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La Otra película dentro de la Otra mujer. (Reflexiones sobre la condición de víctima en el pasaje de niño a hombre)

por Zabalza, Sergio

Vos podés empezar de vuelta, una nueva historia. La mujer que habla está desnuda. El hombre que la escucha también. Acaban de tener sexo. Esto no es una historia –protesta él– es mi vida. Cosas que hacen los adultos, me gustás –argumenta ella–. Como si supiera el derrumbe que se avecina, él –ya vestido– se retira de la escena. Parece un niño. No soporta ser uno más. Una limitación que ha pagado muy caro. Pero es tarde, el encuentro dejará su huella.

Estamos en una escena de la película Secretos de un escándalo cuya trama versiona un caso de la vida real. En 1992 una mujer de 36 años –casada y con hijos– fue condenada bajo el cargo de estupro por acostarse con su alumno de doce. Una vez divorciada, al salir de la cárcel contrae matrimonio con su ya entonces ex alumno y se van a vivir con sus dos hijas nacidas mientras la madre cumplía condena. Repudio generalizado. Tanto que veinticuatro años después –y con hijos propios mediante– la pareja continúa recibiendo cajas con pedazos de mierda por correo. El episodio mereció el interés de Hollywood plasmado en este film tan disruptivo como desconcertante. Es que, como en un juego de muñecas rusas, esta película dirigida por Todd Heynes alberga Otra película. El guion de Secretos de un escándalo (texto nominado para el Oscar) consiste en la visita que –con el objetivo de rodar un film– la joven y famosa actriz Elizabeth Barry (Nathalie Portman) realiza a esa tan particular familia conformada por Joe (Charles Melton) y la ya casi sexagenaria Gracie (Julian Moore), quien manipula a su esposo como a un niño y el hombre –que ya no es un niño– así parece aceptarlo. ¿Secretos de goce dentro de Secretos de un escándalo?

El objetivo explícito de Elizabeth consiste en efectuar un relevamiento que le permita interpretar a Gracie en la peli sobre el sonado caso que la llevó a la cárcel. Tanto que la bella actriz termina acostándose con el joven marido. De esta manera en la Otra película aparece la Otra mujer, para así conformar un triángulo que afectará de manera muy particular a cada uno de sus integrantes. “Creo que estoy por encontrar un Real”, dice Elizabeth a su equipo de producción para justificar la extensión de su estadía. Ella cree que quiere saber la Verdad de la relación entre Gracie y Joe cuando en realidad se trata de algo muy diferente. Basta registrar la excitación que inunda el rostro de Elizabeth mientras Gracie la maquilla frente a un espejo, para tomar nota del lugar que la Otra ocupa en el campo femenino, allí donde una mujer se hace secreto de sí misma hasta el escándalo del goce.

Si es cierto que el arte condensa lo más propiamente humano, esta sola escena anuda buena parte de la trama con que historia y realidad dibujan el trágico sesgo de la sexualidad humana. Allí donde el deseo precisa del relato para velar que siempre estamos en el lugar de un Otro, la frontera entre ficción y real –entre soma y semblante, entre cuerpo y vestido– se confunden a veces hasta el escándalo. Riguroso secreto que la moral custodia para que el bien y el mal no se contaminen en el arrebato de los cuerpos.

De esta manera, sin saberlo, lo que Elizabeth recorre en su incitante investigación es la enigmática y atractiva dimensión que la habita. Un controvertido trazo que deja para el hombre –Joe en este caso– un mero lugar instrumental. Al respecto, dice Lacan: “El hombre sirve de relevo para que la mujer se convierta en ese Otro para sí misma, como lo es para él”. Un lugar que requiere la condición adulta, es decir: el pasaje de niño a hombre. Eso mismo que Elizabeth hace notar (“cosas de adultos”) mientras Joe se retira ofendido por sentirse reducido a una mera historia tras la intimidad compartida. (Notable es observar que los títulos del film se hacen eco de este tan particular lugar reservado para la condición masculina al ubicar –no sin merecimientos– como protagonistas principales del film a Julian Moore y Nathalie Portman para así relegar a un segundo plano a Melton).

Desde ya el caso real que da pie a la película merece todo tipo de comentarios desde el punto de vista ético y moral. Sin dudas Joe ha sido abusado. El niño fue una víctima. ¿El hombre lo sigue siendo? La trama deja ver que la visita de Elizabeth provoca una traumática emergencia de preguntas que este hombre no había logrado formularse con anterioridad. Quizás la oportunidad de dejar de ser solo una víctima. Pero el film no juzga. Antes bien deja ver los claroscuros que encierran los actos humanos. Como esas cajas con mierda que la gente de bien –sana y libre de feos impulsos– envía a esta tan especial y particular familia. Otros. Secretos de un escándalo. [1]



NOTAS

[1Sergio Zabalza es psicoanalista. Doctor en Psicología por la Universidad de Buenos Aires.

Película:Secretos de un escándalo

Titulo Original:May December

Director: Todd Haynes

Año: 2023

Pais: Estados Unidos