Inicio > Films > Harry Potter > Cuando Sonia conoció a Harry

Cuando Sonia conoció a Harry

por Michel Fariña, Juan Jorge

2001, 2002, 2003. Diciembre pasará a la historia como el mes más taquillero del cine infantil. Harry Potter y El señor de los anillos compiten por la preferencia de los más pequeños. Ambos filmes forman parte de una saga que por primera vez se anticipa a sí misma antes de la primera función: después de la Comunidad del Anillo y de la Piedra Filosofal, vendrán prisioneros, torres, cámaras secretas, calderos mágicos y retorno del Rey. No se ha dejado de comparar el fantástico mundo de hobbits y elfos creado por Tolkien con la mágica estudiantina de Rowling. Pero una vez más, se publica mucho y se escribe poco. Especialmente respecto de qué representa el auge de estos mundos mágicos frente a la inclemencia de la realidad y a la subjetividad de la época.

Recordemos que la acepción más difundida del vocablo inglés potter es la de “alfarero”, con sus distintas combinaciones –potter’s clay significa, “arcilla”, pottery es “alfarería”, etc. –, aunque también tiene el sentido de “carente de seriedad”. Pero cuando la palabra es pronunciada, resulta casi homofónica de pother, que significa “alboroto”. De allí que se recomiende siempre la versión original del film, donde la inconfundible fonética inglesa de Potter, con sus resonancias de batahola, desparpajo y polvo de mágica alfarería subrayan atributos inherentes al personaje de Harry.

Lo cierto es que en clave new age, la baraúnda desatada por Harry Potter alcanzó ya la suma mayor de récords Guiness de la historia de la literatura, lo cual no es poco. Una parte del éxito se debe sin duda al gigantesco aparato mercantil que se puso a su disposición y que explotó al máximo la propia historia de la escritora, que resultó un oportuno cuento de hadas para los tiempos de desocupación estructural. Otra, al recurso de la trama, que concentra en una sola historia, distintos mitos clásicos infantiles, varios de ellos extraidos de la propia literatura inglesa.

Los primeros capítulos de la historia no son otra cosa que una versión remozada de la Cenicienta. El huerfanito de Privet Drive, odiado por sus parientes adoptivos y sometido a todas las humillaciones, encuentra finalmente su zapatito de cristal con la carta mágica que le llega de Howgarts. La herencia de sus padres lo alcanza más allá de la maldad, ofreciéndole un destino que redimirá para siempre su infancia de privaciones.

Aunque menos florida, la travesía de Harry recrea la odisea de Frodo y sus amigos en la saga de El Señor de los Anillos. Sería injusto comparar la literatura de Tolkien con la prosa menor de Rowling, pero no cabe duda que ésta se ha valido de algunas de las célebres ambientaciones del escritor. Los duendes de Gringots en la ciudad escondida Diagon Alley recuerdan las descripciones de los hobbits y el personaje de Albus Dumbledore, es una clara recreación del mago Gandalf.

También Lewis Carrol está presente, en un dudoso homenaje nunca declarado, en distintos pasajes de la obra de Rowling. El ajedrez viviente es ya un clásico de Alicia en el País de las Maravillas, publicado en 1865, así como las escenas de crocket, que tienen su versión libre en el juego del quitdich, esa especie de futbol con escobas voladoras en el que Harry eleva a la cima a la casa Grifindor.

Y como no podía ser de otra manera, Harry Potter terminó entrando a los consultorios de los psicoanalistas de la mano de los “pacientitos”. Así fue como Sonia Scalise conoció a Harry Potter.

Prólogo a Harry Potter: La historia mágica de un niño héroe



NOTAS

Película:Harry Potter

Título Original:Harry Potter

Director: Chris Columbus

Año: 2001

País: Estados Unidos