Hablar de ternura en estos tiempos de ferocidad
no es ninguna ingenuidad. Es un concepto fundamentalmente político.
Es poner el acento en la necesidad de resistir la barbarización
de los lazos sociales que atraviesan nuestros mundos
Fernando Ulloa
Texto breve para asociar a referencias bibliográficas con los LINKs donde se pueden recuperar. Agradecemos a los participantes de las reuniones de Seminario de Formación de los Martes por sus fructíferas discusiones.
El quinto episodio de la cuarta temporada de Black Mirror, «Metalhead», traducido como «Cabeza de metal». Fue escrito por Charlie Brooker y dirigido por David Slade, filmado completamente en blanco y negro [1], el episodio sigue la difícil situación de Bella (Maxine Peake) perseguida por «perros» robóticos en un escenario de devastación enigmática de la humanidad.
Esta complejidad tecnológica consiste en la fabricación de robots representando la apariencia de perro, cuyo destino prefijado es el de exterminar de manera bestial a ciertas especies, incluyendo a los humanos. Ya en la escena inicial, cuando dentro de un vehículo uno de los personajes habla de la aniquilación de los cerdos a manos de estos «perrobots», llamativamente la justifica haciendo referencia a una «condición inmunda» de los puercos, que los hace indignos de vivir en sociedad. En este «entramado» acontece una historia distópica de supervivencia.
Planteando la ya clásica dicotomía de los apocalípticos e integrados [2] de Umberto Eco, ¿estamos alienados a las pantallas negras u horrorizados frente a ellas? Trazar como estrategia eludir esa polaridad nos permite salirnos, encontrar esa otra más interesante, que parece estar presente en todos los capítulos. Los capítulos presentan el campo de las nuevas tecnologías, de las “pantallas negras”, como una suerte de «Otro sin barrar» frente a la que el sujeto se encuentra inerme. Entre esta aparente polaridad entre Otro pleno y la posibilidad de esa fisura en ese Otro, se filtra algo de la singularidad. Esto posibilita, por la vía de la responsabilidad subjetiva [3], un ejercicio mucho más rico que la otra cuestión planteada por Umberto Eco. Se trata de una propuesta de pensamiento entre los capítulos de la serie Black Mirror y concepciones que podemos poner a trabajar. Si BM nos invita a pensar los alcances en el derrotero tecnológico de un Otro sin barrar, también nos invita a mostrar esa fisura. La del comienzo de los capítulos donde aparece el vidrio rajado: ¿nos recuerda el vidrio templado protector de «nuestras pantallas» de dispositivos móviles?
El episodio Metalhead, haciendo referencia a la cabeza de metal de los «perrobots» [4], se nos presenta como un triunfo pleno de la tecnología, de la autonomía, de la máquina-robot y la situación guionada planteada como «sin salida». Los personajes se van exponiendo a situaciones de extrema peligrosidad, se suicidan, como la escena donde podemos ver a alguien con la cabeza doblada en la cama, que no se sabía bien cómo fue que se mató, y toma relevancia y significación cuando Bella decide también quitarse la vida. No se puede contra los robots, contra un mundo maquinal que no deja resquicio para lo humano. ¿No hay escapatoria posible? Este capítulo muestra de un modo más enfático esta fuerza de la tecnología como algo pleno, sin posibilidad de ningún gesto humano que pueda aplacar, aplazarlo, conmoverlo, herirlo, lo que sea… Hay otros capítulos de esta serie, donde lo que porta la tecnología es coincidente con el título del artículo de Slavoj Žižek [5]: el aplanamiento de lo subjetivo que la tecnología logrará cerrar y esta especie de pasividad frente lo que el entorno tecnológico introduce. En Metalhead esto se muestra como terrible, sin salida, pero hay otros episodios donde el sujeto queda amoldándose a la trama tecnológica y suprimiendo todo lo que pueda ser leído como un rasgo singular. ¿Es en ese caso la tecnología más acompasada por la lógica de lo humano? Y si justamente el gesto de suicidarse es el último resquicio de humanidad que nos queda cuando la tecnología se vuelve un todo genocida? ¿no hay acaso un resto último de dignidad en el personaje cuando se rehúsa dejarse matar por estas máquinas? ¿no es justamente esta elección por la muerte propia frente al otro asesino el extremo último de la preservación del sujeto como humano? En massada, los judíos eligieron morirse antes de ser conquistados por los romanos. Muchos miembros de la resistencia contra el nazismo optaban por el suicidio antes de ser detenidos y deportados. Los ejemplos pueden ser muchos. En cambio, la adaptación pasiva al otro maquínico deja menos resto de singularidad subjetiva.
No es ese efecto terrorífico que tenemos en Metalhead con el que se podría luchar, sino un silencioso efecto de «seducción/sumisión».
Esto nos conduce al texto de Caligaris [6] especialmente el ejemplo que este psicoanalista toma en relación a Albert Speer y su argumento que ‘la guerra era inevitable porque estaban los medios técnicos para producirla’. Como si el proceso tecnológico tuviera una dinámica propia tal, una identidad por sí misma, se trata del fundamento de la Ciencia misma, que donde hay plenitud de saber el rumbo no tiene nada que lo detenga. Como si no se tratara de los sujetos interviniendo en ella quedando sustraídos de intervenir para pilotear su lógica. BM no es una serie ingenua, sino que nos precipita en el desfiladero, que cada vez que aparece un modelo de «lo mental», del cognitivismo, de la robótica, de los implantes, de las interfases hombre-maquina, el guión se ocupa de presentarlo de tal modo que ofrece al espectador la brecha para introducir una posición crítica sobre lo que está viendo: Siempre en cada episodio uno puede conjeturar el punto donde el deseo insiste, más allá de las formas y «situaciones extremas» donde se presenta. Es la cuestión sartreana aquella, que «aún en la situación más extrema el sujeto tiene un margen para elegir»
Incluso en este episodio «terrible» de Metalhead ahí está puesto en supuesta clave naif la imagen de los ositos mostrando que aún en la adversidad más extrema y frente a la evidencia del fin, la especie humana no renuncia a algo que es del orden de lo humano. En esa atmósfera agobiante en blanco y negro, sin matices no habría lugar ya para lo humano en esa desolación. Arrasado lo humano como tal, ¿qué destino les depara a los sobrevivientes?
Si lo pensamos desde el mito del Golem [7], que es un mito hebreo muy preciado para señalar, esta cuestión de la construcción de un androide en disputa con la divinidad. Una especie de desafío en la medida que alguien se propone como creador de vida. En el Golem, había que hacerlo desaparecer borrando una de las letras grabadas en su frente para que se descomponga, porque de lo contrario si se lo dejaba crecer podía llegar a tener efectos letales. Una de estas fábulas cuenta que un rabino tardó mucho tiempo hasta que se hizo tan grande su Golem que no tenía posibilidad de alcanzar la frente para lograr su cometido y entonces, le ordenó que le atara las botas, logrando al agacharse hacerlo desaparecer. La magnitud del Golem era tal que toda la masa de barro cayó sobre el rabino causándole la muerte. Mostrando el riesgo de esta operación para el orden de lo humano.
Estos escenarios nos sirven para mostrar el dilema de la decisión del sujeto en acto en el orden de la singularidad.
Toda la serie juega alrededor de la cuestión de la decisión de sujeto frente a los márgenes que le imprime las interfaces hombre-máquina etc. Para alguien que trabaja en los entornos de IA (Inteligencia Artificial) el desafío, ¿consiste paradójicamente en una inteligencia que lo cuestione al sujeto? Como la noticia [8] esa donde unos científicos que habiendo logrado construir dos máquinas capaces de producir lenguajes de tal sofisticación para intercambiar entre ellas, que los propios humanos quedaron al margen de estos intercambios, y temiendo el alcance de los mismos se vieron obligados a desconectarlas. Tuvieron así su momento de pánico y de gloria. Les dio mucho miedo, pero al mismo tiempo, paradójicamente, consiguen lo que más pueden aspirar: ir más allá del cálculo previo y encontrarse inadvertidamente interpelados por la maquinaria que crearon. Un instante que los científicos pueden sustraerse de las instancias de determinación que les impone el discurso y procedimientos de la Ciencia y advenir como un sujeto interpelado, barrado, dividido por una pregunta sobre su posición existencial. Sin ánimo de alejarnos de la estética de sentido de Metalhead, creemos que la clave está en la decisión extrema de no dejarse matar por la tecnología, aunque sea suicidándose. Final oscuro pero último resquicio de dignidad subjetiva. Es en el momento en que la protagonista descubre que tiene inserto un rastreador en el cuello, se mira al espejo y entiende que el final se acerca. Algo cambió en ella. Sabe que pronto van a dar con ella.
Con su «walkie talkie» hace su última llamada, una apuesta de despedida: “sólo quería que sepan que no voy a volver”. ¿Permite esta jugada que no se la considere desaparecida? ¿Inscribe la oportunidad de un duelo? Dice que le transmitan a Ali que lo siente, que no consiguió lo que buscaba, que saluden a Jacke: ‘Lamento no haber conseguido otro como prometí’, ‘espero que puedan cuidarlo’.
Darse por muerta la posiciona en otro lugar, la que no se queda esperando del otro.
Lo intentó y no llegó al objetivo. En la escena final, después de un largo paneo llegamos al interior del viejo galpón donde tras atravesar la sangre humana derramada en el enfrentamiento con los perros, podemos ver aquello que motivó toda la aventura: unos ositos de peluche que cayeron de la caja.
Es en este entorno desolador y en las determinaciones más extremas que nos encontramos nuevamente con lo humano: Eso que nos constituyó como personas. Esa institución de la ternura como fundamento de los derechos humanos [9]. La institución del amor por lo humano.
NOTAS
[3] En el texto de Oscar D’Amore referencia a Patrick Guyomard http://www.aesthethika.org/Responsabilidad-subjetiva-y-culpa «Alexandre Dumas: “Les Trois Mousquetaires” (Extraits).-Cine: “Vicky Cristina Barcelona”» Patrick Guyomard: “El Goce de lo Trágico: Antígona, Lacan y el Deseo del Analista”: https://aquileana.wordpress.com/2009/03/01/patrick-guyomard-el-goce-de-lo-tragico-antigona-lacan-y-el-deseo-del-analista/
[6] Contardo Caligaris, el filósofo y psicoanalista italiano formado en los seminarios de Jacques Lacan luego de
haber publicado su tesis de doctorado sobre la seducción totalitaria y la pasión del sujeto por la instrumentalización. Caligaris está radicado desde hace veinticinco años en Brasil (Ver Serie PSI!).
Película:Black Mirror
Titulo Original:Black Mirror
Director: Charlie Brooker
Año: 2017
Pais: UK
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