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Entre el todo y la nada

por Domínguez, María Elena

Facultad de Psicología, UBA

Gotas caen en un espejo de agua, le sigue el ensordecedor sonido de explosiones en cadena cuyas imágenes invaden e iluminan la pantalla. Una frase se recorta: “Prometeo robó el fuego de los dioses y se los entregó a los hombres, por ello, fue encadenado a una roca y torturado por toda la eternidad”. Rápidamente hallamos en la figura de ese Prometeo al Dr. Oppenheimer quien a lo largo del film nos presentará su creación, el Proyecto Manhattan, y el horror insondable que produjo el lanzamiento de su producto: la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki en 1945. Una ofrenda, un objeto de sacrificio a los dioses oscuros (Lacan, 1964, p. 282), pero no se trata sólo del diseño y armado de la bomba sino del mismo Robert. Y es que en una época de avances físico matemáticos, en aras de la ciencia Robert jugó a ser Dios, recortándose en él esa fascinación. De allí el tener que dar cuenta de su amor intelectual, ese Amor intellectualis Dei Spinoziano (Lacan, 1964, p. 283) [1].

Los cálculos, las formalizaciones matemáticas fueron un elemento clave en su hacer, su torpeza ante ellas diseña el camino para domeñarlas, pero ¿hacia dónde? El film comienza con el pasaje de ese hacer y sus consecuencias hacia otra formalización, aquella que requiere que dé las razones sobre su acto o sobre los efectos de este en su fuero íntimo; hasta su vida amorosa es puesta en cuestión.

Siguiendo la propuesta de Lacan de que la escritura matemática es el ideal de la formalización analítica. Esa superficie de escritura, bidimensional, como las telas de arañas de Spinoza (Lacan, 1972-73, p. 113), entrañan el aplanamiento de lo real, lo real de esa experiencia por lo simbólico. Pero no olvidemos que allí, en el abordaje formal de la experiencia para que haya transmisión, algo de esta se pierde. Así, la formalización se nos revela no toda. Ese dar razones conlleva una mortificación de lo real, pues eso no es posible atraparlo en sus cálculos... matemáticos, algo queda opaco en esa escritura. Robert en su exposición es compelido, una y otra vez, a confrontarse con ello: el cuerpo. El cuerpo propio y ajeno. El cuerpo humano, manipulable en tanto tiene grosor, lo condujo a examinar las secuelas sobre aquellos y aquello que se sustraía en su hacer matemático abstracto. Digámoslo en un sentido fuerte esa formalización aniquiló innumerables existencias. Él mismo lo confiesa a Einstein: “cuando vine a enseñarte los cálculos pensamos que iniciamos una reacción en cadena que destruiría todo el mundo… fue lo que hicimos”. Esa planificación calculada del potencial de la bomba y sus efectos no contabilizó la responsabilidad que ese hacer recayera en las generaciones futuras (UNESCO, 2005, Cap. 5) él mismo se nombra “me he convertido en la muerte, soy el destructor de mundos” debido a que lo propiamente humano en esa explosión fue avasallado.

Este nuevo Prometeo, o destructor de mundos divinos, durante toda su exposición se vio exigido a confrontarse con los cuerpos mortificados por ese decir que hizo acto, acontecimiento. Nos preguntamos ¿habrá hallado algún modo de anudar de otro modo esa cadena que lo condenaba en pos de resguardar lo humano? Ese encadenamiento al que lo confinó su invención ¿posibilitará un desanudamiento creador de una nueva lectura, que lo sustraiga de esa condena que insiste al igual que lo hace con el correr de la cinta el sonido, las luces y las imágenes de los hongos invadiendo el planeta? o simplemente asistimos a ese constante confrontarse con un cuerpo muerto que cada día renace para eternamente recordarle el alcance de haberse dejado sucumbir ante esa fascinación. Un hacerle mirar, cada vez, el espectáculo producido y, paradójicamente, no olvidarse de sus cálculos.

Referencias

Lacan, J (1964). El Seminario 11: los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis. Argentina: Paidós.

Lacan, J (1972-73). El Seminario 20: Aún. Argentina: Paidós.

UNESCO (2005). Declaración Universal de Bioética y Derechos Humanos.



NOTAS

[1Lacan en 1964, en el Seminario 11, en la página 283, vuelve sobre el sacrificio al que nadie se resiste, en tanto fascinación ante la presencia del deseo de ese Otro que llama ahí Dios Oscuro y agrega: ”Este es el sentido eterno del sacrificio al que nadie se resiste, a menos de estar animado por esa fe tan difícil de mantener y que tal vez un solo hombre pudo formular de manera plausible: Spinoza con su Amor Intellectualis Dei”.




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Película:Oppenheimer

Título Original:Oppenheimer

Director: Christopher Nolan

Año: 2023

País: Estados Unidos

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