Karacter

Es una de las películas, junto a Cinema Paradiso, que más me ha impactado por su capacidad de transmitir con profundidad y sutileza las vicisitudes de la existencia humana. Bajo una escenografía lúgubre, en un entorno que denota dureza, hablada en un idioma que suena extraño para un latino hablante, se desarrolla una trama de enorme sensibilidad.

Una escena sexual, producto del contacto pero no mediatizada por la palabra, arroja como producto un hijo que desde el momento mismo de su nacimiento se enfrentará con la lucha por su identidad.

Una mujer que sin reconocimiento de una relación de afecto no está dispuesta a ocupar el lugar de esposa, cría a un hijo como madre sola cumpliendo todos sus deberes instrumentales pero coartando la presencia de una figura paterna o de una pareja que permita el lugar de la terceridad en el psiquismo del niño.

Una lucha permanente de este niño por contactarse con figuras que cumplan esta función lo lleva al encuentro con su padre biológico, a quién trata de postular en el lugar de padre. La figura de ese padre concreto encarnada en la función de alguien que se postulaba no como el representante de la ley sino como la ley misma no mediatizada por una figura maternante, lleva a una lucha despiadada del joven por consolidar su identidad y abrirse camino en la vida.

El interjuego de una figura paterna con estas características y la falta de una madre que mediatice esta figura por medio de la palabra llevan al joven a desplegar una gran destreza para su realización profesional a la vez que una discapacidad para establecer contactos amorosos y afectivos.

La película lleva al espectador a ser partícipe del dolor profundo cuando los lugares de esa triangularidad padre-madre-hijo se ven distorsionados. Y si bien toda la historia está presentada como fuera del contexto cotidiano –por la época, las figuras, la escenografía- el film toca las fibras más íntimas de afectos y sentimientos de cada uno de los seres humanos.

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