Uno a uno, todos nos convertiremos en sombras. Es mejor pasar a ese otro mundo impúdicamente, en la plena euforia de una pasión, que irse apagando y marchitarse tristemente con la edad. ¡Cuánto tiempo has guardado en tu corazón la imagen de los ojos de tu amado diciéndote que no deseaba vivir! Yo no he sentido nada así por ninguna mujer, pero sé que ese sentimiento debe ser amor. Piensa en todos los que alguna vez han vivido desde el principio de los tiempos, y en mí, transeúnte como ellos, fluctuando también hacia su mundo gris como todo lo que me rodea. Este mismo sólido mundo en el que ellos se criaron y vivieron se desmorona y se disuelve. Cae la nieve. Cae sobre ese solitario cementerio en el que Michael Furey yace enterrado. Cae lánguidamente en todo el Universo y lánguidamente cae, como en el descenso de su último final, sobre todos los vivos y los muertos.
James Joyce (monólogo final de Gabriel Conroy, en Dublinenses, citado por Almodóvar en La habitación de al lado)
Cuando alguien ingresa en la sala de cine a ver “La habitación de al lado”, espera que la película trate sobre eutanasia, muerte digna y otras serias y acuciantes cuestiones de la bioética tradicional. Como se trata de un film dirigido por Pedro Almodóvar estamos dispuestos a ver una gran obra. Y no nos equivocamos: es un film exquisito, enorme.
Sin embargo, no trata tanto de eutanasia o de muerte digna, si por tal cosa entendemos el procedimiento por el cual un ser humano accede a la decisión de poner fin al sufrimiento causado por una enfermedad incurable. El film va más allá. Quizás más allá de lo que el mismo Almodóvar alcanzó a percibir de su obra.
De hecho, en eso reside el talento del artista, quien, tal como lo indicó Freud, sabe extraer de sus fantasías inconscientes el material para sus obras. Un material que tras la imagen o el relato explícito siempre acarrea resonancias no tan evidentes.
La habitación de al lado apunta hacia algo más que la experiencia de acompañar a quien ha decidido poner un punto final al dolor. La encrucijada a la que el film nos arroja es el triste espectáculo de asistir al vertiginoso deterioro del planeta tal y como hasta ahora lo conocimos.
El paisaje natural que rodea la casa en la que transcurren esos tan especiales días nos da una pista en ese sentido. El paisaje es casi un personaje más del film. Un enorme trabajo visual que hace brillar la naturaleza, ya se trate de árboles, plantas, frutos, cuerpos, rostros, costas, mar, lluvia… Y la nieve, presente en un pasaje de los relatos Dublinenses de James Joyce citado en más de una oportunidad a lo largo del film [1]. Y no por capricho o casualidad. Ese entorno sintoniza la vibración por donde la muerte deja de ser “la mala de la película” para dotar a la vida del color del don y la gratitud.
Con ese trasfondo, Almodóvar nos ofrece todas las pistas para formular una bioética del estrago contemporáneo. Por eso la trayectoria como corresponsal de guerra de Martha; la relación con su hija y su peculiar elección vocacional. Por eso la referencia a Bosnia y otros sitios del horror humano. Eso explica el diálogo de estas dos mujeres que, entre muchas otras experiencias, estuvieron –cada una en su momento– con el mismo hombre: un experto en cambio climático que dicta conferencias sobre la debacle que sufre la salud del planeta.
Es que la ocasional presencia de este personaje masculino amargado, derrotado, hace que –en un diálogo sublime– Ingrid exprese, a partir de su experiencia singular, un punto clave y sorprendente. Cómo y dónde posicionarnos ante el crimen que el ser humano está infligiendo al planeta y por ende a sí mismo.
Podríamos concluir diciendo que la locura (sin metáfora) que hoy padece el planeta, habida cuenta de la renegación de la catástrofe climática y bélica, coincide con el visceral rechazo a nuestra condición finita. Por desconocer todo límite, la vida se transforma en un bien de consumo. Estamos en La habitación de al lado. Y no sabemos de qué lado de la puerta.
NOTAS
[1] El relato de Joyce "Los muertos", cuyo monólogo final hemos incluido como epígrafe de este artículo, opera como mis en abyme. La expresión francesa “mis en abyme”, es un concepto que refiere a una obra al interior de otra, cuando la segunda establece un diálogo con la primera y arroja una nueva luz sobre ella. Una película dentro de una película, una obra de teatro dentro de otra –como la célebre play scene de los comediantes en Hamlet, que termina delatando al asesino del Rey. En este caso, un pasaje literario dentro de una película, para invitarnos a reflexionar, sobre el sentido de la finitud de la vida.
Película:La habitación de al lado
Título Original:La habitación de al lado
Director: Pedro Almodóvar
Año: 2024
País: España
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