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Repetición y diferencia: un acto de prestidigitación

por Lima, Natacha Salomé

Señoras y señores, algunos de ustedes hicieron comentarios al pasar. Una persona dijo “¡Es un truco!”. Por supuesto que es un truco. ¡Gracias a Dios! No podría legalmente cortar una mujer en dos en cada presentación. Especialmente a ésta, porque es mi hija. Algunos de ustedes consideraron que el acto de ilusionismo fue de mal gusto, incluso horripilante, olvidando que al comenzar la función yo los alerté acerca de que tenían la opción de abandonar la sala. Quise darles un poquito de casi todo lo que hay en el arte de la magia. No quería que se perdieran esto. Les ruego que me digan ¿estuvo la ilusión bien lograda?

Richiardi Jr., cerrando su célebre acto de ilusionismo en el Madison Square Garden, New York, 1981

El último film de Claude Chabrol, “La fille coupée en deux”, narra las vicisitudes de un triángulo amoroso entre un reconocido escritor de 53 años, Charles Saint Denis, una atractiva animadora televisiva de 23 años, Gabrielle Deneiges, y Paul Gaudens, un joven play boy que vive dilapidando la fortuna familiar.

Desde el punto de vista argumental, la trama es relativamente simple: Charles y Gabrielle se seducen mutuamente y tienen un affaire, al mismo tiempo que Paul –quien tiene un antiguo desprecio hacia Charles– intenta conquistar a Gabrielle, aparentemente con intenciones serias. Gabrielle lo rechaza por estar enamorada de Charles, pero cuando éste la abandona, termina cediendo a los requerimientos de Paul y acepta casarse con él. Pero ella no ha olvidado a Charles, y Paul, que es una persona muy inestable e inmadura, ve incrementados sus celos enfermizos. Cuando ella le cuenta intimidades escabrosas de la relación que mantuvo con el escritor, Paul reactualiza todo el odio que sentía ante su rival y termina asesinándolo espectacularmente en un evento público. Va a la cárcel, pero su influyente madre se ocupa de que le reduzcan la pena, valiéndose para ello de las declaraciones de Gabrielle en el juicio. Ella es a su vez expulsada de la familia Gaudens y encuentra refugio en un tío materno que la ampara personal y laboralmente.

Tras este argumento aparentemente elemental, los vínculos entre los personajes se presentan sin embargo como complejos y permiten ver cómo cada quién se involucra con el otro a partir de sus particulares configuraciones mórbidas.

Hay un primer dato interesante respecto del título, que en francés es “La fille coupée en deux”, literalmente "La chica cortada en dos". En Buenos Aires la película fue estrenada como “Una mujer partida en dos”, evitando así la resonancia concreta y brutal de “cortada”, que aparece reemplazada por su forma metafórica de “partida” –en el sentido de “dividida”, “repartida”, etc.

Sin embargo Claude Chabrol –autor del guión junto a Cécile Maestre– eligió de manera deliberada el verbo “coupée”. Él disponía de la palabra francesa "partagé", equivalente directa de “partida” en español y que se utiliza también en relación a sentimientos o situaciones contradictorias. Se dice "être partagé" (estar dividido) cuando alguien está escindido, confundido, tironeado entre dos amores (sentimientos, países, etc.). Está claro que la intención del director fue la de jugar con la ambigüedad. Si hubiera querido únicamente contar una historia de sentimientos simétricos y contradictorios, Chabrol podría haber dicho "partagé en deux". Pero escribió “coupée en deux”.

Esta diferencia lingüística tendrá importancia clínica. Basta escuchar la historia de Gabrielle para advertir que efectivamente no se trata de alguien que ama a dos hombres con la misma intensidad y que no termina de decidirse por uno de ellos, sino de otra cosa.

Gabrielle

En una escena crucial del film, el escritor Charles Saint Denis lleva a la joven Gabrielle a un club privado, de hecho un lujoso prostíbulo, que frecuenta junto a amigos ricos e influyentes. Allí la presenta en sociedad para luego iniciarla en oscuras orgías en las que ella es inducida a acostarse de manera sistemática y compulsiva con distintos hombres. Estas escenas nunca se muestran ante el espectador, que se entera de la crudeza de los hechos tiempo después. Pero llegamos a ver a Saint Denis instruyendo a Gabrielle para que apure su copa de vino, invitándola luego a subir una escalera que conduce a las habitaciones superiores del club. Hay un corte y en la escena siguiente, Gabrielle está junto a él en el auto, con el rostro ensombrecido, rogándole que se quede con ella esa noche, pero el escritor la rechaza dejándola en casa de su madre.

Cobra sentido allí la referencia al padre de Gabrielle, quién la abandonó a los diez años con un libro de citas célebres como último regalo. La referencia al corte, abrupto, real y no metafórico, explica el desamparo de esta chica –la fille– que no llega a ser todavía una mujer y que, desvalida, busca un amparo que termina siendo brutal.

(Un ejemplo terrible de esta posición infantil es la escena en la que se presenta ante el escritor, desnuda, en cuatro patas, con una pluma en el culo –él le pregunta si no se siente humillada y ella contesta que “ni siquiera se siente ridícula”. Del lado del escritor se trata de la perversión, pero del lado de ella, apenas de la inmadura fragilidad sexual.)

La escena de la escalera, en la que Gabrielle es entregada a las orgías, tendrá su reverso en el final del film. El escritor ya ha sido asesinado por Paul, y Gabrielle queda consternada, abandonándose en un duelo patológico. Finalmente, recibe una carta de su tío, quien la invita al hotel en que se aloja durante una visita a la ciudad. Allí le anuncia que tiene una propuesta para hacerle, invitándola a subir a su habitación para hablar del tema. Una vez más Gabrielle está al pie de una alta escalera, en una réplica estética de la escena anterior con el escritor, pero de signo opuesto. Mientras que en la primera Gabrielle era conducida a una sexualidad indiscriminada y anónima, en esta segunda recibe el amparo de su tío que la contrata como colaboradora para sus espectáculos de magia.

El cuadro final del film, con Gabrielle en el centro del escenario de un teatro, resulta la síntesis de este movimiento en su vida. Recostada en la mesa, debe someterse al clásico truco en el que una mujer es cortada al medio por una imponente sierra eléctrica. Pero como se trata de un número de ilusionismo, Gabrielle sale indemne de la prueba. La analogía es clara: de una mujer partida en dos –mutilada, destrozada por vínculos amorosos repetitivos y fallidos– a una encantadora función teatral. La magia ha transmutado el horror en nueva esperanza. Tocará a Gabrielle hacer algo con ese acto de prestidigitación.

Paul

La primera escena lo muestra en casa de su madre, donde vive junto a ella y sus dos hermanas menores. Inmaduro, violento y consentido, se indigna cuando las noticias hablan del último libro del escritor Saint Denis. Declara su odio hacia ese hombre y se dirige a un evento para confrontar públicamente con él. Es allí cuando conoce a Gabrielle y se interesa en ella. Pero la joven ya se ha fijado antes en el escritor, treinta años mayor que ella. Es interesante el dato, porque Paul, que nada sabe todavía de ese vínculo, se burla en público de la edad del escritor –vine a ver a un genio viviente, viejo, pero viviente.

El paranoico, como se sabe, percibe en el otro aquello que éste ni siquiera sabe sobre sí mismo. De allí que el interés de Paul por Gabrielle se incremente en la medida en que ella se compromete más y más con el escritor. El enganche mórbido de Gabrielle con Saint Denis resulta por lo tanto el motor de la propia locura de Paul, que se obsesiona con su rival.

Distintas escenas a lo largo del film mostrarán el in crescendo de este vínculo patológico, hasta la culminación en la escena del crimen. Escena claramente especular, ya que Paul sube al estrado donde Saint Denis está pronunciando un discurso, lo asesina, para tomar luego su lugar en el micrófono y anunciar públicamente “yo, Paul Gaudens, asesiné a este hombre que ha corrompido a mi esposa”.

Queda entonces claro lo que se intuía clínicamente: el enganche obseso con Gabrielle no era más que un medio para confrontar con su rival. El desenlace de la historia nos ofrecerá un dato crucial que explica esta conducta de Paul. Gabrielle es citada por la madre de Paul para que revele en el juicio los detalles escabrosos de su relación con el escritor, atenuando así el crimen cometido. En ese encuentro tiene lugar la siguiente revelación:

“Hay algo que debe saber antes de tomar una decisión. Tuve otro hijo antes de Paul. Thibaut. Tenían diez meses de diferencia de edad. Eran inseparables.Casi como gemelos.Una noche... Paul tenía tres años, Thibaut casi cuatro... Nunca supimos verdaderamente qué fue lo que pasó. Paul era tan pequeño todavía. Estaban jugando en el baño.Yo estaba al lado, en el dormitorio. Me preparaba para una cena que teníamos en casa. Era una cena importante para los negocios de mi marido.

Escuchaba que los niños reían. Dejé la puerta entreabierta. Ellos se reían –Thibaut era un niño extraordinario…Ya era tan talentoso. De pronto no lo escuché más. Luego Paul me llama. Él seguía riendo, y cuando entro al baño, la cabeza de Thibaut estaba bajo el agua.¿Se imagina lo que pudo pasar por la cabeza de Paul? Lo que él había hecho... La carga que debió soportar durante todos estos años…

No fue su culpa. Adoraba a su hermano. Era tan pequeño… Luego de eso, las cosas ya no fueron iguales. Ni siquiera con el nacimiento de mis hijas”.

Podemos establecer entonces una hipótesis clínica sobre la génesis de los trastornos de Paul. La rivalidad al hermano está exacerbada a partir de una identificación promovida por el discurso de la madre, cuando dice que “eran inseparables, casi como gemelos”, pero también que “Thibaut era un niño extraordinario…Ya era tan talentoso”. Paul asesina a su hermano mayor y su madre encubre el crimen.

El escritor Saint Denis, también mayor que Paul, y también extraordinario y talentoso, se transforma así en motivo de su odio viceral. De allí todas las escenas de competencia y celos, las cuales se juegan siempre frente a su madre –en la casa, en el restaurante. Hasta el evento público del crimen, en el que Paul por segunda vez mata con su madre como testigo. Si Paul confiesa en público su crimen es justamente porque reclama un castigo. Sabemos entonces que ese castigo remite al otro crimen impune, el de la temprana infancia cuando el pequeño Paul estaba todavía dirimiendo los lugares de identificación familiar.

Pero una vez más, su madre lo ampara de manera perversa. La reducción de pena que logra para él, lejos de resultar un beneficio, lo vuelve a dejar en irremediable déficit.

Charles

En sentido estricto, el escritor Charles Saint Denis ya está muerto en la primera escena del film. Así lo sugiere el director durante los créditos iniciales, cuando el recorrido del auto que lleva a su casa transcurre con la pantalla teñida de sangre. A pesar de la espectacularidad de su mansión de campo, de la relación políticamente correcta con su esposa y con su agente, de la imagen de bon vivant con que se presenta ante todos, Saint Denís está acabado. Ya no es más que una patética réplica de sí mismo.

Por eso no puede hacer nada con el azar, con la sorpresa del amor de Gabrielle, a quien termina empujando a los lugares comunes del turismo sexual. La sordidez del burdel es la síntesis de su resignación. Sin acontecimiento posible, termina perdiéndose en la repetición y el hastío.

Cuando Paul dispara su pistola, en realidad asistimos a una ejecución pública. Charles Saint Denis es un condenado que recibe la descarga final. Una muerte largamente anunciada que nada resta ni agrega al aburrimiento del mundo.

Charles, Paul, Gabrielle

Un muerto en vida que espera con cinismo su ejecución, un asesino que aguarda el castigo que nunca llega, una joven que intenta sobrevivir a semejante torbellino. Pero hay un cuarto término que resulta clave: la magia. Metáfora del acontecimiento clínico, el acto de prestidigitación deviene ocasión de una diferencia.

El título del film cobra así un valor inusitado. “Coupée en deux” no es más que la literalidad de un desgarro. Un desgarro existencial que nos alcanza a todos. Estará en cada uno hacer algo con ese real para que devenga metáfora. Charles y Paul, símbolos del estrago contemporáneo, quedaron en el camino. ¿Podrá Gabrielle redimir a la humanidad con la magia de una diferencia?



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