“¡Ah, si aquel otro despertar, la muerte, me deparara
un tiempo sin memoria de mi nombre
y de todo lo que he sido!
¡Ah, si en esa mañana hubiera olvido!”
Jorge Luis Borges. El despertar
Este trabajo intenta abordar el dilema actual que gira en torno al intento de la ciencia de suprimir aquellos sucesos displacenteros, temática que impone pensar en el estatuto de la memoria y sus diversas formas de tratamiento. Para ello utilizaremos recursos extraídos no sólo de la casuística científica, sino también de las producciones literarias como cinematográficas, en tanto permiten situar dos formas de pensar al sujeto en su supresión o invención.
La supresión de los recuerdos
En su último libro titulado La posibilidad de una isla, el polémico escritor francés Michel Houellebecq narra la historia de un hombre que vive sus últimos años e intenta, mediante el contacto con una secta, alcanzar la inmortalidad. La misma se vale para ello de dos procedimientos: la clonación y el traspaso de la memoria a cada nuevo clon, garantizando así la existencia de un mismo ser de manera inmortal.
Más allá de las diversas e interesantes temáticas que reviste esta obra, cabe destacarse aquí un pasaje en el que Daniel -el protagonista- asiste a una conferencia en la que un profesor de Neurología afirma que el desarrollo de la mente humana se efectúa vía la creación y el refuerzo “químico” de las redes neuronales, planteando a la vez la existencia de un autorreforzamiento general de la red. Dicho fenómeno “podía verificarse tanto en las reacciones psicológicas individuales como en las relaciones sociales: tomar conciencia de los bloqueos los reforzaba; exponer con pelos y señales los conflictos entre dos personas los volvía, por lo general, insolubles” [1]. Según esta perspectiva, entonces, la confrontación con un conflicto no genera su solución sino su refuerzo, por ello se intenta suprimir todo aquello que conlleve algún tipo de reflexión o relación con situaciones conflictivas. Al respecto, en su obra Rewriting the soul, el epistemólogo Ian Hacking sostiene “Cuando la familia abandona, cuando los padres abusan de sus hijos… cuando alguien intenta destruir a otro, nos encontramos con defectos del alma. Pero hemos aprendido cómo reemplazar el alma con conocimiento, con ciencia” [2], es decir, existe una tendencia reduccionista a reemplazar lo atinente al alma vía el conocimiento científico. Tal como lo indica el título de su libro, justamente de lo que se trata es de reescribir el alma. Así, todo encuentra una explicación fisiológica, aunque no por ello, podemos agregar, menos paradójica que el alma misma.
Continuando con su exposición, el neurólogo proyecta un documental basado en historias de veteranos de guerra que no conseguían olvidar lo acaecido, permaneciendo presas del horror que habían vivido. Destaca allí el caso de un anciano que sufría por ello permanentemente, y que guardaba en su armario un “tarrito” con tierra de Vietnam; cada vez que abría aquel, sacaba el tarro y comenzaba a llorar. Este hecho es calificado como estúpido por el expositor, pues al verlo no hacía sino reactivar la red neuronal y actualizar el sufrimiento. Utiliza este caso como ejemplo paradigmático para sostener que el hecho de detenerse en el pasado y volver sobre él incrementa el dolor que conlleva. De este modo, afirma que “en lugar de avanzar, nos echamos tierra encima. Cuando sufrimos por una pena… tenemos que evitar hablar de ello. Los recuerdos inhibidos se desvanecen; puede llevar su tiempo, pero acaban por desaparecer. La red se desactiva” [3].
Así, la solución desde esta perspectiva -ilustrativa de cierta orientación y posición científica actual- es el olvido de los recuerdos dolorosos vía su “desactivación”. Se trata entonces de cierto ideal científico -al cual son afines algunas perspectivas terapéuticas- de supresión del sujeto en el borramiento de la memoria. El mismo se implementa ya sea mediante el despojo de todos aquellos “errores de pensamiento” que ocasionen el recuerdo, o bien mediante el consumo de sustancias que provoquen su bloqueo y funcionen al modo del Soma en El mundo feliz de Huxley. Operarían de alguna manera como aquellos métodos a los que Freud se opuso para el tratamiento de las neurosis de guerra: intensas descargas eléctricas y sugestión para olvidar y volver al campo de batalla, es decir “si el enfermo se había refugiado en la enfermedad huyendo de la guerra, se aplicaban medios para compelerlo a volver de la enfermedad a la salud, vale decir, a refugiarse ahora en la aptitud para el servicio" [4]. Medios a los que Freud critica y que permiten delimitar en él una posición ética totalmente diversa a la sostenida por la moral científica imperante de la época. Cabe interrogar entonces si este modo de condicionamiento permite efectivamente suprimir dichos sucesos o sólo da lugar a un ilusorio desplazamiento que vela al mismo, el cual no deja, a pesar de los intentos, de permanecer allí y requiriendo por ello otro tipo de intervención.
La selección ficcional
Realmente es destacable el lugar que ocupa la temática de la memoria en la cinematografía contemporánea, ya sea para ubicar su pérdida, su recobro o su manipulación. Se trata de los “mnemofilms”, los cuales justamente se centran en la lucha entre la complacencia y el olvido.
El film The final cut se basa no en este último sino en su reverso: los recuerdos, pero fundamentalmente con el mismo objetivo, proceder a su selección a fin de suprimir aquellos que resulten displacenteros. El argumento plantea la existencia de algunos sujetos privilegiados que tienen inserto en sus cerebros un chip que registra absolutamente todo lo vivido. Ahora bien, cuando los mismos mueren, dicho chip pasa a manos de un experto -“cutter”, una suerte de “editor” de recuerdos- que libera al sujeto de aquellos sucesos vergonzosos, íntimos, dolorosos, aburridos o miserables, dejando sólo aquellos pasibles y dignos de mostrarse en la despedida y homenaje familiar. Liberación paradójica entonces, si pensamos que se trata de la edición de una vida convergente con su idealización, en una versión única que se intenta imponer como último recuerdo.
Interesa abordar esta coyuntura pues plantea cómo algo tan privado puede devenir objeto de manipulación pública. Y cómo asimismo las versiones del sujeto son filtradas y engendradas por un tercero.
Tal es el caso -alejándonos ahora de la ficción- de las llamadas “Terapias para recuperar recuerdos reprimidos” o “Terapias de memoria reprimida”, en las cuales los profesionales insertan recuerdos mediante sugestión. Cabe aquí la pregunta por el fundamento de este accionar. En principio se hallaría supuestamente en que aquello “reprimido” retorne, pues si bien el sujeto no recuerda eso traumático que se encuentra bajo represión, eso mismo es lo que afecta su vida, aquello que formaría parte de la memoria reprimida. Así, la solución que revertiría el problema se halla vía hipnosis o mediante la aplicación de un “suero de la verdad”, entre otros métodos al menos inquietantes en materia de ética.
El dilema surgió al demostrarse que, no pocas veces, los métodos utilizados para recuperar dicha “memoria” provocaban el surgimiento de recuerdos o bien confusos, irreales o erróneos (tales como haber padecido situaciones de abuso sexual, o participado en hechos alejados de la moral tradicional) [5]. No obstante, el paciente creía en los mismos, adjudicándoles sin duda verdadera existencia, y portando entonces por ello el “Síndrome de la falsa memoria”, con las consecuencias psíquicas y subjetivas que todo este tratamiento paradójico -y que utiliza de modo paródico términos freudianos- acarrea. Es que la represión teorizada por Freud justamente opera con el fin de desviar las representaciones dolorosas o conflictivas, de atenuar o alejar el displacer, estableciendo una separación entre afecto y representación y en consecuencia tornar a esta última indiferente o nimia. No obstante, Freud ya anticipaba que ese afecto, si bien ya no se hallaba enlazado a aquella, se desplazaría hacia otro lado. Así, el intento por bloquear, reprimir o suprimir el displacer, plantea un imposible que no es sino un desplazamiento de aquello que se seguirá repitiendo e insistiendo ad infinitum de no mediar otro tipo de tratamiento posible. Dicho proceso entonces no permite olvidar, en tanto se recuerda de otro modo en el síntoma, tal como afirma J. Lacan al retomar el clásico ejemplo freudiano que plantea al síntoma como un “monumento” y que “muestra la estructura de un lenguaje y se descifra como una inscripción” [6].
Escrito e invención
“Un día hay vida. Por ejemplo, un hombre de excelente salud, ni siquiera viejo, sin ninguna enfermedad previa. Todo es como era, como será siempre. Pasa un día y otro, ocupándose sólo de sus asuntos y soñando con la vida que le queda por delante. Y entonces, de repente, aparece la muerte” [7]. Así comienza La invención de la soledad, un libro en el que Paul Auster trata el tema de la muerte, de la memoria, así como también de las distintas versiones que construye en torno a su padre muerto. Interesa tomar esta excelente obra en la medida en que ilustra el estatuto traumático que implica justamente la pérdida sorpresiva de un objeto, el encuentro con la contingencia imposible de programar de este acontecimiento y la elaboración del duelo, el cual constituye la reacción, no sin cierta extrañeza, ante esa pérdida. Tal como sostiene Paul-Laurent Assoun “El momento fatídico que “corta en dos” el continuum de su historia -entre el “antes” y el “después” del acontecimiento- es, también, la emergencia en lo real de una cierta verdad de la relación con el otro que, a partir de ese momento, no puede ocultar más… El trauma proporciona una oportunidad -al mismo tiempo reveladora y mortífera- del desenmascaramiento” [8]. Y este ejemplo es justamente “oportuno” para ubicar una coyuntura que da lugar a un tratamiento diverso a aquel que hace a la supresión o desplazamiento de lo displacentero. Ya Freud ha destacado la normalidad del proceso de duelo -en su comparación con la melancolía como patología-, siendo el paso del tiempo su tratamiento. Así es como Auster narra paso a paso como fue elaborando pieza por pieza esta pérdida, no sin autorreproches, dolor y cierta incomprensión. En relación con ello, en un pasaje sostiene que cuando se deshizo de las pertenencias de su padre, eso ha simbolizado el verdadero funeral y dado lugar al surgimiento de la angustia, a la vez que a la comprensión de la pérdida. No obstante, en lugar de evitar referirse a ello con el fin de que “la red se desactive”, es mediante su escrito que él inventa un tratamiento por el escrito que no es ni el borramiento “científico” ni el sentido palabrero de la rememoración psicológica. Es un “saber hacer” con los recuerdos por la letra que bordea creativamente el silencio paterno, de ese padre invisible o desconocido al que la muerte convierte en causa de La invención de la soledad.
Conclusiones
Aristóteles afirmaba al comienzo de su Metafísica que la memoria es la vía mediante la cual se engendra la experiencia humana. Siguiendo a Eric Laurent, podemos afirmar hoy que la traducción -o reducción- de los procesos subjetivos a un fundamento biológico en términos de redes neuronales, como tratamiento de la memoria es inaceptable, en tanto dichas redes no logran ser la expresión de aquellos.
De todos modos, no se trata ni del reduccionismo neurocientífico ni de la psicologización de la memoria. El psicoanálisis nos enseña que no interesa el recuerdo por su exactitud [9] sino como trama simbólica que tiene su punto de gravitación en el encuentro del sujeto con lo real del goce. En todo caso, podemos sostener que se recuerda para bordear aquello imposible de decir.
Así, se trabaja con lo que se intenta desechar, con ese resto irreductible que la perspectiva científica actual no termina de eliminar, a fin de posibilitar una escucha del trauma e interviniendo en una dirección que permita cierto acotamiento de goce. Dicho trabajo no es sin atravesar aquello que viene de lo real vía la angustia, “una angustia que nos responde, una angustia que provocamos, una angustia con la que, llegado el caso, tenemos una relación determinante” [10], y que la ciencia pretende evadir. Pero ese atravesamiento o bordeo es el que justamente marca la diferencia entre la evasión y la responsabilidad, entre la forclusión del sujeto al suprimir sus recuerdos y el “despertar” en el advenimiento del mismo como efecto de un trabajo que no es una mera repetición del recuerdo sino que constituye, al mismo tiempo, una singular invención.
BIBLIOGRAFÍA
Freud, S.; “Duelo y melancolía” en Obras Completas, Tomo XIV, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1979.
Freud, S.; “De guerra y muerte. Temas de actualidad” en Obras Completas, Tomo XIV, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1979
Galiussi, R.; “El mundo feliz: ¿Un mundo sin sujetos?”, en Revista El Sigma, www.elsigma.com, año 2003.
García, G.; Actualidad del trauma, Grama Ediciones, Buenos Aires, 2005.
Hacking, I.; Rewriting the soul, Princeton University Press, New Yersey, 1998.
Laurent, E.; Lost in cognition, Colección Diva, Buenos Aires, 2005.
Soler, C.; L’en-corps del sujeto. Barcelona, España: Ed. Collège clinique de Paris, 2003.
NOTAS
[1] Houellebecq, M.; La posibilidad de una isla, Alfaguara, Buenos Aires, 2005, p. 109.
[2] “When the family falls apart, when parents abuse their children… when one people tries to destroy another, we are concerned with defects of the soul. But we have learned how to replace the soul with knowledge, with science”. Hacking, I.; Rewriting the soul, Princeton University Press, New Jersey, 1998, p. 5.
[3] Houellebecq, M.; op. cit. p, 110.
[4] Freud, S.; “Informe sobre la electroterapia de los neuróticos de guerra” en Obras completas, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1979, p. 211.
[5] Los cuales según Hacking incluyen entre otros hechos y como característica la participación en ritos satánicos que incluyen torturas, sacrificios humanos y canibalismo.
[6] Lacan, J.; “Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis” en Escritos 2, Siglo XXI editores, Buenos Aires, 2002, p. 249.
[7] Auster, P.; La invención de la soledad”, Editorial Anagrama, Barcelona, 1994, p. 11.
[8] Assoun, P-L.; El perjuicio y el ideal, Nueva Visión, Buenos Aires, 2001, pp. 54-55.
[9] Al comienzo de su enseñanza, Lacan ha diferenciado la exactitud de la verdad, así como también ha sostenido la diferencia entre el pasado y la historia, lo cual marca que se trata más bien de cómo se escribe o lee ese pasado que los hechos en si mismos
[10] Lacan, J.; El Seminario, Libro 10: La angustia, Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 69.
Película:La memoria de los muertos
Titulo Original:The final cut
Director: Omar Naim
Año: 2004
Pais: Canada - Alemania
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