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Muerte digna: La palabra por decir

por Michel Fariña, Juan Jorge; Laso, Eduardo

Se va a cumplir medio siglo del estreno de “Soylent Green”, el film de Richard Fleischer ambientado en este 2022 que recién comienza. En Argentina, el film se estrenó bajo el inquietante título “Cuando el destino nos alcance”, e imagina una distopía desesperante en la que se vive una crisis mundial de superpoblación, con escasez de agua y alimentos y una desigual distribución de los recursos. En este futuro –que es un presente en muchas partes actuales del planeta- el Estado deviene un aparato controlador y represor frente a las masas desesperadas que pugnan por sobrevivir, a las que les ofrece propaganda, goces banales, mentiras, sojuzgamiento y soluciones oscuras y deshumanizantes.

El film, protagonizado por Charlton Heston y Edward Robinson, incluye una escena de muerte asistida, que se adelantó en varias décadas a las actuales discusiones bioéticas en la materia. El anciano "Sol" Roth, hastiado de esa vida y con el recuerdo de que en su juventud había un orden más humano y deseable, acepta la oferta que el Estado le hace a quienes ya no quieren seguir viviendo en ese desierto social: una muerte digna e indolora a cambio de la chance de revivir, durante breves minutos en realidad virtual y con fondo musical de la Pastoral de Beethoven, aquel mundo irremediablemente perdido. En realidad, el anciano opta por la eutanasia porque, paradójicamente, tiene sed de vida, pero sólo puede saciarla a través de una recreación imaginaria cuyo precio es la muerte.

Compartamos la escena:

https://drive.google.com/file/d/1d4uRZSCB3IP1EJHTved8RwfUrB9mlaAM/view?usp=sharing

El film imagina un futuro tan siniestramente oscuro, que pervierte el concepto mismo de eutanasia. En la trama de Soylent Green, la eutanasia deja de ser una disposición legal y progresista a ser aplicada en aquellos casos en los que un sujeto presente una situación de enfermedad irreversible y los tratamientos médicos sólo prolongarían su agonía. [1] La agonía en Soylent Green ya no se sitúa en una condición médica grave y sin solución sino en la situación de extrema descomposición social en la que ya no se vive, sino que se sobrevive.

La secuencia es conmovedora por más de un motivo, que discutiremos luego. Comencemos diciendo que el aniversario del film coincide con el lanzamiento de Sarco, un producto de Tesla destinado a proveer suicidio asistido. El periodista científico Michael Cook lo reseña en su conocido sitio BioEdge con una cruel ironía: “Las navidades y fin de año 2021 llegaron con una inquietante sorpresa. A la eterna pregunta ¿qué regalarle a una persona que ya lo tiene todo?, la respuesta podría ser ofrecerle un dispositivo de muerte asistida. Se trata de una cápsula imprimible en 3D, que funciona a la vez como cámara de gas y como ataúd. ¡Sin duda es algo que la persona todavía no tiene!”

La cápsula, o Sarco (abreviatura de sarcófago), es una creación del Dr. Philip Nitschke, activista australiano que la ha estado promoviendo durante varios años. En Suiza un experto legal ha declarado que el uso de la máquina no contravendría la legislación vigente. Como se sabe, el suicidio asistido es legal desde hace tiempo en Suiza y muchos extranjeros eligen ir allí a morir.

Las empresas que brindan este tipo de asistencia normalmente administran un medicamento letal que es ingerido por el propio paciente. Sarco, en cambio, es un receptáculo de plástico transparente con forma de ataúd. Cuando el paciente presiona un botón desde el interior, la cápsula se inunda con nitrógeno. Rápidamente pierde el conocimiento y la muerte adviene en 10 minutos. En su promoción del dispositivo se agrega que la cápsula en sí “es biodegradable y puede separarse de la plataforma inferior y usarse como ataúd para entierro o cremación.” [2]

La camilla de “Soylent Green” se presenta cincuenta años después con un diseño de nave espacial orientado según su inventor (y sin ironías), a “facilitar el viaje al más allá” ¿Será Sarco el horizonte por venir de la finitud humana? Esperemos que no.

Nótese que el momento más conmovedor de la escena de “Soylent Green” es justamente el diálogo que se produce entre los personajes. Cuando Thorn (Heston) llega a la clínica y presencia el espectáculo, su amigo Solomon "Sol" Roth (Robinson) habla con él. Le agradece su presencia y no se despide en silencio, sino que en el momento crucial le hace una confesión y un ruego. No adelantaremos aquí el sentido de esas palabras ni el desenlace de la trama, pero si una breve reflexión al respecto.

Porque resuena en los espectadores el “Rosebud”, la última palabra pronunciada por Kane en su lecho de muerte, que abre el film “El ciudadano”. O la confesión final de Daisy, el personaje de Cate Blanchet en “Benjamin Button”, que en el umbral de la muerte le relata a su hija la historia de su padre, escribiendo de atrás para adelante la trama del film. Y así en infinidad de ejemplos que muestran la importancia de que las personas no mueran solas… y menos aún en el hermetismo siniestro de una cápsula de nitrógeno.

Tal vez el eje del film sea justamente algo más amenazante que la falta de recursos, y que Soylent Green muestra: la falta de empatía con el semejante, el empleo del otro como cosa, recurso, instrumento, mero medio. Pasada la postmodernidad, y la crisis de los relatos ¿qué nos liga? El arrasamiento del lazo social que vincula a los sujetos en torno del amor, la amistad, la solidaridad, los códigos compartidos, deviene una sociedad caníbal en la que el gesto de dos amigos despidiéndose resulta una rareza.

A medio siglo de aquellas predicciones, Sarco anuncia una solución tecnocientífica a la muerte asistida: la asistencia de la máquina misma, sin ningún semejante. Sin solidaridad, sin palabras. Sin Pastoral de Beethoven. Una muerte solitaria.

Un detalle final: Edward G. Robinson, el actor que encarna al anciano Roth, murió un mes después de finalizado el rodaje de la película y no llegó a presenciar su estreno. Tampoco seguramente la escena editada de su propia muerte en la ficción. Tal vez haya sido mejor así. La partida inducida, ya sea bajo la forma de sedación terminal, eutanasia o suicido asistido, requiere de condiciones subjetivas que no se llevan bien con la parafernalia tecnológica. Solo bajo esa apuesta a la palabra, que siempre está por decir, la muerte podrá tener la cuota de dignidad que le exigen los tiempos. Los de este, nuestro 2022.



NOTAS

[1Ver al respecto la reciente legislación española, impulsada en 2017 por Unidas Podemos y formalizada finalmente en el Gobierno de coalición con el apoyo de la mayoría de la Cámara en 2020, que autoriza la eutanasia bajo determinadas condiciones: https://www.sanidad.gob.es/eutanasia/ciudadania/informacionBasica.htm

[2Recomendamos la lectura completa del artículo de Michael Cook en BioEdge: https://bioedge.org/end-of-life-issues/assisted-suicide/meet-the-tesla-of-assisted-suicide-sarco/

Película:Cuando el destino nos alcance

Titulo Original:Soylent Green

Director: Richard Fleischer

Año: 1973

Pais: Estados Unidos