Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires
Resumen:
En este trabajo, se intenta dar cuenta de algunas de las consecuencias que produce el relevo de la ley paterna por la del mercado en lo tocante a la Castración y la constitución subjetiva. Entendiendo al pseudo discurso capitalista como la cristalización en el campo de lo instituido socialmente, que atañe al movimiento instituyente que va de un regulador simbólico del goce sexual, hacia un regulador imaginario del mismo. Es decir, desde un S1 que a modo de don representaba al sujeto, hacia una emancipación de dicho significante que le impone de entrada al sujeto al objeto a de consumo como amo. Lo cual implicaría un desfasaje de la significación del falo, hacia un puro brillo fálico equiparable al fetichismo de las mercancías.
Para ello nos serviremos de la comparación de las diferentes estructuras discursivas que nos permite hacer Matrix resurrecciones con la trilogía original.
Palabras Clave: Subjetividad | Consumo | Neoliberalismo | Alienación
The Big Bonnet Tree
Abstract:
In this work, an attempt is made to account for some of the consequences produced by the replacement of paternal law by market law regarding Castration and subjective constitution. Understanding capitalist pseudo-discourse as the crystallization in the field of socially instituted norms, which pertains to the instituting movement that shifts from a symbolic regulator of sexual enjoyment to an imaginary regulator of the same. That is to say, from an S1 that, as a gift, represented the subject, towards a liberation of said signifier that promptly subjects the individual to the object of consumption as its master. This would imply a disjunction in the signification of the phallus, transitioning towards a purely phallic shine comparable to commodity fetishism.
To elucidate these theoretical constructs, we conduct a comparative analysis of the discursive structures found within Matrix Resurrections juxtaposed with those of the original trilogy.
Keywords: Subjectivity | Consumption | Neoliberalism | Alienation
“(…) Pida lo que usted quiera, Señor
El límite es el cielo, Señor
De un dios nuevo, mejor hecho y
Bajo nuestro pulgar (…)”
Patricio Rey
En Matrix resurrecciones (Wachowski, 2021), la directora escenifica el ascenso de una nueva matrix mucho más eficiente que la anterior, tanto para generar energía eléctrica convirtiendo a los/as seres humanos/as en pilas bioeléctricas, como también para mantenerles prisioneros por “propia elección”. De esto surge la pregunta ¿Cómo lo hace?
Para intentar dar una respuesta, se trabajará sobre el nuevo código de la matrix desde las fórmulas de los discursos lacanianos, haciendo un especial énfasis en el denominado pseudo discurso capitalista, y en conceptos que provienen del psicoanálisis institucional, la psicología social, la psicología psicoanalítica terapéutica, la filosofía existencialista alemana y los aportes que el psicólogo conductista John B. Watson proporcionó, con sus experimentos de marketing, a la creación de la “Teoría del comportamiento del consumidor”.
Al comienzo de la película la directora pone todo de cabeza, mostrando la imagen de unas botas policiales que avanzan hacia la pantalla al revés, pero, cuando la bota “real” pisa el charco en que se refleja, nos damos cuenta de que la primera bota era sólo un espejismo. La unión de estas dos imágenes produce un efecto de bucle que nos devuelve al principio de la saga. Este recurso, que hace girar la pantalla sobre su propio eje sin saltarlo, será utilizado durante las escenas en que los personajes aparecen en el mundo imaginario que les ofrece esta nueva y multifrénica versión de la matrix (Gergen, 1992). La escena transcurre con los policías acercándose al edificio donde está Trinity en el principio de The Matrix (The Wachowskis, 1999). Sin embargo, al modo en que cambia la posición del sujeto en análisis para comenzar una nueva vuelta alrededor de su síntoma, los planos de la directora nos muestran los mismos escenarios desde otros ángulos, permitiéndonos incluso vislumbrar momentos y situaciones que habían quedado fuera de las escenas originales. Todo parece ocurrir de idéntica manera, salvo que los personajes de Trinity y el agente Smith sean ellos sin serlo, ya que, al modo del trabajo de condensación del sueño, están ocupados por actores diferentes.
Entonces, la pulsión no es lo único que rodea en forma de bucle los agujeros del cuerpo erógeno. También el significante les da vueltas alrededor tratando de inscribir algo de lo Real en lo Simbólico. Es por medio de este trabajo que realiza incansablemente el inconsciente, que el psicoanálisis se vale del lenguaje para operar algún efecto sobre el sujeto que éste produce. Sujeto que en la escena en que Neo se (re)desconecta de la Matrix (imagen 1) está completamente encapsulado, inhibido en su deseo, aunque no al modo que lo ubicaba el discurso del Amo en el lugar velado de la verdad en la matrix del arquitecto, sino más bien como el agente del pseudo discurso capitalista, cuyo deseo, cuya falta, es obturada ilusoriamente por el consumo incesante de objetos carroña (Lacan, 1969). La demanda de consumo de estos objetos es producida por un mercado que desconoce de límites que pongan un alto a la fiesta totémica, llevada a cabo bajo el eslogan: No pares de gozar, “Just do it”.
Es sabido que el deseo no se queda tranquilo esperando a ser reconocido, lo cual queda representado por la entrada en esta mutada primera escena de The Matrix (The Wachowskis, 1999) de Bugs (falla o error en inglés). Gracias a este personaje, nos enteramos de que dicha mutación transcurre, o mejor dicho se repite, dentro de un modal que creó Thomas Anderson, el yo de Neo, sin saber que lo hacía para ser encontrado por Bugs a través del recuerdo de Morfeo, que se haya condensado en el agente Smith de una escena cada vez más surrealista.
Este modal, consiste en una ventana emergente creada por un resucitado y anestesiado Neo, que bajo la forma ilusoria de su yo es el programador del más grande videojuego de la historia: “La matrix”. El cual es, ni más ni menos, que la vida de Neo tal y como la vimos en la primera trilogía, cuyo final puede ser entendido como un final de análisis, si entendemos que éste conlleva la caída del analista del lugar de semblante de la causa, lo cual queda escenificado con la desaparición del oráculo en Matrix resurrecciones.
Dentro de este modal, Thomas, impulsado por la insondable decisión del ser, hace correr una inteligencia artificial/virtual que permite al viejo código del videojuego evolucionar de manera independiente a los radares de “The analyst”, en lo que podría entenderse como un intento/proceso de historización. Es allí, donde el recuerdo de Morfeo comienza a despertar bajo el disfraz de agente de la matrix, el cual le permitió no ser detectado por las defensas yoicas de Thomas, hasta que la intromisión de Bugs en el modal condujo a las defensas de la nueva matrix a anoticiarse de la existencia de éste. Dicho encuentro hace que el modal colapse, y que caiga el disfraz que posibilitó el acomodamiento de Morfeo dentro de él, motivando que Bugs decida extraerlo de la matrix a pesar de ser sólo un programa, es decir, un código sin ningún cuerpo. En este sentido, la irrupción de la falla dentro del discurso amo de esta nueva matrix encarnada en un personaje femenino, se la podría pensar como una histerización del discurso y del síntoma, si se tiene en cuenta que una vez fuera de la matrix Morfeo adquiere un cuerpo, como también en la escena en que sostiene una pelea con Neo, donde éste, luego de no defenderse, lo empieza a tratar como un digno rival.
Este roll protagónico no es el único al que la directora encarna en lo femenino, y este realzamiento de lo femenino no sólo puede leerse desde la perspectiva del cambio de género que asumió la directora Lana Wachowski entre la trilogía original y esta cuarta parte, ya que en este sentido cabe destacar que al final de la película será Trinity quien devenga en un personaje capaz de volar, con poder para doblegar la matrix a su antojo, e imponer condiciones a “The analyst” del mismo modo que lo había hecho Neo con el Arquitecto y su código en la trilogía original. Es decir, que dentro de esta nueva matrix, es ella quien deviene en LAELEGIDA (Imagen 3). Por lo tanto, consideramos que sería interesante hacer una lectura desde una perspectiva institucional, acerca del movimiento instituyente que se vive en esta época respecto de LAMUJER en el imaginario social (Castoriadis, 1998).
Volviendo al modal, se podría pensar que fue creado por Neo, que, en tanto representación del sujeto dividido del inconsciente, lo utiliza como herramienta simbólica para librarse del bucle infinito al que quiere condenarlo “The Analyst”. Quien se vale para tal fin, de la potencia imaginaria de las psicoterapias “psicoanalíticas” interpersonales para patologías de déficit en el self, como las de Killingmo, y de la psiquiatría para proveer los psicofármacos que actúan como defensas ante cualquier atisbo de lo real, los cuales Thomas cree elegir consumir. También se sirve de la ayuda del agente Smith, la contracara de Neo que, al modo en que la culpa se presenta siempre que el sujeto accede a algo de su deseo; trabaja una vez más para mantener funcionando una matrix bajo el disfraz del Jefe/socio de Thomas.
De lo anterior se desprende la idea de que el modal funciona en la película como una manifestación del inconsciente, en la que se filtra algo de lo real a través de las fallas estructurales inherentes al nuevo código, entendido para los fines de este trabajo como la estructura del pseudo discurso capitalista de la nueva matrix, en el cual, “The analyst”, en quien se proyecta la conjunción de los discursos científico, tecnológico, jurídico y de mercado condensados en el discurso del Marketing; introduce una mutación en el código creado por el Arquitecto, que encapsula al sujeto dividido en un bucle imaginario, tan infinito como el repetir del/a neurótico/a inhibido/a de recordar e impedido/a de asociar cuando enferma. Escenificando de este modo, el circuito creado por el ascenso del sujeto dividido al lugar del agente, y la ausencia de la doble barra del piso inferior de este pseudo discurso.
Esto último tiene una clara incidencia en esa ilusión de elección en el consumo de los psicofármacos, ya que implica una articulación entre el lugar de la verdad y el lugar del otro que trabaja en la estructura del pseudo discurso capitalista (De aquí en más pseudo discurso del neocapitalismo, el cual implica una nueva vuelta neurótica del sistema de control social científico/capitalista/mercantilista, producida por una nueva forclusión del discurso analista, o cualquier otro discurso que permita una subversión del sujeto, en lo que se podría considerar como un vano intento por capturar el universal del goce en el devenir histórico de la sociedad global occidental; o simplemente pseudo discurso en el sentido de que no hace lazo social). Estos lugares, el de la verdad y el del otro/goce están ocupados en dicha estructura por S1 y S2 respectivamente. Los S1 que constituyen al sujeto de consumo en el lugar del agente como su verdad, mediatizan su relación con el lugar del otro, lo cual interrumpe el lazo entre el agente y el otro, y pone en relación directa su verdad con su saber entendido como el goce del Otro (Lacan, 1969-1970). Estos S1, como lo muestra la relación que mantienen Thomas y su “analista”, le llegan al sujeto desde un mundo virtual imaginario reificado y mercantil, que los instrumenta para producir los objetos plus de goce que retornan al sujeto, para consumirlo en su deseo a través de la captación/encauzación del mismo.
En la escena en que Neo se (re)desconecta al fin de la Matrix (Imagen 1), se ilustra el encapsulamiento en el que el pseudo discurso permite la ilusión de individuo que cautiva al sujeto/a. También muestra la distancia que separa las cápsulas donde contienen a Neo y a Trinity, resucitados en la clandestinidad por las máquinas disidentes a la paz alcanzada a modo de solución de conflicto, y/o identificación al síntoma, entre Neo y el Arquitecto al final de la trilogía original. Ambos están conectados a la nueva matrix, la cual se alimenta del deseo que causa dicha distancia, escenificada dentro del programa de la matrix por los personajes de Thomas Anderson y Tiffany respectivamente. Ese mundo de las máquinas, en el que los sujetos humanos permanecen gozando cautivos por “propia decisión”, o mejor dicho en estado de (in)decisión, refleja lo real del inconsciente, entendido como aquello de donde provienen los resquebrajos de lo que no cesa de no inscribirse y, por principio, no existe contradicción. Por otro lado, la resurrección de la carne que el cine hace posible en este caso, nos permite reconocer la cara real o pulsional del síntoma neurótico en su particularidad, pero con un énfasis singular en los de Neo y Trinity. Por último, podemos pensar esa distancia entre ambas capsulas, cómo la imposibilidad de inscripción de la relación sexual en relación a la no existencia de LAMUJER, el objeto a en tanto que su consistencia se pierde en el punto de fuga, y la fórmula del fantasma; bajo una óptica que permita indagar dentro de nuestras posibilidades, las consecuencias que implica sobre estos conceptos la inserción del pseudo discurso en el movimiento instituyente (Castoriadis, 1998), ya que se relacionan con el de castración, operador que el pseudo discurso del neocapitalismo rechaza de manera constante y pseudo forclusiva.
Como ya dijimos, el código de la nueva matrix fue creado por “The analyst”, quien se puso al frente de las máquinas disidentes, siendo el verdadero responsable de haber resucitado a Neo y a Trinity para mantenerlos cautivos dentro de su creación. Este dato, sumado a que el nuevo código hace que haya menor número de deserciones de su matrix, escenifica a través del filme el derrocamiento del Amo de la antigüedad, y su remplazo burócrata. Derrocamiento que instauró al pseudo discurso como estructura discursiva del control social, inherentemente adherido a la introducción de los productos de consumo masivo y a la ilusión de statu quo que el marketing les otorga mediante su difusión en los medios de comunicación masiva y redes sociales. Estas últimas, les imprimen una velocidad y una precisión para el estudio de mercado con la que John B. Watson jamás soñó. Para poder otorgarles dicho status quo, el marketing se sirve de la teoría del comportamiento del consumidor, la cual no hubiese sido posible sin el aporte conductista de Watson, quien descubrió que la introducción de un estímulo neutro repetidas veces condiciona la conducta de los consumidores, y que lo hacía aún más si el estímulo neutro era proporcionado por alguien que, como él, gozara de tener renombre dentro del mundo de las ciencias.
Esta teoría busca entender cómo las personas deciden utilizar su tiempo, dinero y esfuerzo para satisfacer sus “necesidades”. Estos recursos son considerados dentro de este marco como limitados, de allí surge la importancia de los aportes de Watson acerca de entender porque un consumidor elige tal o cual cosa, ya que comprenderlo implica que se puede modificar su decisión a través de la creación de conexiones entre nuevos estímulos y un reflejo ya existente. Para ello, esta teoría se concentra en la etapa anterior a la decisión de la compra, denominada etapa del deseo, donde se genera mediante la oferta una demanda de consumo percibida por los sujetos como una necesidad de adquirir el novedoso objeto, permitiéndonos así que la denominemos etapa de captación/encauzamiento del deseo; y en la del uso y la comunicación posterior a la compra. Es en esta etapa, donde la velocidad que le imprime a dicha comunicación los likes de las redes sociales, se ve reflejada en el estudio de mercado, siendo sólo superada por aquella que les brindan el acceso a las cámaras y micrófonos de los teléfonos celulares, tabletas y pc, que es de carácter obligatorio brindar a las tecno corporaciones, que no dejan de suministrar apps que consumen cada vez mayores cantidad de memoria operativa, lo cual convierte en obsoletos a estos aparatos a una velocidad que parece más vertiginosa que la aceleración de la saturación social (Gergen, 1992).
Esta es otra forma de entender la manera en que la directora introduce en forma de bucle este volver a empezar por la matrix, o sea, desde el prisma del bucle infinito del pseudo discurso, el cual convierte a los sujetos en objetos de consumo para un mercado voraz regido por el imperativo de que “nada es imposible”. Por lo tanto, en el caso de las vueltas que se dan por los desfiladeros del significante en análisis, equiparando el final de la trilogía original con un fin de análisis; podríamos pensar el trayecto a recorrer que implica esta resurrección para Neo como una forma distinta de decir “Me la paso pasando el pase” (Lacan, 1977). Aquí, cabría agregar que, gracias a la magia del cine, este nuevo comienzo del pase se produce bajo esta nueva lógica discursiva que impone un proceso instituyente productor y producto de la caída del padre del lugar de regulador del goce, que conlleva en sus cimientos el ascenso del mercado a dicho lugar. De este modo, Matrix resurrecciones nos deja ver el entrecruzamiento del movimiento descendente del instituido de la modernidad, la norma paterna o el nombre del padre, escenificados en la anterior matrix y su creador; y el proceso instituyente ascendente que promueve la diversidad de género y de consumo que atraviesa nuestra época. Es decir, ilustra el punto en el que se cruzan las curvas que grafican dichos movimientos, descendente y ascendente, en el devenir histórico del magma de significaciones que instituye al imaginario social (Castoriadis, 1998).
Nuestra pregunta acerca de por qué la nueva matrix produce mayor número de adeptos, surge a raíz de varios comentarios respecto de que es muy difícil despertar a la gente que nace conectada a la nueva matrix, ya que parecen elegir continuar enchufadas a una realidad virtual que los anestesia. Incluso, “The analyst” confiesa que las personas se encuentras felices como chanchos en sus chiqueros (de goce) dentro de su matrix. Afirma que ha incrementado los niveles de productividad año tras año con su nuevo código, y agrega en esa charla tan ilustrativa que tiene con Neo, que todo es gracias a él y a Trinity, gracias a esa distancia magnética en que los mantiene lo suficientemente cerca y lejos a la vez. En sus palabras, la clave de su éxito se debe a ellos dos añorando en silencio lo que no tienen, estancados en el terror de perder lo que tienen. Es decir, viviendo en su miseria neurótica sin poder encontrar el valor para intentar acceder a ese encuentro amoroso de los cuerpos que implique algo del deseo. Alienados a una ilusión de completud, que se sostiene en el consumo de las pastillas azules y el confort que paga aquello que esta sociedad imaginaria denomina “tener éxito” para Neo, y en la obligación de sostener una familia que jamás deseo para Trinity.
En este sentido, mientras que lo de Neo se lo podría relacionar al consumo de fármacos que anestesian cualquier malestar que ponga en duda dicha completud, lo de Trinity hablaría de un falocéntrico intento de la nueva matrix por responder de forma repetitiva a aquello que llevó a Lacan a proponer la no existencia de LAMUJER para explicar la imposibilidad de la relación sexual. Sin embargo, que la capsula de Trinity esté ubicada frente a la de Neo en el mundo de las máquinas, entendido para los fines de este estudio como lo real, y que su presencia allí sea excluyente para el mantenimiento del próspero y continuo funcionamiento de la nueva matrix, sumado a que en el final de la película Trinity deviene en la LAELEGIDA; son hechos que, considerados dentro de este análisis ¿No darían cuenta de que como consecuencia de la mutación que instauró al nuevo amo dentro del movimiento instituyente del imaginario social; las cosas quizás ya no son tan así? Es decir ¿Se podría pensar que este movimiento instituyente, que transforma el imaginario social, conlleva a una transformación de lo real en este sentido? En verdad, es imposible contestar a eso por si o por no sin la suficiente evidencia clínica que avale semejante respuesta. Pero, en caso de que así fuera, ¿Tendríamos que hipotetizar que la imposibilidad de la relación sexual se debería, no tanto ya a la imposibilidad del lenguaje de inscribir el sexo femenino dentro de la estructuración de una lengua particular, sino más bien a la imposibilidad singular de cada quien para inscribir lo real del goce sexual de su partenaire?
Es decir, entendiendo que el movimiento instituyente en el que nos encontramos inmersos lleva inscripto en sí la pluralidad en lo que busca instituir ¿No sería más ético, o al menos menos machirulo, plantear que lo que no existe es la inscripción del goce del otro en tanto tal, a seguir segregando al sexo femenino? ¿Se podría pensar que la imposibilidad de captar el objeto a en el otro es cosa que obsesiona a la obsesiv@ y enfurece al histéric@? ¿Se puede plantear que la envidia del pene, la pregnancia imaginaria que identifica al falo con el genital masculino y la inexistencia de LAMUJER responden a planteos de personas criadas bajo el signo del Nombre del Padre, en una época en que éste, en tanto paradigma de lo instituido, parecía funcionar bien? Si es posible, será también posible plantear que estos conceptos sin ser falsos y/o erróneos, pertenecen a la época de la heteronormatividad que instituyó a ELHOMBRE como centro y medida de todas las cosas, y, por ende, a subjetividades que se constituyeron de manera tal que les fue posible plantear un mecanismo deficitario de las psicosis.
La falta de evidencia clínica, hace que de momento nos inclinemos hacia otra hipótesis que no es excluyente de lo anteriormente dicho. Según ésta, la caída del nombre del padre hace que los S1 que comandan la regulación del goce, les lleguen a los sujetos desde un imaginario multifrénico (Gergen, 1992) y diversificado por un mercado que demanda consumo, y, por lo tanto, no es tanto que LAMUJER exista, sino sería más bien qué, con la caída del nombre del padre y la debelación de la verdad, “ELHOMBRE dejó de existir”. Lo cual querría decir que dejó de existir en tanto universal, en tanto medida de todas las cosas, ya que fue desplazado por el consumidor/a//consumido/a en el modo de explotación que los dueños del mercado imponen al resto, tal cual lo refleja el cambio de constitución de 1994. Esto desplazó también a la HETERONORMA, lo cual abrió una diversidad de mercados a explorar y re-explotar, haciendo surgir el universal del consumo como dador de valor y pertenencia en lo social. Instituyendo así, un nuevo modo de hacer (no)lazo que conlleva en su estructura al todos iguales del narcisismo de las pequeñas diferencias, provocando una segregación entre quienes pueden acceder a esos objetos de consumo y quienes no, que no deja de acrecentarse y que muchos prefieren no ver. Que hace del pobre el nuevo delincuente, el nuevo loco, o, peor aún, el nuevo chivo expiatorio de un Neofascismo tan lamentablemente de moda.
Hablando de la miseria neurótica, sobre aquella en la que transcurren sus vidas Thomas y Tiffany podríamos agregar que, eso que no tienen, la directora nos muestra que lo sienten como algo que alguna vez tuvieron y se les perdió. El mejor ejemplo de esto es cuando se dan la mano en la cafetería. Allí se escenifica un primer encuentro, que en realidad es un re-encuentro, en donde es claro que algo les pasa en ese contacto que lleva a Tiffany a preguntarle a Thomas si ya se conocían. Se podría decir que ese contacto toma un estatus de acontecimiento para ambos, ya que nada volverá a ser igual para ellos a partir de ese momento. Si eso que no tienen y que se les perdió, hace referencia al objeto a en su función de causa del deseo, se podría pensar que, en la imagen de las dos cápsulas enfrentadas, se escenifican las fórmulas fantasmales yuxtapuestas de Thomas y Tiffany, en la que cada uno de ellos encarna dicho objeto para el otro, pero qué, producto de la estructura discursiva de la nueva matrix, se hayan encapsulados tanto sujeto como objeto, haciendo que les resulte imposible acceder a uno u otro.
Entonces, se puede pensar como un intento a dar respuesta a la pregunta que disparó este trabajo, que la clave del éxito de esta nueva matrix se debe a que los sujetos se quedan gozando anestesiados en lo tocante a su deseo, en una posición de indefinición subjetiva y en disyunción con el objeto en su función de causa. En un Ni neurótico eterno que se repite en forma de bucle. Pero decir esto ¿No es un poco describir el malestar neuróticamente patológico en la cultura ya descrito por Freud? Es decir ¿Qué es lo distinto en este malestar en la cultura que lo convierte en adictivo?
Sabemos que para Lacan fue una mutación capitalista en el discurso del Amo antiguo, una mutación necesaria para que la cosa siga marchando bien. Esta mutación formaliza la escritura de la caída del Nombre del Padre, abriendo “un tiempo de reordenamiento discursivo cuya lógica escribe este (pseudo) discurso” (Soria, 2019). Un tiempo al que con Castoriadis podríamos llamar movimiento instituyente. Pero también, en los vectores desaparece la relación entre el agente y el otro. Además, la verdad que quedaba siempre fuera de circuito, ahora está regida por el sujeto. De este modo, la caída del S1 al lugar de la verdad provoca una desatadura del goce a las amarras simbólicas, cuya función es la de amarrar al sujeto dividido a lo social mediante los S1 que le llegan desde el Otro del lenguaje para nombrarlo, permitiendo al sujeto dar tratamiento al goce por la vía de lo subjetivo. Es decir que la ausencia de esta operación en el pseudo discurso produce la ruptura del lazo social y confronta al sujeto con un goce que carece de orientación y fijación fálica en lo simbólico.
“Al volverse el sujeto mismo agente del discurso, se pierde la fuerza de la emisión nominante que encontrábamos en el discurso del amo clásico. Si bien las marcas son recibidas del Otro, no funcionan como nombres que determinen al sujeto. Esto se verifica, por ejemplo, en la manera en que el discurso jurídico fue abriendo la posibilidad de la auto nominación, que queda de ahí en más sujeta a los vaivenes del yo y sus espejismos, perdiendo el anclaje real que obtenía la nominación en el discurso del amo clásico.” (Soria, 2019).
Son estos espejismos, los que devienen en esos S1 que, desde el lugar de la verdad develada, brindan la ilusión de una pseudo identidad integradora y totalizadora a los sujetos dentro de la nueva matrix.
El resultado de todo lo anterior, es que el sujeto utiliza su síntoma, entendido como la respuesta necesaria a la falta en ser, que en esta época le llega con mayor potencia desde lo Imaginario; como el combustible que mantiene a la matrix funcionando tal cual se lo explica “The analyst” a Neo, y como lo refleja la ominosa imagen de las dos cápsulas donde están aislados uno de otro, Neo y Trinity. Es de este modo que la nueva matrix ofrece un mundo Imaginario en el que una satisfacción plena 24/7 sería posible, ya que ofrece siempre un nuevo objeto que anestesia lo Real y da la ilusión de suturar la carencia de ser estructural, reforzando y sosteniendo el achatamiento de lo simbólico (Soria, 2019). Este mundo imaginario constituye un campo del Otro, equiparado aquí a lo imaginario social en tanto magma de significaciones en el que ciertos sentidos y/o significados son instituidos en los sujetos por contingencia, o por acción del proceso instituyente en el proceso de socialización primaria que, a través de los medios de comunicación y las redes sociales, promociona estos S1 que no sirven para nombrar al sujeto como lo haría un don, pero que en cambio le proporcionan un amplio abanico de identificaciones reificadas que validan el statu quo que otorgan los objetos amos de consumo, S1 icónicos que constituyen el lugar de la verdad con la que el sujeto se aliena a una pseudo identidad; a la vez que median su relación con el lugar del otro que trabaja con el saber, para producir los objetos plus de goce que satisfagan cuasi constantemente “todas sus necesidades”. Las cuales, cabe recordar, son inducidas por el mercado y, en muchos casos, son vividas como estado de urgencia por el sujeto, lo que le provoca ese estado afectivo del sin tiempo que lo caracteriza (Saavedra, 2020). Por suerte, no siempre todo marcha bien para el nuevo amo.
Siguiendo con la trama de la película, cuando bugs hackea el modal y libera a Morfeo, produce un error dentro del código del modal que es advertido por Thomas, haciendo que se pregunte por lo que acaba de ver, dejándolo ante el borde del acto ético de responsabilizarse por la decisión que tomó de manera inconsciente. Es decir, que deberá tomar posición frente a la insondable decisión del ser. La pitonisa, que en esta entrega desapareció dejando libre el lugar de la causa; le había explicado en Matrix recargado (The Wachowskis, 2003a) en una escena en la que Neo va a verla, que él no estaba allí hablando con ella para tomar una decisión, sino que estaba allí hablando para intentar entender una decisión que ya había tomado, decisión que llevaba el signo del amor.
Este error, queda escenificado por primera vez cuando Morfeo entra a la nueva matrix a despertarlo. Pero hay que destacar que antes de dicho encuentro, la duda introducida por lo que consideramos como el trabajo del sueño, hizo que Thomas, aun conmovido por el acontecimiento que le significó el encuentro en la cafetería, poco a poco vaya dejando de consumir las pastillas azules que le prescribe “The analyst”. En este primer encuentro entre Thomas y Morfeo, logra desconectarse de la nueva matrix el agente Smith, y lo hace al modo en que lo real despierta la angustia, o de la desmezcla pulsional en Freud, ya que la escena nos muestra que, con la aparición de Morfeo, el fantasma de Thomas vacila alertando a las defensas en forma de enjambre de la nueva matrix (defensas que sería interesante pasar por el prisma de la segregación que produce el pseudo discurso). Esto finalmente advierte a “The analyst”, quien mueve los hilos de su creación para depositar a un confundido y asustado Thomas en su consultorio, gracias a la introducción del gato negro en el que Neo, en The Matrix (The Wachowskis, 1999) cree reconocer un déja vu en un error/repetición producto de un cambio defensivo intencional de la matrix. Con ello, condiciona lo que alguna vez fue un estímulo neutro, gato negro, en vacilación fantasmática delirante.
En su consultorio, fiel a lo que aprehendió en tanto inteligencia artificial, o I(A), de la psicología psicoanalítica de E.E. U.U., le entrega una excelente, comprensiva y racional explicación de lo que le acaba de pasar. Convenciéndolo de que todo lo ocurrido es parte de su delirio psicótico, otro producto más de su anhelo por crear un videojuego que no se pueda distinguir de la realidad, lo cual lo confundió entonces, y ahora nuevamente lo confunde en su vida. De este modo, mantiene una correcta alianza terapéutica con Thomas, quien puede identificarse con las partes sanas de su yo. Por último, para asegurar lo verídico de su interpretación, incluirá lo desestabilizante que le resultó ese primer encuentro con Tiffany en el café al que va a observarla desde hace años, recordándole que eso lo llevó a fantasear una relación que transcribió al videojuego con el personaje de Trinity. Sobre imprimiéndole de este modo al discurso de Thomas, una historización que proviene de la contratransferencia y de una utilización no discreta del poder que le otorga su investidura de terapeuta.
Finalmente, Thomas acepta la interpretación de “The analyst”, pero como no podría ser de otra manera para alguien que ha devenido sujeto por fin cuestionado en busca de una correcta transferencia, hace un acting-out buscando rectificar la posición de “The anlyst” (Curiosa y tristemente, esta es la única posición en la que merecería ser traducido cómo: el analista). Para ello, como último intento por averiguar qué de todo aquello que está padeciendo es real y que no, va a la terraza del edificio donde vive a emborracharse e intentar volar. Pero antes de que lo intente, aparece Bugs y logra detener lo que habría sido un trágico pasaje al acto, convenciéndolo de que él es Neo, de que la matrix lo atrapó y lo tiene cautivo otra vez. Brindándole así, con un discurso equiparable al analítico, una verdadera opción. Y tras pasar el umbral de su decisión, Neo despierta dentro de su cápsula en el mundo de las máquinas (Imagen 2), escenificando la subversión subjetiva que dicha estructura discursiva promueve; para ser rescatado por máquinas que devinieron en aliadas de los humanos luego del fin de la antigua guerra, a las cuales llaman sintientes.
Cuando llega a la nave de Bugs, Neo necesita ser conectado inmediatamente a un simulador de matrix, dado que su cuerpo está a punto de colapsar. Dentro de este simulador, Morfeo, que a esta altura representa ya un síntoma analítico propiamente dicho, le dice que su cerebro es adicto a la mierda que “The analyst” le suministró para mantenerlo dormido y localizado dentro de la matrix. Esto, sin duda hace referencia a la pastilla azul, la cual representa a los objetos que la tecnociencia suministra al mercado, para que éste, ofreciéndolos a través de las publicidades como lo último y más novedoso, mueva sus hilos generando la demanda de consumo que mantiene al sujeto conectado al circuito multifrénico, infernal y cuasi psicótico, de la existencia inauténtica. (Feiman, 2011)
Soria Nieves asegura que el matema que Lacan introduce en la conferencia de Milán, localiza los efectos del entrecruzamiento entre los discursos del mercado y del científico. Es un momento de la enseñanza de Lacan en la que hacía mucha referencia a los productos psiquiátricos de los laboratorios, pero basta con ver un poco de tv para darse cuenta como hoy hay comprimidos para anestesiar los malestares que los intentos consumistas por obturar la falta en ser ocasionan, los cuales, todos y cada uno son representados por esta pastilla azul, cuyo consumo es necesario para poder ser consumido por la nueva matrix al precio de ignorar lo real del cuerpo, o simplemente lo real, dado que éste no puede ser sin aquel. Por último, llama la atención a los fines de la articulación que queda planteada en este trabajo entre el movimiento instituyente y la no existencia de LAMUJER, el nivel de incremento en las publicidades de productos para el cuidado y la estética vaginal.
El achatamiento de lo simbólico que provoca el pseudo discurso en los sujetos, en el campo de la realidad conduce a la preponderancia de un Imaginario que, como ya se ha dicho, desconoce el límite de lo Real, aquel del que surge la falla estructural Simbólica por la cual algo no cesa de no inscribirse, haciendo que estos sujetos queden desconectados de ese Real que le provee al ser hablante un cuerpo más allá de la imagen, dándole peso y presencia (Soria, 2019). Es por causa de este Real que las cosas no siempre marchan bien para este nuevo amo que nos impone de entrada nuestra cultura mercantil occidentalmente globalizada. Un amo signado por la relación de consumo de objetos que producen una satisfacción tan efímera como vacía, y que provoca la exclusión del lazo social como condición sine qua non para no dejar de gozar. En los discursos propiamente dichos, las amarras simbólicas articulaban el goce al saber y a la verdad. En nuestra época Neocapitalista:
“El saber ya no obedece, y esto llevó a Lacan a invertir el orden de las letras del discurso del amo (…) El sujeto viene al lugar del amo: lo invirtió para significarnos, primeramente, que el saber en la producción de letosas no obedece al significante amo. Y esto inscribe también una transformación del sujeto mismo. Una transformación del sujeto que se emancipa del significante amo, del significante que en un momento lo representaba… y bien otro amo aparece, que no es el S1, y es lo que nosotros escribimos como a, lo cual toma en nuestra civilización la forma moderna de los tecno-objetos.” (Soller, 1996).
Esto obedece a que hay un resto improductivo en toda producción Neocapitalista que retorna al sujeto como plus de goce en la figura del consumo. Aislando al sujeto del inconsciente de aquellos otros capaces de devenir el campo donde ir a buscar aquello que le falta, aquello que causa su deseo, cómo lo muestra la imagen de las capsulas en el momento de la (re)desconexión, y la relación que Thomas mantiene a una distancia obsesivamente neurótica con Tiffany. Para ello, pone a su disposición estos objetos plus de goce, amos en del pseudo discurso, que robustecen la ilusión de completud que la nueva matrix ofrece a los que se quedan “enganchados” a ella bajo la forma de una pseudo identidad, a cambio, ni más ni menos, que de drenarles su energía vital a la vez que delata su cobardía moral.
Estos objetos son producidos por “el saber anónimo de la ciencia, que no responde a las demandas de nadie, sino que justamente las crea con su oferta” (Esborraz y Lutereau, 2021). Este “nadie”, bien podría ser el mercado que demanda el consumo de los sujetos, haciendo surgir el circuito infernal de la demanda de consumo en el que quedan atrapados estos neo-sujetos que produce la matrix del neocapitalismo, dado que la mutación de la que habló Lacan graficaría al movimiento instituyente que relevó a la ley paterna por la del mercado, utilizando la pluralidad icónica imaginaria que le provee el marketing, para crear nuevos productos de consumo que le permiten a los sujetos identificarse como pertenecientes a tal o cual campo, cuando no gueto, de explotación del consumo en el que quedan atrapados, no como ratas de laboratorio, “sino más bien cómo zanahorias” (Silverman, 2007). De este modo, el mercado asciende a la categoría del dios nuevo y mejor hecho de “El árbol del gran bonete” (Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, 1998), canción que explica tan bien este fenómeno mutante; dios al que se le puede pedir cualquier cosa que se quiera, dado que, gracias a él, el límite es un cielo devaluado por la develación de la verdad. Así, este nuevo dios da la ilusión al sujeto consumidor/consumido, de que es él, en tanto yo y/o individuo quien decide de manera consciente cómo utiliza los recursos que describe la teoría del comportamiento del consumidor. Esta ilusoria elección aplasta lo simbólico llevándose puesto todo intento de subversión del sujeto que le permita emerger como deseante, mientras que esta capacidad sin fin de crear y recrear objetos amo, le permite brindar una ilusión de pluralidad que se presenta como antítesis de la heteronormatividad, pero que oculta al universal del que vive la ciencia, devenido en el universal de consumo, bajo el disfraz de una diversidad que le aportaría al sujeto una pseudo identidad que obtura la angustia del Dasein (Feiman, 2011)
Para finalizar, surge otra pregunta que merece ser al menos planteada ¿Si la caída del padre como regulador del goce produjo un debilitamiento de las coordenadas fálicas en la constitución de la subjetividad, y si era la pregnancia imaginaria de éste significante privilegiado con el genital masculino lo que hacía de sostén de la inscripción de dicho genital en lo inconsciente y de la ley paterna; hoy, bajo esta nueva lógica pseudodiscursiva, y con la pregnancia imaginaria que le prestan los objetos a amos del pseudo discurso neocapitalista al dinero, en tanto mercancía a la que remiten todas las mercancías, no podría pensarse que éste, con el brillo fálico que esta cualidad le otorga, destituyó a aquel en su función del mismo modo y al mismo tiempo en que fue destituida la estructura discursiva burócrata del lugar del Amo?
Referencias:
Esborraz, M., & Lutereau, L. (2021). Goce y discurso capitalista. Universidad de Buenos Aires. XIII Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología.
Lacan, J. (1977). Psicoanálisis, Radiofonía y televisión. Barcelona: Anagrama.
Lacan, J. (s/f). Seminario 17: El reverso del psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós.
Lacan, J. (1974). El Seminario, Libro 3: Las psicosis. Buenos Aires: Ediciones Siglo XXI.
Lacan, J. (1976). Discurso de clausura del III Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis en Milán. En Lacan, J., Escritos 2. Buenos Aires: Siglo XXI. (Trabajo original publicado en 1976)
Soler, C. (1996). La diversidad del síntoma. Buenos Aires: EOL.
Soria, N. (2019). Comunicación personal en el XI Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología. Universidad de Buenos Aires, Argentina.
Tortosa Gil, F. M. (1992). Watson y la psicología de las emociones: evolución de una idea. Psicothema, 4(1), 297-315.
Prieto Alonso, F., Carpintero Capell, H., Zalbidea Gómez, M. A., & Tortosa Gil, F. M. (1989). J.B. Watson: la psicología industrial tal y como la ve un conductista. Revista de Historia de la Psicología, 10(1-4), 385-390.
Saavedra, M. E., & Ojeda, R. A. (2020). Crisis y urgencia (Parte 1 y 2). En M. E. Saavedra (Comp.), Diagnóstico y Abordaje de las Crisis Infanto-juveniles (pp. s/p). Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires.
Lacan, J. (1969-1970). Seminar 17: The Other Side of Psychoanalysis. Buenos Aires: Paidós.
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Castoriadis, C. (1998). Castoriadis. Hecho y por hacer. Pensar la imaginación. Buenos Aires: Eudeba.
Gergen, K. J. (1992). The Saturated Self. Barcelona: Paidós.
Soria, N. (2019). Comunicación personal en el XI Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología. Universidad de Buenos Aires, Argentina.
Esborraz, M., & Lutereau, L. (2021). Goce y discurso capitalista. Universidad de Buenos Aires. XIII Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología.
Referencias filmográficas:
Wachowski, L. (Directora). (2021). Matrix Resurrecciones [Película]. Warner Bros.
The Wachowskis. (Directores). (1999). The Matrix [Película]. Warner Bros.
The Wachowskis. (Directores). (2003a). Matrix Recargado [Película]. Warner Bros.
The Wachowskis. (Directores). (2003b). Matrix Revoluciones [Película]. Warner Bros.
Silverman, D. (Director). (2007). Los Simpson: La película [Película]. 20th Century Fox.
Feinmann, J. P. (2010). Filosofía aquí y ahora: Temporada 1, Capítulo 10 [Programa de televisión]. Canal Encuentro.
Feinmann, J. P. (2011). Filosofía aquí y ahora: Temporada 2, Capítulo 2 [Programa de televisión]. Canal Encuentro.
NOTAS
FORUM
Película:Matrix Resurrecciones
Título Original:The Matrix Resurrections
Director: Lana Wachowski
Año: 2021
País: Estados Unidos
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