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Revisionismo histriónico

por Michel Fariña, Juan Jorge

“Me maravillo a menudo de que la historia resulte tan pesada, porque gran parte de ella debe ser pura invención”
Jane Austen

“El alma del ser humano no puede imaginar algo que no existe o que nunca ocurre”
Edgard Allan Poe

“Incluso el pasado puede modificarse; los historiadores no cesan de demostrarlo”
Jean-Paul Sartre

“La verdad tiene estructura de ficción”
Jacques Lacan

Cualquiera de los epígrafes puede aplicarse perfectamente a este cine de Tarantino. En su inteligente novela “El corrector de la historia”, Gabriel Guralnik concibe a unos enigmáticos personajes dedicados a viajar en el tiempo para rectificar páginas ominosas del pasado. [1] No para torcer el presente, sino para convivir mejor con el deseo de vivirlo. Tarantino pertenece a esta clase de eternautas que se permite rectificar por igual episodios de la Alemania nazi, del lejano Oeste o, como en este caso, del Hollywood de los años 60. En todas las oportunidades, para ofrecernos versiones de la historia afectadas por su antojo creador. Y como el arte no conoce razones, el único límite es el que le impone su imaginación. Como dijo él mismo de sus Inglourious Basterds: “no solo voy a poner allí un montón de Edith Piaf, sino también rap: puedo hacer lo que quiera”. Y así como en aquella película desfilaron émulos de Hitler y Goebbels, aquí lo hacen Roman Polanski, Sharon Tate… y una versión remozada del clan Manson.

¿A dónde va Tarantino con todo esto? La pregunta que desveló (y dividió) a los críticos se explica a partir del fenómeno del doble. Se trata de la poderosa metáfora que recorre el film, presentada de manera hilarante a través del personaje de Leo DiCaprio y su “doble de riesgo”, Brad Pitt. En la literatura fantástica del siglo XIX, el doble evoca los aspectos no reconocidos de un sujeto, a través de su emergencia en la conducta de otro, que termina siendo él mismo. La referencia cinematográfica obligada es “El estudiante de Praga”, emblema del cine mudo alemán, realizada en 1916, y comentada por el mismísimo Sigmund Freud. [2] Tarantino invierte y a la vez sostiene el mito clásico. En lugar de que el doble ominoso asedie a su original persiguiéndolo hasta la muerte, aquí es el duplicado quien paga los platos rotos. Pero en la película hay también duplicados que perviven a sus originales, ofreciéndonos una inesperada lección ética sobre la memoria de las víctimas.

Así leída, la trama trasciende a sus protagonistas, incluido por cierto su guionista y director. Deviene un homenaje, no ya al cine de los 60, sino a la mitología de todos los tiempos. Con este cambio de luces, Tarantino se inventa a sí mismo en la existencia y la soledad de aquello que, más allá de los premios, todavía no puede ser nominado.

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NOTAS

[1Gabriel Guralnik: “El corrector de la historia”, Editorial Ruinas Circulares, 2013.

[2Ver al respecto el estudio de Eduardo Laso: “El doble y lo ominoso: El estudiante de Praga”. En “El ojo maravilloso. (Des)encuentros entre psicoanálisis y cine". Editorial iRojo, 2017, pp. 94-108.

Película:Había una vez en Hollywood

Título Original:Once Upon a Time... in Hollywood

Director: Quentin Tarantino

Año: 2019

País: USA