El soborno al interior de un análisis

La neutralidad en la práctica de terapias psicológicas tiene un carácter de principio. Es decir, posee estatuto de algo que no puede ser desatendido; es un principio inconmovible, inviolable. Freud (1912), luego de ver que varios de sus discípulos estaban llevando adelante terapias que erraban a la hora de mantener este principio intacto, escribió en “Puntualizaciones sobre el amor en transferencia”, una serie de preceptos que tienen que servir de brújula para llevar adelante un proceso terapéutico cuya meta sea la cura.

Gutiérrez (2012) en “Notas a “Observaciones sobre el amor de transferencia”, escribe que Freud “nombra el lugar del analista como neutralidad introduciendo un principio específico de la práctica analítica” (p. 33). El texto freudiano, escrito en los albores del psicoanálisis, sienta las bases sobre lo que no se debe hacer. Por lo tanto, si neutralidad remite al lugar del analista, eso implica que Freud no solo está haciendo mención respecto de que el analista nunca debe ceder al amor que el paciente le demande. Supone, además de eso, no romper esa posición neutral en pos de no tomar partida por las argumentaciones imaginarias que los pacientes suelen dar.

Ahora bien, la propuesta es ver de qué forma la analista representada en la serie Ozark rompe con dicho principio. Lo primero que hay que decir es que se representa a un analista que abandona su posición de tal, deja vacío ese lugar, ya que si neutralidad, tal como lo sostiene Gutiérrez (2012), es el nombre del lugar del analista, roto ese principio, vacante ese lugar. El Principio de Neutralidad se sostiene en —y a la vez es condición de— la lógica de la dimensión clínica (Salomone, 2006).

Retomando lo que se expuso con anterioridad, es necesario decir que la capacidad de escucha ha de ejercerse desde una posición neutral. Ambos términos de esta proposición —capacidad de escucha y posición neutral— producen una íntima imbricación: si el analista deja de escuchar, abandona su función; si el analista se sale de esa neutralidad inherente a su práctica, automáticamente se diluye la capacidad de escucha.

La representación que recubre a este personaje, es la de una analista corruptible, de una profesional que desatiende lo que el código de ética de APA (2010) establece en sus Normas Éticas, las cuales son “reglas obligatorias de conducta profesional” (p.3).

Pero lo interesante es ver de qué forma aceptar una paga extra hace que lo que se vea vulnerado sea el principio de neutralidad.

Marty y Wendy, que llegan a los lagos de Ozark tras una urgencia por abandonar la antigua vida que tenían debido a que esta se vio amenazada por las actividades ilícitas en las que participaba Marty [1], recurren, en la tercera temporada de la serie, a hacer terapia de pareja con Sue. La serie no tarda en mostrar la verdadera motivación que persigue Marty cuando decide iniciar terapia junto a Wendy: pagarle a Sue un bono extra para torcer la situación de análisis a su favor.

La analista escucha e interviene con el único fin de satisfacer las demandas del integrante de la pareja que le da ese soborno. En un primer momento, quien hace esto es Marty, quien paga de más a Sue para lograr lo antedicho. Luego, se produce el movimiento inverso: es Wendy quien le ofrece una tarifa suplementaria a Sue para que ésta se encargue, durante la terapia, de corregir las conductas descarriadas que a veces quiere llevar adelante Marty.

Esto es sumamente importante porque evidencia la relación especular que existe entre Wendy y Marty. Esto implica que, de quedarse en ese plano especular, su enfrentamiento sólo puede resolverse si el punto de vista de uno predomina por sobre el del otro. El espejo es así: solo admite la presencia de una sola persona. Por lo tanto, quien amenace con desmantelar esa posición narcisista, ha de ser neutralizado.

De esta forma, se entiende que Wendy y Marty recurren al extremo de sobornar a su analista para tener un aliado en ese combate que llevan adelante ellos. Esta contienda, que se da en clave especular, tiene, de un lado, el punto de vista de Wendy contra el punto de vista de Marty, y viceversa. Nunca se salen de ese universo en el cual cada uno es el opuesto complementario del otro.

Ahora bien, se remarcaba el hecho de que si la capacidad de escucha se ve imposibilitada, lo que se abandona es ese lugar de neutralidad que es el lugar del analista. Así las cosas, analista sobornada mediante, no habrá forma de que el enfrentamiento abandone el registro de lo especular. Cuando Sue se ve obligada a decir la verdad porque no puede satisfacer las demandas que ambos le hacen, ya que no tiene lugar para operar en favor de uno o de otro, las posiciones que Wendy y Marty tenían, se extreman aún más, llegando a un punto en el que la escalada de violencia se acrecienta tanto que Wendy resuelve abandonar el espacio.

En esa discusión, Wendy y Marty ventilan cosas que hasta ese momento Sue desconocía por completo: su afiliación con un cartel de narcotraficantes. La escena termina enfocando a Sue, que se ve por completo sobrepasada por la situación que su acción no calculada de decir la verdad, desplegó. Se la ve impotente, inoperante, avasallada por la situación que acaba de presenciar: imagen de un lugar vacío desde el inicio, de una función claudicada desde el momento en que, al aceptar un soborno, el principio de neutralidad se vio quebrantado.

Referencias

Freud, S. (1915[1914]). Puntualizaciones sobre el amor de transferencia. En Obras Completas, Amorrortu Editores, Tomo 12, Buenos Aires, 1986.

Gutiérrez, C. (2012). Notas a “Observaciones sobre el amor de transferencia” de Sigmund Freud. En Ética y Cine Journal. Revista Académica Cuatrimestral. Vol. 2, N°1. Disponible en: http://journal.eticaycine.org/Notas-a-Observaciones-sobre-el

Salomone, G. Z. (2006). Consideraciones sobre la Ética Profesional: dimensión clínica y campo deontológico-jurídico. En La transmisión de la ética. Clínica y deontología. Vol. I: Fundamentos. Letra Viva, Buenos Aires, 2006.

American Psychological Association: Principios éticos de los psicólogos y código de conducta. (2010).

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