¿Puede la serie biográfica sobre la vida del popular cantante permitirnos volver sobre la desaparición de personas? Cuando en 2018 se estrenó la primera temporada de Luis Miguel: la serie, una sombra ominosa recorrió la pantalla: la madre de Luis Miguel estaba desaparecida. Según la versión cinematográfica, tras un encuentro con su marido (el músico Luis Rey) nunca más se supo de ella. Presuntamente muerta, su cuerpo sin embargo jamás apareció. Años más tarde, cuando Rey murió se llevó consigo a la tumba el destino último de la mujer. Luis Miguel, hijo de ambos, habría crecido con la sombra de ese fantasma. La trama nos dice que llegó incluso a requerir los favores del servicio secreto israelí para dar, sin éxito, con el paradero de su madre. [1]
La primera temporada de la serie nos muestra el devenir de un artista y sus conflictos familiares, a un padre terrible que a la vez ofició de “representante” y que hizo de la voz de Luis Miguel, un nombre propio. Pero para eso se apropió de otros objetos (la voz es uno de los objetos pulsionales por excelencia), de otras marcas subjetivas de su hijo: su día de nacimiento, su nacionalidad, su infancia…, hasta incluso de su objeto más preciado: su madre, Marcella. Así, lo ominoso, aquello terrorífico y a la vez familiar, recorre cada uno de los episodios.
Hoy, la segunda temporada, se abre nuevamente al misterio. En el medio circularon todo tipo de versiones sobre el destino de su madre, incluida la de su residencia en la Argentina bajo una identidad falsa. Pero lo cierto es que sigue ausente, en la realidad y en la ficción que la evoca. Luis Miguel, que hoy tiene 51 años, y supervisa el argumento de todos los episodios, ha dado a conocer a través de ellos otros secretos de su vida. Pero, al mismo tiempo, prefirió dejar desaparecido el rastro de su madre, dándole así el carácter de un real que, como tal, no cesa de no escribirse.
La trama nos permite entonces interrogar los efectos de la apropiación de las marcas subjetivas y los efectos de una desaparición. Y por qué no preguntarnos por las secuelas en quien guiona el abandono de una búsqueda. Una búsqueda que le concierne como sujeto. ¿No es acaso Luis Miguel quien elige qué dejar dentro y qué dejar fuera de aquello que se cuenta? Se trata de la responsabilidad, no por el destino incierto de su madre, sino por la escritura que hoy se hace de ello.
Si la historia de un sujeto es aquella que él puede escribir de sí en un tiempo Otro, a posteriori, la serie nos interpela en el punto en que claudica en la búsqueda de su madre, búsqueda que sin dudas es la suya. La inclusión de la bella canción “Hasta que me olvides” en una de las escenas más estremecedoras de la serie [2], nos resuena en la vía de la responsabilidad del sujeto por aquel deseo que lo habita. Y nos permite, por qué no, resignificar la letra de esta canción a la luz del Luis Miguel de hoy.
Hasta que me olvides, voy a intentarlo
No habrá quién me seque tus labios por dentro y por fuera
No habrá quién desnude mi nombre una tarde cualquiera
Hasta que me olvides tanto que
No exista mañana ni despuésHasta que me olvides, voy a intentarlo
No habrá quién desnude mi boca como tu sonrisa
Y voy a rodar como lágrima entre la llovizna
Hasta que me olvides tanto que
No exista mañana ni despuésHasta que me olvides
Voy a amarte tanto, tanto
Como fuego entre tus brazos
Hasta que me olvidesHasta que me olvides
Y me rompa en mil pedazos
Continuar mi gran teatro
Hasta que me olvides
NOTAS
[1] "Nada vale en este mundo si no estás, Marcela” es un verso de la canción “Marcela”, interpretada por Luis Miguel el 16 de marzo de 1985 en el Luna Park de Buenos Aires, dedicada a su madre Marcella Basteri. Fue la última vez que se vieron antes de su desaparición.
[2] La canción fue compuesta por el cantautor dominicano, Juan Luis Guerra. La escena forma parte del segundo episodio de la segunda temporada, cuyo título desconcierta: “Noche de paz”.
Película:Luis Miguel, la serie
Titulo Original:Luis Miguel, la serie
Director: Humberto Hinojosa Ozcariz, Natalia Beristain
Año: 2018-2021
Pais: México
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