Resumen:
Partimos del repudio de la falta de ética médica del Dr Cline. Y ubicamos el valor de los dichos de los implicados como un lugar testimonial.
Este material documental, resulta conmovedor en sus testimonios y nos invita a reflexionar sobre dos cuestiones: el uso del cuerpo femenino como pieza biopolítica de los procesos reproductivos en una sociedad cisheteropatriarcal y el lugar de la identidad como una construcción singular atravesada por las dimensiones genética, biológica y psicosocial.
Palabras clave: género | reproducción | biopolitica
Our Father
Abstract:
We start from the repudiation of Dr Cline’s lack of medical ethics. And we locate the value of the sayings of those involved as a testimonial place.
This documentary material is moving in its testimonies and invites us to reflect on two issues: the use of the female body as a biopolitical piece of reproductive processes in a cisheteropatriarchal society and the place of identity as a unique construction traversed by genetic dimensions, biological and psychosocial.
Key words: gender | reproduction | biopolitics
Pues esto es la vida,
este aullido, este clavarse las uñas
en el pecho, este arrancarse
la cabellera a puñados, este escupirse
a los propios ojos, sólo por decir,
sólo por ver si se puede decir:
«¿es que yo soy? ¿verdad que sí?
¿no es verdad que yo existo
y no soy la pesadilla de una bestia?».
Pizarnik
Descripción del audiovisual
Nuestro padre cuenta la historia del médico especialista en fertilidad, llamado Donald Cline, quien utilizó su propio semen para inseminar a un centenar de niños y niñas en EEUU. Su clínica famosa en el estado de Indiana trataba a los matrimonios con problemas reproductivos. El Dr Cline era un hombre religioso, que creía en la palabra de Dios. Su sala de espera y consultorio tenía numerosas frases de la biblia entre ella, se destaca: “Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones.” Jeremías 1, 15.
Una de las niñas concebida en su clínica, comienza su búsqueda de hermanos genéticos a través de los test genéticos Ancestry, y con ello abre la caja de Pandora. Su búsqueda la lleva a encontrar otros niños y niñas que son hijos e hijas del mismo donante y a partir de allí encuentra su causa personal en develar la identidad de su padre genético y descubrir al mayor número de vástagos del él. Su padre había sido el médico Cline, pero de a poco el documental nos va mostrando diferentes costados de su mala praxis. Su semen no era utilizado en la concepción de niños y niñas cuyos padres tenían problemas espermáticos solamente, sino en la mayoría de los gestados en su clínica, en particular en mujeres de raza blanca, introduciendo de este modo una selección eugenésica.
Otra arista que explota el film es la cuestión del vacío legal en el que se han desarrollado las prácticas de reproducción humana asistida. De modo tal, que la práctica de Cline no puede ser sancionada legalmente porque no hay ninguna ley que la prohíba. A partir de la lucha legal que comienzan los concebidos por el semen de Cline, Indiana tiene ahora una ley que prohíbe a los médicos inseminar con su propio esperma a las pacientes.
De las múltiple cuestiones bioéticas y biopolíticas del documental, me gustaría detenerme en la construcción de la identidad en los jóvenes que dan su testimonio en el documental.
La identidad en testimonios
Se conformo un grupo que armaba su árbol genealógico en línea, a fin de descubrir al “padre biológico”. Buscaban coincidencias de apellidos que se repitieran, así fue como llegaron a Cline. En ese momento Jacoba dice:
“sentí ganas de vomitar, cuando supe que él era mi padre. Me quede pasmada, sentía tantas cosas, tenía tantas preguntas. Mintió sobre el donante, ¿cuántos hermanos tenemos? Presenté una denuncia ante el fiscal general de Indiana.”
En este testimonio, vemos que lo que impulsa a Jacoba es la búsqueda de sus hermanos, ella es hija única. Al descubrir que el médico Cline mintió en relación con la cantidad de veces en las que se usaba la muestra del donante ella supone que también mintió en otras cosas. Jacoba necesita encontrar otras personas signadas por mismo trance que ella, encontrar pares para poder ser oída en su reclamo. A medida que su red de hermanos se amplía, Jacoba va delineando su rol de líder del grupo.
Jacoba relata en primera persona sus experiencias y va acompañando a los otros damnificados en el proceso de búsqueda de la verdad “genética”. Los compromete en su cometido y los impulsa a la acción. Es así como Matt, otro niño que figura en Ancestry como hermano de Jacoba, le escribió a los hijos de Cline, contándoles la odisea que ellos están viviendo y apelando a sus otros hermanos reconocidos. Cline le confeso a sus hijos ser el padre biológico de estos otros niños y niñas y se justificó diciéndole que uso su esperma solamente cuando no podía encontrar donante y que sus hermanos no eran más que diez.
A lo largo del documental observamos que en los testimonios el parentesco no es puesto en cuestión. El hecho de haber utilizado el esperma, lo ubica a Cline en el lugar del padre y a los niños y niñas nacidos/as de su simiente en el lugar de hermanos. La verdad biológica es aplastante, no hay lugar para otro estatuto del parentesco.
Otra de las niñas concebidas por Cline, Jully creía que él había usado el semen de su padre para la inseminación, ya que a su madre le habían dicho eso. Cuando se enteró que el semen usado no era el de su padre, dice:
“fue el momento más difícil de mi vida. Me disolvió la identidad. Y ya no sabía quién era en realidad.” A su vez el padre, al conocer la noticia de que Jully no era su hija, dijo: “me quitó todo lo que tengo.”
La sensación de Jully y de su padre, es la de una pérdida irreparable en la que identidad y familia van de la mano.
La historia de Sheeren y Mark Farber en su relato, comienza por una relación de camaradería con Don. Mark era ex compañero de la base aérea Grisson. Al final del relato vamos a volver a encontrar a esta pareja y a su hija Alison.
Heather Woock, definida como la hermana número 22 cuenta que su esposo le regalo una prueba de ADN casera. Y así se encontró con los otros medio hermanos. Dice:
“Me quede inmóvil el resto del día. La semana siguiente tuve una crisis de identidad, no podía mirarme en el espejo, no quería pensar de quien había heredado el cabello, o los ojos, porque siempre creí que era de mi papa. Jamás tuve motivos para cuestionarme Mis padres confiaron en su médico, que les dijo que era mejor que yo no supiera y no lo descubriera. Luego de unos meses pude hablar con alguien del tema. Me había cambiado la vida.”
Jacoba dice: “Cada vez que surge un nuevo hermano, sé que lo llamare y le arruinaré la vida.”
Hermana número 61. Alison Kramer. Dice:
“Fue complejo para mí porque tenía 47 años cuando descubrí que el hombre que tanto admiraba e imitaba cuando era pequeña, no era mi padre biológico. Fue devastador, eso fue lo peor. Sentía que tenía que protegerlo, no quería que nadie supiera. Pero mi otro problema, en mi historia era que Don Cline era también mi médico de fertilidad. Era mi ginecólogo. Lo fue durante dos años. Que él tocara mis partes privadas, es … ni siquiera puedo pensarlo sin angustiarme. Él sabía y yo no tuve la posibilidad de saber.”
Hemos extraído del documental estos testimonios porque van tomando diferentes cuestiones vinculadas a las identificaciones y a la identidad. Ambos conceptos se encuentran en una relación dialéctica en todos nosotros, pero en estos casos en los que los rasgos identificatorios desaparecen y de pronto el sujeto descubre que aquellas marcas identificatorias sobre las que construyó su vida eran falsas, su identidad se desmorona. Las nuevas marcas están des subjetivadas y obligan a una relectura.
El estatuto de la identidad en las técnicas de reproducción asistida con donante (TRHAd)
Cuando se recurre a TRHAd, el derecho a conocer el origen es genético y debe distinguirse del biológico [1], el cual tiene lugar cuando la filiación es adoptiva, o incluso en la filiación por naturaleza, cuando se trata de probar el vínculo mediante prueba de ADN. Esta distinción se funda sobre la diferencia entre “identidad estática”, expresada en el ADN, e “identidad dinámica”, que comprende la historia del niño.
En el caso de las TRHAd, el derecho afecta solo a la identidad estática y se circunscribe a un solo dato: el genético [2]. Por eso, es más preciso hablar de “derecho a la información”. El Código Civil (2015) distingue tres facetas, dos de las cuales son relativas al anonimato del donante: 1) saber que se ha nacido de TRHA con material de un tercero; 2) obtener información no identificatoria (datos genéticos o de salud sobre el donante); 3) obtener información identificatoria (nombre, apellido y datos que permiten individualizar al donante). En ningún caso esta información permite establecer vínculo filial, el cual recae sobre quienes manifestaron la correspondiente voluntad procreacional, mediante consentimiento previo, libre e informado. Esto último, la ausencia de vínculo filial con el donante, es algo que, si bien está sostenido legalmente, no se sostiene en las sensaciones que se registran en el documental sobre los niños/as concebidos con semen de Cline, al que inmediatamente llaman “nuestro padre”. Esta tensión entre lo normado y lo vivido es sumamente dilemática ya que no es algo aislado, sino que existen comunidades de niños y niñas que buscan a sus hermanos/as genéticos en todo el mundo. Retomando el concepto de obligación, que desarrolla D´Amore (2000) hay algo que ob-liga que no es de índole legal sino subjetivo.
El concepto de subjetividad de la época entendida como “un modo de sentir, pensar, gozar de los sujetos que comparten un tiempo. Esta subjetividad podría llamarse ‘síntoma de la época’” (Assef, 2013, pág. 40) es más amplio que el de identidad. Podríamos decir, utilizando una metáfora, que la identidad es una imagen que se toma de un entramado dinámico y significante particular, la sedimentación gradual de actos de habla, entramado de significaciones y prácticas que anuda lo social epocal, lo singular e inclusive lo legal, como forma privilegiada de ordenamiento social. El robo de identidad es un delito filiatorio que tiene lugar cuando un niño es sustraído de este entramado identificatorio y que compromete a varias generaciones.
En el ámbito de las TRHA no hablamos de robo de identidad ni de crimen filiatorio, sin embargo, la información sobre la identidad genética puede tener un valor significante distinto para cada sujeto, que hace al entramado que conforma su identidad y su lugar en el encadenamiento intergeneracional. Como vemos en el testimonio de Jully y de Heather, quienes a partir de la noticia, sienten que se pierden a sí mismas y a sus familias de crianza.
En la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos (2005) se establece en su artículo 4° que “al aplicar y fomentar el conocimiento científico, la práctica médica y las tecnologías conexas, se deberían potenciar al máximo los beneficios directos e indirectos para los pacientes, los participantes en las actividades de investigación y otras personas concernidas, y se deberían reducir al máximo los posibles efectos nocivos para dichas personas” y en el artículo 5° establece que “se habrá de respetar la autonomía de la persona en lo que se refiere a la facultad de adoptar decisiones, asumiendo la responsabilidad de éstas y respetando la autonomía de los demás. Para las personas que carecen de la capacidad de ejercer su autonomía –los niños–, se habrán de tomar medidas especiales para proteger sus derechos e intereses”. Tomando en cuenta lo establecido en estos artículos, con la obligación de reducir los posibles efectos nocivos del anonimato sobre la constitución de la identidad de los nacidos por donación [3], y asumiendo que estas personas al momento de ser concebidas carecen de capacidad para ejercer su autonomía, serán los padres y el Estado los responsables de proteger sus derechos.
El testimonio de Heather hace foco en otra cuestión importante, y es que la misma comunidad médica instruía a las familias para no revelar la concepción con gametos donados. Baccino (2009: 56) nos cuenta que “en 1993 la ASRM [4] aconsejaba a la pareja no revelar al niño que su origen se debía a la utilización de gametos donados. Es más, animaban a las parejas a tener relaciones sexuales inmediatamente después de haber realizado la IAD para fomentar la fantasía de que ese niño estuviera genéticamente relacionado con las dos partes.” Esto supone justamente, sostener en acto la mentira y el ocultamiento de los orígenes para esos niños. Esto también se vislumbra en el documental. Ya que para muchos de los implicados a la revelación de la vinculación genética con el médico, se sumó la noticia de que habían sido concebidos por gametos donados.
Pero en estos casos, se trata de algo aún más aberrante: la mentira, el engaño, la ausencia de consentimiento. La situación de vulnerabilidad de las pacientes que reclaman saber. El hecho de que el dador de semen sea un hombre, ubicado en una sociedad patriarcal, nos invita a preguntarnos si no se trata de un acto de violación como se sugiere en el documental.
La capucha roja que lleva Jacoba en la segunda parte del documental resulta un guiño a la serie “Los cuentos de la Criada” en la que el componente religioso y machista llevan a tomar los cuerpos fértiles de las mujeres como materia de disciplinamiento biopolítico (Ormart y Paragis, 2018)
Esto abre una línea de reflexión en el sentido que propone la filósofa Deutscher en la crítica de la razón reproductiva, retomando los planteos de Foucault, Derrida y Agamben.
Identidad sin persona
El filósofo italiano, Giorgo Agamben, sostiene que: “Persona significaba en su origen máscara, y es a través de ella que el individuo adquiere un rol y una identidad social. A todo ello se sumaba, en la antigua Roma, que cada individuo era identificado por un nombre de familia y su pertenencia a una estirpe. De ahí que la persona identificada con la máscara social pasase también a ser la “personalidad”, definiendo aquélla como el lugar del individuo en los ritos de la vida social, su capacidad jurídica (personalidad jurídica) y hasta su propia dignidad como ser humano, ya que los esclavos, carentes de antepasados, de nombre e incluso de máscara, tampoco tenían reconocida una capacidad jurídica como personas. (…) En la segunda mitad del siglo XIX se produce una transformación decisiva que afectará al concepto de identidad. El positivismo científico niega que la identidad sea algo que concierna exclusivamente al reconocimiento y al prestigio social de la persona. Por el contrario, el positivismo se centra en responder a la necesidad de asegurar otro tipo de conocimiento: el de los criminales reincidentes por parte de la policía.”
La identidad ya no operaba en función de la persona social y su reconocimiento, sino en función de datos puramente biológicos, totalmente alejados de lo que hasta entonces había supuesto nuestra concepción de la personalidad.
“¿Cómo llegar a reconocernos en nuestras huellas dactilares, en nuestro iris? ¿Qué relación puedo establecer con mi código genético? ¿Hasta qué punto me reconozco en él? ¿Cómo asumir estos datos biométricos –se pregunta Agamben– y a la vez cómo tomar distancia de ellos?”
Agamben afirma que la nueva identidad es una identidad sin persona ¿Qué quiere decir esto? Pues que la máscara suponía lo privado, lo oculto, y que al caer ésta la identidad se desnuda. La identidad queda reducida a un código biométrico.
La reducción del hombre a la vida desnuda (nuda vida) nos hace esperar el colapso de los principios éticos personales que han regido tradicionalmente a la ética occidental. Así como el deportado a Auschwitz ya no tenía nombre ni nacionalidad, siendo, afirma Agamben, tan solo el número que se le tatuaba en el brazo, así también el ciudadano contemporáneo se ha perdido en la masa anónima de los datos biométricos.
La identidad es un código de ADN que nos liga a otros marcados como nosotros por marcas des subjetivadas. Y es esas marcas en las que se leen los niños producidos por la técnica como hijos y hermanos de los que llevan las mismas marcas.
Reflexiones finales
Cuando los sujetos de nuestros testimonios construyen su historia, privilegian un modo de narración sobre otros, se identifican con determinados modelos y desestiman otros. En este proceso el sujeto se inscribe en un orden simbólico que excede lo individual. En esta narrativa de la época se introduce la pregnancia de lo biotecnológico.
Lo secreto, lo oculto, no significa solamente no comunicar una verdad sobre el origen (componentes genéticos y/o biológicos), no es solamente la comunicación de la verdad genética, sino el respeto por la verdad subjetiva (como cada sujeto entrama la información genética en la constitución de su identidad). La identidad en nuestra sociedad hiperconectada reduce el estatuto subjetivo a la cifra. Ella se presenta como “la verdad, la garantía de todo saber” (Assef, 2013, pág. 134) Y el lugar de los niños fabricados y signados con marcas genéticas, como cifras obstaculiza la construcción de una identidad. Agamben en identidad sin persona ubica la marca biomédica como una marca sin persona, tendríamos que pensar entre las similitudes y proximidades del concepto de cifra y de identidad sin persona en el ámbito de la predicción genética.
El documental Nuestro Padre, nos permite reflexionar sobre el lugar de los cuerpos fértiles en una sociedad patriarcal. Sostiene Verena Stolke “La biotecnología, en tanto que una expresión de la creatividad humana, se aplica a transformar lo que está inscrito en la naturaleza. El nexo fundamental es el sexo. Cualquier procedimiento experimental biotecnológico implica la manipulación de la reproducción sexual.” De este modo, cabe pensar que los cuerpos dispuestos para la inseminación desde un modelo eugenésico se convierten en la puerta de entrada al nuevo cuento de la criada. En este cuento el Doctor del documental ocupa el lugar de Otro completo que dispone para su goce de todos los cuerpos gestantes.
Referencias:
Agamben, G. (2011) “Identidad sin persona” en Desnudez. Buenos Aires, Adriana Hidalgo 2011, pp.67-78.
Assef, J (2013) La subjetividad hipermoderna. Grama.
Baccino, G. (2009) “¿Por qué sugerimos contarle al niño sus orígenes?”, en Guías de evaluación, consejo, apoyo e intervención psicológica en Reproducción asistida. Grupo de Interés de Psicología de la Sociedad Española de Fertilidad, 2ª Parte, vol. 26, Suplemento 1, pp. 19-23.
D´Amore, O (2006) Responsabilidad subjetiva y culpa.
Ormart, E (2014) TRHA: impacto en las constelaciones familiares y la identidad de sus miembros. Aesthethika. Volumen 10, número 1. [pp. 86-102] https://www.aesthethika.org/TRHA-impacto-en-las-constelaciones
Ormart, E (2019) “Los desafíos del avance biotecnológico a la clínica psicoanalítica: Su impacto en las familias y las nuevas generaciones” En Taborda & Toranzo (Comps.) (2019) Psicoanálisis. Espacio para la transdisciplinariedad del ser y nacer epocal. UNSL. En línea: http://www.neu.unsl.edu.ar/wp-content/uploads/2019/05/Psicoana%CC%81lisis.-Espacio-para-la-transdisciplinariedad-del-ser-y-nacer-epocal.pdf
Ormart,E & Paragis, P. 2019 (Comp) Número especial de Los cuentos de la criada. Aesthethika. https://www.aesthethika.org/-Volumen-15-Numero-1-Especial-
NOTAS
[1] Mientras que lo genético remite a la información contenida en el ADN, lo biológico remite a la gestación, que supone la participación de la epigenética, esto es las interacciones entre los genes y determinados productos que son responsables del fenotipo. Distinguimos entonces lo genético (identidad estática), lo biológico y psicosocial (identidad dinámica).
[2] En cambio, si hablamos de gestación subrogada, se afecta la identidad estática y la dinámica porque incluye la dinámica gestacional.
[3] Hemos recabado casuística de niños que presentan síntomas vinculados al ocultamiento de su origen genético. En este punto sugiero la lectura de un caso analizado en Ormart (2019) Los desafíos del avance biotecnológico en la clínica psicoanalítica. En línea: http://www.neu.unsl.edu.ar/wp-content/uploads/2019/05/Psicoana%CC%81lisis.-Espacio-para-la-transdisciplinariedad-del-ser-y-nacer-epocal.pdf
[4] Sigla de la Asociación de medicina reproductiva de EEUU.
FORUM
Me parece interesante traer a la reflexión el tema de la identidad con respecto a la reproducción por medio de las nuevas tecnologías, ya que hoy en día, es un hecho como el desarrollo de la ciencia y la tecnología nos interpela en diferentes ámbitos de la vida cotidiana, tales como la procreación de la vida misma a través de los múltiples tipos de parentalidades.
Siguiendo con el desarrollo planteado, el documental Nuestro Padre nos permite apreciar cómo estas tecnológicas son utilizadas para saciar el goce/perversión del doctor Cline, constituyendo un trauma en las identidades de los diversos sujetos.En este punto, en el encuentro de dichos sujetos con aquel trauma, se puede ver como las “identidades sin persona” cobran aquel estatuto de lo real, de angustia, de lo no simbolizable, la cual estos mismos intentarán reconstruir por medio de una red posible que creará Jacoba para dar cuenta de todxs lxs hermanxs que habían trascurrido por dicho acontecimiento.
Película:Nuestro padre
Título Original:Our Father
Director: Lucie Jourdan
Año: 2022
País: Estados Unidos
Otros comentarios del Autor:
• Parallel Mothers