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Sobre el peligro de la obediencia irreflexiva. La ola del autoritarismo ante la adolescencia

por Romero, Nicolás Matías

Resumen:

El siguiente artículo aborda, a través del análisis de la película La ola, el lugar del autoritarismo en la época actual y las estrategias necesarias para proteger a los adolescentes ante el surgimiento de líderes que pueden favorecer su inclusión en grupos que ostenten políticas segregativas y expulsivas. De este modo, es importante detenerse a analizar aquellos espacios de pertenencia que alojan a los jóvenes y permitirles generar lazos sociales que sean beneficiosos para la construcción de su identidad. Si la adolescencia es la etapa donde se presenta el orden simbólico en mutación por excelencia, debido a todos los cambios en la construcción de su psiquismo, es fundamental acompañar su desarrollo a través de la función que debe tener la cultura para Freud, la cual es permitir que la dimensión del amor domine a la del odio, permitiendo derivar las pulsiones hostiles reprimidas en otros fines socialmente validados.

Palabras clave: Autoritarismo | adolescencia | pertenencia | lazo social.

On The Danger of Unreflective Obedience
The Wave of Authoritarianism Before Adolescence

Abstract:

The following article addresses, through the analysis of the film The Wave, the place of authoritarianism in the current era and the necessary strategies to protect adolescents from the emergence of leaders who can favor their inclusion in groups that hold segregative and expulsive policies. . In this way, it is important to stop and analyze those spaces of belonging that house young people and allow them to generate social ties that are beneficial for the construction of their identity. If adolescence is the stage where the symbolic order in mutation par excellence occurs, due to all the changes in the construction of one’s psyche, it is essential to accompany its development through the function that culture should have for Freud, which is allowing the dimension of love to dominate that of hate, allowing the repressed hostile impulses to be derived into other socially validated goals.

Keywords: Authoritarianism | adolescence | belonging | social bond.

“…emboquen el tiro libre que los buenos volvieron
y están rodando cine de terror”
(Letra de Música para pastillas -Patricio Rey y sus redonditos de ricota-)
Carlos Alberto Solari

La adolescencia es la etapa donde se ponen a rodar los significantes que se adquirieron en la niñez, siendo también el período dónde el hilo de la vida se vuelve más delgado, poniendo en cuestión los valores transmitidos por los padres y el entorno cultural en general. Sobre esta base es que se habilita la posibilidad de que se reubiquen ciertos valores a nivel identificatorio, lo que es importante por su repercusión en el funcionamiento y progreso personal y social. Así, esta etapa se convierte por excelencia en el período dónde se materializan las identificaciones con personas exteriores al núcleo familiar. Es aquí donde los líderes toman más notoriedad, presentando los jóvenes mayor tendencia de ser influenciados debido a la necesidad de encontrar nuevos objetos para ubicar en los lugares de idealización. Encontramos, entonces, que los referentes ocupan un lugar preponderante, sobre todo si les permiten interrogar y diferenciarse de su entorno más cercano e inmediato, paño importante para cuestionar las transmisiones recibidas, lo que favorecerá la construcción de su identidad en la búsqueda de su singularidad.

Una película que nos permite adentrarnos en el tema de la adolescencia y la relación con los sistemas ideológicos autoritarios es La Ola (Die Welle, en alemán). Esta fue realizada en el año 2008 y dirigida por Dennis Gansel. Esta basada en la novela que lleva el mismo nombre, de Todd Strasser (1981), la cual surge a partir del experimento de la Tercera Ola, trabajo realizado por el profesor de historia Ron Jones del instituto de Palo Alto (California, Estados Unidos), llevado adelante en el año 1967.

Antes de iniciar el recorrido sobre los puntos que me interesan destacar, es importante recordar que la Tercera Ola fue un experimento para demostrar que incluso las sociedades preparadas para la expresión del pensamiento sin restricciones ni coaptadas por aparatos limitantes, están exentas de la seducción que proponen las ideologías autoritarias. Este ensayo fue realizado en el marco de un estudio sobre la Alemania nazi con alumnos de secundaria para evaluar las virtudes de la democracia, pero también para analizar aquellos factores sobre los cuales había que hacer un seguimiento para evitar su deterioro, como por ejemplo el individualismo, analizando la posibilidad de emergentes relacionados en creencias de gobiernos de carácter totalitario.

La película La ola permite reflexionar sobre los posibles cimientos socio-políticos que favorecen la aprobación de sistemas fascistas. Nos muestra al inicio al profesor Rainer Wenger (Jürgen Vogel) recibiendo la asignación del tema autocracia como plan escolar a trabajar con sus alumnos en la escuela secundaria donde se desempeña. En esa semana de proyectos el objetivo institucional apunta a desarrollar las ventajas de la democracia. Entonces, decide realizar un experimento con su alumnado, buscando demostrar que la dictadura puede reaparecer en cualquier sistema democrático. Veremos que este diseño va produciendo, en sus pasos escalonados, una aceptación progresiva, sin posibilidades de críticas reflexivas consistentes, y una unificación grupal que se incrementa a través de los días.

Al comenzar la semana del proyecto, el profesor Wenger comienza por explicarles qué es la autocracia a sus alumnos. Cuando pide ejemplos, un alumno nombra al Tercer Reich, mientras que otro dice que la Alemania Nazi “fue una mierda y ya lo he aprendido”, pero con molestia ya que parecer ser un tema que le aburre y que, por otro lado, no puede volver a suceder que se instale un gobierno con esas características. Entonces, el profesor interroga: “Pensas que en Alemania no sería posible que volviera una dictatura, verdad?” Las respuestas son todas de tipo escéptico, como, por ejemplo, “de ningún modo, hemos aprendido la lección”.

Luego del descanso, el profesor reorganiza la distribución de las mesas para que todos tengan un sitio adecuado para ser interrogados en el aula. Con esta estrategia interviene sobre los cuerpos por primera vez. Y pregunta, “¿cuál es el requisito indispensable para que haya un sistema autocrático?”. Las respuestas oscilan desde una ideología, el control, la vigilancia y la insatisfacción. Pero atomiza la búsqueda hacia una dictadura, sosteniendo que todas ellas tienen un líder. Y cuando consulta quién podría ser de entre ellos, terminan proponiendo algunos a Rainer, lo que, en la votación reducida, por cierto, resulta sostenerse. Entonces, se empieza a presentar a partir de aquí como tal, enfatizando algunos puntos a tener en cuenta para sostener el esquema didáctico: para empezar, el respeto, por lo que desde ese momento se referirán a él como “señor Wenger”. A continuación, indica que para comunicarse con él deben ponerse de pie (postura que también ayuda a mejorar la presión arterial y la circulación, además de aumentar la concentración). O sea, afianza el ordenamiento de los cuerpos, tema prioritario en cualquier método de control social.

Es conveniente tener en cuenta la contribución que aporta Foucault (1975) sobre el lugar del cuerpo disciplinado como una instancia de poder constante sobre el sujeto. Brevemente, establece la importancia de su manipulación y moldeamiento para el control social. En esta línea, el disciplinamiento se convertirá en una microfísica del poder, cuya finalidad es producir cuerpos útiles y dóciles para una organización estratificada. Foucault desarrolla esto acerca del curso en la edad clásica, cuyo cuerpo se moldeaba y educaba para que obedezca, con el fin de obtener el adiestramiento necesario, pero esto se sostendrá hasta la actualidad (con algunos cambios, obviamente):

El gran libro del Hombre-máquina ha sido escrito simultáneamente sobre dos registros: el anatomo-metafísico, del que Descartes había compuesto las primeras páginas y que los médicos y los filósofos continuaron, y el técnico-político, que estuvo constituido por todo un conjunto de reglamentos militares, escolares, hospitalarios, y por procedimientos empíricos y reflexivos para controlar o corregir las operaciones del cuerpo. (Foucault, 1975, p.140).

Esto es esencial para instalar una cohesión entre los individuos de manera homogénea. Por eso, la sociedad disciplinaria se diseña a través de mecanismos de obediencia y regulación de normas que precisen claramente los lugares de pertenencia, o de expulsión en caso contrario. De tal modo, las instituciones que nombra el pensador francés disponen de normas sobre los cuerpos que son específicas y tienen el fin de asegurar el orden social. Y esto es lo que encontramos en el inicio del proyecto didáctico, una ideología que interviene directamente sobre los cuerpos, para asentar concomitantemente el dispositivo planeado.

De esta manera, sin el diálogo y la autocrítica entre los alumnos que pueda ser alertadora respecto del proyecto, este tendrá menos oportunidades de encontrarse con limitaciones cuando el disciplinamiento se afiance. Para ilustrar esto, el director presenta una escena donde el ensayo de los alumnos para la obra The Visit (de Friedrich Dürrenmatt) [1] podría terminarse debido a las discusiones que los actores presentan. Este “caos engañoso” enseña la contracara de la disciplina necesaria para un proyecto como el que se lleva adelante en la clase, lo que como esquema polarizado nos presenta el film.

Mientras tanto, el grupo se va transformando, paulatinamente, en una masa, a través del ordenamiento de los cuerpos bajo el ideal de una sociedad superadora. En este sentido, Gustave Le Bon, sociólogo francés pionero sobre este tema, define a la misma en su célebre libro Psicología de las masas como una agrupación humana pensante que presenta las características de pérdida de control racional, mayor disposición a la sugestionabilidad, con contagio emocional rápido –lo que facilita el anonimato en la toma de decisiones del individuo–, la imitación y el sentimiento de omnipotencia en cada integrante. La misma cuenta con un líder, lo que facilita la cohesión para que estén reunidos por un fin común con sentido de pertenencia y obediencia irreflexiva. Además, tal unidad favorece la cohesión, empujando a una homogeneidad donde plantearse los fines de un acto son menos probables de ser cuestionados, ya que la autonomía gradualmente se va extinguiendo. Así, al integrarse a una masa, el sujeto adquiere un sentimiento de poder elevado, ya sea por miedo a los castigos o por el sentimiento de poder dentro de la cohesión, donde la autoconciencia para la toma de decisiones a nivel personal se encuentra altamente reducida. Agrega:

La peculiaridad más sobresaliente que presenta una masa psicológica es la siguiente: sean quienes fueren los individuos que la componen, más allá de semejanzas o diferencias en los modos de vida, las ocupaciones, los caracteres o la inteligencia de estos individuos, el hecho de que han sido transformados en una masa los pone en posesión de una especie de mente colectiva que los hace sentir, pensar y actuar de una manera bastante distinta de la que cada individuo sentiría, pensaría y actuaría si estuviese aislado. (Le Bon, 1895, p.27).

De este modo, la influencia sobre los sujetos es mucho más viable, debido a que a través de los discursos pasionales las consignas que persiguen son pocas veces discutidas. Así, el sujeto va perdiendo identidad propia, pero se refuerza en su ego por el sentido de pertenencia a un grupo que tiene sentido de supremacía respecto al resto de la sociedad que no conforma su movimiento.

Conocidas son las referencias de Freud sobre este tema, quien continúa con este abordaje, pero introduce ampliaciones y rectificaciones, destacando los lazos afectivos de la identificación entre sus miembros y de la idealización con el conductor o referente. A partir de esto se adentra en las instancias y operaciones psíquicas del sujeto para describir el funcionamiento social y las consecuencias esperables. Así, los integrantes que se reúnen y fusionan en una nueva unidad determinarán, por los lazos afectivos en juego, que un individuo pueda o no suprimir las represiones de sus pulsiones hostiles, siendo que “Las propiedades en apariencia nuevas que entonces se muestran son, justamente, las exteriorizaciones de eso inconsciente que sin duda contiene, como disposición [constituional], toda la maldad del alma humana” (Freud, 1921, p. 71), de ahí que la desaparición de la conciencia moral o del sentimiento de responsabilidad esté relacionado a la angustia social. La menor presión de la conciencia moral sobre el sujeto permitiría que asuma conductas que antes no se atrevería a desempeñar, lo que explica que pueda renunciar a aspiraciones individuales por priorizar un objetivo grupal, llegando en algunos casos a poner en riesgo su propia vida. Además, la masa es incapaz de vivir sin amo nos dice Freud (1921), pero este líder deberá tener aptitudes específicas para ocupar ese lugar. Se trata de que pueda generar una ilusión, la de que el líder ama a todos los individuos de la masa por igual. Toda la estructura de cohesión de la masa depende de esto, por eso cuando cae ilusión, encontramos la desintegración de la misma. Así, este “jefe del rebaño” congrega a sus integrantes a través del lazo libidinal. De ahí que el padre del psicoanálisis sostenga que han reemplazado su ideal del yo por un mismo objeto todos los integrantes de la masa, ya que la identificación del yo se ha formado de manera mutua y general. Así descripta la gestación de la masa, es evidente la intención de Freud de emparentar a esta formación con la horda primitiva, dada sus características de desempeño, donde el ideal del yo es asumido por el líder, lo que favorece el despliegue de las pulsiones hostiles reprimidas y la mayor tendencia a la sugestionabilidad entre sus miembros.

Este desarrollo respecto a las características de la masa lo identificamos claramente en el grupo de la clase, por ejemplo, con la dinámica del día siguiente, dónde observamos que lo esperan al profesor en silencio y ordenados en sus espacios, sosteniendo en el lugar del líder la ilusión de un objetivo superlativo. A partir de este contexto, Rainer relata las ventajas de una corporación que comparte sus códigos, potenciando la idea de unión en base a un ideal, lo que se manifiesta a través del lema que les refiere: “Fuerza a través de la disciplina, fuerza a través de la comunidad”. Ahora la mirada entre los estudiantes es el reflejo de un sentido de pertenencia más desarrollado, lo que permitirá que cada uno encuentre un rol de acuerdo a su personalidad. Por ejemplo, Lisa (Cristina do Rego), Tim (Frederick Lau), Marko (Max Riemelt), quienes tienen mayor propensión a ser sugestionados, empiezan a encontrar un lugar donde sentirse contenidos, lo que colabora en que sus inhibiciones puedan ser menos limitantes al momento de participar del proyecto. En cambio, Sinan (Elyas M’Barek), Kevin (Maximilian Mauff) y Martin (Dennis Gansel), por sus personalidades más extrovertidas y de conducción entre sus pares, podrán encontrar otras posiciones en ese grupo en gestación, siendo referentes que puedan volcar sus impulsos hostiles hacia la consecución de los objetivos propios del proyecto. Son Karo (Jennifer Ulrich) y Mona (Amelie Kiefer) quienes se presentarán como opositoras a este modelo a medida que vaya avanzando, debido a tener mayor evaluación y juicio de la situación junto a valores firmes respecto a los métodos segregacionistas, aunque no sin consecuencias para su inserción grupal.

De esta forma, como vemos, la repercusión del proyecto tendrá su propiedad específica en cada integrante. Más específicamente, en el caso de Tim, alumno con una personalidad dependiente y masoquista, reservado y portador de gran inhibición, que busca la aprobación del otro permanentemente, cuando cuenta con entusiasmo a sus padres en la cena las ventajas que está obteniendo en la clase de autocracia, no recibe ningún señalamiento de advertencia sobre la temática. Este tipo de personalidades son las más proclives de subsumirse en este tipo de proyectos, ya que al sentirse integrado y reconocido pueden ser altamente funcionales. Por otro lado, está Marko con su personalidad introvertida, quien proviene de una familia disfuncional y poco atenta a sus conductas sociales, lo que favorece que lentamente se incorpore a la dinámica, aunque no sin desconfianza. En cambio, su novia Karo, con rasgos de personalidad que muestran seguridad, prudencia y sensatez para evaluar las consignas que no avala, al comentar en su hogar la situación, recibe críticas claras por parte de su madre, ya que no comparte el control bajo el hostigamiento, propio de métodos totalitarios. Encontramos que el rol de los padres de estas familias es disímil, derivando en presencias parentales diversas en el seguimiento de sus hijos. A su vez, aunque los padres preocupados se comunicaron con el profesor por la situación emergente, y un directivo lo citó por la repercusión del proyecto, acabaron todos convencidos por parte del líder respecto a la calidad del emprendimiento. Lo que muestra que Wenger es un docente con un perfil de tipo paternalista, que necesita ser confirmado como el centro del proyecto para sentir placer, perdiendo progresivamente la evaluación juiciosa de la situación, ya que sus logros favorecen el aminoramiento de la angustia por la falta de reconocimiento de sus sentimientos de inferioridad y de fracaso a nivel personal, afectivo y laboral.

Al otro día, el profesor propone continuar con el disciplinamiento de los cuerpos, ya que les pide que se pongan de pie al iniciar la clase y practican el ejercicio de la marcha (sin moverse del lugar), “nos estamos convirtiendo poco a poco en una unidad”, recalca Rainer. Así, busca fomentar la uniformidad, buscando perjudicar a los que están en el aula de abajo tomando su clase de anarquía (aquella que al profesor le impidieron dictar al inicio), llamándolos enemigos. De esta manera, el registro de la tolerancia es cada vez menor y el otro va perdiendo sus rasgos singulares. Tal transmisión para los adolescentes es muy peligrosa en su educación social, debido a la reestructuración psíquica que atraviesan y los modelos identificatorios que se ponen en juego en ese período.

Recordemos que adolescencia es un término nacido recientemente en Occidente, ya que no existía antes del siglo XX, teniendo una duración muy variable de acuerdo a la cultura desde la cual se lo aborde. Si bien Freud (1905) no se refirió con este término al analizar esta etapa, sí lo abordó desde la pubertad, considerando las embestidas de la sexualidad que ésta implicaba. En este momento la reedición edípica va a acarrear consecuencias en toda la estructuración psíquica del sujeto, estando signada principalmente por una segunda oleada de la sexualidad, donde la pubertad se sitúa como el momento donde hace su aparición un nuevo quantum pulsional, el cual desestabiliza la resolución lograda en la infancia. Así, si este período se caracteriza por una tormenta lidibinal, la adolescencia será la respuesta subjetiva a tal acontecimiento. Lacan (1964) sostendrá que el Otro es el campo donde el sujeto se constituye subjetivamente como tal, encontrando allí las referencias con las cuales se constituirá desde lo simbólico, de ahí que particularmente en la adolescencia sea tan importante que las referencias de los adultos sean claras y manifiestas, favoreciendo la interrogación de las mismas, pero conteniendo y acompañando al sujeto en esa empresa. Freud (1905) en “Metamorfosis de la pubertad” abordará el modo de hallazgo de objeto propio de este momento, sosteniendo que este encuentro con el objeto, en tanto otro sexo, será traumático, ya que conllevaría precisamente un encuentro con un no saber, que estará relacionado a la sexualidad como agujero en lo real. Además, esto implicará un desasimiento de la autoridad de los padres y la salida a la exogamia, entre otras consecuencias. Entonces, para asumir su identidad, el adolescente deberá vérselas con este real que lo invade, y en ese atravesamiento construirá su identidad a partir de los duelos por los padres de la infancia, el de su identidad cuando era niño y el del cuerpo de su infancia ya perdida. De este modo, en este tránsito de la niñez a la adultez deberá atravesar este período en una reacomodación constante para construir su psiquismo y alcanzar lo que la sociedad espera de él, en un estado de incertidumbre que muchas veces tendrá como signos la emergencia de angustia.

Françoise Dolto (1988) agregará algo muy interesante al respecto en su libro “La causa de los adolescentes”, al sostener que la misma es una fase de mutación propiamente, y donde el joven al ser objeto de cuestionamiento por parte de los adultos tiene que lidiar con la angustia que esto le presenta junto a los cambios a nivel orgánico y psicológico. Todo un mundo nuevo para el cual aún no dispone de elementos simbólicos y que deberá obtenerlos de estos mismos otros adultos que están en su entorno. A su vez, estos jóvenes deben lidiar con las proyecciones que la sociedad deposita sobre ellos, siendo necesario que sean acompañados para tramitar de manera adecuada las presiones propias de las responsabilidades que se les adjudican. Otra vez, encontramos que dejar la infancia atrás, pero con el acompañamiento pertinente, será fundamental para enfrentar los compromisos sociales venideros, de ahí que el acto trascendental sea que pueda disociar la vida imaginaria propia de la infancia de la realidad que comparte con los otros en este nuevo período, momento vital y social dónde deberá proponer e inventarse muchas veces recursos para sostener y/o cambiar su lugar en el mundo.

En este terreno etario y bisagra, donde el lineamiento identificatorio se empieza a reconfigurar, los ideales que están emparentados a códigos morales extremos o rígidos pueden ofrecerse como alternativas identificatorias seductoras. Es ahí donde el rol de los adultos, desde los padres hasta los referentes escolares e institucionales en general, será fundamental para acompañarlos en esta etapa. Aquí importa tener en cuenta que aun más peligroso será para aquellos que no tuvieron una crianza sostenida en la apertura, el diálogo y la escucha por parte de sus padres. Todo este caldo de cultivo puede facilitar el interés en insertarse en colectivos o movimientos que propicien una pertenencia absoluta y hermética en cuanto a sus códigos de alistamiento.

Retomando el film, el poder mediante el grupo es el ítem que se trabaja al día siguiente. Para abarcar esto cambia de lugar a los alumnos, priorizando que se puedan ayudar mutuamente (por ejemplo, juntando alumnos con buenas y malas notas). A su vez, cobra importancia el reconocimiento ante los otros, por eso aborda el tema de la vestimenta, encontrando en la camisa blanca como uniforme un tipo de distinción social. Esto acompañará a la modalidad de que el pensamiento reflexivo y autónomo sea cada vez más cuestionado por la masa cuando difiera de la idea rectora. Lo que alerta sobre el riesgo de tal engranaje, ya que se sostiene en pulsiones hostiles que pueden ser convocadas al servicio de objetivos nocivos. Vale agregar sobre esto que el mismo hombre contiene en sí una cuota de pulsión de muerte a la espera de poder encontrar su canalización, y es por eso tan importante el entorno en que se encuentre. Al respecto, Freud (1930) nos advierte en “El malestar en la cultura” que

…el ser humano no es un ser manso, amable, a lo sumo capaz de defenderse si lo atacan, sino que es lícito atribuir a su dotación pulsional una buena cuota de agresividad. En consecuencia, el prójimo no es solamente un posible auxiliar y objeto sexual, sino una tentación para satisfacer en él la agresión. (p.108).

Agrega además que esta hostilidad primara y recíproca en los seres humanos es la que amenaza a la sociedad y empuja a la disgregación, de ahí que tales pulsiones son más fuertes que los intereses racionales. Tomando esta referencia, se puede comprender porque los dispositivos de la sociedad para encausar estas pulsiones serán fundamentales, particularmente respecto a la tolerancia y convivencia con otros. Freud, en el mismo texto, sostendrá que los medios que la cultura utiliza en el control de tales pulsiones son diversos y que estos se encuentran, primero, en la transformación del agente de coerción externo por uno interno, que ubicamos en el superyó con su concomitante sentimiento de culpa. Además, nombra a la creación de los ideales culturales, donde se juegan procesos de identificación entre oprimidos y opresores, junto a las representaciones religiosas, lo que ayuda al hombre a tolerar frustraciones y desdichas por la posibilidad de una existencia futura. Todos estos recursos son importantes a tener en cuenta cuando se piensa en abordar las relaciones sociales entre los adolescentes, particularmente en situaciones extremas donde la agresividad no se está pudiendo contener y/o controlar.

Para el día miércoles llega el momento de ponerle nombre al movimiento. Distintos integrantes se pronuncian al respecto, quedando para el final la alumna Karo, quien no lleva la vestimenta apropiada (como un modo de ejercer presión social sobre ella). La ola es el elegido, siendo acompañado por el diseño de un logo para identificarse. Ahora el poder mediante la acción es la nueva fase, etapa que requiere del espíritu creativo para los objetivos del agrupamiento. Al mismo tiempo, también aparecen las ventajas de manejarse bajo estos códigos sectarios, como cuando a Tim lo molesta un grupo de anarquistas y sus compañeros lo defienden. En paralelo y de forma vertiginosa, los alumnos empiezan a difundir el logo con pintadas, bajo la promesa de que la ola va a arrasar la ciudad. Pasada la mitad de la semana, el día jueves, en la ciudad aparece el logotipo pintado por Tim en lo alto de un edificio. Imagen que refleja cómo el grupo se va afianzando en su sometimiento a un ideal, lo que es acompañado con el gesto de una ola para reconocerse. El saludo con la forma que da nombre a la película es un rasgo importante, ya que presenta una señal que sólo puede ser compartida entre los que pertenecen a ese movimiento. Todo esto colabora con la dinámica de la masa que se maneja en la dirección del líder, pero sin depender totalmente de este para las acciones a seguir. De este modo, a medida que pasaban los días, las actividades del grupo que no eran indicadas por el docente comienzan a hacerse notar mediante hechos de vandalismo. Esto nos recuerda la frase en “De guerra y muerte” donde Freud (2009) sostiene que “La presión de la cultura no hace madurar consecuencias patológicas, pero se exterioriza en las deformaciones del carácter y en la propensión de las pulsiones inhibidas a irrumpir hasta la satisfacción cuando se presenta la oportunidad adecuada” (p.286).

Para este momento, la adecuación al grupo y la exclusión del mismo cuando no se comparten los ideales empieza a funcionar de manera más rígida, generando disonancias en quienes no anhelan pertenecer. Es así que algunos alumnos disidentes, principalmente Karo, analizan publicar en el periódico escolar sobre la peligrosidad del proyecto, como modo de advertencia. De ahí que, al imposibilitarse publicar un aviso en internet, realiza fotocopias de un panfleto que se intitula: “stoppt die welle!!” (Detiene la ola!!).

El día siguiente nos muestra al profesor despertando con la noticia del logo inscripto en la cima del edificio, cuya foto está ubicada en la portada de un diario. Es en este momento que se produce el primer cambio de posición en Wenger, quizás como muestra de preocupación, ya que al retomar la clase manifiesta su descontento respecto a la publicación que encontró en el periódico. En consecuencia, propone como consigna a los alumnos que redacten sobre las experiencias que tuvieron referidas al proyecto.

Mientras tanto, Marko es requerido por el grupo, luego de la recuperación los panfletos que advierten sobre el peligro de la ola, para que intercepte con su novia Karo y averigüe respecto de la distribución. A pesar de la distancia afectiva que estaban teniendo la encuentra, pero la amenaza e incluso la golpea. Esto evoca la frase de Gustave Le Bon (1895), quien sostiene en “Psicología de las masas” que:

En una masa, todo sentimiento y todo acto es contagioso; y contagioso a tal grado que un individuo se vuelve dispuesto a sacrificar su interés personal en aras del interés colectivo. Ésta es una actitud muy contraria a su naturaleza y de la cual el ser humano es escasamente capaz, excepto cuando forma parte de una masa (p.30).

Freud (1921) a esto agregará, entre otras rectificaciones, como se señaló anteriormente, que el lugar de la masa estará signado por el rol del líder, sea una persona o un ideal, pero es esa idealización la que favorecerá el destino del grupo, cuestión que no hay que dejar de destacar. En este caso, la idealización sostenida en el profesor presentó falencias graves que posibilitaron que los alumnos desplieguen conductas agresivas sin detenerse a recapacitar sobre el riesgo que contenían.

También este día llega el momento del partido de waterpolo. Observamos que tres señales no fueron atendidas por el profesor. La primera es la presencia de la violencia en la pileta y en las tribunas, luego de que arrojaran los panfletos de advertencia sobre el riesgo del movimiento. La segunda, cuando Marko le pega a su novia por no aceptar la situación del proyecto, quien, en su angustia al reconocer su desborde, busca al profesor en su hogar. Por último, el tercer aviso se le presenta cuando su esposa Anke Wenger (Christiane Paul) le señala enfáticamente el rol que tiene ante sus alumnos, diciéndole “ven un modelo en ti, tú los manipulas para tus fines, es sólo una cuestión de tu ego”, pero Rainer se vuelve irascible, logrando que se vaya del hogar. Posteriormente, cuando un directivo del colegio se comunica con el profesor, este asume la responsabilidad de los sucesos acontecidos, pero solicita que pueda hablar una última vez con el grupo antes de concluir la actividad escolar.

Para el sábado, último día del proyecto, Wenger convoca a una reunión en el colegio sólo para los miembros de la ola. Es el acto final. Se presenta con su camisa blanca impoluta y se dispone a leer desde el escenario los escritos que le habían entregado. Las narrativas versan acerca de la homogeneización, el valor del ideal del grupo por arriba de las diferencias, el compromiso con la causa, entre otros. Impresionado por los aportes, sostiene que el proyecto no debe terminar con el ciclo escolar pautado y critica la situación de Alemania. Marko se para y, sin autorización para hablar, sostiene que los está manipulando. El profesor le dice que la ola es la única vía ante el camino que están tomando las cosas, con una arenga que los asistentes festejan. Y agrega que “desde aquí la ola arrasará Alemania entera y el que se ponga ante su camino será aplastado”.

En este punto encontramos el último giro de la película. Wenger pide que lleven al traidor al escenario y varios alumnos sujetan a Marko para trasladarlo, todo ante un público que reclama castigo. En ese momento el profesor se detiene, mira al alumnado y empieza a cuestionarles cómo llegaron a obedecer hasta ese punto, con propuestas de escarmiento altamente crueles. Modalidades propias de una dictadura, sostiene. Y retorna a la pregunta inicial del proyecto, aquella del primer día: “¿Si una dictadura era posible en estos tiempos? Pues es lo que acabamos de ver, fascismo, todos nos hemos considerado mejores que los demás, y lo que es aún peor, hemos excluido de nuestro grupo a todos aquellos que no pensaban igual. Le hemos hecho daño, y no quiero pensar de qué más hubiéramos sido capaces. Tengo que pedirles disculpas, hemos ido demasiado lejos… yo he ido demasiado lejos, todo esto se acabó”.

Aquí tenemos dos puntos fundamentales. Por un lado, como bien señala Roberto Casanova en su artículo sobre esta misma película [2], Rainer asume su responsabilidad en este momento: “No se ha tachado subjetivamente alegando ser un mero engranaje más de un sistema preexistente, una pieza de una maquinaria (parte de La ola)”. El otro punto es que vemos explicitado su objetivo, relativo a lo fácil que puede ser manipular a las masas. Pero el conflicto se presenta porque comete un fatal error, y se trata de cómo concluye el proyecto didáctico sin alojar la angustia de sus integrantes, ya que encuentra resistencia a la disolución. El surgimiento de la angustia social, aquella reprimida y ocultada en la identificación entre los miembros vuelve a surgir, y con ella la operación de la conciencia moral en cada sujeto, de ahí que con la caída de la idealización que vinculaba al líder, generalmente desaparezcan las relaciones entre los miembros a nivel identificatorio y la masa se disgregue. Es lo que encontramos en la película, ya que Wenger los invita a que se vayan a sus casas y reflexionen. Pero Tim se revela, saca un arma, apunta al público, y reclama que se detengan. Es el más afectado y desamparado, ya que allí encontró un lugar de pertenencia donde construirse una identidad para ser reconocido por los otros y no lo quiere perder. Como uno de los alumnos supone que sigue siendo una réplica el arma (como la que usó para amenazar a los anarquistas días atrás), lo enfrenta. Pero resulta que esta vez era un arma de fuego y termina herido gravemente. A continuación, Tim apunta al público y al profesor, diciendo “Es la ola, es mi vida”. El líder le dice que si le dispara “no habrá ningún señor Wenger que dirija su ola”. Tal encrucijada pone a Tim en una situación extrema, ya que si asesina al profesor se cae su proyecto. Entonces, mira a sus compañeros asustados, al profesor por última vez y opta por el suicidio. Esto es lo que Lacan llamará el único acto logrado, en este caso a través de un pasaje al acto que, siendo la única salida posible a esa altura para conservar algo de la ola, no deja ya espacio para la hiancia necesaria donde poner en ejercicio su deseo y encontrarse, de este modo, con lo fallido de la estructura que representa lo simbólico. El horror de los asistentes llega a su punto más álgido. Ya no hay borde para la emergencia de la angustia, y el profesor que lideró el proyecto, al ser detenido y retirado del establecimiento educativo por la policía, sólo puede encontrarse con la mirada de los otros entre el desamparo y el dolor.

Me interesó detenerme en el rol del líder y la conformación del grupo para reflexionar acerca de las consecuencias que presenta un movimiento con aspiraciones totalitarias, dejando de lado análisis de la totalidad de los roles específicos en juego (más propio de una psicología social). Es sobre esta fermentación ideológica desplegada en el proyecto didáctico donde se puede pesquisar la importancia del rol los adultos y su atención sobre las consecuencias que pueden tener los modelos identificatorios para los jóvenes. Encontramos que a medida que la masa se iba conformando, la pérdida de la singularidad producía la disminución de la interrogación acerca de las consecuencias perniciosas que impactan en el otro, sea un individuo o grupo. Así, las conductas violentas estaban sometidas cada vez menos a la reflexión y sanción, encontrando validación en muchos casos.

Un modelo como el que describe la película empujó a los adolescentes a la homogeneización alrededor de una causa. La misma se basó en la segregación y expulsión de lo diferente, llegando incluso a utilizar la agresividad como medio para alcanzar los objetivos. Esto evidencia la falta de credibilidad en proyectos comunitarios que alcancen a todos, lo que es un cimiento peligroso, sobre todo en una época donde las ideologías extremistas se imponen. Es aquí donde el cine se puede ofrecer como un espacio favorable para interrogarnos sobre el lazo social perverso, la exclusión y el lugar de la violencia en la época actual.

Encontramos, así, que la película La ola nos permite vislumbrar, a través de un grupo de adolescentes, la importancia de interrogarnos sobre los ideales que se enarbolan en algunos espacios de la sociedad y la capacidad reflexiva a desarrollar para sostener elecciones que favorezcan la vivencia pacífica con los otros. La adolescencia, entonces, lejos de pensarse como carencia o transición, como se lo hizo tiempo atrás, es la posibilidad de detenernos a reflexionar sobre los ideales o códigos que circulan todo el tiempo pero que pocas veces nos detenemos a analizar, siendo que es la etapa donde se presenta el orden simbólico en mutación por excelencia debido a todos los cambios nombrados líneas arriba. Para esto, la sociedad tiene que desarrollar métodos de supervisión social que sean plurales, extensivos y que permitan detectar a tiempo cuando se favorecen o instalan discursos segregativos y totalitarios. Por otro lado, si el siglo XXI continúa marcado por la declinación de la autoridad, lo que se suele llamar como la caída de la función del padre, esto acarrea un efecto de desorientación en los adolescentes, ya que no disponen claramente de esta figura ordenadora. Ante este panorama, es importante que estén acompañados, con figuras claras con quienes confrontar y en quienes apoyarse, sin sentir que por lo que refieran puedan ser expulsados o sancionados. Por eso, nuestra sociedad debería generar sistemas propicios para interrogar los ideales de la época, no admitiendo que se generen ámbitos marginales para esto. Y aquí vale recordar que para Freud (1930) la función de la cultura es permitir que la dimensión del amor domine a la del odio, permitiendo derivar las pulsiones hostiles reprimidas en otros fines socialmente validados, favoreciendo la emergencia de actividades en espacios adecuados para tales propósitos.

En esta línea comprendo el mensaje del final de la película, ya que nos muestra al profesor, esposado, alejándose en la parte trasera del móvil policial, en clara oposición al abrazo entre Karo y Markos. Es el dispositivo del lazo social que incluye y contiene el que propicia la importancia de la fraternidad y la solidaridad, antagónico respecto a la solitaria autocracia dónde uno sólo detenta el poder, pero que cada día se aleja más de los vínculos basados en el amor.

Referencias:

Dolto, F. (1988) La causa de los adolescentes. Seix Barral. Barcelona.1992.

Freud, S. (1905). Tres ensayos de teoría sexual, tomo VII. Buenos Aires. Obras completas. Amorrortu editores. 2008.

Freud, S. (1915). De guerra y muerte, tomo XIV. Buenos Aires. Obras completas. Amorrortu editores. 2008.

Freud, S. (1921). Psicología de las masas y análisis del yo, tomo XVIII. Buenos Aires. Obras completas. Amorrortu editores. 2008.

Freud, S. (1930). El malestar en la cultura, tomo XXI. Buenos Aires. Obras completas. Amorrortu editores. 2008.

Foucault, M. (1975). Vigilar y Castigar. Buenos Aires. Siglo XXI Editores. 2006.

Lacan, J. (1948). Agresividad en psicoanálisis, Escritos uno. Buenos Aires. Siglo XXI Editores. 2012.

Lacan, J. (1964). Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis. Seminario 11. Buenos Aires. Paidós. 2006.

Le Bon, Gustave. (1895). Psicología de las masas. Biblioteca Nueva, Madrid. 2018.



NOTAS

[1La obra teatral elegida en la película probablemente se deba al simbolismo que representa. Es de 1955 y versa sobre el regreso de la multimillonaria Claire Zachanassian al pueblo de su infancia. Sus habitantes se han empobrecido y están endeudados, lo que favorece el interés por la oferta que propone de enriquecer al pueblo a cambio de una condición: asesinar a su antiguo novio, quien la dejó embarazada y la abandonó, además de levantar falsos testimonios sobre ella. A mi parecer, esto tiene una gran relación comparativa con las condiciones del ascenso de Adolf Hitler en una Alemania que venía deteriorada por las deudas acumuladas, como la propia de la Gran guerra, además de otros factores. Similitudes que muestran que a una sociedad deteriorada es más fácil manejarla en favor de intereses de una minoría despótica.

[2Casanova, R. (2012). El circuito de la responsabilidad: una posible interpretación del film La Ola. Artículo presentado en el Congreso Ética y cine. https://www.eticaycine.org/La-Ola,248.




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Película:La ola

Título Original:Die Welle

Director: Dennis Gansel

Año: 2008

País: Alemania

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