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Waxman traductor

por Malagreca, Miguel

A Ursula Kirsch

Aunque Val Waxman ha Ganado dos veces el Oscar de la Academia como mejor director –y popularidad en la costa este americana por su excéntrica y neurótica personalidad–, hace diez años que Hollywood no lo quiere ver cerca. También hace diez años que su esposa Elli dejó de verlo cuando lo abandonó por un productor millonario. Como si todo fuera poco, su último film triunfó en Europa pero fue considerado un desastre en los Estados Unidos –no valía la pena ser visto, fue el lapidario veredicto de la prensa. La película comienza cuando Val se encuentra filmando comerciales baratos en Canadá y en pareja con Lori, una mediocre aspirante a actriz más interesada en desarrollar sus abdominales que en cultivar el séptimo arte.

Nuestro antihéroe revelará sin embargo que su ser, como el de cada sujeto, se encuentra atravesado por un dilema que termina ubicándolo, muy a su pesar, en el centro de un drama griego, en este caso ambientado en Nueva York. ¿Es ciego el amor entre un hombre y una mujer? Una respuesta la ofrece Elli, cuando elige a Val como director de su film-debut producido por la compañía de su actual pareja (el tercero en cuestión). Val Waxman se encontrará entonces entre la espada y la pared: si acepta la oferta de Elli, se encontrará trabajando para el hombre por el cual su ex-esposa lo abandonó; si la rechaza, perderá quizás su última chance como director. En relación al tercero en cuestión, entonces, la primera posición supone sumisión, mientras que la segunda, rivalidad.

Pero a veces el hombre intenta desafiar al destino y elegir entre dos imposibles. Como Edipo, que pretendiendo desafiar al oráculo encontró una verdad insoportable, ante cuya visión decidió arrancarse los ojos. La encerrona del aquí hilarante drama subjetivo también termina tomando el cuerpo de Waxman, quien desarrolla una ceguera histérica exactamente el día que debe empezar a dirigir el film.

La ceguera sirve de telón para la introducción del sujeto a través de una función peculiar: la del traductor. Se hace claro entonces que, con su film, Woody Allen está decidido a trabajar esta función, que aparece desplegada a partir de la ceguera de Waxman, ya que ante la imposibilidad de ver, el protagonista debe valerse, para la dirección del film, de un traductor. Aparece allí el problema ético ya que no es fácil sostener esa función.

El sujeto traduce, es decir, ocupa una posición, pues media al menos entre dos espacios significantes. Ante todo, el sujeto se condena a sí mismo a desarrollarse en el espacio de esta relación. En segundo lugar, hay una temporalidad ligada a la traducción, que está asociada a la lectura de lo que hay que traducir, no importa de qué tipo de material se trate. Y, finalmente, existe también una función que el sujeto debe cumplir, homóloga a la operación que en semiótica se denomina transposición, y que alude a la posibilidad de que aparezca sentido cuando hay dos lenguajes diversos (como el lenguaje pictórico y la oralidad). Esa aparición de sentido depende de la función de traducción, con lo cual hay una responsabilidad en juego.

En el film, esa responsabilidad pasa de mano en mano, y Waxman va componiendo el film como a jirones. Finalmente, cuando recobra la visión, no lo hace gracias al psicoanalista, sino cuando asume algo de lo que le toca a él traducir: su paternidad. Efectivamente, no es ni en relación a la demanda de la mujer, ni en relación a la rivalidad con el hombre, sino a partir de asumir la responsabilidad subjetiva respecto a su hijo que el protagonista comienza a ver.

En definitiva, Waxman adviene traductor.



NOTAS

Película:La mirada de los otros

Titulo Original:Hollywood Ending

Director: Woody Allen

Año: 2002

Pais: Estados Unidos