La flor en la boca

por Luis Camargo

El hombre de la flor en la boca [1]

"El epitelioma basocelular es el tumor maligno más frecuente de la piel. Su histogénesis se relaciona con la exposición a los rayos solares, por lo que su mayor incidencia se da a nivel de la cara. Normalmente la dermis actúa como factor de resistencia a la invasión del tumor, pero en ciertas zonas el crecimiento es rápido y se manifiesta a partir de una ligera mancha que delata una invasión masiva en profundidad. Por su cercanía a órganos vitales, sobre todo en lesiones extremas, se abre la disyuntiva de si optar o no por una intervención quirúrgica.”

Definición de Enciclopedia Médica

El azar reúne a dos desconocidos en medio de la noche. Están en un mísero café de un pueblo de provincia y una sombra ronda la conversación: algo no nombrado que sin embargo acecha imprimiendo a la escena la marca de lo ominoso. La obra teatral del dramaturgo italiano Luigi Pirandello, publicada en 1926, es la ocasión para reflexionar sobre aquello que no tiene representación posible en el psiquismo humano: la propia muerte. Este cortometraje de Luis Camargo, versión libre de aquel magistral texto teatral, supone un desafío estético y ético. La pregunta crucial acerca de si estamos o no a la altura de nuestras decisiones existenciales.

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COMENTARIOS

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Mensaje de Úrsula Schneider  » 11 de marzo de 2023 » psicurs@gmail.com 

“Lleva usted la muerte encima”, dice el personaje. Sin duda este corto abre un amplio debate alrededor de la anticipación de la posibilidad de muerte del sujeto, esa posibilidad que es su posibilidad más propia, como dice Heiddegger. Esta escena me remite a un apartado de M. Blanchot (1992), de su libro El espacio literario, que se titula ¿Puedo morir?, allí Blanchot dice respecto a la muerte: [...[ pareciera que al menos un acontecimiento es seguro: vendrá sin que nosotros nos acerquemos, sin trabajo y sin preocupación, sí, vendrá. Es cierto, pero al mismo tiempo no es cierto, y justamente es posible que no posea esa verdad, al menos esa verdad que experimentamos en el mundo, que es la medida de nuestra acción y de nuestra presencia en el mundo. Lo que me hace desaparecer del mundo no puede encontrar en él su garantía; entonces, de algún modo, es sin garantía, no es seguro. Así se explica que nadie esté ligado a la muerte por una certeza verdadera. Nadie está seguro de morir, nadie pone en duda la muerte, pero, sin embargo, no se puede pensar en la muerte cierta más que dudosamente, porque pensar la muerte es introducir en el pensamiento lo absolutamente dudoso, el desmoronamiento de lo no-seguro, como si para pensar auténticamente la certeza de la muerte debiéramos dejar que el pensamiento se abismase en la duda y lo inauténtico, o aún, como si cuando no esforzamos en pensarla, debieran quebrarse, más que nuestro cerebro, la firmeza y la verdad del pensamiento. (p. 83)
Pienso algunos interrogantes: ¿El epitelioma liga al sujeto a la muerte como certeza verdadera o algo de su aspecto dudoso puede permanecer? ¿Cuál es el espacio clínico a construir con aquel a quien la posibilidad de morir se le ha presentado de manera más certera?¿Cómo acompaña el psicoanálisis a quien lleve "la muerte encima"?
Hermoso corto.
¡Saludos!

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