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Cuando la familia te espera en el camino

por Ormart, Elizabeth

“Dijo que era de Yorkshire, que sus padres emigraron a Buenos Aires, que los había perdido en un malón, que la habían llevado los indios y que ahora era mujer de un capitanejo, a quien ya había dado dos hijos y que era muy valiente. Eso lo fue diciendo en un inglés rústico, entreverado de araucano o de pampa, y detrás del relato se vislumbraba una vida feral: los toldos de cuero de caballo, las hogueras de estiércol, los festines de carne chamuscada o cíe vísceras crudas, las sigilosas marchas al alba; el asalto de los corrales, el alarido y el saqueo, la guerra, el caudaloso arreo de las haciendas por jinetes, desnudos, la poligamia, la hediondez y la magia. A esa barbarie se había rebajado una inglesa. Movida por la lástima y el escándalo, mi abuela la exhortó a no volver. juró ampararla, juró rescatar a sus hijos. La otra le contestó que era feliz y volvió, esa noche, al desierto.”
Borges, J. HISTORIA DEL GUERRERO Y DE LA CAUTIVA EN El Aleph, 1949

“El valor y la hermosura,
ligados por la ternura,
en ti hallaron refrigerio;
de su infortunio el misterio
tú sólo puedes contar”.
Echeverria, E. (1837) La cautiva en Rimas.

Paul Greengrass, director y guionista de Noticias del gran mundo, se inspiró en la novela de Paulette Jiles. En ella se cuenta cómo el capitán Kidd encuentra en su camino a la joven Johanna (Helena Zengel), una niña alemana que había sido tomada como botín de guerra por la tribu kiowa y que estaba siendo llevada de regreso a la casa de sus tíos en Castroville, Texas. El argumento parece conducirnos al encuentro de una niña con su familia biológica, que había quedado trunco porque el encargado de llevarla había muerto en el camino. El capitán Kidd tomará la posta para facilitar el encuentro familiar. Sin embargo, el director nos sorprende con una trama intensa, en la que el lenguaje corporal y fílmico se vuelven clave para señalar la no linealidad del relato. A diferencia de lo que indica el capitán Kidd a Johanna, “ir en línea recta”, el director propone un relato necesariamente recursivo, jalonado por hitos en la vida de Johanna y el Capitán. Para que algo del sujeto vea la luz, no hay atajos ni caminos directos [1], hay caminos largos, sinuosos y difíciles como los que transitan nuestros personajes. Y a veces, como en el momento de llegar al hogar de Johanna, es preciso salir de la carretera principal.

El Capitán Kidd, al que da vida Tom Hanks, es un hombre que ronda los 70 años, que nació en 1798 y vivió tres guerras (la tercera había acabado a cinco años de los acontecimientos que se cuentan en la novela). Kidd había sido antes impresor, pero la guerra había terminado con su imprenta y su mujer. En esos últimos cinco años, antes de la trama de la película, Kidd se dedicó a viajar por el norte de Texas leyendo públicamente periódicos aparecidos en distintas ciudades del país.

En este análisis partimos de dos hipótesis negativas: El lenguaje no es una barrera. La familia no es la sangre.

Los climas que genera Greengrass en los planos de los rostros, los paisajes, las miradas son por si mismos expresivos. Esta forma de comunicar sin palabras es una clave central para comprender el mensaje del director. Primero, es el encuentro con otro y luego sobre ese lazo se produce un vínculo. En este proceso, el nombre propio es la marca que usa el capital Kidd para ligar, anudar, gestar algo del orden de la transferencia amorosa.

Esta matriz inicial es central para pensar el advenir de un niño, de una niña, al universo del lenguaje que le preexiste y del cual el adulto toma los significantes para marcarlo, ubicarlo, ordenarlo en un linaje. El Capitán Kidd ha desplegado la operatoria de a-filiar a Johanna. Sin saberlo, ha dado lugar al oficio de padre, que como señala Legendre (1994) tiene como condición el nacimiento de un hijo, ya que un padre es un hijo que cede ese lugar para convertirse en padre.

¿Quién es Johanna? No es Cigarra, el nombre impuesto por los kiowa El capitán Kidd, ha elegido nombrarla recuperando la nominación de sus padres. Este llamado al sujeto resulta central. Los kiowa roban a la niña Johanna, no al sujeto. Ese nombre, que es el primer regalo del Otro, es el que convoca al sujeto que ha quedado apresado en el horror de la desaparición de sus padres y en el robo de su identidad.

Convocar ese pasado aterrador de su propia apropiación, convocarlo por el nombre propio es la forma en que el Capitán Kidd encuentra en el camino de la restitución de una familia para Johanna. Su familia vivía en una casa de madera, que conoceremos luego de la mitad de la película. El ingreso a esa casa, esta antecedido por el encuentro de Johanna con su pasado, antes de su pasado.

El encuentro con un tiempo inaugural que estaba reprimido. Sobre esa base se construyó la vida con los kiowa. La familia que ella llora, y por la que corta su cabello en señal de duelo es ya una familia fraudulenta, que la robó de su familia y mató a sus padres. Ella fue llevada por el malón de indios y criada entre los kiowa. Tomada como un objeto, sin identidad, ni historia. El capitán y Johanna se encuentran sin palabras para narrar el horror de sus propias vidas. Y así lo dice Kidd: “enfrentamos nuestros temores en este camino. Para avanzar no hay que recordar”. Esta frase paradojal nos muestra la incomodidad de enfrentarnos con esas huellas dolorosas. Y el primer intento para no sufrir es olvidar, decía Freud (1894), este esfuerzo por desalojar de la conciencia la representación inconciliable funda el inconsciente. Toda tarea de análisis va en la dirección contraria, se trata de alojar y escuchar aun cuando las palabras no alcanzan a decir lo siniestro (Freud, 1919). Cuanto mayor es el esfuerzo por olvidar más se hace presente el retorno de lo reprimido.

Los kiowa la criaron como su hija, aun cuando el contraste étnico denunciaba el delito filiatorio, y ella aceptó este destino. ¿Acaso esa niña tenía margen de elección?

Cuando la rescatan de los indios, Johanna vive esa pérdida, como violento despojo de su vida, de su idioma, de sus costumbres. Se trata del arrebato de la historia fraudulenta en la que ha sido criada. Robar su historia como hija de colonos alemanes supone tomar el lugar del Otro y desde allí ejercer la función materna y paterna transmitiendo distintas marcas al sujeto que lo van a ir estructurando y constituyendo. La usurpación de esos lugares implica el crimen filiatorio, es decir, que el sujeto comienza a formar parte de una cadena generacional que no le pertenece y que le ha sido impuesta. Cigarra es el producto de esa farsa. (Gutiérrez & Montesano, 2008)

El capitán Kidd también tiene su historia. Sobrevivió a tres guerras, su culpa lo alejó de su casa y su familia. Hasta el día que por azar se encontró con Johanna, había una parte de él que estaba perdida. El frio e inhóspito paisaje, una carreta caída y el encuentro con unos ojos, azules como los suyos, asustados que reflejaron su propio temor, le dieron el coraje para recuperar su propia familia.

¿Qué impulsó al capitán a recoger a Johanna, a preocuparse por su futuro, a devolverla a su familia? Esta acción entre impulsiva y osada, ¿qué finalidad persigue? Los cálculos lógicos y utilitarios desfallecen ante esta empresa, como se lo señalan sus amigos en el camino. “¿Por qué lo haces?” es la pregunta que resuena en distintas voces.

La respuesta a esta pregunta no se agota en el cálculo propositivo del análisis de los pros y los contras en las adversidades del camino. Lo hace para que Johanna encuentre a su familia y sin saberlo, él es Johanna. Y sin saberlo, en ese camino, él encuentra a su familia.

Johanna recorre la casa vacía de sus padres, encuentra una muñeca que le perteneció y se reencuentra con su nombre y su vida truncada. La habilidosa pericia del director monta una escena en paralelo del anciano que abre las puertas de su pasado. El capitán Kidd, recorre su casa y se encuentra con la tumba de su mujer, y sus pertenencias. Ambos están atravesando el reencuentro con ese espacio familiar perdido. Y allí en la vuelta a su casa Kidd entiende que su familia estaba con él y con esa niña que dejo en el camino.

¿Qué acepta Kidd cuando toma a su cargo el reencuentro de Johana con su familia? El mensaje estaba dirigido a si mismo, es el reencuentro de él con su familia. De él con la hija que quiso tener con su mujer antes de la guerra, con la familia que le arrebato la muerte.

Para tener una familia tuvo que hacer un lugar en su corazón y adoptar a una hija. Johanna tuvo que duelar sus pérdidas y adoptar un padre. Kidd puede advenir al lugar de padre cuando dice algo de ese deseo de hijo que lo habitaba aún antes de admitirlo. Cuando responde por él.

Y para Johana, no hay familia en el trato animal que recibe de sus tíos. Su familia biológica la ha colocado en un lugar de objeto de violencia y maltrato.

Estas cuestiones que hemos desarrollado resultan centrales, para recuperar nuestra historia de malones y niños apropiados. En este análisis no hemos querido caer en la vertiente de lo étnico, de lo que se vislumbra en la primera de las citas de Borges, que el blanco recupera al que se llevó el indio. No se trata de comparar costumbres, prácticas o diferencias culturales. Comprender el proceso de constitución subjetiva de un niño a partir de la matriz familiar, nos lleva a dimensionar lo que ha sido la apropiación de menores durante la dictadura militar en Argentina. Pero la memoria, lejos de ser un contenido muerto, se vivifica en historias actuales.

El derecho a la identidad tiene en nuestro país una tradición gestada en el seno del activismo de las Abuelas de Plaza de Mayo. Este inicio dejo su sello en el Derecho internacional a partir de la incorporación del artículo 7 de la Convención sobre los Derechos del Niño (1989) que sostiene: “Los Estados Parte se comprometen a respetar el derecho del niño a preservar su identidad, incluidos la nacionalidad, el nombre y las relaciones familiares de conformidad con la ley sin injerencias ilícitas”.

Esto supuso importantes cambios en la sociedad argentina que comenzó a receptar y empatizar con el reclamo de las Abuelas en busca de sus nietos y nietas apropiadas. Paralelamente en el seno de los jóvenes se fue constituyendo el grupo de nietos que reclamaban por su derecho a recuperar su historia, su identidad.

Otro activo grupo multitudinario lo constituyen los niños que han sido y siguen siendo sustraídos a sus familias de origen o que fueron inscriptos en forma fraudulenta en periodos no comprendidos en el terrorismo de estado. [2]

El cine nos brinda en esta pieza del séptimo arte, un espacio de reflexión acerca de lo singular del recorrido de hacerse con las piezas donadas por Otro que aloja y a-filia a un cachorro humano, lleve o no su sangre.

Referencias

Convención sobre los Derechos del Niño (1989)

Freud, S. (1894). “Las neuropsicosis de defensa (Ensayo de una teoría psicológica de la histeria adquirida, de muchas fobias y representaciones obsesivas, y de ciertas psicosis alucinatorias)”. En Obras completas, T. III. Buenos Aires: Amorrortu editores

Freud, S. (1919). “Lo ominoso”. En De la historia de una neurosis infantil y otras obras. Obras completas. Tomo XVII, Amorrortu editores, 1979.

Freud, S. (1937) “Análisis Terminable e interminable” Obras completas. Tomo XXI, Amorrortu editores, 1979.

Gutiérrez, C & Montesano, H. (2008) Farsa y ficción. En Aesthethika. Revista Internacional sobre Subjetividad, Política y Arte. Vol. 4, (1), junio 2008

Legendre, P. (1994). El crimen del cabo Lortie. Tratado sobre el padre. Siglo XXI Editores.

Michel Fariña, J. y Gutiérrez, C. (Comp.) (2000) La encrucijada de la filiación. Tecnologías reproductivas y restitución de niños. Buenos Aires: Lumen-Humanitas.



NOTAS

[1Freud en Análisis terminable e interminable señala que el apremio en psicoanálisis es infructuoso. No hay formas de acelerar o direccionar el proceso. Los tiempos del sujeto son siempre laberínticos y recursivos. Y utiliza la metáfora de los bomberos que para apagar el incendio no pueden ir directo a su origen, del mismo modo el analista no puede transitar directo al trauma sino haciendo largos rodeos.

[2Y aunque con diferencias significativas, está el caso de los niños gestados por técnicas de reproducción asistida con material heterólogo. Más activos en otras partes del mundo que en nuestro país, reclaman por su derecho a la identidad genética, que durante años ha sido relegado en beneficio del anonimato del donante.