Match Point, la más reciente película de Woody Allen, cuenta la historia de Chris Wilton, un joven y talentoso tenista irlandés que decide asentarse en Londres como profesor de tenis de un prestigioso club al que concurre la alta sociedad británica. Este trabajo le lleva a conocer a Tom Hewett, que al conocer por casualidad la afición por la ópera de Chris le invita al palco familiar, en donde entrará en contacto con la elite londinense. La hermana de Tom, Chloe, se enamora de Chris y estos dos empiezan a salir juntos.
Poco a poco, Chris se involucra más en la aristocrática familia Hewett, entrando en la empresa familiar, y finalmente casándose con Chloe. Chris, proveniente de una familia humilde de Irlanda, vive semejante ascenso social como un sueño hecho realidad. Sin embargo, en una fiesta de la familia, conoce a la prometida de Tom, Nola (una actriz principiante norteamericana) y siente una atracción irrefrenable por ella.
Llegado cierto momento, Tom abandona a Nola y es ahí cuando Chris y Nola inician un apasionado romance que no conoce límites. Chris hace lo que puede para ocultar el engaño a su esposa, que por su parte le reclama que tengan su primer hijo.
La situación se sale de control cuando Nola le dice a Chris que está embarazada. Él se apresura y le pide que aborte, pero la mujer se niega y le exige además que regularice su situación, que se haga cargo del niño y que se divorcie de su esposa. Chris siente que no puede renunciar al estilo de vida que conquistó. Finalmente optará por asesinar a Nola mediante un complicado crimen: primero disparará contra la dueña del edificio donde vive Nola y robará algunas de sus joyas y luego asesinará a Nola haciendo parecer que se trató de un crimen deliberado contra la Sra. Samantha (la casera) y que de casualidad los ladrones se toparon con Nola en el camino de escape, asesinándola también. Hacia el final de la película, la investigación policíaca en curso (que ya tenía algunos elementos para indagar sobre Chris) se verá detenida por una absoluta casualidad que dará cierre al caso.
AZAR Y MALA FE
La película abre con las siguientes palabras del protagonista:
“El hombre que dijo "preferiría ser afortunado que bueno", tenía una profunda perspectiva de la vida. La gente teme reconocer qué parte tan grande de la vida depende de la suerte. Da miedo pensar que sea tanto sobre lo que no tenemos control. Hay momentos en un partido de tenis en el que la pelota alcanza a pegar en la red y por una décima de segundo puede seguir su trayectoria o bien caer hacia atrás. Con un poco de suerte sigue su trayectoria y ganas. O tal vez no y pierdes”.
El film construye así una alegoría sobre el papel del azar en la existencia humana. Un golpe de suerte llevó a Chris hasta las esferas más altas de la aristocracia londinense, un golpe de suerte lo salvó de que se descubriera su crimen. El protagonista defiende a ultranza esta teoría en varios momentos de la película, y en cierto sentido, el mismo film le da la razón.
Ahora bien, ¿que hay de su necesaria contrapartida, la mala suerte? En este caso, Chris también apela a ella en un momento, cuando se entera de que Nola está embarazada. La idea se repite, los márgenes de libertad con los que cuenta el ser humano son muy reducidos, es tan poco lo que controlamos en realidad, por azar quedamos inocentes de un crimen que cometimos, por azar nuestra amante puede quedar embarazada y trastornar toda nuestra vida, por azar podemos pasar de la pobreza al lujo. Y entonces la objeción salta a la vista, si la vida se rige por mero azar, ¿dónde queda la responsabilidad humana? ¿dónde queda la dimensión ética?
La hipótesis “clínica” que recorre el presente trabajo puede ser formulada de la siguiente manera: Chris nunca asume la responsabilidad por sus acciones, taponando así toda posible emergencia de una singularidad. Para lograr este propósito se valdrá de las figuras del azar y la tragedia.
Desde luego, no se trata de negar la presencia del azar en la vida humana, este existe y es fácilmente comprobable, el problema surge cuando éste es elevado, para decirlo en términos de Lacan, al lugar del “gran Otro”. Es decir, cuando el curso de nuestras acciones encuentran su referencia última en el azar. Dicha operación, que Match Point se encarga de sostener, desresponsabiliza al sujeto, lo borra, es cabalmente una forma de alienación. La total incertidumbre no es más liberadora que la certeza absoluta, en ambos casos se erige cierto principio como horizonte universal de la realidad humana aplastando la subjetividad. Lo cierto es que, lo veremos más adelante, la experiencia humana es más bien un factor intermedio que se despliega entre azar y necesidad. Ambos constituyen márgenes de nuestra libertad, pero esa libertad es irreductible a estos principios y es ese punto de inflexión el que interesa en definitiva a la dimensión ética.
Situación similar vive Ibbieta, el personaje de “El Muro”, de Jean Paul Sartre (por azar delata el escondite de su amigo, causándole la muerte), aquí la suerte ha jugado en su contra, esto es indudable, sin embargo, la verdadera responsabilidad por los actos no se juega ahí. Al decir de Juan Carlos Mosca, tomar el azar significaría borrar el sujeto, borrar la responsabilidad.
Desde la perspectiva freudiana, en la misma situación se ubicaría un sujeto que frente al olvido de un nombre propio significativo o un lapsus dijera “pero, ¡qué mala suerte!”. Las formaciones del inconsciente son interpelaciones directas al sujeto del deseo, aludir a la suerte equivale a lo que el profesor Fariña ha llamado “efecto particularista”, una nueva forma de determinación que clausura el efecto-sujeto. Por lo tanto, Chris es un hombre de Mala-Fe.
Siguiendo con Sartre podríamos citar, a modo de conclusión de este apartado, una líneas de su tan celebre defensa del Existencialismo:
“Si hemos definido la situación del hombre como una elección libre, sin excusas y sin ayuda, todo hombre que se refugia detrás de la excusa de sus pasiones, todo hombre que inventa un determinismo, es un hombre de mala fe”.
Al igual que Freud, en su objeción a atribuir la influencia del azar en los actos fallidos, Sartre no realiza aquí un juicio de orden moral. Se trata del estricto plano de la autenticidad, de la lógica del discurso. Freud y Sartre se dirigen aquí al mismo punto, la subjetividad y su verdad ética.
DOS ESCENAS, DOS RESPONSABILIDADES
Frente a la presión de la situación (Nola embarazada, reclamándole que se divorcie y saque a la luz todo lo que pasó entre ellos) Chris va tomar una resolución: matarla. Borrar del mapa a Nola, negar todo lo que ahí sucedió, desterrar esta pasión y el hijo que engendró. Para ello elaborará un plan de asesinato muy complejo, inspirado en gran parte en “Crimen y Castigo” de Dostoievski (buscando, a través de la muerte de una persona inocente que la naturaleza real del crimen quede velada para la policía). Resulta paradójico que una persona que afirma tanto el papel central del azar y lo no-calculado en la vida, prepare sus acciones con semejante cuidado, no dejando ningún detalle fuera del calculo y la previsión. Bajo este horizonte obsesivo es que el crimen va a ser cometido.
Sin embargo, no todo puede ser calculado, algo siempre se “escapa”, un resto que convoca al sujeto a asumirse más allá de las fronteras del yo. Veremos este movimiento en las dos escenas finales de la película. Ambas tienen la estructura lógica de una interpelación, donde el Tiempo 1 (el crimen planificado) es puesto en cuestionamiento, buscando su resignificación, ahora sí, bajo el campo de la responsabilidad.
No obstante, ¿a qué llamamos responsabilidad? Gabriela Salomone distingue dos nociones bien distintas de responsabilidad: la responsabilidad deontológica-normativa (moral, códigos, leyes) y la responsabilidad subjetiva (que hace a la experiencia del sujeto deseante). Vale aclarar que hasta aquí siempre nos hemos referido a esta última.
Lo interesante es que estas dos perspectivas no sólo conceptualizan distintos tipos de “sujeto” sino también la forma misma en que el sujeto confronta con la responsabilidad. Decimos dos nociones de responsabilidad, y hablábamos de dos escenas en el film para comprender esto. Vayamos entonces por partes.
LA ESCENA JURÍDICA
La primera escena se trata del momento en que Chris es citado por la policía para prestar declaración sobre el asesinato de Nola Rice. La interpelación construye ahí el llamado sujeto-joya del derecho. La responsabilidad atañe a si el sujeto deliberadamente quiso asesinar a Nola, vale decir, de manera conciente e intencionada. Se interpela a un sujeto autónomo, racional y consciente (fuera de esto la ley y la responsabilidad son ciegas al discurso jurídico, véase sino el inciso 1º del art. 34 del Código Penal). Sin embargo, aquí se trata efectivamente del caso de Chris, quien cometió el crimen “con todas las de la ley”, por lo que en teoría le corresponde la pena. Y es además en este punto donde vemos el lazo de lo jurídico con la moral. “No matarás” es un mandamiento ancestral que ha sido recogido por el derecho y reglamentado acorde a los márgenes de imputabilidad que implica el sujeto del derecho.
Así, se interpela al protagonista indagando por su responsabilidad en relación al hecho. Y Chris miente, dice no ver a Nola hace tiempo, no saber nada de ella. Hasta acá, todo de acuerdo a su cálculo obsesivo (era lógico que lo interrogaran, ya que él conocía a Nola), sin embargo, el detective al oír esta respuesta “le perdí el rastro”, le muestra a Chris un pequeño cuaderno diciendo “¿Sabía usted que Nola Rice mantenía un diario íntimo?”. Chris ya no se ve tan confiado, baja los ojos, hay silencio, todo aquello previsto en el cálculo se derrumba, el horizonte de sentido vacila, en ese diario Nola inscribió toda la verdad de la pasión que los involucraba, y los detectives lo leyeron… Aquí la riqueza de la interpelación que busca resignificar el Tiempo 1, ¿qué has hecho?, ¿qué hice?, son preguntas que estructuran el momento. Es en esta vacilación donde las mayores potencialidades del sujeto pueden surgir, tal como expresa D´Amore. Y vale la pena introducir una salvedad y es que la interpelación legal tiene un solo destinatario, el sujeto del derecho, su adhesión o no a una norma compartida. No necesariamente esto puede conducir a una decisión ética plena, dándole un refugio al sujeto en su amor a la ley. Sin embargo, tal como sostienen D´Amore y Salomone, la escena jurídica puede orientar hacia una dimensión ética, en una eficacia simbólica más allá de la moral. Y este pareciera ser el caso, pero Chris cierra el circuito, aquello que la interpelación legal había abierto, el protagonista lo devuelve a su surco habitual. La responsabilidad legal y la subjetiva han sido conjuntamente denegadas. “Fue tan sólo un amorío, no pueden culparme por eso, tengan corazón, mi mujer va tener un hijo, si esto se revelara la devastaría”. Chris miente otra vez y apela a la moral compartida para buscar acallar la curiosidad de los detectives. Finalmente, se marcha. Ninguna responsabilidad se ha inscripto.
LAS FIGURAS DE LA TRAGEDIA Y LA CULPA
La segunda escena que queremos analizar concierne tan sólo al segundo tipo de responsabilidad que mencionamos en un comienzo: la responsabilidad subjetiva. Aquella a la que Freud se refería como destinataria del análisis y en justa confrontación con la “arbitraria y jurídica”. Se trata, es lo más presumible, de un sueño. En él, aparecen frente a Chris los espectros de Nola y la Sra. Samantha (la casera asesinada). Se da aquí también una interpelación y su correspondiente vacilación del sentido. A continuación transcribimos el breve diálogo que da forma a la escena:
Nola: Chris...
Chris: Nola, no fue fácil, pero llegado el momento pude jalar el gatillo. Nunca sabes quienes son tus vecinos hasta que hay una crisis. Puedes aprender a meter la culpa debajo de la alfombra y... seguir adelante. Tienes que hacerlo, de otra forma, te abruma.
Sra. Samantha: ¿Y qué hay de mí? Yo no tuve nada que ver en este penoso asunto. ¿No te importa que yo haya muerto siendo inocente?
Chris: Los inocentes a veces son asesinados para dar paso a un plan más grande. Usted fue un daño colateral.
Sra. Samantha: También lo fue tu propio hijo...
Chris: Sófocles dijo "no haber nacido es el mejor premio".
Nola: Prepárate a pagar el precio Chris. Tus acciones fueron torpes, llenas de equivocaciones, casi como las de alguien que desea ser descubierto.
Chris: Lo que me merezco es ser detenido y castigado. Así al menos habría un pequeño indicio de justicia, una pequeña medida de esperanza de que hubiera un significado.
Lo que aquí sucede tiene un nombre en la teoría psicoanalítica: “sentimiento inconsciente de culpa”. Podemos decir que no hay deseo sin culpa (en sentido lato). Chris obró de acuerdo a su deseo pero se niega a inscribirlo en una dimensión ética, por eso no admite la singularidad, la responsabilidad.
¿En qué vacilación se funda esta interpelación subjetiva?, ¿qué escapó al calculo del Tiempo 1? Digámoslo de una vez, los muertos no hablan. Eso piensa Chris, acallada esa voz gritona que le exigía hacerse responsable por su pasión y por su hijo, el protagonista olvida que la condición simbólica de la especie humana resulta de este entrecruzamiento entre la vida y la muerte. Por el significante la pura vida muere para advenir en vida simbólica, en consecuencia diremos que la pura muerte desaparece también para dar paso a una muerte simbólica, en la cual los símbolos perviven a manera de espectros. Un nombre y una tumba son el inicio y fin de nuestras vidas.
Almas en pena, estas son Nola y la Sra. Samantha, que interpelan a Chris directamente sobre la ley simbólica del deseo, que ob-liga a retornar sobre la acción primera, a pagar la deuda, a inscribir el deseo.
Sin embargo, Chris ya tiene oficio en taponar la singularidad, sus respuestas (cada una de una riqueza excepcional que los límites de este trabajo no permiten desarrollar) combate la interpelación con particularismos. Se vale en esta ocasión (antes fue con la mentira, la moral y el azar) de las figuras de la tragedia. No en vano se cita a Sófocles. Hay un destino que nos sobrepasa, y uno debe cumplir con él, una serie de máximas ineluctables rigen los destinos de los hombres, Chris lo lamenta, de ahí el sentimiento trágico que embarga a la escena, pero es así, no hay mucho más para hacer… Similar es la teoría de Raskolnikov en “Crimen y Castigo” sobre los dos tipos de hombres (unos chatos y comunes, los otros que pueden trascender la moral mundana ya que sus fines trascienden a todos los seres y las épocas). Chris es ambición pura, ahí radica el núcleo de su deseo, no sólo se eleva por los estratos sociales, sino que de algún modo pertenece a otra clase de hombres, sus acciones deben ser medidas con otra vara. Todo esto para… una vez más, desresponsabilizarse, cerrar el circuito de responsabilidad en el particularismo, no aceptar el desafío ético del deseo. Chris, sin saberlo, se ata así a una cadena de repetición que consistirá en negar la negación anterior, en un ritual desgastante que irá socavando su subjetividad paso a paso.
Dos comentarios finales, primero, la excusa “trágica” no resiste la confrontación con un texto como “Antígona” del mismo Sófocles, los griegos elaboraron la metáfora del destino trágico y el azar-pura determinación pero justamente para radicalizar el encuentro de los héroes con su propia responsabilidad subjetiva (“Edipo Rey”, obra paradigmática en este sentido).
Y finalmente, notemos la imposibilidad de Chris a lo largo de toda la película para posicionarse como creador-legislador. No sólo es incapaz de integrar sus acciones en una dimensión ética, sino que este mismo conflicto con la legalidad simbólica se pone en juego en su rechazo ante la posibilidad de ser padre (interpelado por Nola, y por su mujer, en ambos casos Chris se distancia del compromiso con la paternidad, vía asesinato, aborto o simplemente indiferencia como en la escena final de la película frente a su hijo con Chloe, recién nacido).
BIBLIOGRAFÍA
NOTAS
Película:Match Point
Titulo Original:Match Point
Director: Woody Allen
Año: 2005
Pais: Estados Unidos
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