Resumen:
El presente escrito pretende desarrollar algunos argumentos desde la corriente del Psicoanálisis en torno de la construcción de la subjetividad, especialmente en el proceso adolescente poniendo la mirada en la participación de instituciones como la familia y la escuela en dicho proceso. Desde una mirada clínico analítica del largometraje “La Familia Bélier” se podrá pensar además cómo la relación en consonancia o disonancia entre la familia y el mundo social más amplio pueden representar factores que facilitan u obstaculizan el avance en el desarrollo subjetivo y consolidación de la identidad autónoma. En este sentido, algunas reflexiones sobre la inclusión social y el respeto por la diversidad humana permiten alertar sobre los efectos en la construcción subjetiva cuando la igualdad de oportunidades no queda garantizada para todos los seres humanos.
Palabras clave: familia | mundo social | adolescencia | subjetividad
Adolescence Between Silences that Make Noise and Songs that Weave Sounds
Abstract:
This paper intends to develop some arguments from the current of Psychoanalysis about the construction of subjectivity, especially in the adolescent process, focusing on the participation of institutions such as the family and the school in this process. From a clinical-analytical viewpoint of the feature film "The Bélier Family’’, it will also be possible to think about how the relationship in consonance or dissonance between the family and the wider social world may represent factors that facilitate or hinder progress in subjective development and consolidation of autonomous identity. In this sense, some reflections on social inclusion and respect for human diversity allow us to warn about the effects on subjective construction when equality of opportunities is not guaranteed for all human beings. .
Keywords: family | social world | adolescence | subjectivity
La potencia artística del cine tal como plantean Michel Fariña y Tomas Maier (2016) radica entre otras virtudes, en que se constituye en una extraordinaria experiencia de pensamiento y acción. Así entonces los autores sostienen que, el cine en tanto creación artística constituye un relato donde el espectador que se sumerge en dicha experiencia puede interpretar y recomponer lo que acontece a partir del registro de diferentes elementos tales como los indicios y detalles, que no estaban dispuestos de antemano. Lo anterior da fundamento a la metodología de la lectura clínico analítico de películas (Michel Fariña y Laso 2011) que consiste en abordar un relato cinematográfico a partir de participar de la experiencia del mismo sin dar como supuesto el dato a investigar sino dejarnos tomar por lo que ofrece y conjeturar a partir de dicha experiencia.
Al igual que la respuesta dada por el artista Pablo Picasso [1] al referirse a su proceso creativo “A mi modo de ver, buscar no quiere decir nada en pintura, lo importante es encontrar” (De Sayas, 1923) y aplicando en esa línea el método mencionado antes, seleccioné algunos recortes de un film que elevo mi capacidad de asombro y disfrute de lo estético. ¡Cuánto dicho en cada escena del relato en tan pocas palabras! Encontré en esta trama desarrollos teóricos sobre la subjetividad transmitidos no ya de modo científico sino artísticos. He aquí otra de las virtudes del cine en tanto arte.
La película seleccionada sin pretender explicar procesos psíquicos (para eso está la Psicología), pone al espectador frente a relatos que dan cuenta de los avatares de la construcción de la subjetividad a la vez que puede interpelar sobre aspectos éticos que podrían estar invisibilizados en el transcurrir de la cotidianeidad de sus vidas, constituyéndose entonces, en un buen criterio para mi selección. Tal como plantean Eduardo Laso y Juan Michel Fariña (2011) un buen film se vale de sus especiales recursos para hacernos experimentar situaciones, introducirnos en un problema y llevarnos a pensarlo.
Me permití formular algunas preguntas que según entiendo podrían quedar contestadas en esta película: ¿Qué nos enseña respecto del proceso adolescente y las condiciones que se deben dar para la afirmación de un yo autónomo, la consolidación de la identidad, la emergencia de deseos y los avatares para su realización?,¿Cuál es la importancia de instituciones externas a la familia en los procesos necesarios para que la subjetivación continúe su marcha en el pasaje de la vida endogámica a la exogamia, es decir, qué aportan los otros de la socialización secundaria para transitar etapas evolutivas que facilitan los procesos psíquicos en el pasaje de la identidad infantil a la madurez? Y por último, ¿Que tiene para decirnos en este caso el cine respecto de vivir en un mundo donde quede garantizado el derecho por la igualdad entre los seres humanos, logrando el acceso igualitario a las condiciones que propicien la emergencia proyectos de vida basados en el respeto por la singularidad, la emergencia de deseos y su consecuente realización?.
La Familia Belier
El film seleccionado en este trabajo es “La Familia Bélier”. Es una película francesa del año 2014 dirigida por Éric Lartigau. [2]
En este relato encontré claras respuestas respecto del aporte de las instituciones externas a la familia en la construcción de la subjetividad y la formulación de enunciados que dan voz a la identidad del personaje principal. También creo que interpela a los espectadores respecto del paradigma social de discapacidad basado en el respeto por las diferencias. Este modo de pensar a la discapacidad es descrito por Agustina Palacios (2008) con las premisas de que toda vida humana es igualmente digna, que las causas de la discapacidad son preponderantemente sociales, que las personas con discapacidad tienen mucho para aportar a la sociedad y que su contribución será en la misma medida que lo que aportan las personas sin discapacidad. Estas premisas de la diversidad como valor y el respeto por la singularidad como principio ético ineludible se muestran en tensión en el relato en cuestión.
Una breve síntesis de la trama argumental de la película dará marco a recortes posteriores que permitirá el análisis que propongo en este trabajo para argumentar las respuestas antes planteadas.
Los Bélier son una familia compuesta por la pareja de padres y dos hijos: Paula de 16 años y su hermano menor. Residen en una zona rural de Francia en las afueras de París y trabajan llevando adelante una granja en la que crían animales, producen quesos y leche que venden en la feria de su pueblo. La particularidad de esta familia es que todos a excepción de la protagonista Paula, son sordo mudo. La joven ocupa un lugar preponderante en la dinámica familiar ya que es quien hace de intérprete especialmente entre sus padres y otras personas externas a la familia.
Paula concurre a la escuela y allí decide anotarse en una propuesta optativa donde los jóvenes estudian canto. Pronto el profesor descubre sus capacidades para cantar, a la vez que la joven confirma este interés como algo del orden de su deseo. Mientras ensayan para cantar en un evento escolar, su docente le propone además participar de un concurso en París. Ella decide concurrir a esa audición, además de querer seguir estudiando allí. Esta decisión pone en tensión la armonía familiar porque este proyecto implica cambios al interior de la familia. A partir de una decisión del alcalde de autorizar la construcción de una industria láctea que competirá con los pequeños productores de la zona, el padre de los Bélier decide postularse como alcalde para asegurar la fuente de trabajo de las familias del lugar. Esto aumenta la tensión ya que la joven se ve sobreexigida entre las demandas familiares, laborales y ahora políticas (acompañar la campaña propagandística de padre) y sostener su escolaridad y ahora su deseo de “ser cantante”.
Algunos conceptos y que nos acercan a La Familia Bélier
La corriente del Psicoanálisis al proponerse explicar el proceso de construcción de la subjetividad ubica como funciones determinantes la de la familia y la del campo social representado por instituciones externas al ámbito familiar. Así, conceptos como socialización primaria y secundaria, endogamia, exogamia insisten a la hora de explicar a la subjetividad como un punto de llegada tras avatares de identificaciones sucesivas por la influencia de otros sujetos sobre el niño que se inscribe en un grupo social.
La familia humana es entendida desde la corriente del Psicoanálisis como una estructura compleja que no puede ser reducida al hecho biológico. Las funciones materna y paterna exceden desde el comienzo de su puesta en marcha al parentesco sanguíneo. La cultura introduce una nueva dimensión en la realidad social y en la vida psíquica, y esta es especifica de la familia humana (Lacan, 2003). Piera Aulagnier (1993) plantea que el proceso de subjetivación se da en un espacio familiar conformado por la pareja de padres y el niño. Ese espacio en el que el sujeto se forma lo conceptualiza como “el espacio en el cual el Yo (Je) puede advenir”. Para esta autora además del espacio familiar cobra importancia la influencia de lo social y cultural sobre la pareja de los padres y por ende en el psiquismo del niño. Conceptos centrales con el que Aulagnier se refiere a estos procesos son los de: “contrato narcisista”, “el discurso del conjunto” y “proyecto identificatorio”.
El contrato narcisista remite a un pacto entre el niño y el grupo en el que se inscribe y que lo irá objetivando con los significados propios de este grupo social. La relación de los padres con este deja la huella de la relación de los padres con el grupo social del que forman parte. El discurso social proyecta sobre el niño la misma anticipación que la que caracteriza al discurso parental, antes de nacer el grupo habrá pre catectizado el lugar que ocupará, con la esperanza de que transmita el modelo sociocultural. A su vez el niño buscará en ese discurso referencias que le permitan proyectarse hacia el futuro para evitar la pérdida de soporte identificatorio de la pareja. Así lo expresa Aulagnier (1993) “Al adherir al campo social el sujeto se apropia de una serie de enunciados que su voz repite; esta repetición le aporta la certeza de la existencia de un discurso en el que la verdad acerca el pasado está garantizado con el corolario de la creencia en la posible verdad acerca de las previsiones sobre el futuro” (p.162).
El “discurso del conjunto” entonces refiere al grupo social del que la familia forma parte. Es el conjunto de las voces presentes que están integradas por aquellos sujetos que tienen una lengua en común, regidos por las mismas instituciones e ideología. Este conjunto comparte ciertos enunciados que dependen de cada cultura, acerca del fundamento del grupo social. Son enunciados acerca de la realidad del mundo, que hacen a la cosmovisión del grupo. La importancia de este discurso es que le ofrece al sujeto una certeza sobre su origen necesaria para la dimensión histórica propia del proceso de subjetivación e indispensable también para el proceso identificatorio, que le permitirá al Yo en construcción alcanzar el umbral de autonomía exigido para su funcionamiento. Lo que el conjunto ofrece al sujeto singular inducirá a transferir una parte de su apuesta narcisista catectizada en su juego identificatorio sobre el conjunto que le promete una prima futura de placer. El sujeto puede representarse así un tiempo venidero en que sabe que ya no tendría cabida como la prolongación de sí mismo y de su obra gracias a la ilusión de que una nueva voz dará vida a su propio discurso y que de esta manera podría escapar al veredicto del tiempo (la muerte). La calidad y la intensidad de la catectización presente en el contrato que une a la pareja parental con el conjunto, al igual que la particularidad de las referencias y emblemas intervendrán en el espacio en el que el yo del niño debe advenir (Aulagnier, 1993).
¿Cuál es el discurso del conjunto del que participa esta familia y que la voz de Paula repite y sostiene en su contrato?
La familia conforma un pequeño grupo de personas sordomudas con excepción de Paula que con las competencias del habla y la lengua de señas participa de este grupo siendo activa intérprete mediante lengua de señas entre su familia y el mundo externo a ella.
El discurso sostenido es el llevar adelante la vida juntos, que todos son una unidad inseparable y aportan cada uno de ellos al sostén económico y afectivo de este grupo. El mundo de los parlantes y oyentes entra a esta familia mediatizado por Paula y no parece ser motivo de conflicto en un primer momento del relato. La apertura e inclusión en la sociedad de Los Bélier se da en los diferentes ámbitos, así actividades humanas como salud, educación, trabajo, política: se resuelven con la mediatización de Paula. La joven alterna su concurrencia a la escuela secundaria con actividades de cuidado de animales en la granja, interpretando a la madre y los clientes en la comercialización de los productos, interpretando a los padres en reuniones con integrantes del pueblo que debaten sobre decisiones políticas.
El relato ofrece una escena por ejemplo donde Paula participa de la consulta ginecológica de su madre (presenciada también por su padre) interpretando mensajes que hacen a la intimidad de la pareja sobre sus relaciones sexuales, soportando la complicidad explicita de la pareja y cargada de detalles sobre la vida sexual que incomodan a la hija adolescente. Escenas como esta anticipan la tensión entre el discurso de este grupo sostenido como verdad en la vida infantil de la protagonista y su lugar en ella a partir del contrato que les dio identidad a cada integrante. El discurso del conjunto que subjetivó a Paula entra en tensión de modo gradual, en el relato y esta escena podría ser una anticipación de un segundo momento que cuestiona la verdad de estos enunciados que podrían traducirse así “sos de las nuestras en tanto partícipes de nuestros deseos”, “sos de las nuestras en tanto conserves tu identidad infantil “, “el mundo está dividido entre los oyentes y no oyentes vos sos de este mundo, del de los no oyentes”, “el trabajo nos sostiene y es la marca de nuestra familia…”
El discurso del conjunto extra familiar y la escucha de la voz del deseo
Paula participa de la vida escolar sin que quede visibilizado el lugar que ocupa en esta familia, hasta que se inscribe en una propuesta curricular optativa de “canto”, espacio donde su profesor señala las cualidades de su voz, seleccionándola para cantar en dúo con un chico que le gusta en un evento escolar. Los ensayos se constituyen en una oportunidad para la emergencia y confirmación del deseo por el canto que inicialmente la condujo a elegir tal propuesta. Le gusta cantar, aunque esto la asusta y sospecha que ciertas verdades sostenidas en el mundo familiar entran en tensión. A la vez que la joven debe dedicar más tiempo a sus tareas escolares “ensayar y prepararse para la participación en una audición que la requerirá en París, el Sr. Bélier decide postularse como alcalde por lo que Paula está más convocada en su función de “intérprete familiar” ya que debe participar de filmación de spots y entrevistas propagandísticas de la campaña de su padre, entre otras exigencias de la vida hogareña y comercial…Esta disonancia entre las voces que empieza a escuchar Paula desde lo social representado ahora por el ámbito escolar y el discurso familiar que se repite “literalmente como una coda” [3] proponen un escenario de tensión y ruptura. Así, vemos a los integrantes de la familia en conflicto, especialmente a la madre quien explicita en reclamos y confesiones su posición de no querer participar de un concurso y quizás un proyecto de vida (estudiar canto en París), que la requiera lejos de casa. Queda expresado su sentir frente al hecho de ser sordo muda y tener una hija “diferente” con mensajes dirigidos a Paula tales como: “Cuando me enteré que no eras sorda, llore”, “Nunca soporté a los que escuchan”. La disonancia entre los discursos queda de manifiesto cuando Paula cuestiona la voz familiar expresando su posición frente a esta “¿Estaré condenada a vender quesos toda la vida por no haber tenido la suerte de ser sorda?”
La adolescencia y una segunda oportunidad para Paula
Peter Blos (1979) en continuidad con conceptualizaciones de Margaret Malher sobre el primer proceso de individuación aporta la noción de segundo proceso de individuación en la adolescencia donde se dan movimientos intrapsíquicos tendientes a una mayor organización yoica. Así lo refiere Blos “Si el primer proceso de individuación es el que se consuma hacia el tercer año de vida con el logro de la constancia del self y del objeto, propongo que se considere la adolescencia en su conjunto como segundo proceso de individuación. Ambos períodos comparten la mayor vulnerabilidad de la organización de la personalidad, así como la urgencia de que sobrevengan en la estructura psíquica cambios acordes con el impulso madurativo. Por último, aunque esto no es menos importante que lo anterior, cualquiera de ellos que se malogre da lugar a una determinada anomalía en el desarrollo (psicopatología) que corporiza los respectivos fracasos en la individuación. Lo que en la infancia significa ‘salir del cascarón de la membrana simbiótica para convertirse en un ser individual que camina por sí sólo’ (Mahler, 1963), en la adolescencia implica desprenderse de los lazos de dependencia familiares, aflojar los vínculos objetales infantiles para pasar a integrar la sociedad global, o simplemente, el mundo de los adultos” (p.118).
Una característica importante que destaca Peter Blos (1979) en ese segundo proceso de individuación es que se produce una regresión pulsional al servicio del desarrollo: se regresa a lo infantil con una dotación yoica con más recursos y estable de la que tenía el niño pequeño. De esta manera, y a diferencia del niño, el adolescente posee, junto al anhelo de gratificación pulsional y yoica, un Yo auto-observador ligado a la realidad que se mantiene intacto, lo que hace que pueda ir resolviendo de manera reestructurante los conflictos y fijaciones pendientes. Así entonces, el cometido del Yo es antes que nada patentizar la capacidad de tolerar y sostener lo conflictivo, resolviendo todo aquello pendiente desde la niñez. Niñez que, como parte de un proceso irreversible, se debe “completar” y “cerrar”. Así es que esta segunda oportunidad de integración psíquica debe darse cabalmente para dejar atrás a la identidad infantil.
El encuentro con una oferta que se catectiza como un objeto de deseo ¿diferente? al de su grupo familiar y que viene del campo social marca para Paula un viraje en sus decisiones por las que se opone a las demandas de la vida endogámica. La trama construida en el seno familiar se desordena pero no sucumbe. No sin angustia, la familia se reposiciona buscando estrategias (que vienen del lado del hermano y del padre) para que Paula sea consecuente con su deseo (ensayar, cantar, ir a estudiar a París). Esto ocurre a partir de que la joven puede hablar su propio discurso y enunciar algo del orden de una nueva identidad. Una identidad más acorde a un yo reestructurado y con mayor organización tal como lo conceptualiza Peter Blos al hablar de la segunda individuación de la transición adolescente y los conflictos pendientes de la infancia, representados en mi lectura por el hecho de que la joven se sostuvo fiel al discurso familiar que operó como certeza incuestionable hasta que “escucho su voz” en el coro escolar. Los signos de interrogación al postular el deseo de Paula, traslucen alguna hipótesis personal sobre Paula y la realización de un deseo inconsciente de sus padres, especialmente de la madre “ser escuchada por otros por el canal del canto”. Así entonces, la hipótesis no sería oponerse al deseo familiar, sino más bien concretarlo, hacer lo que su madre no puede.
En este punto cabe referir la noción de proyecto identificatorio que posibilita el movimiento señalado arriba.
Piera Aulganier (1993) concibe al Yo con el rasgo de la posibilidad de historizar. Proyecto identificatorio refiere a la autoconstrucción continua del Yo necesaria para proyectarse en un movimiento temporal, proyección de la que depende la propia existencia del yo. El yo advenido designa como condición un yo supuesto capaz de asumir la prueba de la castración. La imagen de un yo futuro se caracteriza por la renuncia a los atributos de la certeza. Represente a lo que el yo espera devenir, debe poder designar su objeto en una imagen identificatoria valorada por el sujeto y por el conjunto o subconjunto cuyos modelos el privilegia. La posibilidad del yo de catectizar emblemas identificatorios que dependen del discurso del conjunto y no ya del discurso de un único otro es coextensiva con la modificación de la problemática identificatoria y la economía libidinal después de la declinación del complejo de Edipo. A partir de este momento nuevas referencias modelaron la imagen a la que el yo espera adecuarse. Así, el proyecto identificatorio en la adolescencia implica la construcción representacional de un saber propio que elabora los enunciados que constituyen las piezas inaugurales del tejido identificatorio, y permite la resignificación de estados anteriores habilitando la proyección de futuro como búsqueda autónoma de nuevas significaciones.
El trabajo adolescente constituye así uno de los escenarios privilegiados en el cual se juega este proceso de reelaboración identificatoria que representa una tensión entre lo heredado y la invención potencial de lo nuevo, entre lo instituido e instituyente, entre un tiempo anterior y la serie actual. Según Green (1993), las transformaciones propias de la adolescencia cuestionan el equilibrio psíquico y la organización temporal establecida, habilitando oportunidades de modificación de las huellas mnémicas ya inscritas.
Paula puede esbozar un proyecto identificatorio no ya acorde al discurso de un único otro (como el familiar), sino en consonancia con el discurso que excede lo familiar a la vez que transforma así las voces nuevas que sostendrán la vida familiar. El mundo de los que escuchan se tornará menos insoportable porque Paula lo integra. Queda cuestionado y quizás modificado el discurso familiar en relación a la función de los hijos en el sostenimiento y continuidad de la identidad de Los Bélier como unidad. Paula inaugura nuevas certezas en el discurso familiar en este segundo proceso de individuación y su nuevo posicionamiento facilita la apertura de la familia a un mundo diferente o temido a partir de la condición de sordera de esta. El discurso del conjunto podría ser ahora: el afuera trae lo que en la familia no está, algo del afuera es valioso en tanto los hijos pueden ir por ello, ser diferentes no implica separarnos…
La escuela, un coro de voces que integran, interpelan y amplían discursos del conjunto
Los procesos explicados hasta aquí disparan la pregunta por la necesariedad de la convergencia de instituciones fundantes de la subjetividad como lo son la familia y otras instituciones que dando marco al discurso familiar subjetivante, a la vez lo interpelan haciendo su aporte específico y favoreciendo aquellos proyectos identificatorios que orientan los enunciados que consolidan identidad.
El rol de la familia y de otros representantes del medio extrafamiliar ejercen su influencia cualitativamente variable en diferentes etapas vitales de los sujetos, en los procesos de individuación cada vez más integrales en el transcurrir de la niñez y adolescencia. La escuela es una institución que con el objetivo de garantizar el acceso a la cultura participa del proceso de construcción de la subjetividad. Silvia Schelmenson (2000) describe la particularidad de la función de la escuela diferenciándose de la familia. Explica que el completamiento del aparato psíquico no se agota en la familia y que si así fuera estaríamos en presencia de una situación de empobrecimiento y repetición que lo llevaría a la involución y el estatismo. La autora citada lo expresa así: “La televisión, la radio, los diarios, la presencia de «los otros» en la escuela a la que el niño concurre diariamente, imponen la vigencia de la existencia de otro espacio, el societal, que en el niño queda representado por esta institución obligatoria a la que todos los niños del mundo se integran: la escuela. Concurrir a ella es poner a prueba aspectos básicos del proyecto familiar e incorporar las diferencias de sus elementos fundantes. Cada uno de los niños reelabora en su interior una nueva representación psíquica de sí mismo que, mediante la confrontación de realidades e historias, permite poner en acción la enunciación individual de un proyecto futuro” (Schelmenson, 2000, pp.86,87). La escuela es entonces un espacio inicial de integración social, de puesta a prueba de lo conocido y de una imposición violenta de lo diferente”
Si bien se refiere aquí al ingreso a la escolaridad primaria, entiendo que su función se extiende este segundo proceso de individuación explicado antes en la etapa adolescente, donde referentes de identificación del campo social relevan a las figuras parentales propias de la identidad infantil.
El relato del film muestra los emblemas identificatorios que Paula toma del afuera de su espacio familiar y que le permite enunciar un proyecto identificatorio más alineado con su deseo, que claramente no es ser vendedora de quesos de la granja familiar, ni intérprete de la lengua de señas. Estos emblemas son aportados a partir de la figura de un docente del coro escolar que desde su rol en la institución favorece la emergencia y confirmación de enunciados que portan la voz de la joven. En el seno de la familia Bélier ser cantante no constituía una oportunidad ni posibilidad para Paula.
Sobre las diferencias, los diferentes y… “soportar a los que escuchan”
(“Ella me observaba ayer, ansiosa, confundida, mi madre… Como si lo notara, realmente sospechaba: ¡Escucha!”)
Considero que este tiene mucho para decirnos sobre las diferencias entre los seres humanos. Los Bélier se presentan como una familia amorosa, que conviven en armonía y colaboración entre ellos, participando de la vida social a través del trabajo y la política. ¿Por qué los Bélier resistieron la decisión de su hija? Más allá de los gestos que evidencian amor entre ellos creo que el hecho de vivenciar como “diferentes” en el mundo de los oyentes operó como conflicto para facilitar la salida exogámica de Paula. La vivencia de “ser diferentes” carga con la connotación negativa de anormalidad. Carlos Skliar (2008) al respecto refiere que se confunde la noción de “diferencias” con “los diferentes”: Lo expresa de la siguiente manera: “Los ‘diferentes’ son sujetos señalados y apuntados, cuya descripción resulta de un largo proceso de construcción e invención diferencial. Ese proceso es llamado de ‘diferencialismo’, esto es, una forma de categorización, separación y disminución de algunas marcas identitarias vinculadas al vasto y caótico conjunto de las diferencias humanas. Las ‘diferencias’, cualesquiera sean, no pueden nunca ser descritas como mejores o peores, superiores o inferiores, buenas o malas, normales y anormales, etc. El hecho que algunas identidades o marcas de identidades sean consideradas diferentes, nos sugiere que se ha producido un cierto tipo de diferencialismo, es decir, que esas marcas se consideran como negativas y están en oposición con la idea de lo normal, de la normalidad” (Skliar, 2008, p14). Así entonces construirse un mundo refugiado en el seno familiar puede eximirlos de ser los diferentes y el consecuente rótulo de anormalidad. El lugar de Paula (mediadora de la comunicación entre su familia y la sociedad) en esta escena familiar viene a “paliar o compensar” los “déficit” que frente a la mirada de “los que escuchan” portaban Los Bélier. En este caso puede pensarse a la sordera de los integrantes de esta familia como la discapacidad concebida desde el paradigma rehabilitador tal como lo describe Palacios (2008) donde las barreras que obstaculizan la inclusión social se visualizan en las características de los sujetos en tanto déficit y son ellos quienes para integrarse a la sociedad las deben paliar: según este modelo rehabilitador las personas con discapacidad son reducidas socialmente, son alineadas y sólo pueden aportar a la comunidad si están rehabilitadas o si se asimilan al resto de la población .Sus diferencias deben desaparecer –o al menos ser disimuladas, ocultadas.– En este sentido Paula estaba allí para disimular estas diferencias y facilitar la inclusión social de su familia.
Los Bélier participan del evento escolar y se disponen a “escuchar” a su hija. De forma bella el film muestra el desconcierto y despiste de esta familia como espectadora de un coro al que no pueden escuchar. El silencio que separa a los Bélier del resto del público y de su hija resulta incómodo para el espectador que queda cuestionado porque instala la pregunta sobre cómo incluimos y qué tan diverso es el mundo que imaginamos. Los Bélier en ese acto fueron excluidos, invisibilizados y quedó de manifiesto que no era una posibilidad contar con público no oyente (aun cuando fueron convocados como familias del alumnado). Ese silencio representa en mi lectura la barrera que separa a esta familia del grupo social del que forma parte. No ser pensados como sujetos de participación en una sociedad podría explicar los dichos de esta madre “nunca soporte a los que escuchan” … (porque quedo afuera, excluida).
Así mismo la familia participa del espectáculo a partir de las expresiones que visualizan en los rostros de los oyentes. Pueden leer gestos y comprender lo que su hija genera en esa escena. Genial guiño de esta pieza artística que expresa que la comunicación no queda reducida al habla y la audición, sino que la excede al punto de explicar nuestra distinción y exclusividad humana en tanto participantes del mundo del lenguaje, es decir de los símbolos. Esto queda enfáticamente mostrado en el relato cuando en la escena siguiente presenciamos un momento íntimo entre el padre y la joven, este le pide que cante lo que cantó para los oyentes. Su padre puede “escucharla” tras sentir la vibración de la voz palpando con los dedos la garganta de su hija. Estas dos escenas marcan un viraje entre las coordenadas de Paula y su familia.
Un contrapunto interesante con la escena del silencio que sienten los padres mientras su hija canta en el acto escolar, es una escena de desayuno familiar donde en la vida hogareña Paula siente fastidio por los ruidos excesivos de utensilios y sonidos guturales en ingesta de comida que hace la familia. Ambos mundos el de los que escuchan y el de los que no escuchan se muestran como espacio de extranjeridad para el que no participa del mismo. Esto dispara la reflexión sobre ¿Quiénes son los otros para cada uno? Ser incluido o excluido está en estrecha relación con las barreras o puentes que ofrece el contexto donde las personas llevan adelante sus vidas.
Si la adolescencia se torna una etapa evolutiva donde se resignifica la salida exogámica necesaria para la conformación de la identidad, en este caso las condiciones de exclusión social en la que se puede vivenciar un grupo familiar agudizan la conflictiva labor psíquica de necesario desprendimiento entre padres e hijos para el avance en el desarrollo subjetivo y participación de la trama social que todos los seres humanos hacen posible.
Momento de concluir…
(“No me escapo, vuelo...Han oído bien, yo vuelo”)
Lo antes analizado muestran en mi lectura, los movimientos que la familia puede hacer configurándose así un nuevo momento conformado por una respuesta superadora entre: 1) Paula y su vida como no oyente (de sus deseos), 2) Paula y su vida como oyente de sus deseos pero desentendida del espacio familiar que la constituyó rompiendo con una trama que hasta ese momento operaba como verdad familiar.
El tercer momento que formulo, lo puedo pensar además desde el tercer tiempo lógico que plantea Lacan (2005) al referirse al proceso temporal intersubjetivo que estructura la acción humana, “momento de concluir”. En este momento corresponde a la respuesta y juicio sobre sí mismo del sujeto que puede formular después de ver y comprender. El nuevo momento, entonces estaría representado por Paula participando de un proyecto propio que la saca de una identidad al servicio de las necesidades de sus padres al mismo tiempo que estos entienden y participan en algo más del mundo de los oyentes (el arte representado en este caso por la música). Esto último puede verse en la escena donde Paula se presenta a la audición del concurso en París (junto a sus padres) y canta en “dos lenguas a la vez”, la de sus padres (lengua de señas) y la del mundo extrafamiliar (la voz de Paula). La escena referida se constituye para mí en una bella composición artística donde en breves instantes se muestra a la familia y a los representantes del afuera (profesor, jurado su enamorado) sostenidos en su discurso y “escuchando la voz de Paula: que dice “mis queridos padres me voy, los quiero pero me voy, se quedaran sin niño esta noche”; y lo que es mejor en los gestos de emoción, comprensión y asentimiento de los padres de Paula. Estas dos lenguas por las que se expresa la cantante en la escena de la audición, se constituyen para mí en un recurso metafórico genial significando en ese acto los sentidos de las dos lenguas que conforman los discursos que entraron en tensión en esta narración. Y si esta metáfora pasa desapercibida, el relato insiste sumando a la misma escena la letra de la canción que la joven canta llamada “Jo Vole/Yo vuelo” [4] alguno de cuyos versos aparecen entre paréntesis y entrecomillados en los subtítulos del presente trabajo. Esta doble lengua además podría advertir sobre las deudas pendientes sobre el marco jurídico [5] que instala una nueva mirada en el paradigma social de discapacidad donde las barreras para lograr la inclusión no están en los atributos de las personas sino en el contexto social donde las personas tejen la trama de sus vidas. Doble lengua que lejos de ser una barrera se presenta como puente entre el mundo de los que escuchan una canción a través de la voz y los que la escuchan interpretando el lenguaje de señas.
Referencias:
Aulagnier, P (1993) La violencia de la Interpretación, del pictograma al enunciado. Amorrortu Editores. Pp. 112-175
Blos, P (1979). La transición adolescente. Amorrortu Editores. Pp. 118-140.
De Sayas, M (1923). “Picasso speaks”. Revista The Arts de Nueva York, vol.3.
Green, A. (1993). El adolescente en el adulto. Revista Psicoanálisis. Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires, vol. 15(1): pp39-68.
Lacan, J. (2003). La familia. Argonauta.pp11-21.
Lacan, J (2005). Escritos 1. Siglo XXI Editores Argentina SA. Pp. 187-203.
Michel Fariña, J; Laso, E (2011). Cine y subjetividad: el método ético-clínico de lectura de películas. Intersecciones Psi Revista Electrónica de la Facultad de psicología – UBA.
Michel Fariña, J.; Tomas Maier, A. (2016). ¿Cómo leer un film? La formación ética a través del cine y la virtualidad. Informática na Educação: teoria e prática, Porto Alegre, v. 19 n. 1, pp. 69-83.
Palacios, A. (2008). El Modelo Social de la discapacidad: orígenes, caracterización y plasmación en la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad. Ediciones Cinca pp. 141-178.
Schlemenson, S. (2000) Subjetividad y Escuela En. Frigerio, Poggi y Giannoni (comp.) Políticas, instituciones y actores en educación. Ediciones Novedades Educativas pp. 85-90.
Skliar, C (2008). ¿Incluir las diferencias? Sobre un problema mal planteado y una realidad insoportable. Revista Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación UNLP. Memoria Académica Vol. 8 pp. 1-17.
NOTAS
[1] Declaraciones hechas a Marius de Zayas, en una entrevista publicada en mayo de 1923 en la revista The Arts de Nueva York. No cuento con el número de página donde figura la entrevista.
[2] En el año 2021 se estrenó una nueva versión estadounidense de esta película bajo el título “Coda” (Sigla que en inglés quiere decir “niños de adultos sordos”). Esta versión ganó premios Oscar 2022: Mejor película, mejor guion adaptado y mejor actor de reparto.
[3] Me refiero a la siguiente acepción del término: Parte que se añade al período final de una pieza musical, que con frecuencia suele ser la repetición de uno de los mejores motivos de la misma.
[4] Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=GfRY39ybeZo
[5] Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. Asamble General de las Naciones Unidas 2006.
FORUM
Es mucho lo que puede decirse acerca del Film “La Familia Belier”. En concordancia con lo expuesto por Silvia Gouvert, la película logra detallar con una particular perspicacia el proceso de identificación/subjetivación que tiene lugar en la adolescencia y las vicisitudes por las cuales se atraviesa para la consecución de un deseo propio en el camino hacia la adultez.
En esta oportunidad, quisiera aportar una mirada sobre los procesos de duelo que se viven en la adolescencia que abren paso a la exogamia.
Hechos biológicos, psíquicos y socioculturales confluyen y marcan las pautas de lo que será un periodo crítico de conformación subjetiva. Tal es el caso de Paula (protagonista), que en el transcurso del Film se ve embarcada a encontrar un lugar propio que la diferencie, siendo su voz aquello que, a través del canto, comienza a mostrar otros tintes en función de su deseo, lo que no será posible sin consecuencias tanto para ella como para su familia.
Cada etapa de la vida compromete inevitablemente el accionar de ciertos recursos simbólicos necesarios para el avance hacia la madurez, lo que nos hace encontrarnos ante encrucijadas que ponen de manifiesto el requisito de elegir, circunstancia que, además, no resulta posible sin que esto implique una pérdida. De este recorrido no escapa la adolescencia, período en el cual se vivencian procesos de duelo difíciles de transitar, pero que, a su vez, procuran el espacio para los cambios futuros.
Entendiendo al duelo como una reacción afectiva normal ante la pérdida de un objeto amado, tal como expone la teoría Freudiana, suponemos que los efectos producidos por éste son esperables y además necesarios para producir el pasaje de lo endogámico hacia lo exogámico.
Uno de los más importantes se encuentra relacionado con el duelo por el cuerpo infantil, el cual tendrá que producirse para investir libidinalmente una nueva imagen corporal que, con el advenimiento del acontecer sexual característico de esta etapa, establecerá la primacía de la genitalidad por sobre todas aquellas pulsiones parciales que antes, en la infancia, habían provocado un placer autoerótico. De aquí, que resultara indispensable para Paula dicho proceso en favor de la construcción de una posición sexuada que le habilite el encuentro con un otro distinto, Gabriel, su compañero de canto por el cual se siente atraída.
También, en la película se pone en juego el proceso de duelo por la identidad y el rol infantil, y con ello, la caída de las identificaciones primarias que antes proveían sostén y refugio, quedando evidenciado que las respuestas de los padres ya no son suficientes. De esta manera, nuevas lógicas de pensamiento habilitan en Paula a dirigirse a su grupo de pares e incluso figuras adultas del mundo exterior como su profesor de canto, hechos que dan lugar a nuevas identificaciones que favorecen al desasimiento de la autoridad parental y por ende, el ingreso al otro de la comunidad, el hallazgo de una salida exogámica.
Finalmente, aunado a la idea de que los primeros modos de subjetivación ocurren dentro del núcleo familiar tal como expresa Silvia Gouvert, no es posible pensar el atravesamiento de dichos procesos sin su injerencia. En este sentido, es relevante destacar los movimientos que de los padres se establecen como condicionantes para su realización, ya que el transitar de la adolescencia no sólo resulta transformador para la joven, sino también para estos, quienes a su vez viven sus propios procesos de duelo por su hija que ya deja de ser una niña. Todo esto, si bien al inicio de la película resultó complejo para el señor y la señora Bélier, posteriormente fueron capaces de favorecer su constitución y de esta manera, lograron acompañar a Paula en la consecución de su deseo.
Película:La Familia Bélier
Título Original:La Famille Bélier
Director: Éric Lartigau
Año: 2014
País: Francia
Otros comentarios del Autor: