Táctica y estrategia de la paternidad

Harry, nombre impuesto, es un chico de diez años. Su vida transcurre como la de cualquier niño de su edad; concurre al colegio, tiene amigos, le gusta ver televisión, soporta la presencia de su hermanito, el Enano. Su padre es abogado y su madre, bioquímica.

La historia relata, a través de los ojos de Harry, la persecución política sufrida por sus padres en los tiempos primeros de la dictadura militar argentina. Refugiada en una quinta del Gran Buenos Aires, la familia ensayará su angustiosa supervivencia.

Las humoradas del Enano permiten alguna descarga. Pero la angustia se hace más y más insistente. ¿Qué es lo que angustia?

La publicidad presenta el film como “una metáfora de la resistencia, mantenerse en pie en base a las propias convicciones”. Y si bien la resistencia política está presente, lo que verdaderamente angustia es la otra resistencia, la de la postergación de un padre en la toma de una decisión: cuidar a sus hijos a costa de separarse de ellos.

Este padre que todavía pelea con el suyo, y le da algunos gustos a su madre, una y otra vez, ante situaciones de peligro, toma a sus hijos y vuelve a escapar. Se resiste a tomar una decisión, a ingresar él mismo como padre en un circuito de responsabilidad subjetiva. Lo que angustia es la posibilidad del no corte, de la no separación, de quedar atrapado en esa cápsula como objeto del deseo de los padres.

Para que advenga un sujeto, sujeto de deseo, sujeto simbólico, deberá producirse el corte, lo que desde el psicoanálisis se llama castración. Dejar de ser objeto para quedar sujetado a un deseo, del cual hacerse cargo. En palabras de Freud: apropiarnos de lo que nos fue heredado.

En la escena final, Harry recibe de su padre un objeto. Ahora sí podrá él hacer algo con todo ello.

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