la orientación y el camino se le ha vuelto cuesta arriba, caminando un terreno difícil o en círculos.
Para Solnit (2001), si viajar y caminar son una gran metáfora, entonces introducen al sujeto en el mismo espacio simbólico que los rituales.
El comienzo de un viaje no planeado
Los hermanos cargan su equipaje sin rumbo y se detienen a observar tres niños que buscan cruzar de un lado al otro del río, arriba de una tabla de madera que se desliza entre dos precarias sogas. Una de las sogas se corta, arrojando a los niños a la corriente del río. Los hermanos Whitman sueltan rápidamente su equipaje y corren en su auxilio. Logran salvar a dos, pero Peter con sangre desde su rostro hasta el pecho y el niño en brazos, afirma no haber podido salvar “al suyo”.
La siguiente escena muestra cómo ingresan a un pueblo de la mano de los dos niños sobrevivientes.
El lugar al que llegan es una aldea muy pequeña, alejada y tradicional de la India. Hombres y mujeres visten con túnicas y vestimentas típicas. Ellas cubren su cabeza con un pañuelo y algunos hombres, los mayores, usan un turbante. Se puede observar casas de paredes bajas y abiertas, techos de paja. En el exterior se observan animales de pastoreo. Se muestra a las personas en sus tareas o quehaceres diarios, una mujer barriendo, niños armando collares de flores.
Ellos permanecen en silencio, el padre del niño habla en su idioma, la película no traduce ni presenta subtítulos. Se lleva al niño en sus brazos. Un anciano les hace seña con la mano para que ingresen en la aldea.
La cámara realiza un travelling que muestra diferentes situaciones y personas entrando y saliendo por puertas que permanecen abiertas. Allí se puede ver a los hermanos Whitman junto a algunos hombres y niños de la comunidad alrededor de una mesa donde les ofrecen algo de tomar y beber.
Con el mismo movimiento de cámara anterior se destacan tres cuadros diferentes, uno por cada hermano. Peter entre un matrimonio que mece un bebe, Jack haciendo collares de flores con unos niños y Francis recostado boca arriba mientras un niño lo observa de cerca.
Peter está con el niño en sus brazos. En otro cuadro, ante la mirada de algunas mujeres que observan, el hombre de la comunidad lavando cuidadosamente el cuerpo de su hijo muerto. Mientras otros hombres preparan el lugar donde pondrán el cuerpo. Todo lo descrito anteriormente transcurre en completo silencio.
El contraste con la primera parte de la película es notorio, como la contraposición de dos lógicas diferentes. Una que caracteriza al sujeto de la sociedad posmoderna como individualista, impersonal, contractual y egoísta que incorpora rápidamente los valores mercantiles por vía del consumo. Allí dónde las relaciones se tornan objetos de uso e intercambio, sustituibles, desechables, abandonados, no necesarios ni amados, causando sufrimiento al individuo y obstaculizando la vida común.
La película muestra en contraposición las diferencias notables con las que se encuentran los hermanos al ingresar a una comunidad de características y relaciones muy diferentes, que según algunos autores se han perdido con la entrada al liberalismo (Ardilla, Galende, 2011). Las relaciones dentro de una comunidad se caracterizan por un alto grado de intimidad personal, profundidad emocional, compromiso moral, cohesión social y continuidad en el tiempo. La subjetividad del sujeto en una comunidad está fuertemente ligada al territorio.
La forma en que la comunidad aloja a los hermanos, coincide con el tipo de comunidad ética que describe Bauman (2001, 2003) que teje compromisos al compartir fraternalmente reafirmando el derecho de todos sus miembros a un seguro comunitario frente a los errores y desgracias que son los riesgos inseparables de la vida cotidiana. Funcionan como refugio ante los efectos de la globalización. En este punto coincide con el concepto “aldea” de Han que, al representar un orden cerrado, permite contemplar la lejanía o recapitular el tiempo. Se puede observar cómo la comunidad es un lugar donde es posible demorarse para los hermanos Whitman que venían a prisa de un lugar a otro y a la vez un refugio donde poder conectar con el dolor de una pérdida importante y dejar tal vez de silenciarlo con la ingesta constante de fármacos.
La comunidad a la que llegan les permite dejar de recorrer un no-lugar vaciado de sentido, poder ligarse al lugar y vincularse con los miembros de la misma a pesar de no hablar el mismo idioma.
En este sentido, en Salud mental, la comunidad se plantea como eje central para preservar, o recuperar la relación con los otros, en una sociedad que tiende a la atomización del sujeto y la mercantilización de sus vínculos. Esto está muy bien representado en la relación que establece Francis con su asistente al principio del viaje, cuando lo envía a otro vagón y obliga a dejarles el itinerario por debajo de la puerta para no verlo. Luego del paso de Francis por la comunidad y el ritual, se comunica con Brendan, le pide disculpas por sus tratos y reconoce que es su único amigo, estableciendo una relación de mayor profundidad emocional, intimidad y compromiso a diferencia de la anterior de características contractuales e impersonales.
De la ruta al ritual
Una escena de tintes oníricos, acompañada por la canción “Strangers” de The Kinks, muestra a los hermanos vestidos con sus pijamas claros dirigiéndose al auto que los conduce al ritual funerario. Cuando se acomodan en los asientos, la música deja de sonar abruptamente y se produce un flashback al funeral de su padre, un año atrás.
Se utiliza otra vez un fuerte contraste entre ambos momentos. Se pasa de colores muy claros, tiempos más lentos, música y rostros contemplativos a las bocinas, la velocidad y un auto y trajes negros.
Camino al funeral de su padre Peter ordena pasar antes por el mecánico donde estaba siendo reparado el auto de su padre. Francis y Jack se miran desconcertados, pero acceden. Una vez allí, entran apresuradamente y casi sin escuchar al jefe del taller, Peter toma las llaves e intenta sin éxito poner en marcha el auto. Abre el baúl y allí encuentra las valijas que serán las que protagonizarán juntos a ellos la película. Alguien llama y le informa a Francis que el funeral va a empezar y que no pueden retrasarlo ya que en diez minutos habrá otro.
P. Aries (2000) escribe que la sociedad occidental moderna no soporta ya la vista de las cosas de la muerte, la niega, de hecho, se puede observar como Peter a lo largo de la película cubre constantemente sus ojos o bien con un antifaz para dormir o usando anteojos oscuros que solo levanta en determinados momentos.
La negación actual de la muerte es acompañada con la medicalización y con dispositivos sociales donde los desarrollos tecnológicos y las formas de consumo modelan su concepción y experiencia, de manera tal que universalizan la experiencia de haber perdido a alguien disciplinando singularidades. Tomando a Norma Gonzalez (2018) la muerte hoy ocurre en instituciones sanitarias, lejos de seres queridos y en un espacio devenido ajeno. En el hospital todo acontece de manera organizada y los actores se comportan de acuerdo con criterios preestablecidos por la burocracia sanitaria. De la entrega del cuerpo por parte del hospital, toca el turno a la industria funeraria, cuyo servicio principal es tener perfectamente claro el cómo actuar ante el cuerpo sin vida, de manera eficiente y rápida.
Para Han (2022) en el mundo contemporáneo, donde la fluidez de la comunicación es un imperativo, los ritos se perciben como una obsolescencia y un estorbo prescindible. Su progresiva desaparición acarrea el desgaste de la comunidad y la desorientación del individuo. Allí donde no habría tiempo ni espacio para el doliente, los ritos son acciones simbólicas que transmiten y representan valores y órdenes que mantienen cohesionada a una comunidad. Al ser los ritos una forma de reconocimiento, la percepción simbólica percibe lo duradero, liberando al mundo de su contingencia y otorgando permanencia.
De regreso a la escena del ritual funerario en la India se puede observar a los tres hermanos con rostro afligido y una marca de pintura en su frente. Más atrás se puede ver un grupo de mujeres y niños, algunos hombres de turbante. Todos visten de blanco. Se puede ver como el duelo expresa la angustia de la comunidad entera visitada por la muerte, debilitada por la pérdida de uno de sus miembros, dando cuenta de que la muerte es un hecho más social que individual. La comunidad se hace presente para ayudar a ese padre mientras realiza los pasos del ritual funerario de su hijo. Los ritos mortuorios, cumplen una función de organización del grupo en tanto que promueven el sentimiento comunitario y brindan indicaciones sobre qué es lo que se siente ante la pérdida, cómo debe expresarse y quién debe realizar qué conductas según su nivel de parentesco o intimidad con el difunto (Perez Sales y Lucena 2000). Es el padre del niño quien unta aceite sobre su cuerpo. Walter (2012) señala que, una de las funciones de los rituales es la “regulación de los límites” a las fronteras que deben existir entre los vivos y los muertos, brindando el ejemplo de cómo los rituales de lavado del cuerpo están destinados a separar claramente a aquellos que siguen con vida de los fallecidos.
A diferencia de la cultura posmoderna que evita la presencia de los niños en rituales funerarios y tiende a ocultarles la muerte, aquí se observa como un niño sostiene los elementos que se utilizaran en el ritual mientras que un hombre más grande oficia la ceremonia. El padre continúa poniendo en el cuerpo del niño una especie de resina y lo cubre con una tela blanca. Se colocan ramas a su alrededor y frente al respetuoso silencio de toda la comunidad, realiza junto a sus dos hijos unas vueltas alrededor del cuerpo con unas ramas prendidas fuego. Mientras una persona junta las cenizas, los presentes proceden a lavar su cuerpo en el río. Se observa allí, como el padre de los niños se desvanece y unos hombres que estaban a su lado lo socorren. Como bien señala Aries (1983) el enlutado no tiene la fuerza de atravesar el duelo solo, necesita a la comunidad para que lo ayude a atravesarlo. La celebración de ritos funerarios, tiene como función primordial otorgar un sentido, un significado al proceso irreversible que supone la ausencia de la persona que fallece.
Para algunas culturas, como la de la India, la muerte no es un suceso traumático, sino un importante paso en la existencia del difunto al que ayudan los ritos. En este tipo de comunidades, la muerte se comprende como un proceso gradual y comunitario, por lo que se podría inferir que el proceso de duelo es favorecido u obstaculizado de acuerdo en que la sociedad en general trata a quien está de duelo.
Stolkiner (2013) señala cuánto más eficaces que los fármacos parecen todos los rituales colectivos y comunitarios de duelo ante la muerte, tan suprimidos y desdibujados en nuestra cultura que rechaza la condición de enlutado.
Es hora de partir, Francis, Jack y Peter se encuentran nuevamente en la ruta esperando que llegue el colectivo y se asombran al ver cómo se va acercando toda la comunidad a despedirlos. Primero el médico, luego unas mujeres, los hombres con los que compartieron una comida y finalmente el padre del niño fallecido y sus dos hermanos. Las personas allí congregadas juntan la palma de sus manos acercándolas al pecho y los saludan afectuosamente. La comunidad a diferencia del hipermercado de cultura es receptiva a lo foráneo.
Una vez en la estación de tren, repiten algunas actitudes que veíamos al principio de la película, Francis diagrama el horario y los pasos a seguir, agregan alcohol a la bebida ofrecida en la estación y cada uno realiza una llamada telefónica, Francis a Brendan, su asistente, Peter a Alice, la madre de su hijo y Jack a su novia. Peter comparte con sus hermanos el regalo que compró para su hijo, se abrazan. Se puede observar como la importancia de los rituales funerarios no radica en “una experiencia espiritual que transforme por completo la esencia del ser humano”, sino más bien, se trata de que el acto de morir sea más comprensible a la vez que regula las relaciones de los grupos que intervienen en dicho acto, considerándolos como seres socio-culturalmente simbólicos. En consecuencia, actúan como estrategias para reforzar el sentido de supervivencia social y ayudar a los individuos a entender su relación no sólo consigo mismo, sino también con sus semejantes y con el mundo que está a su alrededor, es por eso que, luego de su paso por la comunidad y el ritual funerario se observa una transformación de los hermanos Whitman en relación a ellos mismos y del vínculo de fraterno.
Tomando a Delci Torres (2006) los rituales tienen efectos en los cuerpos de los sujetos que los celebran y en consonancia con la efectividad de los rituales en relación con los fármacos que plantea Stolkiner (2013) se encuentra sentido en que no hayamos vuelto a ver a los hermanos utilizando fármacos ni manifestando dolores de nuevo. A través de esta vivencia no solo pudieron canalizar múltiples sentimientos que advienen ante la muerte, sino que también pudieron reestablecer los lazos de solidaridad que se establecen entre los deudos del difunto y sus allegados, ya que la celebración de los rituales funerarios permite estrechar vínculos de fraternidad y de apoyo, por lo que tampoco se vuelve a observar peleas ni rivalidades entre ellos. Una escena de la película muestra cómo suben espontáneamente por unas escaleras de piedra y llegan a una colina. Allí, comienzan una especie de baile asintónico y realizan diferentes poses con sus cuerpos, como si fuera una especie de ritual, Jack apila unas piedras mientras Peter realiza unos movimientos mezcla de artes marciales y equilibrio y Francis toma una pluma y la sopla. Se puede observar la gran distancia que separa a estos hermanos de los que una vez recorrían templos frenéticamente, subiendo y bajando de un tren. Despojados ya de una subjetividad que solo persigue el producir, de llenar vacíos con algo más definido y veloz, ahora toman un camino que no lleva a ninguna parte sobre la colina, sin un fin en particular más que el placer de recorrer una ruta inútil para hacer nada en particular, parecen haberse desprendido del hábito de la eficiencia. Solnit (2001) en su ensayo escribe que el caminar tiene que ver con estar afuera, en el espacio público. En este trabajo, se considera que es en lo público donde el sujeto se encuentra con el otro, con la comunidad, ya que al caminar el sujeto se vuelve caminante entre los caminantes, liberándose de muchas ataduras que la estructura social impone, cobrando fuerza el sentimiento de comunión.
Es hora de regresar, los hermanos Whitman llegan a la estación, el tren ya ha comenzado su marcha. Los hermanos corren cargando su equipaje, Francis los mira y exclama “las maletas de papa no van a llegar” y es así que finalmente, entienden que para regresar necesitan soltar el equipaje de su padre.
A través de la vivencia en comunidad de un ritual funerario se hizo un lugar en lo simbólico donde instaurar la existencia de su padre muerto y ya no es necesario cargarlo en un equipaje que haga peligrar su regreso a casa. Ahora es posible para los hermanos Whitman mirar el porvenir, que abre “posibles” que antes no eran percibidos.
Una obra por componer
V. Despret (2021) en su libro, explora la relación singular que desarrollan los vivos con sus muertos. Allí destaca el hecho de que algunos muertos hacen actuar a los vivos, le llama a estos “los muertos que insisten”. Pero para que esto suceda tiene que existir vivos que estén dispuestos a escuchar. No se sabe a priori sobre que insisten, pero muchos afirman que “algo hay que hacer”, que la historia no está terminada. Algunos de los que quedan van a apoderarse de esa insistencia o pedido sin saber bien a dónde los llevará.
Se ubica en la película algo de lo que menciona esta autora; cuando los hermanos Whitman el día del funeral de su padre, deciden hacer una parada en el taller mecánico donde se encontraba el auto de su papá. Una vez allí y sin lograr arrancarlo, encuentran en el baúl una de las maletas del juego que un año después cargaran en la India. Es con esas maletas que emprenden una experiencia única que les permite hacer el recorrido que la elaboración de un duelo requiere. Además de la valija, Jack encuentra la novela que escribió y envió a su padre, sin leer. Despret menciona en su libro como una de las funciones principales de los rituales es la de otorgar sentido a través de una narrativa, es allí donde se “recompone” la figura del muerto a través de los relatos, anécdotas y discursos que se profieren, resultando en una reconstrucción colectiva de la imagen del muerto. Los relatos lo componen en una nueva persona, unificada en las versiones heterogéneas de cada participante, por lo que el ritual funerario transformaría al muerto y al vivo por igual. “Se recompone al fallecido para poder componer con él, el porvenir” (Despret 2021, p 76). Lo que escribe Despret, nada tiene que ver con el “trabajo de duelo” ni con los famosos pasos de la elaboración del duelo, habla de una “reanudación de una vida que insiste”; allí en la conmemoración se hace memoria “con”. Para la autora esto no tiene nada que ver con el clásico trabajo de duelo, pero si hay un trabajo por hacer, que no se trata de deshacer lo que hizo la muerte, pero es siempre algo que se hace con otros. tratando de responder a los muertos que insisten y experimentando las formas de hacerlo. Los que ya no están, de esta manera continúan ayudando a revincularse con la vida, con los otros, haciendo existir otros lazos, otros modos de vivir juntos.
De regreso a su país, Jack lee a sus hermanos el final de su próxima novela. No tiene aún ni el principio ni el desarrollo, quizás como símbolo de un “finar”, un consumar en forma de una narrativa, que ya no los deja consumiendo fármacos ni lugares o personas. Lo que Jack parece condensar en el final de su novela, es el acto de “hacer común” que vivencian en el viaje, “el común nace del hacer obra juntos” (Despret, 2024). Los muertos llevan entonces a los vivos a componer de otra manera, a partir de ellos. De alguna manera vuelve a los que quedan “más activos”, obligándolos a tomar la posta en su presente, de un futuro que importa y no abandonarlo al pasado, como quien se queda en una estación por no poder subir a su tren.
Conclusión
Frente al padecimiento subjetivo que ocasiona la muerte de una persona cercana, en la sociedad actual se tiende a una prescripción del “trabajo de duelo”, la patologización del mismo y de persistir el malestar en muchos casos, se procede a la medicalización. En un contexto de mercantilización de la vida, el sujeto que no produce está enfermo.
A través de la película seleccionada, se ha buscado dar cuenta sobre la importancia de conservar los rituales para poder elaborar el duelo y cuanto más efectivos resultan en comparación a los fármacos. El duelo no es una patología sino un tránsito, un proceso que necesita espacio y tiempo, en este sentido los rituales que portan durabilidad, permanencia, estabilidad, repetición y referencia al mundo, evitan la atomización de la sociedad y la depresión en el individuo. Los rituales hacen habitable el tiempo que se necesita para poder atravesar un duelo, a la vez que permiten poder instaurar un lugar, para la realización de una narrativa que pueda modificar la relación de los deudos con el muerto.
A través del viaje en tren de los hermanos Whitman, se realiza un recorrido del proceso de duelo, que parte desde una cultura occidental posmoderna, con prácticas y saberes propios y llega a una de características completamente distintas, con fuerte presencia de la comunidad. La película permite observar cómo el concepto de muerte y la experiencia frente a ella, varía según la cultura y el tipo de sociedad que se habita a la vez que ilustra de manera clara como el paso por la comunidad y la participación en el ritual funerario tuvo efectos positivos en el padecer subjetivo de los hermanos Whitman.
La comunidad es portadora de saberes que contribuyen al bienestar subjetivo de las personas que la componen. En este sentido, en la disputa con el modelo médico hegemónico en el campo de los saberes, aporta valiosas creencias y prácticas sobre cómo se piensa el mundo y cómo se enfrenta la muerte.
La comunidad, concepto central para la Salud Mental, integra al sujeto a la misma, siendo entre otras cosas, un refugio de la globalización.
Dentro de las creencias y prácticas eficaces para elaborar un duelo de una comunidad, se puede inferir que los rituales son imprescindibles a la hora de poder elaborar un duelo, cumpliendo funciones de preservación del equilibrio individual ya que son una respuesta ante la ansiedad de la muerte a la vez que permite otorgarle un sentido y hacerla más comprensible, aportando un lenguaje con el que se aprehende y crea sentido para la instauración de una realidad. Además, permiten regular las relaciones, canalizar emociones y estrechar vínculos de fraternidad.
A nivel social, los rituales mantienen cohesionada a la comunidad y aportan seguridad por la pertenencia al grupo. Esto a su vez aporta identidad e integración cultural. Al contener un lenguaje con el cual se aprehende y crea sentido instaurando una realidad, su omisión hacen incomprensible el texto, por lo que la comunidad se desgasta y el individuo se desorienta.
Para finalizar, se considera a los rituales importantes estrategias para reforzar el sentido de supervivencia social y ayudar a los individuos a entender su relación no sólo consigo mismo, sino también con sus semejantes y con el mundo.
En este sentido se los puede considerar una práctica que favorece la tramitación del padecimiento subjetivo del individuo, favoreciendo a la comunidad, logrando la instauración de la unidad y de la integración cultural.
Viaje a Darjeeling (Anderson, 2007) interpela e invita a reflexionar sobre la lógica mercantilista actual y los efectos en la subjetividad, por un lado, a la vez que invita a poder pensar la importancia de la comunidad, los lazos y la conservación de rituales a pesar del devenir histórico-social de cada época y sociedad particular.
El análisis de la serie plantea diversas cuestiones, las cuales no pueden ser abordadas en un único trabajo de investigación, pero que invitan a pensar: ¿Cómo conservar los rituales en un contexto que tiende a disminuir su práctica? ¿Qué estrategias se pueden aplicar desde la Psicología para reforzar la comunidad y sus prácticas?
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NOTAS
FORUM
Viaje a Darjeeling me despertó, como espectadora, una profunda reflexión sobre el duelo, que se presenta como un proceso continuo, un camino sinuoso donde el dolor no se supera, sino que se integra, aprendiendo a vivir con la falta. Las historias irresueltas con los padres atraviesan esta travesía, buscando una solución simbólica. Mientras veía el filme, me preguntaba: ¿cuántos duelos no resueltos se abren ante un nuevo duelo? ¿Cómo un hecho aleatorio, un duelo indirecto, puede ser escenario de ese duelo originario?
En la película, Anderson nos muestra a tres hermanos que, bajo la excusa de un “viaje espiritual”, se unen en la búsqueda de una madre que se ausenta en el peor de los momentos: la muerte de su padre. La demanda de estos hijos es clara cuando ella, sentencia: -“lo pasado ocurrió, pero ya pasó”, a lo que el mayor responde: -“no para nosotros”. En este cruce de palabras, emerge la necesidad de expresar el dolor, de poner en palabras el sufrimiento que brota de una nueva herida. La ausencia de la madre siembra en ellos una sensación de orfandad que, como adultos, intentan sobrellevar cada uno a su manera, enfrentando problemáticas diversas.
La compulsión a la repetición se encarna en uno de los hermanos, que no pudo salvar al niño que muere en sus brazos, quedando marcado por la sangre, tal como sucedió con la muerte de su propio padre.
Coincido con la crítica sobre la medicalización del duelo y la importancia de los rituales para procesar las pérdidas. En otras culturas, la muerte se acompaña de formas colectivas, sociales y profundamente ritualizadas, promoviendo una elaboración compartida del dolor.
Tal vez, desde la mirada cinematográfica, podamos pensar el duelo como un viaje espiritual, un proceso de transformación donde, sin quedar atrapados en el padecimiento de la falta, encontremos un nuevo sentido en medio de la pérdida.
El presente escrito trabaja sobre la importancia de la comunidad y de los rituales funerarios en contraposición con las prácticas mecanizadas y avasallantes de la posmodernidad, permitiendo reflexionar sobre cómo el capitalismo voraz lleva a las personas a abordar problemas subjetivos, propios de la vida misma, a ser tomados como patológicos.
El escrito permite dar cuenta de la lógica del mercado lleva a individualizar el duelo y responder a este por la vía de la negación, tal como se ve en los hermanos Whitman tapándolo de diferentes maneras; intentando hacer un viaje con mil actividades por segundo que eviten toda posibilidad de angustia, de reflexión, incluso de aburrimiento o el silencio. Así mismo respondiendo a la lógica del mercado, a través de la medicalización; consumiendo pastillas para tapar cualquier sentimiento.
El film refleja cómo en la sociedad occidental actual a través de una imposición del "bienestar" no se da lugar a nada que no sea redituable en términos de mercado. Incluso hasta lo que podría parecer un deseo de "unirse como hermanos" demuestra cómo no deja de responder a un cómo deber ser, deber estar en el mundo.
Así mismo, considero un hecho fundamental que en la película los hermanos tengan que pasar por un velorio, esta vez no de su padre, sino de un niño. Como si eso a lo que quisieron escapar un año atrás, sin haber podido atravesar el velorio de su padre en conjunto, en comunidad. Como si la vida haya hecho que eso que en su momento quisieron tapar, de lo que quisieron huir, hoy se les vuelve a presentar para resignificar sus maneras de tramitar la muerte. Aprendiendo de la comunidad de la India a vivirlo en conjunto con otros.
Así mismo este escrito permite abrirse preguntas sobre cómo empezar a trabajar en abordar los malestares subjetivos en comunidad. Me permitió pensar en la importancia de políticas públicas que lleven a lo colectivo. Así mismo como futuros profesionales de la salud, en cómo nosotros podríamos despegarnos de la idea de consultorio individual, para pensar en lugares que permitan el conectar con los otros. Como señala el escrito, tomar de los rituales y de lo colectivo aquello que nos brinda un marco, una pertenencia, un lugar en la comunidad y permite transitar aquellos dolores simbolizándolos a través de los rituales.
Película:Viaje a Darjeeling
Título Original:The Darjeeling Limited
Director: Wes Anderson
Año: 2007
País: Estados Unidos
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