1. Spooks
Un hombre mayor conduce su automóvil en un atardecer de invierno. La carretera es sinuosa y ha nevado copiosamente. Lo acompaña una mujer joven, recostada sobre su hombro. De pronto, una camioneta se interpone en su camino. El hombre intenta una maniobra desesperada para evitar el impacto y en el intento vuelca espectacularmente, cayendo sobre un lago semicongelado, en cuyas aguas se hunde irremediablemente.
Luego de esta enigmática escena inicial, la historia nos remonta a otro espacio y a otro tiempo. Es el verano del 1998. Una voz en off nos ambienta en el nuevo escenario: "después de la caída del comunismo pero antes del horror del terrorismo…". Tres estudiantes bromean mientras caminan por el campus de una típica universidad norteamericana.
Colemman Silk se acerca por un sendero e ingresa a un edificio de arquitectura victoriana. La voz en off lo describe como el portentoso decano de la Universidad de Atenas, Massachussetts. Educado en NYU y Oxford, a su regreso de Inglaterra se convirtió en uno de los primeros profesores judíos en enseñar los clásicos. Durante su decanato llevó a Atenas de la mediocridad a la excelencia y en ese ínterin se hizo de amigos y enemigos.
En la escena siguiente, el decano Silk se encuentra al frente de un curso. De pie, ante a su atril inicia su clase con elocuencia: “¡Canten dioses la ira de Aquiles! Toda la literatura europea habla sobre una pelea por hombría”. Observa que la ira de los dioses se debe al malestar de Aquiles por una joven mujer y su cuerpo. El placer de la atracción sexual. “Aquiles, al rehusarse a devolver a la mujer se aisló desafiante fuera de la sociedad misma a la cual protegía. Debía entregarla, devolverla. Es así como el más sensible de los guerreros se enfrenta a la más grande de las guerras. Desde allí comenzaremos hoy”.
Acto seguido, toma el listado de sus alumnos y pregunta: "¿Se encuentra presente la señorita Cummings?". Los estudiantes, atentos a la exposición lo observan en silencio. Nadie responde. Pregunta nuevamente: "¿está en la sala el señor Thomas?". Silencio.
"Hace cinco semanas que han comenzado las clases y todavía no he visto a estos estudianes. ¿Existen, o son espectros (spooks)?"
En la escena siguiente el decano Silk se encuentra sentado en la mesa de la junta de directorio de la universidad. Pero esta vez no preside la sesión, sino que es objeto de cuestionamiento por parte de una junta académica: ¿era usted consciente de la connotación de la palabra spooks cuando se dirigió con este término a los dos estudiantes ausentes? Implacable, una de sus colegas lo interroga: ¿no sabía acaso que ambos estudiantes eran de origen afro-americano? Dada la connotación despectiva que desde los años ´50 tiene la palabra “spook”, el comentario del decano se ha transformado en una inesperada ofensa a la condición étnico-racial de los estudiantes mencionados.
Silk admite estar en conocimiento de tal connotación pero aclara inmediatamente que no tenía manera de saber el origen de estos estudiantes ya que nunca los había visto. Explica que sólo se estaba refiriendo a la característica “ectoplasmática” del término. Toma entonces un diccionario y lee la primera acepción de la palabra spook: “fantasma”, “espectro”. El Profesor sentado a su izquierda toma a su vez el diccionario y lee en voz alta la segunda acepción, en la que consta claramente su carácter despectivo hacia los negros.
Otra colega agrega que una de las estudiantes quedó devastada por sus comentarios. Silk insiste en el hecho de que nunca los había visto. ¡Considere el contexto!, reclama indignado. “En lugar de cuestionarme por lo sucedido, estos estudiantes deberían ser castigados por su ausencia reiterada a clases. Acusarme de racismo no sólo es falso, es escandalosamente falso".
Dicho esto, sale intempestivamente de la sala. Ya en su casa, grita ante su esposa Iris: "¡Renuncio!". Su mujer intenta preguntarle sobre lo sucedido y él le responde exaltado que ha sido objeto de una calumnia, que lo han acusado de racista. Ella lo sigue por la casa intentando tranquilizarlo, recordándole que ha sido justamente él quien contrató al primer profesor negro de la universidad. La mujer se desespera, sugiere posibles estrategias para dar una batalla legal. Pero en un instante se detiene abruptamente. Siente que algo anda mal dentro suyo. Silk la abraza, pero ya no hay nada que hacer. Iris sufre una embolia masiva. Se desvanece y muere dos horas más tarde en los brazos de su esposo.
Seis meses después, el ex-decano Silk conserva intacta su indignación. Quiere que alguien escriba sobre lo sucedido, que alguien deje testimonio de lo que califica como el asesinato de su esposa. La describe como una luchadora, una mujer fuerte. "Pero la estupidez fue demasiado grande incluso para una mujer como Iris. Y todo en nombre de lo políticamente correcto".
Convoca entonces a un escritor, ante quién ratifica: "mataron a la persona equivocada por apenas una palabra". Pero su interlocutor le sugiere que sea él mismo quién escriba la historia, interpelándolo acerca de cómo se denomina en la tragedia griega al momento en el cual un personaje se da cuenta que nada era como pensaba. Es allí que Silk responde peripeti o peripetia. Y concluye: “ese soy yo”.
2. Peripecia
La interpelación del escritor resultará premonitoria. Una peripecia no es otra cosa que la mudanza súbita, la precipitación de un cambio de posición del sujeto respecto de su entorno, la caída abrupta de una certeza largamente acunada. En el drama o cualquier otra composición análoga, designa la mudanza repentina de situación debida a un accidente imprevisto que cambia el estado de las cosas.
El exdecano Silk y el escritor comenzaron una fecunda amistad. En uno de sus encuentros el escritor descubre la foto de una joven mujer. Curioso, interroga a Silk acerca de ella. La historia se remonta entonces a los tiempos en los que Silk era un estudiante universitario. En aquellos años conoció a esta jovencita de familia Irlandesa con la que inició una intensa relación. Después de un tiempo, establecen la mutua promesa de compartir sus vidas y Silk decide invitarla a conocer a su familia. Se devela así un secreto que golpea al espectador.
Llegan a la puerta de la casa materna, y para sorpresa de la joven muchacha, atiende una mujer negra. Se trata de la madre de Coleman Silk. Si bien el encuentro se desarrolló dentro de un clima correcto, en el viaje de regreso la joven no cesó de llorar. A pesar del profundo amor que la ligaba a Silk, no se sentía capaz de relacionarse con una familia negra. Ese fue el final de la relación.
Conmovido por este hecho y a sabiendas de que la escena se volvería a repetir, Silk toma una drástica determinación. Regresa a su casa y se despide para siempre de su madre y de su hermana. Su familia negra desaparecería de su vida.
Nadie supo nunca su secreto. Comenzó una nueva vida sin mirar atrás fingiendo un vago origen judío sefaradí para disimular su tez ligeramente oscura. Pertrechado en esta negación sigue adelante con una farsa que está dispuesto a sostener de por vida. Sin fisuras.
Hasta que esa mañana, en una clase universistaria, lo reprimido se abre camino y retorna en la palabra “spooks”. Espectros, fantasmas de su pasado que lo asaltan en medio de la referencia al invencible Aquiles. Dos estudiantes negros a los que nunca pudo ver. Un hombre y una mujer largamente ausentes que Silk convoca sin respuesta una y otra vez. Spooks, resulta así la admirable condensación de “negros” y “espectros”. Se trata de una apelación inconsciente a sus padres largamente negados.
Ello explica la virulencia con que reacciona ante la acusación inicial y su incapacidad para hacerse responsable por lo sucedido. Responsable viene del latin respondere, responso, “responsable es aquél del que se espera una respuesta”. Pero no se trata en esta dimensión de una respuesta calculada y consciente en el plano de lo “políticamente correcto”, sino de una respuesta allí donde el sujeto se ve confrontado realmente con sus puntos ciegos respecto de la diferencia.
Epílogo
Esa es entonces la verdadera peripecia de la diversidad. No el manejo calculado de la diplomacia multicultural, sino el giro radical que se espera de un sujeto respecto de sus propias limitaciones. Como lo anticipamos al inicio, la caída vertiginosa de aquellas certezas largamente acunadas. La responsabilidad frente a las diferencias no radica entonces en una prolija farsa respecto de la tolerancia. Se trata del desafío que nos lleva más allá de todo ejercicio intelectual. Siguiendo la metáfora del film, peripecia es el nombre que podríamos asignarle a ese cambio de posición que se espera de un sujeto.
Sufrimiento, dolor y acto, se presentifican en ese instante en que el personaje se ve súbitamente confrontado con su historia.
Para Colemman Silk, el encuentro con su pasado resultó demasiado. No pudo con ese espejo. El dolor y el sufrimiento irrumpieron en él, pero se agotaron en la figura de una culpa desplazada y atribuida a terceros circunstanciales. La dimensión del acto, la verdadera confrontación del sujeto con su identidad, permaneció ausente. Sumergida una vez más en las heladas aguas de aquella repetición largamente anticipada. [1]
NOTAS
[1] Texto escrito en colaboración con Juan Jorge Michel Fariña
Película:La mancha Humana
Titulo Original:The Human Stain
Director: Robert Benton
Año: 2003
Pais: Estados Unidos - Alemania - Francia
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